Poderes Cosmicos #12

Poderes cosmicos #12Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.

#12 – La Guerra de los Heraldos II (3 de 3)
Hasta que el infierno se congele…

Por Bergil


Fecha de publicación: Mes 12 – 4/99


Titán, la luna mayor de Saturno. Su diámetro es de unos 5.150 Km, mayor, incluso, que el del planeta Mercurio. Su atmósfera tiene un espesor de unos 300 Km, y está compuesta de nitrógeno con trazas de metano, etano, acetileno, etileno, cianuro de hidrógeno, monóxido de carbono y dióxido de carbono. La temperatura en la superficie es de -182 °C. Sin campos magnéticos. El hemisferio sur es algo más brillante, y el único detalle visible es un anillo oscuro en la región del polo norte

Hogar de una rama de los Eternos, que moran allí desde que Alars, ahora conocido como Mentor, llegó desde la Tierra. Un grupo de seres, poseedores de un gran poder, esperaban nerviosamente a que otro, aparentemente el más débil de entre ellos pero que poseía en realidad el mayor poder, el del conocimiento, terminase de examinar el cuerpo aparentemente sin vida de Nova, la ex-heraldo de Galactus nacida y criada en la Tierra como Frankie Raye, y a la que todos dieron por muerta tras la batalla con Morg (1).

Cada cual entretenía la espera como mejor sabía, o podía: Drax y Terrax echaban un pulso, que parecía encontrarse en tablas; Sota de Corazones y Ganímedes paseaban cogidos de la mano por las amplias avenidas que unían las estancias intraplanetarias de Titán; el Señor del Fuego y el Capitán Marvel se entrenaban en el exterior de la luna, mientras que Mentor y Adam Warlock, sabedores de que su nerviosismo en nada aceleraría el desenlace, se limitaban a esperar, sumidos en sus pensamientos, a que concluyera el examen que del cuerpo de Nova, y ayudado por Dragón Lunar, estaba realizando el Doctor Extraño, al que una nave de Titán había traído desde la Tierra, tras la sorprendente noticia dada por Dragón Lunar: Nova no estaba, como todos creían, muerta (2).


– Oye, Terrax, dime una cosa.

– No intentes distraerme, Drax, porque no lo vas a conseguir.

– No lo pretendo. Lo que quiero saber es lo siguiente: tenía entendido que, tras tu, digamos, resurrección, no podías desplazarte tú solo por el espacio. ¿Cómo es que has recuperado esa facultad?

– No hagas preguntas idiotas y atiende a lo que de verdad importa -. Terrax no estaba dispuesto a revelar a nadie que su capacidad de desplazarse por el espacio dependía de tener un elemento (como, por ejemplo, su hacha) a través del cual canalizar su poder. No podía permitirse el lujo de revelar una debilidad.


– Así que ya conocías a Adam Warlock, ¿no, Señor del Fuego?

– Así es. Fue con ocasión de la amenaza que sufrí por parte de…

– ¡Cuidado con ese asteroide que se te acerca por detrás!

– Gracias. Decía que hace algún tiempo fui atacado por Domitian (3) y necesité de su ayuda.

– Parece un tipo bastante frío, ¿no?

– Bueno, no tanto. Quienes le conocen bien me han dicho que en el fondo no es tan insensible como le gusta aparentar. Cambiando de tema, ¿qué tal te va, Genis?

– Bueno, me las apaño. Ser el hijo de Mar-Vell no es fácil, pero voy saliendo adelante. Resulta un poco duro que todo el mundo, empezando por mí mismo, me mida de acuerdo con lo que hizo mi padre. Nadie podrá nunca estar a su altura.

– No te preocupes, Genis. Tu padre estaría orgulloso de ti.


– ¿En qué piensas, Ganímedes?

– ¡Oh! En nada, en nada…

– No me engañas. Llevamos juntos el tiempo suficiente para que pueda darme cuenta de cuándo me estás mintiendo, aunque sea por una buena razón.

– Está bien, ya que lo preguntas te lo diré: estoy preocupada por ti. Venir con nosotros al planeta del Extraño fue la mayor estupidez que has hecho nunca.

– Pero…

– ¡No me interrumpas! En tu estado, con el Fluido Cero abandonándote, deberías cuidarte, no malgastar energías, y concentrarte en encontrar una cura.

– ¡Pero si me siento fuerte como un roble! La solución que encontramos I.S.A.A.C. y yo me permite reabsorber la energía que desprendo, y…

– Sí, pero eso no es una solución permanente. No es más que aplazar lo inevitable y… ¡Oh, Jack, perdona, no quería decir eso!

– No te preocupes, cariño, te entiendo perfectamente. Pero míralo así: si de veras es inevitable, ¿no es mejor entonces dedicar mi energía a hacer algo de provecho, algo que tenga una utilidad, en lugar de irme apagando poco a poco como un inútil?

– Pero Jack, ¡es tan duro! Ahora que por fin estamos juntos… ¡no es justo!

– La vida nunca es justa, cielo. Es parte de su desencanto…


– ¿Cómo es que has llegado a Titán, Adam Warlock?

– Me encontraba encerrado en Mundo-Alma cuando sentí una perturbación en el plano espiritual. Al regresar a este Universo, sentí una pulsión en mi mente que me impelió a venir a Titán. Al llegar aquí, comprendí todo el asunto.

– ¿De veras?

– En efecto. La alteración en el plano espiritual debió producirse a consecuencia de la situación de Nova. Y la llamada que sentí la debió emitir mi ex-compañera Dragón Lunar. Es reconfortante comprobar que, a pesar de haber perdido la Gema de la Mente, su telepatía continúa siendo tan formidable como de costumbre.


«Atención todos», resonó en las mentes de los ocho seres. «Hemos terminado. Reuníos con nosotros en la sala principal».


Minutos después, los diez se sentaban alrededor de una mesa, mientras Stephen Extraño les explicaba la situación:

– Debéis entender que hablo como médico y como mago. El estado de Nova no se parece a nada que haya visto antes.

– Pero, ¿está…? -interrumpió el Señor del Fuego.

– ¿Viva? Es difícil decirlo. ¿Muerta? No… de momento.

– ¿Qué quieres decir? -Pyreus Kril estaba francamente nervioso.

– A eso iba. Por lo que me habéis contado, Nova fue atacada por… ¿cómo se llamaba? ah, sí, por Morg, que le lanzó un rayo de energía. Ante el colapso orgánico que esto provocó, su especial metabolismo, alterado sin duda por la transmutación experimentada al recibir el poder cósmico de manos de Galactus, suspendió todas las funciones no esenciales -sensoriales, motoras- y emprendió la formidable tarea de recuperarse. Es por ello que la disteis por muerta. También me habéis dicho que Estela Plateada os contó haberla sepultado en el seno del sol junto al cual luchasteis. No fue una buena idea. De haber permanecido allí mucho tiempo, su metabolismo no habría podido hacer frente a la amenaza externa al mismo tiempo que la interna, y habría muerto. Por lo tanto, y paradójicamente, Nova tiene que agradecer el no haber muerto a ser recogida por el Extraño.

– Mejor no se lo decimos -dijo Genis, zumbón-. Se le podría subir a la cabeza, ya sabéis…

– Sin embargo, y en ese estado, su yo espiritual, su «alma», si queréis, no se encontraba tan fuertemente unida a su cuerpo como lo estaría en condiciones normales. Por eso mismo, era más fácilmente sustraíble por cualquier entidad con poder suficiente para hacerlo. Examinando el cuerpo de Nova con el Ojo de Agamotto, he percibido rastros de una actividad de tal naturaleza: alguien ha raptado, por así decirlo, el alma de Nova.

– ¿Quién ha podido ser tan canalla? -rugió Drax.

– Los rastros dejados se dirigían hacia los dominios de Mefisto, pero…

– ¿De quién? -preguntó Sota de Corazones.

– Mefisto. Se trata de un ente antiquísimo (4), una especie de personificación del mal. A menudo se le ha confundido en la Tierra con el Diablo judeocristiano, pero eso es un hecho aún por demostrar. De hecho, hay varios entes, varios demonios, cada uno con su infierno o reino de los muertos particular. Por otra parte, también existen reinos de los muertos desprovistos de tales connotaciones diabólicas, como pueden ser el Hel asgardiano, el Hades olímpico o… pero me parece que estoy apartándome de la cuestión. Y como ya veréis, el tiempo no nos sobra precisamente. A lo que iba: el rastro apunta sin dudar al reino de Mefisto. Sin embargo, es extraño: las almas no pueden ir al reino de Mefisto, salvo que hayan sido malvadas o que su dueño haya hecho un trato con él. Y en cualquier caso, después de muerto. Y ninguna de las tres condiciones se aplica a Nova. Así pues, cabe concluir que, saltándose todas las reglas que rigen en estos casos, Mefisto se apropió de algo a lo que no tenía ningún derecho.

– ¿Por qué dices que no nos sobra el tiempo? -preguntó Mentor.

– Porque, al separar el alma del cuerpo, y encontrarse éste tan debilitado, ha empezado a degenerar poco a poco. Dentro de unas quince horas, o bien el cuerpo morirá o, aunque sobreviva, no será posible reintegrarle el alma y Nova quedará convertida en una especie de vegetal.

– Entonces, lo más práctico es dejarnos de palabras y pasar a los hechos -apuntó, con su calma habitual, Adam Warlock.

– En efecto. Eso es lo que hay que hacer. Y sin pérdida de tiempo.


Inmediatamente, todos se reunieron en la gran plaza de Titán.

– Entonces, ¿me habéis entendido bien? -preguntó el Doctor Extraño-. Debéis cumplir la misión y regresar en menos de quince horas, o nuestros esfuerzos habrán sido en vano. Dragón Lunar se quedará conmigo, ayudándome a monitorizaros y como un ancla en esta realidad que os ayude a regresar. Y ahora… ¡partid! -. Y con un estallido de luz, los siete desaparecieron.


– ¿Dónde infiernos estamos? -gruñó Terrax.

– Justamente donde has dicho: en el Infierno -le contestó Warlock-. Y ahora, no nos separemos y avancemos rápidamente. Es… por allí -indicó, señalando hacia su derecha.

– ¿Y tú como lo sabes?

– Muy sencillo. Me lo acaba de comunicar el Doctor Extraño vía la telepatía de Dragón Lunar.

Sin más objeciones, el grupo emprendió la marcha. De repente, cada uno vio como los demás desaparecían.

– ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde están los demás? ¿Qué hago aquí? -exclamó cada uno, ya que se había visto trasladado a…


TERRAX

…la azotea de las torres gemelas del World Trade Center.

Ante él se alzaba la imponente figura de Galactus, el Devorador de Mundos.

– De todos mis heraldos, ninguno me causó tantos problemas como tú. ¡Lo que Galactus hizo, Galactus lo deshará! -. Terrax se elevó sin poder evitarlo-. ¡Terrax dejará de existir! (5).

Súbitamente el panorama cambió. Ahora se encontraba a bordo de un deslizador.

– ¡Oh, no! ¡Por las lunas de Kertiap! ¡Ya sé qué es lo que va a pasar ahora!

Efectivamente. Ante él apareció la silueta del primer heraldo de Galactus, del odiado Estela Plateada. Terrax intentó evitar la confrontación, sabiendo qué es lo que ocurriría a continuación: su cuerpo, incapaz de contener el poder cósmico recibido del Doctor Muerte, se sobrecargaría y estallaría (6). Pero sus miembros se negaban a obedecerle.

La escena cambió de nuevo. Ahora se encontraba en Pluraris VI, solo y sin su hacha.

– ¡No es posible! ¡Esto ya me ocurrió! ¡No puede estar pasando de nuevo! (7)

Nuevo cambio de escenario. El espacio profundo. Ante él estaba el despreciable Morg, el último de los esbirros de su ex-amo.

– Eres un fracasado, Terrax, y siempre lo serás.

– ¡Eso no es cierto! -rugió Terrax, al tiempo que cargaba hacia Morg.

– Oh, sí que lo es. Te las das de despiadado, pero tienes demasiados escrúpulos. En el fondo, me envidias: soy mejor que tú, soy todo lo que tú nunca llegarás a ser. Es más: a mí, Galactus me trajo de la muerte, mientras que a ti te quitó tus poderes. Los que tienes ahora -añadió, mientras esquivaba la furiosa carga de Terrax- no son más que una pálida imitación de aquellos de los que una vez disfrutaste. Y este hacha -prosiguió, al tiempo que con un volteo de la suya se la arrebataba de las manos- no es más que un pobre arma que no evitará lo que te espera. Prepárate a morir.

-¡¡¡NO!!!


CAPITÁN MARVEL

…la tumba de su padre.

Un viento helado soplaba en la superficie de Titán. Genis no entendía demasiado bien cómo había aparecido allí. Lo único que sabía es que…

– Yo no debería estar aquí. Estaba en el Infierno, el Hades o como se llame. ¿Cómo demonios he venido a parar aquí?

– Quizá porque es aquí donde por fin deberás enfrentar la verdad, hijo mío -. Aunque Genis no había oído nunca aquella voz, salvo en viejas grabaciones, supo instintivamente de quién se trataba.

– ¿¡Tú!? ¡Padre! Pero… ¡estás muerto!

– ¿Crees acaso que la Muerte iba a detenerme ante el oprobio que has traído a mi nombre? ¿Cómo te atreves a llevar el título de Capitán Marvel? ¿Acaso piensas que eres digno de él?

– Pero… pero yo lo porto como homenaje a ti.

– ¿¡QUÉ!? ¿Acaso crees que esa fútil excusa es disculpa suficiente? No basta con ponerse el título: hay que ganárselo.

– Yo es… estoy haciendo lo posible por ganarme el derecho a emplearlo -. Genis no sabía por qué estaba tan nervioso ante una persona a la que sólo había visto en grabaciones de holovídeo; pero así era. Y no tenía ningún derecho. El famoso Capitán Marvel, antes de «ver la luz», había servido en un ejército imperialista que sojuzgaba a otros pueblos, había acatado las órdenes de una entidad computerizada sin sentimientos y sin piedad. Así que Genis decidió pasar a la ofensiva-. De todos modos, ¿quién eres tú para darme lecciones? No eres perfecto, ni mucho menos.

– ¡A callar, jovencito!

– ¿Qué?

– Que te calles. Veo, además, que portas las negabandas. tampoco tienes derecho a llevarlas, así que te despojaré de ellas.

– ¡¡¡NO!!!


DRAX

…una carretera de Nevada.

Era de noche. Arthur Douglas estaba al volante de un coche. Su mujer estaba en el asiento del copiloto, mientras que su hijita Heather dormitaba en la parte de atrás. De repente, los focos de una nave iluminaron la carretera ante ellos. Un rayo cayó sobre el coche, que estalló. Douglas salió despedido, y antes de sumirse en la negrura vio las llamas que consumían el vehículo (8).

Cuando volvió a ver, ya ocupaba el cuerpo de Drax el destructor. Su hija Heather, la vengadora conocida como Dragón Lunar, se hallaba ante él. Reconoció el lugar: se hallaba en Ba-Bani.

– Lo siento, padre. No comprendes que mis planes son lo mejor para esta gente.

Drax sintió como su cerebro iba apagándose poco a poco (9), y luego…

Frente a él estaba la corpulenta figura del titán loco.

– Resultas patético, Drax. Te creó mi abuelo (10) con un solo propósito, destruirme, ¿y qué ocurre? Que fracasas miserablemente. No fuiste tú, sino Adam Warlock, quien me detuvo. Y ni él fue capaz de evitar que regresara de la Muerte y casi dominara el Universo. Y ahora que incluso la Parca me ha rechazado, nada puede destruirme: soy virtualmente inmortal. Mientras que tú… ¡vas a morir por tercera vez!

– ¡¡¡NO!!!


SEÑOR DEL FUEGO

…Xandar.

Santuario II, la nave de Thanos comandada por su autoproclamada nieta Nébula, acababa de pasar por el planeta, dejando tras de sí sólo caos y destrucción (11). Era un panorama desolador: grandes humaredas salían de aquí y de allá, mientras los edificios se derrumbaban con estrépito. Súbitamente, Pyreus Kril vio una forma que reconoció:

– ¡Reina Adora! ¿quién ha hecho esto, reina mía?

-.Hace dos días… apareció una nave… de la nada… ¡Mató a todos los campeones de Xandar! ¡Lo… destruyó todo… en minutos!

– ¿Quién? ¿Por qué?… ¿Fueron Skrulls?

– No… ¡Fueron mercenarios! ¡Su líder se llamaba… Nébula! Dijo que… estábamos en su camino.

– ¡Esto no quedará así! ¡Vengaré la muerte de mi planeta! -gritó, enfurecido mientras despegaba…

… sólo para aparecer en medio de la isla terrestre de Manhattan. Una figura embutida en un ceñido traje negro, con una blanca silueta octópoda (que le recordaba vagamente a los ghufflis de su planeta natal) en el torso, se lanzaba hacia él y comenzaba a descargar una lluvia de puñetazos (12):

– ¡Te has pasado el día intentando freírme por una imaginaria ofensa a tu precioso ego alienígena! ¡Ya estoy harto! Serás más grande, más poderoso… ¡pero no basta, tío! Jamás me detendrás… ¡por fuerte que seas! ¡Soy muy cabezota para abandonar! ¡Seguiré luchando hasta que encuentre la forma de derrotarte! ¡No me rendiré! ¿Me oyes? ¡JAMAAÁS!

La voz del enmascarado se fue apagando gradualmente conforme el Señor del Fuego se hundía en la inconsciencia.

Cuando volvió a abrir los ojos, estaba en el espacio profundo. Sus compañeros, predecesor y sucesores en la dignidad de heraldo de Galactus, se encontraban cerca de él. Pero el maníaco llamado Morg apuntaba con su hacha a la dulce Nova:

– No… creo que no lo has hecho. Pero creo que has captado su atención (13).

El Señor del Fuego se lanzó hacia adelante, intentando detener lo que sabía era inevitable, pues estaba demasiado lejos y demasiado débil.

– ¡¡¡NO!!!


SOTA DE CORAZONES

…Contraxia.

El planeta tenía el mismo bello aspecto de costumbre. Sin embargo, Jack no se sentía bien. La debilidad que había sentido en las últimas semanas había sido sustituida por la devoradora sensación que Sota de Corazones conocía tan bien: la energía que le daba sus poderes estaba alcanzando niveles críticos y amenazaba con hacerle estallar. El dolor le hizo doblarse en un espasmo incontrolable.

Cuando volvió a alzar la mirada, vio que una multitud de personas se aproximaba hacia él. En cabeza del gentío marchaba la contraxiana que Peter Parker había conocido como Marcy Kane.

– Sota de Corazones, has de salvar Contraxia. Nuestra estrella se muere, falta de energía. Sólo tú puedes proporcionarle la suficiente para que nuestro planeta no perezca. (14)

– De mil amores, Marcy. Si algo me sobra es precisamente… -de repente, Jack se interrumpió.

– ¿Qué pasa?

– ¡La he perdido! ¡He perdido la energía del Fluido Cero!

En un instante, Jack se vio transportado al espacio, en un punto intermedio entre Contraxia y su estrella. Ante sus ojos, el sol se fue apagando como una vela que se consume. Jack intentó volar hacia él, pero era inútil. No lograba desplazarse. La ira creció en su interior ante su impotencia:

– ¡¡¡NO!!!


GANÍMEDES

…Leda.

La base del Celibato estaba completamente destruida. Los cascotes salpicaban la superficie de la pequeña luna joviana. Con el pánico oprimiendo su corazón, Ganímedes atravesó casi a la carrera el dintel derruido de lo que antaño había sido la entrada a la base.

La cápsula de hibernación estaba destrozada. El humo salía de entre los fragmentos de su rota cubierta. Del cuerpo de Perséfone no había ni rastro. Sin embargo, ¿qué era aquél ruido? Sonaba como un cuerpo arrastrándose. Girándose con presteza, Ganímedes empuñó su bastón en posición de defensa. De repente la vio: era Perséfone. Su cuerpo estaba destrozado, sangraba por múltiples heridas y su respiración era entrecortada y jadeante.

– ¡Hermana! ¿Qué ha ocurrido?

– ¡No me llames así! ¡No tienes derecho a hacerlo! ¡Traicionaste al Celibato y a todo lo que representa! ¿Qué ha ocurrido, dices? Lo que tenía que ocurrir. Tirano ha regresado, como te advertí, y no había nadie sino yo frente a él. ¿Qué podía hacer una sola Célibe contra semejante criatura?

– ¿Dónde está ahora? ¿Dónde? -pero era inútil. Perséfone había exhalado su último suspiro.

– Date la vuelta, hembra. Quiero que me veas antes de morir -la odiosa voz era inconfundible. El horrible rostro, tensado por los cables que partían de su boca, también. Las afiladas garras se adelantaban hacia ella-. Reza lo que sepas, Célibe. Es tu fin.

– ¡¡¡NO!!!


ADAM WARLOCK

…la Contratierra.

Adam Warlock estaba clavado en una cruz (15). Un dolor lacerante partía de sus manos y pies, clavadas al instrumento de suplicio. Frente a él, una muchedumbre le contemplaba. E inmediatamente bajo sus pies, una figura que representaba la maldad encarnaba le observaba, mientras sus ojos relucían con el inconfundible brillo de la satisfacción.

– Asúmelo, Warlock. He ganado. Este mundo es mío, y no has podido hacer nada para impedirlo -levantando su garra hacia el cielo estrellado, la cerró en un ademán de ira-. ¿Puedes verlo, Evolucionador? ¿Ves a tu campeón? ¡Ha fracasado, igual que tú! -girándose de nuevo hacia Warlock, bajó el tono de su voz, aunque no la ira que rezumaba-. Seguro que nos observa. Demasiado cobarde para intervenir él mismo, aunque no para enviar a otros al sacrificio, como ovejas al matadero…

Cambio de escenario. la fortaleza de Thanos, en la que había construido una única y gigantesca gema para dominar el Universo (16). Cuando Warlock se desvanecía, su alma absorbida por su propia gema-alma, vio como sus esfuerzos eran vanos: Thanos se levantaba, fuerte como un roble y con una mueca burlona en sus labios.

– ¡No es posible! -alcanzó a musitar Adam Warlock-. Estabas vencido…

Warlock se giró a un lado y a otro, sorprendido. Estaba en la Isla Monstruo, en el Triángulo de las bermudas terrestre: el aroma de la vegetación que entraba por la ventana era inconfundible. Como también lo era la hermosa mujer que se acercaba:

-¡Maya! ¡Amor mío! (17) Pero… es imposible. Además… lo que sentimos el uno por el otro es fruto de ese brebaje que bebimos, engañados por el Conde Abismo.

– ¿Importa eso acaso, Adam? El hecho es que ambos sentimos lo mismo por el otro. No indaguemos la causa, y disfrutemos de ello.

– ¡¡¡NO!!!


Desde Titán, en una sala aislada completamente de lo que la rodeaba, Dragón Lunar y el Doctor Extraño se hallaban sentados en la postura del loto uno frente a otro. La magia del Doctor y la telepatía de la Vengadora se complementaban y les permitían seguir a los héroes en su odisea.

«¿Qué ocurre, Extraño?»

«El reino de Mefisto tiene una especie de defensa automática, que hace que quien entre en él por sus propios medios se vea enfrentado a sus infiernos personales, salvo que tenga defensas de tipo místico o mental, cosa que no les ocurre a ninguno de ellos. Por eso se han detenido: probablemente, cada uno cree encontrarse en las peores situaciones que han afrontado o imaginado en su vida.»

«¿Podemos hacer algo por ayudarles?»

«Desde luego. Prepárate: voy a enviarles una especie de bofetón mental que les saque de su trance.»


– ¡¡¡NO!!! -todos pensaban que el grito había partido de sus propios labios, pero no era así. Alguien se les había adelantado por décimas de segundo-. ¡Lo que estáis creyendo vivir no es real! ¡Debéis vencer esta ilusión!

De repente lo que rodeaba a cada uno se desvaneció, y se encontraron en el mismo lugar en que estaban cuando todo comenzó. Todos tenían la misma cara, mezcla de extrañeza y de ira por la manipulación a que habían sido sometidos.

– Bueno, parece que esto no va a ser demasiado fácil -dijo Warlock-. Avancemos de nuevo. Es por allí.

– ¿Y cómo lo sabes? -volvió a interesarse Terrax-. Durante nuestra alucinación, por si no te has dado cuenta, nos hemos movido. ¿Es que te lo ha vuelto a decir el mago?

– No. Pero la horda de demonios que se nos echa encima viene de allí, así que es lógico suponer que allí es donde nos dirigíamos. Además -añadió al cabo de una pausa-, «el mago» acaba de confirmármelo.

Al poco tiempo, la horda mencionada por Warlock se hizo evidente a los ojos de todos. Una abigarrada multitud de demonios, a cual más horrible que su vecino, se precipitaba sobre ellos.

Los héroes avanzaron resueltamente hacia ellos, decididos a abrirse paso. Todos procuraban causar el menor daño posible, sabedores de que en aquellos cuerpos contrahechos podían ocultarse almas no completamente demoníacas. Todos… excepto Terrax, que avanzaba blandiendo su hacha a derecha e izquierda con un frenesí salvaje en su mirada.

– ¡Terrax! ¡Contente!

– ¿Por qué? Ya están muertos, ¿no? Pues entonces, no les estoy haciendo nada irreparable. Además, ¿no tenemos tanta prisa? Pues déjate de pamplinas y avancemos de una vez.

Finalmente, llegaron al corazón del reino que una vez rigió Mefisto con puño de hierro y que ahora gobernaba su hijo, Corazón Negro (18). El ser demoníaco se hallaba ante ellos, sentado en su trono.

– Dejadme hablar a mí -susurró Warlock cuando se acercaban. Incluso Terrax aceptó esta petición en silencio-. Saludos… ¿Mefisto?

– No. Mefisto ya no rige este reino. Ahora gobierno yo, Corazón Negro. Soy, podríamos decirlo así, su hijo.

«Empezamos bien», pensó Terrax.

– Bueno. Hemos venido a tu reino sin invitación en busca del alma de una amiga nuestra.

– ¿Por qué pensáis que se halla en mis dominios? Y, suponiendo que estuviera, ¿no debería estar?

– Comprenderás que no arrostraríamos los peligros que supone introducirnos en este reino sin ser invitados sin tener buenos motivos para ello. Incluso una mala bestia como Terrax ha arrostrado los peligros inherentes -Genis, Drax y el Señor del Fuego agarraron a Terrax por si se le ocurría abalanzarse sobre Warlock-. El alma de que te hablo pertenece a Nova, la terrestre nacida como Frankie Raye, que fue tomada por el ser conocido como Galactus como heraldo. Y, puesto que aún no ha muerto, ni hizo un trato demoníaco, su alma no debería estar aquí. Que es, por otra parte, a dónde conduce el rastro místico que parte de su cuerpo.

– Aunque, como dices, uno no entra de rondón en mis dominios sin una buena razón, no tengo conocimiento de que el alma que me describes se halle en mi reino. Sin embargo, tampoco tengo motivos para desconfiar de vosotros, así que… -Corazón Negro se concentró unos instantes, y a continuación se volvió a dirigir a los héroes-. Ya he descubierto lo que ha ocurrido: alguien robó ese alma, en efecto, y el rastro apunta hacia aquí; pero continúa, dirigiéndose hacia los dominios de Satannish. A los que llegaréis si atravesáis ese portal -indicó, al tiempo que un portal místico se abría en el punto hacia donde había señalado-. Parece que sigue decidido a continuar con la guerra emprendida hace tiempo (19). Pobre idiota…

– Comprenderás, Corazón Negro, que espere no volver a verte en una larga temporada -se despidió Warlock mientras se dirigían hacia su próximo destino.

– No cuentes con ello, mortal…

– ¿Qué has querido decir con eso de «mala bestia», rubito? -masculló Terrax cuando estuvo seguro de encontrarse fuera del alcance del oído de Corazón Negro, mientras balanceaba ominosamente su hacha, pero sin dejar de caminar… por si acaso.

– Quise decir -le replicó Warlock- que eres despiadado, sin escrúpulos, completamente egoísta y perfectamente amoral.

– ¡Ah, bueno! Creía…

El portal convocado por Corazón Negro les condujo directamente ante el trono de Satannish… que tampoco estaba ocupado por el viejo demonio verde. Un ser mucho más delgado, de color amarillo, se sentaba en él.

– Disculpa, pero tú no eres Satannish.

– En efecto, soy su hijo, Belial. El viejo la palmó hace algún tiempo y ahora yo mando en el cotarro. La nueva generación llega al poder hasta en los reinos inferiores. Ya iba haciendo falta algo de sangre fresca por aquí. Mefisto, Satán (20), mi papi… todos ellos estaban pasados de moda. Los tiempos cambian y hay que adaptarse a ellos. Bueno, ¿qué demonios, y perdonad el chiste, queréis?NT>

Warlock tomó de nuevo la palabra, y refirió a Belial los mismos hechos que ya había contado a Corazón Negro.

– ¿Y quieres convencerme de que un ser que es responsable de la desaparición de civilizaciones enteras, entre las que incluyo el Mundo-Trono skrull (21), no merece estar aquí?

– Quizá, pero no es ese el punto crucial. El hecho es que Nova no ha muerto, y por lo tanto tu padre no tenía derecho a tomar su alma. El que dicha alma sea o no malvada resulta irrelevante.

– Supongamos que admito tus argumentos. Pero ¿y si no quisiera devolvértela?

– Los aquí presentes tenemos suficiente poder para causar graves daños a tu reino. Y no estamos solos: tenemos amigos, amigos poderosos, que nos ayudarían de ser necesario. Tu negativa podría resultarte muy cara. ¿Y qué decir de Galactus? ¿Cómo le sentaría esta ofensa infligida a uno de sus heraldos? ¿O es que no sabes que por una ofensa mucho menor estuvo dispuesto a consumir el reino de Mefisto? (22)

– No me engañas, mortal. Galactus ha desaparecido, está kaputt.

– No te engañes tú. Si Galactus hubiera muerto, como dices, el Universo habría sentido semejante pérdida, pues él es uno de los puntales en los que se apoya. ¿Crees acaso que la desaparición de semejante ser no acarrearía consecuencias gravísimas? Y, en cualquier caso -recalcó Warlock-, nosotros y nuestros amigos nos bastamos y sobramos para dejar tu reino en ruinas. ¿estás dispuesto a correr el riesgo?

– Bueno, bueno, tampoco hace falta ponerse así, tío. Aquí tienes el alma que buscabas -añadió, conciliador, al tiempo que arrojaba a Warlock una esfera brillante.

– Has obrado sabiamente, Belial. Hasta nunca.

– ¡Buf! -respiró aliviado Genis cuando se habían alejado un buen trecho de Belial-. Ha ido de un pelo…

– No tanto -replicó Warlock-. No era un farol completo, aunque no creí que supiera lo de Galactus. Pero contaba con que es un recién llegado al puesto, y todavía no conoce completamente la verdadera extensión de sus poderes. Además, todos los demonios son, por definición, cobardes. Y ahora, démonos prisa. El tiempo se nos está acabando -. Se concentró en el Doctor Extraño, que recibió su mensaje y les transportó de inmediato de vuelta a Titán.

– Dádmelo, deprisa. Casi no nos queda tiempo -. El mago trazó los signos místicos precisos, mientras los que le rodeaban vieron como la esfera parecía hundirse en el pecho de Nova. Pero ningún cambio aparente sobrevino.

– ¿Qué ocurre? -preguntó, ansioso, el Señor del Fuego-. ¿Hemos llegado tarde?

– No, estábamos dentro del plazo. Sin embargo, el reintegrar el alma no garantizaba la recuperación instantánea.

– Mentor -la metálica voz de I.S.A.A.C. resonó en la sala-, creo que deberíais subir a la superficie. Y llevar a Nova con vosotros.

– Es mejor que le hagamos caso, amigos -dijo el anciano-. Si lo dice, tendrá sus razones.

Subiendo a la carrera, los diez llegaron a la superficie con Nova en los brazos del señor del Fuego, para encontrarse con una visión del todo inesperada. Ante ellos, a través de una grieta en el espacio, había aparecido la mitad superior del cuerpo del Devorador de Mundos.

– ¡Galactus! ¡Estás vivo! -gritó el Señor del Fuego.

– Sí, Pyreus Kril. Y creo que puedo ayudaros. Tengo las energías necesarias para sanar completamente a Nova (23). Por desgracia, no puedo permanecer mucho tiempo en este plano -. Extendiendo la mano, Galactus vertió el poder cósmico sobre la forma inerte de Nova. Los que la rodeaban casi pudieron ver la energía fluir entre uno y otra-. Y ahora, ¡adiós! -añadió, al tiempo que se retiraba y la grieta se cerraba.

Súbitamente, Nova comenzó a moverse, y sus párpados se abrieron.

– ¿Qué ocurre? ¿Dónde estoy?

– Estás en Titán, chiquilla. Con amigos. De vuelta.


(1) En Estela Plateada # 75.

(2) Como se narró en Poderes Cósmicos # 11.

(3) Warlock y la Guardia del Infinito # 37-39

(4) Ver la Cronología No Oficial del Universo Marvel, seleccionando Cómics y luego HNOUM.

(5) Los Cuatro Fantásticos # 243

(6) Los Cuatro Fantásticos # 260

(7) Los Nuevos Guerreros # 17

(8) Capitán Marvel # 32

(9) Los Vengadores # 220

(10) Se contó en Capitán Marvel # 32

(11) Los Vengadores # 260

(12) Asombroso Spider-Man # 270

(13) Estela Plateada # 75

(14) Serie Limitada Sota de Corazones # 4

(15) En la serie Hulk #177-178.

(16) Marvel Two-in-one Annual # 2

(17) Warlock y la Guardia del Infinito # 30

(18) Desde Motorista Fantasma/Lobezno/Castigador: Oscuro destino (la continuación de Motorista Fantasma/Lobezno/Castigador: Corazón de Tinieblas)

(19) Se habló de esa guerra en Vengadores Costa Oeste # 100

(20) Hellstorm # 16

(21) Los Cuatro Fantásticos # 257

(22) En la Novela Gráfica El día del juicio.

(23) Gracias a absorberlas de Hipertormenta, desde Los Cuatro Fantásticos # 414


En el próximo número: ¿qué pasa con Nova, vuelta a la vida? ¿Y con el resto de los personajes de la serie? Nuevas expectativas se abren ante todos ellos. Explóralas con nosotros a partir de PODERES CÓSMICOS # 13


Como ya habíamos anunciado, este mes conoceremos el resultado del concurso para bautizar a los futuros Primigeniables del Universo. Y el ganador es… PETER GARCÍA SÁNCHEZ. No, no es porque sea el editor, sino que sus propuestas son las más originales de las recibidas. Como prometimos, recibirá en su buzón un hermoso premio virtual. Y estos son los nombres que propuso:

Estela seria el Protector; Jack, el Fugitivo; Genis-Vell, el Aspirante; Pyreus, el Errante; Drax, el Destructor e Impy, el Guasón

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