Outsider #3

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#3 – Recuerdos manchados en sangre
Por Moisés Hassan y Tomás Sendarrubias
Portada: Jesús Romo
Diseño del personaje: Pater


Fecha de publicación: Mes 186 – 10/13


Hace trece años

-No vas a convertir esto en tu Gran Hermano. No vas a seguir con esto.

Magog ni siquiera miró hacia atrás, los sistemas de información de la Atalaya habían informado de que algo se acercaba a toda velocidad desde la Tierra. Ante él, el guerrero se veía a sí mismo, reflejado en los inmensos cristales de la vieja torre de vigilancia de la Liga de la Justicia, situada en la Luna, observando la Tierra, un inmenso orbe azul que parecía surgir, deslumbrante, en el cielo oscuro del color de la tinta. Tras él, el héroe que había sido la imagen de varias generaciones, a algunos palmos del suelo, con la capa ondeando debido a la atmósfera artificial de la Atalaya, y los brazos cruzados ante el pecho. Un dios vestido de rojo y azul, eso era lo que parecía.

-Has venido. Gracias por tu visita-dijo Magog, con una sonrisa torcida-. Supongo que no vienes a reclamar esto. Siempre he supuesto que en el espacio se sigue la ley del mar, quien lo encuentre se lo queda. Y esto lo abandonasteis hace mucho tiempo.

-No tienes ningún derecho a estar aquí, Magog-dijo Superman, posándose en el suelo y avanzando hacia él-. Eres un asesino, y tu sitio está en otro lugar.

-Soy un héroe, Superman. Puedes preguntar a quién quieras ahí abajo. Después de lo que Power Girl hizo, no creo que la echen demasiado de menos.

-Mataste a Kara…-gruñe Kal-El, y Magog esboza una sonrisa. Los músculos de Superman se tensan, la línea de su mandíbula se frunce. Los sistemas de análisis de la IA de Magog analizan cada pequeña modificación fisiológica del kryptoniano almacenan la información y la contrastan con los datos que Magog ha ido guardando durante años, durante toda su carrera, desde que venció al criminal conocido como Prometheus y se hizo con sus bases de datos. Enfadado. Contenido. No cederá al descontrol, piensa Magog, cerrando su puño sobre su vara. Superman seguía siendo completamente previsible, pese a todo.

-Defendí la Tierra, Superman, hice lo que ninguno de vosotros ha tenido huevos para hacer nunca. Si Batman le hubiera descerrajado un tiro entre ceja y ceja al Joker hace mucho tiempo, ¿cuántas muertes se hubieran evitado?

-Somos héroes, no justicieros.

-Tendremos que ser lo que el mundo necesite de nosotros.

-El mundo no necesita un icono como tú, Magog. Y ahora, deja la Atalaya y vuelve a la Tierra.

-Creo que no lo voy a hacer-responde el guerrero, con una sonrisa desafiante-. ¿No te preguntas cómo he llegado hasta aquí? ¿Cómo ha sido posible que reactive los viejos códigos de teleportación que tanto os esforzasteis en ocultar? Os hacíais llamar la Liga de la Justicia de América, y os marchasteis al espacio, Superman. ¡A la Luna! No queríais ser héroes, sino dioses. Observar desde el Olimpo, tomar vuestras decisiones… mientras otros nos manchábamos las manos. Mientras otros hacíamos justicia de verdad. Creo que en algún momento Batman lo entendió, cuando abandonó la Liga, cuando todo esto se convirtió en… nada. Bueno, lo cierto es que sí hay algo que me interesa de la Atalaya, Superman…

-Desactiva los sistemas de teleportación, Magog.

-…que sólo tú podrías venir hasta aquí. Que sólo tú podrías seguirme. O al menos serías la avanzadilla. ¿Sabes que es la Atalaya, Superman?

¿Cómo ha podido ignorarlo? ¿Cómo ha podido ocultar Magog sus movimientos a Superman? De pronto todo es obvio.  Percibe un pequeño tic-tac, que se detiene. ¿Qué es la Atalaya? Sistemas de gravedad artificial, motores solares y atómicos, equipos de regeneración de oxígeno, la energía suficiente como para iluminar Metrópolis durante tres años utilizada en los sistemas de teleportación… ¿Qué es la Atalaya?

Un arma gigantesca.

Con un gigantesco BOOM, Magog desaparece, antes de que la Atalaya estalle.


Hoy

A lo largo de los años, ha recibido multitud de nombres: Troia, Darkstar, Wonder Girl; ha pertenecido a las amazonas, a los Titanes, a la Liga de la Justicia; ha sido amiga, amante, hermana… Ahora viste el legado de su modelo a seguir: Wonder Woman. Pero a pesar de toda su simbología, toda su fuerza, todo lo que su nombre y su historia acarrean, Donna Troy se siente vulnerable cada vez que vuelve a Gotham.

Los fantasmas la dañan la vista de una ciudad que siempre ha tenido una identidad propia y el recuerdo de un amigo perdido la hace olvidar su misión.  Ha viajado desde Boston para encontrar a Barbara Minerva, una antropóloga británica que posee el poder de Cheetah conocida como una vieja enemiga de la humanidad.

Minerva lleva más de una década, en una guerra declarada con Diana Prince, la anterior Wonder Woman, en una insana obsesión de obtener el lazo de la verdad que siempre ha portado la amazona. Con el tiempo, la guerra por el objeto, llego a un terreno personal y Minerva focalizó su vida y toda su energía en derrotar a Diana.

Desde que Diana cedió el manto a Donna, las apariciones de Cheetah han sido prácticamente inexistentes, hace ya más de dos años que no se la ha visto, hasta ayer. En un callejón de Gotham, apareció un hombre desangrado, con cortes en el torso que se asemejan a las garras de un guepardo, pero siguiendo el patrón de una mano humana. Al no haber visto nada similar, Batman consultó a la Liga de la Justicia, y fue entonces cuando Donna supo que Cheetah había vuelto, aunque ignoraba porque.

Durante una hora recorrió la ciudad por los tejados, intentando seguir algún tipo de rastro desde el cadáver que lleve a alguna pista, pero sin ningún éxito. A pesar de que era noche cerrada vio unas luces que iluminaban por completo el parque de Gotham, decidió acercarse a ver si eso le llevaba hasta Minerva.

Cuando estaba lo suficientemente cerca, se fijó que era únicamente el Circo que había venido de visita a la ciudad, no sabía si tendría alguna relación con lo que estaba siguiendo, pero se sintió atraída hacia él, fue entonces cuando vio un cartel que ponía:
“En la memoria de John, Mary y Richard Grayson”

Donna se quedó paralizada y no se percató de la figura que le golpeaba fuertemente por la espalda, haciéndola caer de rodillas. Cuando se reincorporo, vio a Cheetah con la mirada asesina que puso una cara de sorpresa al verla.

– ¿Tu? ¿La imitadora? Tu no me sirves -grito frustrada Minerva

Rápidamente, Donna se armó con su escudo y su espada y se dispuso a atacar a su contrincante.

– Barbara esto va a acabar, estás perdiendo la cabeza.

– No te atrevas a dirigirte a mí, soy Cheetah, tengo más poder que nunca, y no necesito enfrentarme a una copia.

Ambas guerreras se enfrentaron en un combate, mostrando la inglesa una clara superioridad, Donna no estaba centrada en el combate y eso la estaba provocando recibir golpes y sentirse completamente impotente.

– Tú no tienes el lazo, vengo a esta ciudad endemoniada para obtener y ni siquiera encuentro a la Wonder Woman de verdad.

– Yo soy Wonder Woman – replicó Donna con gran determinación – ¿Qué estás hablando del lazo?

– ¿Ni siquiera lo sabes? Está en esta ciudad.

– ¿Qué? – Pregunto Donna sorprendida justo antes de recibir un golpe que la hizo caer de nuevo.

– No voy a perder el tiempo hablando contigo copia.

Minerva saltó con la garra preparada para asestar un golpe critico a Donna, cuando algo la agarro de la mano y tiro de ella con una fuerza espectacular, inmovilizando a por completo a la agresora.

Era el lazo de la verdad. Uno de los tesoros más preciados de Themyscira y el objeto que Minerva llevaba anhelando durante años. Solo que en este caso, no era Diana Prince quien lo llevaba.

Donna se reincorporo, observo a su salvadora y se quedó sorprendida. Tenía su mismo pelo pero aproximadamente veinte años menos, portaba los brazaletes de las amazonas, con una capa escarlata y un antifaz similar al que antaño vestía Kathy Kane, alrededor de su brazo tenía atado por siete vueltas el lazo dorado. Y solo había uno en la tierra. Rápidamente se acercó a su salvadora, se puso junto a ella para combatir a Cheetah, mientras la susurro:

– ¿Martha?

– Hola Donna,- sonrió Martha- llámame Outsider

– Tu madre me va a matar…

– No, si esta nos mata antes – respondió

Cheetah se levantó para ver lo que había ocurrido y era por fin lo que andaba buscando.

– ¡El lazo! ¡Lo tienes tú! – dijo antes de abalanzarse sobre Martha

Donna ya estaba dentro y nada la iba a distraer, así que se puso delante de Martha para golpear fuertemente a una Cheetah cada vez más salvaje y defender a su ahijada.

– Escúchame, es importante que no sueltes bajo ninguna circunstancia el lazo, por favor… – dijo Donna dubitativa – ¿Cómo se supone que debo llamarte?

– Aun no lo he decidido –

Acto seguido se creó una especie de triangulo, entre las tres combatientes, Donna mostraba preocupación, mientras Martha parecía mostrar cierta indiferencia. Minerva saco de un bolsillo un frasco dejó con un brebaje rojo que bebió de forma ansiosa para tirar acto seguido el frasco hacia atrás rompiéndose contra el suelo.

Esto la dio una apariencia más animal, y parecía sedienta de sangre, estaba cada vez más determinada a conseguir el lazo al coste que sea. Volvió a ir a por Martha, pero Donna la intercepto con su lazo plateado de nuevo.

– Otra…vez…tu – dijo Cheetah entre jadeos- Voy a dejar de perder más tiempo contigo maldita copia.

Cheetah se lanzó a por Donna a una velocidad que la fue incapaz de esquivar, ni de defenderse con la espada. Con gran furia, la felina sacó las garras y golpeo fuertemente el abdomen de Wonder Woman, rasgándola la ropa e hiriéndola de gravedad.

Martha saltó al verlo, había subestimado a Cheetah y ahora Donna, lo había pagado. Se arrojó hacia la villana y propino un puño en la cara. No era tan fuerte como Donna, pero ahora sabía que tenía que detenerla, así que la agarro con el lazo, y la golpeó repetidamente en la cara. Cegada por la locura, Cheetah estaba inmovilizada y dirigió un bufido a Martha de forma rabiosa, pero está siguiendo golpeando.

– ¡Para ya! La vas a matar – dijo Donna tapándose la herida con la brazo

Entre las dudas de su agresora, Cheetah consiguió librarse.

La situación era bastante caótica, Donna seguía herida, Martha no sabía qué hacer, mientras que Cheetah parecía derrotada, pero aun así seguía en pie y dispuesta a luchar. Con el ajetreo del circo, habían conseguido pasar desapercibidas pero no tanto como hubieran deseado.

En ese momento, se hizo un absoluto silencio, cuando dos luces rojas alcanzaron a Barbara Minerva por detrás atravesándola como una bala y quemando el césped con el solo tacto. Con un agujero en el pecho, la felina cayo de golpe sobre sus rodillas completamente inmóvil.

– ¿Qué… que ha pasado? – preguntó Martha

– Espera…- Donna tocó la muñeca a Cheetah – no tiene pulso, está muerta.

– Pero… ¿Cómo? – Martha no entendía nada de lo que acababa de pasar, se acercó al cuerpo y tocó la herida – ¡Ah! ¡Está ardiendo!

Donna supo lo que había ocurrido, y la aterrorizada. Miró al cielo y allí estaba la respuesta. Una figura de porte angelical descendió volando desde arriba, vestía una camiseta con falta corta roja y lo más importante una gran S roja sobre fondo amarillo en el pecho.

Se posó justo al lado del cadáver, con una sonrisa y una actitud de lo más natural.

– Uff, hacía tiempo que no pisaba tierra, ya casi me había olvidado. – dijo Supegirl- ¿Qué tal Diana… ¡un momento! ¿Donna?

– Si… Hola Kara – dijó Donna con resignación y terror. No sabía que la asustaba más si lo que acababa de ocurrir o la actitud al respecto de Supergirl.

– ¡No te había reconocido! Con ese uniforme estas exactamente igual que Diana, se te ve muy bien. ¿Y tú? ¿Eres la hija de Bruce y Diana? – Martha permaneció en silencio con una pose defensiva – Mi primo Kal me habló de ti cuando naciste.

– Kara… acabas de matar de a una persona… – dijó Donna

– Ya… ya lo sé – respondió sin mostrar arrepentimiento

– Cruzaste una línea…

– Que si, que cruce una maldita línea que nunca hay que cruzar-refunfuño Kara-. Ahórrate el sermón, ya me han echado todos los del mundo. Si lo hubiera hecho antes, ayer un hombre inocente no habría muerto. Si no hubieses detenido a la pequeña hubiera sido más valiente, no tendría que haber hecho yo nada. Si mi primo hubiese hecho por detener la guerra Rann-Thanagar yo no habría tenido que acabarla.

En ese momento, Martha iba a enfrentarse a la kriptoniana, pero Donna agarro su mano para detenerla. Martha miró para ver porque lo había detenido y observo una cara totalmente paralizada por el miedo al haber recordado lo que ocurrió en Rann-Thanagar, aunque pensaba que habían sido rumores infundados.

– Bueno, debo irme, me requieren en Australia. Os veo en breve guapas, cuando queráis podéis uniros a mí.

De esta manera se fue volando dejando un vacío enorme.

– Donna que…-Martha fue callada rápidamente por su compañera.

– Espera…- Tras un minuto de silencio esperando a que Kara se alejase bien lejos.

– ¿Esa era Supergirl? ¿Qué ha pasado? ¿Qué hacemos con Cheetah? – Pregunto Martha de forma nerviosa.

– Sí, es Supergirl… llamare a la Liga de la Justicia y a la policía para que se encargue de ella, no te preocupes.

– ¡Basta! – gritó Martha – no escurras el bulto, quiero que me cuentes que está pasando.

– Lo siento cariño, pero no estoy tan alterada como tú, no quería hablarte mal – respondió acercándose a Martha y abrazándola fuerte contra su pecho.  – Hoy no he tenido un buen día y todavía lo paso mal en Gotham…

– ¿Por qué? ¿Por Dick? Imagino que tampoco tú me vas a contar como murió y porque nadie habla al respecto

Donna permaneció en silencio.

– Martha me tengo que ir, lo siento. Ve a casa, descansa y mañana voy a verte y hablamos de lo que quieras, ya es tarde y hemos pasado muchas cosas.

– De acuerdo – respondió con resignación.

– Oye – dijo Donna – hoy has estado muy bien, Outsider.


Hace 13 años

La ausencia de atmósfera en la luna hace que la gigantesca explosión de la Atalaya se limite a un estallido de luz y a una leve sensación de calor que alcanza a Magog en el rostro, incluso desde su situación a varias millas de distancia de la ubicación de la torre de la Liga de la Justicia. Magog observaba lo ocurrido, una explosión cien veces superior a la que había sacudido Hiroshima, protegido tras el campo de supervivencia de su uniforme, empuñando su vara de energía. Magog era el rostro de la justicia en un mundo en el que no quedaba sitio para idealistas, para héroes como Superman. El guerrero sonríe, y en ese momento, la IA de su armadura emite una alarma que le sobresalta. Pero no tiene ni siquiera tiempo de reaccionar antes de ser arrastrado durante dos millas por un misil azul y rojo. Por un instante piensa que Superman ha escapado con él, que ha huido a través de los sistemas de teleportación de la Atalaya, que su plan ha fracasado… y entonces, se da cuenta de que no es Superman.

– ¡Asesino!-grita Supergirl, con los ojos húmedos por las lágrimas. Su voz desaparece en el vacío, pero la IA del uniforme lleva su interpretación de los movimientos de los labios de Kara Zor-El directamente al cerebro de Magog a través de sus vínculos cibernéticos. Magog golpea con su bastón, tratando de deshacerse de Supergirl, de poner distancia entre ellos, y  un rayo de fotones sólidos estalla ante ella, haciéndola retroceder e hiriendo sus sensibles retinas. Con más espacio para moverse, Magog apunta su vara hacia Supergirl, intentando aprovecharse de su ceguera momentánea, y pone en marcha los motores nucleares del arma, los mismos que utilizó para acabar con Power Girl. El fuego nuclear estalla en silencio en el ambiente lunar, pero Kara vuela antes de que el ataque la alcance, por lo que lo único que Magog consigue es llenar aquella zona de la luna de escombros y polvo, que enturbian su visión. Los fragmentos de roca parecen entorpecer su propia IA, porque no la ve venir cuando regresa por su espalda y le da un golpe tan fuerte que de no haber sido por la armadura, le hubiera partido directamente el espinazo. Magog aúlla de dolor, mientras Supergirl le golpea una y otra vez.

– ¡Asesino!-continúa gritando en el vacío lunar, y Magog teme que ella le va a matar. Siente miedo cuando nota que el sistema de supervivencia de la armadura comienza a fallar, el aire llega cada vez más despacio a sus pulmones, la IA de su armadura sufre microcortes. Kara alza el puño… y se detiene cuando Superman lo para. Magog casi quiere echarse a reír. Obviamente está herido, obviamente debe sufrir una agonía, pero aún así, se preocupa por el hombre que ha estado a punto de matarle.

– Detente-dice Superman, y Magog es capaz de leer sus labios.

– Después de lo que ha hecho-responde Supergirl-. Después de lo de…

– Kara esto no es justicia…

– ¡No me importa la justicia! ¡Le vi matarme, Kal-El! ¡Le vi acabar conmigo! Sabes que Power Girl… que ella y yo…

– Tendrá que pagar por lo que ha hecho, pero no así, Kara, no…

– No, Kal-El. Así sí.

Los ojos de Supergirl resplandecieron cuando un rayo solar brotó de sus ojos, pero no hacia Magog sino hacia su primo, hacia Superman, que sin esperar el ataque, lo encajó de pleno y voló varios metros hacia atrás. Con los ojos aun ardiendo de fuego solar, Kara Zor-El alzó a Magog por encima de su cabeza, ignorando el grito desesperado de Superman, el aullido de dolor de Magog…

Y lo quebró.

– Kara…-susurra Kal-El, mientras Supergirl deja caer los restos ensangrentados de Magog. Suspira, y se marcha volando, sin mirar hacia atrás.


Epilogo: Océano Atlántico a 200km de Themyscira

Donna Troy después de un largo día lleno de emociones, espera flotando en medio del océano a una persona que lleva tiempo sin ver.

– Hola Donna, espero que no lleves mucho – dijo una voz desde atrás.

– Diana, acabó de llegar a través de teletransporte de la Liga – no te preocupes.

– Me alegró mucho de verte, te echaba de menos – respondió con un abrazo

– ¿Cómo están las cosas en Themyscira?

– El juicio se está alargando mucho y ha provocado bastantes escisiones dentro de las amazonas, no sé cómo acabara esto pero continuare en el trono después de esto, de hecho únicamente he podido alejarme gracias a la ayuda de Charis, pero no puedo estar fuera mucho tiempo.

– Oye tengo que hablar contigo de una cosa – dijo Donna de manera cortante.

– Si, cuéntame.

– Hoy he vuelto a Gotham siguiendo a Cheetah y me encontré con Martha que ya ha salido a patrullar.

– ¿Martha? ¿Y qué ocurrió? ¿Cómo está?

– Ella está bien, no te preocupes, sabíamos que tarde o temprano se decidiría a actuar, lo lleva en la sangre, pero la verdad que no ha elegido un bueno momento. ¿Crees que debo avisar a Bruce?

– Cariño, si tú y yo lo sabemos, Bruce ya hace tiempo que lo sabe. Aunque llevemos tiempo separados hay cosas que no cambian. – Diana se sintió nostálgica, pero continúo en la conversación – Bueno cuéntame que ocurrió con Cheetah.

– Ha muerto. Llegó Kara desde el despacio y la atravesó el corazón con sus rayos ópticos. -Diana se quedó sin palabras, pensaba que hacía tiempo que ese tema había quedado olvidado.

– Tienes que avisar a la liga, Superman tiene que detenerla…

– No creo que pueda Diana… te acuerdas como acabó la Guerra Rann-Thanagar

– Algo o alguien acabó con los  dos ejércitos y con la cúpula directiva de Thanagar, no me digas que…

– Si, fue Kara y está más fuerte que nunca, en Rann hay tres soles amarillos, no quiero saber cuánto tiempo habrá estado allí.

Las dos amazonas permanecieron en silencio, temiéndose los tiempos que estaban por venir.


Epilogo 2: Afueras de New Gotham

Martha Pennyworth vuelve a su casa después de la aventura vivida. Es tarde y no ve a nadie despierto, desde que Diana se fue se quedó un gran vacío, pero sabe que aun así no está sola. Se dirige a su cuarto y al abrir la puerta ve a alguien esperándola.

– Hola cariño – dijo una voz masculina con acento británico

– Hola Alfred, ¿Qué haces despierto? Pensé que después de tus aventuras por Gotham querrías hablar con alguien y tendrías hambre…

– ¿Tú ya lo sabias? – preguntó Martha extrañada sentándose junto a Alfred en su cama- Soy un desastre no he cuidado nada mis huellas.

– Martha, subestimas a una persona que ha permanecido en esta casa con dos Batmans y una Wonder Woman… No te infravalores y menos teniendo en cuenta que de momento ya has salvado más de una vida.

– Lo sé, pero hoy casi matan a Donna por mi culpa, nunca me había sentido tan impotente… – respondió Martha apoyando la cabeza en el hombro de Alfred y echándose a llorar.

– Martha, es un orgullo que lleves mi apellido, aunque solo sea por ocultar el Wayne, y quiero que recuerdes algo que el amo Thomas siempre le decía a tu padre: “¿Para qué nos caemos? Para aprender a levantarnos”. Sacaras algo bueno de esta experiencia cuando puedas descansar bien y reflexionar acerca de ella.

– Gracias Alfred – dijo Martha secándose los ojos – por cierto, mi padre pudo haber elegido cualquiera de las miles identidades secretas que tenía, si eligió Thomas Pennyworth no fue por azar.

Alfred se levantó de la cama, dio un beso en la mejilla a Martha y se despidió:

– Cariño descansa que has tenido un día duro, mañana será otro dia. Ah y no te olvides guardar tus botas.

Era muy extraño ese comentario, puesto que ante la constante insistencia de Martha, Alfred siempre recogía todo su cuarto y se encargaba por completo de la limpieza de la casa. Ella se levantó de la cama, se agacho para coger las botas y vió que en una de ellas, había un pequeño localizador gps con forma de murciélago.

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3 Responses to Outsider #3

  1. MarvelTopia says:

    Bien, bien, bien… vas mezclando pasado con futuro con acierto, dándonos a conocer lo que ha ido pasando y su impacto en el presente. ¡Me ha gustado!

    (lo que no me gusta es que me quieras hacer trabajar, pero eso es otra historia, jeje)

  2. Oneyros says:

    Pero quieres dejar de hacer spoilers editoriales al lector???
    En el siguiente habrá mas cosas del pasado y después del especial ya me centrare en el presente para ir mas a saco.

  3. Carlos Fortuny says:

    Muy buen número, la cosa se pone muy interesante jejejje

    Con muchas ganas de saber que le pasó a Dick!!!

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