Cuando el joven Chris Powell se concentra en el misterioso amuleto que encontró hace tiempo en un parque de atracciones abandonado, su cuerpo es reemplazado por el de un androide con grandes poderes que utiliza para hacer el bien…
#11 – Halcon oscuro #54
Viaje a lo desconocido (IV de IV)
Levántate y anda
Por Alex García
Fecha de publicación: Mes 15 – 7/99
Resumen de lo ocurrido: Mientras los más poderosos héroes se enfrentaban a Onslaught, Halcón Oscuro tuvo que investigar un extraño portal que servía de enlace con la Zona Negativa, y que iba creciendo por momentos. Una vez allí, descubrió que la puerta había sido abierta por Annihilus, quien pretendía enviar una bomba de antimateria en dirección al Sistema Solar, con la esperanza de aniquilar toda la galaxia. Halcón le derrotó con ayuda de su aliado, Blastaar, quien le traicionó e intentó matarle. Al final Halcón y Charles Little Sky, Portal, lograron mantener a raya a los villanos, pero no lograron impedir que la nega-bomba fuese lanzada en dirección a la Tierra; desesperado, Portal abrió una puerta a otra dimensión, lanzando la bomba en su dirección. Halcón, temiendo por la vida de los seres que podrían vivir en esa dimensión, se lanzó tras la bomba, intentando contener la explosión con su campo de fuerza…
Era la hora de comer, y el silencio reinaba en la casa de los Powell, no porque no hubiese nadie en la casa, sino porque nadie tenía ánimos de decir nada.
Llevaban así dos días, desde que el hijo mayor, Chris, había llamado por teléfono para asegurarles que estaba bien y que volvería pronto a casa1, pero desde entonces no habían sabido nada sobre él, y Grace, su madre, se temía lo peor. Hasta los gemelos Jason y Jon, que siempre se hallaban enzarzados en discusiones y peleas, apenas abrían la boca, tan preocupados por el estado de salud de su hermano como su madre o incluso más. Mike, el cabeza de familia, no estaba en casa. Desde que su hijo desapareció se había obsesionado por encontrarlo y se pasaba el día buscando pistas e indicios que le llevasen hasta su hijo, y en consecuencia sólo paraba por su casa para dormir seis horas y ducharse.
– Podríamos pedirle ayuda a Halcón Oscuro – dijo Jason.
– No digas tonterías, ¿Es que crees que viene en la guía o qué? Además, a él tampoco se le ha visto desde lo de Onslaught. De verdad que a veces pareces tonto – dijo su gemelo.
– Como me vuelvas a insultar te enteras, listillo.
– Uuh, qué miedo.
Grace no prestaba atención a los gemelos; sólo un nombre había llamado su atención: Halcón Oscuro. Todavía recordaba cómo Chris había intentado convencerla a ella y a Mike de que él era el héroe que salvó a su familia en varias ocasiones2. Pero era imposible, claro. ¿Cómo podrían ser el mismo si los habían visto juntos? En ese momento Grace hubiese deseado que lo fuesen, así al menos tendría algo más de esperanza, después de todo los superhéroes desaparecían cada dos por tres para salvar al mundo. Pero su hijo no era un superhéroe, y Grace no estaba segura de que volviese a verlo con vida.
En la universidad Empire State, Alan Matthews saboreaba su café mientras repasaba hojas impresas con complejos cálculos físicos. De repente, la puerta del laboratorio se abrió de par en par cuando el profesor Edward Williams entró a toda velocidad, apoyándose en una muleta.
– ¿Profesor? No deberías estar aquí tan pronto. El médico te recomendó al menos una semana más de descanso.
– Bah, tonterías. Mi cerebro – dijo, tocándose la cabeza vendada – funciona igual de bien que siempre. Además – se ajustó las gafas -, ahora es más importante que nunca que sigamos con mi proyecto, sobre todo desde que he conseguido un patrocinador. Estoy seguro que estoy a punto de dar con la solución.
– ¿Un patrocinador para tu proyecto? ¿Sigues con eso de la Fuente de la Vida? No me puedo creer que nadie quiera invertir dinero en ese proyecto. El decano, y tengo que estar de acuerdo con él, manifestó que le parecía cosa de locos.
– Comprendo que te parezca una locura, mi querido muchacho, pero es necesario que lo intente… es mi única oportunidad de resucitar a mi hijo.
La policía respondió casi inmediatamente a la alarma de uno de los almacenes de la Roxxon en Nueva Jersey. El encargado del almacén denunció el robo de varios componentes electrónicos delicados de alta precisión y de valor incalculable; un estudio del lugar reveló a la policía que el ladrón había entrado por el techo fundiéndolo. Algunos testigos juraron que vieron una figura humana envuelta en llamas volando.
Los agentes no sabían cómo le iban a explicar al comisario que su mayor sospechoso era la Antorcha Humana…
Pocos segundos después de que Ned viese por los monitores de la nave cómo Chris entraba a través del portal tras la nega-bomba, la armadura Halcón Oscuro se materializó en su cámara de éxtasis. Apenas tuvo tiempo de activar un campo de fuerza alrededor de la cámara antes de que el contacto de la antimateria que componía la armadura con la materia positiva de la cámara provocase una tremenda explosión que sacudió la nave.
Después de poner en marcha los sistemas de reparación de emergencia, la atención de Ned se volvió por completo hacia el asunto de la armadura: ¿Por qué se había transformado Chris? ¿Tal vez para morir en su forma original? Era una posibilidad; pero su instinto, y la parte de su consciencia que compartía con Byron, uno de los Halcones Oscuros originales, le llevaba a pensar que seguía vivo. No obstante, tras varios intentos de comunicar con él telepáticamente, se dio por vencido.
Estuviese Chris donde estuviese, estaba solo.
Oscuridad total. Pequeñas puertas que llevaban a extraños paisajes. Un fuerte resplandor. Dolor. La imagen de un jardín.
Esos eran las únicas imágenes que acudían a Chris Powell sobre los últimos acontecimientos que había experimentado. Recordaba estar sujetando la inmensa nega-bomba, envolviéndola con su campo de fuerza para contener la explosión, cuando se dio cuenta que las puertas que veía en medio de la oscuridad eran precisamente eso, puertas; pero llevaban a otras dimensiones, como comprobó al atravesar una a toda velocidad, con el cuerpo casi destrozado por la explosión de antimateria. Un segundo más y estaría muerto; por puro instinto se transformó en Chris en el mismo momento en que entró, pues el contacto de su forma androide, aún compuesta de antimateria, con la materia positiva habría tenido consecuencias fatales. Se golpeó la cabeza al caer y perdió el conocimiento.
Había despertado en una cabaña, tendido en una cama. Un anciano le miraba fijamente.
– Al fin has despertado – le dijo.
Chris no respondió. Le costaba trabajo hablar, y aún se encontraba un poco mareado; tosió.
– Mi nombre es Boldar – dijo el anciano – ¿Cuál es el tuyo, joven amigo?
– Halc… – titubeó – Chris. Mi nombre es Chris Powell.
– Bien hallado, Chris Powell. Has tenido suerte de que te encontrase. Te diste un golpe muy fuerte contra esa piedra. Supongo que tropezaste.
– Sí, exacto.
– Fue un golpe realmente fuerte – repitió -, llevas unos dos días inconsciente.
Los ojos de Chris se abrieron como platos ¡Dos días! Su familia ya debía estar pensando lo peor; se incorporó.
– Escuche, tengo… tengo que llamar por teléfono.
– ¿El qué? – el viejo parecía sorprendido – ¿Llamar por qué? ¿Qué es un teléfono?
Chris empezó a temerse lo peor; echó un vistazo a su alrededor: no había ni un sólo aparato eléctrico en la casa; eso podría significar simplemente que el hombre vivía apartado de la civilización, sin saber lo que era un teléfono o una televisión, pero esa idea nunca se le pasaría por la cabeza a alguien cuyos últimos recuerdos consistían en dimensiones de materia negativa y portales entre dimensiones. Probó su enlace telepático con la nave Halcón Oscuro, pero no obtuvo respuesta.
– Esto… no es la Tierra, ¿verdad?
El anciano le contempló atentamente, meditando.
– La Tierra – dijo por fin -; eso explica tus extraños ropajes. ¿Procedes del mismo mundo que los llamados 4 Fantásticos?
Por un momento, Chris se planteó el mentir; después de todo, la última vez que había confesado conocer a los 4F había bajado la guardia y le habían atacado por sorpresa3, pero luego se lo pensó y decidió que no llegaría a ninguna parte si no contaba con ayuda. Además, el hombre le caía bien.
– Sí. Lo soy.
Montado en el carro de Boldar y vestido con ropas del lugar, para no llamar la atención, Chris vio por primera vez el palacio imperial desde lejos.
– Ese es el castillo de la emperatriz Pearla – explicó Boldar -; si alguien puede ayudarte a volver a tu mundo, es ella.
– ¿Crees que me recibirá?
Boldar guardó silencio.
– Será difícil – dijo al fin -. Recientemente, las urbes se han visto agitadas por un culto que intenta deponer a la emperatriz y colocar a su líder, un hombre misterioso conocido como Hermano Amor, en su lugar; desgraciadamente lo intentan por la fuerza, en lugar de mediante el diálogo, con lo que la emperatriz ha tenido que reducir sus apariciones en público, y se ha doblado la guardia.
– ¿¿Hermano Amor?? ¿No es un nombre un poco contradictorio?
– De hecho, no. Todos los fieles profesan un gran amor por su líder, de ahí su nombre. Lo más preocupante es que el número de seguidores del culto aumenta cada día.
– Dada la situación creo que no conseguiré audiencia con la emperatriz – dijo Chris, desesperanzado.
– Ten fe, joven amigo. La oportunidad surge cuando menos se espera.
Un enorme arco daba entrada a la ciudad que rodeaba el castillo. Los guardias miraban nerviosamente a derecha e izquierda, como esperando un ataque; la gente de a pie, igualmente, caminaba deprisa, mirando por encima del hombro, casi con miedo. La tensión en el ambiente era casi palpable.
– Ni siquiera en Nueva York vi algo así – murmuró Chris.
– La gente está aterrorizada; los cultistas de los que te he hablado pueden llegar a ser muy violentos, y nadie sabe quién puede ser miembro de la secta… Vaya, vaya – dijo, mientras miraba al frente y sonreía -. Parece que la suerte te acompaña, Chris Powell. Hemos llegado justo a tiempo de presenciar una de las apariciones de la emperatriz.
A unos diez metros delante de ellos avanzaba una comitiva de veinte soldados a pie, armados con espadas, escudos y armaduras de cota de malla. En el núcleo del grupo cabalgaba una mujer, una de las más hermosas que Chris había visto en su vida. Su porte no dejaba ninguna duda de que aquella era la emperatriz Pearla.
Chris aún dudaba acerca de cómo y si acercarse a la emperatriz, cuando uno de los soldados desenvainó su espada y la hundió en la espalda de uno de sus compañeros, entre las costillas.
– ¡Muerte a la emperatriz! – gritó, con mirada vidriosa.
No estaba solo. Varios de los soldados y parte del público se abalanzó sobre la comitiva, presas de un odio indecible, dispuestos a acabar con la vida de la mujer. Instintivamente, sin pararse a pensarlo, Chris aferró su amuleto y se concentró en el cambio.
Nada pasó. Chris miró sorprendido su amuleto, y entonces se dio cuenta de la catástrofe que podía haber sucedido, si su cuerpo androide aún estaba hecho de antimateria. Peor aún, se dijo, se había transformado en humano, enviando su cuerpo androide a la nave Halcón Oscuro. ¿Y si había hecho explotar la nave? Por su culpa Ned podía estar muerto… sintió una punzada de culpa. Aún así no se podía quedar mirando mientras la turba intentaba matar a una mujer indefensa, así que saltó del carro.
Lentamente, las tropas leales a la emperatriz empezaban a cobrar ventaja, pero uno de los renegados, después de deshacerse de uno de sus oponentes con un golpe fatal en la cabeza, se acercó a la emperatriz, quien se había caído de su caballo, sin que nadie pudiese impedirlo.
– Muere – dijo.
Pearla miró serenamente el arma que estaba a punto de segar su vida; después de todo tenía su orgullo, y no moriría suplicando. Lo siguiente que vio fue un escudo que se interponía entre ella y el instrumento homicida.
Chris había llegado por los pelos. Viendo al soldado que se dirigía hacia la emperatriz, apenas había tenido tiempo de coger el escudo de uno de los cadáveres e interceptar al asesino.
– Bueno, amigo – dijo -, ya ha habido bastante sangre por hoy, ¿no crees? Así que baja el arma antes de que alguien más resulte herido – «Por ejemplo, yo«, pensó.
El hombre sonrió. El era un soldado entrenado y armado, y su rival sólo era un mozalbete con un escudo; descargó un nuevo golpe con su espada, intentando decapitar a su oponente.
Chris no podía transformarse en Halcón Oscuro, pero no por ello estaba indefenso; era cinturón negro de karate, y los combates librados en su forma androide le habían proporcionado algo más de experiencia. Cuando el soldado intentó golpearle con su arma, se dejó caer, trabando las piernas del otro con las suyas y tirándole al suelo. Antes de que se levantara, Chris se incorporó y le golpeó con el escudo en la cara, dejándole inconsciente. Miró a su alrededor, pero la lucha había terminado, y el bando de Pearla había ganado, no sin pagar un alto coste en vidas.
– Mi gente – dijo ella -; ¿Qué locura es ésta? ¿Por qué derrama mi pueblo su sangre inútilmente? No lo entiendo – sollozó.
– Su alteza, debemos volver al palacio. Este lugar no es seguro.
– Claro – dijo ella con voz apagada, y luego miró a Chris -; quiero que este joven que ha salvado mi vida nos acompañe, para que pueda recompensarle. ¿Cuál es tu nombre?
– Chris… Chris Powell, su alteza – respondió, algo incómodo.
– Bien, Chris Powell, a partir de ahora cuentas con el eterno agradecimiento de la emperatriz Pearla… al menos mientras ostente el cargo.
Mientras la comitiva empezaba a retirarse, Boldar se acercó a Chris y le dio el fardo en el que habían guardado sus ropas.
– Ya te lo dije, Chris Powell: la oportunidad surge cuando menos se la espera.
Paseando por los jardines, ya vestido con sus ropas normales, Chris relató a la emperatriz lo sucedido en los últimos días.
– No sé si podré ayudarte, Chris – dijo ella -. Mi reino está atravesando una gran crisis, como has podido ver; no obstante te debo la vida, y por eso y por las veces que los 4 Fantásticos han salvado este mundo, haré todo lo que pueda. Mañana al amanecer partiremos hacia los restos de la fortaleza del Doctor Muerte, y veremos si allí queda algo que pueda ayudarte a volver a tu mundo.
La fortaleza del Doctor Muerte había sido un lugar inexpugnable, un sitio desde donde el monarca de Latveria había planeado conquistar ese universo, al que llamó su microverso, o Lo Infinito4. El paso del tiempo y las luchas con sus enemigos, los 4 Fantásticos, la había convertido en un montón de escombros.
– Me temo que quede poco que aprovechar – dijo Pearla -. La última vez que los 4F estuvieron aquí una violenta explosión destrozó casi todo lo que quedaba5. Pero puede que el artefacto que lleva de vuelta a tu dimensión esté intacto.
– Eso espero – dijo Chris.
Entraron, acompañados por tres guardias. Por dentro, la fortaleza presentaba peor aspecto aún que por fuera; no parecía que hubiese nada aprovechable en aquel lugar. Tras dos horas de búsqueda, se dieron por vencidos.
– No te desanimes, Chris Powell – dijo ella -. Algún día los 4 Fantásticos volverán y podrás irte con ellos; hasta entonces vivirás en mi palacio.
– Qué consuelo.
– ¿Qué has dicho?
– ¿Crees que quiero vivir aquí, en este mundo olvidado de Dios? Tu palacio. Por favor, ¿qué pasará cuando tus «leales súbditos» echen abajo tu precioso palacio y acaben con tu miserable vida? Afróntalo, Pearla, estás tan acabada como yo.
– ¡Retráctate ahora mismo! – dijo uno de los guardias.
– ¿Por qué? ¡Tiene razón! – dijo otro. Al instante se enzarzaron en una pelea a puñetazos, mientras el tercer guardia miraba atónito.
Pearla estaba cada vez más confusa. ¿Podría tener razón el terrícola? ¿Estaba acabada? Sí, debía estarlo, ya que era incapaz de mantener el orden, incapaz de impedir derramamiento de sangre, e incapaz de lograr el afecto del pueblo. Se echó a llorar.
– Vaya, vaya – todos se volvieron para ver a una enorme figura encapuchada -, qué escena tan divertida. Permitidme presentarme; soy el Hermano Amor.
Chris se sobresaltó por un momento al oír el nombre, pero luego decidió que no era de su incumbencia. Si fuera por él, se podrían morir todos allí y en ese momento, con tal de que le dejaran en paz.
– Bien, emperatriz. Estáis lejos de vuestro palacio, y hacéis mala cara – dijo el extraño; su túnica ocultaba todo su cuerpo -. Sin duda habéis venido aquí abrumada por las presiones de vuestro cargo. Una vez más me ofrezco a relevaros; ¿por qué cargar con ese peso? Sólo tenéis que decir que abdicáis en mi favor. Los hombres que están aquí servirán como testigos – bajo su túnica, sus brazos se movieron.
Pearla sintió entonces que el encapuchado tenía razón: ¿Por qué debía ella preocuparse de esos ingratos que sólo sabían protestar? ¡Que otro soportase esa carga! Estaba cada vez más decidida a abdicar.
El ánimo de Chris cambió de repente. ¿Qué estaba pasando? Hace unos segundos se sentía pesimista, vacío, y luego… No había duda de que el extraño individuo tenía algo que ver en todo el asunto. Se levantó y se dirigió al encapuchado.
– Un momento. No sé quién eres pero sí que desde que has entrado todos nos comportamos de manera extraña. Pearla, no creo que sea sensato que tomes decisiones en este momento.
– Interesante discurso, joven – repuso el desconocido -. Veo por tus ropas que eres un terrestre. No eres uno de mis enemigos, pero para empezar servirás. Me presentaré, mi nombre es… Psico-Man – sus brazos volvieron a moverse bajo la túnica, y Chris empezó a sentir un miedo tan intenso como nunca había sentido. El hombre se quitó la túnica revelando su aspecto: efectivamente, se trataba del infame Psico-man. Un giro en uno de los controles y todos los presentes cayeron al suelo, presas de un indecible horror.
– Bien, imagino que todos, sobre todo tú, Pearla, os preguntaréis por qué todo esto. En mi último enfrentamiento con los 4 Fantásticos, la explosión que provoqué para eliminarlos tuvo efectos secundarios: sin que yo lo supiera, mi manipulador de emociones había sido dañado, y la explosión destruyó todos los posibles recambios. Así, mi máquina quedó reducida a una parte de lo que era, tanto que sólo tras un acondicionamiento previo puedo manipular las emociones de los demás. La distancia también influye, claro. Por eso, al estar tu palacio tan bien vigilado no he podido acercarme a ti, y por lo tanto tampoco influir en ti hasta ahora. Así que pensé que si no podía tomar el control directamente, lo haría mediante intermediarios, con lo que empezó el culto del «Hermano Amor»: un par de discursos con el manipulador activado y ya tenía un ejército de babeantes idiotas. Pero ahora que habéis salido del palacio todo ha sido más fácil: sólo he tenido que seguiros, irradiándoos durante todo el camino con mi manipulador, y ahora… ahora he vencido.
Las carcajadas del villano retumbaron en los oídos de Chris hasta que su mente se cerró al exterior, en un intento de huir del terror que sentía.
«¿Dónde estoy?«
Estaba en medio de un bosque. En realidad le recordaba mucho a Central Park, donde su padre solía llevarle los domingos cuando era pequeño, mucho antes de que nacieran los gemelos.
«¿Bonito, verdad?«
Chris se volvió para ver a quien le había hablado… y se encontró consigo mismo. Para ser más exactos, se encontró con la figura de Halcón Oscuro.
«¿Quién eres?«
«Bueno, creía que eso estaba claro. Soy tú.» Chris se dio cuenta de que su voz no era la habitual voz cavernosa del Halcón Oscuro, sino que era su misma voz.
«¿Te importaría explicarte?«
«Verás, cuando tú y yo volvimos a unirnos la unión no fue completa. Tú rechazabas algunas de las cosas que hice, y eso causó una división entre nosotros. Podríamos decir que sufres de doble personalidad, si bien es la misma.«
«No me pareció bien que dejases a Portal al cargo mientras tú te ibas al espacio, si te refieres a eso.«
«Y sin embargo, tú habrías hecho lo mismo. Somos el mismo. ¿Por qué te cuesta tanto aceptarlo?«
«…Tú…no, Halcón Oscuro… representa uno de mis mayores sueños hechos realidad, ¿Sabes? Cuando me transformo soy un ser poderoso, casi invencible, puedo volar e incluso levantar coches con mis manos desnudas. Pero por otra parte, desde que tengo el poder no he dejado de luchar por mi vida, cada día se convierte en una nueva lucha por mi supervivencia.«
«En primer lugar, si tú dejas de referirte a mí como si fuese otra persona, yo haré lo mismo. Así: me estoy olvidando de que gracias al poder del Halcón Oscuro he salvado a mi familia, a mis amigos y al mundo entero en más de una ocasión.«
«Lo sé. Tienes…tengo razón, pero…«
«No hay peros que valgan. Acepté mi responsabilidad con gusto, y no debo abandonar por sentir un poco de miedo. Se me necesita.«
Ambas figuras presentaban ahora un aspecto intermedio entre Chris y Halcón Oscuro.
«No hay nada que pueda hacer. La armadura ha sido destruida, y no puedo contactar con Ned para que me construya otra. Quizá incluso le haya matado.«
«Ned es un hombre de recursos, y yo sé poco acerca de las capacidades de la nave. Y en cuanto a la armadura, siento una llamada…«
«¿Una llamada? Imposible.»
«La siento. La armadura me llama.«
«Imposible. Debe haber sido destruida.«
«No, me refiero a la armadura original6.«
«¡También fue destruida!«
«No. Eso es lo que yo creía, pero si me concentro… puedo sentirla.«
«La…la siento.«
«Con ella derrotaré al Psico-Man.«
«Tengo miedo.«
«Lo sé. Pero Pearla me necesita. Debo recordar las últimas palabras de St.Johnny, cuando murió en mis brazos7. ‘Haz el bien. Vive – o muere – …’» Ambos se dieron la mano.
– …como un Halcón Oscuro – Chris abrió los ojos y se puso en pie.
El Psico-Man se había olvidado de él, concentrado en Pearla; sorprendido, le miró.
– Así que después de experimentar el mayor de los miedos, vuelves a por más; valor no te falta, aunque eso puede arreglarse – se llevó la mano al manipulador de emociones -; antes de que te convierta en un vegetal dime, ¿Cuál es tu nombre, loco?
– Me llamo Chris Powell, pero en la Tierra se me conoce mejor como – el cambio comenzó; el cuerpo humano de Chris desapareció, siendo relegado a otra dimensión mientras el de Halcón Oscuro tomaba su lugar, dando la impresión de que un cuerpo se convertía en el otro. Cuando acabó el cambio, concluyó con la característica voz cavernosa de su forma androide: – Halcón Oscuro.
– Interesante – dijo el Psico-Man al tiempo que giraba el control de miedo -. Ahora, de rodillas.
Nada pasó. Chris no experimentó ninguna sensación, ni miedo ni siquiera un escalofrío. Avanzó hacia el villano.
– No… no lo entiendo – balbució.
– Creo que tu aparato no funciona con los androides – dijo Chris. Permíteme que te lo demuestre.
Un rayo de fuerza oscura convirtió el artefacto que portaba Psico-Man en chatarra inservible; claramente desanimado, el villano se lanzó sobre Halcón, quien le recibió con un puñetazo a la altura del estómago y otro en la barbilla que le lanzó por los aires. Tras unos segundos, volvió a levantarse, tambaleándose.
– No – click – lo ent-entiendo. No – click – n-no – click…
– Un robot – dijo Pearla -. No es la primera vez que esto pasa. ¿Es que nunca nos libraremos de él?
– Permíteme – otro rayo de fuerza oscura destrozó al robot por completo, tras lo cual su atención volvió hacia la emperatriz -. ¿Entonces quieres decir que esto pasa a menudo?.
– Más a menudo de lo que yo quisiera. A veces creo que el auténtico está muerto y los robots actúan por iniciativa propia, pero supongo que sólo me hago ilusiones.
Como para contestarle, una risa demoníaca se oyó por toda la sala; acto seguido, varios temblores sacudieron la fortaleza.
– ¡Explosiones! – dijo Chris – Esté vivo o no, creo que quiere que nos vayamos de su casa. Sujetaos a mí, saldremos volando.
Así, con sus cuatro «pasajeros«, Halcón Oscuro abandonó la fortaleza del Doctor Muerte antes de que una nueva explosión sacudiese el lugar hasta sus cimientos y sepultase la entrada bajo un montón de rocas. Chris volvió a su forma humana.
– Bueno, supongo que si quedaba algo que pudiese ayudarme a volver a casa, no me será muy útil ahora – dijo, resignado.
– No te preocupes, Chris – dijo Pearla -; como ya dije antes, eres bienvenido en mi palacio todo el tiempo que quieras quedarte, máxime desde que has salvado mi reino. Si no pones objeciones, claro…
Chris sonrió.
– Sería mucho pedir que tuvieseis la MTV, ¿verdad?
Pearla frunció el ceño, extrañada.
Un par de semanas después llegaron a palacio noticias sobre un hombre que portaba una armadura color jade similar a la de Chris, que se dirigía a palacio a pedir audiencia con la emperatriz. Chris adivinó al momento la identidad del desconocido, pero prefirió no hacerse ilusiones hasta que se encontró cara a cara con Portal.
– Buff, creí que no te encontraría nunca – dijo Portal -; llevo pateándome unas quince dimensiones.
– ¿Cómo me has encontrado?
– Repasando las grabaciones vimos que el portal que yo había abierto llevaba a la Encrucijada, un nexo entre dimensiones; cada puerta lleva a un lugar distinto. La explosión debió lanzarte a través de una de las puertas y fuiste a parar aquí.
– Creía que me habríais dado por muerto.
– Lo hicimos, pero la aparición de tu armadura (por cierto, casi te cargas la nave) y unos débiles intentos de contacto telepático nos llevaron a pensar que podrías estar en alguna otra dimensión, una en la que la comunicación contigo resultase imposible desde la nave. Así que llevo viajando todo este tiempo por todas las dimensiones que cumplieran esos requisitos. Has tenido suerte: tres dimensiones más y me iba a casa; por suerte, el aparatito que Ned me prestó para rastrear tu amuleto – le mostró la máquina – empezó a hacer pitidos, con lo que supe que había dado con la dimensión correcta. ¿Nos vamos?
– En seguida – se volvió hacia la emperatriz -; ha llegado la hora de irme, Su Alteza.
– Mi corazón está triste por tu partida, Chris Powell, pero comprendo que debes reunirte con tus seres queridos. Sólo espero que algún día nos visites de nuevo.
– Dadlo por hecho.
– Esto… si puedes conseguir algo de protección para el viaje sería aconsejable, Chris – dijo Portal -; cada vez domino mejor mis poderes, pero de vez en cuando me despisto y voy a parar a sitios muy poco saludables, y ya que tu armadura fue destruida…
– No es problema – y se transformó en Halcón Oscuro, ante la estupefacta mirada de Portal.
– Vaya, vaya. Nuevo look, ¿eh? Y luego te metías conmigo…
– ¿De qué estás…? – entonces, por primera vez desde la lucha contra el Psico-Man, Chris pudo ver su cuerpo androide reflejado en uno de los espejos del palacio; efectivamente, su aspecto era ligeramente distinto, y cuando se elevó un par de metros del suelo, comprobó que unas alas plateadas se extendían desde sus brazos hacia su tronco, al igual que en la primera forma de su armadura.
– Cuando acabes con el desfile de pasarela, nos vamos – Portal conjuró una puerta que debería llevarles de vuelta a la Tierra.
– Ya voy, ya voy – con un último gesto de despedida entró en la puerta tras su compañero.
Sola en su trono, la emperatriz Pearla se quedó meditando. Un joven interesante y valeroso… como todos los terrestres que había conocido. Realmente, ese planeta debía ser una cuna de héroes…
1.- En el número anterior.
2.- En Halcón Oscuro #42.
3.- En Halcón Oscuro #52.
4.- En Cuatro Fantasticos #16
5.- En Cuatro Fantasticos Unlimited #8
6.- ¿De qué habla? La explicación, en un especial, algún día…
7.- Al final de «La Búsqueda del Amuleto«, en Halcón Oscuro #41.
PROXIMO NÚMERO: Halcón y Portal vuelven a la Tierra.
Bueno, en primer lugar quiero pediros disculpas por el retraso. En segundo lugar deciros que éste es el último número de la colección, al menos de momento. Eso no significa que abandone a Halcón Oscuro, puesto que seguiré con él en otra colección, así como con sus subargumentos. Hago esto por varias razones (los editores lo saben), y aparte para poder hacer otros proyectos. No obstante, está el tema de un número especial que haré en el que explicaré lo ocurrido entre el último nº USA y el 51 de Marveltopía.
Nos vemos en otras colecciones. Adiós… por ahora.