#8 – Las semillas de la discordia
Por Moises Hassan
Fecha de publicación: Mes 192 – 4/14
«Intentan silenciarnos.
Nos consideran un cáncer que hay que exterminar.
Un virus que se propaga entre un sistema completamente sano y funcional.
Pero sabemos que esa no es la verdad.
El sistema ha caído por su propio peso.
Nosotros hemos destapado algo que ya estaba allí.
No lo hemos creado.
No lo hemos destruido.
Solo hemos señalado a Gotham donde debe mirar.
Es por ello que ahora querrán perseguirnos.
Nos denigraran.
Nos menospreciaran.
Nos atacaran.
Pero no nos rendiremos, no vacilaremos en ir nosotros a por ellos. Mientras una gota de sangre corra por nuestras venas, lucharemos para que la verdad salga a la luz en esta oscura ciudad.
No somos un cáncer, no nos va a vencer con fuego, podrán atacarnos, pero jamás podrán erradicar nuestro motivo de seguir adelante. La semilla ya está plantada en la sociedad y por mucho que intenten destruirnos, nuestro movimiento continuara y nos sobrevivirá a todos nosotros.
Para cambiar Gotham: ¿Quién responderá la Pregunta?»
En la ciudad no se oye más que sirenas y aglomeraciones. Han pasado días desde que el Joker puso fuego a todo el orden y concordia que existía en la ciudad. Ajeno a lo que está ocurriendo en su ciudad, el doctor Jonathan Crane asiste a su sesión como paciente en el cruce de la calle Gardner con Fox. La oscuridad de la sala, impide que Crane pudiera leer los múltiples diplomas que cuelgan de las paredes, aunque puede afirmar que en todos aparecía el mismo nombre: Desmond Powell.
«Hace ya bastante tiempo que no era yo el me sentaba en este lado. Casi había olvidado como se miraban las cosas desde aquí… Creo que fue por esto por lo que metí a la psiquiatría: evasión de mis problemas mediante la inmersión en ellos.
Yo no practico psicoanálisis como tal, siempre me pareció muy sectario y conductista, pero aun así reconozco varios puntos a su favor, tales como el someter a terapia al propio terapeuta y en la medida de lo posible lo he intentado hacer.
¿Me entiende doctor?
Bueno, parece que me esté confesando ante el párroco… El motivo por el que he adelantado la terapia de hoy, ha sido principalmente porque esta semana (como bien sabrás) han ocurrido demasiadas cosas en la ciudad, y yo me he visto empapado por la situación. Todo empezó hace cuatro días, justo la mañana después de la caída de la ciudad, recibí una llamada del empresario y filántropo Simon Stagg. Me encandilo, al mismo tiempo que me amenazo de forma sutil, para que yo hiciera lo mismo con los indignados, los seguidores del movimiento este nuevo…Question.
Mi misión era infundir el miedo entre ellos. Yo. Una sola persona contra una revolución, desde luego que no era nada fácil pero eso no me asusto. Al contrario, me sentí motivado. Tenía un objetivo claro y los elementos necesarios estaban allí, solo tenía que ordenarlos para que jugasen a mi favor. Bueno, miento… todo no. Estaban esos dos malditos animales. Dos personas claramente desequilibradas que estaban amenazando los intereses económicos de mi cliente. ¿Por qué? Porque desvirtuar un movimiento como el de Question, sin dos esos dos obstáculos, sería mucho más sencillo.
Normalmente me resulta difícil poder discernir mi vida del trabajo, por ello inconscientemente, psicoanalizo a la gente que voy conociendo, aun mas si son personalidades que aparecen en los telediarios. Bueno imagino que a usted también le ocurrirá doctor, ¿no es así?
Por un lado está el muermo del murciélago, que resulta tan interesante como frustrante. Llevaba tiempo estudiando su comportamiento y presenta un posible caso de trastorno distímico. Una persona enmascarada que oculta sus motivaciones bajo un color lúgubre y sombrío, alguien con un ánimo bajo que se escuda en su «labor» para esconderse y tener hacia lo que enfocar su rabia. Batman inspira cierta confianza en la población inocente y miedo entre los criminales, intenta traer el orden en una ciudad que ha desconocido el significado de esa palabra. Es un gran enemigo a tener en cuenta, pero la idea de Stagg no nos convierte en delincuentes per se, por lo que Batman no me preocupaba tanto.
Sin embargo Catwoman es un caso más drástico. Se mantiene en un margen legal mucho mayor que Batman, no sé si catalogarla como una justiciera o como una asesina. No muestra la devoción de Batman pero parece que en ciertos casos va más allá, persiguiendo la corrupción más que el crimen, por ello se ha convertido en un modelo a seguir para el movimiento Question.
Tengo aquí un documento escrito por el QEE sobre ella. Sí, es el Question East End, yo tampoco tenía ni idea acerca de ello.Se titula «Te ha comido la lengua el gato» en él, explican cómo Albert Hall tenían varios casos de acoso a menores, aportan con testimonios de las victimas (que podrían ser inventadas claro está) y defienden como Catwoman ha aportado más a la ciudad que Hall.
Es una heroína atípica. Quizás ni se pueda describir con esa palabra, pero aun así ha conseguido en poco tiempo ser la cara de una revolución anónima al menos en ciertos sectores.
Bueno pero no estoy aquí para hablarte sobre política, tengo que contarte mi problema y por ello debía ponerte en antecedentes. Batman y Catwoman eran dos obstáculos importantes a mi misión de sembrar el miedo entre la población con el fin de paralizarla y frenar las revueltas anti empresariales. Batman quedaba más lejano, enfrascado en una batalla contra el crimen, sin embargo Catwoman sería un objetivo más inmediato.
Todo ocurrió muy rápido. Un día la estaba observando, casi inmediatamente después de reunirme con Stagg y al día siguiente ya buscaba llamar su atención y créeme si lo conseguí. Fue hace apenas dos días, ya había empezado sutilmente la campaña del miedo, mediante mensajes subliminales en internet y realizando asociaciones entre la influencia de Question y la de Gran Hermano, pero con Catwoman debía hacer más… drástico.
Reuní a cinco personas aleatoriamente en un bar para obtener ideas sobre cómo afrontar lo que estaba ocurriendo, con la oferta de que todas las opiniones se oirían y respetarían. Era un grupo heterogéneo que representaba distintas opiniones una mujer de sesenta años, un hombre puertorriqueño de cuarenta y siete y tres jóvenes, de los cuales dos eran afines al movimiento y otro no se quería pronunciar. La idea era un debate sobre lo que estaba ocurriendo en plena calle pero con un pequeño incentivo por mi parte: una dosis de mi suero del miedo.
¿No he hablado aun de mi suero, Doc?
El miedo es algo que es bastante fácil de estimular. Por supuesto es algo psicológico, pero sabrás perfectamente que con crear un detonante el estímulo al cerebro ya provoca esta emoción. Así que a partir de distintos alucinógenos y conociendo la psicología de tu víctima, solo es cuestión de… ¡Espera! No pienso darte mi receta.
¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Te iba a hablar del grupo que reuní…
Ramón, el puertorriqueño pensaba que el movimiento acaba afectando a los pequeños negocios, con las revoluciones a pie de calle, que dificultaba a abrir las tiendas y pagaban justos por pecadores. Por su lado, Rose pensionista, no estaba de acuerdo con que los jóvenes salieran a la calle y no trabajasen, esto molestaba especialmente a Samantha de veintiuno, que se exaltaba ante estas palabras y parecía que optaba más por la violencia verbal que por el acuerdo de ambas partes. Roger acababa de terminar la carrera, estuvo buscando trabajo durante dos años y sabía que ha habido mucha corrupción en la ciudad frenando el progreso, por lo que le gusta se esté oyendo una voz distinta a las habituales de los políticos. Por último, Elaine de veintiocho años estaba a disgusto con la política y desconfiaba de Question, la más escéptica del grupo.
¿Qué tiene que ver esto con Catwoman?
Es sencillo a la vez que rebuscado. Nos reunimos en un sitio público y mi idea era crear un revuelo en un bar abandonado en pleno East End, que es donde más se la ha visto actuar. Con estos ingredientes, quiero llevar a las propias calles la dialéctica entre dos opiniones enfrentadas e introducir el miedo en ellas. Un sencillo experimento social y químico para comprobar las reacciones a estos estímulos, de esta forma me serviría para controlar a la gata y si la cosa se desmadraba con un enfrentamiento físico, también podría lograr verla en acción. Una idea un poco disparatada, pero funciono.
Empecé la reunión a las cinco de la tarde, cuando aún era de día para evitar conflictos con bandas, que ya sabes cómo está la ciudad.
Con un ambiente inicial muy relajado, comienzo preguntando acerca de los sentimientos que les provocaba lo sucedido a Goyer. Ramón, Roger y Elaine permanecen en silencio, mientras que Rose reza por su alma y Samantha dice que se lo merecía y que si se alegra de lo sucedido. El tono comienza a subir después de esa pregunta, y lo que empieza como un debate a varios, acaba a gritos entre esas dos mujeres.
Después de esa pregunta inicial, hablamos sobre la legitimidad del movimiento Question y los valores que implica el levantamiento popular frente a la corrupción. Ramón responde a ello argumentando que si se responde con violencia se convierte en peor el remedio que la enfermedad y que parecía que la «puta juventud» podía hacer lo que quisiera sin miedo a las represalias, Rose estaba de acuerdo, pero no parecía en otorgar el voto de confianza a un extranjero, por mucho que pensasen lo mismo. Roger rebate que el problema era el miedo que tenía la gente, el miedo que estaba arraigado en las mentes de los ciudadanos y si todos pensasen como Ramón no existiría la democracia. Lo que nos llevó a un debate aún más interesante, sobre la población inmigrante, Samantha permaneció con las mismas ideas que había comentado Roger pero con más rabia.
Los temores de cada uno ya estaban saliendo a la luz de forma pasional, así que decidí ir calentando un poco el ambiente mediante mi pequeño invento y cada vez los ánimos están más tensos, llevando la discusión a los gritos cada vez que se menciona a Question. Las dos mujeres que estaban más radicalizadas, se ven más afectadas que el resto cuando dejan d ver a la otra como la oposición para empezar a verla como un enemigo a derrotar. No tardan mucho en empezar a romper cosas del bar creando un gran estruendo cuando Rose deja sin sentido a Samantha de un golpe que llama por fin la atención de la gata.
Tenías que verla, una mujer joven despampanante que cumplía al mismo tiempo el estereotipo de héroe y de femme fatale vestida de forma atractiva pero por comodidad y no provocar. Quiso saber que estaba pasando.
Rose la vio y se lanzó a por ella como una fiera salvaje sobre una presa, Catwoman estaba atónita, pero se movió rápidamente para esquivar a su atacante que cayó al suelo. Ramón estaba completamente paralizado y empezó a gritar, pensó que venía a por él y se escondió detrás de la barra en cuanto pudo.
Yo seguía sentado, viendo como en la calle, el bar se estaba llenando de espectadores que habían visto como Catwoman se defendía de una señora mayor. Era fantástico y no pude evitar esbozar una sonrisa, que ella vio y supo que tenía algo que ver. Roger estaba un poco perdido, aparentemente el gas tuvo en él un efecto inesperado, por lo que tras un agonizante grito, cayó al suelo y sufrió un ataque epiléptico.
Catwoman se acercó a él para intentar ayudarle pero, en ese momento, recibió un disparo en la pierna que le impidió que llegase a él. Ni yo me di cuenta de lo que había pasado, Elaine que había permanecido ajena al conflicto, disparo a la gata con una pistola que había sacado del bolso. Estaba temblando y la caían lágrimas de los ojos, pero algo había cambiado en ella y aunque parecía que tiraría asustada la pistola apunto de nuevo hacia la gata a modo de amenaza, se situó delante de mí y se encañono a sí misma.
Hubo un momento de silencio, que Catwoman aprovecho para lanzarse por la vidriera del bar para huir de lo que había ocurrido. Intentando evitar que viese su impotencia ante la situación. La sangre que me salpico de Elaine no me impidió ver mi aplastante victoria. No solo había logrado desquiciar a mi enemigo, si no que había visto la potencia de mi invento y la gente de Gotham pudo observar una cara distinta de su supuesta heroína.
Pensé que me sentiría un poco mejor después de haber logrado mis objetivos, al menos la primera parte de ellos, pero durante estos días, me han inundado unas emociones que llevaba tiempo sin sentir. Sentía que había desperdiciado mi vida sentado en un diván cuando está claro, que tengo la capacidad de hacer mucho más, así que decidí hacer una visita a las personas de mi pasado que habían provocado que acabase así.
Y esto me trae hasta usted. El Doctor Desmond Powell, el intocable profesor.
Intento impedir que me licenciase como psiquiatra, ¿Cuál era el motivo? Ah sí, que mis métodos serian pocos ortodoxos, ¿no? Se olvidó de que tenía un excelente expediente académico, por supuesto de un importante estatus social.
Pero bueno, eso es cosa del pasado y no quiero seguir molestándole, puesto que ya le he quitado demasiado tiempo y ninguno de los dos podemos apartarnos de nuestras obligaciones.»
Jonathan Crane se levanta del diván, para coger su chaqueta y su sombrero del perchero, tras lo que se dirige a la puerta antes despidiéndose de su doctor diciendo: «Por cierto, usted tenía razón».
Un goteo de sangre cae desde el cuerpo sin vida del Doctor Desmond Powell hacia el suelo formando un gran charco marrón en la moqueta.