Hijo de Odín y Gea, dios del trueno, portador de Mjölnir, el martillo encantado hecho del mineral místico de Uru. Cuando Midgard o Asgard corren peligro, los cielos retumban saludando a su defensor más aguerrido.
#504 – Falta de fé II
Los prejuicios causan perjuicios
Por Bergil
Fecha de publicación: Mes 19 – 11/99
PRÓLOGO
En algún lugar de Manhattan, una reunión importante estaba a punto de comenzar.
– Entonces, ¿ya han llegado todos?
– Sí, ya estamos todos.
– ¿Cuantos somos?
– Hoy han venido casi ciento cincuenta.
– Ciento cincuenta… es un aumento importante, y sin embargo todavía somos demasiado pocos. Si queremos que Thor nos haga caso, todavía hemos de ser más.
– Estoy de acuerdo. Pero ahora, los que han venido esperan tus palabras.
– Muy bien. Vamos allá…
Amora se desperezó con movimientos felinos y se levantó del sillón en el que estaba reclinada cuando oyó las pisadas en la terraza del lujoso apartamento en el que ella y Thor residían (1). Una agradable sensación se extendió por su cuerpo ante la expectativa de ver de nuevo a Thor… y de echarle un buen rapapolvo por no haber ido a rescatarla a Asgard.
«¡Pues sí que estamos buenos!«, pensó. «Si los gigantes de hielo que me vigilaban hubieran sido sólo un poco más inteligentes, allí seguiría yo, prisionera e imposibilitada para poder lanzar conjuros tras haber recuperado mis poderes asgardianos (2). Pero los muy imbéciles me desataron la mordaza para que pudiera comer, y me soltaron el brazo derecho para que pudiera coger la comida. Sólo que no se dieron cuenta de que, en tal situación, también podría lanzar conjuros«.
Su mente abandonó tan sombríos pensamientos y volvió a la placentera vida de la que disfrutaban antes… y que esperaba volver a disfrutar.
«Verdaderamente«, pensó, «es una lástima que esta situación no se hubiera producido antes. Thor y yo estamos hechos el uno para el otro, y no necesitamos a ningún otro asgardiano que enturbie nuestra felicidad«.
Pero el sentimiento de expectante alegría desapareció cuando vio el sombrío rostro de su amado, en el que aún aparecían magulladuras de la reciente batalla contra Holocausto (3).
– ¿Thor…? -le preguntó, preocupada-. ¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Qué ocurre?
– Nuestra misma existencia pende de un hilo, Amora. Hemos de volver cuanto antes.
– ¿Volver? ¿A dónde? -la expresión de extrañeza fue sustituida por una de enojo cuando comprendió lo que quería decir Thor-. ¡Eh, espera un momento! ¡No te estarás refiriendo a…!
– Si, Amora. Hemos de regresar a Asgard lo antes posible. Lo ocurrido con el Yggdrasil (4) puede no ser más que el preámbulo de males todavía mayores. El Reino Dorado corre un grave peligro.
– ¿Y a nosotros qué nos importa eso? ¡Somos felices aquí, nos tenemos el uno al otro! ¡No necesitamos a toda una caterva de dioses interrumpiéndonos a cada momento!
– ¿Tan ciega estás que no alcanzas a comprenderlo? Si Asgard es destruida, ¡toda la realidad se verá amenazada! Si no por nuestros parientes, ¡hazlo por ti misma! ¿No ves que la Tierra también será destruida? El odio contra el que luchamos no se detendrá ante nada con tal de destruirnos. No hay lugar donde esconderse, sólo podemos hacerle frente y luchar por…
– Sí, sí, ya lo sé -dijo Amora, con una mueca de cansancio-: por el honor, por la justicia, por Asg… -pero no pudo acabar la frase. Llevándose las manos a la cabeza, soltó un grito de dolor y cayó desvanecida al suelo.
– ¿Amora? ¿Qué te ocurre? ¡¡¡AMORA!!!
Pero no recibió respuesta. Cogiéndola en sus brazos, la levantó delicadamente y la llevó hasta el dormitorio, depositándola en la cama con suavidad. Hecho esto, la arropó, apartó con ternura los mechones de pelo que le caían sobre la cara y se volvió para irse en busca de alguien que pudiera prestarle ayuda. Pero no llegó a alcanzar la puerta. Un susurro proveniente de la cama le hizo volverse.
– ¿Thor? – la voz de Amora era apenas audible. El dios del trueno se acercó a la cama y bajó su cabeza, hasta que su oreja quedó a escasos centímetros de la boca de la Encantadora.
– ¿Sí, Amora? ¿Qué quieres? ¿Qué es lo que te ha pasado?
– No te preocupes por mí, me recuperaré. Es sólo que no estaba preparada para esto.
– ¿Para qué, Amora? ¿Qué es lo que ha ocurrido que te ha afectado de semejante modo?
– Instalé una red de detección mágica alrededor de la ciudad.
– ¿Una red? ¿Para detectar qué?
– Poder asgardiano. Alguien que lo posee en grandes cantidades acaba de atravesar la barrera.
Thor pensó en silencio. ¿Odín? No podía ser, ya estaba en Manhattan. Además, ocupaba ahora el cuerpo de un mortal, no el del Padre de Todos. ¿Quién entonces? ¿Otro asgardiano?
– ¿Poder asgardiano? Quieres decir…
– Sí, amor. Probablemente es otro dios que ha llegado a esta ciudad de mortales. Ve y encuéntrale.
– Pero…
– No, Thor. Tú tenías razón. Es tu deber defender a Asgard y a Midgard. Yo era la equivocada.
– Está bien, Amora. Si crees que eso es lo mejor…
– Estoy segura. Ahora, ve. Hacia el Sudeste.
Cuando Amora estuvo segura de que Thor había abandonado el apartamento y ya no podía oírla, permitió que las lágrimas que se agolpaban en sus ojos fluyeran libremente, y dejó que el llanto la aliviara, mientras sus hombros se sacudían bajo las sábanas.
Mientras, Thor se dirigía a toda velocidad hacia el lugar que le había indicado Amora. ¿De quién se trataría? ¿Qué otro inmortal había aparecido en Midgard? ¿El bravo Balder? ¿Fandral el intrépido? ¿Hogun el torvo? ¿El inmenso Volstagg? ¿Heimdall el leal? ¿O sería su hermana, la bella Sif? Al pensar en ella, añoró el amor que habían compartido y que parecía haberse enfriado desde hacía algún tiempo. Pero desechó tan tristes pensamientos. Pronto saldría de dudas.
Aterrizó en un callejón y se dirigió hacia la figura que se encontraba sentada en el suelo con un fardo al lado, la cabeza inclinada hacia delante y oculta por una capucha, por lo que no podía verle la cara. Avanzó lentamente y posó una mano sobre su hombro, al tiempo que abría la boca para emitir palabras de bienvenida. Pero la frase murió en su boca antes de nacer, cuando la persona a quien iba a hablar alzó la cabeza y pudo verle la cara.
– ¿¡¿TÚ?!? ¿Tú eres el que ha herido a Amora? ¡Lo pagarás, villano!
– ¿Qué? ¡Oh, mierda! ¡Thor! Eh, héroe, espera un momento…
Ante Thor se encontraba, ahora perfectamente reconocible, Carl Aplastador Creel, el Hombre Absorbente.
Thor tensó los músculos, preparándose para la batalla. La ira le abrumó, y no escuchó lo que Creel intentaba decirle. Tomándolo por balbuceos de un enemigo asustado, cargó hacia él como un toro que embiste el capote. Y como un torero, Creel se apartó y dejó que Thor golpeara la pared que se encontraba a su espalda. Retrocedió mientras el asgardiano se levantaba y giraba para encararse con él.
– Thor, espera, no es lo que crees…
– ¿No es lo que creo, villano? ¿No habéis intentado herir a Amora? ¿Añadís la mentira a la traición?
– Pero de qué dem…
El Hombre Absorbente no pudo acabar la frase. Thor cargó de nuevo, y Creel volvió a esquivarle. Pero a la tercera fue la vencida: Thor fintó, su rival cayó en la trampa y encajó un uppercut que le envió volando al otro lado del callejón.
El Hombre Absorbente se levantó, limpiándose el hilillo de sangre que le caía de la comisura de la boca.
– Está bien, puesto que así lo quieres… -dijo, al tiempo que se agachaba y sacaba su bola del fardo junto al que se sentaba cuando Thor le encontró. Mientras la hacía girar al extremo de la cadena, metió la mano en el bolsillo y tocó la esquirla de adamantium que llevaba en el bolsillo. Inmediatamente, se transmutó en el metal más duro conocido, y cargó hacia Thor.
– ¿Creéis que el convertiros en adamantium os servirá de algo? ¡Loco! No os enfrentáis a un mortal, sino a un inmortal de Asgard. El trueno y la tormenta están a mis órdenes, pues soy el hijo de Odín y Jörd. ¡Soy Thor, el dios del trueuuuuufff!
El discurso de Thor fue interrumpido por el impacto de la bola lanzada por Creel en la boca de su estómago. Mientras se reponía, comenzó a hacer girar a Mjolnir más y más rápido, para a continuación lanzarlo en dirección al Hombre Absorbente.
Gran error. Creel dejó que el martillo le golpeara, dejándose llevar con el impacto… y convirtiéndose en un ser compuesto enteramente de Uru.
– Oh oh. Parece que el dios del trueno, ofuscado por el calor de la batalla, ha cometido un error que puede probarse fatal -dijo Thor, al percatarse del problema en el que se encontraba.
– Está bien, dios del trueno, a ver qué es lo que tienes que decirme ahora que estamos en igualdad de condiciones -dijo, mientras avanzaba decidido hacia Thor.
El asgardiano logró parar el primer golpe con su martillo encantado, pero el segundo le hizo retroceder tambaleándose. Sin embargo, tuvo un efecto beneficioso: le permitió aclarar sus ideas.
«Piensa en los puntos débiles de tu enemigo y aprovéchalos, en vez de atacar a lo loco«, le dijo su padre Odín en otra época más feliz, cuando se ejercitaba como paladín del Reino Dorado. «Malgastar tus esfuerzos inútilmente no te va a hacer mejor guerrero, hijo mío«.
Mientras se levantaba, Thor pensó a toda prisa. ¿Cuáles podrían ser los puntos débiles de Creel, ahora que se había convertido en Uru? Casi indestructible, resistiría los golpes más duros que pudiera asestarle con Mjolnir, y… ¡Un momento! ¡Mjolnir! ¡Eso era! Al haber absorbido las propiedades de su martillo, se había convertido de hecho en una extensión del mismo, por lo que… ¡Sí! Tenía una oportunidad, si jugaba bien sus cartas.
Ahora era Creel el que cargaba confiado. Thor le esperó a pie firme, sin abandonar la posición hasta el último momento. Se echó a un lado y agarró al Hombre Absorbente por el cuello, aprovechando el impulso que llevaba para golpearle contra la pared. Una vez, dos veces. Thor se apartó, mientras el rayo acudía a la llamada que se le había hecho y caía sobre Creel.
– ¿Q-q-qué ha pasado? -dijo el Hombre Absorbente, sorprendido.
Pero no pudo decir nada más. Echándose sobre él, Thor agarró la cabeza de su adversario con ambas manos y la empujó hacia atrás, golpeándola dos veces contra el muro y volviendo a retroceder. El rayo volvió a descargarse sobre Creel, que empezó a humear. Thor volvió a cargar contra el Hombre Absorbente, que retrocedió.
– ¡Ah no! ¡Otra vez no! ¡Yo me largo! ¡Además, Titania ya debe estar impaciente! -e inclinándose hasta el suelo, posó la mano en uno de los charcos del callejón. En un instante se transformó en agua y su figura pareció desmoronarse, mientras fluía por el suelo y desaparecía por la reja de una alcantarilla.
Thor se quedó solo. Mientras se limpiaba el polvo que se le había depositado en la ropa, pensaba extrañado en la pelea.
«El villano Creel no daba la impresión de emplearse a fondo. Casi era como si no quisiera pelear conmigo. Pero no parecía miedo, sino otra cosa. Era casi como si…«
Pero no acabó el pensamiento. Súbitamente, recordó a Amora, que se encontraba sola en el apartamento, reponiéndose del shock. Arrastrado por su mazo, se elevó por el aire y se dirigió hacia allí.
En la salida de las cloacas, a la orilla del Hudson, un charco de agua comenzó a elevarse sobre el nivel del suelo. Cuando hubo alcanzado la altura de un hombre, Creel adoptó su verdadera forma.
– ¡Malditos superhéroes! ¡Ni cuando intentas ser honrado te dejan tranquilo! ¡Pues no lo van a conseguir, no señor! Titania y yo hemos decidido terminar con nuestros problemas con la Ley, y lo vamos a conseguir, si ese trabajo que nos han prometido sale bien.
(1) Desde la saga de Mundomotor.
(2) Cuando Thor empuñó la espada Ojo de Cuervo, en Thor # 500, todos los asgardianos que se encontraban en Asgard en esos momentos (es decir, él mismo, Odín y Amora), recuperaron sus poderes.
(3) En el número anterior.
(4) Durante la saga Mundomotor, en Thor # 491-494.
Saludos a todos. Soy el nuevo guionista de Thor. De hecho, ésta fue la primera serie que quise escribir, pero para cuando me incorporé a MarvelTopía ya estaba solicitada, así que tuve que resignarme y escribir otras. Sin embargo, el que la sigue la consigue, y aquí estoy. Intentaré dar respuesta a los misterios planteados en la colección antes del episodio de Onslaught. Espero vuestros mensajes en Crónicas del Norte.
En el próximo número: Thor se enfrenta a un enemigo al menos tan peligroso como Creel. Los conjurados avanzan en sus planes. Todo esto y mucho más en Thor # 505.