Wendell Vaughn… el primer terrestre nombrado protector del universo. Unido a las Bandas Cuánticas, que son tanto armas como símbolos de su puesto, lucha una batalla interminable para defender toda vida en el universo del mal cósmico.
#61 – Adivina quién ha vuelto…
Por Doctor Cómic y Bergil
Fecha de publicación: Mes 10 – 2/99
En un lugar indeterminado de la Vía Láctea, a mitad de camino entre su agujero negro central y el borde exterior, una gigantesca forma semiesférica de color amarillo pareció surgir de la nada. Si alguien hubiera estado observando y mirara con atención, habría podido ver una forma humanoide, de una de cuyas muñecas acababa de brotar la energía que había originado la antena. Porque no otra cosa era la misma, sino un gigantesco constructo de energía, sintonizado con las gemas que adornaban las bandas que ceñían sus muñecas, los emblemas que atestiguaban su calidad de Protector del Universo. Porque todos los protectores del Universo, excepto uno, las habían llevado1; y todos sus portadores, excepto tres, habían sido protectores del Universo2.
– Bueno, ahí va otra. Con ésta hacen 575. Ya sólo me faltan un par de millones para completar la red que me permitirá monitorizar a escala cósmica las disrupciones que supongan una amenaza para el Universo. Si el asunto de los Axi-tun no me hubiera retrasado, convirtiéndome temporalmente en un proscrito universal, ahora podría llevar esta tarea mucho más adelantada. Quién sabe qué amenazas pueden estar teniendo lugar ahora mismo, mientras yo no cumplo con mis deberes de Protector del Universo como se espera de mí. – Súbitamente, una pulsación de la banda derecha atrajo su atención -. ¿Qué es eso? Parece que algo ha sido captado por la antena número… ¡UNO! ¡Ésa es la de la Tierra! No puedo creerlo… ¡la firma energética de la Presencia ha desaparecido! ¿Qué significará eso? Espera un momento… podría «llamar» a mamá y preguntárselo.
Dicho y hecho. Actuando con el pensamiento, Wendell Vaughn envió, a través de los años luz que le separaban de la Tierra, una señal que cruzó el subespacio y activó una esfera de energía. En Oskosh, Wisconsin, Lisa Vaughn se despertó en mitad de la noche (su hijo no había tenido en cuenta que, en el momento de llamar, en la Costa Este de los Estados Unidos la gente podría estar durmiendo) al ver pulsar una luz ambarina por debajo de la puerta de su cuarto de baño. Poniéndose la bata, se dirigió hacia allí, y observó que lo que habitualmente parecía un sencillo adorno esférico se encontraba destellando. Al tocarlo (la esfera estaba programada de modo que sólo se activase si era tocada por ella o por su hija), apareció en ella el rostro de su hijo.
– ¿Wendell? ¿Eres tú?
– Sí, mamá -contestó Quasar-. «¿Quién iba a ser, si no?» -, pensó.
– ¿Qué tal estás? Se te ve cansado, hijo mío. ¿Comes lo suficiente?
– Sí, mamá, no te preocupes. Oye, te llamaba porque he recibido una señal de la antena que dejé cerca de la Tierra, que me indica que la firma energética de la Presencia ha desaparecido. ¿Qué es lo que ha ocurrido?
– No puedo decirte gran cosa, hijo mío. Las noticias dicen que algo ha ocurrido en una de esas repúblicas ex-soviéticas de nombre impronunciable, pero no dan muchos datos, y ellos tampoco aclaran la cosa. Parece que ha habido un enfrentamiento entre superseres, pero no te puedo aclarar más.
– Gracias, mamá. De todos modos, todo esto me parece muy extraño. Me mantendré vigilante -Quasar no quería preocupar a su madre ni darle falsas esperanzas, pero cabía la posibilidad de que Sergei hubiera muerto verdaderamente. Y, en tal caso, su exilio forzoso de la Tierra habría concluido. Aunque como Protector del Universo no podía circunscribirse a un planeta, podría ver a sus familiares y amigos sin el temor constante de ponerlos en peligro que supondría el que la Presencia descubriera que Quasar seguía vivo.
Y la mejor manera de averiguarlo era acercarse a Titán y usar la computadora planetaria, I.S.A.A.C., para rastrear la señal energética de la Presencia. Lo que no dejaba de ofrecer sus riesgos, puesto que, a tan corta distancia de la Tierra, también Quasar corría el peligro de ser detectado.
Dicho y hecho. Aproximándose al plano planetario del sistema solar de la Tierra por debajo, para intentar minimizar las posibilidades de ser descubierto, Quasar llegó a Titán tres días después. Allí fue calurosamente recibido, tanto por Mentor como por su hijo Eros.
– ¡Quasar! ¡Querido muchacho! ¿Qué te trae por Titán?
– ¡Quasi, colega! ¡Cuánto tiempo sin verte!3 ¿Qué noticias traes de la Tierra?
– Mentor, Eros, creedme si os digo que es un placer volver a veros. Sin embargo, mi visita no es en esta ocasión completamente desinteresada. Precisamente por noticias de la Tierra vengo a Titán. Tenéis que saber que no piso mi planeta desde hace meses, puesto que otro humano, llamado la Presencia, me culpa de la muerte de su hijo Vanguard, al que recluté para derrotar a los Desafiadores -un grupo de bandidos espaciales- cuando éstos secuestraron a Kayla Ballantine, mi novia por aquel entonces4. En su ansia de venganza, llegó a amenazar con matar a mi familia, por lo que tuve que fingir que me asesinaba y desaparecer de la Tierra5. No he vuelto a pisar mi planeta desde entonces, ni siquiera cuando estuvo a punto de ser destruido por las maquinaciones de Votan el Axi-tun6. Me he dedicado más a mi tarea de Protector del Universo, colocando antenas para monitorizar el espacio y estar al tanto de posibles amenazas. Precisamente recibí hace poco una señal de la que vigila la Tierra, indicándome que la firma energética de la Presencia había desaparecido de repente. Si I.S.A.A.C. pudiera aclararme qué es lo que ha pasado, me sería de gran ayuda.
– ¡Cómo no! – respondió Mentor. El anciano Titán se había conmovido con la historia de Quasar y deseaba ayudarle de todo corazón-. Ahora mismo vamos a la sala de control de I.S.A.A.C., y le pediremos que te ayude.
Una vez en la cámara, Quasar le explicó la situación al gigantesco ordenador.
– Entonces… ¿has entendido lo que quisiera que hagas?
– Por supuesto. Sin embargo, no puedo hacerlo.
– ¿Por qué? ¿Excede tus capacidades? ¿No puedes rastrear una firma energética individual a esta distancia?
– En absoluto. La distancia no es ningún problema. Pero, aunque me has descrito los poderes del ser llamado la Presencia con gran detalle, eso no me basta. Necesitaría una manifestación de su energía para saber qué he de rastrear.
– ¡Uf, I.S.A.A.C., vaya susto que me has pegado! Si ése es todo el problema, no te preocupes -como muchos otros seres, Quasar olvidaba a veces que I.S.A.A.C. era una máquina, y le atribuía sentimientos-. Mis bandas pueden reproducir cualquier tipo de energía con la que hayan entrado en contacto. ¿Cómo quieres que emita la energía?
– Bastará con que dirijas un rayo hacia el sensor que se encuentra debajo y a la izquierda, según tu posición, de mi pantalla principal.
– Muy bien -. Quasar se concentró, enviando a sus bandas la orden de recuperar y enviar todas las energías percibidas que tuvieran relación con Sergei-. ¡Ahí va! – y un fino rayo de energía surgió de su muñeca derecha, impactando en el centro del sensor indicado por I.S.A.A.C.-. ¿Cuánto crees que tardarás?
– Es difícil precisarlo. En cualquier caso, tan pronto como tenga un resultado definitivo os avisaré.
– Sí claro… perdona, es que esto es muy importante para mí.
– Por supuesto.
A continuación, los tres seres que podían hacerlo abandonaron la sala.
– Bueno, Wendell, ¿qué es lo que piensas hacer?
– La verdad es que no lo sé, Eros -, respondió el terrestre mientras ambos héroes paseaban por una de las amplias avenidas que existían en el interior de la luna de Saturno-. Todo dependerá del resultado del sondeo de I.S.A.A.C. Si me confirma que la Presencia ha muerto, eso significará que puedo volver a la Tierra sin peligro para mi familia. Por otra parte, mi tarea de Protector del Universo no me permite afincarme en un planeta. He de estar patrullando constantemente, no puedo bajar la guardia ni un instante para que no pase con Época lo que ocurrió con Eón7. ¿Qué clase de protector sería, si no?
– Claro, claro… -respondió Eros. La verdad es que el Titán encontraba un poco abrumadora la sensación de responsabilidad que se desprendía de las palabras del vengador cósmico. Aunque había madurado, Eros seguía siendo, por temperamento, un trotamundos, siempre en busca de aventuras con las que distraerse. Su estancia en Titán comenzaba a aburrirle, y sentía de nuevo aquella comezón que le impulsaba a surcar las estrellas y que hizo que se uniera a los Héroes Más Poderosos de la Tierra8.
– Eres más transparente de lo que te gusta aparentar, Eros. Aunque comprendes lo que digo, no compartes mis sentimiento. ¿No es así?
– No es eso, es que…
De repente, Eros se vio interrumpido por una atronadora voz de bajo:
– ¡Saludos, Quasar! Estoy contento de verte. ¿Qué es lo que te ha traído a Titán?
«Uf, salvado por la campana«, pensó, mientras el gigante de piel verde conocido como Drax el Destructor se acercaba a ellos.
– Saludos, Drax, pero…
– ¿Cómo es que ya no soy tonto? No, no te preocupes, tu cara lo dice todo -. Quasar había puesto una cara de gran extrañeza al no oír al ser que contenía el espíritu de Arthur Douglas hablar de sí mismo en tercera persona.- Mi hija9 decidió reparar el mal que me causó al matarme10 y me devolvió la inteligencia11. Ahora estoy reacostumbrándome a pensar, antes de partir a buscar a Thanos12.
– Quasar -la metálica voz de I.S.A.A.C. resonó en el aire-, si eres tan amable de venir, te mostraré los resultados del examen.
– En fin, Drax, ha sido un placer volver a verte. Me alegro de tu recuperación y te deseo suerte en tu búsqueda – y, sin más, Quasar salió disparado.
– Discúlpale, Drax -explicó Eros-, pero es que la información que tiene I.S.A.A.C. es muy importante para él. Sabes que generalmente es un modelo de educación y cortesía.
– No te preocupes, Eros, lo comprendo y le disculpo. Ve con él, que ya veo que te mueres de ganas.
– Bueno, I.S.A.A.C., ¿qué es lo que has descubierto? -Quasar ardía de impaciencia, y los nervios le traicionaban aunque Mentor y Eros estuviesen tras él-. ¿Qué ha ocurrido con la Presencia?
– Bien, la energía que me proporcionaste se está desvaneciendo. Conociendo el período de vida media de la radiación emitida por la Presencia y extrapolando los resultados, podemos concluir que dicha energía dejó de emitirse hace ciento nueve horas terrestres, quince minutos y… diecisiete segundos.
– ¿Es decir?
– Es decir, que puesto que la emisión de la citada radiación es un fenómeno inseparable e inevitable de los poderes de la Presencia, puede colegirse que, o bien el sujeto llamado Sergei ha perdido dichos poderes, o bien ha fallecido.
– ¿Eso es todo?
– No, todavía hay más. Rastreando el espectro electromagnético de la Tierra, he recogido las emisiones de vuestras estaciones de radio y televisión, así como las comunicaciones entre ordenadores. El resultado es que parece fuera de toda duda que la llamada Presencia ha muerto.
– ¿Cómo ocurrió?
– Refundiendo todos los datos que he recogido, lo que sucedió fue más o menos lo siguiente: enfurecido por la desaparición de su país, la llamada «Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas«, y por lo que él consideraba la claudicación del orgullo nacional de su país, el individuo llamado «La Presencia» atacó la base espacial rusa de Baikonur, a la que acusaba de colaboracionismo con los intereses capitalistas por permitir la presencia de occidentales en la estación espacial MIR. La situación llegó a ponerse tan tensa que los rusos, desesperados, llegaron a pensar en utilizar un misil nuclear para detenerle. Sin embargo, fue el Protectorado del Pueblo quienes le detuvieron. Enfrentado a ellos, la Presencia sobrecargó sus poderes más allá del límite que su cuerpo toleraba, y se provocó un colapso que acabó con su vida.
– Bien I.S.A.A.C., muchas gracias. Y a vosotros, Mentor y Eros, hasta la vista. Marcho a mi planeta a saludar a mi familia.
– No tan rápido, Quasi. Mientras venía hacia aquí he recibido una llamada por mi credencial de vengador. Se nos convoca a una reunión en la Mansión de los Vengadores, así que me voy contigo a la Tierra. De todos modos, ya me estaba aburriendo aquí… No te lo tomes a mal, padre.
– No te preocupes, hijo mío. Vuelve cuando puedas. Y tú, Quasar, sabes que aquí siempre te recibiremos bien.
– Gracias, Mentor, hasta la vista.
Cuando Quasar y Eros llegaron a la Mansión de los Vengadores, se encontraron en primer lugar a Thor, la Bestia y el Capitán América, que parecían estar repasando la lista de los miembros del grupo13.
– Eh, sí, Steve, sigamos con esto. ¿Quién toca ahora?
– Mmm, los Guardianes de la Galaxia no, son inaccesibles. Supongo que Starfox, que no ha veni…
– ¿He oído mi nombre? -dijo una voz repentinamente.
El trío de Vengadores miro asombrado para ver que, de repente, Eros de Titán había aparecido en la Sala de Reunión. Pero lo más sorprendente, para ellos, fue que viniera acompañado por el vengador cósmico.
– ¿Quasar? ¿Cómo puede ser? ¡Estabas muerto! -preguntó el aún asombrado Capitán América.
– Es una larga historia -contestó Wendell.
– Bueno, tendremos tiempo de sobra una vez terminemos con esto. Pero lo importante es que hayas vuelto -dijo alegre el Capitán.
– Ya sabes lo que dicen, Vengador una vez, Vengador siempre. No podíamos faltar a una fiesta -dijo Starfox sonriente como siempre.
– ¿Qué hacíais? -preguntó Quasar.
– Actualizando los paraderos de los Vengadores -contestó el Capi.- Bien, Quasar y Starfox están aquí. Pájaro Burlón, Doctor Druida, Caballero Luna, Thunderstrike, Chaqueta Amarilla II y Gilgamesh están muertos, me temo.
– ¿Gilgamesh muerto? -preguntó Eros asombrado.- Es imposible, los Eternos no podemos morir. Tendré que investigar eso…
– Oye, Capitán -interrumpió Quasar-. Cuando venía para acá, he captado un residuo de energía que me era totalmente desconocido. ¿Qué ha ocurrido?
– ¿No te has enterado? Perdona, se me olvidaba que has estado «muerto». Resumiendo, una entidad llamada Onslaught, nacida a partir de los peores instintos de Magneto y el Profesor Charles Xavier, estuvo a punto de destruir a la raza humana. Unidos todos los héroes logramos derrotarla, pero no sin bajas.
– ¿A qué te refieres?
– La Avispa y el Hombre de Hierro cayeron en la batalla.
– ¡Qué me dices! -exclamó Eros. No podía creer que no volvería a ver a la diminuta Janet, siempre de buen humor y cambiando de uniforme en cada aventura.
– Como lo oyes. Además, un mutante con poderes magnéticos, un tal Joseph, también cayó. El precio fue terrible, pero Dios sabe qué habría ocurrido en otras circunstancias14…
Mientras el Capitán América comunicaba la nueva situación post-Onslaught a los héroes más poderosos de la Tierra, Quasar y Eros se despedían.
– Bueno, Eros, voy a ir a ver a mi familia. Hace meses que no los veo.
– Lo comprendo, Quasar. Yo marcho a Olimpia a ver qué es todo ese asunto de la muerte de Gilgamesh.
– Cuando termine, iré a verte. También echo de menos a Makkari.
– Hasta la vista, pues.
– Hasta pronto.
– ¡Wendell! ¡Eros! ¡Esperad! -el Capitán América les detuvo cuando se disponían a partir.
– ¿Sí, Capi? ¿Qué quieres?
– El Escuadrón Supremo acaba de llamar desde el Proyecto Pegaso. Se disponen a regresar a su Tierra. Te lo digo porque sé que son amigos tuyos, por si quieres despedirte.
– Gracias Capi. Parece que el saludo a mi madre tendrá que esperar. ¿Vienes, Eros?
– Bueno, no creo que un poco de tiempo más me impida averiguar qué ha ocurrido con Gilgamesh. Vamos allá.
Cuando aparecieron en el Proyecto Pegaso, Quasar provocó la misma reacción de asombro:
– ¿¿¡¡Quasar!!?? Pero… pero… si estabas muerto -dijo el asombrado Doctor Espectro.
– Parece que los rumores de mi muerte fueron exagerados. Y también parece que he llegado justo a tiempo. ¿Os vais a casa?
– Si la maquina de Espe funciona, lo intentaremos -dijo Alambre.
– Bueno, yo sólo había venido para deciros que estaba vivo, pero el Capi me llamó diciendo que os ibais y se me ocurrió darme prisa. Bueno, pues solo era eso, deciros adiós. Que tengáis buen viaje -la emoción de ver que sus buenos amigos volvían por fin a su mundo había hecho que Quasar no narrara los hechos como exactamente habían ocurrido, pero ¿qué más daba?
– Muchas gracias, Q. Ven a visitarnos algún día -dijo Alondra.
– Lo intentaré. Adiós -dijo el Vengador Cósmico, y se fue en un destello de luz como había venido, acompañado de Starfox15.
-A propósito, Eros, ¿sabes cómo llegar hasta Olimpia?
– Sí, Quasar. En una de mis primeras aventuras como vengador16 conocí a mis parientes terrestres, y aunque no por mi voluntad, visité su ciudad.
– ¡Uf, menos mal! Yo nunca he estado en Olimpia, y nos íbamos a ver en un brete si dependiéramos de mí para llegar. Te diré lo que vamos a hacer: yo voy a hora a ver a mi madre, y nos encontramos en Olimpia.
– ¿Y cómo piensas encontrar un sitio en el que nunca has estado?
– Rastrearé la señal localizadora que emite tu credencial de Vengador con mis bandas cuánticas.
– Muy bien Quasar. Hasta la vista, pues.
– Hasta luego.
Acelerando, Wendell Vaughn se dirigió hacia la casa de la familia, en Oskosh. Aterrizando en un bosquecillo cercano, guardó su uniforme en una de las gemas de sus bandas17 y vistió ropa de calle, para no llamar la atención de los vecinos. A buen paso se dirigió hacia su casa.
– ¡Hola, Wendell! ¿Dónde has estado? Hace mucho que no se te ve por aquí.
– ¡Hola, señora Cranston! He estado de viaje.
– Ten cuidado, Wendell. Uno nunca sabe qué puede comer en esos sitios del extranjero.
– Lo tendré, señora Cranston. Cuídese.
Sin más encuentros, Wendell entró en la casa.
– ¡Hola! ¿Hay alguien en casa!
– ¿Sí? ¿Quié…? ¡¡¡WENDELL!!! Has vuelto a casa -y madre e hijo se fundieron en un abrazo.
– No por mucho tiempo, mamá -dijo Quasar cuando pudo hablar-. La dura vida del esforzado protector del Universo, ya sabes… Sin ir más lejos, ahora mismo tengo que marcharme a investigar una cosa. Pasé sólo para confirmarte que la Presencia ha muerto, y que, por lo tanto, podré venir con más frecuencia por la Tierra.
– Bueno, hijo haz lo que debas. Cuídate y vuelve cuando puedas.
– Vale, mamá. Hasta pronto. -Saliendo de la casa por la parte de atrás, Quasar despegó rápidamente para evitar ser visto y ascendió -. Ahora es el momento de probar ese truco del que hablan todos mis colegas voladores. Si me mantengo estático y dejo que la Tierra gire debajo de mí, debería llegar rápidamente a mi destino. ¡Probemos! -y, concentrándose, Quasar pasó del dicho al hecho-. ¡Mecachis! ¡Cuanta agua hay ahí abajo! Subiré un poco para coger perspectiva… ¡Demonios, no tuve en cuenta que la rotación de la Tierra jugaría en mi contra! ¡Estoy en medio del Pacífico! Bueno, un anclaje un poco más largo debería dejarme… ¡justo aquí, en el Egeo! Ahora, a ver si sintonizo con la tarjeta de Eros… ¡sí, ahí está!
Dirigiéndose directamente a la fuente de la señal que captaban sus bandas cuánticas, Quasar pasó en un instante de lo que parecía la tranquila campiña griega a una ciudad de arquitectura entre clásica y futurista.
– ¡Quasar! -le saludó Eros mientras se acercaba-. ¡Por fin has llegado! ¿Qué te retuvo? Bueno, no importa -añadió de inmediato, sin darle tiempo a responder-. Ven, te voy a presentar a estos primos lejanos míos: ésta es Thena, la jefe de los Eternos terrestres. Este rubiales es Ikaris…
– Si, ya nos conocemos18. Hola, Ikaris, ¿cómo te va?
– …el chaval es Duende (no le pierdas de vista), el negro de aquel extremo es Festos, el ingeniero de la ciudad, el desviante es Karkas…
– ¿Un desviante? Pero yo creía que…
– ¿Todos los desviantes eran malvados? Las generalizaciones son peligrosas, humano…
– … y aquí está Gilgamesh. Vivito y coleando, como puedes observar.
– Ya lo veo. ¿Qué es lo que ha ocurrido, Olvidado?
– No lo sé. Eros me ha dicho que una persona que creíais ser yo murió hace poco19. Lo único que puedo suponer es que se tratara de un ser de otra Tierra paralela. Y, desde luego, no de un Eterno, porque como es bien sabido…
– ¡Los Eternos no pueden morir! -corearon Wendell y Eros.
– Eso.
– Oye, Eros, no veo por aquí a Makkari. ¿Es que no está en Olimpia?
– Oh, sí, pero tiene un pequeño problema.
– ¿A qué te refieres?
– Creo que su amigo podrá explicártelo mejor que yo.
– ¿Quién? ¿Tú? -exclamó sorprendido, cuando un hombre de cabello y barba intensamente rubios se le acercó-. ¡El Alienígena Enterrado!
– Bueno, ese fue el nombre que di cuando nos conocimos20. Sigo sin recordar mi nombre, pero ahora me hago llamar Avance Veloz. En cuanto a tu amigo Makkari, él y yo participamos en un Maratón Galáctico21. Ganó él, pero para hacerlo tuvo que derribar las barreras mentales que limitaban su velocidad. Como resultado, quedó atrapado en la hipervelocidad, y sólo los seres superrápidos como yo podemos comunicarnos con él.
– Y ahora, ¿dónde está?
– A eso iba. Vinimos a Olimpia por si sus parientes podían hacer algo para curarle, pero hace un par de días que no le he visto.
– ¿Qué dices? Espera un momento, y realizaré un barrido con mis bandas… ¡Sí! Aunque débil, puedo captar un rastro de teleportación. Tendré que aumentar la intensidad del barrido… ¿qué es eso?
– ¿El qué? -preguntaron Avance y Eros al unísono.
– Hay una nave orbitando la Tierra. Cuando vinimos no la detecté porque estaba camuflada, pero ahora, al seguir hasta su fuente el rastro de la teleportación, he podido descubrirla. Creo que de allí ha partido quien haya raptado a Makkari.
– Y a más gente -interrumpió Ikaris.
– ¿Qué quieres decir? -preguntó Quasar.
– Los hijos de Thena han desaparecido. Y tenemos noticias de que también lo han hecho varios desviantes de Lemuria…
– Esto es más grave de lo que parece. Iré a investigar.
– Te acompañaremos.
– No es conveniente, Ikaris. Es mejor que vaya yo sólo delante, por si hay problemas, en vez de meternos todos juntos en la boca del lobo.
– De acuerdo, Quasar. Como gustes.
Elevándose, Quasar llegó al cabo de pocos minutos ante una gigantesca nave espacial que orbitaba la Tierra. De no haber sabido que estaba allí, su sistema de camuflaje habría impedido que la descubriera. Una compuerta se abrió, invitándole a entrar. Quasar avanzó con precaución por el pasillo, hasta que llegó a una espaciosa sala en cuyo centro había un sillón de alto respaldo, y sentada en él una figura humanoide.
– ¿Qué deseas, muchacho?
– ¿¡Tú!?
Por fin, Quasar comprendió la razón de las desapariciones. Pues se hallaba en la nave del mayor acaparador de entes de todas clases del Universo. Estaba en la nave del Primigenio llamado Taneleer Tivan. Estaba ante el Coleccionista.
1.- El Capitán Marvel, por las razones expuestas en Quasar # 23-25.
2.- A saber: Richard Grayson, William Wesley y Maelstrom. En Quasar # 1, 1 y 22, respectivamente.
3.- Quasar y Eros no se ven desde Quasar # 59.
4.- En la saga Desafío Estelar.
5.- En Quasar # 60.
6.- En Starmasters # 1.
7.- El mentor cósmico de Quasar fue asesinado por Maelstrom en Quasar # 23.
8.- Hace muuuuuucho, en Vengadores # 231.
9.- Heather Douglas, a.k.a. Dragón Lunar.
10.- Hace más todavía, en Vengadores # 220.
11.- En Poderes Cósmicos Unlimited # 4 (inédito en España).
12.- Esto ocurre antes de lo narrado en Poderes Cósmicos # 3 a 5.
13.- No nos digas que todavía no te has leído Vengadores # 403.
14.- Nosotros sí lo sabemos (pssst: Héroes Reborn). Pero eso es una realidad alternativa, no el verdadero Universo MarvelTopía…
15.- ¿Tampoco has leído Escuadrón Supremo # 1?
16.- A partir de Vengadores # 246.
17.- Puede hacerlo desde Quasar # 18.
18.- Se conocieron en Quasar # 29
19.- En Vengadores # 391.
20.- En Quasar # 17
21.- Quasar # 58.
Hola a todos, fieles lectores MarvelTopicos. Bienvenidos al primer numero de esta nueva serie de MarvelTopia. Nos ha costado un poco sacarlo (como habréis notado, ya que ha habido referencias en otras series a este numero, antes siquiera de haberlo sacado), pero aquí esta, y espero que os guste. Vamos a intentar seguir el tono que Mark Gruenwald, alma-mater de la serie, y guionista de todos los números excepto uno le dio. (Por si alguien no se ha dado cuenta, soy un gran fan de Gru, como puede testificar que también escriba Escuadrón Supremo, otro serie que también hizo Gruenwald) Por otro lado, Bergil es un gran fan de las series cósmicas, como pueden atestiguar su docena de números ya publicados de Poderes Cósmicos. Haceros un favor y leedla, no solo es la serie que mas veces sale al año en MarvelTopia, también es una de las mejores.
Y ya esta bien por hoy. Os espero aquí el próximo numero. No faltéis.