Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.
#19 – Las chicas son guerreras
Por Bergil
Fecha de publicación: Mes 19 – 11/99
PRÓLOGO
– Está decidido, entonces -dijo Uatu-. Puesto que ya no me ata mi voto de no intervención, comunicaré lo que está sucediendo al terrestre Reed Richards.
Brea. California
Suzy Sherman regresó a su casa tras un duro día de clases. Abrió la puerta, subió las escaleras y se dirigió a su cuarto. De repente, una voz le dijo:
– Susanna Lauren Sherman, necesito tu ayuda.
– ¿Quién demonios eres?
– Bien, a ver cómo te lo explico… mira, creo que lo mejor será que vengas conmigo a Nueva York. Allí hay alguien que te lo pude explicar mejor que yo.
– Sí, claro… mire usted, señora. No sé quién demonios será usted, pero no piense que soy imbécil por el hecho de ser californiana. ¿Cree que me voy a ir con la primera tipa que aparece por mi habitación… a Nueva York, nada menos?
– Está bien, ya que me lo pones así… -Carol metió su mano en el bolsillo de su chaqueta.
– ¡Eh! ¿Qué va a hacer ahora? Venga, que tampoco es necesario ponerse así… -dijo Susanna, pensando, evidentemente, que Carol iba a sacar una pistola. Pero lo que sacó fue algo mucho menos aparatoso: su credencial de Vengadora-. Oh, vaya carnet bonito… pero no me convence.
– ¡Señor! ¿Fui yo alguna vez así de cabezota? Está bien -dijo, activando la señal que la puso en comunicación con el Capitán América-, probemos así. Capi -dijo, hablando a la tarjeta-, la chica no quiere venir conmigo. A ver si tú la convences.
– Como quieras, Binaria. Señorita Sherman, soy el Capitán América…
– Sí, claro, y yo una mutante extraterrestre…
«Si supieras lo cerca que estás de la verdad, chica…«, pensó Carol.
– Le ruego que acompañe a la persona que se encuentra con usted hasta la sede de los Vengadores. Lo que tenemos que comunicarle aquí es de la mayor importancia, para usted y para la Tierra.
– ¡Oh, bueno! ¿Por qué no me lo dijo antes? -exclamó, en tono irónico-. Vamos, hombre, eso no hay quien se lo crea. No sé como habrás fabricado esa tarjeta, pero no me lo trago.
– ¡Oh, ya basta! -exclamó Carol. Agarró a Susanna por la cintura y salió volando por la ventana.
– ¡Ooooooooh! -exclamó Susanna-. Guau, esto mola más que Disneylandia… Hey, ¿qué es eso? -preguntó, cuando se acercaron al quinjet que flotaba a un kilómetro sobre el suelo.
– Eso, chiquilla, es un quinjet de los Vengadores, que nos llevará a Nueva York. Ahora -dijo, una vez hubieron entrado-, siéntate ahí, ponte el cinturón de seguridad y estate quietecita mientras yo piloto. ¿Me has entendido?
– Claro, señora. Como el agua.
Mansión de los Vengadores. Nueva York
El Capitán América acudió al hangar a recibir el quinjet. Quería que la chica se sintiera en un entorno agradable ante las noticias que se le iban a venir encima. Noticias que iban a cambiar toda su vida.
Cuando bajaron, Susanna miraba a un lado y a otro, maravillada.
– Oh, hola -dijo, al ver al Capitán-. ¿Tú eres realmente el Capitán América? Vaya pregunta, claro que lo eres. ¿Quién si no iba a llevar un frisbee como ese a la espalda? Oye, no me puedo acabar de creer que me encuentre de verdad en Nueva York, por no hablar de estar en la Mansión de los Vengadores. ¿Creéis que cuando acabemos todo esto podré ir a echar un vistazo a las tiendas de Manhattan? Porque aunque California está bien, no hay nada comparable a Nueva York, o al menos eso dicen, y…
– No parece muy afectada, Carol.
– ¿Afectada dices? No ha parado de hablar en todo el viaje. Tres horas hablando sin parar, Capitán. No sabes cómo me alegro de que te vayas a ocupar tú de ella ahora. Yo me voy a tomar una aspirina o dos, para quitarme el dolor de cabeza que me ha provocado.
– Muy bien, Carol. Pero no te alejes demasiado. Todavía no has terminado.
El Capitán llevó a Susanna a una de las salitas de la planta baja.
– Toma asiento, Susanna, por favor -dijo, señalando un sofá, mientras él se sentaba a su lado, ni muy cerca ni demasiado lejos-. ¿TE importa que te llame Susanna? Lo que tengo que decirte es muy importante, así que tómatelo con calma. A lo largo de tu vida, ¿no ha habido situaciones en las que notaras que eras diferente a los demás?
– ¿A qué se refiere?
– Quiero decir… ¿no has notado que eres más fuerte, más rápida que tus amigas de tu edad? ¿Que has crecido anormalmente rápido, desarrollando mucha masa muscular en poco tiempo?
– Pues sí, pero… ¡hey, espere un momento! No querrá decir que soy mutante, ¿verdad?
– No, Susanna, no es eso.
– ¡Vaya, hombre!
– ¿Cómo?
– No, nada… siga, siga.
– Bien, verás…
Durante la hora siguiente, Susanna escuchó atónita su verdadero origen. Cómo, hacía quince años, la Inteligencia Suprema Kree concibió una idea insólita: que un kree fecundara a una prisionera skrull, a fin de obtener un mestizo kree-skrull. Cómo el kree se enamoró de la skrull y la ayudó a escapar, huyendo ambos a la Tierra en aquel entonces un mundo sin relevancia a nivel galáctico. Cómo murió en la huida, como consecuencia de las heridas recibidas. Cómo su madre la sometió a una sugestión hipnótica, de modo que sus poderes permanecieran ocultos hasta la pubertad. Cómo la entregó en adopción, para que creciera en un ambiente humano, ignorante de su herencia alienígena. Y cómo, sintiéndose morir, su madre recogió por escrito su historia y la remitió a los únicos que consideró harían buen uso de ella: los Vengadores. Sin embargo…
– …cuando nos llegó la historia de tu madre, no quedaba ninguno de los miembros regulares del grupo (1), por lo que no se le prestó la atención que merecía. Y cuando pudimos volver a tener una alineación en condiciones, el trabajo atrasado era tal que la historia se archivó como inverosímil. Ya sé que no es excusa, pero generalmente no funcionamos así. ¿Te encuentras bien?
– ¿Bromea? ¡Es una historia increíble! ¡Ya verá cuando se la cuente a mis amigas!
– Errr… -titubeó el Capitán-. Mira, Susanna, me temo que, de momento, no debes contarle a nadie lo que te he revelado.
– ¿Ni siquiera a ellas? Pero si son mis mejores amigas…
– Ni siquiera a ellas. Lo que te acabo de contar tiene nivel de seguridad alfa.
– Bueeeeno -concedió Susanna. Pero en sus ojos se veía que no estaba ni mucho menos convencida.
– Además -prosiguió el Capitán-, todavía hemos de verificar la veracidad de los hechos.
– ¿¡¿Qué?!? ¿Que todavía no están seguros de lo que me han contado? Pero, ¿qué clase de superhéroes son ustedes? ¿Me vuelven la vida del revés y luego me dicen «perdona, Susanna, pero aún no estamos seguros de ello«? ¿Y que le ha hecho pensar que una carta anónima dirigida a los Vengadores con semejante sarta de cosas fantásticas era cierta?
– Bueno, la historia ha sido confirmada por una fuente extraterrestre a la que otorgamos el máximo crédito y, por otra parte, …
– O sea, que los teóricos defensores de la Tierra andan fiándose de una panda de aliens que, probablemente, estarán pensando en cómo conquistarnos. Pues sí que…
– Como iba diciendo, por otra parte estamos realizando en estos mismos momentos una serie de análisis cruzados que probablemente confirmarán lo que ya te he contado.
– ¿Y cómo se las han apañado para obtener una muestra mía que analizar? Porque no recuerdo que me la hayan pedido…
– Bueno -interrumpió Carol Danvers-, siempre se acaba encontrando una muestra muestra si se sabe dónde buscar… -dijo. Se puso seria cuando habló al Capitán América-. Los análisis son positivos, Capitán. La chica tiene genes krees y skrulls.
– ¿Cris y escruls? ¿Esos son los nombres de mis razas?
– Krees y Skrulls, chica -dijo Carol-. Habla con propiedad, jovencita.
– Vale, vale… ¿Y de dónde habéis sacado muestras genéticas para comparar, si es que puede saberse?
– Ya que lo preguntas, los genes kree los han sacado de mí; y los skrull, de Lyja, la asociada de los Cuatro Fantásticos.
– O sea, ¿que tú también eres un alien? Quiero decir…
– No, soy humana. Es una larga historia… y ahora no tenemos tiempo.
– Bueno, ¿ya me puedo ir? ¿Hemos terminado?
– Ni mucho menos, Susanna. Hay una serie de pruebas que nos gustaría hacerte, si no tienes inconveniente.
– ¿Pruebas? -preguntó Susanna, con un leve gesto de aprensión-. ¿Qué clase de pruebas?
– Oh, nada del otro mundo… -dijo Carol, con una sonrisa irónica-. De fuerza, resistencia, ya sabes… esas cosas
Durante los dos días siguientes, Susanna fue sometida a una batería de pruebas que intentaron determinar cuáles eran sus poderes y la extensión de los mismos.
– Bueno, creo que esto es todo -dijo el Capitán América desde los controles de la Sala de Simulación de Combate, mientras observaba a Susanna hacer pedazos otro robot con las manos desnudas. Susanna se había tomado las pruebas con un humor excelente, siempre ansiosa por seguir y sin mostrar desánimo en ningún momento-. Al menos, de momento.
– Estoy de acuerdo, Capitán -dijo Carol, a su espalda-. No parece que de momento podamos sacar nada más.
– En fin, ¿qué es lo que tenemos?
– Bueno, tiene fuerza sobrehumana. Puede levantar dos toneladas y media sin problemas, aunque hay que tener en cuenta que aún no se ha desarrollado por completo, y es probable que este no sea su límite. También es más resistente que un ser humano normal, y puede estar desarrollando una actividad física durante horas sin mostrar signos de fatiga. No es totalmente invulnerable, aunque sí más resistente que los humanos… ¿te acuerdas cuando se incendió la Sala?
– Dios, no me lo recuerdes… casi nos quedamos sin sala, y ella sólo perdió el traje y la piel se le chamuscó un poco.
– Sí. Bien, no lanza rayos, ni energía… Ah, sí, vuela, aunque no hemos podido medir su velocidad. Tiene reflejos más rápidos que los de un ser humano… y no muestra capacidades metamórficas, por lo menos de momento. Siendo medio skrull, es probable que permanezcan latentes. Además, su visión es más aguda que la de un humano, pudiendo ver en el espectro infrarrojo y en el ultravioleta. Bien, no hay más.
– De acuerdo, pues -respondió el Capitán con un suspiro. Conectó el micrófono y se dirigió a Susanna-. Eso es todo, Susanna. Puedes descansar, hemos terminado.
– ¿Ya? ¿Tan pronto? Vaya…
Una hora más tarde, Carol y el Capitán estaban en los hangares, revisando el quinjet al objeto de dejarlo preparado para un viaje espacial. Susanna entró y se dirigió hacia ellos.
– Bueno, Susanna, las pruebas han terminado -dijo Carol-. Te dejaré en tu casa antes de… -y se detuvo.
– ¿Antes de qué, Carol?
– Antes de partir hacia Titán.
– ¿Titán? ¿La luna de Saturno? ¿Vas a salir al espacio? ¿No puedo ir yo?
– No, Susanna -dijo el Capitán-. No tienes experiencia.
– ¿Y qué? ¿Cómo voy a coger experiencia si no se me dan oportunidades? Creo que me lo he ganado, después de estos dos días. Venga, porfa porfa porfa…
– En eso tiene razón, Capitán…
– Pero…
– Porfa porfa porfa…
– Está bien -claudicó el Capitán.
– ¡Voy a salir al espacio! ¡Voy a salir al espacio! -gritó jubilosa Susanna, mientras bailaba pegando saltitos por todo el hangar.
– Pero te hago a ti responsable de ella, Carol -advirtió el Capitán-. No la pierdas de vista en ningún momento… ¿Qué es eso? -su credencial de vengador había comenzado a emitir un pitidito. Al no haber nadie de guardia en el puesto de comunicaciones, el sistema había redirigido la llamada a la credencial más cercana. En la pequeña pantalla apareció el rostro de la esposa de Johnny Storm-. ¿Sí, Lyja?
– Hola, Capitán. Tengo entendido que salís al espacio en una misión por encargo del Imperio Skrull, ¿no?
– Bueno por encargo de uno de los Imperios Skrull, para ser exactos; pero sí, así es.
– Me gustaría acompañaros, si es que ello fuera posible.
– ¿Y eso?
– Bueno, creo que el hecho de que yo sea una skrull podría resultaros útil.
– Bueno, Lyja… -. El Capitán miró a Carol, que hacía vehementes gestos de negación mientras vocalizaba la palabra «no»-. Está bien, puedes venir. Te recogemos en la Torre de las Cuatro Libertades en diez minutos. Corto y cierro.
– Hasta ahora mismo, pues.
– ¿Estás loco, Capi? ¿Otro extraterrestre más?
– Tenía razón, Carol. Puede serte de ayuda.
– Sí, claro. ¿Por qué no les entregamos directamente la Tierra, y acabamos de una vez?
– Venga, Carol, no exageres. Además, así Susanna podrá conocer las dos partes de su herencia…
– Grumpppf -resopló Carol, dirigiéndose hacia la cabina-. Venga, Susanna, nos vamos. Ya nos veremos, Capi.
– Manteneos en contacto.
Ocho minutos después, el quinjet se posó suavemente en la azotea de la Torre de las Cuatro Libertades. Lyja ya estaba allí esperando.
– ¡Guau! -exclamó Susanna, excitada-. ¡La sede de los Cuatro Fantásticos! ¿No podemos echarla un vistazo?
– No tenemos tiempo. Estamos en una misión, no en un viaje de placer, ¿recuerdas? Hola, Lyja -dijo, cuando la skrull entró en la cabina-. Lyja, ésta es Susanna Sherman. Suzy, ésta es Lyja. Es una skrull.
– Encantada de conocerte, Sus… -pero no pudo acabar la frase. Susanna estaba sacudiendo su mano con energía.
– ¿Una skrull? ¿De verdad eres una skrull?
– Bueno, sí, pero…
– O sea, que mi madre era como tú, ¿no? Vaya… ¿por qué tú tienes la piel verde y yo no? Ah, ya, debe ser la herencia de mi padre…
– Ah, tú debes ser la chica de la que me habló el Capitán, la chica cuya sangre nos trajisteis para que la analizáramos. Pues encantada.
– Muy bien, abrochaos los cinturones -dijo Carol-. Próxima parada, Titán.
Una hora después, el quinjet alunizaba en la superficie de Titán. Se abrió una compuerta y las tres caminaron hasta ella y penetraron en el interior. Mentor las recibió, con Nova a su lado.
– Sed bienvenidas…
– Saludos, Mentor -dijo Binaria-. Bien haré las presentaciones. Chicas, éste es Mentor, líder de los Eternos de Titán, y ella…
– ¿Eternos? ¿Qué es eso? ¿Otra raza extraterrestre? -interrumpió Susanna.
– No exactamente, muchacha. Verás, de hecho, nuestros antepasados son terrestres, así que somos una especie de primos lejanos -respondió amablemente Mentor.
– Pues no exactamente, Mentor -intervino Binaria-. Disculpa los modales de Susanna -dijo, al tiempo que le daba un pescozón a Susanna-, pero es que es su primera salida al espacio, y está comprensiblemente alterada.
– ¿Por qué dices que no exactamente?
– Oh, porque ella no es humana.
– ¿Ah, no? Pues quien lo diría…
– No, de hecho es medio kree medio skrull.
– Vaya vaya…
– Y ella -prosiguió Binaria, refiriéndose a Nova- es Nova, …
– ¿Nova? -interrumpió nuevamente Susanna-. Pues no es que se parezca al Nuevo Guerrero. Y creí que era un chico…
– No es ese Nova -replicó Lyja, al tiempo que Binaria administraba otro pescozón a Susanna-. No tiene nada que ver con Xandar -prosiguió, con la voz cada vez más helada-. Es terrestre, se llama o se llamaba Frankie Raye, estuvo con los Cuatro Fantásticos un breve período de tiempo (2) y fue heraldo de Galactus. Es esa Nova. ¿Me equivoco? -dijo, dirigiéndose a Nova.
– En absoluto. ¿Y tu eres…?
– Lyja. Lyja Storm.
– ¿Storm?
– Sí, Storm. Estoy casada con Johnny. Creo que le conociste bien…
– Bastante bien, de hecho.
«Jodeeeer«, pensó Binaria. «La tensión se podría cortar con un cuchillo. Esta va a ser una misión peliaguda«. Y en voz alta prosiguió:
– ¿Qué? ¿Nos vamos? Tú no, Suzy; tú vuelves a la Tierra.
– Puedes dejarla aquí, Binaria -dijo Mentor-, y la recogéis a la vuelta.
– No sabes cómo te lo agradezco, Mentor. Pero ¿dónde se ha metido?
– Oh, andará curioseando por ahí. No te preocupes, I.S.A.A.C. la encontrará.
– Bien, vámonos entonces.
– ¿Cómo llegaremos hasta Hala? – preguntó Lyja con un estremecimiento. La idea de visitar la capital del Imperio Kree, aunque ahora estuviera sometida a los, en teoría, menos expansionistas shi’ar (3), no le hacía ninguna gracia.
– Si no estuviera convaleciente -dijo Nova-, podría abrir un portal que nos llevara hasta allí.
– ¿No existe un portal hiperespacial cerca del Sol?
– Sí, ese portal existe, en efecto. Pero no podemos utilizarlo.
– ¿Por qué? -preguntó Nova-. ¿Es que no está operativo?
– Oh, sí, sí que es operativo. Demasiado operativo, de hecho.
– ¿Qué quieres decir? -preguntó Lyja.
– Lo que quiero decir es que si se emplea ese portal, el Sol se ve afectado (4). Por fortuna, no es necesario -dijo Binaria-. Yo puedo crear un portal hiperespacial (5) que haga el mismo servicio y nos lleve hasta Chandilar.
– ¿Chandilar? ¿El Mundo-Trono de los Shi’ar? ¿No íbamos a Hala? -preguntó Nova.
«¿Ala? ¿Qué es Ala? ¿Qué serán los Chiar?«, se preguntó Susanna, oculta en un armario tras la cabina.
– En efecto. Nuestro destino final es Hala. Pero al ser el Imperio Kree parte del Shi’ar, es conveniente contar con un salvoconducto de la Emperatriz, no sea que, en su celo, los guardias de Hala nos hagan pedacitos.
– ¿Y quién va a pilotar la nave, si tú estás fuera creando el portal? -preguntó Nova.
– Lo haré yo -dijo Lyja con firmeza.
– ¿Tú?
– Sí, yo. Tengo entrenamiento de piloto, tanto de los skrulls como con los Cuatro Fantásticos, y la tecnología aeronaútica terrestre no me resulta extraña. Así que…
En su ruta hacia el sistema solar de la Tierra, Kismet pasó cerca del sol de Chandilar, pero no dedicó un solo pensamiento a la capital del Imperio Shi’ar. Tenía otras preocupaciones en mente.
«¡Mi estómago! He de tener cuidado, o echaré la pota…» pensó Susanna, experimentando los efectos de su primer salto hiperespacial.
– Preparaos -oyó la voz de Carol-. Vamos a aterrizar en Chandilar.
Una vez en tierra, Carol se dirigió con decisión hacia los guardias, y solicitó una audiencia con la Emperatriz. Mientras consultaban con sus superiores, Lyja le susurró a Carol:
– ¿Qué te hace suponer que la Majestrix de los Shi’ar te va a conceder una audiencia así como así?
– Oh, bueno, nos conocemos bastante bien.
– ¿Tú y ella? ¿De qué? Si no es indiscreción el preguntarlo…
– Oh, hemos hecho cosas juntas (6)…
Lyja no pudo seguir preguntando, porque en ese momento los guardias volvieron y les informaron de que Lilandra Neramani, Majestrix del Imperio Shi’ar, les concedería una audiencia. Carol se permitió lanzar una media sonrisa irónica en dirección a Lyja antes de subir al vehículo que les llevó hasta el palacio imperial.
– ¡Carol! -dijo Lilandra avanzando hacia ellas cuando entraron en la antecámara de sus habitaciones privadas-. ¡Qué agradable sorpresa! ¿Qué es lo que te ha traíd…? -pero se interrumpió cuando vio entrar a Nova.
– ¿Qué es lo que pasa? -preguntó Lyja, extrañada-. ¿Es por mí?
– No, skrull, no es por tí. Los Shi’ars y los Skrulls no tienen ningún contencioso… por el momento. Es por ella -dijo, señalando a Nova-. Carol, no me dijiste que ella venía contigo.
– No sabía que conocieras a Nova, Lilandra. ¿Qué es lo que pasa?
– Lo que pasa -dijo Nova- es que la Majestrix de los Shi’ar no siente lo que se dice aprecio por mi antiguo amo (7). Y supongo que esa antipatía se hace estensiva a mí.
– Bueno, vayamos al grano -dijo Carol, espantada al ver que los problemas surgían como setas conforme avanzaba el viaje-. Lilandra, esta no es una visita de cortesía. Venimos a solicitarte un salvoconducto para poder viajar a Hala.
– ¿A Hala? ¿Qué es lo que tenéis que hacer en la capital del virreinato kree?
– ¿Virreinato? -preguntó Nova.
– Sí, Virreinato. Tras la derrota de los kree, nombré a mi hermana, Ave de Muerte, gobernadora con el rango de virreina.
– Muy prudente, Lilandra. Mucho… (8) -dijo Carol con una sonrisa sardónica.
– No cuestiones mis decisiones, Carol -dijo Lilandra fríamente-. No te atrevas, cuando se refieren a mi Imperio.
– Perdona, Lilandra, no era mi intención. ¿Nos concederás ese salvoconducto?
– ¿Cuál es el objeto de vuestro viaje a Hala?
– Lo siento, pero no puedo decírtelo. Tendrás que confiar en mí. Quizá a la vuelta pueda decirte de qué se trata.
– Me pides mucho, Carol.
– Lo hago en nombre de nuestra vieja amistad, Lilandra. Con todo lo que hemos pasado, sabes que te lo diría si pudiera. Pero no puedo. Tú, que también has sido soldado (9), sabes que hay casos así.
– Está bien, Carol. Porque me lo pides tú, te extenderé ese salvoconducto.
– Muchas gracias, Lilandra. No te arrepentirás.
– No hagas que tal cosa suceda, Carol -dijo, entregándole un salvoconducto de su puño y letra-. Hasta la vuelta, pues.
– Hasta la vuelta -respondió Carol. «Si es que volvemos«, pensó.
Cuando regresaron al espaciopuerto, ya era de noche. Nadie vio la sombra que se introdujo en el quinjet antes de que nadie subiera. Oyendo el ruido de las pisadas, la figura volvió la cabeza a un lado y a otro… y se introdujo rápidamente en el mismo compartimento en el que se encontraba Suzy.
– ¿Qué? -susurró.
– ¡Chist! -dijo en inglés su compañero de escondite-. Calla o nos descubrirán.
«Otra chica«, pensó Suzy. «Vaya, esto se pone más interesante a cada momento que pasa«.
– Bueno, chicas -dijo Carol. Preparaos. Hala, allá vamos…
«¡Oh, no! ¡Otra vez no!» pensó Suzy.
– Bueno, ya estamos en Hala -dijo Carol-. Tened cuidado, la gravedad es algo mayor que la terrestre.
De repente, la radio empezó a emitir sonidos.
– ¿Alguien entiende esa jerigonza? -preguntó Susanna, entrando en la cabina.
– Sí, yo -dijo Binaria-. Es shi’ar… ¡Eh, un momento! ¡Susanna Lauren Sherman! ¿Qué demonios haces tú aquí?
– ¿Yo? Pues nada… pero ¿qué es lo que está diciendo? Suena imperativo.
– No cambies de tema, jovencita… pero sí, es un requerimiento acerca de nuestra identidad… -se interrumpió cuando vio entrar a la compañera de compartimento de Suzy.
Lyja la reconoció, sorprendida:
– ¡Grito de Muerte! ¿Qué haces tú aquí?
– Me aburría en Chandilar y decidí venir con vosotras -dijo, desafiante, la adolescente shi’ar-. ¿Donde estamos? ¿Cerca de la Tierra?
– Nada de eso. Orbitando un planeta llamado Ala -dijo Susanna.
– Se dice Hala -le corrigió Nova.
– ¿Hala? De todos los sitios del Universo, ¿teníais que venir aquí? Tengo que irme de aquí.
– Lo siento -dijo Binaria-, pero eso es imposible. Nosotras tenemos que hacer aquí, y no podemos perder el tiempo que supondría llevarte de vuelta al espacio shi’ar. Y no te vamos a dejar la nave, nos quedaríamos sin transporte. Tendrás que venir con nosotras. -«Por si no nos bastara con una adolescente, ahora tenemos dos. Cuando vuelva, voy a matar a alguien«-. Además, ¿qué es lo que te preocupa? Los tuyos controlan ahora el Imperio Kree, ¿no? -. Carol se volvió hacia los controles y activó la radio-. Hala, aquí nave proveniente de la Tierra. Solicitamos permiso para aterrizar.
– Permiso concedido, nave terrestre. Diríjanse a las coordenadas que les enviamos.
Cuando aterrizaron, les escoltaron al palacio, y fueron introducidos en el salón principal. Al fondo se encontraba la virreina al cargo del Imperio Kree, la hermana de la emperatriz Lilandra, Ave de Muerte en persona.
– Saludos, virreina. Venimos…
– ¡A las mazmorras con ellas! -ordenó Ave de Muerte. Inmediatamente, fueron rodeadas por un pelotón de soldados shi’ar fuertemente armados.
– No os resistáis -aconsejó Binaria-. Esperemos hasta saber qué pasa.
Cuando la puerta de la mazmorra se cerró tras ellas, escucharon una voz sarcástica:
– Vaya, menos mal, compañeros de celda. Comenzaba a aburrirme…
– ¿Quién hay ahí? -preguntó Suzy, con un estremecimiento.
– Espera que ilumine la celda -dijo Nova.
Cuando su resplandor aumentó, todas pudieron ver claramente al ser que compartía la celda con ellas.
– ¿¡¿TÚ?!? -exclamó Grito de Muerte.
(1) Ocurrió durante la saga Infierno, en Vengadores # 298 a 300.
(2) En concreto, entre los números 238 (primera manifestación de sus poderes) y 244 (conversión en heraldo de Galactus y abandono de la Tierra) de Los Cuatro Fantásticos.
(3) Desde el final de la Guerra Kree-Shi’ar, en Los Vengadores # 347.
(4) Como se descubrió durante la saga Operación: Tormenta Galáctica.
(5) Los poderes de Carol como Binaria provienen de su conexión con un agujero blanco.
(6) Como por ejemplo, reconquistar un imperio, entre La Patrulla-X # 154 y 275.
(7) Lilandra fue la principal promotora del juicio a Reed Richards por haber salvado a Galactus, y ejerció como fiscal durante el mismo, en Los Cuatro Fantásticos # 261-262.
(8) Ave de Muerte ha intentado matar a Lilandra en varias ocasiones, le ha robado el trono… No es que se llevaran demasiado bien, en resumen.
(9) Lilandra fue Gran Almirante en la flota imperial shi’ar antes de ser emperatriz.
No dejes de leernos, y escribe a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores con cualquier duda o comentario que te surjan.
En nuestro próximo número: ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Quién es el ser que les acompaña en las mazmorras? ¿Cómo escaparán? No te pierdas la segunda parte de Las chicas son guerreras. En un mes o treinta días, lo que ocurra antes…