#4 – Extraterrestre IV
Contrarreloj
Por Carlos Fortuny
Fecha de publicación: Mes 184 – 8/13
Laboratorio genético, Durban, Sudáfrica.
-¡Maldita sea!- Exclamó Lionel Luthor al ver como su bestia estaba siendo apaleada por Superman gracias a las cámaras de seguridad.
-Ese chico es increíble…- Se limitó a decir Paul Anderson boquiabierto.
El millonario echó una mirada furibunda a su empleado, que tragó saliva en silencio.
-Libéralos a todos…- Se limitó a decir Lionel volviendo a mirar la pantalla.
-¿Co… como?- Preguntó Anderson no acabando de comprender lo que le pedía su jefe, o más bien no queriendo comprenderlo.
-¡Ya me has oído!- Gritó Lionel dando un puñetazo contra la mesa, la cual se interponía entre los dos interlocutores.- Ese niñato engreído va a pagar por todo…
Anderson guardo silencio durante unos segundos, se quedaba literalmente entre la espada y la espada. Desobedecer a Lionel se pagaba muy caro, pero liberar a todos los sujetos no solo ponía en peligro la instalación, la misma ciudad, y si le apuraban, el país, estarían en peligro.
Lionel le echó una mirada iracunda, sin duda causada por el hecho de que su empleado no hubiera movido un dedo para cumplir su orden. Finalmente Paul Anderson suspiró y se rindió, posiblemente pudiera escapar del país, pero no podría escapar de la furia de Luthor, y desgraciadamente para la seguridad de los millones de ciudadanos inocentes, el doctor antepondría su seguridad a la de nadie más.
Anderson tecleó frenéticamente en su computadora metiendo los códigos pertinentes que liberarían a todos los sujetos de prueba.
-Tranquilo doctor, nadie nos vinculará con esto.- Dijo Lionel con una sonrisa siniestra.- Active el protocolo de autodestrucción.
El doctor palideció al escuchar la orden, pero pronto comprendió que era lo más sensato, así la mayoría de los sujetos perecerían sepultados bajo los escombros, y el personal tendría unos minutos para buscar la salida.
Así pues, el Doctor Paul Anderson activó la cuenta atrás para la autodestrucción, dejando un margen de veinte minutos para abandonar la instalación.
Pasillos del complejo, Durban, Sudáfrica.
Clark había derrotado con cierta facilidad a aquel engendro después de que el doctor John Henry Irons lo hubiera recargado con su cañón. Aun así, y aunque sus heridas parecían haber cicatrizado, el joven de Smallville se encontraba exhausto, no se quitaba de la cabeza la idea de regresar a Smallville a dormir una semana del tirón.
Pero todas sus ilusiones se evaporaron cuando un grupo de soldados se dirigió hacia ellos gritando aterrorizados.
-Venga, les he salvado, ¿no me van a dar un respiro?- Preguntó Clark poniéndose en pie.
Pero el grupo de hombres pasaron de largo ignorando a Clark y Irons, lo que hizo que estos dos intercambiaran una mirada de desconcierto.
-Creo que esto no tenía nada que ver contigo.- Dijo el doctor remarcando lo evidente.
El joven estuvo apunto de contestarle, pero volvieron ser interrumpidos, y esta vez por una visión mucho peor que la anterior.
Seres sacados de las peores pesadillas que Clark podía imaginar se acercaban hacia ellos. Abominaciones más “humanas” como una especie de frankenstein o mucho más extrañas como un calamar gigante que levitaba se acercaban hacia ellos. Si bien las criaturas parecían más bien competir entre ellas, intentando ser las primeras en llegar hasta sus presas para probar su sangre. Así muchos de los engendros se quedaron a lo largo del pasillo combatiendo entre ellos, mientras que solo unos pocos alcanzaron a Clark.
El primero en llegar fue un siniestro cruce entre gorila y elefante, este intentó aplastar al joven con todo su envergadura, que no era poca, lo que no esperaba fue que el joven le respondiera con un puñetazo en plena mandíbula, que lo hizo volar por el pasillo arrastrando a otras bestias en su caída.
-¡Maldita sea! ¡¿Y que más?!- Se preguntó el doctor Irons entre enfadado y asustado.
Como si de una respuesta se tratara el sistema de megafonía de la instalación anunció que en veinte minutos todo el complejo se autodestruiría.
Clark miró como reprimiendo al doctor por su bocaza, y este simplemente de limitó a suspirar.
-¡Saque a todo el mundo de aquí!- Ordenó Clark mientras disparaba su mirada calorífica a un par de bestias que se acercaban a él, haciéndolas retroceder.- Yo retendré a estos bichos hasta que la cuenta llegue a cero.
Una vez más el doctor Irons se vio sorprendido por la valentía del joven. Pero enseguida se centró en lo que le ocupaba.
-Está bien, yo me ocuparé de sacar a todos de aquí…- Dijo solemnemente el doctor decidido a marcharse por el pasillo desocupado, pero antes de marcharse se dio la vuelta una última vez y contempló a aquel joven superpoderoso que se medía a aquellas bestias y susurró.- Buena suerte…
Pasillos del complejo, Durban, Sudáfrica.
Le había llevado más de lo que habría querido, pero el doctor Irons había conseguido sacar a un buen numero de empleados de la instalación. Y había conseguido coordinar al cuerpo de seguridad para que no dejaran que ninguna bestia atravesara la salida.
Ahora, con apenas siete minutos el doctor se dirigía a toda prisa hacía la nave de “Superman” con la esperanza de poder salvarla. Y por si la inminente autodestrucción de la instalación no fuera suficiente, tenía que lidiar con un horrendo cruce de humano y pantera, que ahora le bloqueaba el camino. Afortunadamente había tenido tiempo para hacer una pequeña parada en su laboratorio.
La feroz criatura se lanzó sobre Jonh sin apenas darle tiempo a reaccionar. Este se lanzó al suelo, evitando que el arañazo que podía haberle rajado media cara, solo le produjera un pequeño corte en la parte superior de la cabeza. Sin perder un segundo ni en comprobar su herida, John activó uno de los dos brazaletes que ahora tenía en sendas muñecas. Una ráfaga de energía salió disparada hacia la bestia, quien la esquivó con un acrobático y elegante salto. Mostrando su dentadura en señal de amenaza.
Rápidamente Irons sacó un pequeño artefacto tecnológico del tamaño de un plato de su mochila, el cual enseguida se adhirió al suelo. Para después empezar a correr en dirección contraria al monstruo. Exponer su espalda a la bestia no era un gran plan, pero funcionaría si todo iba como pensaba.
La bestia felina, al ver la espalda de su presa en bandeja se lanzó sobre ella, casi saboreando la jugosa carne de su enemigo.
Nada más pasar sobre el artefacto que John había colocado instantes antes en el suelo, este detonó, causando graves quemaduras en el ser, pero no lo detuvo como el doctor Irons había planeado.
La bestia voló sin control contra John, y cayó sobre este, haciendo que los dos rodaran por el suelo. El doctor se maldijo por su estupidez mientras intentaba levantarse a toda prisa, esperando que aquel ser no le devorase antes. Pero afortunadamente la mina había dañado bastante a su enemigo, quien aun consciente, no conseguía ponerse en pie.
John Henry Irons se acercó al ser que había intentado devorarle, este a pesar de estar muy malherido intentó morder al doctor, pero se encontraba fuera de su alcance. El doctor miró con tristeza a aquel ser y le apuntó con su brazalete.
-Perdonanos, no permitiré que esto se repita…- Dijo el doctor casi en un susurro, aun sabiendo que aquel ser no podía comprenderle.
Seguidamente el doctor remató a la bestia con un fogonazo de energía.
Sala de la nave, Durban, Sudáfrica.
Lionel Luthor y el doctor Paul Anderson se habían atrincherado en la gran sala de la nave del alienígena. Solo ellos sabían que allí había una ruta de escape secreta, que les permitiría huir del lugar con la nave sano y salva. Esta no solo era el artefacto más importante de la instalación, también parecía un buen medio para atraer a “Superman”, si es que conseguía salir con vida de allí.
-Ya esta todo listo señor Luthor.- Informó Anderson, quien había asegurado la nave alienígena a una camioneta negra sin ninguna señal identificativa.
-Estupendo.- Respondió Lionel con una gran sonrisa en su rostro, la cual heló la sangre del doctor.
-¿Nos vamos?- Preguntó el hombre nervioso al ver que su jefe no decía nada más.
Los dos hombres se quedaron en silencio, Luthor sonriente, Anderson asustado.
CINCO MINUTOS PARA LA PURGA
-Me ha servido bastante bien doctor. Ha sido un tanto testarudo, pero a la hora de la verdad ha cumplido todas mis ordenes, aunque no le gustaran.- Dijo Lionel ante la perpleja mirada del hombre, que no entendía que este fuera el mejor momento para hablar de aquello.
-Deberíamos irnos…
El doctor lo tenía claro, en cuanto hubieran huido de allí haría lo posible para dejar el trabajo, se centraría única y exclusivamente en su familia. Tal vez buscara un puesto tranquilo como profesor, pero nunca más se metería en trabajos de aquel nivel. Disfrutaría de lo que le quedaba de vida, y haría todo lo posible para olvidar aquel horrible trabajo y todas las malas experiencias que le habían traído.
El pensamiento apenas le duró unos segundos, pues entonces se percató de que su jefe había sacado una pistola.
BANG BANG BANG
No era habitual en él, pero Lionel acabó con la vida del doctor con varios disparos. No le gustaba mancharse las manos. No porque se sintiera mal arrancando una vida, sería hipócrita por su parte pensar que encargar un asesinato difería algo de aquello. Pero sentía que se rebajaba teniendo que asesinar con sus propias manos, a lo que para sus ojos era un ser inferior.
-Lo siento doctor.- Le dijo Lionel al hombre ya muerto.- Pero no me gusta dejar cabos sueltos, y como he dicho… era usted demasiado testarudo.
Acto seguido Luthor se dirigió a una pequeña consola situada a pocos metros de la camioneta, junto a una pared. Tras teclear unos códigos la pared se deslizó sobre si misma, dejando ver un túnel preparado para la salida de vehículos. Después se dirigió a la camioneta, pero se encontró con una desagradable sorpresa. La puerta principal se acababa de abrir, y en el umbral de esta se encontraba el doctor John Henry Irons.
-¡Entrégate Luthor!- Gritó el doctor desde la puerta.
Por toda respuesta Lionel disparó varias veces contra su empleado, mientras se cubría con la camioneta. John usó el umbral de la puerta como cobertura.
El doctor se maldijo por su estupidez, en lugar de lanzarse contra Lionel había preferido soltar una frase peliculera, pero no volvería a cometer otro error así.
-Se está convirtiendo usted en un incordio aun mayor que nuestro alienigena, Doctor.- Dijo Luthor desde detrás de la camioneta mientras disparaba un par de veces.
No era un gran tirador, pero las balas impactaban más cerca de lo que hubiera querido John, ir a por Lionel significaba una carrera sin cobertura de unos 15 metros, más que suficiente, para que su alocado jefe le acertara. También podía disparar con sus brazaletes, pero si dañaba la camioneta no podría sacar la nave de allí. Repentinamente, la situación empeoró de muy mala a catastrófica. El pasillo traía sonidos de bestias que se acercaban hacía el doctor, y por si fuera poco la voz mecánica que anunciaba la purga volvía a sonar con un tiempo que el doctor veía que se le iba de las manos.
No había tiempo para pensar planes, así pues John hizo lo primero que se le ocurrió, lanzó varios de aquellos artefactos esféricos a ambos lados de la habitación, tras teclearles unas pequeñas ordenes que hacía que ambos explotaran en 10 segundos.
Tras esto el doctor se echó a la carrera hacia Luthor, confiando que este no consiguiera acertarle. Por el rabillo del ojo también pudo ver como tres o cuatro bestias corrían tras él. Aunque afortunadamente no eran demasiado veloces.
Luthor realizó dos disparos, pero no logró acertarle con ninguno, entonces paró. Su mirada se clavó tras lo que seguía al doctor, las bestias. Tenía que eliminar rápido al doctor si quería huir de allí, así que logró recomponerse y volvió a apuntar, pero esta vez fue otra cosa lo que descentró a Luthor, explosiones a ambos lado de la habitación, por un momento pensó que la purga ya había comenzado, que estaba muerto.
John, pudo ver como Luthor miraba perplejo las explosiones, dándole un objetivo fácil, así que aprovechó su oportunidad, alzó uno de sus brazos y disparó, rezando por no fallar el disparo, bastante sencillo, pero que para un tirador inexperto era bastante complicado. La ráfaga de energía impactó en el hombro derecho de Luthor, arrojándolo al suelo, mientras el doctor casi llegaba a la puerta de la camioneta.
Una terrible idea rondó la cabeza de John, ¿y si las llaves no estaban en la camioneta?, de ser así moriría en aquel lugar con total seguridad, porque las bestias estaban demasiado cerca como para pararse a buscar las llaves. El doctor alejó esos temores de su cabeza, solo le retrasaban, tendría que confiar en su suerte.
Al entrar en la camioneta, el doctor Irons agradeció en silencio a cualquier deidad que quisiera escucharle, al encontrar las llaves puestas en el contacto. Así que sin esperar ni un segundo arrancó el motor y salió lo más rápido que pudo de allí.
Para asegurar que ninguna de las bestias le seguía se aseguro de tirar alguno de sus explosivos por el túnel de salida.
Cuando ya se alejaba, le pareció ver por el retrovisor que Lionel se intentaba levantar, pero enseguida las bestias se abalanzaron sobre su antiguo jefe, así que no pudo asegurarlo.
John se permitió un suspiro, y pisó el acelerador al tope, en menos de un minuto la instalación sería historia.
Durban, Sudáfrica.
A pesar de su fuerza, Clark estaba agotado, las bestias no dejaban de emerger por doquier, haciendo que el muchacho se tuviera que emplear a fondo. No recordaba haber liberado tanto poder en toda su vida, no contenía ningún golpe, aun así las bestias no parecían tener intención de rendirse.
Uno de aquellos macabros seres, con brazos en forma de serpiente, le enroscó uno de los brazos, mientras otro con cabeza de tiburón le mordía el otro brazo. Por un segundo Clark vio que las fuerzas le abandonaban, que no podía más, pero no, no podía rendirse, solo tenía que aguantar un poco más. Giró sobre si mismo a gran velocidad, y ambos seres salieron disparados en direcciones opuestas, arrastrando a otras bestias en su camino. El joven alzó la mirada, las bestias ocupaban casi toda su visión, poco más se podía intuir en ningún lado. Y entonces su superoído captó algo entre tanto grito, quedaban treinta segundos para que la instalación se viniera abajo.
-Muy bien Clark, solo el ultimo empujón.- Se dijo el joven a si mismo mientras se ponía en cuclillas, tocando con su mano derecha el suelo.
Tras considerar que había cogido el impulso suficiente Clark se lanzó volando hacia el cielo, mientras disparaba con su visión calorífica para abrirse camino. Había atravesado el edificio entero y se encontraba en el cielo cuando se dio cuenta de que no estaba solo, una bestia con forma de pulpo se había adherido a su pierna. Cogió uno de sus tentáculos con ambas manos.
-Lo siento amiguito, pero no se admiten pasajeros en este vuelo.
Tras girar varias veces sobre si mismo, Superman arrojó a la bestia pulpo de nuevo dentro del edificio, colándolo exactamente por el mismo agujero por el que instantes antes había salido.
Sin perder un segundo usó su visión de rayos x, para asegurarse de que nadie quedaba dentro del edificio, no era fácil, porque con tantas partes forradas de plomo, no podía ver el edificio en su totalidad, pero no vio a ningún humano dentro,
Poco importó, porque segundos después el edificio estalló, desmontándose sobre si mismo, y eliminando cualquier posibilidad de que se encontraran supervivientes.
Clark se tomó unos segundos para respirar, dejando que la luz del sol bañara su cuerpo, sintiendo como esta energía lo recargaba. Pocas sensaciones había más agradables para él.
Tras unos instantes de merecido descanso, Clark miró a los supervivientes, algunos vehículos de emergencia habían acudido al lugar, y hablaban con los hombres del equipo de seguridad de Lidcover Enterprise.
En una zona mucho más alejada, Clark pudo ver como una camioneta negra, sus ojos se abrieron como platos al ver que en ella se encontraba su nave, y junto a esta el doctor Irons.
Sin perder un segundó el joven de Smallville acudió inmediatamente al lugar.
-Me alegro de verte con vida.- Dijo el doctor mientras se masajeaba el cuello, con una sonrisa llena de tristeza.- Yo…
-Has recuperado mi nave.- Dijo Clark sin prestar atención a nada más, sus ojos estaban clavados en el vehículo que le había traído a la tierra.
-Es lo menos que podía hacer después de lo que te hice… Se que nunca podré compensarlo, pero quiero que sepas que lo siento.- Dijo el hombre apesadumbrado.- Enseguida me entregaré a las autoridades…
-Al final obraste bien.- Dijo Clark que seguía mirando su nave, después miró al hombre y colocó sus brazos en los hombros del doctor.- Hoy has salvado muchas vidas, y creo que aun puedes hacer mucho bien. Si de verdad te arrepientes del mal que has hecho haz algo, usa toda tu inteligencia, toda tu fuerza para hacer del mundo un lugar mejor. No necesito que te entregues doctor. Lo que necesito es que ayudes al mundo como hoy me has ayudado a mi.
Las solemnes palabras resonaron con fuerza en el interior de John, no podía creerse como aquel muchacho lograba inspirarle una y otra vez. No encontraba una palabra con la que poder definir la grandeza de aquel muchacho.
John se limitó a asentir, pues las palabras no lograban salir de su garganta, que se había convertido en un nudo.
Clark sonrió y se volvió a fijar en su nave, era extraño, pero aquel vehículo parecía tener vida propia, era como si lo llamara. Como el canto de una sirena, y el joven no podía hacer otra cosa que acudir a su encuentro. Poco a poco se acercó a su nave bajo la atenta mirada del doctor, y al final posó su mano sobre el vehículo espacial.
Al principio no pasó nada, pero enseguida una descarga atravesó el cuerpo de Clark, que sintió un breve hormigueo. Varios segundos pasaron en los que la nave y Clark intercambiaban energía, como si ambos crearan un circuito.
-¡¿Estás bien?!- Preguntó el doctor asustado.
Entonces Clark retrocedió un par de pasos, cortando el contacto con la nave, esta se iluminó, unas alas se desplegaron en sus laterales, rompiendo las correas que la sujetaban a la camioneta. La nave empezó a levitar, y las pocas correas que aun la sujetaban a la camioneta cedieron, haciendo que esta cayera al suelo levantando una pequeña humareda.
La nave levitó dos metros, cuatro, ocho. Cada vez más alta, entonces su motor trasero comenzó a encenderse, como si preparara para salir disparada.
Clark miró al doctor y le sonrió.
-Tengo que irme doctor.- Se despidió el alienigena.
El doctor asintió devolviéndole la sonrisa.
-Haré del mundo un lugar mejor.- Fue lo único que dijo el doctor.
-Estoy seguro de ello.
El sistema de propulsión de la nave se disparó, y está salió a toda velocidad en dirección Norte. Clark le dio la mano al doctor, y acto seguido salió volando a gran velocidad detrás de la nave.
Epílogo
Luthor Industries, Metropolis.
Una atractiva mujer, alta, robusta y de cabello corto y castaño entró en el despacho de Lex Luthor, ataviada con un ceñido y elegante traje negro y boina.
Por su parte Lex estudiaba unos informes de compras de tierras en Gotham, un poco de buena prensa con los desfavorecidos le podía hacer mucho bien.
La mujer se limitó a quedarse en pie frente al carísimo escritorio de su jefe. Hacía poco que había abandonado su despacho, ligeramente menos ostentoso, para mudarse al de su padre. Recientemente fallecido. Curiosamente esto había sucedido incluso antes del funeral, que aun no se había realizado, y es que Lex aun no sabía como lo afrontaría, no porque le doliera la perdida de su padre, a decir verdad se sentía liberado en cierto modo. No, lo que Lex debía estudiar antes del funeral es si en él hablaría bien o mal de Lionel Luthor, y eso dependería de como evitaran el problemilla con las autoridades Sudafricanas en Durban.
Lex sacudió una pequeña pelusa que se había decidido posar sobre la manga de su carísimo traje italiano, y fue entonces cuando reparó en la presencia de la mujer.
-¿Qué pasa Mercy?
-Buenas tardes señor Luthor.- Dijo la mujer con un semblante totalmente serio, aunque con una voz agradable.- Me complace anunciarle que el presidente sudafricano ha accedido al trato que le había ofrecido.
A cambio de sus “ayudas” todo el incidente de Durban no saldrá a la luz. Además podrá recuperar todo lo que quiera de la “zona cero”, pero le recuerda que todo quedó muy dañado, no quedó piedra sobre piedra.
Lex escuchó pacientemente con los dedos entrecruzados, y finalmente sonrió al escuchar la resolución. Su padre tenía suerte, no iba a quedar como un loco psicópata, sería un gran hombre que murió en un accidente.
-¿No te alegra que todo salga como debe Mercy?- Preguntó Lex contento, por lo que la mujer se permitió una leve sonrisa.
Lex se había levantado a servirse una copa del cognac que tanto le gustaba a su padre. No es que a él le entusiasmara, pero el echo de que ahora fuera suyo, como todo lo demás, hacía que le supiera mejor.
-Hay algo más señor.- Añadió la joven.
Lex se dio la vuelta sorprendido, pues no esperaba nada más de la mujer.
-El doctor Emmet Vale insiste en verle.- Empezó a decir Mercy al ver que su jefe le prestaba atención y le permitía hablar.- Dice que estuvo implicado desde el principio en la investigación de su padre y que podría serle de mucha ayuda.
-¿Sabe que es lo que se traía entre manos mi padre en Durban?- Preguntó Lex entre excitado e inquieto.
-Obviamente no iba a compartir conmigo la información, pero creo que merece la pena, ha hablado de un “Proyecto Superhombre”, en el que había trabajado toda su vida.- Dijo Mercy que se quedó dudando si añadir o no una última información.
Lex conocía a la que había sido su guardaespaldas y su “hombre” para todo muy bien como para saber que había algo más que quería añadir, posiblemente una opinión personal, y dudaba de si era merecedora de su jefe.
-¿Que es eso que te ronda la cabecita querida?- Dijo Lex divertido.
-Pues verá señor Luthor, lo raro es que esté involucrado en un proyecto que a todas luces suena a experimentos en hombres… porque…- Se detuvo otra vez, pero la sonrisa de Lex la animó a seguir.- en fin… es geólogo…
-Que hombre tan interesante…- Dijo Lex divertido tras analizar las palabras de Mercy.- Habrá que conocerlo. Concertame una cita con él lo antes posible.
Epílogo
Fortaleza de la Soledad, Ártico.
Clark dio gracias porque la velocidad a la que volaba la nave no fuera extrema, porque aun seguía agotado por el enfrentamiento que había tenido horas antes y las peculiares torturas.
Así que aunque fue un vuelo largo, este le servía para descansar, sintiendo como la energía solar recargaba cada célula de su cuerpo poco a poco.
Durante el trayecto pensó en aquella piedra verde, y como podía haberle hecho tanto daño. Siempre se había sentido tan invulnerable, y aquella piedra podía destruirlo en un momento. Intentó apartar sus pensamientos de aquello y se centró en su familia, hacía tiempo que no los veía y tenía muchas ganas de hacerlo. Especialmente a Lana, pero no sabía si sería adecuado, no estaba seguro, pero creía que habían cortado. Años atrás se había embarcado en aquel viaje y le había dicho a Lana simplemente que no sabría cuando volvería. Era una chica muy especial, y sentía mucho cariño por ella, pero no estaba seguro de que fuera la mujer con la que quería pasar el resto de su vida. Demonios, ni si quiera sabía casi nada de su vida. Aquello lo trajo nuevamente al presente, a su nave.
La nave se detuvo en el Ártico, en aquel lugar solo había kilómetros y kilómetros de hielo. Tras esto empezó a descender lentamente hasta tocar tierra, pero no se detuvo ahí, empezó a atravesar hielo, nieve y tierra, hasta que se hundió a una profundidad interesante.
Clark estuvo apunto de acercarse, pues no entendía que ocurría, pero entonces una luz empezó a brillar con fuerza desde el pozo que había creado la nave. El joven uso su visión de rayos x y quedó fascinado, la nave se había transformado en una especie de semilla de la que empezaron a salir ramificaciones, hasta que una inmensa mole de hielo empezó a crecer. O eso pensó Clark, pero tras analizar con su mirada microscópica el “hielo” comprobó que no era ningún material conocido en la tierra.
El joven miraba fascinado como un templo de “hielo” se creaba ante sus ojos, el último refugio de su planeta, su Fortaleza de la Soledad.
Epílogo
Acería, Metropolis.
Hacía mucho tiempo que el doctor Irons no volvía por casa, desde que había sido contratado por Luthor se había pasado todo el tiempo fuera; primero diseñando unos artefactos espaciales en la India, después en Sudáfrica. Ahora miraba con nostalgia la antigua fábrica de su padre, “la acería” como la familia la había llamado siempre. Esta había quebrado tiempo atrás, y la familia Irons la había perdido, pero ahora, con el dinero que John había conseguido de Luthor, la fábrica había vuelto a las manos de quien debía.
No había sido una compra egoísta. John tenía muy presente la promesa que le había hecho a “Superman”, y esta fábrica formaba parte de ello, con ella muchos hombres conseguirían un empleo, empezaría a poner su granito de arena para mejorar Metropolis. Intentaría hacer el bien como pudiera.
Al entrar en el antiguo despacho de su padre John se llevó una grata sorpresa, todo estaba tal como recordaba, pero con quince kilos de polvo más. Incluso las fotos de la familia seguían allí. En ese momento John lo supo, se asomó a la ventana y contempló Metropolis. Aquello iba a funcionar.
CONTINUARÁ…
LA FORTALEZA DE LA SOLEDAD
Pues con esto y un bizcocho acabamos el primer arco de Superman, espero que os haya gustado su resolución que nos deja varios frentes abiertos como a John H. Irons afrontando su nuevo destino o a Lex tomando control completo de la compañía.
Por otro lado nos deja el nacimiento de la fortaleza de la soledad, donde Clark podrá descubrir algo más sobre sus orígenes, en esto nos centraremos en el próximo capitulo que será autoconclusivo y nos dejará alguna pista de futuras tramas.
Ya mirando más hacia el futuro, en el capítulo 6 la idea es empezar a asentar a Clark en un nuevo hogar.
¡Un saludo!
Carlos Fortuny
Un primer arco muy original, Carlos, me ha gustado mucho la descentralización de la trama fuera del entorno original de Superman, dando una imagen más global. ¡¡Genial!!
Me alegro de que te gustara, eres el primero en terminar de leer el primer arco.
Ahora meteremos alguna mezcla de elementos nuevos con antiguos, aunque no tardará en haber algún giro muy importante para el personaje, espero que lo disfrutes :p
Una vez terminado el arco, puedo decir que me ha gustado mucho ^^
Me ha gustado la historia, y muy bien desarrollado todo el enfrentamiento contra las bestias. Los momentos familiares también están muy bien ^^
Ha sido una forma genial de conocer más a este personaje. Buen trabajo!!! =)
Muchas gracias, espero que te siga gustando lo que está por venir ^^