Tiene muchos nombres: Marc Spector, mercenario. Steven Grant, playboy. Jake Lockley, taxista. Todos ellos no son sino una fachada para el héroe que ha vuelto por dos veces de la muerte, el Puño Vengador de Khonshu… el Caballero Luna
#2 – Perdiendo la fe II
Por Bedovian
Fecha de publicación: Mes 186 – 10/13
[Marc Spector]
La mansión estaba tranquila. Las luces apagadas. Ningún coche fuera del garaje. Todavía era temprano.
«Quizás demasiado temprano», pensó Marc. Se había acercado hasta la puerta con la intención de tocar el timbre, pero cuando se percató de que el taxi que lo había llevado hasta allí ya no estaba a la vista, decidió no armar tanto escándalo.
-Utilicemos todas las habilidades de Marc Spector.
Ajustó a su espalda la mochila donde llevaba las pocas pertenencias que se había llevado y comenzó a trepar por la fachada. Marc hacía parecer sencillos unos movimientos dignos del mismo Spider-Man. No demandaba demasiada fuerza para realizar dichas acrobacias, sólo una extraordinaria e inhumana precisión, la cual, ya no podía distinguir si era la adquirida al desempeñar su rol heroico durante años o tenía que ver con sus recién descubiertas habilidades. Cuando llegó hasta la ventana que había elegido, entreabierta, la abrió con delicadeza.
El panorama en el interior hizo que perdiera la compostura. La casa estaba revuelta, desbalijada, como si alguien hubiera entrado allí no hacía mucho.
-¿Marlene? -preguntó Marc con voz ahogada, superado por la visión-. ¿MARLENE?
No hubo respuesta alguna, salvo por el breve y apagado eco de la habitación.
Spector se deshizo de la mochila y corrió hacia el piso de abajo, que se encontraba en condiciones similares; todo revuelto y dañado.
-Marlene, por todo lo sagrado, ¿qué ha sucedido? -hablaba solo, desesperado, sabiendo que allí no había nadie-. ¿Randall? ¿Frenchie? Kat…
De nuevo subió las escaleras, rumbo a la habitación de su hija. Si le había pasado algo en su ausencia, no podría perdonarse pues, tal como le había dicho Marlene antes de marcharse, todo sería culpa de la marcha Marc Spector. Ya no tendría una familia.
La habitación estaba vacía y, aunque menos desordenada que el resto, alguien había entrado allí de forma apresurada. Leyó con amargura los pasos de aquella persona a través de las marcas de la habitación.
La alfombra frente a la cuna movida. En el trayecto, la lámpara sobre la mesita torcida, que se sostenía oscilando en posición diagonal tensando el cable. Algunos pañales sobre el suelo, como si hubiera cogido los justos y, finalmente, la cuna arrinconada contra la pared por lo que, inequívocamente, debió ser un empujón por las prisas.
-Maldita sea, maldita sea… chicos, ¿dónde os habéis metido?
Tuvo un último pálpito y volvió a dar rienda suelta a su inhumana velocidad.
Desde el nacimiento de Katherine todo había cambiado. Una familia no era poca cosa. Ahora Marc Spector tenía algo que salvaguardar, más grande que la venganza de cualquier dios o la propia vida. Tenía a otros que le importaban, de una forma en la que nunca se había visto. Tenía una responsabilidad.
Uno de los salones de la mansión había sido reformado no hacía tanto. Nada más entrar por la puerta de éste sintió un alivio incierto.
Era la habitación más revuelta. Ahora sí, veía claramente marcas de garras una pared de madera que había sido parcialmente destrozada, dejando entrever un panel metálico. Miró de un extremo a otro y sonrió, pese a que otro, por los agujeros de bala en la pared opuesta, quizás habría entrado en un estado de pánico aún mayor.
Pero Marc Spector sonrió.
Las balas eran resistencia. La resistencia era vida.
Cerró la puerta de la habitación y, tras unas cortinas, pulsó un interruptor oculto de forma deliberada.
-Marlene, soy yo, Marc, ¿estás ahí?
De nuevo Marc Spector no obtuvo respuesta. Sin embargo, transcurrido medio minuto, se escuchó un pequeño golpe seco a sus espaldas, seguido de un sonido más estridente y continuado.
Al echar la vista hacia atrás Marc pudo contemplar, aliviado, a la mujer que amaba con la hija de ambos entre sus brazos. A su lado estaba Frenchie, sosteniendo una pistola a la altura del pecho.
-Ven aquí, pequeña -dijo Marc de brazos abiertos.
Con la mano que le quedaba libre, Marlene lo abofeteó.
-No vuelvas a hacerlo, nunca -dijo la mujer, tras lo cual abrazó al padre de su hija.
-Las ideas de Frenchie no son tan malas ahora, ¿verdad? -dijo el francés, que tenía varios cortes en la cara y a la altura del cuello-. ¿Quién era ese tonto Marc que no quería instalar una habitación del pánico en su casa? ¿Para qué?
-Ven aquí, granuja. Que sepas que jamás me he alegrado nunca de que tuvieras una idea tan horrible. Pero decidme, ¿qué ha sucedido? ¿Dónde está Randall?
Marlene y Frenchie cruzaron miradas. Fue él quien tuvo que reunir fuerzas para hablar, la mujer ya no podía soportar más problemas por parte del hermano de Marc.
-Precisamente él es el causante de todo esto. Ha sucedido esta misma madrugada, de llegar antes habrías podido verlo con tus propios ojos. Le pasó algo, Marc, se volvió a transformar en aquella horrible criatura demoníaca. Otra vez.
-¿Cómo es posible?
-¿Cómo podía suceder otra cosa? -se animó a preguntar con sarcasmo Marlene-. Tu hermano lleva el diablo dentro, de lo dije. Sólo trae problemas, sólo… Marc, está ahí fuera en estos momentos. Por poco tu hija, tu mejor amigo y yo no lo contamos. Marc, esta vez me vas a escuchar. Saldrás ahí fuera y cogerás a tu hermano y esta vez no volverá a pisar esta casa. Esta vez asumirás responsabilidades. O tu hermano o tu hija, Marc, me llevaré a la niña.
[Randall Spector]
El hombre que hasta hace sólo un día había llevado el manto del Caballero Luna estaba aturdido. Tenía el traje del Puño de Khonshu hecho jirones, pero todavía podía decir que le vestía. Sobre la piel, una pequeña capa de una sustancia viscosa y maloliente se acumulaba.
Hizo memoria.
Recordaba patrullar la ciudad, como casi todas las noches, con la inestimable ayuda de Frenchie, que le brindaba su apoyo en todos los sentidos posibles. Entonces, al volver a casa, sintió de repente un pinchazo en el pecho, como si una fría oscuridad atravesara su corazón. Terminó por caer al suelo y lo último que recordaba era… era su mano. O mejor dicho, el cambio que ésta sufría.
No sabía qué había pasado en el lapso de tiempo que correspondía a los inicios del cambio hasta que había despertado, pero podía asegurar que no había sido nada bueno.
Entonces recordó el sonido de Marlene gritando. Y balas.
¿Qué había hecho Randall Spector?
Aún temiéndose lo peor, sólo había una forma de descubrirlo
[Marc Spector]
-Saldré a buscar a Randall de inmediato, en cuanto terminemos de asegurar la casa, por si se le ocurre volver.
Entre los tres, habían asegurado prácticamente toda la casa a base de cubrir ventanas con enormes mesas y armarios. Refuerzo que también incluía el haber dejado accesibles varias armas de gran calibre a lo largo y ancho de la misma.
Marlene estaba histérica.
-Deberías llevarte las armas y darle caza. No puedes permitir que alguien tan peligroso ande suelto, Marc.
-Es mi hermano.
-Y un demonio. O medio demonio. O un mutante incontrolable, lo que sea. Es un peligro, para ti, para mí, para nosotros y para todo el condenado mundo, Marc.
-Normalmente intervendría a favor de tu hermano, Marc -dijo Frenchie-. Ha trabajado duro como Caballero Luna en las calles. Buscaba la redención. Pero si no puede contener eso que lleva dentro, es un peligro incontrolable.
-Comprendo… -Marc lanzó una mirada a Kat, su hija, que permanecía dormida sobre un sofá, a cuyos pies habían tendido un buen montón de cojines, por si se removía. No querían dejarla a solas-. Quizás tenga que tomar medidas drásticas, ya tuve que hacerlo antes, precisamente con él…
Sonó el timbre. Luego otra vez, de forma frenética e ininterrumpida . A continuación comenzaron los golpes sobre la gruesa puerta de madera.
-¡MARLENE! ¡SOY RANDALL, ABRE! ¡NO SÉ LO QUE SUCEDIÓ, PERO NO ERA YO! ¡MARLENE!
-Aquí ya no hay sitio para él, Marc…
-Marlene, es mi hermano, yo…
-Nos ocuparemos nosotros -cortó Frenchie antes de que se diera pie a otra disputa entre la pareja-. Marlene, sube con la niña a su habitación, por favor.
Ambos hombres se retiraron y se dirigieron hacia la puerta de la entrada. Frenchie llevaba un arma.
-Sólo si es necesario, Marc. No sabemos qué puede pasar. Tú no viste lo que sucedió ayer noche. Salimos a patrullar con toda normalidad y luego… bueno, no voy a dejar de tomar precauciones, aunque yo también quiera lo mejor para él. Sólo espero que no haga ningún movimiento brusco.
Marc rebuscó dentro de sí, queriendo que, de ser necesario, la nueva fuerza que había adquirido no le fallara.
-Deja de golpear, Randall, ya abro.
-¿Marc? ¿Cuándo has regresado? ¿Cómo está Marlene?
-Gracias por acordarte del genial Frenchie, amigo -intervino el francés.
-Yo, lo siento -se disculpó Randall-. Estaba pensando en Marlene y en la niña.
-Ambas están bien -informó Marc-. Pero, por lo que sé, no es gracias a ti. ¿Qué demonios te pasa, Randall?
-No fue culpa suya -intervino con rotundidad una cuarta voz, tras la espalda de Randall-. El Demonio al que buscáis, el que tan profundamente se había escondido en el cuerpo de tu hermano, anda todavía por ahí y ese sí es un peligro.
Era el Perdido, el enigmático hombre que había conseguido llevarse a Marc al otro lado del mundo para enfrentarse a sí mismo.
-¿Cómo sabes que no fue culpa suya? ¿Cómo sabes…?
-Querido Marc, cómo sé todo lo que sé, es lo que menos importa ahora. Tu hermano, la única culpa que tiene, es ser tu hermano. Te dije que aquí habría problemas y los has encontrado, pero lo único que has hecho desde que regresaste es quedarte en casa, esperando a que los problemas vengan a por ti, como un niño pequeño, cuando deberías afrontarlos, como el hombre que espero que seas. Tus visiones Marc, hace menos de un día las controlabas, pero ahora dime, ¿ves algo?
-No es tan sencillo como…
-¿Ves algo, Marc Spector?
Marc cerró los ojos y se concentró, tal como aquel extraño hombre le había enseñado. Al principio le costó, oía la respiración de Frenchie y Randall, aunque se fijó, por primera vez, de que Perdido no parecía necesitar usar sus pulmones, si es que tenía. Hubo un instante en el que creyó poder oír incluso los pensamientos de sus acompañantes y, a continuación, lo que buscaba. Parecía encontrarse fuera de su cuerpo, lejos.
-Lo tengo, pero es de noche, esa cosa… lo que sea, no volverá a salir hasta la noche.
-¿Marc? -Frenchie estaba extrañado, aquel hombrecillo, el Perdido, hablaba con Mar como si lo conociera de toda la vida.
-No es nada Frenchie, una de esas visiones que te comenté antes, las mismas que me atormentaron y ahora puedo controlar.
-¿Has reconocido algo que no fuera el cielo nocturno? -indagó el Perdido.
-Dos hombres, una mujer. No eran calles demasiado transitadas, puede que no haya llegado tan lejos.
-Entonces ve preparándote, Marc Spector. Esta noche sales de caza.
[Caballero Luna]
La situación era rara. Más que rara. Su nave en forma de luna no tenía nadie a los mandos, pero funcionaba con normalidad. Las pocas luces que le daban aquel ambiente de intimidad a la cabina estaban encendidas, todos los sistemas en su correcta posición y, no obstante, nadie había tocado nada. Más extraño se le hacía a Marc Spector que aquel hombre, el Perdido, estuviera haciendo todo aquello sólo con el poder de su mente.
Spector se cubrió la cara con la máscara del Caballero Luna, dejando la capucha hacia atrás. Buscaba, a través de los monitores y la radio, cualquier indicio de que el peligro había comenzado.
-Me habría gustado que Frenchie…
-Entonces Marlene estaría sola -dijo el misterioso personaje que pilotaba la nave-. Tú, desconcentrado. Como te dije, puedo y quiero guiarte hacia lo que se te viene encima, Marc Spector, aunque para afrontarlo tengas que hacer cosas que no prefieres. ¿Qué has hecho con tu hermano?
-Lo que debía; tuve que echarlo de casa definitivamente. No sé por qué, pero los problemas parecen ir detrás de él. Y vale, también van detrás de mí, pero los suyos entrañan una violencia mucho más cercana y dañina para los míos. Pero, Perdido, antes dijiste que la única culpa que tenía mi hermano era, precisamente, ser mi hermano. ¿Te referías a algo concreto?
-Vas pillándolo, Marc. ¿Recuerdas nuestra última conversación en nuestro viejo hogar? No ha pasado apenas un día, pero dime, ¿la recuerdas?
-Claro.
-Te pregunté que por qué tú, precisamente, eras el Caballero Luna. ¿No has pensado en por qué tu hermano, precisamente, se convirtió en un demonio durante todo el lío que vivisteis por aquí? De toda la gente, si tenía un cincuenta o un treinta de probabilidades de que le sucediera algo así, ¿por qué él?
-Porque es mi hermano -aceptó Marc.
-Marc y Randall, ambos Spector. No es que tu linaje sea enormemente relevante en el devenir de este Universo, muy pocos lo son, pero aún así, tiene una cierta importancia. Sabiendo esto, volvamos a Khonshu, a todo lo que te dije.
-Khonshu no me eligió únicamente porque me moría, me eligió por méritos propios. ¿Es eso lo que tratas de decir?
-Cualquiera puede ser el Caballero Luna, Marc. Cualquiera podría vestir esas ropas ceremoniales y actuar en nombre de alguien que prefiere permanecer oculto, en las sombras y esperando.
-Pero, ¿esperando qué?
-Una vez, tu hermano regresó de la muerte, si no estoy mal informado, ¿verdad?
-En realidad, nunca murió, era otro hombre, condicionado para creer que ser Randall.
-¿Apareció simplemente? ¿De la nada?
-En mitad de una historia bastante rara, a decir verdad. Mi hermano había estado allí el día en que yo me convertí en Caballero Luna, en el templo encontró un papiro, luego a él lo encontró un culto de Khonshu, creo, todo era muy confuso. Se suponía que ambos pelearíamos por el manto del Caballero Luna (1), avatares de Khonshu. Él acabó llamándose a sí mismo Caballero Sombra. Incluso entonces, pareció morir semanas después (2).
-Luchabais por ser alguien diferente e incluso ahora parece que también. ¿Por qué esa necesidad de ser el Caballero?
-Algo irracional, algo dentro de nosotros que…
-Alguien -interrumpió Perdido.
-Khonshu.
El demonio que había surgido de Randall Spector murmuraba palabras sin demasiado sentido. En su estado original, todo lo que habría podido hacer sería gruñir. Él era uno entre uno millón. Un resquicio del infierno desatado sobre la Tierra recientemente (3). Pero ahora, libre de nuevo, sentía una necesidad diferente, algo dejado por el que había sido su huésped, su incubadora humana. Un sentimiento.
-Marc…
Podía olerlo, su otra mitad no andaba demasiado lejos.
Alzó la vista hacia arriba y sonrió.
Le esperaba.
[Caballero Luna]
Marc Spector se cruzó de brazos, receloso.
-¿Khonshu quería que nos enfrentáramos?
-Sí y no, simplemente fue la particularidad de que seáis dos. ¿Qué decía ese papiro? ¿De qué iba todo aquello del culto de Khonshu?
-Ya lo sabes, ¿verdad?
-Pero quiero que lo sepas tú, Marc. Quiero que recuerdes cada palabra de tu historia; puedo ayudarte, pero no voy a hacer las cosas por ti.
-Fuera de lo ya dicho, hubo un proceso para modificar a mi hermano. Para “hacerlo digno”. Realmente se volvió mucho más fuerte.
-¿Igual que tú ahora?
-Diría que más.
-Tiempo al tiempo -sonrió el Perdido-. Sigue.
-Contaron que, en el pasado, hubo dos Khonshu, enfrentados y que uno venció sobre el otro, aprisionándolo o algo parecido, ya te digo que escuché todo aquello mientras trataba de sobrevivir. Demonios, hasta el Castigador estaba allí. ¿Tienes idea de lo poco sutil y ruidoso que es ese tipo? Como para concentrarse en lo que alguien que quiere matarte te está diciendo. Ahora que lo pienso, incluso fui demonizado no mucho después. Necesité la ayuda del Doctor Extraño y Mister Fantástico para volver a ser yo (4).
-De nuevo, aquello que denominaríamos como “místico” se acerca a Marc Spector. ¿Acaso no puedes ver tu evidente conexión? La historia de dos Khonshu, dos hermanos. Estáis bailando todo el tiempo, uno se convierte en demonio, el otro en héroe. Intercambiáis papeles una y otra vez. Pero avancemos. ¿Por qué esa necesidad hacia ti por parte de Khonshu? Sea el que sea. ¿Qué tienes tú que no tenga Khonshu? ¿Qué tiene tu hermano? ¿Has visto a Khonshu alguna vez?
-Sí.
-¿Como a Thor?
Bajo la máscara de Caballero Luna, Marc Spector frunció el ceño.
-Khonshu no tiene una presencia física en la Tierra.
-Por fin pasas del prólogo de la historia de tu vida. Ha llegado el momento de que empiece el primer capítulo.
El demonio se agitó entre los árboles. Olía algo nuevo.
Se encontraba en una zona ajardinada, a las afueras del condado de Suffolk, en el cual se encontraba la Mansión Spector. Por suerte para la mayoría, no se trataba de una zona demasiado transitada en horas oscuras, pese a que, de día, era lugar de recreo y descanso de jóvenes y mayores. No obstante, el lugar también era perfecto para que naciera el amor o, al menos, para tantearlo en sus primeras fases.
Jack Coleman había obtenido su licencia para conducir hacía tres semanas y, desde entonces, ya había tenido cuatro citas con chicas diferentes. Había pasado de ser alguien que llamaba poco la atención a ser popular, precisamente, porque era de los primeros de su edad que podía moverse sobre cuatro ruedas.
Wendy Southdeep, por su parte, estaba encantada con la situación. Se había fijado en Jack mucho antes de que tuviera coche, le conocía de algunas fiestas. Al principio le había molestado que todas aquellas víboras se abalanzaran sobre él sin conocerlo, sólo por el coche, pero ella, al final, había conseguido engatusarlo para pasar el último fin de semana juntos. Creía estar empezando a enamorarse.
Tras el primer beso y el primer quite de manos largas, algo cayó sobre el capó del coche.
Se desvaneció el amor para dejar paso al miedo que traen consigo las sombras.
[Caballero Luna]
-¿Entonces busca mi cuerpo? ¿El de Randall? Por eso todo el teatro de ser su protegido, su representante. Por eso reanimó mi cuerpo varias veces cuando debería haber muerto.
-Por eso. Te dije, Marc, que eras especial. Un cuerpo idóneo, con la sincronía idónea para Khonshu. De otra forma, si poseyera otro cuerpo, cosa que ya ha hecho, éste acabaría por deteriorarse en muy poco tiempo, debilitándolo a él en el proceso. Estás conectado a otro mundo, Marc, otros mundos. Tu fuerza, tus visiones… puede que sólo sean el principio. Los demonios se mueven en este mundo más a menudo de lo que nos gustaría, a veces en forma no del todo demoníacas. Te tocará enfrentarlos sabiendo quién eres en realidad.
-¿Y tú quién eres, Perdido? ¿Por qué buscas ayudarme? Podrías ser uno de esos demonios, o un dios como el propio Khonshu, un hechicero… cualquier cosa
-No lo soy, tendrá que confiar en mí, por el momento. Pero basta de charlas. Lo que salió de tu hermano ya ha despertado del todo y, como todo buen cuento, se cierne como un peligro sobre inocentes. Déjate llevar, da igual que lleves el traje del Caballero Luna, bajo la máscara no serás otra cosa que Marc Spector.
Con la capa plenamente desplegada y sin vientos poderosos, el Caballero Luna planeó con suavidad y elegancia hasta pisar tierra desde su nave, camuflada en el aire.
Cuando se incorporó miró a un lado y a otro, buscando alguna señal visual que le indicara dónde se encontraba el peligro que debía combatir, pero no encontró nada.
«Déjate llevar», le había dicho el Perdido.
Se serenó y olvidó dónde estaba o la urgencia de la situación. Simplemente comenzó a moverse por puro instinto, haciendo uso de ese sexto sentido que, según el misterioso hombre que pretendía ayudarle, le era totalmente natural. Echó a correr hacia su derecha, al norte, dando grandes zancadas que, debido a su fuerza, dejaban huella en la tierra seca.
Pronto se encontró con el demonio. Sostenía en una mano el cuerpo de Jack Coleman, que se desangraba lentamente debido a una herida en la pierna y otra en el costado. La ventana del conductor estaba destrozada y resultaba obvio que aquella fiera había metido sus zarpas a través del cristal hasta poder sacar al chico. Mientras, Wendy, apoyada sobre su puerta, sin tener el valor suficiente como para salir huyendo por ella, peleba con las piernas y lanzaba todo lo que se encontraba a su alcance, intentando no ser la segunda presa de la noche.
Por suerte para ella, la figura del Caballero Luna se acercaba dispuesta a salvarla.
Marc no tardó más de cinco segundos en trazar un plan. Lanzó al brazo de la bestia que sujetaba al chico un par de dardos con la forma característica de media luna, consiguiendo, primero, que soltase al chico para luego llamar su atención. La mayor preocupación de Spector era que la chica, a la que oía gritar de pánico bajo el rugido del demonio, siguiera ilesa.
-¡Eh! Será mejor que vuelvas al abismo del que has salido antes de que te hagas daño -dijo mientras saltaba sobre el demonio, aprovechando para mantener el ritmo y subir sobre el techo del coche-. Definitivamente, esta noche volverás de nuevo a tu agujero.
Spector rodó hasta el maletero y apoyando una rodilla sobre el suelo, volvió a lanzar dos nuevos dardos, esta vez en las patas del demonio, el cual rugió furioso y tambaleó el vehículo con un empujón, perdiendo el interés por su víctima más joven.
El juego del Caballero Luna funcionaba.
El demonio se abalanzó sobre Spector y el primer arañazo abrió la chapa trasera del coche como si fuera una lata, haciendo saltar las chispas de las luces traseras en el proceso.
-Tendrás que hacerlo mejor -el puño de Marc torció la mandíbula del demonio, pero no lo derribó-. Y creo que yo también.
Con furia renovada la bestia dejó volar sus zarpas y consiguió rasgar el traje y la piel del hombre, que pese a sus nuevas habilidades, se vio sorprendido.
Marc Spector pensaba que aquella sería una batalla más sencilla, más rápida. Pero se estaba equivoando. El demonio parecía superar su ya de por sí gran fuerza y cada vez que el Caballero Luna conseguía encajar él un golpe, la furia del demonio parecía actuar como un potenciador de sus habilidades.
-Spektorr -murmuró el demonio.
-Toda una novedad que puedas hablar, pero creo que tenemos pocas cosas en común, amigo.
-Spektorr. Brommista. El Diosss Liuna se canssa dessperar. Ahora Spekttor máss fueerte.
-¿Hablas de Khonshu?
-Khonshu -confirmó el demonio.
-¿Te envía él? ¿Para intentar influirme de nuevo? ¿Para que esté débil y pueda seguir su camino de sombras?
El demonio no dijo nada más. Con un nuevo salto logró tumbar a Marc, que recibió un baño inmediato de asquerosas babas. Los colmillos de la bestia rozaban peligrosamente su cuello.
El Caballero Luna se sentía débil. Confuso. Las palabras de aquel monstruo rondaban su cabeza. Las palabras del Perdido, también.
«Déjate llevar».
Entonces algo cambió. Como si súbitamente estuviera amaneciendo, el calor inundó el cuerpo del Caballero Luna. Sus manos comenzaron a brillar.
El demonio reaccionó a esto con dolor, tratando de alejarse, pero ya era demasiado tarde, pues en cuestión de segundos se habían convertido en la presa de su presa, que ahora le retenía, dolorido, gracias a una pinza hecha con las piernas sobre su cintura.
El fulgor iba en aumento.
-No sé si dices la verdad o mientes. Pero si ves a Khonshu, si ves a tu amor, sea quien sea, dale un mensaje de mi parte: El Caballero Luna no se rinde, Marc Spector no se rinde. Que vengan todos los que quieran como tú. Encontrarán tu mismo destino.
La luz en las manos de Spector iluminó con la claridad de día el lugar.
Cuando desapareció, sólo Marc Spector seguía allí.
[Marc Spector]
El Perdido había desaparecido, pero algo en las venas le decía a Marc que pronto volvería a saber de él. Y de Khonshu.
Sin embargo, mientras amanecía, no le apetecía seguir haciéndose preguntas sobre sus nuevas habilidades o los enemigos que se asomaban en el horizonte.
En esos momentos sólo necesitaba el abrazo de su mujer, la sonrisa de su hija y, quizás, una cerveza con el bueno de Frenchie.
1.- Marc Spector: Moon Knight #35-37.
2.- Marc Spector: Moon Knight #38.
3.- Los números justo anteriores a la renumeración.
4.- Marc Spector: Moon Knight #46.
Que follón, señor Bedovian…. estos dioses egipcios están locos….
Entonces, ¿qué habilidades tiene ahora Marc? ¿Y qué ha pasado con Randall?
Con retraso, pero leído. Caballero Luna me sigue pareciendo una gozada, y la verdad es que el dueto Randall/Marc, me gustaba. Ahora enfrentados… a ver hasta donde llegan…