De niño, el hijo de Jack Batallador Murdock quedó ciego a causa de un trágico accidente. Ahora, cuando el sistema legal no resulta suficiente, el abogado Matt Murdock adopta su identidad secreta y se convierte en… Daredevil
#361 – ¿Dónde está Daredevil?
Por Bergil
Fecha de publicación: Mes 19 – 11/99
04.14 A.M. (1)
– Entonces, ¿estás seguro? -preguntó, ansioso, Ling Fe-. ¿No hay ninguna duda?
– Estoy seguro, jefe. Vi como Kim Fao acertaba al enmascarado en plena espalda. Cayó redondo. No hay duda alguna, jefe, está muerto.
– Bien, muy bien… Puedes irte -. Cuando se quedó sólo, y no antes, Ling Fe permitió que una sonrisa asomara a la comisura de su boca-. Excelente… esto va mejor de lo previsto.
04.32 A. M.
Elektra llegó a su casa con Matt sobre sus hombros. A pesar de la gravedad de la herida, no era prudente llevarle a un hospital. ¿Qué explicación habría podido dar? «Disculpe, doctor. Mi compañero es Daredevil, el vigilante enmascarado. Tiene una herida de bala. ¿Podría ayudarme?«. No. De todo punto impensable. Además, su casa se hallaba mejor equipada que muchos de los hospitales de la ciudad.
A toda velocidad, llevó a Matt a la enfermería y le conectó a un sistema de respiración asistida. Con su sai rasgó la espalda del uniforme y observó la herida: tenía mal aspecto…
04.33 A. M.
Wilson Fisk, conocido anteriormente en determinados ambientes como Kingpin, ya no era lo que había sido en el pasado, el líder indiscutible e indiscutido de los bajos fondos de Nueva York. Sin embargo, era una situación que estaba dispuesto a cambiar. Uno de los pilares sobre los que había levantado su imperio, y sobre el que volvería a hacerlo, había sido la información. Nunca había sido tan cierto como entonces el aforismo de que la información es poder. Por ello, lo primero que había hecho al regresar a Nueva York y recomenzar el ascenso hacia la cumbre fue extender una vasta red de informantes por todo el inframundo de la Gran Manzana. Y los esfuerzos comenzaban a dar sus frutos…
– ¿Qué es ese ruido? -preguntó sin alzar la voz, en un tono mucho más ominoso que si hubiera vociferado.
– Es Lefty, señor Fisk -dijo uno de sus guardaespaldas-. Dice que tiene que verle ahora mismo para comunicarle algo importante.
– Está bien. Dejadle pasar -. Cuando Lefty (un sujeto de unos cuarenta y tantos años, pequeño y andrajoso) estuvo ante él, le preguntó-: Díme, Lefty. ¿Qué es eso tan importante que me tienes que decir?
– Sí, um… verá señor Fisk, corre el rumor por ahí de que han herido a ese superhéroe, ya sabe… Daredevil.
– ¿Daredevil? -preguntó Fisk, sin dejar que nada más que el enarcar una ceja revelara lo interesado que estaba en la información. El justiciero enmascarado y su alter ego, el abogado ciego, habían sido una espina clavada en su costado desde hacía mucho tiempo. Nada de lo que había intentado contra él había servido para nada definitivo: Matt Murdock siempre lograba sobreponerse a todo lo que lanzara contra él. Despojarle de su vida como abogado, Nuke, María Tifoidea, Guerrillero, Bala… Daredevil le había devuelto todos los golpes, uno por uno… y con intereses.
– Sí, señor, Daredevil, eso es. Él y esa fulana ninja… ¿cómo se llamaba?
– ¿Elektra?
– Sí, eso, Elektra… pues eso, los dos estaban en los muelles impidiendo una entrega de armas, y cuando parecía que ya habían resuelto el asunto, una bala le alcanzó justo entre los hombros… o al menos eso es lo que se dice. Por lo visto, estaba tan mal que la tal Elektra tuvo que llevárselo a cuestas.
– Bien, Lefty, has hecho lo correcto. Puedes marcharte, muchacho…
Cuando se quedó solo, Wilson Fisk meditó durante unos instantes, y luego comenzó a actuar: había que verificar aquella información. Daredevil y aquel entrometido de Spider-Man habían desbaratado muchos de sus planes, eso era cierto… pero eran útiles para mantener controlados a los posibles aspirantes al trono del hampa neoyorquina. Además, nadie sino él debía acabar con ellos… en el momento oportuno
04.36 A. M. (09.36 A.M.).
En Saint Thomas, uno de los hospitales más importantes de Londres, el doctor Eduardo Gómez-Utrero se disponía a afrontar su segunda operación de la mañana cuando sonó el teléfono de su despacho.
– ¿Quién será a estas horas? -murmuró, mientras descolgaba el auricular-. ¿Sí?
– Buenos días, doctor.
– ¿Elektra? ¿Elektra Natchios?
– Sí, doctor. Tengo que pedirle un favor.
– Lo que quieras, Elektra. La deuda que tengo contigo no podré pagártela nunca.
– Necesito que venga a Nueva York, doctor.
– Perfectamente. ¿Cuándo?
– En el Concorde que sale dentro de… tres cuartos de hora. Los billetes ya están pagados.
– Es un poco apresurado, pero…
– Es cuestión de vida o muerte, doctor. Literalmente.
– No te preocupes, Elektra. Allí estaré. Si el asunto es tan grave como das a entender, necesitaré que me acompañe mi ayudante.
– Contaba con ello, doctor. Por eso reservé dos billetes. Un coche le estará esperando en el aeropuerto para traerle a mi casa.
– Muy bien. Hasta dentro de unas horas, entonces.
– Hasta entonces, doctor.
04.39 A. M.
– Hasta entonces, doctor -dijo Elektra.
– ¿Qué ocurre, Elektra? -dijo Piedra, que se había deslizado tan silenciosamente tras Elektra que ni ella había percibido su aproximación.
– Es Matt, Piedra. Le han herido en la espalda. Es grave. Mucho.
Piedra desapareció tan silenciosamente como se había acercado. Como sombras, los demás miembros de la Casta que vivían en la casa de Elektra se unieron a él y se dirigieron a la habitación en la que Matt Murdock se debatía entre la vida y la muerte.
04.59 A. M.
– …y ésta ha sido la última llamada por esta noche, amigos. En los controles ha estado Dave Pogliami, dirigiendo el sin par Mike Russovich y al micrófono vuestra amiga Paige Angel. Sed buenos y hasta mañana. Os quedáis con el boletín de noticias.
Cuando desconectaron el sonido del estudio, Karen se permitió un suspiro de alivio y se estiró para aliviar la tensión que se había acumulado en sus hombros durante las últimas horas. Salió del estudio y avanzó por el pasillo mientras se ponía el abrigo. Al pasar ante la puerta del estudio de noticias alcanzó a oír lo que decían:
– …timas informaciones, el estado del vigilante enmascarado conocido como Daredevil sigue siendo desconocido, tras participar esta noche en un tiroteo en los muelles. Según algunas fuentes…
Pero Karen ya no oyó las siguientes palabras. Sintió que las piernas le fallaban y tuvo una vaga noción de que el suelo se acercaba mientras perdía la consciencia.
05.02 A. M.
En la Mansión de los Vengadores, Thor estaba vigilando la Sala de monitores (2). De repente, la emisora de música celta que escuchaba mientras transcurría su turno de guardia interrumpió la melodía:
– Lamentamos la interrupción, queridos radioyentes, pero hemos de emitir un boletín especial de noticias de la NY-KLT. En un tiroteo que se ha producido esta noche en la zona de los muelles entre presuntos miembros de la mafia de la Gran Manzana, ha sido alcanzado el justiciero enmascarado conocido como Daredevil. Según todos los indicios, el guardián del barrio conocido como Cocina del Infierno…
07.00 A. M.
En casa de los Parker, la radio comenzó a sonar al activarse la alarma.
– Mmmnnn… apaga eso, tigre. ¿No es demasiado pronto?
– Sólo cinco minutos más, carimño… -dijo Peter, todavía medio dormido. Pero lo que oyó a continuación le despertó del todo.
– …imas noticias. Como ya hemos dicho en nuestros anteriores boletines informativos, esta noche hay una posible nueva baja en la por otra parte nutrida comunidad superheroica de la Gran Manzana. Daredevil, el vigilante vestido de diablo rojo…
08.32 A. M.
Cuando hubo pasado el control de pasaportes, Eduardo Gómez-Utrero alzó la vista buscando a la persona que Elektra le había prometido que enviaría. Su ayudante, Elizabeth, se encontraba a su lado.
– ¿Busca a alguien, doctor?
– Sí, Eliz…
– ¿Disculpe? -dijo tras ellos una voz con acento extranjero. Cuando se volvieron, vieron a un oriental, bajo y delgado-. ¿El doctor Gómez-Utrero y su ayudante?
– Sí, somos nosotros. ¿Le envía Elektra?
– Efectivamente, señor. Me envía la señorita Natchios. Síganme, si hacen el favor.
08.49 A. M.
– ¿No te parece que te has pasado un par de pueblos, Jonah?
– La verdad, Robbie, no sé por qué lo dices.
Entre ellos, sobre la mesa del despacho de J. Jonah Jameson, editor y propietario del Daily Bugle, se hallaba un ejemplar de la edición de la mañana de ese mismo día. Sobre una foto de los dos superhéroes, se podía leer el siguiente titular: Vigilante enmascarado herido en tiroteo en los muelles. Y debajo, en una tipografía mayor: Spider-Man ¿culpable?
08.50 A. M.
Sentado ante su mesa, Ben Urich contemplaba otro ejemplar de ese mismo diario.
«Dios mío, que no sea nada grave«, pensaba.
08.59 A. M.
Eduardo Gómez-Utrero nunca creyó posible que un viaje del aeropuerto al centro de Nueva York consumiera tan poco tiempo. Cuando bajó del coche, Elektra ya estaba esperándole en la puerta que comunicaba el garaje con el resto de la casa.
– Muchas gracias por haber venido, doctor -dijo, mientras le guiaba por la casa.
– No hay por qué darlas y lo sabes, Elektra. ¿De qué se trata?
– Una herida de bala junto a la columna vertebral. Hemos conseguido mantenerle estable durante estas horas, pero no tenemos la habilidad necesaria para extraer el proyectil. Ahí es donde interviene usted, doctor.
Habían llegado ante la habitación en la que descansaba Matt. Cuando corrieron el panel que permitía el acceso, cuatro rostros, invisibles en la penumbra bajo las capuchas blancas, se volvieron hacia los recién llegados.
– ¿Qué es ese olor? -preguntó Eduardo.
– Son plantas medicinales, doctor. Pase por aquí para cambiarse. No se preocupe, ellos le llevarán al quirófano.
09.14 A. M.
– ¿Dónde diablos está Matt? -bramó Rosalind Sharpe entrando en el despacho de Foggy Nelson.
– ¡Je je! -rió su hijo-. ¿Has oído, PERRO? ¿Dónde diablos está Matt?
– ¿Qué hace ese perro en el despacho, Franklin? Y por Dios, deja de llamarle «Perro».
– No se llama Perro, sino PERRO.
– Hijo mío, tal y como lo dices parece que fuera todo con mayúsculas.
– Ni más ni menos, Rosalind. Ni más ni menos.
Cuando Sharpe cerró la puerta tras ella, Foggy miró preocupado a su perro.
– Tiene razón, PERRO. ¿Dónde demonios se habrá metido Matt?
10.42 A. M.
La puerta del quirófano se abrió. Eduardo Gómez-Utrero salió, secándose el sudor de la frente. Elektra se levantó de la silla en la que había esperado y se acercó. No pronunció palabra alguna, pero su expresión lo decía todo.
– Vivirá… -dijo Eduardo.
Un suspiro de alivio brotó del pecho de Elektra.
– …pero la bala rozó la médula espinal. No es seguro que pueda volver a caminar.
07.51 P. M.
Una sombra se deslizó por la ventana del apartamento que compartían Matt y Karen. Agotada de tanto llorar, Karen dormía en el sofá. La sombra se deslizó hasta el dormitorio, abrió la puerta del armario y pulsó un resorte. El doble fondo quedó al descubierto. Cogiendo algo que colgaba, la sombra lo introdujo en la bolsa que llevaba y salió tan silenciosamente como había entrado.
08.32 P. M.
Karen despertó cuando oyó que llamaban a la puerta. Cuando la abrió, vio ante ella a Matt… sentado en una silla de ruedas.
– ¡Matt! ¡Oh, Matt, pensé que…!
– Ni lo digas, amor. Ni lo digas.
11.24 P. M.
En la Cocina del Infierno, dos rateros de poca monta se disponían a asaltar a la anciana que se acercaba hacia ellos, ignorante del peligro que corría. Pero no llegaron siquiera a intentarlo. Sendos bastones, lanzados desde la escalera de emergencia del edificio que se alzaba tras ellos, les dejaron inconscientes. Tras ellos, una sombra descendió para recoger los proyectiles. En la parte superior de la máscara que llevaba había dos cuernecillos…
11.58 P. M.
Ben Urich se disponía a marcharse, tras acabar su artículo y entregárselo a Robbie.
– No deberías estar aquí hasta tan tarde a tu edad, Ben. Doris estará preocupada -dijo amablemente Robbie.
– Le dijo la sartén al cazo… -replicó Ben, mientras encendía su enésimo cigarrillo del día.
Cuando salía por la puerta del edificio, el portero le comentó:
– ¡Eh, señor Urich! ¡Parece que lo del cuernecitos fue una falsa alarma!
– ¿Qué quieres decir, Sean?
– Pues que en la frecuencia de la policía acaban de decir que se han encontrado a dos chorizos en la Cocina del Infierno, atados con sus chaquetas y una nota con las iniciales «D D».
– ¿Nada más?
– No, nada… ¡ah, sí! Los dos tenían los nudillos fracturados. Todos.
(1) El horario que aparece es siempre el de Nueva York, al objeto de poder mantener la línea cronológica de los acontecimientos. Cuando la hora local sea diferente, aparecerá entre paréntesis.
(2) Esto ocurre entre los números 504 y 505 de la colección de Thor, ya en MarvelTopía.
Bienvenidos a Derecho de réplica-bergil@altavista.net, el correo de los lectores de la colección de Daredevil. Aquí me tenéis para resolver cualquier duda que pueda surgir sobre el discurrir de la colección.
En el próximo número: ¿Quién viste el traje de Daredevil? ¿Cómo afectará su nueva situación a Matt Murdock? Todo ello y más en Daredevil # 362