#3 – Extraterrestre III
El camino correcto
Por Carlos Fortuny
Fecha de publicación: Mes 183 – 7/13
Durban, Sudáfrica.
El doctor John Henry Irons se dirigía con paso decidido a la sala donde retenían al joven alienígena. Sus ojos vidriosos se escondían tras sus gafas de pasta, y durante el camino sorbió más de una vez las mucosidades que amenazaban con escapar de sus orificios nasales.
Varios guardias y colegas científicos le saludaron por el camino, pero él hizo caso omiso. Aunque era una persona amable, no era extraño cierto nivel de aislamiento o de despiste en el doctor, por lo que nadie le dio demasiada importancia.
Finalmente llegó a su destino, la puerta de la habitación se encontraba a escasos dos metros de él, custodiada por un par de guardias que miraban con curiosidad al doctor. Este se había quedado parado, un leve temblor le recorría todo el cuerpo, y parecía estar meditando su siguiente acción. Como si la elección más importante de su vida se encontrara delante suya.
-¿Está bien doctor?- Preguntó uno de los guardias con una mezcla de curiosidad y preocupación. Entonces advirtió algo más.- ¿Está usted… llorando?
Más adelante recordaría esta escena por lo menos un millar de veces, y en todas se preguntaría lo mismo, podía entrar el laboratorio sin levantar sospecha alguna, entonces ¿porqué atacó a los guardias? Nunca encontró una respuesta que de verdad le convenciera, pero siempre le gustó pensar que había comenzado una revolución contra si mismo, y que ganar aquella batalla le daría la fuerza de lo que estaba por venir.
Con un rápido movimiento el doctor sacó de los bolsillos de su bata dos pequeños artefactos ovalados, de un tamaño algo inferior al de su mano, y los acercó a los rifles de los dos guardias, imantándose sendos artefactos casi de inmediato a las armas.
Mientras los guardias miraban atónitos sus armas sin llegar a comprender, el doctor sacó un par de guantes del bolsillo interior de la bata y se los empezó a poner mientras miraba con firmeza a los dos hombres.
-¿Que leches hace?- Preguntó uno de los guardias visiblemente enfadado al ver que su arma se empezaba a desmontar en piezas en sus propias manos.
El otro guardia fue a echar mano de su pistola, pero el doctor fue más rápido y le impactó en plena cara con su puño. John era un hombre fuerte, pero el golpe probablemente no hubiera noqueado al guardia, lo que si lo hizo fue la descarga eléctrica que producían los guantes que se acababa de calzar.
-Lo que estamos haciendo está mal, es un error.- Sentenció mirando con severidad al único guardia que quedaba en pie, este le devolvía la mirada asustado y con las manos en alto.
-Vamos doctor… entre en razón… no puede enfrentarse a Lionel, lo matará y no conseguirá nada…- Dijo el hombre en tono conciliador mientras bajaba las manos lentamente.- Le diré lo que haremos… las armas fallaron y Rick- Dijo mirando a su compañero inconsciente.- se llevó un calambrazo… aquí no ha pasado nada…
El doctor estaba confuso, sus sentimientos le traicionaban, y era verdad que enfrentarse a Luthor era una locura. Confuso como estaba, no se dio cuenta de que el guardia había bajado lentamente su mano hacia su pistola; a la cual echó mano rápidamente. El doctor intentó reaccionar, lanzándole un puñetazo. Un disparo resonó por el pasillo a la vez que las chispas causadas por la descarga del guante lanzaron al guardia contra la pared, inconsciente.
El doctor cayó de rodillas, y enseguida se llevó la mano a su hombro. Sangre.
El disparo le había acertado, pero tras un pequeño análisis llegó a la conclusión de que no le había tocado ningún punto vital. Además la bala le había atravesado limpiamente. Se quitó como pudo la bata, aguantando el dolor en el hombro, que le ardía cada vez que lo movía lo más mínimo, y la usó para evitar desangrarse.
Más guardias llegarían enseguida, bien porque le hubieran visto por las cámaras, o al escuchar el disparo. Él era más listo que todo aquello, pero había estado demasiado nervioso, y no había pensado con claridad. No obstante, una vez dentro de la habitación, estaría a salvo.
Empezó a escuchar pasos rápidos, sin duda guardias corriendo hacia él, esto hizo que el doctor se levantara, una gran mueca de dolor se dibujó en su rostro. Sin hacer caso a su propio dolor el doctor entró en la sala mientras por el rabillo del ojo veía como unos hombres se acercaban a escasos diez metros.
Nada más entrar cerró la puerta y se apoyó en ella mientras tecleaba rápidamente en el panel de control que se encontraba a su lado.
PROTOCOLOS DE SEGURIDAD ACTIVADOS, SALA EN CUARENTENA
La voz robótica vino acompañado de varios sonidos de puertas cerrándose, había aislado la sala, y tardarían un rato en poder entrar, esperaba que el suficiente.
-Chico, ¿estás bien?- Preguntó el doctor preocupado al ver el estado de Clark.
Había pasado demasiado tiempo expuesto a aquel meteorito, y Clark estaba totalmente pálido, le dolía cada célula de su cuerpo, y le costaba hasta respirar. Pudo ver como alguien le hablaba, pero apenas intuía una silueta, y aunque escuchaba sonidos, no conseguía ni comprender lo que le decían.
El doctor empezó a quitarle los cierres y lo incorporó para coger el meteorito.
-Me he jugado el cuello por ti, así que más vale que sobrevivas a esto…- Dijo el doctor cabizbajo, pero el chico no le respondió nada, por lo menos nada que no fuera un balbuceo incoherente.
El doctor metió el meteorito en una pequeña caja de plomo, y enseguida la cerró, esto aislaría su efecto contra Clark, y esperaba que el muchacho lograra reponerse solo, pues con el cierre de cuarentena y los soldados al otro lado de la puerta, no había muchos sitios a donde ir.
Tras acomodar a Clark todo lo que pudo y darle un poco de agua, el doctor se centró en si mismo, se retiró la bata y examinó mejor la herida, en la sala había un botiquín médico, y material de cirugía para los «interrogatorios», así que se cosería por delante, y se quemaría la herida de la espalda.
Despacho de Lionel Luthor, Durban, Sudáfrica.
La puerta se abrió de golpe, haciendo que a Lionel se le cayera un poco de su carísima bebida. Por su mirada se podía suponer que Lionel estaba decidiendo si el destino de su empleado sería el desempleo o una lenta y dolorosa muerte. Pero tras tragar saliva Dean Ford, el jefe de seguridad de Lionel desde hacía años, habló sin amilanarse.
-Siento mis formas señor, pero…- Empezó a decir Dean, entonces se dio cuenta de que su destino podía ser aun peor cuando el magnate supiera lo ocurrido.
-¡¿Pero que…?!- Preguntaba Lionel quien se irritaba más por segundos.
Dean Ford tragó saliva y separó el cuello de su camisa con un dedo, como si este le estuviera cortando la respiración.
-El doctor Irons nos ha traicionado… Se ha encerrado con el sujeto de pruebas…
-¡¿Qué?!-Preguntó Lionel furioso mientras lanzaba su copa contra una pared.- Maldito traidor… Esa rata no sabe lo que le espera… ¿Sigue en la misma sala que estaba el sujeto?
-Sss… Si… si, señor Luthor.
-Bien.- Dijo Lionel permitiéndose una pequeña sonrisa mientras activaba el interfono que lo conectaba a su secretaria.- Doris, necesito una que me abras un canal con la sala de pruebas C.
-Enseguida señor Luthor.- Dijo la voz femenina desde el otro lado de la linea.
Hace 5 años…
Granja de los Kent, Smallville.
Clark volvió a casa rápidamente después de una tediosa tarde de estudio en la biblioteca, los exámenes finales se acercaban, y aunque su velocidad sobrehumana le permitía aprender más rápido que cualquier persona normal, cuando su mente estaba dispersa era tan inútil estudiando como cualquier otro mortal. Y ese día su mente había estado muy dispersa.
Al llegar observó que la camioneta de su padre no se encontraba allí, pero no era raro que saliera a comprar productos para la cosecha. Se preguntó si su madre le habría acompañado, pero su duda se resolvió por si sola en un instante, un delicioso aroma a pastel de manzana llegaba desde la ventana de la cocina. Aquel aroma hizo que el joven se olvidara de sus problemas por un momento y se centrase solo en el hecho de que no había comido desde el desayuno.
-Hola Ma.- Saludó al entrar en casa, dirigiéndose directamente al pastel.
-Hola cariño. No toques el pastel, pronto cenaremos.- Dijo la madre con una sonrisa en la cara mientras revisaba unas cartas.
Clark dudó un segundo si seguir avanzando o desistir, pero su estomago habló primero con un sonoro rugido. Esto hizo que la madre le mirara divertida intentando adivinar si la protesta del estomago se debía al hambre o a una fortuita casualidad.
-Creo que no he comido nada desde la mañana…- Dijo Clark rascándose la nuca algo sonrojado.
-¿Crees?- Pregunto Martha con una mirada severa.
-Está bien, no he comido nada desde el desayuno.- Admitió aun más sonrojado.
Su madre le echó una mirada severa y en un primer momento pensó en recitarle un buen sermón, pero enseguida se dio cuenta de que algo preocupaba a su hijo, así que endulzó su rostro y le ofreció una silla.
Clark se sentó y sin mediar palabra su madre empezó a prepararle un chocolate. Ninguno de los dos abrió la boca durante todo aquel proceso, simplemente se sentían bien de saber que contaban con el otro en ese momento, realmente no necesitaban nada más.
Cuando Martha terminó de preparar el chocolate cortó un generoso pedazo de pastel y se lo sirvió a su hijo junto a una taza de chocolate. Clark enseguida empezó a engullirlo bajo la atenta mirada de su madre, que simplemente lo observaba con calidez y ternura.
Durante la comida siguieron guardando silencio, y no fue hasta que su madre empezó a lavar los platos que Clark empezó a hablar.
-No sé que se supone que tengo que hacer…- Dijo casi en un susurro, pero no tan bajo como para que su madre no le escuchara.
-¿Respecto a que?- Preguntó su madre sin ni si quiera mirarlo, y aunque sabía perfectamente de que hablaba su hijo.
-Tengo estos poderes, y ¿que hago? ¿estudio periodismo?- Se pregunto a si mismo Clark ligeramente enfadado. Estaba claro que le había dado muchas vueltas.
-No eres solo tus poderes Clark, necesitas una vida, te perderías de no ser así. No puedes pretender proteger la vida si ni si quiera la vives.- Le dijo su madre secándose las manos.
Clark no dijo nada, simplemente se quedó en silencio meditando las palabras de su madre, que se acercó a él y le acarició la mejilla.
-Y no olvides nunca hijo mío, que tu mayor poder no son esos músculos de acero ni esa mirada calorífica tuya. Tu mayor poder es el de inspirar a la gente.- Dijo su madre, quien siempre se había sentido muy orgullosa de la profesión que su hijo se había propuesto como meta.- Tus actos y tus palabras motivarán a la gente, que te seguirán sin vacilar.
Sala de pruebas C, Durban, Sudáfrica.
El doctor Irons miró a Clark que poco a poco volvía a respirar con normalidad. Cerró los ojos y apretó con fuerza el borde de la camilla metálica con su mano libre, mientras que con la otra se ponía una especie de plancha ardiente en la espalda, en la zona por donde había salido el disparo. No pudo evitar soltar un gran grito de dolor, tras aguantar unos segundos arrojó la plancha al suelo y cayó de rodillas jadeando mientras borbotones de sudor chorreaban desde su rostro.
En ese momento la pantalla se encendió con un leve sonido eléctrico, y enseguida el rostro de Lionel Luthor ocupó la pantalla.
-Espero no haber cortado nada importante.- Dijo Luthor socarronamente, cambiando su rostro enseguida a falsa preocupación.- Doctor, no le veo en muy buenas condiciones. Si fuera tan amable de abrir la puerta y devolverme a mi alienígena, mi equipo médico se ocupará de usted.
Clark, quien se había recuperado lo suficiente como para poder entender cada palabra, miró preocupado al doctor, aun no estaba lo suficientemente bien como para impedir que aquel hombre abriera la caja del meteorito y lo entregara.
John se levantó con dificultad y se plantó delante de la pantalla.
-Lo que aquí hacemos está mal Luthor, todos nosotros vamos a pagar por lo que hemos hecho.- Empezó a decir intentando parecer muy seguro de si mismo.- Así que yo de ti me entregaría antes de que este chico esté en plena forma para patearte el culo.
El gesto de Luthor se torció en una mueca desagradable, no pudiendo ocultar su enfado.
-Ya he vencido al chico una vez, y lo volveré a hacer.
-¿Sin esta piedra?,- Preguntó mientras mostraba la caja del meteorito.- permíteme dudarlo. Lo dicho Luthor, en cuanto el chico esté bien, espero que te hayas entregado.
Dicho esto John cortó la comunicación y empezó a teclear frenéticamente en el ordenador, ahora ninguna comunicación podría ser activada sin su permiso.
Durante unos segundos el único sonido que llenó la habitación fue el del tecleo del doctor, y el constante sonido de sopletes que intentaban abrir las puertas.
-¿Porqué me ayuda?- Preguntó Clark rompiendo el silencio.
En un principio el doctor hizo caso omiso, siguiendo con su trabajo, pero pasado un momento, este se volvió hacia el chico.
-Lo que de verdad deberías preguntarte es… ¿porque nadie te ha ayudado antes?- Dijo el doctor quitándose las gafas e intentando alejar el dolor de cabeza masajeándose el puente de la nariz.- Lo que aquí hacemos está mal, algunos intentamos justificarlo… pero no hay justificación alguna que sirva…
El doctor siguió tecleando mientras Clark se levantaba por primera vez de la camilla, estaba dolorido, pero al menos sus piernas le sostenían, aunque con dificultad.
-¿Cómo estás?- Preguntó el doctor sin dejar de teclear.- ¿Crees que estarás a tiempo?
Clark miró la puerta que los hombres de Luthor intentaban abrir, después miró a John.
-Nunca había estado tan mal, no se, no se cuanto tardaré, por lo general mientras más cerca del sol estoy más fuerte me siento, pero aquí…
-No hay sol alguno, ¡maldita sea!- Exclamó John, pero entonces algo pareció llegar a la mente del doctor, como si una bombilla se encendiera.- ¡Espera, eso podría funcionar!
Laboratorio genético, Durban, Sudáfrica.
Luthor observaba los enormes contenedores criogenéticos donde sus más abominables perversiones habían cobrado vida por gracia de su chequera y su plantilla de cientificos, mientras Paul Anderson, el encargado jefe del proyecto intentaba disuadir al primero del error que podría suponer liberar a uno de los experimentos.
-Se que la situación es muy comprometida, pero señor Luthor activar a cualquiera de los sujetos de prueba conllevará más riesgo que el propio alienigena en si.- Respondió Anderson con cierto nerviosismo, no sabía que era peor, liberar a una de aquellas bestias, o a la que guardaba Luthor en su interior.
-No le estoy pidiendo su opinión ni su permiso doctor Anderson. Le estoy ordenando que active a alguno de los sujetos. Uno que pueda echar abajo las puertas y matar a ese traidor de Irons antes de que el chico se recupere.
-Pero señor Luthor…
-Ah ah ah.- Dijo Lionel mientras negaba con la cabeza casi divertido.- ¿No me ha entendido?
El doctor Anderson solo pudo asentir de mala gana mientras empezaba a teclear en uno de los paneles para «despertar» a uno de los proyectos.
-Cuando todo se nos vaya de las manos, espero que recuerde que se lo advertí.- Dijo resignado el doctor.
-Si, si, si, ya le he oído doctor ¿como funciona?- Pregunto Luthor encantado de ver su obra en movimiento.
El doctor tardó unos segundos en responder, pero sabiendo que nada de lo que le dijera haría cambiar de opinión a su jefe se limitó a resolver sus dudas.
-Podrá manejarlo con este ordenador, mediante unos neurotransmisores que han sido inyectados en el sujeto. Pero mientras más tiempo pase activado, más fácil sera que el sujeto se de cuenta que puede acabar obviando su control. Es…- Hizo una pausa para buscar una palabra.- demasiado fuerte para ningún tipo de control, así que en 5 minutos a lo sumo, si no está criogenizado, se dará cuenta de que puede hacer lo que le plazca…
De todo el discurso, solo dos palabras resonaban en la mete de Lionel «demasiado fuerte», y este sonrió con maldad.
Sala de pruebas C, Durban, Sudáfrica.
Clark veía como su cuerpo volvía a la normalidad con demasiada lentitud, y aunque confiaba en que los hombres de fuera tardaran en abrir las puertas un buen rato, a este ritmo no sería rival para sus armaduras robóticas.
Mientras, el doctor trabajaba en algo desde que tuviera lo que había parecido una brillante idea, pero no la había compartido con Clark, que simplemente le miraba preocupado intentando averiguar de lo que se trataba. Bien podría haber estado construyendo un ordenador o un tractor, que Clark no lo habría diferenciado. Lo único que tenía claro es que el doctor Irons se había cargado unas 6 máquinas diferentes para construirlo, robando piezas de acá y allá.
De golpe el soplete que usaban para abrir la puerta se silenció, lo cual enseguida atrajo la mirada de Clark, no había dejado de sonar en ningún momento, y si ahora había parado debía ser por algo en concreto.
Dado que su visión de rayos x aun no funcionaba, el joven se acercó con dificultad a la puerta y se apoyó sobre ella, intentando escuchar al otro lado con su superoído, pero aun estaba demasiado débil como para poder escuchar. Esto posiblemente le salvó de perder el tímpano, pues un fuerte golpe resonó por toda la habitación a través de la puerta acompañado por un fuerte temblor que hizo que Clark cayera de culo al suelo.
-Esté haciendo lo que esté haciendo, más vale que se de prisa.- Dijo Clark encontrándose con la mirada del doctor.
John no dijo palabra, simplemente volvió a mirar su artefacto con preocupación y regresó al trabajo.
Otro golpe hizo que la puerta se aboyara mostrando una pequeña grieta por la que Clark pudo ver el causante del destrozo. Aquello no era humano, mediría unos 2 metros y medio, y sus patas eran increíblemente robustas, al igual que sus cuatro brazos. Clark no habría podido asegurar si el ser iba vestido o desnudo, pues parecía que un exoesqueleto azul formaba todo su torso.
La bestia embistió otra vez la puerta con su cabeza, que se asemejaba a la de un rinoceronte, y esta cedió aun más.
Clark echó un vistazo rápido al doctor que, como suponía, no había terminado. Así que volvió a centrar su atención en la puerta, listo para recibir a una bestia, que ni si quiera con todo su poder sabía si podría detener.
Como el joven esperaba, la puerta no resistió el siguiente golpe, cediendo contra el peso del agresor, pero este no llegó a entrar en la habitación, pues con todas sus fuerzas Clark le realizó un placaje sacando a la bestia nuevamente al pasillo.
Nunca le había costado tanto mover algo en su vida, pero lo había conseguido. Ese segundo de orgullo dio a la bestia el tiempo perfecto para recuperarse, impactando con su puño en el rosto de Clark, que salió rebotado por el pasillo.
-¡No oponga resistencia!- Gritó uno de los numerosos guardias del pasillo.
Con un vistazo rápido Clark se dio cuenta de que no había salida, el monstruo lo aguardaba a pocos metros, y las dos salidas del pasillo estaban cubiertas por una docena de guardias al menos. Clark intentó hablar a la vez que se levantaba, pero una lluvia de disparos cayó sobre él, viéndose así obligado a cubrirse agachado. De refilón vio como aquella bestia se acercaba nuevamente hacia él, por lo que decidió repetir su estrategia. Cogió impulso y volvió a placar al monstruo, haciendo que este cayera encima de uno de los grupos que intentaban defender el pasillo.
Esta vez Clark no se paró a pensar, solo actuó, empezó a golpear con sus puños una y otra vez el rostro de su enemigo.
Pero la fuerza del joven estaba muy mermada, por lo que a la bestia no le costó defenderse del ataque y contraatacar con el reverso de su puño, lanzando a su oponente contra el otro grupo de soldados.
Clark empezó a forcejear al ver que intentaban agarrarlo entre varios, normalmente se habría zafado con facilidad, pero con sus poderes mermados no era nada fácil.
Entonces un alarido hizo que todos se detuvieran. La bestia empezó a chillar de dolor mientras se sujetaba su horrible cabeza con sus cuatro brazos. Otro alarido del ser heló la sangre a todos, fue en ese momento cuando Clark captó un cambio casi imperceptible en aquel ser. Su mirada había cambiado, antes era vacía, triste. Pero en aquel momento solo encontraba ira y dolor en ella.
El ser agarró con sus cuatro brazos a uno de los guardias por cada una de sus extremidades, el hombre empezó a gritar más asustado de lo que lo había estado en toda su vida. Y antes de que nadie pudiera reaccionar, la bestia tiró con todas sus fuerzas desmembrando al soldado como si de un muñeco de trapo se tratara.
La sangre enseguida bañó a los guardias que aun estaban cerca del monstruo, y estos empezaron a retroceder temerosos, apuntando con sus armas, aunque no estaban seguros de que sirvieran más que una pistola de agua contra aquel grotesco ser.
Uno de los guardias echó mano a su comunicador y lo activó rápidamente sin dejar de mirar al monstruo, que se acercaba a los soldados lleno de ira.
-Señor, el monstruo…- Dijo casi tartamudeando.- ¡El monstruo se ha vuelto loco!
-¡Olvidaos del monstruo! ¡coger al muchacho!- Ordenó Lionel Luthor a través del comunicador.
El hombre dejó de mirar a la bestia para observar a Clark, que le devolvió la mirada. Pero el soldado arrojó el comunicador a un lado y se dirigió a sus hombres.
-¡Disparar a la bestia!
Tras unos instantes de duda los soldados hicieron caso, al fin y al cabo el muchacho no había matado a nadie, y aquel ser parecía ansioso por acabar con cada uno de ellos.
Los disparos rebotaban en la piel de la bestia, que retrocedió un par de pasos dolorido, pero enseguida se recompuso, soltó un alarido que hizo que todos los presentes sintieran un escalofrío, y se lanzó sobre los dos soldados más cercanos.
En cuanto la sombra de la bestia se irguió sobre ellos, los dos soldados supieron que estaban muertos. Por lo que cuando segundos después abrieron los ojos y vieron que seguían allí no se lo pudieron creer.
Clark se había lanzado sobre aquella bestia y forcejeaba con ella en el suelo. Ahora parecía aun más poderosa que antes, pero aun así el joven no se permitió ni un segundo de duda, pues sabía que eso significaría su muerte.
Un zarpazo arañó su piel en el pecho, haciendo que la sangre surgiera de él. Seguidamente la bestia mordió su hombro, y Clark pudo sentir como los dientes se hundían en su carne.
La presa de la bestia era demasiado dura, y el joven no conseguía soltarse de ella, por lo menos no se le ocurría ninguna manera que no consistiera en perder su hombro. Pero esta vez fueron los soldados los que le salvaron. Pues sus disparos hicieron retroceder a la iracunda bestia.
La bestia rugió mientras Clark intentaba ponerse en pie, pero sus piernas le pesaban demasiado. Un zarpazo hizo que uno de los guardias perdiera la cabeza en el acto, y esto hizo que Clark se pusiera de nuevo en pie, pero cuando iba a unirse otra vez a la batalla algo, o mas bien alguien lo detuvo.
-¡Espera!- Grito el doctor Irons a su espalda sin llegar a comprender lo que veía.
El joven estaba ayudando a aquellos que lo habían maltratado hasta dejarlo en aquel estado tan deplorable. Pero enseguida entendió, que así era el chico. Luthor se había reído del mote de «Superman», pero más que nunca John supo que aquel chico se lo merecía, y no solo por su increíble fuerza, sino por su gran corazón.
-Tengo que ayudarles…- Dijo Clark dándose la vuelta para regresar al combate.
-Lo se, creo que esto te vendrá bien.- Se limitó a decir el doctor.
Clark volvió su mirada, pero solo le dio tiempo a ver como lo encañonaban con un arma de tamaño considerable, intentó cubrirse con sus manos en un puro acto reflejo. Pero cuando aquella energía dorada que surgía del cañón le impactó, no fue dolor lo que sintió. Fue calidez, como la que se siente en un día de verano en la playa, o como los mediodía trabajando en la granja de su padre.
La energía lo arropó, como le arropaba su madre antes de leerle un cuento cuando Clark tenía cuatro años.
-Ahora haz lo tuyo…- Dijo el doctor aguantando el dolor. La fuerza del cañón había hecho que el hombre chocara contra la pared, y su ya de por si magullado hombro se había resentido.
-Tranquilo, desde aquí me encargo yo.- Se limitó a decir Clark volviendo la vista hacía la bestia.
Esta se abalanzaba nuevamente sobre unos guardias, pero no fue capaz de llegar hasta su objetivo, pues los rayos caloríficos oculares de Clark lanzaron a la bestia contra la pared.
-Se acabó el juego.- Dijo Clark visiblemente enfadado.
CONTINUARÁ…
LA FORTALEZA DE LA SOLEDAD
Se me ha demorado un poco el número 3, lo bueno es que el 4 ya está escrito, así que probablemente lo tengamos el mes que viene. En principio había pensado sacar el 3 y 4 en un solo número, pero se me alargó demasiado y preferí partirlo en dos partes.
Así podemos ver el cambio más que esperado, por lo menos por los conocedores del hombre de acero del doctor John Henry Irons, quien finalmente libera a nuestro Kryptoniano favorito, y no solo eso, consigue reactivarlo para que haga frente a la bestia de Luthor, pero aun no esta todo dicho y el mes que viene nos espera una feroz batalla para la que Clark y Irons tendrán que darlo todo.
¡Un saludo!
Carlos Fortuny
Halaaaa… wow. ¡Empiezan las ostias como panes! Me gusta la nueva versión de Irons, ¿llegará a ser Acero? ¡¡A ver qué nos traes el mes que viene!!
Irons quiero que sea un personaje recurrente, ya que puede dar mucho juego, seguro que llega a ser Acero, aunque no se cuando y probablemente sea una versión modificada, más rollo Iron man jejejej
En pocos días el desenlace con algunas «super» hostias, espero que te guste ^^