Catwoman #4

catwoman04logonucatwoman#4 – La ley del silencio
Por Moises Hassan
Portada de Jesus Romo


Fecha de publicación: Mes 182 – 6/13


Jueves 3 de Enero. 7.00

Calle Bedford & Groove, Gotham City.

Cenizas.  Todo lo que una vez fue su vida, ahora son cenizas.

Selina Kyle recorre lo que queda de su antiguo apartamento, acompañada de un bombero. Cuesta creer que todo recuerdo material que había conservado en su casa había sido carbonizado. Mientras pasea, encuentra restos de fotos de Holly y de algunos de sus libros favoritos. Entre ellos, una edición de «Alicia en el País de las Maravillas» que era uno de los pocos recuerdos alegres que la quedaban de su madre.

Selina siempre fue precavida y en la caja fuerte del banco de su padre, dejo guardadas ciertas cosas de más valor, como un álbum de fotos y otros recuerdos de Brian Kyle.

La llamada había tenido lugar la noche anterior en torno a las 3.00 de la madrugada, tras una breve charla con Maggie, explicándola a grandes rasgos lo que estaba ocurriendo («un hombre hizo daño a Holly y ahora viene a por ella»), la señora Gloria Smith llamo preocupada a Holly a informar de que el piso había sido incendiado.

Gloria Smith era una anciana de 81 años que vivía en el piso de debajo de Selina y las dos jóvenes siempre la echaban una mano con la compra y con lo que buenamente podían. Tenía un nieto de la edad de Selina que siempre decía que era ideal para ella, pero nunca fue a visitarla. Ahora ya no tenía casa donde visitar a su abuela.

Selina se entristeció de haber perdido el piso, pero por otro lugar se alegró puesto que tanto Gloria, como Holly y su gata Helena estaban a salvo. El informe policial aseguraba que había sido un cortocircuito en la portería lo que había provocado una llama que acabo con las cinco viviendas, no hubo ningún herido grave gracias a la intervención de un hombre vestido de negro y con orejas de murciélago.

Bradley sabía perfectamente que esto podía pasar, por eso se llevó a Selina y a Holly a su apartamento a las afueras de Gotham, en vez de enfrentarse a los hombres de Sionis, pero la verdad es que no pensó que fueran tan lejos como para acabar con todo el edificio.

Selina nunca había usado un cacharro de esos. Para ella la telefonía era un mero medio de contactar con la gente, no una forma de vida y cuando Slam la puso en la oreja ese pinganillo que funcionaba por Bluetooth, ella tardo un poco en entender cómo funcionaba. Pero era necesario para que el pudiese controlar todo lo que pasaba desde el edificio de en frente.
No se fiaba de los policías que acompañaban a Selina y no quería perderla de vista por si Sionis intentaba algo más drástico.

Mientras recorría su habitación y la policía hablaba con Gloria en el piso de abajo, Selina se sentó en lo que quedaba de su cama, y contacto con Slam.

– ¿Por qué estás haciendo todo esto? – pregunto con voz triste

– Ya lo hemos hablado, no quiero correr ningún riesgo.

– No me refiero a eso, quiero saber por qué te estas tomando tantas molestias para salvarnos… Llevamos años viéndote en el bar, pero nunca nos dirigiste la palabra, solo bebías. – dijo Selina inquieta –  ¿Estás enamorado de mí?

– Jajajajajajajaja – respondió Slam.

– No me tomes el pelo Bradley, dime la verdad – sentenció Selina.

– Mira… está bien – Slam respiró hondo antes de empezar a hablar – Hace más de treinta años, tuve un hijo con una mujer llamada Donna: Sam Junior. Aunque no pude estar con él, todo el tiempo que quería, él siempre me admiro y me devolvió el cariño que le di, multiplicado por dos. Yo trabajaba en la comisaría de Gotham, era un agente de policía… no muy honrado. Más de una vez acepte sobornos, más de los necesarios… lo considerábamos algo normal, lo hacía todo el mundo. ¿Qué tenía de malo?

Selina puso mala cara intrigada ante lo que estaba contando, por el pinganillo.

– El caso es que llegado a un punto, la situación sólo empeoraba, así que no me tragué mi orgullo y deje el cuerpo. Donna me apoyo al completo, sabía todo lo que había hecho y dejado de hacer, nunca me juzgó, al contrario que Sam. Su héroe se había caído de un pedestal, ya no era el policía que él admiraba, y eso que nunca supo por qué lo dejé. Yo me instalé como investigador privado e íbamos tirando con lo que ganaba y el sueldo de Donna como costurera. Sam continuo sus estudios para ser policía y la admiración se convirtió en ganas de superación. Tras acabar la academia con honores, llegó a ser policía a los veintiún años.

Selina no entendía a dónde iba la historia pero intuía que tendría importancia. Slam respiro hondo antes de continuar.

– Sam consiguió su sueño, ejerció de policía y patrulló las calles de Gotham. Antiguos contactos míos le echaron un vistazo y vieron que rechazó varios sobornos y se enfadaba cada vez que se lo proponían pero aun así no juzgaba a sus compañeros. A pesar de no recibir ninguna medalla al mérito, ni ningún reconocimiento especial, Sam llego a los veinticinco años cambiando la ciudad a base de pequeños gestos.  Un día, estaba haciendo la ronda con Jack Ferris, su compañero y pasaron por el barrio Chino, y encontró a unos matones extorsionando  un establecimiento de alimentación, Ferris le aviso de que no hiciese nada puesto que pertenecían a una banda que «pagaba sus impuestos» (tú ya me entiendes…). Sam entro por la puerta y se dirigió a los matones, les dijo que salieran del establecimiento, ajeno a las amenazas les acompaño a la salida, pero el más joven vio a Ferris acercarse y se asustó de que le detuviesen al ver a dos policías, disparo a Sam y salió corriendo. Los médicos hicieron lo que pudieron, le sacaron la bala y le tuvieron una semana en cuidado intensivos, pero la bala había llegado al corazón y al final, no había solución.

– Lo siento… no sé qué decirte.

– Gracias, pero sé que te estas preguntando que tiene que ver contigo aunque no quieras preguntarlo. Cuando murió Sam, Donna se quedó muy afectada, durante un tiempo no fue capaz de hablar y yo solo pensaba en vengarme. No solo de la banda, si no de la policía, y de Jack Ferris. Pero en el velatorio, se me acerco una persona que conocía y me empezó a hablar de lo que significaban para él sus hijas y de cómo se sentiría en mi situación. En ese tipo de casos, a cualquier otra persona le habría tumbado de un golpe, pero a Brian Kyle no podrías hacerle eso – Al oír esto, Selina se sobresaltó-. El cariño con el que me habló era para tenderme una mano y ayudarme a salir del pozo en el que me encontraba. Durante los siguientes meses, quedé con él dos veces por semana, me hablaba de vosotras y yo le contaba historias de Sam, además teníamos conocidos en común en Gotham. Le conté lo que quería hacerle a Ferris y me aconsejo que eso no cambiaría nada, que solo generaría más odio. Era algo que yo sabía, pero al oírlo de una boca ajena, me tranquilizó y al no mirarme con malos ojos me hizo sentir humano de nuevo. Un año después, perdí al que se había convertido en mi amigo y confidente y me prometí a mí mismo que no dejaría que os pasara nada.

Selina se limpió las lágrimas de los ojos. Y se permitió un silencio, antes de salir de su antigua casa y dejar todo atrás. Se despidió de Gloria y firmó los papeles de la policía, antes de abandonar el edificio.

Al salir del mismo, vio en la acera de enfrente a Slam esperándola. Había mucho tráfico y antes de cruzar le pregunto desde la distancia con el bluetooth.

– Hay algo que no me estas contando. Mi padre no te conocía de nada y a tu hijo tampoco, ¿no? ¿Entonces que hacía en el velatorio?

– Si nos conocía, Selina. Y tú también. – respondió Slam – Hace varios años, tu padre llamó a mi puerta y se disculpó por una acción tuya. Yo le dije que no pasaba nada y que había sido una chiquillada. Aun así, el insistió y se dirigió a Sam con una bolsa de chucherías en compensación por las que tú le habías quitado.

En ese momento, Selina había cruzado la acera y se dio cuenta de que ese hombre era el padre de su primer beso y su primera travesura.

Gotham quedó en silenció y en completa armonía cuando Selina agarró a Slam fuertemente y los dos encontraron a sus seres perdidos en el otro, con fuerte abrazo.

Una hora después, Selina vuelve al apartamento de Slam con sus llaves encontrándose a Holly jugando a la Nintendo 64 junto a Maggie. Al verlo, sonríe y se emociona. Desde que conoce a Holly Robinson, nunca la había visto comportarse como una persona de su edad.

¡Selina! – Exclama Holly- ¿Cómo ha ido?

– No se han podido rescatar demasiadas cosas, pero bueno… ¿Cómo estáis vosotras?

– Pues tu hermana no me ha dejado ganar ni una sola partida. ¿Quieres intentarlo tú?

– Uff ni de broma – respondió Selina – No he ganado ninguna partida a Maggie desde que tenía cinco años.

– ¿Dónde está Slam? – pregunta Maggie

– No me dijo a dónde iba, aunque hemos quedado con él dentro de un rato.

– ¿Ah sí? – dijo Holly mostrando una gran tranquilidad respecto a los días anteriores. – Espero que nos haya preparado algo interesante.

En ese momento, Holly vio que era el momento, para que las hermanas hablasen a solas y dijo:

– Voy a darme un baño. En un rato estaré lista para ir con Slam.

– Vale cariño, te esperamos aquí.

El silencio se apodero de la habitación en ausencia de Holly, las dos hermanas reencontradas por primera vez en años sentían que tenían muchas cosas que decirse pero no sabían por dónde empezar. Maggie no era consciente de lo que estaba ocurriendo y aunque había hecho buenas migas con Holly, no entendía porque estaban viviendo en casa de un desconocido.

– Selina, sé que no me quieres contar qué hacemos aquí, pero dime al menos quién  es ese hombre.

– Es un buen hombre.

– Ya empezamos… – dijo Maggie mirando hacia otro lado.

– Cariño, sé que estas enfadada conmigo, pero Holly y yo estamos pasando un momento difícil. No espero que me perdones, pero por favor confía en mí.

– Vale, pero cuando acabe todo esto, sea lo que sea, vas a contarme todo.

– Tienes mi palabra.

Selina acaricio a su hermana, antes de irse a prepararse para ir a ver lo que les tenía preparado Slam. Evito la mirada a Maggie, porque imaginaba que no reaccionaria muy bien, después de haber esquivado sus preguntas.


12.00

Grant’s Gym

Slam se acercó con un botellín de cerveza a su amigo Ted Grant, a quien hacía varios años que no veía, pero ahora necesitaba su ayuda. Había sido un combate duro, ambos estaban oxidados, y Ted esta en mucho mejor forma física que Slam, pero los años pesaban y ya no era como antes. A pesar de haber sido un entrenamiento, ambos quisieron dar lo mejor de sí mismos. Grant rechazo la cerveza, puesto que había dejado el alcohol hace unos años y no había vuelto a probar ni una sola cerveza.

Era el dueño del gimnasio, como se podía ver en el oxidado cartel que colgaba en la entrada, aunque ya apenas se utilizaba. Desde que se abrieron las cadenas de gimnasios internacionales por toda la ciudad, a los pequeños gimnasios apenas iba a gente. Eran residuos de una era pasada, la edad de oro del boxeo. Ahora solo quedaban viejas glorias que esperaban que esa era volviese, aunque sabían que no sería así.

Bradley fue a abrir la puerta, al oír que alguien llamo varias veces para poder entrar. Tal y como se esperaban eran las tres chicas.

– Hola pequeñas – dijo Slam – os presento a una leyenda viva del boxeo Ted «Wildcat» Grant

Selina se quedó pensativa, en ese instante, vio a un hombre que tendría más o menos la edad de su padre, con el pelo gris y la nariz ligeramente torcida, con el torso descubierto, repleto de cicatrices. Algo en él, le resulto increíblemente atractivo, quizás era la mirada perdida o incluso, el apodo de «Wildcat», pero en seguida sintió respeto hacia ese hombre.

– Encantado – dijo Ted cogiendo de la mano a Selina, tras quitarse el guante.

– Hola, yo soy Selina. Ella es mi hermana Maggie y la mayor, mi amiga Holly.

– No sé si os ha dicho algo Slam, pero me ha dicho que os vendría bien saber algunos movimientos y me ha pedido que os entrene, si os parece bien claro.

Tras las presentaciones, Ted dedico dos horas a enseñar reglas básicas del combate, antes incluso de empezar a entrenar.

Mientras que Holly y Maggie tuvieron dificultades, quizás por la falta de concentración o quizás por no entender muy bien qué hacían allí, pero les costaba hacerse con posturas,  Selina  lo interiorizo rápidamente. Grant insistió mucho en la posición de las manos y sobre todo de los pies, demostrando como con un simple gesto puedes desestabilizar al adversario si no tiene la posición adecuada.

A las tres, las chicas empezaron a tener hambre y pidieron un descanso. Selina no estaba de acuerdo y quiso continuar. Necesitaba  estar preparada y no iba a perder el tiempo.

– Seli, llevamos casi tres horas entrenando y…

– ¡NO! – Grito Selina enfurecida- No me vengas a mí con excusas, lleváis tres horas haciendo el gilipollas, he estado aquí y no habéis entrenado. Idos de una puta vez a comer y no volváis aquí.

Slam miro con recelo a Selina, Holly se quedó asombrada, Maggie giro la cabeza como si estuviese esperando que algo así ocurriese. Pero, Ted no. Ted reconoció la mirada en los ojos de Selina y supo lo que estaba pasando. Las chicas se fueron acompañadas de Slam, quien se acercó a Selina y dijo:

– No hagas que me arrepienta de esto.

Cuando los tres abandonaron el gimnasio, Ted Grant cerró los ojos y cogió aire con los pulmones mientras cerraba los ojos, para ponerse manos a la obra. En ese momento, Selina lanzó una patada contra él, quien la esquivo rápidamente. Instantáneamente quiso volver a atacar a su profesor/adversario con un derechazo hacia su cara, pero este agarro el puño a la joven y la inmovilizo. De esta manera, Ted realizó una llave con la que agarro a Selina fuertemente las manos por la espalda, dejando sus brazos completamente inmóviles.

– Lección número uno del combate contra una mujer – Anunció Selina- : Protege tus partes nobles.

Estando de espaldas, logro levantar el pie hasta golpear a Ted en la entrepierna. Velozmente, empujó a este hasta que cayó al suelo y se puso encima suyo, como si de un gato se tratase sobre su amo.

– Esa llave que has realizado no es de boxeo. – Dijo Selina

– ¿Cómo lo sabes?

– Cuando estás trabajando «la calle», hay un par de movimientos que tienes que aprender. Y reconozco la defensa personal cuando la veo. Voy a decir: ¿Krav Maga?

Ted permaneció en silencio, preocupado por la situación en la que se encontraba.

– Mira, he tenido que echar a dos de las personas que más me importan en este mundo, de esta sala, para poder aprender a protegerlas. No me importa porque un boxeador venido a menos, sabe defensa israelí, tu pasado es tuyo, pero me dijo Slam que podrías ayudarme y espero que lo hagas.

Tras una pausa, Grant se soltó de su captora y se puso en pie. Selina, se incorporó a la  defensiva, ante la posibilidad de que quisiera la revancha. Ted no pudo evitar reírse de la situación.

– Pequeña… te veo mucho más preparada de lo que crees que estás. Me ha gustado como te has hecho la dura ante tus chicas. Además, has logrado lo que querías, a mí me impresionas mediante tus actos, no mediante tus palabras, así que todo el discursito que me acabas de soltar, era innecesario desde que me tiraste al suelo.

– ¿Me vas a enseñar entonces como desenvolverme bien en el combate?

– Sí, pero antes debo decirte dos cosas.  En primer lugar, tu principal ventaja es también tu mayor punto débil: tienes una motivación muy grande, tienes que pulirlo, para no dejarte llevar por tus emociones y bajar la guardia.

– Vale – dijo seriamente Selina, queriendo zanjar ese tema – ¿y lo siguiente?

– Yo también necesito comer. Conozco un restaurante tailandes excelente, ¿te apetece?

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2 Responses to Catwoman #4

  1. Carlos Fortuny says:

    Bueno, y ya tenemos a Selina preparándose, había esperado un secuestro de Maggie o algo así, pero se ve que no :p
    Ya parece quedar menos para que se enfunde el traje jejeje

  2. Pingback: ACTUALIZACION DE JUNIO – MES 182 - MarvelTopia

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