Alpha Flight #3

alphaflight03Son los más grandes de Canadá, son… Alpha Flight.

#3 – La bestia dormida
Por Reaper


Fecha de publicación: Mes 185 – 9/13


Los primeros rayos de luz comenzaban a despuntar en el horizonte, anunciando un nuevo día, cuando los dos helicópteros Griffon CH 164 de las fuerzas aéreas canadienses sobrevolaron aquel desolado poblado pesquero, a la orilla de una pequeña isla de Cambrige Bay, cerca de la costa de Isla Victoria. Ambos aparatos realizaron un vuelo rasante sobre los nevados tejados de madera, que coronaban aquellas características casas que se alzaban próximas a la orilla del Mar de Baeaufort. Detuvieron su vuelo a escasos metros de la costa, manteniendo una posición estática sobre un ajado embarcadero de madera, junto al que descansaban amarradas pequeñas embarcaciones.

El Mayor Hoja de Arce asomo la cabeza fuera de uno de los aparatos intentando vislumbrar algo con sus prismáticos halla en la extraña quietud del tradicional pueblo pesquero. -¿Crees que tu chico esta aquí, Harada?-. Grito a través de su intercomunicador mientras se llevaba la mano al pulsador, cerca del oído derecho. Ken Harada, el Samurái de Plata, asomo la cabeza desde el otro helicóptero y asintió afirmativamente, la reacción no se hizo esperar divisando en la distancia como la figura del Mayor saltaba sin ningún tipo de protección o artilugio alguno, desde la considerable altura a la que todavía se encontraban los transportes aéreos, aterrizando estruendosamente sobre el viejo embarcadero de madera que se resintió sonoramente pareciendo amenazar con desmoronarse entre chasquidos y crujidos, tras el adalid canadiense, Zuzha Yu a quien todos conocían como Puck siguió sus pasos tras dar algunas instrucciones al piloto del Griffon y a los épsilones negros que aguardaban en su interior, a diferencia que su predecesor ella se poso sobre los maderos renqueantes con la gracilidad de una pluma arrojada al viento.

El mutante oriental sonrió con aire burlón cuando el líder del grupo le indico que él y su acompañante también abandonaran el transporte. Ken se puso en pie y su brillante armadura de samurái reflejó los vespertinos rayos de sol cegando por un instante a la joven Tangerine, la cual encogió sus ojos bajo las lentes que portaba, el Samurái de Plata la observo detenidamente, con su melena anaranjada y enfundada en aquel llamativo traje de combate en colores rojo y blanco sobre el cual se estampaba la hoja de arce emblema de la nación, y tubo la horrenda sensación de que enviaba niños a una guerra de hombres, pero pronto volvió de sus divagaciones tendiendo su mano amigablemente a la joven, la tomo en sus brazos y camino hasta el límite del transporte aéreo, asomados al vacío el mutante oriental le dedico un guiño de confianza a la joven, ella se cobijo entre los brazos de su compañero de equipo para protegerse del fuerte viento que las hélices provocaban. Cuando abrió los ojos ambos flotaban hasta posarse delicadamente sobre las maderas del embarcadero, gracias a las hondas que la espada energizada de su compañero provocaba amortiguando la caída. Quedaron en una posición más atrasada respecto a la cabeza del grupo; el Mayor Hoja de Arce y Puck.

El reducido contingente comenzó a avanzar lentamente dejando atrás la inestabilidad del embarcadero, mientras ambos helicópteros se alejaban tomando posiciones más elevadas. Pronto dejaron a tras las viejas maderas que crujían y los pequeños botes de pesca que chocaban entre sí empujados por el oleaje, pero a medida que se alejaban la rezagada Tangerine dedico unos segundos a observar los pilares de madera que sostenían el embarcadero sobre las aguas, parecían bajar hasta el mismo centro de la Tierra, lo que provocó en la joven una sensación de empequeñecimiento que la asustaba aun mas que la bestia a la que perseguían.

La mañana trajo consigo una espesa bruma que se levantaba apenas un metro del suelo impidiéndoles ver por donde pisaban, caminaron torpemente sobre la escarcha resbaladiza formada sobre el camino nevado que seguían, alcanzando pronto la salida de la zona pesquera e introduciéndose lentamente en la pequeña urbe deshabitada.

-¡¿Tangerine, puedes sentirlo?!-. Pregunto austeramente el líder del grupo, haciendo que la joven volviera bruscamente de sus divagaciones. La mutante miro fijamente en derredor hasta que finalmente señalo con el índice una pequeña iglesia al final de la calle principal a la cual se asomaban. El resto del grupo asintió y clavaron sus miradas en el objetivo; el Mayor Hoja de Arce desenfundo dos Berettas 98 que portaba en su cinto y se coloco a la cabeza de la avanzadilla, tras él la desenfundada Katana del Samurái de Plata refulgía imbuida por el poder del mutante a la vez que seguía de cerca al líder del equipo, por su parte Puck permanecía mas rezagada cubriendo a su joven compañera de grupo.

-¿Tu poder es leer las mentes, verdad?-. Pregunto la misteriosa mujer que la protegía sin concederle ni una leve mirada de soslayo, la joven asustada balbuceo una tímida afirmación. -Bien. ¿Serias capaz de enlazar nuestras mentes?, es decir, ¿Podríamos sentir todos lo que tu percibes?-. Tangerine detuvo su caminar y se concentro en silencio bajo la, ahora sí, atenta mirada de su compañera. Se resguardaron bajo la cobertura improvisada de un furgón de reparto, aparcado junto a la puerta de una de las pequeñas casas, cerró los ojos y pudo sentir como su pies se hundían en la nieve de la calles, la humedad que calaba sus vestiduras haciendo que se le helara todo el cuerpo y batió la cabeza con gesto de negación. Puck le rogó con delicadeza que volviera a intentarlo. Sus poderes se expandían con el compás de las pulsaciones del corazón; sintió junto a ella los sentimientos encontrados de Puck, la lucha por el amor de un padre que solo veía en ella un soldado, busco mas, y pudo notar la tensión en los músculos de la mujer. Un poco mas. Los poderes de la mutante telépata se expandieron como las llamas incontrolables de un poderoso fuego. En la lejanía sintió el ansia de combate que la adrenalina disparada producía en el Mayor así como la enfermiza obsesión por convertirse en el idolatrado héroe que todos esperaban y que él necesitaba ser. Más arriba del sendero sintió un aura reconfortante, el temple de acero y la serenidad en el combate que emanaba del cuerpo del Samurái de Plata, indago mas y pudo ver la mancha de maldad que amenazaba con devorar un corazón noble, su punto más débil; su hijo adoptivo, un arma contra uno de sus peores enemigos, un noble aprendiz que con el paso de los años había ocupado el lugar del hijo nunca llegado, pero siempre esperado. Los poderes telepáticos de Tangerine comenzaron a volverse inestables alcanzando un punto álgido donde logro a sentir incluso el miedo de los pájaros que revoloteaban en el cielo asustados ante la presencia de un depredador. Su cuerpo se contrajo retorciéndose en una mueca de dolor que la doblego a caer sobre los brazos de Puck. Sus poderes se expandieron aun mas, pudo sentir aun mas, en el interior de las casas los asustados lugareños se resguardaban con la falsa sensación de seguridad que sus pobres puertas de madera les proporcionaban, pero más allá en la tenebrosa iglesia que se alzaba amenazante al final de la calle se ocultaba algo salvaje, una rabia visceral sin contención, dolor, furia asesina, instintos animales desatados, como si una manada de leones hambrientos rugieran encerrados en su interior luchando desesperadamente por liberarse. La chica grito de miedo mientras sus ojos se iluminaban con una misteriosa luz anaranjada que anunciaba la entrada en un extraño trance al que siguió un misterioso destello anaranjado que ilumino las mentes de sus compañeros que ahora podían sentir a la bestia que dormitaba en aquel lugar.

Las enormes puertas de la iglesia se habían abierto tras el grito de Tangerine y el desconcierto que supuso en el grupo. Cuando apareció la sangre caía aun caliente de las manos del joven Daken Akihiro, goteando sobre la nieve del camino que se deshacía al paso de su figura desnuda. Caminaba serenamente hasta ellos dejando atrás aquella oscuridad sepulcral que reinaba en el interior de la iglesia y que les quería parecer una puerta al mismo infierno. Sus músculos en tensión brillaban con el tono escarlata de la sangre de algún animal devorado que le bañaba, mientras su larga y enmarañada melena color azabache le cubría el rostro.

Un escalofrió estremeció al Mayor Hoja de Arce antes de que el suero del súper-soldado que corría por sus venas disparase sus niveles de adrenalina hasta puntos sobrehumanos obcecando sus sentidos y nublando su mente de manera irracional. A borbotones su ira surgió lanzándolo hacia su oponente bajo la lluvia de proyectiles que sus Berettas escupían. Deseosos de encontrarla, la lucha no se hizo esperar y ambos combatientes se encontraron en un combate sin treguas que se resolvió rápidamente una vez que el joven Daken mostró sus afiladas garras de Adamantium las cuales sesgaron aquellas armas que portaba el abanderado canadiense para seguidamente clavarse con fiereza en su pecho. Con la frialdad de un animal salvaje apoyo su desnudo pie derecho sobre el pecho del caído héroe y empujo con fuerza. Se deleito mientras el cuerpo de su contrincante se deslizaba hacia abajo por las hojas cortantes hasta caer inerte sobre la nieve teñida de rojo. Probó la sangre de su enemigo impregnada en las cuchillas de sus nudillos y rugió al cielo desafiando a aquel que se atreviese a hacerle frente.

Puck se apresuro a resguardar a su joven compañera desvanecida aun por el uso exhaustivo de aquellos poderes que todavía no controlaba. Se maldijo una y otra vez por cumplir órdenes de sus superiores sin detenerse un solo instante a racionalizarlos; como podía haber llegado hasta allí, como podía haber conducido hasta su muerte a una inocente que apenas conocía sus poderes en su despertar adolescente, como había alcanzado su destino final siguiendo a una panda de locos enmascarados solo con el fin de recuperar el amor de un padre que nunca la quiso. Pero cuando sus reproches aun surcaban su mente llenándola de un terror que la privaba de todos aquellos conocimientos adquiridos durante su entrenamiento, unos segundos determinantes transcurrieron y estos los llevaron a encontrarse frente a frente con su enemigo. Puck lo miro fijamente a los ojos pero no encontró ningún rasgo de humanidad en ellos, pudo sentir cerca de ella su cuerpo desnudo, caliente, y sintió el terror de encontrarse cara a cara con un animal sediento de sangre. Durante una eternidad el tiempo se detuvo ante los ojos de la mujer, tomo aire y respiro profundamente intentando limpiar su mente de aquel temor que no la dejaba reaccionar. Las afiladas garras de Daken cortaron el aire sobre la cabeza de Puck justo el instante después de que sus instintos de soldado y sus reflejos aumentados afloraran permitiéndole saltar rápidamente fuera del alcance del mutante. -¡¡Daken!!-. El grito agónico de un padre asustado ante la inminente perdida de su hijo provoco una reacción inesperada en el feroz enemigo, que sosegó su ira por unos instantes dedicando una mirada perdida en la añoranza y el desconcierto a su mentor, el Samurái de Plata. Pero el instinto animal incontrolado retomo el control sobre el joven que retomo su posición original blandiendo las afiladas cuchillas de Adamantium prestas para rebanar a la mujer. El desconcierto se apodero nuevamente del salvaje mutante cuando frente a él se alzo la joven de cabellos anaranjados conocida como Tangerine, sus ojos relucían con un cenital resplandor anaranjado mientras se posaban sobre su enemigo, ambos se observaron y estudiaron con curiosidad lasciva, a tan corta distancia, y cuando un leve rugido surgió rabioso entre los colmillos de él unas delicadas palabras escaparon susurradas de los labios de ella. -¿Donde estas Daken?-. El hombre cayó desplomado al suelo sin mas dilación, Tangerine observo con incomprensión el cuerpo desnudo emitiendo vapor caliente tras el contacto con nieve helada. Los hechos comenzaron a producirse lentamente como visionados en un reproductor a cámara lenta, observo impasible como el Samurái de Plata corría hasta la posición que ocupaba su hijo desvanecido y pudo sentir el miedo a perder aquella parte de su vida que le anclaba a una soñada «vida normal». Miro luego hacia la puerta de la iglesia, donde Puck socorría al mal herido Mayor Hoja de Arce y percibió dos luchas internas, la de él por aferrarse a esta vida que aun no le había concedido lo que ansiaba y la de ella reprochándose el camino seguido hasta el momento que la ocupaba. Sabía que voces la llamaban, sabía que la gente comenzaba a salir de sus casas cuchicheando entre ellas, sabía que los helicópteros del ejército canadiense retornaban para recogerles, pero ningún sonido llegaba hasta Tangerine, solo sensaciones y sentimientos. Tras unos minutos de incertidumbre todo se desvaneció y las sombras lo inundaron todo.


Samuel Clarke se encontraba serenamente sentado junto a su escritorio en aquel, aparentemente, confortable sillón de cuero negro releyendo una y otra vez aquel nefasto informe sobre la primera misión, o derrota, de su nuevo grupo. Entre el meticuloso orden que reinaba sobre su escritorio destacaba aquella carpeta color ocre que contenía el escrito, sostenía delicadamente su tapa mientras lo escrutaba a conciencia preguntándose, una y otra vez, como pudo apostar por aquella fatídica idea de recomponer Alpha Flight. Es que acaso no era ya bastante ardua la tarea de poner en orden todo el Departamento H. Justo cuando había decidido dar un respiro a sus exhaustas neuronas y alejar su mente de aquel despropósito, su esposa y coordinadora del proyecto Alpha Flight; Heather McNeil, irrumpió en la estancia con la delicadeza que la caracterizaban. Clarke cerró la carpeta y siguió a la mujer con la mirada hasta que esta tomo asiento en uno de los asientos al otro extremo de la mesa. Inclino su cuerpo hacia delante, apoyo su codo derecho sobre la mesa y su cara sobre dicha mano, miro a la mujer fijamente con mirada desafiante y se pronuncio.

-Nunca quise reconstruir esta locura de grupo-. Tomo aire y exhalo con un pronunciado suspiro. -El proyecto Alpha Flight nunca fue viable para el gobierno, rompí muchas reglas, presione diversos escalafones político, asfixie importantemente a los pocos inversores privados que teníamos, incluso acepte aliarnos con ese jefe de la Yakuza oriental de Harada para obtener avanzada tecnología de Industrias Stark que, ¡Dios, no quiero saberlo!, seguro que es robada-. Se levanto airadamente de su asiento mientras realizaba aspavientos con los brazos. -Pero, ¿Sabes porque lo hice, Heather?, ¿Sabes por qué? Por ti, solo y exclusivamente por que buscaba tu aprobación que nunca logro por mucho que ponga de mi parte-. Apoyo ambas manos sobre la pared y mantuvo la cabeza gacha con la mirada perdida tratando de retomar la compostura perdida, aquella que nunca le abandonaba.

-Samuel…-. Dudo la mujer al tratar de iniciar su réplica. -Podemos solucionarlo, limpiaremos el lugar y mantendremos retenido al Arma Alpha. Yo… yo asumiré todas las responsabilidades-. Clarke se giro nuevamente hacia ella y se encamino de nuevo hasta tomar asiento en su sillón de cuero, tomo la carpeta color ocre y la arrojo al otro extremo de la mesa frente al lugar que ocupaba Heather. -¿Te ocuparas de ello? Veintisiete soldados muertos en la fuga de Daken. Dos pescadores de aquel pueblo asesinados. Un sacerdote que requerirá atención psiquiátrica el resto de su vida. Louis Sandler con el corazón partido en dos sobre la mesa de la morgue. Una joven de dieciocho años que sacamos ilegalmente de la Universidad Sherbrook en estado de shock del que no podemos sacarla. Otro joven, que ni siquiera es canadiense, sobre el cual realizamos experimentos genéticos ilegales, como si de una cobaya gigante se tratase, se mantiene en un coma inducido y del que rezamos a Dios para que no despierte. ¿Tú te harás cargo de todo, Heather?, me gustara ver como lo haces-. Y nada mas decir esto reposa su espalda sobre el sillón y se tapa los ojos cansados con la mano, momento que la mujer aprovecha para salir de la estancia con aires de indignación, no sin antes dedicar una última frase a su superior. -James hubiese sabido controlar la situación y encargarse de todo-. Clarke la mira iracundo y respondió mientras su puño golpeaba con rabia la mesa. -James McDonald Hudson era un terrorista que asesino indiscriminadamente a inocentes por ser tan ególatra de no saber reconocer sus errores-. Y tras ello la puerta se cerro de golpe.


Daken Akihiro despertó sobresaltado de su profundo sueño. Había tenido una pesadilla, no recordaba cual. Nada. Ni tan siquiera un leve detalle, pero la sensación de miedo perduraba aun en su interior, retorciéndose en su mente y acelerando agitadamente su corazón. Trato de centrarse, mantuvo la mente en blanco y buscó su paz interior, durante años su padre le instruyo en la senda del guerrero y como la serenidad de su mente le llevaría a ella, cerró los ojos se relajo y tras unos minutos de quietud los abrió y todo pareció haberse quedado atrás.

Se puso en pie y entonces, solo entonces, se percato de que estaba desnudo. -¿Qué demonios hago desnudo-. Se pregunto mientras giraba sobre si mismo buscando fútilmente sus vestiduras, tras unos segundos desistió y se resigno a su desnudez. Alzo la cabeza y observo aquel lugar tratando de identificar donde se encontraba. Un páramo helado se extendía a su alrededor. Oteo el horizonte y vio arboles gigantescos alzándose hasta el cielo en todas direcciones, secuoyas quizás, pero estaban muy alejados, se enojo consigo mismo por no saber cómo había llegado hasta tal lugar y a tan extraña situación. Con la rabia contenida en el rechinar de sus dientes comenzó a caminar en una dirección al azar con la esperanza de volver a la base canadiense donde él y su padre se alojaban.

Creyó llevar horas caminando sobre el resbaladizo piso pero en el cielo el solo no se había desplazado un ápice, se detuvo y recapacito que algo extraño ocurría en aquel lugar; sus extremidades no se amorataban por las bajas temperaturas, no tiritaba de frio, ni tan siquiera podía ver el calor de vaho al respirar, realmente no sentía ni frio. Aquel entorno parecía un paisaje pintado al oleo sobre el que se paseaba, se detuvo, trato de meditar sobre lo que allí acontecía pero pronto la desesperación le llevo a la rabia que creció con fuerza en su interior. El suelo bajo él chasqueo mientras se fraccionaba levemente. -Hola Daken-. La voz provenía de algún punto tras él así que se giro bruscamente sobre sus talones en su busca. Un hombre de largos cabellos negros y tez morena estaba de pie frente a él, por sus ropajes rudimentarios tejidos en piel dedujo que se trataba de una aborigen. El joven lo miro desconfiadamente. -¿Quién eres?, y ¿Por qué sabes mi nombre?-. Interrogo bruscamente. Nada mas pronunciar las últimas palabras el hielo bajo sus pies crujió amenazando con resquebrajarse, aquello logro que el joven calmase sus ánimos y centrase su atención en el suelo bajo sus pies en vez de en su misterioso acompañante.

-Muchas preguntas a la vez mi joven amigo-. Tomo aire. -Pero tratare de responderlas-. Respondió el extraño cuando comenzó a rodear el lugar que Daken ocupaba, este, temeroso de que el hielo sucumbiese bajo su peso y le hiciera caer al agua helada, mantuvo la quietud mientras le seguía con mirada angustiada. -Me llamo Michael Twoyoungmen, soy el Shaman de mi tribu y estas en el Vacio-. Tomo una bocanada de aire. -Estas aquí porque tu ser alma y tu cuerpo físico se han separado-. El joven se enfurecía con la impaciencia que las palabras del hombre le provocaban, la tensión hacia crecer su rabia rápidamente. -¡¡Vamos viejo ¿Cómo se sale de aquí?!!-. El hielo volvió a resquebrajarse más aun bajo sus pies. El Shaman se detuvo pasivamente frente a él. -Al igual que tu padre el experimento que os convirtió en lo que sois ha logrado aflorar tu parte animal-. El aborigen se aproximo lentamente hasta Daken, llamando poderosamente su atención. -A diferencia de él, tú no eres capaz de controlarlo y nunca lo serás si no me escuchas-. El joven se relajo, la rabia dio lugar a la curiosidad. -¿Conoces a mi padre?-. El misterioso hombre asintió con la cabeza y luego se giro para alejarse lentamente dándole la espalda al joven. -Óyeme… Aprende… La unión de tu cuerpo físico y tu alma se quiebra tanto como el hielo a tus pies, a medida que tu instinto animal se hace. ¿La solución? Acéptala, forma parte de ti, se uno con ella-. El joven se ergio y contempló asustado como extraños signos comenzaban a surgir sobre su piel, desde la punta de sus dedos en la mano izquierda fueron subiendo por su brazo mientras sentía el calor que le abrasaba, los signos alcanzaron su hombro y giro hasta su pecho concentrándose sobre su corazón. Cuando todo acabo los signos habían quedado grabados a fuego sobre su piel. Cayo exhausto de dolor al suelo y miro con gesto desorientado a su acompañante, este se giro de nuevo hacia él y enuncio su último consejo. -Este Tótem contendrá tu ser salvaje. Escúchame atentamente. Busca la bestia en tu interior y se una con ella -. Michael Twoyoungmen golpeo el suelo con su pie, el hielo se quebró súbitamente. Daken cayó al agua helada.

De nuevo despertó sobresaltado, el corazón le latía con tal fuerza que parecía poder escaparse de su pecho, trato de moverse y girar pero sintió la presión que los grilletes magnéticos ejercían sobre sus muñecas y tobillos manteniéndolo sujeto a la camilla sobre la que descansaba. Miro nerviosamente a su alrededor. Se encontraba en una habitación medica donde decenas de maquinas conectadas a su cuerpo median y evaluaban sus pautas vitales. Sus músculos se tensaron y un rugido de rabia afloro desde su interior, busco y encontró la fuerza necesaria para romper aquellas ataduras que le anclaban a la camilla, se deshizo bruscamente de ellas y mientras se sentaba tranquilamente a los pies de esta observo como el personal médico abandonaba atemorizado la sala siendo relevado por épsilones negros, pertenecientes al cuerpo de seguridad de Echo-6, la base central del nuevo Departamento H. Alzo y giro una y otra vez su brazo izquierdo dedicando unos instantes a recorrer con la mirada aquel tatuaje grabado a fuego durante el transcurso de aquel místico sueño. Sus sentidos aun no respondían a la perfección pero al alzar la mirada pudo ver un rostro familiar al otro lado de una mampara de cristal que servía como medida de contención. Ken Harada permanecía impasible de pie frente al cristal, sentía en su interior como una sonrisa quería aflorar por la recuperación de su hijo adoptivo, pero las demostraciones no estaban bien vistas en un guerrero. Su mano derecha abandono su posición, en la espalda, donde Ken mantenía sus brazos cruzados, para apoyar su mano derecha sobre el robusto cristal en señal apoyo, tras él una figura permanecía de pie entre las sombras observando la escena, Daken reconoció al instante al extraño protagonista de místico sueño; el Shaman.

-Te dije que funcionaria, Harada, como lo hizo con su padre. Ahora el chico me pertenece-. Y tras estas palabras el médico aborigen desapareció entre las sombras, tan misteriosamente como había aparecido.


Hacia apenas cinco horas Louis Sandler, el abanderado héroe canadiense más conocido como Mayor Hoja de Arce, había entablado combate con un enloquecido mutante miembro del mismo equipo que lidera; Alpha Flight. Una hora más tarde Sandler ingreso cadáver en las instalaciones médicas de Echo-6. Lo que más impresión causaba en Heather es que en ese mismo instante corría, saltaba y golpeaba tan fuerte el saco de entrenamiento que el gimnasio entero retumbaba bajo poderoso puño.

-Dr. Shaw no sabía que el Departamento H trabajara en ¿La fuente de la vida eterna?-. Pregunto con sorna. – ¿Qué demonios hace el cadáver del Mayor entrenando en el gimnasio?-. Replico enfurecida a su acompañante.

El Dr. Shaw entrelazaba sus dedos nerviosamente buscando en su mente las palabras adecuadas que le condujeran una explicación razonable para aquello, pero no tuvo suerte así que el desconcierto seguía reinando en su mente. Miro nerviosamente a la directora del proyecto Alpha Flight con cierto temor, mostrándole una desdibujada sonrisa forzada para seguidamente encogerse tímidamente de hombros. Heather lo miro con indignación y arranco a caminar en dirección a Sandler, el Dr. Shaw la seguía de cerca intentando explicar lo ocurrido recitando de memoria el informe médico del sujeto.

-A las cero siete AM el sujeto, Mayor Louis Sandler, nombre en código Mayor Hoja de Arce, fue trasladado hasta las instalaciones del Departamento H. Los doctores Anne Beauchemin y, yo mismo, Blake Shawn, certificamos su muerte al no presentar el individuo ningún signo vital apreciable. Una hora más tarde…-. La mujer se detuvo clavando una mirada reprochadora sobre su acompañante. -¡¡Blake, por el amor de Dios!!, ya sé que ha resucitado-. Increpo airadamente la mujer señalando hacia Sandler, pero con la mirada clavada en el Dr. Shawn, que balbuceo unas pocas silabas inentendibles que poco a poco fueron tomando la forma de unas frases tartamudeadas con miedo mientras mantenía la cabeza gacha. -El-el suero del súper-soldado que sintetizamos a partir de la muestra obtenida no se ajusta con exactitud a la fórmula original-. Dubitativo y temeroso vuelve a entrelazar los dedos, jugueteando nerviosamente. -Por otro lado las modificaciones que incluimos en el esquema genético del sujeto, sugeridas por el Prof. Zola, con el fin de lograr que se ajustara al perfil requerido creó un ambiente totalmente diferente a aquel en que se desarrollo el suero original. En resumidas cuentas. Nuestro suero no es el original creado por Abraham Erskine, Sandler no es Rogers, consecuentemente el Mayor Hoja de Arce no es el Capitán América-. En el mismo instante que el doctor terminaba su explicación el Mayor golpeaba el saco con tanta fuerza que se resquebrajo y exploto creando una nube de arena que se esparció rápidamente por toda la sala, impregnando en su paso a Heather y Shawn que se llevaron las manos a los ojos tratando de protegerlos de los pequeños granos. Tosieron y esputaron varias veces hasta que la nube se disipo mostrando la impresionante figura del héroe que añadió con su rotunda voz. -No soy como Rogers, soy mucho más de lo que él será jamás-.


La situación se había vuelto ciertamente critica en la calles de Ottawa desde la firma del registro de súper-humanos, los primeros meses convirtieron las calles de la capital canadiense en el escenario de batallas campales entre el ejército, las fuerzas del orden público y los propios ciudadanos de a pie enfrentados a coaliciones de mutantes y súper-humanos, afortunadamente, en los días que corrían este tipo de actos bélicos habían dejado de sucederse siendo ya muy pocos los altercados de este tipo que se producían en las calles. El agente Louis Sandler Jr., de la Real Policía Montada de Canadá, y su compañero; James «Jim» Malone, conversaban sobre el tema mientras su coche patrulla se detenía en el semáforo en la esquina de la calle Reina Elizabeth con Bank, cerca del canal Rideau y el parque Landsdowne, en el que las familias se daban cita para pasar el día apaciblemente. Las alegres voces de los niños jugando llegaron hasta ellos cuando bajaron las ventanillas para tomar un poco de aire fresco. Sandler creyó ver un haz luminoso elevándose y alejándose del lugar, pero no le concedió mayor importancia de la que parecía merecer continuando con su amena conversación y disfrutando de la vuelta a la normalidad que reinaba en toda la ciudad. El indicador verde se prendió en el semáforo y el coche patrulla reemprendió su marcha cuando de nuevo un destello llamo la atención del agente de policía solo que esta vez no desaparecería si no que se expandía rápida y estruendosamente desde el parque arrasándolo todo a su paso. Un fuerte golpe les sacudió lanzando el vehículo y a sus ocupantes por los aires, llevándolos a impactar contra la cristalera de una boutique de ropa femenina.

La gente corría en todas direcciones presa del pánico entre gritos de terror cuando las sirenas de los servicios de emergencia comenzaban a resonar provenientes de todas direcciones. Louis Sandler recupero el sentido para encontrarse preso de una amasijo de hierros, cables y cristales en el cual apenas podía moverse, grito varias veces el nombre de su compañero inútilmente sin que recibiera respuesta alguna, así que haciendo acopio de todas las fuerzas posibles que le quedaban empujó con sus manos el trozo de metal que le aprisionaba el pecho, nada mas erguirse pudo ver como el cuerpo de su compañero yacía inerte con la cabeza seccionada a escasos metros suyos, enterrado bajo los trozos de metal arrugado que antes eran el salpicadero. Se arrastro como pudo fuera del desvencijado vehículo cuando unas manos extrañas le ayudaron a ponerse en pie y observar lo acontecido a su alrededor. Una explosión había tenido lugar cerca del parque, decenas de cuerpos de muertos y heridos reinaban en el lugar, las ambulancias que se encontraban ya en el lugar comenzaban a atender a los supervivientes y a recuperar los cuerpos de los difuntos. Los transeúntes que le habían ayudado a salir del desvencijado vehículo le atosigaron con preguntas sobre su estado, los oídos le zumbaban y la cabeza aparecía querer estallarle pero no sentía nada más grave que el escozor de los cortes y quemaduras, apaciguo a la gente y las insto a que socorrieran a otros heridos. Durante varios minutos deambulo desorientado entre las ruinas de aquel parque que hasta hace unos minutos estaba lleno de vida y ahora adolecía de pena y dolor, sintió entonces como un sentimiento de desolación que lo embargaba y hubo de buscar el apoyo de un lugar en el que sentarse y descansar unos segundos para ordenar sus ideas, cabizbajo siguió un pequeño camino empedrado que le condujo junto a un banco de madera calcinada cerca de una fuente, llevándose las manos a la cabeza intento centrar su mente y buscar la racionalidad suficiente para poder reaccionar y prestar ayuda. Algo llamo su atención, dos cuerpos quemados yacían a unos metros escasos de un pequeño coche de bebe que ardía levemente, su mente policial apenas lucida aun ato los cabos necesarios y dedujo que un bebe debería andar cerca, salto raudo del banco en que descansaba abandonando sus divagaciones y busco presurosamente al pequeño. El pequeño coche que ardía contenía aun al pequeño, Sandler pudo sentir que el delicado cuerpo aun tenía signos vitales lo tomo entre sus brazos con todo el cuidado del que fue capaz y lo tumbo sobre el césped aplicándole con delicadeza los primeros auxilios. En escasos segundos la respiración cardio pulmonar hizo efecto y la vida volvió a aquel pequeño que lloraba cobijado entre los restos del uniforme que vestía, lo abrazo con fuerza y sintió como la alegría de la esperanza le embargaba.


Sam Abay era un aborigen descendiente de las tribus Inuit que trabajaba duramente como guardabosques en la reserva Nación de Munsee-Delaware, donde vivía con su esposa y sus dos hijos. Cada día conducía su camioneta Ford Súper Duty color negra a través de kilómetros de bosque con la obligación moral y profesional de salvaguardar la tierra de sus ancestros.

Habían marcado las ocho en su reloj de pulsera y regresaba ya a casa, ansioso de disfrutar de la paz del hogar mientras escuchaba los últimos éxitos musicales a través de la radio del vehículo. La noche había caído prematuramente para la época del año en que se encontraba y la tormenta comenzaba a asomar amenazante, inundando el firmamento con destellos rojizos que resplandecían entre las nubes. Un relámpago rasgo los cielos asustando severamente al guardabosque, el firmamento se inundo de una luz cegadora y pudo ver como una gran bola de fuego se estrellaba en medio de la carretera por la que conducía, provocando que perdiera el control del vehículo y fuese a estrellarse contra unos matorrales que se alzaban cerca del límite del asfalto. A medio camino entre el miedo y la curiosidad Sam abrió de golpe la puerta atascada del Ford cayendo de rodillas al suelo y maldiciendo en varios idiomas que se entremezclaban sin sentido. Un chasquido llamo su atención haya donde la gran bola de fuego se había estrellado, llevándole a levantar la mirada un segundo que le quiso parecer eterno, sus manos ayudaron a sus rodillas a flexionarse con fuerza para lograr ponerse en pie, camino dubitativo hasta el gran cráter que se había abierto allí donde la bola de fuego impacto y se asomo con temor al fondo, pudo ver una gran figura retorciéndose de dolor envuelta en un manto rojo. Solo unas palabras alcanzaron a escabullirse con miedo entre sus labios. -Gaasyendietha-.


A través del grueso cristal de seguridad que protegía aquel jardín botánico Elizabeth podía ver como la ventisca azotaba las tierras yermas al norte de Isla Victoria. La nieve golpeando con rudeza aquel escudo que la protegía ejercía una extraña fascinación sobre ella, se adelanto, abandonó el camino marcado y se adentro en un islote verde donde crecían bellos claveles de un impoluto color blanco buscando alcanzar el cristal con su mano. Paseó delicadamente la yema de sus dedos sobre la superficie cristalina queriendo sentir en su piel la nieve que se acumulaba al otro lado. -¿Quieres salir Tangerine?-. Heather McNeil había llegado alcanzado a la joven y le hablaba desde el camino dejado atrás, pero la chica pelirroja no pareció oír sus palabras así que a mujer volvió a pronunciarse. -¿Tangerine-. Inesperadamente no se giro para mirar a su superior solo bajo su mano y mantuvo la cabeza gacha mientas la miraba de soslayo, ocultando su rostro bajo mechones rojizos. -Disculpa. Aun no me acostumbro a que me llamen por ese nombre-. Seguidamente abandono su situación entre los claveles retornando al camino, nada mas alcanzarlo la directora le hizo un gesto con la mano izquierda invitándola a pasear por aquel extraño jardín perdido en la nada helada.

-He leído el informe de Puck sobre lo ocurrido durante la captura de Arma-X, ese extraño estallido de poder-. Heather caminaba junto a Elizabeth portando entre sus manos una carpeta de piel donde aparentemente se encontraba confinado el informe al que hacía referencia. La joven continuaba eludiendo el contacto visual con la mujer y mostrando esa expresión de timidez que la caracterizaba, sus brazos permanecían cruzados en su pecho como un simulado escudo que pareciera querer protegerla de todo aquello que la rodeaba. La directora la miro esperando una respuesta que no llego disponiéndose a continuar. -Tus poderes parecen estar atravesando una fase de adaptación y evidentemente no los controlas, sinceramente, esperaba que me dieras una explicación incluso alguna escusa con la que creer que puedo confiar en mantenerte en el grupo pero ni si quiera pienso que quieras estar aquí así que permanecerás aquí en las instalaciones del Departamento H esperando una evaluación, de no ser positivo regresaras a la universidad-. Estas últimas palabras dejaron anclada a la joven telépata en la posición que ocupaba ante la salida del jardín, mientras Heather continuaba caminando conscientemente de que la joven mutante había abandonado su compañía.

Por unos segundos permaneció inmóvil con la mirada perdida en el vacio hasta que algo llamo su atención sobre las sombras que se formaban en un recodo del pasillo que se extendía ante ella, a las afueras del recinto botánico, su mirada se cruzo con la del misterioso Daken Akihiro que la observaba desde el anonimato que la oscuridad le concedía, una extraña atracción se despertaba en ella cuando el salvaje mutante aparecía en escena, ese instinto animal tan desarrollado en él la atraía enfermizamente. Cuando la figura del joven desapareció fundiéndose con las sombras un extraño vacio la lleno y volvió a sentirse en la tremenda soledad que siempre la embargaba, suspiro profundamente y tras dedicar una última mirada de nostalgia hacia las decenas de flores que crecían en el jardín botánico decidió retornar hasta su habitación único lugar de aquella inmensa construcción donde se sentía segura rodeada de sus libros, aquellos que leía un y otra vez buscando la falsa seguridad que los mundos imaginarios, que en ellos se describían, le proporcionaban.


DEPARTAMENTO ALPHA

Bienvenidos de nuevo a esta sección, que por largo tiempo fue olvidada y que ahora retomo con la ilusión del primer día. Quisiera, primero que nada, pedir mil disculpas a todos aquellos compañeros que escribís o colaboráis con esta web en algún modo porque todos tenéis obligaciones en vuestras vidas y aun así encontráis tiempo que dedicarle a esta bonita afición, con la cual yo no he sabido cumplir. Mis más sinceras disculpas por esta prologada ausencia.

Sin más dilación me remito al nuevo capítulo de la serie Alpha Flight que acabáis de leer. En esta nueva etapa que trae, también, este nuevo año, cambio mi estilo de escritura dejando a un lado el hecho de centrar la historia en los diálogos entre personajes (Quizás heredada de los cómics en que se basan estos fics) pasando directamente a una narración mas pura. Este cambio se debe exclusivamente a la comodidad de este humilde servidor, que de este modo intento lograr en el lector una sensación más próxima a la novela que al cómic. Espero no equivocarme.

Con esta nueva andadura se inicia también mi etapa bloguera, recién inaugurado abre sus puertas; «El Maravilloso Blog de Oz», donde hablo sobre los proyectos en los que me encuentro inmerso respecto al mundo literario, donde intento ir mostrándome a partir de ahora. Con el fin de crecer y aprender, como escritor que da sus primeros y torpes pasos, querría recoger en dicho blog vuestras criticas, opiniones y consejos, no tan solo sobre la serie que escribo en Marveltopia, si no también que afecten a otros proyectos sobre los que iré informando.

Sin nada mas que añadir me despido de vosotros deseando que os guste este nuevo capitulo y remitiéndoos la dirección de mi blog; http://elmaravillosoblogdeoz.blogspot.com/ en él podréis dejar, si lo deseáis, vuestras opiniones sobre el numero. Un saludo y gracias.

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2 Responses to Alpha Flight #3

  1. Pingback: ACTUALIZACION DE SEPTIEMBRE – MES 185 - MarvelTopia

  2. MarvelTopia says:

    Las conspiraciones continúan. El grupo es un tanto atípico, a ver cómo van funcionando juntos. La verdad es que a mi nunca se me hubiera ocurrido esta mezcla de personajes…

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