De niño, el hijo de Jack Batallador Murdock quedó ciego a causa de un trágico accidente. Ahora, cuando el sistema legal no resulta suficiente, el abogado Matt Murdock adopta su identidad secreta y se convierte en… Daredevil
#5 – Llamadas y criaturas
Por Moisés Hassan
Fecha de publicación: Mes 200 – 12/14
Tommy’s Grill Cocina del Infierno, Nueva York.
Sábado 23’40
– ¡Te he dicho que me dejes en paz! – dice Jenny saliendo del restaurante. – No quiero volver a verte.
– ¡Pero nena, te lo prometo no sé quién es esa mujer, no la había visto en mi vida! – responde Joe detrás de ella agarrándola del brazo.
– Claro, ni a ella ni a las otras mujeres que te escriben en mitad de la noche, cada vez que te vas al salón misteriosamente.
– Nena, no montes el escándalo, vamos a volver allí dentro a acabar la cena y cuando lleguemos a casa lo hablamos.
– No pienso volver allí dentro – continuó alejándose, yendo por una calle pequeña a la izquierda en dirección a su casa.
– Jennifer ya está bien… me estás dejando en ridículo delante de los compañeros de trabajo – sentencia Joe.
– ¿Yo te estoy dejando a ti en ridículo? ¿Sabes la vergüenza que me has hecho pasar? – pregunta Jenny con lágrimas en los ojos – Esa zorra te ha estado haciendo miraditas durante toda la noche, no pienso aguantar más tus engaños.
– Nena entra allí te he dicho.
– No voy a volver.
Joe vuelve a coger del brazo bruscamente a Jennifer esta vez poniéndola frente a él, sujetándola fuertemente de los dos brazos.
– Me… me estás haciendo daño.
Enfurecido, Joe abofetea a su novia Jenny.
– A ver si hablamos claro de una puta vez. Vas a volver a entrar a ese sitio y vas a terminar la puta cena sin volver a armar un espectáculo. ¿Estamos?
Joe nota como alguien toca su hombro, como si le estuviera llamando.
– ¿Qué coño…?
No termina su frase cuando ve delante de él a una joven latina, apuntándole con un arma dorada. La mujer viste de negro, con una mano blanca pintada en la cara, unas vendas con plumas en los brazos y una mirada de determinación.
Jenny grita, mientras Joe se queda paralizado de miedo. Intentan razonar con ella, pero no hay reacción por su parte de que este entendiendo lo que dice. Joe la ofrece dinero, como si de un vulgar atracador se tratase, ella sigue sin pestañear. La omisión de respuesta provoca en Joe un intento de escapar, pero ella le toma por el brazo.
– Se acabó Joe – pronuncia la mujer.
– No por favor, por favor.
Joe cae inconsciente al suelo tras recibir el impacto del puño de la misteriosa mujer. Ella se guarda la pistola en la cartuchera del pantalón, se dirige a Jenny y dice:
– Ahora te toca a ti decidir qué hacer con él. Podrás contar a la policía la versión que más te interese. No desaproveches la oportunidad.
La mujer, sin mirar atrás, da un salto hacia una escalera de incendio y trepo por un edificio, mientras que Jenny la llamaba, sin reacción por parte de su benefactora.
En la azotea, Daredevil la está esperando.
– ¿Cuánto tiempo llevas aquí? – dice Maya.
– El suficiente para observar si hacías lo correcto.
– ¿Y bien?
– No estaríamos hablando si no hubiese sido así.
– ¿Qué quieres de mí?
– Me resultas fascinante «Señorita (1)» López.
– Mi nombre es Eco. No hagamos esto algo personal, Señor Murdock.
– ¿Qué? – Matt se estremece al oír su nombre -.
– Yo también conozco algunos trucos.
– Impresionante…
– Bueno imagino que no estás aquí para lanzarme piropos.
– De hecho no. Necesito tu ayuda.
– Por eso me has estado siguiendo la última semana.
– Por eso y por si podía confiar en ti. Hay una amenaza que se aproxima ciudad y necesitaremos ayuda para combatirla.
– La Mano.
– ¿Cómo…? – pregunta Matt atónito – No dejas de sorprenderme. Efectivamente, si lo conoces ya sabes perfectamente que tipo de ayuda necesitamos.
– Contad conmigo.
– Bienvenida a la Casta, Eco – dice Matt tendiendo la mano.
Eco da su mano a Daredevil, empezando a formar parte de la lucha contra La Mano.
Daily Bugle
Ben Urich intenta concentrarse en su pequeño cubículo, pero el humo que exhala Jonah J. Jameson se lo impide. El jefe del periódico escruta al que considera uno de sus mejores empleados.
– ¿Se puede saber que estás haciendo? – pregunta Jonah
– Ahora mismo intentar encontrar oxigeno entre tanto humo. Sabes que no se puede fumar en espacios públicos, ¿verdad?
– ¡¡HA HA HA!! Que venga alguien a intentar impedirme fumar en mi periódico… – reta Jonah sarcásticamente – Necesitamos un artículo para la edición de mañana y aun no has entregado nada esta semana, Urich.
– Estoy investigando la financiación de los candidatos a alcalde de Nueva York, tanto de Kurt Stern como de Harold Saxon… Hay algo que no me cuadra, he encontrado algunas partidas que son prácticamente idénticas en ambos candidatos, desde una fundación con sede fiscal en Japón.
– Ben, eso no es una noticia. A la gente no le importa que un japonés chiflado pague dos campañas políticas enfrentadas. Hay que darles algo masticable, algo que demuestre que estos políticos han hecho algo que pueda criticarse.
Mira hacia abajo, se quita las gafas, llevándose la mano derecha a los ojos en muestra de cansancio. Aunque no le guste oírlo, Ben sabe que su jefe, esta vez, tiene razón.
– He estado escribiendo un artículo sobre…
– ¿Spiderman? – dice Jonah entusiasmado
– No Jonah…
– ¡Maldita sea! Ese insecto ya no da mucho de qué hablar.
– Ains – suspira Ben – Es sobre la criminalización de la población mutante (2).
– ¡Me gusta Urich!
Contento, Jonah abandona el escritorio de su empleado para volver a su despacho, dejando a Ben con dudas sobre cómo convertir lo que está trabajando en un artículo que se pueda publicar y tenga.
En lo alto de una azotea, Elektra espera a Daredevil. Este llega por fin con gran agilidad apoyándose en el borde, pero una vez pisa el suelo se tropieza con un objeto, se agacha para recogerle pero se corta al tocarlo. Consciente ya de que es una espada, la sujeta y la empuña, junto a ella hay una especie de ropa tirada.
– ¿Qué es esto Elektra?
– Restos – dice Elektra.
– ¿Te has vuelto a enfrentar a ellos?
– Nunca he dejado de hacerlo desde hace meses.
– Elektra no estás en condiciones de seguir combatiendo sin ayuda.
– No voy a estar esperando a que venga alguien a salvarle, Matt.
– Eco está al día y se va a unir con nosotros.
– He dado ya el aviso al Tibet de la situación. ¿Has localizado a Extraño?
– No va a poder, esta liado con un asunto que no le va a permitir combatir de momento (3).
– ¿Entonces? – pregunta Elektra poco interesada en lo que le ocurre a Extraño.
Nueva Orleans
– ¿Un té verde por favor?
– Hmmm… lo más cercano es un Sazerac – respondió el camarero
– Que sea agua mineral, porfavor – contesta indignado.
El olor del gumbo se desprende por todo el local. La mezcla de aromas del guiso cajun junto a los acordes del saxofón crean una ambientación sin igual. Acostumbrado a la tradición oriental, Wong encuentra extraño ese lugar.
Wong desearía estar tomando su té verde sentado mientras el olor del incienso impregna toda la habitación, para después revisar la biblioteca en busca de nuevos conocimientos. Se ha leído más de una vez todos los libros, pero siempre busca nuevos conocimientos. El problema es que nunca busca fuera de lo que considera aceptable y la persona que viene a buscar no forma parte de ese conjunto.
– ¿Qué le trae por aquí?
– Busco a algui…
La habitación se llena de humo, cuando algo empuja Wong fuera del local, sabe perfectamente que ese algo no es arbitrario y que ha encontrado a la persona a quien busca.
– ¿Qué quieres de…? ¿Dónde? – pregunta Jericho Drumm pero para su sorpresa Wong ha desaparecido, debería estar frente a él.
Jericho siente como una figura pequeña y delgada cae sobre el a la velocidad del rayo, una mano le atiza en la nuca y de un movimiento se pone frente a él. La mano derecha de Wong carga con el peso que duplica el suyo propio de Drumm poniéndole contra la pared.
– Tienes poderes y tienes efectos muy curiosos, pero he conseguido inhabilitarte en menos de treinta segundos. Calcula lo que podría hacer un ejército de personas más entrenadas que yo, si tú no haces nada para frenarlo.
Wong suelta a su oponente, quien pasa las manos por los hombros sacudiéndose el polvo intentando recuperar el orgullo perdido por haber perdido contra alguien la mitad de grande que él.
– ¿Qué necesita el Doctor que haga? – pregunta
– El Doctor no – responde – el Diablo.
Ben Urich examina los presupuestos y las cuentas del grupo gubernamental X-Factor, mientras toma un café con leche que acaba de pedir para llevar. Ben es un hombre sencillo, con sueldo sencillo y gustos sencillos. Una vez cada semana compra comida en McDonald’s para comer rápido y seguir trabajando. El resto de días, no tiene ni tiempo para esperar la comida al McMenu.
Aun así, no está dispuesto a comprar el café de precio sobredimensionado y baja calidad que ofrecen las cadenas que en los últimos veinte años se han apoderado del mercado cafetero tanto en Estados Unidos, como en cualquier país capitalista. Por ello, se alegra de que Luigi no haya cerrado su pequeña cafetería a la que lleva yendo desde que empezó a trabajar en el Bugle.
Luigi hoy no se encontraba, pero Francesca su hija le dio el café sin necesidad de pedirlo, y junto a ello una nota: «Central Park junto al monumento a Lennon. Fdo: MM». Teniendo en cuenta que Ben es un hombre de costumbres y que Matt lo sabe, no se arrepiente de no haber llamado a Robbie para desayunar.
Una vez en el parque se sienta junto a Matt que le está esperando en un banco mientras habla por teléfono con Foggy, pero al ver a Ben corta a su compañero.
– Sabía que no fallaría – dice Matt.
– Soy muy previsible, ¿Qué te voy a contar?
– El café de Luigi sigue siendo de los mejores de la ciudad.
– He traído lo de X-Factor, la verdad que el grupo está completamente limpio, y no solo sus acciones son completamente legales, sino que sus cuentas están limpias y su presupuesto nada elevado.
– Sabía que no podría hacer nada por allí – expresa Matt con frustración -. Lamento haberte hecho perder el tiempo.
– Para nada, he sacado información para realizar un artículo bastante decente la verdad, mientras preparo la otra investigación. La lastima es que tu tendrás que buscar por otro lado una defensa sólida.
– Lo sé. Gracias.
– Bueno si no necesitas nada más vuelvo a la redacción, tengo que hablarle sobre la campaña a Robbie – Ben se pone en pie.
– Elektra ha vuelto, Ben.
Dejando caer su poco peso de vuelta al banco, Ben se sienta y permanece inmóvil en una muestra de parálisis e impotencia al recordar tiempos pasados.
Condado de Shangri-La
John Aman pasea por la ciudad tibetana como si hubiese nacido en ella, no puede permitirse el lujo de disfrutarla en todo su esplendor. Se dirige hacia su templo, donde el otro el americano del condado lleva meses residiendo.
Aman abre las puertas con ambas manos, dejando que la luz golpee de frente al extraño hombre rubio vestido con una túnica zen que medita en el centro de la habitación.
– Es hora de volver a casa – anuncia Aman
– ¿Crees que estoy preparado?
– Esa pregunta, solo tú puedes responderla.
El hombre permanece en silencio.
– ¿Vas a dejar que tu ciudad natal sea atacada por la personificación del mal o vas a superar tus demonios para hacer lo correcto?
Aman abandona la habitación, que queda en un absoluto silencio salvo por la cantidad de pensamientos y emociones que se cruzan en la mente de la única persona que está dentro.
El pecho le arde tanto que necesita llevarse la mano al mismo. Entonces, con esa misma mano, se despeja la túnica quedando descubierta la marca que obtuvo en la ciudad inmortal, en K’un L’un.
Sabe que ha llegado el momento. Puño de Hierro debe volver a Nueva York.
1.- En español
2.- Tiene lugar antes de X-Men nº 1
3.- Leer Iron Man
Vaya colección de Defensores que estás montando… jejeje…
Uy que va… no van por ahí los tiros.