#3 – Caos III
En nombre de la familia
Por Tomás Sendarrubias
Fecha de publicación: Mes 216 – 4/16
Plaza del 4 de Febrero, Caracas. Venezuela.
-¡Sofía, no!-grita Moonstar, corriendo hacia la muchacha de ojos perdidos, pero es demasiado tarde, y un golpe de viento brota de inmediato de la joven, alcanzándola a ella y a todos los presentes en la plaza, y sembrando el caos al instante. Moonstar cae al suelo, sintiendo como si la hubieran golpeado con un muro, y escucha los gritos y la angustia de la gente que, hasta ese momento, estaba disfrutando de una sencilla tarde de paseo. La chica comienza a alzarse empujada por el viento, y Danielle escucha como una papelera se estremece a su lado, crujiendo y arrugándose, hasta que los tornillos que la sujetan ceden y sale volando, golpeando una ventana con un estallido de cristales.
-¡Mi hijo!-grita alguien-. ¡Mi hijo (1)!
Dani se gira para ver como un niño de unos cuatro años es arrastrado por la fuerza del viento, escuchan un crujido y ve cómo la azotea de un edificio comienza a desplomarse sobre la plaza, amenazando con aplastar a los viandantes aterrados, pero una descarga de plasma reduce los cascotes a polvo, y puede ver a Cable disparar, aferrado a un banco de piedra. La madre grita, y Moonstar salta, dejándose llevar por el viento y agarrando al niño, al que envuelve con sus brazos, deteniendo el impacto del suelo con su cuerpo. Busca a su alrededor algo para agarrarse, pero lo que la joven llamada Sofía ha convocado es un tornado en pleno corazón de Caracas. El polvo se le mete en los ojos, y se aferra a la baranda de la zona infantil, apretando al lloroso niño contra su pecho. No sabe dónde está la madre del niño y no se atreve a pensar en ello.
Aferrado al banco de piedra, Cable trata de afirmarse y tener un blanco claro sobre la muchacha, pero hay docenas de objetos en el aire que le impiden la visión, y se maldice a sí mismo. Debería haber disparado antes, pero la sorpresa le ha hecho distraerse. Dyscordia de nuevo… es como una pesadilla recurrente. Tratando de apartar la imagen de su clon de su cabeza, Cable cree tener a Sofía a tiro, y dispara, después de regular su arma en daño no letal. La descarga de plasma rojiza está a punto de impactar en ella, pero los restos de una señal de tráfico aparecen de golpe, llevados por el frenético huracán que les envuelve, y se deshacen con el calor del plasma, que aún así alcanza a Sofía en un brazo. Por un momento, la muchacha parece distraerse y el viento amaina, pero entonces, furiosa, parece desatarse aún más, mientras el viento lleva sus gritos, y dirige sus manos a Cable, que se envuelto en su propio torbellino, incapaz de dejar de moverse, de detener sus giros, de respirar…
-Yo soy Manifiesto-dice la muchacha, y Moonstar puede imaginarse en esos mismos momentos la cara difuminada de este en todos los ordenadores y dispositivos móviles de Venezuela y medio mundo, diciendo una a una las palabras que la muchacha estaba lanzando al viento-. Los mutantes ya no agacharemos más la cabeza. Ya no resistiremos más golpes. No pondremos más la otra mejilla. Devolveremos cada agresión, cada afrenta, cada uno de nuestros muertos, multiplicado por mil. Por cien mil. Por un millón.
Algo metálico golpea bruscamente a Moonstar en pleno rostro, partiéndole el labio y haciéndole un profundo corte sobre una ceja, y dejándola aturdida. El niño resbala de sus manos, y todo lo que puede hacer es sujetarle por el faldón de la camisa antes de que el viento se lo arrebate.
-¡No!-grita Danielle, sintiendo como la tela cede y se rompe, y lo pierde…
Una sombra azul y plateada cruza ante sus ojos, al tiempo que un peso cae sobre ella, anclándola al suelo.
-¡Tranquila, Dani!-dicen encima de ella, y reconoce la voz de Vaina, envuelta en piedra y sujetándola para evitar que saliera volando. Con un movimiento brusco, Vaina hunde sus garras de piedra en el propio suelo. A su lado, y sin soltar al niño, Estrella Rota gira con las piernas sobre uno de los arcos de acero de la zona infantil, cae al suelo y corre a favor del viento, aprovechándolo para acelerar y pasar por encima de algunos obstáculos, llevándose al niño a un lugar seguro.
-¡Habéis tardado mucho!-grita Moonstar, tragándose las lágrimas de alivio mientras de reojo, percibe el resplandor de la «magia» de Wiccan, aunque es incapaz de escuchar sus palabras, ahogadas por el viento, pero su poder es efectivo, porque la mayoría de los escombros que volaban a su alrededor, se convierten en mariposas, inmediatamente arrastradas por el aire, pero completamente inocuas.
-¡Hay que pararla!-dice Moonstar, y Vaina asiente, empujándole un comunicador en la oreja, que vibra un momento antes de permitirle escuchar una voz fría como el hielo.
-Soy Sabia, tengo a la chica a tiro-dice ella y de inmediato, Danielle nota un escalofrío. ¿Esa es la solución? ¿Acabar con la chica?-. Dadme ok y la tumbo.
-¡No!-protesta Moonstar-. ¿Dónde está Omega? ¿Dónde está Quentin?
-Él y Anole están evacuando la zona-informa Sabia-. La perderé en tres…
-No…
-Dos…
-¡Dispara Sabia!-ordena Cable.
-¡No!
Hay un momento en el que parece que todo va a salir volando, que el propio mundo se va a soltar de lo que sea que le sujete y se va a lanzar al tornado como la cabaña de Dorothy en el Mago de Oz. Y entonces, el viento cesa, y Sofía cae al suelo desde cinco metros de altura, con un crujido de huesos rotos y un agujero abierto en la parte trasera de la cabeza.
-Objetivo eliminado-informa Sabia por el comunicador, Dani siente que el mundo se tambalea. Zafándose de Vaina, Moonstar se dirige hacia el lugar donde está el cuerpo muerto de Sofía Mantega, y se desploma a su lado, escuchando las sirenas de la policía y el ejército que se acercan. Era una niña. Ni siquiera se había quitado de la chaqueta una chapa con la foto de los cinco cantantes de One Direction. La chaqueta, la falda, los calcetines altos de encaje, los zapatos de charol… era el uniforme de algún colegio. Y Danielle se imaginaba lo que encontrarían si investigaban: la vida de una chica completamente normal, como Holly Morrow o Sergyi Silov antes de encontrarse con alguien en X-Perience. Alguien que estaba repitiendo los atentados que los locos seguidores de Dyscordia habían llevado a cabo en el futuro desde el que Cable había llegado. Una chica completamente normal. Y mutante.
-Dani, el Profesor está preparando el transporte-dice Vaina, apareciendo a su lado-. Tenemos que irnos…
-La hemos matado, Paige. Esto no es lo que hacemos…-masculla Danielle, y Paige niega con la cabeza.
-No había muchas otras formas de hacerlo.
-Yo habría podido…
-Dani, lo discutiremos luego…-replica Paige nerviosa. Las fuerzas de seguridad venezolanas comienzan a aparecer en la plaza, y si no se equivoca, estarán deseando encontrar un chico expiatorio, como por ejemplo, un par de jóvenes mutantes…
-Profesor, transporte para todos. Ya-ordena Cable a través de los comunicadores, y bajo sus pies, Danielle y Paige notan que el espacio se rompe y el mundo parece curvarse.
Condado de Cumberland, Kentucky.
Casa de los Guthrie.
Cuando Jeb vuelve a casa, está ya anocheciendo. Casi puede verlos a todos preparándose para cenar en la mesa grande de la cocina. Huele a maíz y a mantequilla. Escucha el ladrido de los perros en la parte de atrás, y sube los escalones que llevan a la puerta principal de la casa. Abre la puerta y entra en el salón, y al instante, es casi arroyado por Cissie y Lewis, que bajan corriendo las escaleras para ir a la cocina. Jeb se detiene un momento y respira. Huele a especias, a tomate… En el salón, Jay toca la guitarra. Jay, que siempre está enamorado, que siempre tiene a una chica en la cabeza, que siempre sufre por el amor no correspondido, o por el correspondido, o por cualquier cosa.
-¡Jay, suelta eso y ven a cenar!-dice su madre desde la cocina, y Elizabeth se asoma a la puerta de la cocina, probablemente para llamar a Jay, pero se detiene al ver a Jeb de pie en el pasillo.
-Jebediah Guthrie…-comienza a decir, frunciendo el ceño en un gesto que había heredado de su madre-. Te vas a llevar una buena bronca…
Jeb no responde, se limita a pasar a su lado, y se detiene en la puerta de la cocina, mirando hacia dentro. Cissie y Lewis están ya sentados en la mesa, con grandes vasos de leche delante, mientras Joelle reparte en platos las mazorcas de maíz y los guisantes que acompañarán el plato de pasta con tomate y carne que su madre termina de preparar en la barra grande. Melody entra por la puerta trasera, frotándose las manos, probablemente de dejar fuera la cesta de la leche con las botellas vacías.
-¡Jay, ven a ayudar a Jeb a poner la mesa!-ordena Lucinda Guthrie, sin darse la vuelta, un gesto que Jeb, en otro momento, no hubiera dudado en reconocer. La tormenta se acercaba.
-Mamá…-masculla Cissie-. Algo raro le pasa a Jeb…
Lucinda se gira de inmediato, y Jeb ve en su frente la misma arruga que antes había visto en Elizabeth.
-¿Jeb?-pregunta Melody, sorprendida al ver las chispas de energía que parecen derramarse por los ojos de su hermano, que bailan entre los dedos de sus manos. Desde el exterior llegan sirenas de policía, y desde el salón, la voz de Jay.
-¡Mamá, parece que ha pasado algo en la granja de los Morgan!
-Jeb…-comienza a decir Lucinda Guthrie.
El móvil de Elizabeth comienza a vibrar en la mesa, en silencio. El de Jay suena en el salón al mismo tiempo. El de Joelle en su bolsillo. Melody, como siempre, probablemente lo hubiera dejado en su habitación.
-Jeb qué has hecho…-pregunta Lucinda, pero él no contesta.
Elizabeth abre el mensaje de su móvil, el sonido se superpone al que viene del salón, donde Jay ha debido abrir el suyo. Jeb reconoce de inmediato la voz.
Soy Manifiesto. La guerra continúa, y es el momento de mirar hacia nosotros. Hacia nuestras propias filas. En todo ejército hay traidores, vendidos, quintacolumnistas… Y no hay traición más dolorosa que aquella que se comete contra la propia familia. ¿Y qué somos los mutantes sino hermanos genéticos? Colaboracionistas con la opresión a vuestra familia, escuchad este mensaje. No sois de los nuestros, sois de los suyos. Esto lo hacemos por nuestra familia, por nuestra gran familia…
-Por la familia-dice Jeb, y en ese momento, un relámpago de chispeante energía brota de sus manos, alcanzando a su madre en el pecho y arrojándola hacia atrás. El cuerpo de Lucinda Guthrie choca contra la placa vitrocerámica de la cocina, y cae desmadejada al suelo, arrastrando en su caída la pasta y la salsa. El agua caliente hace hervir su carne, pero ella ni siquiera gime. La quemadura de su pecho sigue humeando.
-¡Jeb!-grita Elizabeth, que ha alcanzado en un instante los cerca de tres metros de altura mientras Cissie y Lewis gritan y Melody se arrodilla junto a su madre, llorando. Joelle se queda quieta, paralizada. Escucha un sonido de alas en movimiento y se imagina a Jay tras él.
-Por la familia-repite, y la electricidad brota de nuevo en todas direcciones, mientras a un cuarto de milla de allí, la policía encuentra los cadáveres electrocutados de la familia Morgan.
Refugio Australiano de X-Force.
-Hija de puta…
La voz de Danielle suena como un siseo mientras avanza hacia Sabia, situada en el otro lado de la sala de control, junto a Cable. La energía psíquica chisporrotea entre los dedos de Moonstar, aunque Paige la sostiene con firmeza, convertida en una pétrea figura de pizarra. Anole lo observa todo desde uno de los rincones de la sala, adherido a la pared, asomándose entre las sombras.
-Ven si quieres, niña, te enseñaré a respetar a tus mayores-sonríe Sabia, y Cable se gira hacia ella con gesto de censura.
-Eso no ayuda, Tessa-dice él, y ella se encoge de hombros.
-Eres una asesina, has disparado a esa chica a sangre fría…-espeta Dani.
-Esa chica iba a provocar un centenar de muertos-replica Tessa-. Era el mal menor.
-Me siento un poco incómodo con la idea de que empecemos a valorar lo que ha pasado hoy como el mal menor-interviene Billy, poniéndose de pie para coger un refresco de la pequeña nevera que hay sobre una de las baldas. A su lado, Quentin se encoge de hombros.
-Quizá debiéramos dejar que se peguen-susurra-. La idea tiene algo que me pone a cien. ¿Hay cerveza ahí?
-Yo di la orden a Sabia-dice Cable, con los ojos clavados en Danielle, y haciendo que Tessa sonriera vagamente-. Ya han muerto demasiadas personas en esta cruzada, demasiados inocentes. He visto antes esto, he visto lo que supone una guerra de odio que comienza así. En algún momento, se pierden las nociones de qué representa cada uno, de la individualidad, y la parte comienza a ser el todo. Todos los mutantes son terroristas. Todos los humanos odian a los mutantes. Así empieza la desconfianza, la suspicacia, el miedo, el odio. Los humanos comienzan a perseguir mutantes, los mutantes se asustan y responden con más violencia. Y después vienen los campos de concentración, las pruebas genéticas, la esterilización… Una guerra que no tiene fin y en la que nadie gana.
-Hemos matado a una niña, Cable-replica Dani, negando con la cabeza y apartándose de Paige-. Esto no es lo que queríamos hacer.
-Si hubiéramos matado antes a Holly Morrow o a Sergyi Silov, habríamos solucionado estos problemas antes de tenerlos-gruñe Anole, y Danielle le mira como si fuera la primera vez que le viera.
-Sí, porque eso ha funcionado muy bien siempre, ¿verdad, Cable?-gruñe ella-. Matemos a Hitler antes de que llegue al poder.
-Danielle, si quieres irte, estás en tu derecho, no…
-Ni lo menciones-le interrumpe ella-. No voy a darle ese gustazo a la zorra que tienes al lado. Si queréis hacer esto así… perfecto, seamos profesionales. Cuéntaselo, Cable. Cuéntales lo que me dijiste antes.
Cable suspira, y ocupa su posición en la mesa de reuniones. Al ver su rostro serio, Quentin se gira hacia Billy.
-En serio, tío, ¿cerveza?
-No durante el trabajo-responde Billy, poniendo una lata de coca-cola delante de Quentin, que pone los ojos en blanco.
Tessa, Víctor, Paige, y finalmente Dani, ocupan sus puestos en la mesa, y todos miran a Cable con rostro serio.
-¿Estrella Rota?-pregunta Billy, y Quentin señala a la sala lateral.
-Turno de guardia en monitores-dice, y por fin, Cable parece decidirse a hablar.
-Profesor, proyección de archivo. Asalto a Fortaleza Ba´al Nasiriam-dijo Nathan, y al instante en el centro de la mesa apareció una imagen en tres dimensiones de luz coherente de una fortaleza de aspecto futurista, como una especie de colmena de circuitos y acero, asediada por un ejército. Al frente del ataque se situaba un hombre con una armadura plateada, todo filos y puntas y con una capa roja ondeando tras él-. Algunos ya conocéis esta historia o parte de ella, aún así, para lo que viene ahora, os pido a todos que escuchéis. Esto ocurrió en el futuro de mi línea temporal, es mi pasado y vuestro posible futuro. He elegido Ba´al Narisiam, pero podría haber elegido otras mil imágenes, y en todas ellas veríais lo mismo. La importancia de Ba´al Nasiriam es que marcó un punto de inflexión en la guerra de los señores de Nueva Canaán. Fue la primera vez que Dyscordia se puso al frente de un asalto, la primera vez que salió a la luz después de organizar atentados por todo el globo contra el gobierno de los Altos Señores. Ba´al Nasiriam cayó, y él organizó la ejecución de todos y cada uno de los dos mil ochocientos cincuenta y un hombres, mujeres y niños que rindieron el fuerte. Le llamábamos el Heraldo del Caos, porque parecía no tener un plan predeterminado, simplemente parecía deleitarse en la destrucción y la entropía. Profesor, imagen de Dyscordia, primer plano. Sin máscara.
-Joder-exclama Quentin incorporándose de golpe y mirando alternativamente a Cable y al rostro que muestra ahora el sistema de proyección-. Ese tío tiene tu cara. Sin las cicatrices, y los añadidos de ciencia-ficción, pero eres tú.
-Su nombre y el mío es Nathan Christopher Summers. Nuestro padre es Scott Summers, Cíclope; nuestra madre fue Madelyne Pryor, un clon de Jean Grey realizado por Mister Siniestro. Cuando era sólo un niño, para salvar a su hijo de Apocalipsis, Cíclope lo envió al futuro, bajo la protección de las Askani. Pero allí hubo dos niños: un niño normal… y yo, infectado por el tecnovirus de Apocalipsis. Sólo había habido un Nathan Christopher Summers, en el futuro aparecieron dos. Durante mucho tiempo, pensé que yo era el clon, la criatura imperfecta; pero con el tiempo, descubrimos que él, Dyscordia, era el clon y yo el hijo original de Scott y Madelyne. Y él siempre estuvo loco, convertido en una criatura de destrucción y dolor por Apocalipsis.
-Y joder de nuevo…-repitió Quentin-. Sois una caja de sorpresas.
-Tienes toda la información sobre todo lo que ha contado Cable en los archivos, Quentin-intervino Paige, inclinándose sobre la mesa-. Igual es interesante que dejes por un rato tus Penthouse y le eches un ojo a la historia de la que formas parte.
-Eh, tía, no sé de qué estás hablando, yo no…-comienza a mascullar Quentin, sonrojado, pero Cable carraspea y se gira hacia él, callándose y hundiéndose en su asiento-. Kaplan, si te ríes te mato…
-Antes de todo lo que os he contado, antes de Ba´al Nasiriam, Dyscordia realizó una serie de ataques terroristas con millares de víctimas, mutantes y humanos. Londres, Moscú, Caracas. Fueron sus tres primeros objetivos.
-¿Alguien está haciendo un Copycat (2) de un loco del futuro?-pregunta Billy, y Cable niega con la cabeza-. No… no pensaréis que es él… que ha vuelto… Yo sí he leído los informes, en todos ellos Dyscordia consta como muerto…
-Es un viajero temporal-dice Moonstar-. Puede ser un clon. Un imitador. Su memoria descargada en un sistema informático. Un ciberzombie. No es nuevo para los grupos con una X en el nombre.
-Después de todo lo del Zodíaco, los viajes temporales han quedado cancelados, no es posible viajar en el tiempo (3)…-continuó Cable, y esta vez fue Paige quien le interrumpió.
-Pero podría haber viajeros temporales atrapados en nuestro tiempo debido a ese concepto del tiempo sólido.
-Efectivamente, tenemos mucho que averiguar todavía, pero…
-¡Cable! ¡Un nuevo mensaje de Manifiesto!
La voz de Estrella Rota resuena en los altavoces del sistema de comunicación, mientras las imágenes proyectadas por Cable desaparecen, siendo sustituidas por una nueva proyección de la imagen distorsionada de Manifiesto.
-Profesor, audio-ordena Cable, y al instante, la voz eléctrica de Manifiesta resuena en la sala.
– Soy Manifiesto. La guerra continúa, y es el momento de mirar hacia nosotros. Hacia nuestras propias filas. En todo ejército hay traidores, vendidos, quintacolumnistas… Y no hay traición más dolorosa que aquella que se comete contra la propia familia. ¿Y qué somos los mutantes sino hermanos genéticos? Colaboracionistas con la opresión a vuestra familia, escuchad este mensaje. No sois de los nuestros, sois de los suyos. Esto lo hacemos por nuestra familia, por nuestra gran familia…
-Profesor, necesito saber qué está pasando ahí fuera…
-NO HAY ALERTAS, NATHAN. ESCANEANDO…
-Escanea más deprisa-gruñe Cable, volviéndose hacia Tessa, que tiene los ojos clavados en Paige-. Sabia… ¿qué pasa?
-Una familia de mutantes, colaboracionistas con los humanos, su madre es humana…-masculla Sabia, y los ojos horrorizados de Vaina se clavan en ella.
-¿Qué estás diciendo? Dani, ¿qué quiere decir…?
-¡Profesor, transporte para todos! ¡Designación Granja Guthrie!-grita Cable, y con un zumbido, todos desaparecen.
Granja Guthrie, Cumberland, Kentucky.
El aire huele a ozono cuando el sistema de teleportación les deja en las puertas de la granja.
-Descargas eléctricas de alta intensidad-dice Sabia, olisqueando el aire mientras se pone sus gafas especiales, accediendo de inmediato a la red de datos global-. Hay focos de alta temperatura en la cocina y el salón, fuego eléctrico. Cable, solo detecto una persona viva ahí dentro…
-¡No!-grita Vaina, corriendo hacia el interior de la casa, olvidando toda la formación estratégica que había estudiado una y otra vez con Cable, sin cambiar su piel, tan sólo carne, sangre y piel. Escucha ruido tras ella, pero no se detiene a comprobarlo mientras empuja la puerta principal, y es recibida bruscamente por el olor dulzón de la carne quemada, mezclado con uno mucho más familiar, el de la salsa de tomate de su madre.
Se detiene en seco. Desde la puerta de entrada puede ver la puerta de la cocina abierta, y justo en ella, los restos de Lewis junto al dintel. Los siguientes segundos se convierten en una pesadilla. Plumas rojas quemadas en el salón, Jay. Junto al horno, mamá. Junto a mamá, Melody. ¿Por qué no había volado para escapar de todo aquello? Lewis, junto a la puerta. ¿Y Cissie? Elizabeth, carne negra y chamuscada, su tamaño descompensado con el resto del mundo. ¿Y Cissie? ¿Jeb? ¿Dónde está Jeb? Está de rodillas. Está junto a su madre. Su pecho ha hervido. La puerta de trasera golpea el dintel, hay una mancha negra en el picaporte. La madera está quemada, la pintura desconchada y burbujeante. Está fuera. En las escalera, Cissie está allí, junto al columpio, tumbada boca abajo. No respira y su espalda aún humea. Está sentada en las escaleras de entrada. ¿Dónde está Jeb?
-Paige…
Se gira, allí está Jeb, todo fuego eléctrico en los ojos y las manos. ¿Qué es aquello?
-Esto… es por la familia…
Un rayo eléctrico brota de las manos de Jeb hacia ella, y probablemente la hubiera dejado convertida en carbón de no ser por la rápida intervención de Anole, que estaba camuflado tras ella, y que la aparta de la escalera, arrojándola a un lado un instante antes de que los escalones donde estaba sentada Paige estallen en una lluvia de astillas y madera quemada. Jeb prepara un nuevo rayo eléctrico, pero sus ojos se ponen en blanco bruscamente, y cae al suelo, de frente, como un muñeco con las cuerdas cortadas. Tras él, Omega escupe.
-Lo siento, Paige-dice-. He tenido que apretarle fuerte, había cosas en su cabeza que… joder, voy a tener pesadillas durante semanas…
Paige se incorpora, con Anole a su lado. Danielle atraviesa a toda velocidad la puerta de la cocina, salta por las escaleras y la abraza. Escucha ruido de arcadas, y Billy sale corriendo al exterior, casi verde. Llora cuando desaparece entre los árboles, donde vomita hasta que siente el estómago vacío. Y entonces, vuelve a vomitar.
-Paige, niña-dice Cable, que llega junto a un estoico Estrella Rota y a una ceñuda Sabia-. Esto es…
-Traidor-sisea Estrella Rota, caminando hacia Jeb desenvainando una de las espadas.
-¡No!-exclama Moonstar-. Ni se te ocurra pensarlo… ni se te ocurra siquiera plantearlo… Cable…
-¡Es lo que merece!-exclama Estrella Rota-. ¡Es más de lo que merece este… fratricida!
-Había cosas en su cabeza…-dijo Quentin, poniéndose ante Jeb y alzando sus manos hacia Estrella Rota-. Cosas que no eran de SU cabeza.
-Ha habido más muertes en el pueblo-dice Cable-. Una familia… los Morgan…
-Oh Dios mío Jeb… Jeb qué has hecho-balbucea Paige, y entonces rompe a llorar y a gemir-. ¡Mamá! ¡Oh Dios mío, mamá!
-Tendremos policía aquí en dos minutos-dice Sabia-. Había histórico de conflictos previo entre Jeb Guthrie y los Morgan.
-Dejadme hacer justicia-gruñe Estrella Rota, pero Cable niega con la cabeza.
-Wiccan-llama Cable, y Billy reaparece de entre los árboles, resollante-. ¿Te puedes hacer cargo de él?
-Claro-asiente Wiccan-. Quieroqueestéencerrado, quieroqueestéencerrado…
Una cúpula resplandeciente envuelve a Jeb, que comienza a despertar, sacudiéndose. Grita y una descarga de electricidad golpea la creación de Wiccan, iluminándola, pero sin más efectos aparentes.
-Wiccan, Anole, Estrella Rota-ordena Cable-. Volved al Refugio-X. Encerradle, trataremos con él más tarde.
-Cable…-sisea Estrella Rota, pero el aludido niega con la cabeza. La espada vuelve a la funda, pero los ojos del gladiador de Mundo Mojo no se apartan del muchacho-. Como ordenes.
-Profesor, transporte para cuatro-dice Cable, y Billy, Víctor y Benjamin desaparecen junto a Jeb Guthrie. Se escuchan sirenas cerca.
-Cable, policía en un minuto…
-Los demás nos quedamos-dice él, sentándose junto a Paige, que llora abrazada a Danielle-. No vamos a irnos de aquí como ladrones en la noche. Se lo debemos a ellos. A Paige. Por las Askani… se lo debemos a Sam…
-Dios mío, Sam-gimotea Paige-. Tengo que hablar con él, tengo que… antes de que lo vea en las noticias…
-Lo encontraremos juntas-afirma Dani, frunciendo el ceño. Sam… ¿cómo iba a explicarle al que probablemente era su mejor amigo la tragedia que había sufrido su familia?
-¿Por qué ha hecho esto, Dani? ¿Por qué Jeb ha hecho esto…?
«Porque es lo que Dyscordia hace», pensó Cable, «ese es su juego. Rompe a las familias, a los aliados, lo destruye todo y sólo deja caos…»
Escuchan ruidos, la policía se acerca.
Cable suspira, y abraza a Paige y Danielle, con el ceño fruncido.
Ese era el último golpe que estaba dispuesto a recibir.
1.- En español.
2.- Película protagonizada por Sigourney Weaver, en la que un asesino imita los actos de otro.
3.- Más detalles en DOCE y Cuatro Fantásticos.