Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.
#8 – Hogar, ¿dulce? hogar
Por Bergil
Fecha de publicación: Mes 8 – 12/98
PRÓLOGO 1
En el laboratorio del Extraño, las paredes crepitaban con la energía que desprendían las manos del poderoso ser.
-¡Es inútil! Por más que lo intento, no logro penetrar en su interior… Y no me atrevo a emplear más energía. Correría el riesgo de dañar algo tan precioso…
PRÓLOGO 2
El Señor del Fuego se encontraba de nuevo solo. Una vez acabada la crisis con el Extraño 1, volvía a no tener un objetivo definido. Por lo que se dedicó a pensar. Contra la creencia general, Pyreus Kill no era tonto; lo que ocurría es que demasiadas veces dejaba actuar su temperamento explosivo, se le «calentaban» las ideas; pero uno no llegaba a altos puestos en el ejército xandariano siendo un zote sin cerebro. Recordaba demasiado bien las últimas palabras que había pronunciado el Extraño antes de dejarles: «Tengo otras cosas que hacer».
«¿Qué cosas puede tener alguien así que sean más importantes que su orgullo al haber sido vencido por un puñado de seres inferiores, o que el estudio de una nave inteligente?», pensaba el antiguo heraldo del Devorador de Mundos. «Nada bueno, eso seguro. Bueno, no tengo nada mejor que hacer, así que investigaré un poco». Concentrándose, el Xandariano examinó el subespacio, buscando el rastro de la teleportación del Extraño. Cuando lo hubo encontrado, se lanzó en su persecución.
Una vez dispersados los demás seres poseedores de poderes cósmicos, Jack y Ganímedes se encontraron el uno en compañía del otro.
-¿Qué hacemos ahora, Jack?
-Pues verás, Ganímedes: todo este asunto del Extraño y los korbinitas me ha traído a la memoria el caso de Contraxia. Ya sé que ambos casos no son exactamente iguales, pues el problema de Korbinia fue la explosión del núcleo de su galaxia 2, mientras que en Contraxia lo que ocurrió fue que el sol se encontraba moribundo 3; pero si los contraxianos no hubieran contado conmigo para suministrar energía a la estrella, es seguro que tendría las mismas salidas que los korbinitas: marcharse o morir. Lo que quiero decir, Ganímedes, es que echo de menos Contraxia. Sólo he estado una vez en el planeta del que proviene mi madre, y quisiera verlo de nuevo. ¿Te importaría acompañarme?
-No seas tonto, Jack. Por supuesto que estaré encantada de acompañarte a donde quieras ir: ahora que te he encontrado de nuevo, no pienso perderte. Pero me tienes que prometer que cuando abandonemos tu planeta iremos a Leda 4, a intentar convencer a Perséfone de que abandone su postura irracional.
-Trato hecho, cariño: cuando dejemos Contraxia, iremos a ver a tu colega.
Y así diciendo, ambos seres emprendieron el viaje a Contraxia.
-¿Ese es tu planeta Jack? El sol parece gozar de buena salud.
-No es para menos, Ganímedes, con toda la energía que le metí antes de marcharme.
-¡Qué tranquilo parece Contraxia visto desde aquí! Es tan diferente a todo lo que siempre he conocido…
-Contraxia es tranquilo también a nivel del suelo, cariño. Las normas por las que se rige el planeta, el Código lo llaman, propugnan el pacifismo. Obviamente, como en toda sociedad tolerante, hay una minoría de disidentes. En Contraxia, esos disidentes propugnaban, cuando vine a salvar el planeta, abandonar esos ideales pacifistas e iniciar una política de conquistas para obtener nuevos planetas en los que vivir. Incluso me atacaron cuando vine a Contraxia; pero como he dicho, no son más que una minoría. Y ahora, bajemos, Si no recuerdo mal, la ciudad principal del planeta se encontraba por allí…
Al aproximarse a la urbe, una figura se destacó sobre las demás: una estatua de proporciones gigantescas, que representaba a un ser antropomorfo con las manos apoyadas en la cintura. Al estar de espaldas, no pudieron reconocerlo de inmediato, pero su identidad no dejó lugar a dudas una vez lo vieron de frente.
-¡Cielos, Jack, eres tú!
-Tienes razón. Dios mío, nunca pensé que fueran a hacerme semejante monumento. Bueno, bajemos a tierra y caminemos un poco.
Apenas habían dado unos pocos pasos cuando se percataron de que quizá no había sido una buena idea. La gente comenzó a corear gritos de «¡Viva Sota de Corazones! ¡Viva nuestro salvador!». Y mientras que algunos se apartaban de él con un rastro de miedo en los ojos, la mayoría se acercaban con reverencia y se limitaban a tocarle, como si su contacto tuviera alguna propiedad salvífica.
-Ganímedes, está claro que en este planeta las cosas se han salido de madre. Sígueme, que vamos a ver a alguien que podrá explicarme lo que ha ocurrido sin perder la cabeza.
-¿De quién se trata, Jack?
-Es una de las personas más equilibradas que conozco. En la Tierra se hacía llamar Marcy Kane, y fue la responsable de que me trajeran a Contraxia a salvar el planeta.
Y despegando, Jack se dirigió hacia el centro científico. Penetró en el gran edificio por una de las terrazas de las plantas superiores, con Ganímedes justo detrás de él. Dobló una esquina y se encontró ante una puerta que, en caracteres contraxianos, llevaba el nombre de la antigua amiga del terrestre Peter Parker. Jack llamó con los nudillos; cuando una voz femenina dijo «Pase«, presionó el picaporte y entró. La mujer que se encontraba sentada detrás de la amplia mesa no mostró sorpresa alguna cuando le vio entrar.
-Hola, Jack. Cuando me enteré de que habías regresado a Contraxia, supuse que vendrías a verme.
-Hola, Marcy. Ha pasado mucho tiempo.
-Desde luego. Veo que has cambiado de traje 5. Mejor; el antiguo parecía el vestuario de un musical sobre Las Vegas. Este es más discreto. y ¿quién es la encantadora dama que te acompaña?
-¡Oh, perdona, estoy olvidando mis modales! Marcy, te presento a Ganímedes. Ganímedes, esta es Marcy Kane, de la que ya te he hablado.
-En buenos términos, espero -interrumpió Marcy Kane.
-Bueno -atajó Jack-, vamos a lo que de verdad importa. ¿Qué es lo que ha ocurrido en Contraxia desde que me marché? Me levantan estatuas del tamaño de un edificio, la gente me vitorea, unos se me acercan y otros se alejan, pero todos con reverencia… ¿Qué demonios pasa, Marcy?
-Verás, Jack. Cuando regeneraste la estrella, salvaste a Contraxia. Eso te granjeó el agradecimiento de casi todo un planeta. La mayoría de la gente ha pasado a considerarte una especie de dios, de ahí la reverencia. No es que nosotros, los científicos, no te estemos agradecidos: al fin y al cabo, salvaste a Contraxia de su fin. Pero sabemos perfectamente que lo que te da tus poderes, tu energía, lo que en definitiva reanimó al sol, fue el Fluido Cero que corre por tus venas. Hiciste algo excepcional, pero para nada divino: por lo demás, eres un contraxiano como el resto. Pero volviendo al asunto del temor reverente, apuesto lo que quieras a que entre los que se te acercaban, algunos te tocaban, como si tu contacto tuviera propiedades taumatúrgicas. ¿Me equivoco?
-No, has acertado de pleno.
-Observo, Marcy Kane, que has dicho «agradecimiento de casi todo un planeta». Siendo como eres una científica, esa salvedad no estará hecha a la ligera.
-En efecto, la introduje con toda la intención del mundo. Existe una facción de fundamentalistas que rechaza lo que hiciste, Jack. Según ellos, y llevando el Código al extremo, Contraxia estaba condenada, y nada debía hacerse para torcer el curso de los acontecimientos. Por lo tanto, tú no deberías haber reactivado el sol, y más que como a un dios, te ven como a un demonio al que hay que exorcizar. Cuídate de ellos, Jack, si es que piensas quedarte por aquí.
-Sí, pienso pasar en Contraxia una temporada para así conocerla mejor, pero ¿por qué debería cuidarme de ellos? Si, como dices, llevan el Código al extremo, no me harán nada.
-Ah, pero es que a ellos se han unido los que propugnaban una actitud militarista ante el desastre que nos amenazaba. Como ya te he dicho, te ven como un demonio, y defiende la tesis del «todo vale» para ello. Estatuas tuyas en distintas partes del planeta han sido objeto de ataques, y algunas han quedado destruidas. Te lo repito: cuídate de ellos.
-No te preocupes, Marcy. Como tú has dicho, aunque sea un contraxiano como los demás, o, por mejor decir, un medio contraxiano como los demás, el Fluido Cero corre por mis venas. Esa diferencia fundamental debería darme poder suficiente para protegerme. Ahora, hasta la vista, Marcy. Me voy a dar una vuelta por el planeta.
-Hasta la vista, Jack. pero hazme caso: no te confíes.
Durante los días que siguieron, Jack y Ganímedes se dedicaron a vagar sin rumbo por el planeta, disfrutando el uno del otro y de la belleza del paisaje contraxiano. Aunque al principio deambularon por las ciudades, las continuas muestras de reverencia de la gente hicieron que buscaran los lugares más apartados, donde nada turbara su soledad.
Una tarde, en una isla deshabitada en medio del océano contraxiano, Jack se desahogó con Ganímedes.
-Ya no lo aguanto más, cariño. Esta gente va a volverme loco.
-Tranquilízate, Jack. Así no arreglas nada.
-Ya lo sé, Ganímedes. Deberías haberme conocido antes, cuando golpeaba antes de preguntar. Ahora estoy calmado. Es sólo que toda esta actitud me resulta irritante. Se supone que Contraxia era una sociedad avanzada, en la que devociones religiosas de este tipo no tendrían cabida. ¡Dios mío! Si hasta han llegado a pedirme que realizara milagros. ¿Recuerdas?
-¿Cómo no voy a acordarme?
Había ocurrido justo antes de que abandonaran las áreas civilizadas de Contraxia para disfrutar de los territorios vírgenes. De hecho, aquella situación había sido el detonante que provocó la huida, la gota que desbordó el vaso. Jack y Ganímedes se encontraban paseando cuando de repente se les acercó una mujer envuelta en harapos y que cojeaba ostensiblemente.
-Por favor, señor -había dicho-, tú que todo lo puedes, cúrame de mi cojera.
-¿Qué dices, mujer? Yo no puedo curarte.
-¿Por qué te niegas a curarme, señor? ¿Acaso no soy digna?
-Ganímedes, vámonos de aquí – y Jack despegó a toda velocidad, sin pararse a observar si su compañera le seguía.
-Hemos de acabar con este sinsentido, Ganímedes.
-Estoy de acuerdo, Jack. Pero ¿cómo vamos a hacerlo?
-Ahora mismo nos vamos a ver a Marcy. Tengo una idea.
-Marcy -dijo Jack sin más preámbulos cuando entró en el despacho-, necesito que me hagáis un favor.
-Tú dirás, Jack.
-¿Existe algún modo de dirigirme a todo el planeta simultáneamente?
-Por supuesto. Tenemos una red de comunicaciones global que lo hace posible.
-Perfecto. Entonces quiero que difundáis la noticia de que mañana a mediodía, hora de aquí, me dirigiré a todo el planeta. Si, como dices, la mayoría me venera como aun dios, no habrá ningún problema para que estén pendientes de mis palabras. ¿Desde dónde será la emisión?
-Este edificio es el único que cuenta con los medios técnicos necesarios para lanzar una señal de tal magnitud.
-Perfecto. Entonces, hasta mañana.
A mediodía en punto, hora de la capital de Contraxia, una imagen apareció en todos los hogares y plazas públicas del planeta, en todos los lugares en los que hubiera un receptor. Desde la explanada situada ante el centro científico, Jack se dirigía a todo un plantea.
-Ciudadanos de Contraxia -comenzó-, me dirijo a vosotros para acabar de una vez por todas con la presente situación. De vuelta a este planeta después de una prolongada ausencia, me encuentro con que existe la creencia generalizada de considerarme como una especie de dios. Y esto no es así. Mi nombre es Jack Hart. Nací en otro planeta, llamado Tierra por sus habitantes. Mis padres eran Phillip y Marie Hart. Él era terrestre; ella, contraxiana. Mis padres descubrieron una fuente de energía casi ilimitada, el Fluido Cero; pero ciertos individuos, temerosos del peligro que esto podría suponer para sus negocios, mataron a mi padre y me arrojaron a mí a un depósito en el que se contenía ese fluido cero. Tal circunstancia, y no un origen divino, es lo que me dio los poderes que ahora poseo. Por todo lo demás, soy una persona como vosotros, con las mismas flaquezas, debilidades y necesidades. También vosotros tenéis, cada uno a vuestro modo, cualidades que le hacen especial. Y es por ello que…
en ese momento, una fuerte explosión ahogó las palabras de Jack. Alguien había lanzado un cohete hacia donde se encontraba. Habían fallado por escasos metros, lo que le había salvado la vida; pero las personas que se encontraban a su lado (Ganímedes y Marcy), al no poseer sus poderes, no habían sido tan afortunadas, Cuando el humo se disipó, Jack pudo ver que yacían inconscientes entre los escombros, y que sangraban por varias heridas. Pero no tuvo necesidad de preguntarse quiénes habían causado aquel desastre, pues ellos mismos se descubrieron.
-¡Muerte a Sota de Corazones! ¡Muerte a la rareza blasfema! -gritaban un grupo de contraxianos. «Indudablemente, se trata de aquel grupo de nihilistas del que me habló Marcy«, pensó Jack.
Olvidando el Código, la muchedumbre se lanzó contra el grupo de vociferantes. Probablemente, en su furia habrían acabado con ellos. De no ser porque, a pesar de haber sido alcanzado por la explosión y de la preocupación que le inspiraba Perséfone, Jack voló hasta ellos para detenerlos.
-¡No! No debéis matarlos.
-Pero señor, han osado atacarte. Tal sacrilegio…
-¿Es que no habéis escuchado nada de lo que os he dicho? No soy un dios. Soy una persona como vosotros. Y lo que han hecho estas personas está mal, con independencia de la persona contra la que se dirigían. Está mal porque en su odio ciego, personas inocentes han resultado afectadas por sus actos. Está mal porque la violencia nunca soluciona nada. Por lo tanto, lo que ibais a hacer vosotros también está mal. Así no se arregla nada: deben ser entregados a las autoridades para que sean juzgados conforme a las leyes. Justicia, y no venganza, es lo que corresponde.
Unas semanas después, Jack y Ganímedes se despidieron de Marcy Kane.
-Adiós, Marcy. Ahora que Ganímedes ya está recuperada, tenemos que seguir nuestro viaje. Hay asuntos que reclaman nuestra atención.
-De acuerdo, Jack. Parece que tus palabras, unidas al hecho de que te vieron sangrar, ha convencido a la gente de que eres como los demás.
-A Dios gracias, el cohete no me afectó demasiado. De haberlo hecho, la liberación de toda mi energía habría tenido efectos catastróficos en la muchedumbre.
-Hasta la vista, Jack. ¿Volveremos a verte?
-Sin duda. El que sea miembro de dos razas hace que tenga dos hogares. Hasta la vista, Marcy.
1.- En Poderes Cósmicos # 5.
2.- Como se contó por primera vez en el ya clásico Thor # 338.
3.- Como se vio en la serie limitada Sota de Corazones.
4.- La más pequeña de las lunas de Júpiter. En ella se encontraban ambas Célibes cuando la visitó el Hombre Imposible en Poderes Cósmicos # 2.
5.- Se vio por primera vez en Estela Plateada v. III # 78
Como veréis, me he tomado una pequeña licencia al dar nombre a la luna de Júpiter donde se encontraban las célibes. Marvel sólo había dicho que se trataba de una pequeña luna de Júpiter, por lo que he optado por elegir la de menor tamaño de entre las que se conocen en la Tierra y han recibido un nombre identificativo.
Os pido que no olvidéis escribir a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores bergil@altavista.net . Hasta ahora sólo he recibido un mensaje, y me gustaría saber qué os está pareciendo la serie. Os recuerdo también que sigue en marcha el concurso para dar nombre a los posibles nuevos Primigenios del Universo que se presentaron en el número 5 de la serie.
En cuanto al próximo número: Jack y Ganímedes van a Leda a encontrarse con Perséfone. Y más datos sobre el Extraño y el Señor del Fuego. Y a partir del número diez, una saga en tres partes en la que todo quedará claro, que traerá visitantes inesperados y que será el comienzo de una nueva era de grandeza cósmica, en el mejor estilo MarvelTopía.
Nuff said, true believers.