#7 – La doctrina del miedo
Por Moises Hassan
Fecha de publicación: Mes 187 – 11/13
Ciudadanos de Gotham,
Edmurd Burke dijo: «El mayor error lo comete quien no hace nada porque sólo podría hacer un poco».
No vamos a hacer recrearnos en el pasado. No hace falta seguir recordando a quienes no están ya aquí con nosotros, Goyer y Hall no nos importan. El daño que han hecho a esta ciudad no es irreparable, el pueblo decidió y ya no estamos bajo su yugo, pero eso no implica que debamos elogiar a su verdugo.
La tiranía política va conjunto a la tiranía empresarial, y aunque ha caído la primera, la segunda sigue estando presente. Es una fuerza mucho más compleja de combatir, aunque no invencible.
La fuerza sigue en vuestras manos, ahora Gotham es un lienzo en blanco sobre el que se puede construir algo maravilloso, cualquier pequeña actuación es mejor que quedarse sin hacer nada.
La ciudad es vuestra.
Para cambiar Gotham: ¿Quién responderá la Pregunta?»
Ayer
– Pues como le iba diciendo Doctor, ayer soñé que me despedían de la empresa y que era Question quien me lo comunicaba – conto Julie a su psiquiatra.
– ¿Ha tenido algún contacto con el movimiento Question?
– Ninguno, únicamente vi el video en Youtube, pero porque un amigo me lo puso cuando vino a casa.
– De acuerdo. ¿Fue entonces cuando se despertó?
– No, de hecho eso solo fue el principio. Cuando estaba en la puerta para irme, Question se quitó la máscara pensando que no le veía y era la cara de mi ex novio Dillan.
– Si no recuerdo mal, Dillan era quien le engaño con otra poco antes de su matrimonio, ¿verdad?
– Si – respondió ella llevándose las manos a los ojos para limpiarse las lágrimas.
– Disculpe señorita Madison, debí haber sido más consecuente en la formulación de la pregunta. Tome – extendió su mano, para ofrecerla a su paciente un pañuelo.
– Muchas gracias – dijo cogiendo el pañuelo-. Realmente debería haberlo superado ya, pero sigo recordándole.
– ¿Qué sentimientos le provoca ese recuerdo? ¿Frustración? ¿Nostalgia?
– Realmente no, lo que me provoca es miedo.
– ¿En qué manera se refleja ese miedo?
– Me paraliza.
– ¿La paraliza?
– Sí, no me he atrevido a conocer a ningún hombre desde Dillan.
– Bueno, debo pedirle disculpas pero va siendo la hora. Me gustaría decirla que el miedo no es que deba sufrir en solitario, puede contar ayuda para ello y esa va a ser lo que vamos a trabajar juntos – dijo el doctor acariciándola la mano.
– Muchas gracias, Doctor Crane le agradezco lo que está haciendo – respondió ella evitando la mirada.
Jonathan Crane se levantó hacia la puerta para indicarle la salida, recordando que se encontrarían la semana que viene a la misma hora. Al abrir la puerta de la consulta, pidió a Amy su asistenta que ya había acabado por hoy, así que era libre de irse.
Crane se quedó navegando en internet, porque le intrigaba la figura de Question, había oído algo al respecto, pero se le olvidaba siempre buscar el video y ahora por fin, tenía tiempo para ello, así que busco los videos. Examino el discurso que había dado y se quedó interesado por la forma de promover el cambio, levantando a la población. Le admiraba.
Hoy
Slam Bradley lleva toda la noche despierta, como prácticamente toda la ciudad de Gotham después de los acontecimientos que tuvieron lugar aquella noche. Está en su cafetería del East End, con un silencio nada habitual.
– ¿Lo de siempre?
– No, esta vez ponme un café largo bien cargado. Con azúcar y sin leche.
– ¿Irlandés?
– No, ya no.
– Hacía tiempo que no te veía por aquí, cielo – comento la camarera mientras le servía el café.
– He estado en Metropolis, Mary. Volví anoche y llevo en la carretera toda la noche.
– Pues me alegro mucho de que estés bien, habrás sido de las últimas personas que han podido entrar en Gotham.
– Lo sé, he tenido mucha suerte, se me atraso el vuelo bastante, un poco más tarde y no lo cuento.
– Toca madera, cielo – dijo Mary golpeando su encimera-.
– ¿Alguien ha reivindicado ya el atentado?
– Creo que sí, un payaso psicópata…
– ¿Me estas tomando el pelo?
– Ojala, esta ciudad se ha vuelto loca…
– Yo lo que digo, es que parece un chiste todo lo que ocurrió anoche, por un lado el asesinato del alcalde, la tragedia del circo Haly y las explosiones… Además parece que no hay conexión entre ninguno de los hechos.
– No te olvides de lo de Hall
– ¿Albert Hall, el de cultura? – pregunto Slam- ¿Qué ha pasado con él?
– ¿No te has enterado? – respondió con una pregunta Mary -. Anoche fue asesinado en su despacho, antes incluso de lo de Goyer.
– ¿Deadshot también?
– ¡No que va! Ha sido la otra, la mujer gata esa…
– ¿Catwoman?
– Si, Catwoman. Primero le ataco y por la noche aprovecho todo el jaleo para acabar con él.
Esta última parte ya no la escucho Slam. Dio un sorbo al café y se disculpó con Mary puesto que tenía que irse, puesto que había recordado algo justo después de que ella bromease sobre si le había comido la lengua el gato.
Jonathan Crane, un hombre de costumbres se levanta de la cama, después de darse una ducha con agua fría, afeitarse y vestirse, desayuno un café intenso hecho en su Nespresso, acompañado con un croissant con chocolate. Después del desayuno, sale a su consulta donde atiende rigurosamente de diez de la mañana a una y de tres a siete. Una vez cada dos semanas, se permite ir a un laboratorio para realizar pruebas de medicamentos que pueda probar en animales, para su posterior consumo humano. Es un hombre serio y estirado, su propio físico es un ejemplo de ello: alto, delgado, moreno y con ojos claros. No tiene mucha vida social salvo algunos eventos de alta sociedad a los que acude por haber atendido a grandes pacientes, esto no es algo que suela permitirse entre el colegio médico, pero Crane lo disimula correctamente así como alguna cita que ha tenido con pacientes.
Nunca suele falta a su consulta, salvo raras excepciones como hoy. No solo porque Amy le ha llamado diciendo que sus pacientes de hoy han anulado sus citas por miedo a lo que ocurrió ayer, pidiendo ella también si podía quedarse en casa, sino también porque hoy Crane ha recibido una llamada importante. De hecho, tiene una cita que deberá estar llegando ya.
Crane vestia elegantemente de negro con camisa blanca sin corbata, se puso los zapatos, cuando le llamaron por el telefonillo para anunciarle que su limusina estaba esperando. Cogió el ascensor y un hombre alto con traje blanco le abrió la puerta invitándole a entrar.
En el trayecto hacia su destino, vieron gran parte de la ciudad vacía con poco tráfico, negocios cerrados, así como muy poca gente en las calles. A pesar de ello, las calles principales estaban abarrotadas de seguidores de Question que se manifestaban contra las multinacionales y las grandes cadenas. Una de estas empresas era el destino de Crane con la limusina, que entro a través de un garaje donde no había ninguna multitud. Entraron al edificio y le guiaron hacia el despacho principal en la última planta del edificio Stagg.
– Doctor Crane, me alegro que haya llegado bien – dijo Simon Stagg, tendiendo la mano hacia su invitado-. Espero que mis empleados le hayan tratado bien.
– Perfectamente señor Stagg, es un placer – respondió Crane.
– ¿Puedo ofrecerle algo? ¿Un café? ¿Algo de bollería? ¿Una copa de vino?
– Agua con gas, si es posible.
– Por supuesto, por favor siéntese – Stagg llevo a Crane hacia su mesa, se sentó y llamo por interfono a su secretaria-. Melinda, por favor trae una botella de agua con gas con un vaso, gracias.
– Muy amable, gracias.
– Vaya días estamos viviendo, ¿Verdad Crane? Un maniaco haciendo una subasta sobre la vida de Goyer, otro poniendo bombas por toda la ciudad… Y no me hagas hablar de lo del Circo Haly de anoche, tuvimos que salir todos corriendo.
– Perdone señor Stagg, pero no creo que me haya llamado y hecho venir hasta aquí para hablar de esto.
– Veo que va al grano, me gusta. Mire Crane, llevo en el mundo empresarial más tiempo del que usted lleva vivo. A lo largo del mismo, me he encontrado con todo tipo de situaciones y continuamente me he tenido que «ensuciar» las manos para salir de algunos apuros. No siempre ha habido tanta legislación ni tanto control sobre las grandes empresas, aunque nuestro poder haya ido aumentando, también ha habido un gran crecimiento de la llamada «ética empresarial».
– Comprendo – indicó Crane para señalar que estaba siguiendo lo que le decía.
– Ahora estamos viviendo una de estas situaciones difíciles. El dichoso movimiento Question está acabando con el poder político, y eso a las empresas nos destroza. Si Goyer hubiese actuado más consecuentemente, siendo más discreto entre otras cosas… quizás esto no hubiese pasado. Por ello, necesitamos tomar medidas consecuentes a lo que estamos viviendo y precisamente, allí es donde necesitamos tu ayuda.
– Usted dirá.
– Mire Doctor Crane, le voy a hablar claro. He estado siguiendo de cerca sus investigaciones, me he leído su tesis doctoral «La doctrina del miedo» y por supuesto, he podido ver el efecto de su «producto».
– ¿Qué?… ¿Cómo? – pregunto indignado
– Por favor, cuando hay dinero de por medio se pierde la protección de datos de información. Tengo aquí una muestra de su producto – dijo sacándose un pequeño tarro del cajón del escritorio.
– Stagg no me gusta ni un ápice, lo que está indicando. Ese gas es muy peligroso, forma parte de un experimento que puede ser dañino para los humanos, solo ha sido probado con animales de laboratorio.
– Por favor doctor, no hace falta que se ponga a la defensiva. No soy su enemigo, ni pretendo serlo, de hecho me gustaría ser su socio.
– ¿A qué se refiere?
– Mire, he podido observar que su currículo no es intachable, sus citas con clientas son más habituales de lo que le gustaría al colegio médico. No quiero amenazarle, ni mucho menos, como ya le he dicho trapos sucios también tengo un buen rato.
– ¿A dónde quiere llegar? – se impaciento Crane.
– Bueno mire, ambos nos manchamos las manos para lograr nuestros objetivos, así que necesito que colaboremos juntos. Necesito una forma de combatir el movimiento Question y creo que usted es la solución. Ha trabajado mucho acerca del miedo, sabe perfectamente sus motivaciones, sus desencadenantes y por supuesto, el efecto paralizador que provoca. Si ejerce para mí, llamémoslo como «Community Manager» juntos podremos frenar este movimiento.
– A ver si entiendo bien, ¿Quiere que aterrorice a la gente para no alzarse contra las empresas?
– Algo así. Crane, usted es una persona inteligente, sabe que hay temores mayores que la fuerza física: el miedo al fracaso, el miedo al qué dirán… bueno no voy a decirle nada que no sepa. Lo que intento pedirle es que difunda el miedo y que sepa controlarlo hacia nuestro objetivo.
– ¿Puedo preguntarle que obtengo yo a cambio?
– Por un lado te voy a dar un colchón legal para tus experimentos, además de la oportunidad de ponerlos en práctica de manera inmediata con todos los medios posibles para llevarlo a cabo. Por supuesto, le puedo asegurar que no le faltara ningún tipo de financiación, además de una remuneración una vez se haya conseguido paliar el posible daño. Dejémoslo en que el dinero no va a ser su problema.
– Puedo decir, que después de mis reticencias iniciales, me está convenciendo lo que me propone, no lo puedo negar.
– Sí que debo decir, que necesito que se comprometa a mantener una confidencialidad. No puede hacerse saber que está trabajando para Stagg Enterprises bajo ningún concepto, su sueldo vendrá a través de una subcontrata con sede en Ginebra.
– Señor Stagg, creo que podremos llegar a un acuerdo – sentenció Crane poniéndose de pie y estrechando la mano-. Sí que le aviso que mi producto, como ya le he dicho no ha sido probado en humanos y desconozco su efecto.
– Crane, déjame que yo me preocupe de eso.
La reunión acabo, dando de esta manera origen a una nueva etapa en la vida de Jonathan Crane de treinta y dos años, así como a otro capítulo de la historia contemporánea de Gotham, que ya la noche anterior se había reescrito.
Más tarde, en otra parte de la ciudad.
A ritmo de: «No tengas miedo a hacer la pregunta», un grupo de estudiantes se manifiestan en el ayuntamiento por no haber ninguna respuesta oficial acerca de quién iba a hacer el sustituto del alcalde, ni siquiera de manera temporal. Mientras se enciende un cigarro de la marca «Silk Cut», un hombre alto moreno con bigote permanece observando la aglomeración desde la acera de enfrente.
Un joven se acerca a él con una carpeta llena de folios, puesto que es prácticamente la única persona en la manzana que no está en la manifestación.
– Señor, tenga – dijo el joven entregándole la carpeta-. No nos mires, únete.
– ¿Qué es esto? – pregunto el hombre al ver un símbolo de un interrogante con una U grande detrás.
– Es el movimiento Question Universitario, estamos luchando por una transparencia política y un aumento de las becas universitarias. Ahora reunimos firmas para que dejen de engañarnos y nos digan quien va a dirigir la ciudad.
– ¿Question?
– Si, queremos remover la escoria de Gotham usando la información que disponemos y nuestras voces.
– Me estás hablando del tipo este que se disfrazó como el cuadro de Magritte e hizo videos revolucionarios en Youtube…
– ¿Magritte? ¿Qué es eso?
– Chaval, conoce mejor a tus lideres – respondió el hombre devolviendo al joven su carpeta y dándole la espalda.
Se va alejando mientras cree oír al joven mientras gritándole algo, pero ni se molesta en volver a girarse, limitándose a tirar el cigarro hacia atrás a modo de desprecio. Siguió andando hasta dejar atrás la manifestación y disfrutar el silencio apabullante de la ciudad, a pesar de ello estaba algo intranquilo.
Encontró un edificio muy alto a menos de diez minutos del ayuntamiento, en cuya séptima planta se encontraba el hostal «Roosevelt». El hostal de tan solo veintisiete dólares la noche, llevaba abierto veinte años y contaba con tan cinco empleados que se iban alternando para cubrir todos los turnos de la semana. El hombre entro, pidió la llave «237», subió a la segunda planta, abrió la puerta de la habitación desde cuya ventana se llegaba a ver el ayuntamiento y en la que únicamente había una maleta pequeña, un estuche de 84 cm de largo por 30 cm de ancho y un ordenador portátil encima de la casa.
Se sentó en la cama frente al ordenador, mientras se encendía otro cigarrillo (el sexto del día) y levanto la tapa del ordenador, encendiéndose la pantalla automáticamente. Tras veinte segundos para que cogiese la señal del wi-fi del hostal y se conectase, llego un aviso de un mensaje a través de un chat codificado.
Kuttlator: ¿Lawton? Estas ahí
El mensaje era de hace diez minutos, y todavía aparecía conectado, así que empezó a escribir.
Shot: Acabo de llegar al hostal. Todavía no hay manera de salir de esta ciudad.
K: Tranquilo, la policía está bastante ocupada con ese payaso asesino como para buscar a «Deadshot».
S: Gotham tiene también a Batman.
K: Quien también está ocupado con el payaso, no infravalores la información del Calculador.
S: No es tan bueno si no me ha conseguido obtener un medio para salir de esta cloaca.
K: Te interesa quedarte allí, Floyd.
S: ¿Por qué?
K: Tu anuncio ha calado. Deadshot, el hombre anónimo que consiguió birlar la seguridad en un momento crítico y asesino al alcalde, sin haber dejado ni una pista.
S: ¿A qué te refieres?
K: Floyd… tienes más de noventa ofertas, he hecho un filtro y en torno a quince son bastante serias, el resto son falsas o poco interesantes.
S: Ya has escrito mi nombre entero, maldito hijo de puta…
K: No seas paranoico coño, no creo que el FBI con todos sus medios podría descodificar este chat. Ni siquiera han podido rastrear el dinero en las cuentas, ni saber cómo conseguí colarte ayer en el ayuntamiento.
S: ¿Vas a atribuirte todos los méritos?
K: No, solo los que me corresponden. Déjate ya de tonterías «Deadshot», te mandare tu próximo trabajo en un rato.
S: De acuerdo Noah Kuttler, estaré atento.
K: Cabrón.
Kuttlator se ha desconectado.
Floyd Lawton sonríe, cierra el ordenador lo deja en la mesa. Todavía queda tiempo para la hora de la cena, así que se permite el lujo de echarse en la cama hasta entonces, había que aprovechar el silencio que le brindaba la ciudad.
En las calles del East End, camina Muhammed Rafiq hacia el restaurante de sus padres, cuando tres jóvenes empiezan a perseguirle por detrás.
– Osama, estate quieto – dijo uno de ellos.
Muhammed siguió andando como si no hubiese oído nada. Pero ellos insistieron, agarrándole por detrás del hombro.
– ¡Oye! – grito-. Te estamos hablando, no nos ignoren.
– ¿Qué queréis de mí? – pregunto.
– ¿Qué queremos de ti? ¿Nos estás hablando en serio? – dijo otro de ellos, poniéndose por delante.
– ¿Te lo puedes creer? Vienen a nuestro país, pasean por nuestras calles y encima se creen con derecho a hablarnos como si hubieran nacido aquí.
– Yo nací aquí – respondió Muhammed – y no creo que deba daros explicaciones, si no os importa, debo ir a trabajar.
– Osama, ¿no has oído a Question? – preguntó el primero de ellos -. La ciudad es nuestra.
– Nuestra, de los ciudadanos de Gotham – dijo otro, agarrándole del cuello – no de los extranjeros.
– ¿Es eso lo que dice Question? – pregunto una voz femenina desde arriba.
– ¿Quién? – pregunto uno de los tres, mirando hacia Catwoman.
Ella salto desde la cornisa del edificio para golpear a los atacantes del joven.
– La ciudad es de Gotham, no le pertenece a nadie.
– Cállate puta – respondió uno con un puñetazo, que ella esquivo y le empujo contra la pared dejándole fuera de combate.
Quedaban dos atacantes y Muhammed había aprovechado para avisar a la policía, uno de los tipos se puso un puño americano golpeando ligeramente a Selina en la boca, justo antes de que ella consiguiese esquivar, para después asestarle una patada en la entrepierna haciéndole caer al suelo.
El último que quedaba decidió enfrentarse a ella, sacando una navaja del bolsillo y poniéndose en pose amenazante contra Catwoman. En ese momento, apareció la policía y les apunto con el arma a grito de «Alto policía», mientras que el último de sus contrincantes salió corriendo, Catwoman trato de moverse, pero el policía le disparo.
Selina sentía el labio dolorido por el golpe que le habían dado, las piernas entumecidas puesto que nunca se había enfrentado a un policía de forma tan expuesta. Oía de fondo otra manifestación, de tantas las que había habido en el día y pensó que si lograba escapar del policía, podría intentar pasar junto a la aglomeración de forma desapercibida. El policía tenía la mirada fija en la gata, ignorando a Muhammed que le estaba gritando sobre cómo le había salvado de sus tres atacantes. Quizas si se entregaba podría evitar algún altercado, pero: ¿Qué pensaría Holly? ¿Qué pensaría Maggie? ¿Qué pensaría Slam? ¿Irían luego a por ellos? ¿Acaso Batman se rendiría ante la autoproclamada justicia? No, rendirse no era una opción, ya había dejado atrás las inseguridades como para volver a ellas, solo por llevar días recibiendo más golpes de lo normal. Tenía que luchar e iba a hacerlo, lo que no esperaba era que no tendría que hacerlo sola.
Un tomate le golpeo en la cara al policía, justo antes de recibir una oleada de frutazos por parte de una multitud enfurecida. Uno de ellos, un hombre de pasados los treinta en torno a ochenta y seis kilos y un tatuaje en el brazo cogió a Catwoman y la aparto de la vista del policía, quien se vio rodeado y no pudo hacer nada, salvo intentar convencer de que estaban protegiendo a una asesina.
– Muchas gracias encanto – dijo Catwoman a su ayudante, cuando ya estaban a salvo en un callejón alejado.
– Gracias a ti – dijo el hombre que había ayudado a Catwoman -. Mi nombres es Tom Blake, acabo de salir de la cárcel donde he oído historias de tus hazañas durante los últimos meses. Quiero intentar compensar mis malas acciones, intentando a ayudar a promover el cambio y creo que eres el mejor ejemplo de ello. Es un placer.
– El placer es mío cariño, todavía no había conocido a ningún fan y me alegro poder inspirar a la gente a hacer algo, aunque tampoco creo ser un ejemplo a seguir – Selina se acercó a él, le dio un beso a la mejilla-. Ahora debo irme cariño, ¡gracias de nuevo!
Tom se quedó observando a la bella heroína mientras se marchaba trepando hacia el tejado y pensando que era la mujer más impresionante que había conocido en su vida. Tanto el, como la ciudad habían tocado fondo, así que era la oportunidad de ambos para redimirse y crear juntos y futuro próspero desde cero y basándose en una nueva entidad moral que no dictaba ninguna institución.
En el tejado, Selina observo que tenía siete llamadas perdidas entre Holly y Maggie, con un mensaje de esta última que decía: «Ven a casa ya. Es importante». Tan rápido como pudo hizo caso a su hermana pequeña sin saber que había pasado tan urgente y al llegar, Holly abrió la puerta y le pidió que fuese a la cocina, donde estaba Slam Bradley con una mirada rabiosa.
– ¿Dónde estabas? – pregunto Slam
– En la calle, tuve que ayudar a un joven que estaba…
– Déjate de gilipolleces – interrumpió Slam – ¿Dónde estabas?
– ¿Pero a ti qué coño te pasa? Llevamos esperando noticias tuyas desde ayer y ahora apareces hecho una furia en mi casa…
– Lee esto – dijo Slam golpeando fuertemente la mesa con un periódico, en cuya página ponía «Catwoman asesina a Albert Hall»
– Muy bien… ¿Qué me importa esto a mí?
– ¿Qué te importa haber asesinado a un hombre? – pregunto en tono irónico Slam.
– ¿Qué mierda esperas que me importa la basura que escriben estos sensacionalistas? – respondió con otra pregunta Selina.
– Selina esto no es ninguna broma, te está buscando la policía por un homicidio de primer grado.
– ¿Crees que lo he hecho? – pregunto Selina furiosa cruzándose los brazos.
– … – Slam aparto la mirada.
– Bradley, llevo un mes sin verte y apareces en mi casa, delante de mi hermana y mi mejor amiga para acusarme de un asesinato. ¿Has probado a preguntarlas a ellas que hice anoche?
– No me importa, tienes una historia con Hall y las horas no son precisas
– ¿Pero qué estás diciendo? ¿Cómo puedes dudar de mí así?
– Llevas más de medio año ejerciendo como vigilante, atacando a cargos públicos y enfrentándote de forma continua a la policía.
– Y volvería hacerlo.
– ¿Esperas que me crea que no has hecho nada ilegal? ¿Quieres que volvamos a tener la discusión acerca de la puta Tablet de Maggie? ¿O del reloj que convenientemente apareció en tu cuarto?
– ¡Otra vez con lo mismo! Ya hemos hablado mil veces de esto. Si robe esa Tablet, si robe ese reloj, pero se lo quite a gente que se abanica con billetes de cien dólares y lo han conseguido a costa de los demás.
– ¿Y quién coño eres tú para juzgarlo?
– ¿Y quién eres tú para juzgarme a mí? Y menos con la peste a alcohol que traes hoy… pensé que ya lo habías dejado.
– Mira, más te vale por tu propio bien que no haya ninguna prueba que te vincule con el asesinato de Albert Hall, porque si es así… A la más mínima duda de que has asesinado a alguien, voy a venir a por ti con todo el cuerpo de policía de la ciudad de Gotham.
– Vete ahora mismo de mi casa y que ni se te pase por la cabeza volver a entrar borracho.
Slam salió de la casa, dando un portazo que desencajo el marco de la puerta. Selina Kyle ese mismo día consiguió el apoyo de la gente de la calle, pero había perdido a la confianza de quien fue su mayor aliado en la época más difícil de su vida.
Sigue Tierra de Nadie, con nuevos jugadores… interesante como complementáis la historia Tomás y tu entre las dos series. A ver en qué acaba todo!
El final esta trazado, falta saber como llegar a el… XD
Pues un número más, a ver por donde sale ahora Crane. Y sobretodo a ver si hay algún vínculo final entre todo lo que está pasando jejeje
Cuantos números quedaban de Catwoman: Tierra de Nadie??