Los 4 Fantásticos #1

los4fantasticos01Reed Richards, Susan Richards, Ben Grimm, Johnny Storm. Ellos son los mayores héroes de la tierra, exploradores de mundos extraños y maravillosos, aventureros sin par. Pero ante todo eso, ellos son la más grande familia de Marvel.

#1 – La Primera Familia
Por Tomás Sendarrubias
Portada de Adrián Suárez


Fecha de publicación: Mes 182 – 6/13


Nuevo Edificio Baxter, Nueva York.

-Guau.

Ben Grimm mira hacia arriba, poniéndose una gigantesca mano de piedra anaranjada a modo de visera para que el sol no le moleste, mientras con el otro brazo envuelve la cintura de su esposa, Alicia. Aunque es ciega y no puede ver lo que ha sorprendido a su marido, no puede evitar sonreír.

Lo que Ben Grimm observa es un inmenso edificio situado en pleno corazón de Manhattan, un edificio de cristal negro y unos cincuenta pisos de altura, acabado en una gran antena de comunicaciones.  Una de las líneas de cristaleras estaba cubierta de grandes letras plateadas, en las que se podía leer en vertical «EDIFICIO BAXTER». Desde luego no era tan alto como el Empire State o el Edificio Chrysler, pero para Ben Grimm, al igual que para muchos habitantes de Nueva York, algunos de los cuales estaban congregados en ese momento alrededor de él, era algo más que un simple edificio. Era un símbolo, el símbolo de la familia más famosa de Nueva York quizá del mundo entero.

Aquella había sido la sede de los Cuatro Fantásticos durante años, el centro de todas las maravillas, hasta que Kristoff Vernard, el pupilo del Doctor Muerte, atentara contra ellos y lo destruyera, arrojándolo al espacio. En aquel solar habían edificado después la Torre de las Cuatro Libertades, y aunque nunca había llegado a ser para Ben tan hogar como había sido el Edificio Baxter, se había sentido cómodo allí… hasta que una especie de Cuatro Fantásticos oscuros habían destruido también la Torre, obligando a sus habitantes a trasladarse a la Mansión de los Vengadores, ya que estos estaban desaparecidos.

Con el regreso de estos, Ben había pensado que tendrían que compartir vivienda o que tendrían que buscarse un sitio nuevo… hasta que Reed había comentado casi de soslayo que ese tema estaba «solventado». Así. Solventado. Y ahora, de pronto, Ben estaba delante del edificio en el que iban a vivir, construido en el mismo solar donde había estado su hogar durante años, y con el mismo nombre. De nuevo el Edificio Baxter.

-¿Cómo demonios ha hecho el Estirado esto sin que ninguno supiéramos nada?-masculla Ben, con una amplia sonrisa en su rostro redondeado y los ojos azules centelleando al sol. Alicia se encoge de hombros, mientras tras ellos, dos niños lanzan una exclamación asombrada y se apresuran a jugarse quien se acercará a ellos para pedirles un autógrafo. ¡Es la Cosa de los Cuatro Fantásticos!

-Por algo es Mister Fantástico-responde ella, y Ben se encoge de hombros, acercándose finalmente a las puertas del edificio. Distraído, apenas se da cuenta de que los chicos han decidido acercarse juntos, pero Alicia, que no ha dejado de escucharlos en ningún momento, le retiene con suavidad.

-Disculpe… señor Cosa….-masculla uno de los críos-. Mi padre dice que una vez usted le salvó la vida. Y que ha salvado la ciudad muchas veces. Y… yo de mayor quiero ser superhéroe.

-Vaya, que majo-sonríe Ben, agachándose para ponerse a la altura de los críos-. ¿Queréis una foto? ¿Un autógrafo?

-¡Sí!-exclaman los dos emocionados, sacando de inmediato uno de ellos un móvil del bolsillo del pantalón-. Señora, ¿nos hace una foto, por favor?

-Me encantaría, cariño, pero no puedo-responde Alicia con una sonrisa. El niño palidece al darse cuenta de que es ciega, y comienza a tartamudear.

-Yo… lo siento… no… lo siento…

-Oh, Billy, ahora se enfadarán…

-No, no os preocupéis-dice Alicia, acariciando la mejilla del más ruborizado, sintiendo el calor bajo la piel a través de las yemas de los dedos-. ¿Qué os parece si cada uno le hace la foto al otro? Así tendréis dos fotos con La Cosa.

-¡Genial!-exclama en sonrojado Billy-. ¡Corre, Monty, yo te hago la primera!

Los niños se fotografían con Ben, no una, si no varias veces cada uno, y todas ellas con el Edificio Baxter detrás. Cuando comienzan a marcharse, Ben coge de nuevo a Alicia por la cintura y murmura.

-Por cosas como esta adoro Nueva York.

-Ha sido genial, Billy-exclama Monty, ya alejándose-. ¡Aunque sigo creyendo que Hulk debe ser más fuerte!

Alicia estalla en carcajadas, y Ben resopla mientras cruzan las puertas del Edificio Baxter.


-Es tiempo estático-dice Reed Richards, con los ojos clavados en el monitor holográfico que tiene ante él, lleno de complejas lecturas y gráficos, mientras a su lado, Nathaniel Richards asiente. El parecido entre ambos en ese momento es evidente, y Linda McQuillan, la Capitana UK, que ha acompañado a Nathaniel a aquel encuentro con su hijo, se pregunta cómo es posible que sean tan parecidos y a la vez tan diferentes. Incluso su lenguaje corporal es semejante.

-Es lo que te dije-responde Nathaniel, y Reed asiente, extendiendo las manos sobre el panel que tiene ante él, haciendo que las lecturas volvieran a aparecer desde el principio, y solicitando a los ordenadores una revisión de las mediciones.

-En una cuestión de este tipo, prefiero hacer mis propias pruebas, Nathaniel.

-Soy un especialista en energía temporal, hijo.

-No me refiero a eso, es que no confío en ti.

-¿Por qué será que no me sorprende?

-Quizá debería, o quizá debería importarte. Que no lo hace.

-Reed, sabes que te quiero, eres mi hijo y…

-Tratarme como un cachorro algunas veces y otras como si fuera un premio Nobel no ayuda.

-Eres como un  cachorro a veces y otras como un premio Nobel.

-Y hasta aquí puedo soportar esta comedia familiar-interrumpe Linda, acercándose a ellos-. Así que tiempo estático. ¿Qué es eso?

Reed mira un segundo a Nathaniel, y negando con la cabeza, estira uno de sus brazos para llegar al otro lado de la sala y dar una serie de órdenes en otro panel, lo que hace que la luz de la sala se atenúe y se conecten varios proyectores holográficos. El centro de la sala científica del Nuevo Edificio Baxter se llena de luz dorada en continuo movimiento, un río formado por millares de pequeñas motas brillantes.

-Esto es una imagen de la corriente temporal tomada hace dos años aproximadamente. Esto son taquiones, las partículas que forman la corriente temporal. Era densa, pero fluida.

-Como melaza-dice Linda y Reed asiente.

-Sí, como la melaza-. Reed se estira y pone su mano dentro del holograma, y la corriente luminosa se abre donde la extremidad entraba y salía de ella-. Esa fluidez era lo que permitía los viajes temporales. Kang, la máquina del tiempo del Doctor Muerte, Bishop… bueno, y Nathaniel y otros como él.

La imagen fue sustituida por otra. La corriente seguía ahí, pero estaba horadada por docenas de puntos, había vacíos y lugares de una luz cegadora.

-Esta es la imagen de la corriente que captó Nathaniel hace tres semanas-continuó Reed-. Estaba llena de agujeros, de lugares donde se había colapsado sobre sí misma. La propia energía temporal se filtraba por esos puntos.

-La Cronotormenta-dice Reed, asintiendo mientras cambia de nuevo la imagen. Esta vez la luz es un muro, como si las partículas de luz se hubieran convertido en ladrillos-.  Y esta imagen es en tiempo real.

-Ya no hay movimiento.

-Después de la Cronotormenta y con el uso que hicisteis de la Gema del Tiempo, la corriente temporal ha dejado de existir. Los taquiones han dejado de moverse, no hay fluidez.

Reed extiende la mano, y la luz sólida rechaza su contacto, como si fuera una pared de piedra.

-Y ya no es posible viajar en el tiempo-afirma Linda. Reed asiente.

-Se ha vuelto un constructo sólido. O tan sólido como puede ser el tiempo. Continúa avanzando, pero no permite filtraciones.

-No sé por qué, pero me resulta sorprendentemente tranquilizador-masculla Linda-. Los viajes en el tiempo siempre me han dado dolor de cabeza.

-Bien, hijo-interviene Nathaniel-. Linda y yo tenemos que irnos. Sólo quería que comprobaras estos datos por ti mismo. Sat-Yr-9 rompió muchas cosas, y Saturnina tiene mucho trabajo que hacer, y nosotros con ella.

-Claro, Nathaniel-dice Reed-. Ya le diré a tu nieto que has venido, pero que no has podido pasar un momento a verle…

-Reed, tenemos una responsabilidad, el universo…

-Lo entiendo. Muchas gracias por vuestra visita.

Nathaniel se dispone a responder, pero Linda niega con la cabeza, y Nathaniel Richards guarda silencio. Ambos desaparecen sin decir más, mientras las puertas de la sala científica se abren y Susan Richards entra, mirando a su alrededor.

-¿Ya se han ido?

-Sí-dice Reed, apagando los sistemas de simulación-. Ya se han ido.

-Una visita genial-masculla Sue-. Menos mal que no he hecho magdalenas. Podría habernos visitado cuando estábamos prisioneros de Madame Hydra. Liberarnos. No sé.

-Sí, podría haberlo hecho.

-¿Reed?

-Dime, Sue.

-¿Qué te preocupa?

-Nada.

-Reed Richards-dice ella, poniéndose ante él-. No trates de mentirme.

Reed suspira, abrazando a Susan.

-Veo a mi padre y no puedo evitar preguntarme cuanto tiempo tardaré en convertirme en él, Sue. En alguien como él.

-Nunca serás así, Reed. Nunca.

Susan oculta su rostro bajo en el pecho de Reed, y espera haber dado a sus palabras la convicción necesaria.

Es una pregunta que ella misma lleva mucho tiempo haciéndose.


-No puedo creérmelo, ¡es Johnny Storm!

El grito de la chica suena incluso por encima de la atronadora música del local, y Johnny se esfuerza en sonreír cuando los ocupantes de la pista de baile se giran hacia él en masa. ¿Cuántas veces harán ese movimiento al cabo de una noche? Los miembros de la seguridad del Khufu se encargaban por supuesto de que nadie llegara a molestar a las celebridades que aparecían allí, pero aquello formaba parte del atractivo del lugar, el hecho de que cualquiera que quisiera llegar a un reservado, tenía que hacerlo a través de la pista donde estaba todo el mundo, lo que convertía aquella nueva discoteca que se había convertido en el último grito en Manhattan en el lugar perfecto para todos aquellos que querían ver o ser vistos.

Johnny suspira mientras saluda a un lado y a otro, y se detiene en seco cuando lo hace la música de la sala, dejando un silencio tan brusco que tiene la sensación de que alguien le ha pegado un puñetazo.

-¡Reyes y Reinas de la Noche!-dice una voz a través del sistema de megafonía-. Khufu  es el lugar de reunión de los mejores, pero esta noche, hemos dado un paso más. ¡Saludemos todos a uno de los mayores héroes de nuestro mundo! ¡Hoy está con nosotros en las arenas de la noche Johnny Storm, la Antorcha Humana de los Cuatro Fantásticos! ¡Démosle la bienvenida que se merece!

Un bronco aplauso atruena en la amplia discoteca, y Johnny alza los brazos saludando a todo el mundo. Incluso las cortinas de algunos de los reservados que dan a la pista se abren, y le saludan desde allí, lo que provoca un escándalo aún mayor en la sala cuando los asistentes pueden ver a algunas de sus celebridades. Una chica desde una balconada grita y con gestos rápidos, se quita el sujetador que lleva bajo un exiguo vestido y lo arroja a la pista en dirección Johnny. Evidentemente, la prenda no llega a su destino, pero varios de los presentes la aclaman, y Johnny se puede imaginar el precio que aquella pieza de ingeniería de satén y seda alcanzará en eBay. De pronto, la música estalla, provocando un salto de euforia colectiva, mientras los lásers de la sala trazan complejas figuras a varios metros de altura, hologramas semejantes a auroras boreales de múltiples colores. Todo el mundo se comporta como si hubieran puesto la Marcha Radetzki en el Concierto de Año Nuevo de Viena, de modo que Johnny supone que es el tema que todo el mundo estaba esperando, y se da cuenta de lo lejos que está de la música actual y de lo que está de moda. Suspira mientras los agentes de seguridad del local le abren pasillo para continuar hacia los reservados. Khufu es una gran nave situada cerca de Battery Park, y decorada con lo que podría considerarse «estilo egipcio», aunque Johnny era consciente de que cualquier egipcio que hubiera visto aquello hubiera sufrido intensas convulsiones epilépticas. Dorado por todas partes, con emblemas de escarabajos azules, y grabados en las paredes tomados directamente del Valle de los Reyes y el Libro de los Muertos. Una imitación de las Esfinge ocupaba el centro de la sala, con el DJ situado en una cabina entre los hombros de la criatura, y aquí y allá, pirámides truncadas actuaban a modo de plataformas donde bailaban los animadores oficiales de la sala, vestidos (por decirlo de alguna manera) con faldellines de lino blanco y pectorales dorados.

En otro momento, Johnny hubiera disfrutado de las atenciones que despertaba en el entorno. Hubiera disfrutado al recibir la admiración de unos y otros, al ver como una modelo de Victoria’s Secret de nombre impronunciable le deslizaba un número de teléfono junto a una copa de champán. Claro que se lo hubiera pasado bien, pero esa noche, estaba de un ánimo taciturno, y todo aquello no sólo no le gustaba. Le molestaba. Debería haberse quedado en casa. ¿Es que Annihilus no tenía nada que hacer aquella noche? Suspira mientras se deja caer sobre un sillón en un reservado, dejando la copa de champán sobre una mesa, mientras su viejo amigo Wyatt Wingfoot toma asiento frente a él. Los dos tienen muchas obligaciones, al menos Johnny está razonablemente seguro de que Wyatt las tiene, pero esa noche han decidido dedicársela a ellos y recordar los viejos tiempos en que compartían habitación en la Universidad.

-¿Conocías este sitio?-pregunta Johnny, acercándose a Wyatt que niega con la cabeza mientras una camarera con aire estupefacto le sirve una botella de agua con gas.

-Oí hablar de él-responde Wyatt encogiéndose de hombros-. Y me pareció que te gustaría. Tiene todo el tipo de cosas que a ti te gustan, así que…  Yo tengo la sensación de que mis antepasados se despertarían en cualquier momento si alguien pusiera cerca esta música.

-Ah, genial-protesta Johnny-. Pues no me apetecía demasiado un sitio así.

-Podías haberlo dicho antes.

-No me apetece, Wyatt, no…

-Johnny, hace un año y medio este sitio te hubiera parecido el cielo. Tienes modelos, tienes bebida, tienes gente que adora a los famosos, chicas y chicos que te desean y te envidian, y no necesariamente en ese orden. Es un sitio donde puedes llamar la atención, y seamos sinceros, Johnny Storm, siempre has querido ser el centro de atención.

-En el último año y medio mi vida ha cambiado un poquito, Wyatt-replica Johnny, enfadado-. Nos tuvimos que enfrentar a nuestros dobles malvados, luego llegaron los demonios, fui poseído, me enfrenté a mis amigos, estuve a punto de incendiar la atmósfera para acabar con Belial, y hubiera matado a todos los presentes si mi hermana no los hubiera protegido. Cuando las cosas se calmaron un poco, me enrolaron en la Torre, nos enfrentamos a dioses vivientes, mi mujer nos traicionó a todos y aniquiló a toda una raza, el Tiempo estuvo a punto de deshacerse, comenzó la Tercera Guerra Mundial…

-Lyja.

-¿Qué?

-Tu mujer. Lyja.

-Sí, sé cómo se llama. Yo mismo la tuve que encerrar prácticamente en una prisión intergaláctica. ¿A qué viene eso, Wyatt?

-A cómo dices «mi mujer». Como si fuera algo genérico. Era Lyja. Y sigues sin haber dicho su nombre.

-¿Y por qué quieres que lo diga?

-¿Por qué estás enfadado, Johnny?

-¡Porque todo el mundo me trata como un niño! ¡Como si siguiera siendo el mismo adolescente, Wyatt!

-Pues empieza a comportarte como si no lo siguieras siendo, tío-afirma Wyatt, incorporándose y saliendo del reservado.

No vuelve en el resto de la noche, ni Johnny permite que nadie más comparta el reservado con él.


Paparazzis, tuberías mal puestas en el sótano, filtraciones de agua en la piscina que habían estropeado una celda de redundancia diseñada por Reed y cuya patente debía financiar la investigación de una ONG sobre sistemas alternativos de alimentación en el Tercer Mundo, una invasión extradimensional y una habitación que, por error, se encontraba treinta y tres segundos desplazada respecto al resto del edificio y que parecía resistirse a todos los intentos de Reed Richards por sincronizarse con la estructura del Edificio Baxter.

Cuando Susan cierra la puerta de Franklin tras apagarle la luz y se dirige a su dormitorio, se encuentra agotada. El balance del día ha sido agotador, y sabe que aún queda mucho hasta que el Nuevo Edificio Baxter se encuentre plenamente en funcionamiento, pero no ha estado mal para ser el primer día. Se detiene ante la puerta del dormitorio de Johnny y está a punto de llamar, preguntándose si le ha dedicado a su hermano el tiempo suficiente después de todo lo que ha pasado en el último año y medio, preguntándose si tal vez debería preparar un chocolate caliente para los dos y entrar a hablar con él. Pero en ese momento, nota un pequeño movimiento en su vientre, y sus manos se deslizan hacia la curva que se ha convertido en el centro de toda su felicidad.

-Alguien quiere dormir-susurra, y finalmente, decide que hablará con Johnny mañana. Tiene clases de preparación y pilates a primera hora de la mañana, lo que significa que podrá apuntarse al desayuno de su hermano, allá para mediodía. Incluso la idea de comer esas bombas hipercalóricas que Johnny suele comerse por las mañanas, incluyendo tortitas, nata, tres tipos de chocolate, plátano y bombas de maíz y miel, le parece atractiva; aunque se jura a sí misma no acercarse al bacon, los huevos ni las patatas fritas que suelen ser el «segundo plato» del desayuno. Susan continúa adelante, y llega a la habitación que comparte con Reed. Sonríe cuando cruza la puerta y le ve dormido. Reed suele acostarse tarde, de hecho, debe ser la persona del mundo que menos duerme; pero allí está. Dormido, respirando despacio y profundamente, tumbado de lado sobre la cama. Una mudanza puede derrotar incluso al hombre más inteligente del mundo, piensa ella, y se desliza en la cama junto a él. En la mesita de noche hay una pequeña lámpara de lectura diseñada específicamente por Reed para no emitir luz visible, salvo la reflejada en papel, de modo que respeta la oscuridad de la habitación; y Susan se plantea leer unas páginas del libro que Spiderwoman parece decidida a conseguir que todas sus conocidas lean, algo sobre doctores y orgías que, según Julia, todo el mundo estaba leyendo.

Tres minutos después, Sue Richards está profundamente dormida.

No se despierta cuando una imagen casi fantasmal de Franklin, ataviado con su pijama azul claro, aparece junto a la cabecera de la cama. La imagen, de aspecto traslúcido parpadea, y cuando habla, su voz parece llegar desde muy lejos.

-¿Mamá?-masculla-. Mamá… estoy soñando… Y va a pasar algo malo… algo muy malo…


VIAJEROS DE LO FANTÁSTICO

Que familiar me ha quedado este número. ¡Pero no veáis lo que se aproxima! No, sin bromas. Quizá escribir este número me ha costado un poco más de lo que esperaba, pero necesitaba colocar a cada miembro de los Cuatro Fantásticos en su sitio antes de empezar lo que quiero hacer con ellos. Necesitaba darles un momento de paz, darles un descanso después de lo ocurrido en Guerras Infernales y en DOCE, dejarles hacer un poco de vida familiar antes de empezar con las ideas que tengo para ellos. Los Cuatro Fantásticos han sido los pioneros del Universo Marvel, han sido los cartógrafos que nos han mostrado a los Skrulls, Latveria, Wakanda, Attilan, la Zona Negativa. Personajes como Galactus, Estela Plateada, Rayo Negro, T’Challa, el Doctor Muerte… todos ellos tuvieron su primera aparición en esa biblia del cómic que fueron los primeros años de 4F. ¿Y qué vais a encontraros aquí? Como en los primeros tiempos de los 4F, nos iremos de visita a las estrellas. Tendremos amenazas del exterior. Y del interior. Dioses y monstruos, como en los primeros tiempos de Cuatro Fantásticos. Evidentemente ni soy Stan Lee ni Jonathan Hickman… ¡pero desde luego voy a intentar estar a la altura de la herencia (no oficial) que empieza con este número de esta nueva etapa de Marveltopia!

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2 Responses to Los 4 Fantásticos #1

  1. Carlos Fortuny says:

    Muy buena presentación y puesta a todos en antecedentes, además de vez en cuando está bien disfrutar de algún número tranquilo XDDD
    Me interesa bastante el rumbo que pueda tomar Johnny jejejeje

  2. MarvelTopia says:

    Buen primer número.
    El mes que viene, con el segundo ya colgado, veremos qué tal lo desarrollas todo 🙂

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