De niño, el hijo de Jack Batallador Murdock quedó ciego a causa de un trágico accidente. Ahora, cuando el sistema legal no resulta suficiente, el abogado Matt Murdock adopta su identidad secreta y se convierte en… Daredevil
#2 – El beso púrpura
Por Moisés Hassan
Portada de Jorge Freire
Fecha de publicación: Mes 186 – 10/13
Fue esta mañana.
Llevaba cerca de una hora en la oficina, me había dado tiempo para desayunar un café con un bagel que compre camino desde casa, cuando olí el donut que se estaba comiendo Foggy cuando entro por la puerta. Parecía acelerado, así que le pregunte que pasaba y me respondió que había visto una extraña pelea entre una pelirroja y una pandilla que intentaba robarla.
Salí para avisar a «mi amigo» tal y como le llama el para disimular y me dispuse a saludar a mi amiga, puesto que hacía mucho que no hablábamos. No fue muy difícil llegar hasta ella, puesto que todo lo que había que hacer era seguir los gritos.
Obviamente para cuando llegue ya había acabado todo y ella estaba sentada encima de uno de ellos, mientas comprobaba se limpiaba la suciedad de las botas.
– Pareces ocupada, Natasha – pregunte
– Nunca para ti, de hecho te estaba esperando Diablo.
– Vamos a algún lado donde podamos hablar.
– Sígueme.
Subimos por la escalera de incendios de uno de los pisos del callejón, para subir hasta el tejado, aunque no entendía muy bien porque me había llevado hasta allí la notaba bastante acelerada.
– Te queda bien el nuevo traje, Matt.
– Gracias, estoy pasando una buena época y decidí probar un buen toque distinto.
– El negro le da un aspecto más agresivo, me gusta – me dijo.
– A mí como comprenderás me viene a dar igual el color, pero Karen pensó también que me vendría bien – respondí -.
– Lo bueno de ser chica y heroína, es que puedes vestir como quieras, siempre que estés cómoda con tu cuerpo, puesto que vosotros os distraéis a la mínima – dijo-. Aunque claro está a ti no se te puede distraer con esto.
– Natasha déjate de tonterías ¿Qué está pasando?
– No pasa nada, únicamente te echaba de menos y quería verte. Llevo mucho tiempo fuera de la ciudad y me había olvidado lo que era la acción urbana, pasar tiempo con S.H.I.E.L.D. es lo que tiene.
– Te has puesto nerviosa al mencionar a S.H.I.E.L.D.
– Es que tengo que contarte una cosa que no te va a hacer ninguna gracia.
– Dispara
– Nunca le digas eso a una ex-espía rusa – bromeo ella.
– ¡Natasha déjate ya de tonterías!
– Está bien… es sobre Elektra.
– ¿Qué la ocurre?
– Fue a una misión de infiltración en Tokyo hace ya un tiempo y aún no ha habido ninguna noticia suya – me respondió por fin y al principio tarde en reaccionar pero procure dar un poco de sentido común a la situación.
– No saquemos las cosas de quicio, si es de infiltración, lo mismo ha tenido que cortar las comunicaciones para mantener su coartada. Elektra está bien – me convencí a mí mismo.
Natasha se lanzó a mis brazos, agarrándome fuertemente tocando prácticamente mis labios con los suyos.
– Eres tan dulce, preocupándote por tus exnovias aun estando casado, y confiando plenamente en ellas.
– Natasha yo… – dije
– Lo sé… Siempre lo he sabido. Es igualmente curioso que yo sea la viuda negra. ¿En qué te convierte eso a ti? ¿Cuántos corazones has roto?
– Lo siento Natasha pero si no me necesitas debería irme, tengo mucho trabajo últimamente.
– Ya he visto en las noticias acerca del joven japonés. El nuevo sidekick de Daredevil.
– ¿Cómo? – pregunte preocupado.
– Por favor, trabajo en S.H.I.E.L.D. se que le has estado entrenando.
– Entrenando sus sentidos, nada más.
– ¿Por qué no entrenas los míos? – pregunto acercándose de nuevo a mis labios.
– Está bien, lo hare. Acércate más a mí y agárrame de la cintura.
Hizo lo que la dije, después de abrirse un poco la cremallera para enseñar más el escote. Cuando la tenía cerca, sentí su pecho contra el mío.
– Muy bien, ahora cierra los ojos.
Discretamente, sin que pudiese darse cuenta, cogí el bastón de mi muslo con la mano izquierda. Ella puso sus brazos en torno a mi cuello, y yo me dispuse a hacer lo mismo, momento que aproveche para darle un leve golpe en la cabeza.
– ¡Ah! ¿Qué haces? – dijo apartándose de mi – Espera… ¿Dónde estamos? ¿Qué ha pasado?
– He tenido que darte un pequeño estimulo en el área de asociación para que recuperases la consciencia. Estabas actuando de forma rara y supe que había alguien detrás de ti.
– Si… no tenía plena conciencia de la situación, ha sido muy extraño – dijo nerviosa-. ¿Sabes quién puede haber hecho esto?
– No sé muy bien como pero esto huele a Zebediah Killgrave.
– ¿Killgrave? ¿El hombre purpura? – pregunto – Lo último que supe es que le habían atravesado la garganta y se le dio por muerto.
– ¿En nuestra profesión cuantas veces habremos dado por muerto a alguien que no lo ha estado? ¿O directamente ha resucitado?
– Lo sé, ¿pero porque volver ahora?
– Vamos a averiguarlo.
Me dispuse a la búsqueda, sabiendo las características de Killgrave no sería difícil dar con él, puesto que un hombre con la piel purpura no puede tener muy fácil ocultarse, y por mucho que pueda alterar el comportamiento de las personas, emite en ellas cierta pauta que puedo captar para localizarle.
– ¿Notas algo? – pregunto.
– Sí, hay una actividad inusual en el Grand Hotel, está a apenas tres manzanas de aquí. Ya me extrañaba que pudiese mantener a mucha más longitud su radio de control.
– Yo no tengo tanta experiencia como tú con él, si me acerco me va a volver a controlar.
-Tranquila, siempre tengo tapones de sobra para controlar el exceso de ruido de la ciudad, gasto una docena a la semana. Toma, todos están nuevos y si me sigues y te guas por la vista no tendrás problema.
– Por favor, estoy más que entrenada para poder atacar a alguien sin oír – replico.
– De acuerdo, vamos.
Nos dirigimos ambos al hotel, sin más dilación. A los diez minutos ya estábamos, entramos por la puerta principal, con el disfraz y el hombre de recepción en vez de extrañarse, nos dijo:
– Bienvenidos, les estábamos esperando. Por favor, la suite de la sexta planta – indico, señalando al ascensor.
Mientras fuimos hacia el ascensor, toda la gente nos miraba con una sonrisa y el botones nos abrió la puerta del ascensor.
– Suban por favor, una lástima que no haya equipaje.
– ¿Qué está pasando aquí? – oí a Natasha susurrar, pero no respondí puesto que tenía los tapones.
Llegamos a la sexta planta y nos volvió a indicar «al final del pasillo a la derecha», la habitación 616. Fuimos hacia donde nos indicaba pensando que era una trampa, cogí mis dos bastones uno en cada mano y Natasha se armó con una pistola. Al oír que la estaba cargando, me gire a ella para indicarla tajantemente que ni se la ocurra mediante gestos y me respondió: «Son tranquilizantes».
Al llegar a la habitación estaba la puerta abierta. Entramos y la sala estaba vacía, pero se oía un gran jaleo desde el baño, risas femeninas y música de fondo. Estaban en el jacuzzi, Killgrave junto a dos jóvenes que sinceramente espero que fuesen mayores de edad, y un iPod en el que sonaba una espantosa canción de Pitbull. Al verme, no se alteró sencillamente me dirigió un aplauso.
– El diablo llama a mi puerta – dijo con una voz ronca -. Aquí me tienes. Realmente, esperaba que llegases antes, me he tenido que beber media botella de vino antes.
– Se ha acabado Zebediah, vienes conmigo.
– ¿Sí? ¿Dónde vamos?
– Te llevo a la cárcel
– Bueno, como quieras pero… ¿Se me acusa de algo?
– Has controlado mentalmente a todo el hotel y a una espía de S.H.I.E.L.D.
– No digo que no consigas encontrar una manera de demostrar que lo he hecho, tienes tus recursos pero vamos, desde luego no va ser hoy viejo amigo – tenía toda la razón, pero lo peor fue lo que dijo luego-. De todos modos, seguro que lo que realmente te está carcomiendo por dentro es: ¿Cómo he podido controlar a Natasha, teniendo ella todos sus recuerdos? ¿Cómo la he podido controlar con tanto espacio entre nosotros? ¿Cómo he mantenido el control de todo un hotel? Y por supuesto la mejor pregunta es: ¿Qué más puedo hacer?
– Entiendo que no vas a contarme tu plan brillante ahora mismo, como todo buen villano – dije.
– Entiendes bien. Esto no se trata de un regreso triunfal, se trata de algo mucho más grande. Mucho más grande que tú y que yo.
– ¿De qué estás hablando?
– Ya te he dicho, no te puedo decir nada. Solo te diré: No estoy solo.
Me acerque a las dos jóvenes y las «deshechice» tal y como hice con Natasha, ayudándolas a salir del jacuzzi. Agarre a Natasha, indicándola que nos íbamos y cuando nos dirigíamos a la puerta.
– Viva la libertad. Volveremos a encontrarnos Diablo. Ah y no te olvides de votar en las próximas elecciones.
Salimos del hotel y todo el personal recupero solos la consciencia, estaban bastante consternados y al vernos se alteraron aún más.
– ¿Matt que ha pasado ahí dentro? – me pregunto Natasha.
– Un enemigo al que no podemos combatir normalmente. Hay que ser inteligentes.
– Avisare a S.H.I.E.L.D. para que traiga a un telépata, para atraparle.
– Si le atrapamos, quien sabe que puede hacer en la cárcel.
– No vamos a dejarle suelto mucho tiempo.
– No, pero no nos ha atacado, ni a cometido ningún crimen evidente. Bueno, llevo todo el día fuera del buffet tengo que volver antes de que se haga más tarde.
– Matt, una cosa – me dijo agarrándome antes de que me fuese -. Perdona las cosas que te dije antes, no era consciente de mi misma, pero me siento culpable.
– No te preocupes, estoy acostumbrado a enfrentarme a esta sabandija. ¿Lo de Elektra era cierto?
– Si…
Nos dimos un abrazo y nos despedimos.
Sigo muy intrigado de todo lo que ha pasado hoy. Tenía razón todo lo que me dijo Killgrave, me revienta no saber cómo ha vuelto de su supuesta muerte y como tiene los poderes más acentuados que antes. Además, parece que no trabaja solo, sino que…
¿Me vas a hablar ahora de Harol Saxon o qué? Porque de verdad ya es lo único que te falta. He hecho una pregunta muy sencilla: ¿Besaste o no besaste a la Viuda Negra?
A ver cariño…
Déjate de cariño y responde a la pregunta. Que llevas media hora contándome una película para no dormir en las que has mencionado a no una sino a dos de tus exnovias, contándome como una de ellas te abrazo y se desabrocho para mostrarte las tetas…
¡Pero Karen si yo no puedo ver!
Uy Matt por favor, a mí no me engañas guapo. Así que ¿La besaste o no?
Técnicamente sí, pero… Karen… ¿Karen? ¿Karen? Vale… me voy a dormir al sofá.
Lo mejor, sin duda, el final… 😀
Me alegro que haya gustado 😀
Tengo que preparar el numero de Pantera Negra a ver si para diciembre.
Buen número, si bien ha sido tranquilito plantea buenas cuestiones para el futuro jejejeje
Que cabrón Kilgrave… y como me mola.