2 – La caída del rayo
Por Moisés Hassan
Portada de Jesús Romo
Fecha de publicación: Mes 190 – 2/14
Hace una semana
Era de noche, estaba todo oscuro y Billy Batson estaba tan asustado como sorprendido. Desconocía como había llegado a ese lugar, puesto que en sus catorce años jamás había estado allí. Parecía una cueva, pero las paredes estaban formadas por mármol tallado a lo largo de un extenso pasillo similar a los de un antiguo palacio con siglos de antigüedad.
Decidió caminar a través de ese pasillo alcanzando a ver un final en el mismo en el que se encontraba un trono con un anciano barbudo sentado en él. Antes de llegar hasta el trono, Billy observó una serie de esculturas en los laterales del pasillo, siete esculturas que representaban siete demonios aterradores.
Desconocía como había llegado a aquel sitio, quién era aquel hombre y cuál era el motivo por el que pensaba que no estaba solo. Sentía una figura femenina que no alcanzó a ver, pero sabía que estaba allí.
– He cometido errores en el pasado, pero no volverá a ocurrir – comenzó a hablar el anciano – El poder del rayo es una gran responsabilidad y debe usarse con cuidado. Estaré todo el camino siguiendo su fuerza para ayudar a canalizarla. SHAZAM es el poder de los dioses.
I – La sabiduría de Salomón
II – La fuerza de Hércules
III – La entereza de Atlas
IV – El poder de Zeus
V – El coraje de Aquiles
VI – La velocidad de Mercurio
– El dominio del poder de los dioses confiere la energía del Rayo y debéis aprender a manejarla para defender la justicia en la tierra.
Un golpe de luz inundó los ojos de Billy cegándole por completo y cuando volvió a abrirlos, estaba de vuelta en su habitación del orfanato.
¿Qué había sido todo aquello? ¿Había estado soñando? ¿Quién era esa gente?
Hace seis días
Hub City
Se había olvidado de que aquel objeto estaba en su salón. Llevaba sin prestarle atención desde que murió su madre. Dan Garrett acababa el día en la comisaria, cuando recibió una llamada de su compañero de piso, Jarvis que le decía que un extraño objeto estaba brillando en su habitación emitiendo una luz azul. Pensó que no tendría mayor importancia, pero cuando volvió a casa observó que Jarvis tenía una venda en la mano.
– ¿Qué te ha ocurrido? – pregunto Dan
– Realmente no lo sé Dan, intente coger el escarabajo ese que tienes en la habitación para ver por qué brillaba y estaba ardiendo.
– ¿Qué? – pregunto anonadado – ¿El escarabajo te quemó?
– Sí, aparénteme si, aunque sigo sin saber que es.
– Es una reliquia que encontró mi madre cuando estuvo trabajando en una excavación de El Cairo. Cuando era pequeño me contó que había pertenecido a algunos de los faraones más importantes de la historia.
– No lo sé, chico – afirmo Jarvis – pero te diría que tengas cuidado. Voy a cenar con Loraine por el centro, te he dejado unos archivos en el despacho. Nos vemos el lunes.
– Un abrazo, Jarvis, pásatelo bien.
Dan no entendía qué era lo que estaba pasando, el escarabajo era una mera reliquia, ¿cómo podía ser que estuviese brillando y con esa intensidad? Embobado por la intriga, un miembro de la policía científica como Dan Garrett que había dedicado toda su vida a la investigación, no podría descansar hasta que descubriese qué era aquello.
Durante una hora intentó trabajar desde el ordenador respondiendo correos pendientes que no le había dado tiempo a lo largo del día, pero no consiguió apartar la mirada ni un minuto del misterioso artefacto. El enigma le estaba matando y no pudo resistirse a sostenerlo, con miedo a quemarse, pero nada más lejos de la realidad, estaba a temperatura ambiente. Inexplicablemente Dan oyó una voz anciana en su mente que le susurró: «El legado de los Batson porta el Rayo».
Hoy
Nueva Orleans
El barrio de Tremé baila al ritmo de jazz preparando el festival de Mardi Gras. El «Zou Bisou Bisou» es uno de los locales que sobrevivió al Katrina, en parte gracias a Giovanni Zatara y su hija Zatanna. Posteriormente Giovanni perdió la vida ayudando a una pareja a rescatar a sus hijos atrapados en el estadio de Los Santos.
Hoy Zatanna acaba de terminar su espectáculo por cuarta vez en solitario en el local, para un público que confía que no haya acudido únicamente para verla las piernas y sus medias de rejilla.
Eran altas horas de la noche y Zatanna vuelve andando a casa, es el sentimiento de soledad el que hace que pronuncie: «Etecerapa erdap» tras lo que una figura fantasmal comienza a andar junto a ella.
– Hola cariño – dijo el fantasma
– Hola papa, ¿Qué te ha parecido el espectáculo?
– Tú estabas preciosa como siempre, pero el truco del conejo del sombrero está muy visto.
– Sabía yo que nunca estarías contento.
– Intento sacar lo mejor de ti cariño – afirmo Giovanni.
– Oíste lo de anoche.
– Por supuesto.
– ¿Crees que fue El Mago?
– Si, por supuesto ha elegido un nuevo paladín.
– Pensaba que no había vuelto a seleccionar ninguno desde el egipcio.
– Así había sido hasta ayer… – respondió – si ha cambiado después de milenios debe ser por algo importante, deberías buscarle.
– ¿Cómo puedo encontrarle?
– Sabes que no puedo responderte a eso.
– Pues voy a tener que acudir a…
– ¡Ni se te ocurra! – interrumpió el fantasma – No quiero que vuelvas a hablar con John Constantine.
– Tengo que hacerlo, papá, lo sabes.
Tras una breve pausa, Giovanni dijo:
– Zee tienes que dejar de hacer esto.
– …
– Cariño no soy real, estás proyectando tus deseos. Giovanni no querría que le resucitase y mucho menos que estuvieses hablando sola.
– Le echo mucho de menos…
Hace cinco días
Londres
Él es uno con la ciudad: Londres es Constantine y Constantine es Londres. Puedes separarlos, pero con el tiempo siempre vuelven a unirse de forma natural. La capital de Reino Unido es el centro de la tierra previamente conocida como Albion y a día de hoy, Constantine es su mayor mago. El problema de John es que la ciudad le conoce tan bien como el a ella.
– ¡Maldito seas John Constantine! – grita el camarero – Es la cuarta multa que me ponen este mes por tu puto tabaco.
– Culpa a la hipocresía de los gobiernos que se financian con dinero del tabaco, pero nos imponen restricciones a los fumadores – respondió impasible con un cigarrillo en la boca.
– Me importa una mierda, deja de contar tonterías y no vuelvas a pisar este bar.
– Perfecto, de todos modos estoy hasta los huevos de pagar seis putas libras por esta orina que llamas birra – sentenció apagando el cigarrillo en la barra.
– ¡Vete de una puta vez maldito colgado!
John salió del local, se apoyó con la mano izquierda en la pared del establecimiento y sacó una cajetilla de Silk Cut del bolsillo de su gabardina, se lo puso de nuevo en la boca, a continuación tras desabrocharse los pantalones, saco el pene de los calzoncillos y comenzó a orinar en la pared del local.
– ¿Ya has terminado Constantine? – pregunto una voz detrás.
Inmutable el desaprensivo mago, se subió los calzoncillos, se abrocho los pantalones y se giró, limpiándose las manos con una servilleta que tenía en el bolsillo. Ante él estaba un hombre alto, pelirrojo, con un mechón blanco vestido con una chaqueta elegante gris sobre un jersey de cuello alto negro y pantalones grises.
– ¿Qué quieres, Gwaed? – pregunto John
– Te he dicho que me llames Jason – respondió el hombre – Sabes perfectamente por qué estoy aquí.
– El paladín del Mago imagino. ¿No deberías ser tú el que te preocupes por ello?
– Eso estoy haciendo. La maldición del viejo Jebediah reside en mí, pero tu estas libre de ella y podrás encarrilar la energía del paladín o frenarle si es necesario.
– Zatanna ya me llamo, va a ayudarle ella, yo no hago falta.
Constantine se giró y comenzó a andar en dirección opuesta a Jason Blood, su otrora maestro, este no dudo en agarrarle del hombro y decirle:
– John – dijo – Etrigan me ha dicho que los demonios del inframundo están detrás del paladín.
– América, ¿eh? – sonrió tras una pausa – Cojones…
Hace dos días
Lleva tres días recorriendo toda su ciudad en busca de alguien que pueda ayudarle. Se ha reunido con los mayores expertos arqueólogos quienes le han confirmado que la historia de su madre era cierta, se desconoce cualquier dato del artefacto fuera de su antigüedad y su leyenda.
Aprovechando que estaba en Nueva York, su amiga Joan Mason le recomendó que fuese a ver a una pitonisa que había visitado años atrás y le ayudó en un momento difícil, quizás ahora era lo que él necesitaba. Inquieto por la situación Dan cogió su móvil para llamar a Joan.
– ¿Ya has visto a la bruja? – pregunto ella
– No, aún estoy en la puerta. Todo esto me parece una estupidez, no sé qué hago aquí – replicó el -. Además me incomoda que llames bruja a una tía que echa cartas.
– Relájate ya Daniel, no seas paranoico. Esa mujer, adivinó muchas cosas de mí que no había contado a nadie, además no pierdes nada por verla.
– Pierdo tiempo.
– ¿Tiempo en el que estarías haciendo qué exactamente?
– Invitándote a cenar por ejemplo
– Tienes tiempo de sobra para invitarme cuando vuelvas a Hub. Ahora no seas tonto y hazme caso.
– Bueno de acuerdo, te dejo, voy a entrar.
Dan cruzó la calle hacia un establecimiento del Greenwich Village, con un cartel en el que ponía «Madame Xanadu», el estilo del cartel le recordó vagamente a los posters de Alphonse Mucha. Abrió la puerta haciendo sonar una pequeña campana que estaba colgada del techo.
– Pase por favor – dijo una voz femenina
Atravesó un pequeño hall que servía como sala de estar pobremente decorada con pañuelos orientales colgados de las paredes, provocaba la sensación de estar en una tetera medio árabe, medio gitana. En la sala principal, estaba sentada Xanadu, llamando especialmente la atención el aspecto de la misma puesto que se esperaba a una anciana zarrapastrosa y no la belleza y la juventud de la pitonisa ataviada con ropa zíngara.
– ¿Cuál es su nombre?
– Dan, Dan Dreiberg – mintió.
– Hmm…
– ¿Perdone?
– Señor Garrett, por favor no quiero hacerle perder su tiempo, pero no me haga perder usted el mío. Los dos sabemos porque está aquí.
– ¿Co…cómo? – preguntó atónito – Todo esto es una broma de Joan, ¿verdad?
– Permítame que le pregunte, señor Garrett: ¿Alguna vez le ha hablado a Joan del viaje que hizo a Bialya junto a su madre? ¿Le ha contado lo que vio allí? El hombre que había salido en las noticias asesinado el día anterior, cuyo cadáver se levantó para incriminar a la persona que le había matado.
– … – Dan permaneció en silencio aterrado por un hecho que no había contado a nadie por miedo a que le tomasen por un desequilibrado.
– Por favor, enséñeme el escarabajo con cuidado – Dan sacó la talla y la puso sobre la mesa para que la mujer lo pudiese ver – El Escarabajo ha sido activado, eso significa que se ha dado cuenta de la presencia del nuevo paladín.
– Perdone pero no le estoy entiendo
– El escarabajo tiene un origen mágico. Lo creó un mago para resarcirse de sus errores tras conceder el poder de los dioses a alguien con ansia de venganza. ¿Ha hecho algo?
– Pues… – dudó Dan – cuando lo agarró mi tío se quemó, pero yo lo cogí y oí una voz en mi interior decía «El legado de los Batson porta el Rayo». ¿Qué quiere decir?
– Pues dos cosas, la primera es que la respuesta que busca está en Fawcett City. La segunda y más importante es que el Escarabajo ha seleccionado su portador y ese es usted.
– ¿No me estará hablando en serio? Soy un policía que recibió un souvenir de su madre.
– He sabido que venía aquí antes de que usted mismo lo supiese, puede que no me crea pero usted mismo ha presenciado cosas que no sabría explicar. El Escarabajo tiene miles de años y una mente propia, no es casualidad que fuera su madre quien lo encontrase cuando llevaban décadas de excavaciones en esa zona y usted lo sabe. Lo sobrenatural existe, señor Garrett, y me temo que usted tiene un papel importante. ¿Va a ser capaz de ignorar un mundo de conocimiento que se abre después de lo que está descubriendo?
Hoy
Fawcett City
Hace una semana que tuvo ese raro sueño, el primer día no podía pensar en aquello pero ya prácticamente lo ha olvidado, puesto que el día a día de Billy Batson no suele tener freno, puesto que Billy tiene un secreto. Todo empezó hace cosa de un año, cuando estaba de acampada con el colegio a la colina Timms, supo que eso era lo más lejos que podría llegar sin tener nadie que dé la cara por él. Al volver a casa pasó toda la tarde escribiendo un artículo sobre la montaña acompañado de un reportaje fotográfico que firmo con el nombre de Clarence Charles Beck y lo envió a la redacción de WHIZ, una emisora de radio con revista propia.
El editor leyó el artículo y lo que empezó siendo una travesura adolescente cogió más fuerza para proporcionarle al joven un medio de futuro. El editor Otto Binder se interesó por el texto aunque considero que le faltaba encontrar algo que de verdad resultase conmovedor. Se creó el personaje de Clarence Charles Beck, con ayuda de un compañero experto informático, consiguió ocultar los datos de su cuenta bancaria.
Le asustaba que le descubriesen, pero estaba contento de haber podido ahorrar durante un año para escapar de aquel sitio. No es que odiase ese lugar, pero necesitaba salir de allí para comenzar su vida.
Hoy tenía que ir al banco para sacar dinero, figuraba como un becario por lo que no era una cantidad suficiente como para llamar la atención de Hacienda, pero sabía que si le pillaban podría acabar muy mal.
Cuando iba a salir por la puerta, se encontró a tres hombre trajeados de aspecto fuerte que estaban en recepción y la encargada le señalo a Billy. Los hombres esperaron pacientemente a Billy quien no sabía muy bien que hacer, tenía claro que no podría huir eternamente así que se acercó con ellos. En ese momento alguien agarro de la mano por detrás, se giró y era una mujer joven muy atractiva.
– Ven conmigo si quieres vivir – dijo ella.
Marcharon en dirección contraria a los tres hombres, hasta ponerse alejarse un poco del centro. Corrieron y vieron como los hombres les seguían a toda prisa, hasta que consiguieron esconderse momentáneamente en un callejón cercano.
– ¿Qué está pasando? – preguntó Billy asustado – ¿Quiénes sois?
– Mi nombre es Zatanna, yo no voy con ellos. Esa gente quiere hacerte daño y espero poder ayudarte.
– ¿Por qué? ¿Qué he hecho?
En ese momento los tres hombres les encontraron y otros cinco vinieron con ellos. Al igual que los tres primeros vestían de traje y tenían la misma actitud agresiva.
– No puedo explicártelo ahora, pero te lo puedo mostrar. Por favor no te asustes – advirtió una actitud defensiva poniéndose por delante de Billy para protegerle – Ecerapa amrof laer
Las palabras de Zatanna rompieron el hechizo mostrando la apariencia real de los ocho hombres que perseguían a Billy. Su uniformidad se rompió de golpe adoptando cada uno rasgos distintos, sus trajes fueron sustituidos por ropas antiguas con motivos rúnicos, sus cuerpos mutaron en criaturas deformes de distintas alturas con alas de murciélago, en sus rostros crecieron colmillos, con grandes narices aplastadas y ojos de serpiente. Eran demonios sedientos de poder.
– ¿Qué…? – pregunto Billy aterrado
– Tranquilo, tienes que hacer todo lo que yo diga. ¡Deac!
Dos de los demonios cayeron, pero los otros seis estaban enfurecidos y uno se lanzó de golpe contra Zatanna, pero un muro invisible le impidió el paso quedando ligeramente aturdido.
– ¡John! – exclamo la maga
Se giró y en el callejón estaba John Constantine, encendiéndose un cigarrillo apoyado en la pared con su gabardina marrón. Dio una calada tras lo cual escupió y lo tiro al suelo.
– ¡Putos yanquis! Vaya mierda de tabaco, donde este el Silk Cut… – luego miro hacia Zatanna – Hola guapa, ¿qué haces tú por aquí?
– ¿Estáis locos o qué? – pregunto nervioso Billy – Tenemos una horda demoniaca que no está atacando.
– ¿Este es el chaval? – pregunto a Zatanna señalándole con el pulgar
– Si, este es. Podemos escapar por dónde has venido
– No, lo he bloqueado. No se puede crear un muro de contención si no es con una forma radial, no pueden venir ni por los lados ni por arriba.
– ¿Entonces qué hacemos? – pregunto Billy
– Tenemos tres opciones: Podemos lanzarnos a por ellos y arriesgarnos a que el chico no se convierta, muriendo o quedando gravemente heridos los tres; podemos intentar que el chaval se convierta y exponernos al rayo y a una posible locura o bien podemos esperar a que se cansen.
– ¿Eso es todo lo que se te ocurre John? ¿Me estas vacilando?
– Creo que debemos preparar a Billy antes de que se convierta.
– ¡¿CONVERTIRME EN QUE?! – Grito Billy
Un rayo de luz azul golpeó fuertemente a los demonios restantes dejándoles fuera de combate. La luz cegó por completo a los dos magos y a Billy y cuando recuperaron la visión vieron a un hombre agarrando el escarabajo azul.
– Mi nombre es Dan Garrett – dijo -. Billy eres el paladín de la justicia, eso es para lo que tienen que prepararte. Has sido elegido por un anciano mago para depositar en tí el poder de los dioses y que puedas luchar sus batallas en la Tierra. Yo tampoco me lo creía al principio, pero visto lo visto, creo que deberías darles una oportunidad.
– ¿Qué es lo que tengo que hacer?
– Espera no… – interrumpió John.
– Decir una palabra mágica – respondió Zatanna-. ¿Qué es lo peor que puede pasar John? Puedo hacer que la repita si sale mal y en el peor de los casos estará el escarabajo.
– ¿Qué palabra? – insistió Billy con determinación
– Shazam – respondió John
– ¡SHAZAM!
Un rayo cayó del suelo golpeando fuertemente a Billy y apareciendo una versión adulta y fuerte del mismo ataviado con un traje rojo con brazaletes, guantes y una cuerda en la cintura dorada, una capa blanca y un rayo pintado de oro en el pecho. El nuevo Billy tenía los ojos cerrados, pero de golpe los abrió con una cara de sorpresa enorme y exclamo: «¡Mary!»
Te odio por las mayúsculas, pero eso ya lo sabes….
Por lo demás, mola… Constantine y Zatanna hacen muy buena pareja 😀