Superhumanos #21

superhumanos21

Por Ibaita


Fecha de publicación: Mes 186 – 10/13


VOLUMEN III: GUERRA DE BANDAS

Número 38: La balada de la canción de Kingpin III de V

-Así que el camión era de Kingpin, ¿eh? Su organización debe de estar en las últimas…
El Conde Nefaria sonrió, sentado en su despacho. Dos guardaespaldas se encontraban tras él. A su lado estaba su joven hija, Madame Máscara, con el rostro cubierto. Enfrente se encontraban Buey, que era exactamente lo que aparentaba (mucha fuerza y poca inteligencia) y Myers, que en lugar de pistolas sostenía boomerangs en su cinturón.
-Bueno, estáis de suerte. No sé qué ha causado la caída de Kingpin, pero no ha sido la Maggia; o al menos, no mi familia. Y tampoco he comprado el camión. El vendedor no me dijo de dónde había salido y me pareció demasiado arriesgado comprar 12 toneladas de hachís; por no hablar de que mi familia nunca se ha caracterizado por el tráfico de drogas.
Myers frunció el ceño y sacó su móvil para contrastar la información.


Pat Mulligan salió de la comisaría algo nervioso. Apenas habían pasado unas horas desde que se había hecho pública la noticia del arresto de Kingpin y todo parecía haber cambiado. Había algo, se respiraba en el ambiente… La tensión. Todos los criminales y los policías de New York totalmente tensos, esperando a que alguien moviera ficha. ¿New York? No sabía cómo estaban las cosas por otras zonas… Muchos de los aliados de Kingpin tenían poder por todo el país. Mulligan podía recordar una operación contra Babosa en San Francisco, hacía 5 años, que aún tenía repercusiones.
Giró por un callejón mientras pensaba en lo que haría al llegar a casa. Tal vez debiera pasar primero por el supermercado, le apetecía mucho comer jamón y en casa no quedaba.
Entonces, una bala le atravesó el hombro. El policía gritó de dolor mientras caía al suelo. Tras él, un hombre se adelantó a rematarle, apuntándole con una pistola casi a quemarropa. Casi por instinto, Mulligan consiguió extender una pierna y dar una patada a su agresor, que desvió el segundo tiro. El policía sujetó la muñeca del criminal que le había atacado para evitar que disparara, mientras le daba un cabezazo en la nariz.
Un tercer tiro dio en el suelo, mientras Mulligan daba un rodillazo a su contrincante que le hizo doblarse por la mitad. Allí, el policía le remató de un puñetazo y le quitó el arma.
-Joder…


-Me acaba de llamar Myers-dijo la voz del Arreglador por el móvil-. Nefaria ha confirmado que él no lo ha comprado.
-Nada que no supiéramos-respondió el criminal apodado Montana-. Estoy cerca ya.
-Bien. Recuerda, nada de llamar la atención; que no se enteren de que les sigues. No sabemos con cuánto apoyo cuentan.
-Hecho.
Montana colgó y se centró en la carretera. Poco después de haber enviado a Myers y Buey a visitar a Nefaria, el Arreglador había comprobado que el localizador se movía, y había enviado a Montana a seguir el camión. El criminal no sabía qué había dentro, pero tenía que ser importante, así que se aseguraría de recuperarlo. Al fin y al cabo, si la cagaba puede que la banda de Kingpin se desmoronara y se quedara sin trabajo.
A los pocos minutos, pudo ver el camión a lo lejos y aceleró suavemente. Tenía que seguirlo sin que se notase.


Las dos Ds se entrecruzaban sobre un fondo rojo. Murdock acarició su contorno con sus dedos hipersensibles. Se encontraba en una habitación privada dentro del edificio donde Kingpin tenía su sede de operaciones; un baño aislado sensorialmente donde el abogado descansaba de los estímulos exteriores. Sólo oía los latidos de su corazón, rebotando contra las paredes, pero le relajaban. Finalmente, abrió el paquete de Ducados y se llevó uno a la boca; no solía fumar, pero le calmaba, y su olfato hacía que fuera una sensación más placentera que para la mayoría de la gente.
El cigarrillo se fue consumiendo en los labios de Murdock mientras se vestía. No podía permitirse descansar durante más tiempo; probablemente el Arreglador no podría ocuparse de todos los problemas que estaban surgiendo.
El abogado salió de la habitación y vio que un hombre le estaba esperando. Reconoció el característico olor de su sombrero y su chaqueta, además del sonido de su respiración situada a una altura concreta. Era Fancy Dan, uno de los asesinos más eficaces de Kingpin.
-Hemos recibido una llamada de Barney Barton, señor Murdock. El Arreglador está ocupado, así que he pensado que debía hablar con usted.
-Has hecho bien. ¿Qué quiere?
-No me ha podido dar muchos detalles; está en el hospital custodiado por policías. Al parecer se habían reunido todos los criminales aliados de Kingpin nada más conocer la noticia de su muerte, y unos hombres han entrado y los han matado a casi todos.
-¿Casi todos?
-Barton dice que vio cómo el Búho escapaba por una ventana. Él despertó en el hospital, supone que le dieron por muerto.
-Esto es un contratiempo inesperado… Vas a tener que hacer algo peligroso, pero necesito que hables con él. Burla a los policías y llega hasta su habitación. Te voy a decir lo que tienes que hacer…


Agazapada en la oscuridad, esperando. Esperando el momento. Las sombras se retorcían dentro de ella. Estaba hecha de sombras. Venida desde un mundo lejano, había encontrado un portador. Aún sentía el sabor de la araña en su interior. La araña la había proporcionado energía, la había hecho sentirse viva. Necesitaba encontrar a la araña, pero no podía. Estaba débil. Débil y sola en la oscuridad. La habían hecho daño. El sonido, el sonido golpeando en ella y haciendo que abandonara a la araña. El sonido dejándola tirada en medio de la carretera, hecha un amasijo de sombras, mientras los seres que vestían de azul la recogían y la archivaban como prueba de alguna pelea callejera que había causado más daños de la cuenta. Pero estaba esperando el momento, y el momento llegaría. Sólo había que tener paciencia… Pronto encontraría un portador.


Número 39: La balada del camión de Kingpin IV de V
Fancy Dan dejó atras el cadáver de un enfermero mientras avanzaba hacia la habitación de Barton. Los hombres de Kingpin tenían una política clara respecto a las muertes: el menor número posible. La organización se basaba en la intimidación y el miedo, y no había que dejar cadáveres que pudieran implicar a la organización. Pero bueno, de todos modos era una ocasión especial. De lo contrario sería imposible llegar hasta Barton.
Mientras caminaba por el pasillo se extendió la alarma. Oculto tras una esquina, vio pasar a dos policías que corrían a investigar la misteriosa muerte. El pequeño asesino sonrió y apretó el paso para llegar a la habitación lo antes posible. Allí sólo quedaba un policía custodiando la puerta. De todos modos, tres ya eran demasiados sólo para vigilar a un criminal de poca monta; se notaba que estaba todo revuelto tras la muerte de Kingpin.
-¿Es ésta la habitación de Barney Barton? Soy un viejo amigo suyo.
-Sí, pero me temo que no puede entrar. Se encuentra en estado estable, pero por su seguridad tenemos órdenes de no dejar pasar a nadie.
-Claro.
Sin que apenas se le pudiera ver, Fancy Dan hizo una espectacular llave de judo que tumbó al policía antes de que éste pudiera gritar, al tiempo que le estampaba la cabeza contra la pared del pasillo. Inconsciente a la primera; suerte para él, ya que Fancy Dan no tendría que matarle. Rápidamente, abrió la puerta de la habitación y metió al guardia dentro. Barton se sobresaltó en la cama.
-Tranquilo, soy uno de los hombres de Kingpin-susurró el pequeño asesino.
-Joder… Menos mal.
-Necesito que me respondas una cosa.
-No pude verlos… No sé quién fue. Está claro que son los mismos que han hecho que Kingpin acabe en la cárcel, pero no sé de qué banda eran, y no reconocí a ninguno.
-Ajá… Otra cosa más. ¿Dices que murieron todos menos el Búho?
-Sí. A él le dieron en el costado, pero consiguió escapar por una ventana; al menos, de la habitación. Después no sé si le pillarían.
-Tú tenías tratos con él. ¿Sabes dónde puede ocultarse?
-Tenía un escondite en algún lugar del Hudson… El Nido, lo llamaba, una serie de cuevas.
-Gracias. Todo perfecto entonces.
Sin previo aviso, Fancy Dan se abalanzó sobre Barton y cerró las manos en torno a su garganta. Éste intentó tomar aire inútilmente y se retorció, mientras las heridas de su vientre se abrían por el esfuerzo. Finalmente, murió estrangulado.
La aterradora verdad era que ninguna banda enemiga había asesinado a los aliados de Kingpin; en caso de que la organización de éste peligrara, ellos eran algunos de los primeros objetivos, junto a los policías responsables de su detención, en este caso. Aunque se diera el caso de saber quién había sido el causante de la caída de Kingpin, los aliados de éste serían los primeros en caer: se trataba de simple prevención, de asegurarse de que no había ninguna banda lo suficientemente estable como para aprovechar el vacío de poder.
Fancy Dan abandonó sigilosamente la habitación.


Montana continuaba conduciendo, varios vehículos por detrás del camión que seguía. Tarde o temprano se tendría que detener. Acababan de entrar en New Jersey; ¿a dónde pretendía llevarlo?
Finalmente, el camión se detuvo junto a una pequeña mansión. Habían pasado varias horas; el Arreglador estaría impaciente. Montana sacó el coche de la carretera y lo dejó en el arcén; tenía que acercarse sin que le vieran. Se deslizó entre los arbustos camino del chalet y observó a una mujer bajarse del camión. Arqueó una ceja, intrigado. Si la mujer entraba en la mansión, podría ir corriendo hasta el camión y llevárselo. Sin embargo, dos hombres armados salieron a recibirla.
Montana maldijo. Era una decisión difícil, pero probablemente no tendría una oportunidad mejor. Rápidamente desenfundó sus dos pistolas, unas Smith & Wesson del modelo 29; a Montana le gustaban los clásicos. De dos limpios tiros derribó a los dos guardias y salió corriendo hacia el camión. Apuntó a la mujer, pero ésta se cubrió tras el vehículo rápidamente.
Montana agarró la puerta del camión y al mirar hacia la derecha vio a dos hombres armados asomándose al balcón del chalet. Otros dos tiros limpios los eliminaron rápidamente. Justo en aquel momento, un hombre grande y trajeado salió por la puerta de la mansión. Montana reconoció al instante su rostro albino. Era Lápida, un criminal de segunda. ¿De forma que era él el que estaba detrás de todo aquello?
Hasta aquel momento, Montana habría decidido que lo más prudente era acelerar antes de que le acribillaran, pero en aquel momento cambió de opinión; probablemente asesinar al hombre que había provocado la caída de Kingpin era la mejor opción. Apuntó con la precisión adquirida tras años de entrenamiento y una sola bala recorrió los treinta metros que le separaban de su blanco, atravesándole la cabeza limpiamente. A continuación saltó al asiento de conductor y giró la llave mientras los primeros disparos empezaban a llegar desde las ventanas de la mansión.


Informes de SHIELD: Superhumanos
Redactado por Jasper Sitwell
El presente informe tratará de esclarecer algunas de las circunstancias que acompañan a la muerte del supervillano conocido como el Duende Verde.
El Duende Verde fue uno de los supervillanos que más problemas dio a SHIELD, por lo que su historia es más o menos conocida. A lo largo de varios años, hasta 46 agentes de SHIELD fueron enviados a detenerle; 39 de ellos fallecieron y 7 quedaron gravemente heridos. El Duende Verde volaba en un planeador y tenía armas considerablemente peligrosas, como las bombas calabaza.
Sus apariciones son anteriores al borrado de memoria; por tanto, SHIELD se encargó de ocultar y eliminar ejemplares de prensa escrita o documentos que hablaran de él.
En cuanto a su muerte, también es bien sabido que el Capitán América el empaló con su propio planeador sobre el puente de Brooklyn, y que después el cadáver cayó al río y desapareció. Se barajan las hipótesis de que el peso de sus armas lo arrastrara hasta el fondo o de que algunas cápsulas de diversos ácidos que llevaba disolvieran el cadáver al estallar con la caída.
En todo caso, como señalé hace unos meses, es sospechoso que la desaparición del Duende Verde se produjera a la vez que la del empresario millonario Norman Osborn. Las sospechas no parecían muy lógicas, dado que la inmensa mayoría de millonarios conoce la existencia de superhumanos y no tiene motivos para convertirse en uno, puesto que es mucho más práctico y rentable enriquecerse con otro tipo de negocios.
En todo caso, he recibido los informes que pedí y son muy curiosos. El científico Mendel Stromm, que trabajaba para Osborn y murió en extrañas circunstancias, conoció personalmente a Forja. Esto supone que el planeador podría haber sido fácilmente diseñado antes siquiera de que Rhodes llevara esa armadura gris.
Si bien esto no confirma que el Duende Verde y Osborn fueran la misma persona, hay que tener cuidado. Especialmente porque se ha detectado un comportamiento extraño en el actual dueño de Oscorp, su hijo Harry Osborn. No sabemos de qué podría ser capaz, por lo que recomiendo cierta vigilancia sobre su persona.


CORREO: BASE DE LOS VENGADORES
Nada más que comentar, espero que lo estéis disfrutando.

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2 Responses to Superhumanos #21

  1. Pingback: ACTUALIZACION DE OCTUBRE – MES 186 - MarvelTopia

  2. MarvelTopia says:

    Los Forzadores! Me encantan… te has ganado tres gallifantes… y el informe final… mmm… intrigante 😀

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