#3 – Atormentada
Por Moises Hassan
Portada de Jesus Romo
Fecha de publicación: Mes 180 – 4/13
Miércoles 2 de Enero. 11.30.
Midtown Gotham.
El dos de Enero suele ser un día de reactividad comercial en todo el mundo occidental; tras la tranquilidad del día Uno, el Dos la ciudad volvía a su bullicio habitual. Pero una vez más Gotham no se suscribe a la normalidad y Lois Lane es bien consciente de ello. El día anterior se había producido un robo en la suite de Roman Sionis, quien públicamente ha acusado a Batman de robo y agresión tras entrar en su habitación, provocando un desconcierto general en el hotel en el que Sionis se alojaba.
Llegó a Gotham el día 31 para cubrir la fiesta que Roman Sionis celebraba en el hotel y a la que asistía Lex Luthor. Es la primera vez que no pasa el Fin de Año en Metropolis y es algo que el General Sam Lane no va a perdonar fácilmente. Pero Lois tiene buen olfato para las noticias y en este caso no ha sido menos.
Lois es ambiciosa. No es tanto un defecto como una virtud, puesto que todo lo que ha conseguido ha sido a base de su esfuerzo. Se licenció en la Metropolis University con veintidós años, y ahora con veinticinco lleva tres trabajando en el Daily Planet. Aunque inicialmente la ofrecieron entrar como becaria, Lois lo rechazó puesto que dijo que no estaba dispuesta a perder el tiempo haciendo trabajo que no fuese de periodismo.
Cuando el Daily Star la ofreció un puesto como reportera, decidió aceptarlo; aunque su sueño era el Planet no podía dejar pasar una oferta así. Pero Perry White tampoco estaba dispuesto a dejar pasar una joya como Lois, por lo que la ofreció el mismo puesto pero en el Daily Planet, y aunque el sueldo fuese menor, ella lo acepto sin dudar.
En los últimos tres años se ha labrado un nombre en el mundo del periodismo y está a la espera de ganar un Pulitzer. Ella no se lo plantea como una competición, realmente no tiene prisa por el premio, pero siempre la ha gustado hacer las cosas bien y no hay mayor reconocimiento en el mundo del periodismo que el Pulitzer.
Aunque jamás se lo confesaría a su padre ella solicitó expresamente este viaje a Gotham, puesto que supuso que habría más de lo que todo indicaba y hoy aunque está leyendo la noticia en el periódico, no se cree ni una palabra.
¿Batman robando a un millonario? ¿Qué sentido tiene eso?
Lois es de esas personas que confía en que el hombre puede llegar a ser mucho más y por eso cuando encuentra un héroe como Batman confía en él. A pesar de ello, desconfía plenamente de personas como Lex Luthor, Roman Sionis, Thomas Elliot o Bruce Wayne. Y sabe que en Gotham está ocurriendo una trama de corrupción muy importante, pero es incapaz de verla.
Los sucesos del hotel la resultan muy raros y por ello decide ir a investigar. Aunque la parte de su trabajo que más la gusta es cuando tiene que hacer preguntas incomodas pero que no se pueden evadir, ahora tiene que tirar de su poder de seducción para obtener lo que desea. Se acercó al mostrador y sacó sus armas:
– Buenos días, mi nombre es Samantha Lane, Sargento Samantha Lane. Vengo a investigar lo sucedido ayer en la suite de la planta diez. – Afirmó Lois mostrando un emblema del ejército de su padre con el nombre Sam Lane.
– Lo lamento, pero no estoy autorizado para facilitarle esa información – respondió nervioso el joven recepcionista.
– Mira guapo, me estoy jugando el cuello con este caso, no suele interesar al ejercito pero al estar implicado Batman se está barajando que pueda ser un caso de terrorismo. – Lois se acercó al joven, puso ojitos y le acaricio – No querrás que me despidan por algo así, ¿verdad?
El joven llevó a Lois a una salita privada donde dispuso del registro de las personas que entraron el hotel en el día anterior y mientas ella buscaba algo que pudiese encajar con Batman o un sospechoso, encontró el nombre de Blanche DuBois junto a una X. Precisamente hacia dos semanas que habían estrenado una representación de «Un tranvía llamado deseo» en Metropolis, por lo que conocía al personaje.
– ¿Qué quiere decir esta X?
– Pues… que la inquilina no es quien paga la habitación – respondió de forma intranquila
– Hmmm, ¿Y quién paga?
– Es información confidencial señorita.
– Perdone, pero ya hemos aclarado que este tema es importante. No puedo hacer perder tiempo a mi Capitán.
– Espere un segundo, que lo compruebo. La señorita viene de parte de Oswald Cobblepot.
– Guardan las cámaras de seguridad de la recepción del hotel y de la planta diez.
– Los de la recepción se los ha llevado la policía de Gotham esta misma mañana y no disponemos de cámaras en la planta diez, puesto que la seguridad de esa planta es un servicio que los propios inquilinos deben hacerse cargo; por lo que si desea esas cintas tendrá que hablar con el señor Sionis. Aunque sí guardamos algunas capturas de las cámaras de seguridad de la recepción.
– De acuerdo, ha sido usted muy amable – dijo Lois recogiendo la carpeta que había dejado el recepcionista – . Puede que sea llamado a declarar en un par de semanas, mientras tanto le sugiero que no cuente a nadie que hemos tenido esta conversación.
Lois ha crecido en un ambiente militar por lo que se conoce el protocolo en caso de ser necesario, y estaba dispuesta a usar su conocimiento si hubiese sido necesario, pero con la placa que le regalo su padre hace más de diez años y su feminidad, no hacía falta mucho más para obtener lo que quería y menos con un joven lleno de testosterona.
Ahora solo faltaba descubrir quién era la misteriosa mujer y qué tenía que ver con lo ocurrido. Por suerte conocía a la persona indicada para decírselo.
13.00
Apartamento de Selina Kyle y Holly Robinson. East End Gotham.
Otra noche sin dormir.
¿Qué había pasado?
¿Por qué había hecho eso?
¿Qué tenía ese collar?
¿Qué había hecho? ¿Qué había hecho? ¿Qué había hecho?
No podía quitárselo de la cabeza, la tensión la atormentaba. No recordaba cómo había conseguido huir del hotel, sin que nadie la preguntase nada. ¿Por qué se sentía tan culpable, cuando Roman había hecho algo mucho peor a Holly?
¿Tenía que ver con el collar de Martha Wayne?
No lo iba a negar, el parecido era espectacular. O al menos, así lo recordaba Selina, claro que con los años el recuerdo se convierte en un sentimiento y este pasa a ser un concepto subjetivo.
Había oído a Holly salir de casa, y ninguna de las dos había sido capaz de enfrentarse a la otra. Selina tenía miedo de comentar lo que había hecho y Holly seguía sufriendo en silencio, sin querer saber lo que ocurrió la noche anterior.
Tras pasar toda la mañana en la cama, a las 13 horas y 14 minutos, Selina se dirigió al salón para comer algo y pudo ver la noticia en el periódico.
¿Batman culpable?
Por un momento, se relajó y soltó una pequeña carcajada. Aun no sabía qué hacía Batman allí, pero desde luego no fue a robar un collar, como si no hubiese cosas que le preocupasen más al Murciélago que un collar de perlas.
Lo importante para Selina ahora mismo era Holly y tenía que hacer lo posible para volver a la normalidad, o al menos la normalidad en la que vivían. Para ello, debía mostrar fuerza, volviendo a trabajar y dejando que el tema se enfriase. Llegado ese caso se vería que haría con el collar, si devolverlo, venderlo o quedárselo.
No había dejado huellas en la habitación, no había dado su nombre real y no había sido grabada por las cámaras de seguridad, por lo que no habría nada de lo que preocuparse. O al menos, eso pensaba.
15.00
Aroma’s Café
Lois está sentaba consultando su email en la Tablet mientras espera a que su acompañante salga de la comisaria que está en la acera de enfrente. Además de emails publicitarios y cadenas, recibe un email de Perry White pidiendo que le haga un boceto del artículo que está preparando y comentando que ha habido buena recepción para el que escribió sobre la fiesta de fin de año.
Prácticamente al terminar de leerlo, reconoce al policía Eric Cohen, a quien estaba esperando. Lleva un traje elegante y se ha guardado la placa al salir, porque a veces no es un elemento cómodo para llevar en Gotham.
– Tenemos que dejar de vernos así, Lois. La gente está empezando a hablar – bromea Eric, antes de sentarse junto a Lois
– ¿Qué formas son estas de dejar esperar a una dama señor Cohen?
– Lois te prometo, que si fueses mi dama jamás te dejaría esperar. Pero tampoco te trataría como a una dama, puesto que podrías pegarme.
– Eso es cierto, no te lo voy a negar – afirma Lois – Bueno, ¿Cómo estás? ¿Mucho trabajo?
– ¿Estás de broma? Desde que ha llegado Gordon no hemos tenido ni un día de descanso. Pero está bien saber que por una vez la policía se preocupa de su ciudad y no solo de su bolsillo. Bueno Lois, ambos sabemos que no estamos aquí para hablar de mí, cuéntame qué necesitas.
– ¿Qué tenéis de Roman Sionis?
– ¡Ja! Todo y nada… No hay un solo negocio del East End en el que no haya metido mano o al menos lo haya intentado. Entre la fiesta del otro día y el robo de ayer está convirtiéndose el centro de atención. Es frustrante, puesto que no tenemos ninguna evidencia de que mienta ni de que haga algo ilegal, por lo que tenemos las manos atadas.
– Respecto al robo de ayer, ¿ya tenéis algún sospechoso?
– ¿Te refieres aparte de Batman?
– No me hagas repetir la pregunta – dijo Lois
– No, no tenemos ningún sospechoso.
– ¿En las cámaras de seguridad que tenéis de la recepción, no sale nada raro?
– ¿Cómo sabes que tenemos las cámaras? – preguntó Eric sorprendido – Mira, déjalo, mejor ni me lo digas. Lo único que hemos podido ver es que el guardaespaldas que tenía Sionis en la puerta abandono «su puesto» al saltar la alarma del coche, unos diez minutos antes de que se escuchase todo el alboroto. Se piensa que Batman la hizo saltar, antes de entrar.
– He obtenido estas fotos de la recepción y si te fijas en la mujer de rojo aparece por primera vez en esta foto a las 21.45 y permanece leyendo en dirección a la puerta hasta las 22.45, hora en la que Sionis aparece en la recepción, a quien sigue con la mirada toda la media hora que pasa en la recepción.
– ¿Quién es?
– Eso quiero saber. Dio el nombre de Blanche Dubois, la protagonista de…
– «Un tranvía llamado deseo»- interrumpió Cohen-. Lo sé.
– Supuestamente iba de parte de Oswald Cobblepot, pero creo que hay algo más.
– ¿Eres consciente de que puedes estar hablando de una posible sospechosa? Sabes perfectamente que si es sospechosa no te voy a dejar hablar con ella.
– ¿Sospechosa de qué? – preguntó Lois – ¿De mirar a Roman Sionis? Puede ser una prostituta y únicamente te estoy pidiendo un nombre Eric.
– Lois, me estas pidiendo mucho más que eso y lo sabes. Aun así, no te he dicho que no vaya a ayudarte.
– ¿En serio? Tenía preparada un montón de réplicas e insultos.
– Tendrán que esperar. Si consigo el nombre de esta mujer y resulta tener alguna implicación, tú puedes intentar destapar la trama de corrupción. Si no, iremos a por ella y fin de la historia.
– Eric… suena como si tuvieras preparado todo esto.
– Por supuesto, desde que me llamaste, supe que tendría algo que ver con lo del Hilton. Antes de venir, hablé con Gordon y me dio vía libre para ayudarte.
– Hmmm… me gusta ese hombre.
– Y tú a él. ¿Has pensando ser investigadora privada Lois?
– Nah, no puedo hacer eso a mis lectores – respondió con una sonrisa.
17.00
Atlas Gym
Su nombre es Samuel Emerson Bradley, pero hace tanto tiempo que nadie le llama así que ya ni lo recuerda. Ahora todo el mundo se refiere a él como «Slam Bradley» o directamente «el viejo Bradley» y eso si alguna vez sale en una conversación.
Hace ya tiempo que perdió las ganas de triunfar y mucho más el que olvido como se sentía al hacerlo.
A veces piensa en llamarla, pero sabe que no haría bien a ninguno de los dos. Ya llevan más de tres años separados y solo se han visto en tres ocasiones desde entonces. Ninguno de ellos tiene dudas al respecto. Se aman, tanto como el día en que se dijeron te quiero por primera vez. Pero cuando se miran, el fantasma de su hijo se interpone entre ellos.
Siempre pensó que había nacido en la época que no le correspondía. A los pocos años de trabajar para la policía de Gotham, decidió dedicarse a la investigación privada, lo que no era tan glamuroso como pensaba. Principalmente le tocaba encargarse de maridos que engañaban a sus mujeres y partes de seguros fraudulentos.
A pesar de ello, en sus tiempos tuvo más de un escarceo con criminales y con la mafia, llego a conocer a la clase de gente que no querría volver a ver en su vida. Por ello tuvo que dejar de dar su nombre completo y empezar a utilizar el sobrenombre de «Slam».
Hace varios años, que dejo ese trabajo y rompió cualquier conexión con el mismo, tratando de ser lo más precavido posible, puesto que jamás dejó ningún tipo de contacto personal. Por ello, ahora le inquieta haber recibido una llamada de alguien a quien creyó haber dejado atrás.
Pacientemente espera en «Atlas» hasta que llegue Cerillas Malone. Le citó expresamente en ese gimnasio a hora punta, y ha tenido que salir de su casa una hora antes y coger dos trenes para poder llegar. Malone al teléfono parecía que tenía que contarle algo importante, tanto que era necesario que se reencontrasen después de tantos años.
El gimnasio le trae a Slam una infinidad de recuerdos. Al levantar la cabeza ve un cartel en el que pone «Ali vs Wildcat», combate benéfico que recuerda como uno de los más emblemáticos que ha presenciado.
Habían pasado quince años desde la última vez que asistió al Atlas, ni siquiera sabía que aún no lo habían demolido, había sido durante un combate bastante trivial, ni recuerda quienes eran los luchadores. Fue a su vez, la última vez que vio a Cerillas. Los dos eran amigos en su juventud, y solían entrenar juntos, Malone siempre le cubría las espaldas a Bradley y este le respetaba. La relación se fue enfriando cuando Bradley se metió en el cuerpo de policía, hasta que un día vio a su amigo extorsionando a un pequeño comerciante tras pegarle una paliza.
Bradley sin dudar un segundo arrestó a Malone y le llevo a la comisaria, donde estaban realizando una investigación sobre Carmine Falcone. Un día después, cuando fue a ver un combate, vio a Malone ya en libertad quien le hizo un gesto en señal de saludo, que petrifico a Slam, supo entonces que la policía no era su lugar y podría poner en peligro a su familia.
Cuando Slam saca su petaca del bolsillo para dar un sorbo de Jack Daniels, entra en el gimnasio Malone, luciendo exactamente igual que siempre. Una chaqueta larga negra, camisa blanca sin corbata, un peinado con raya hacia la izquierda, gafas de sol, pantalones negros y un palillo en la boca, la única diferencia son un par de canas de más.
– Slam.
– Malone.
Tras este intercambio de nombres, la conversación se paraliza, mirándose fijamente sin querer empezar ninguno de los dos.
– ¿Qué quieres? No me has hecho venir aquí para recordar viejos tiempos y no tengo ganas de hacer el tonto.
– Es Selina Kyle – respondió Malone.
Slam se sorprendió al saber que Malone conocía ese nombre.
– ¿Qué pasa con ella? – pregunto Bradley amenazante.
– Cogió algo que no debía, a alguien que no debía. Y ahora hay gente detrás de ella.
– ¿De qué estás hablando?
– ¿Sabes quién es Roman Sionis?
– El empresario playboy ese que sale por la tele, estilo Bruce Wayne. ¿No?
– Sí, pero no solo es eso. Sionis es un auténtico bastardo, tenía a Falcone agarrado por los huevos. Se ha convertido en el mayor acreedor de la mafia gothamita.
– ¿Y qué tiene que ver con Selina?
– Ayer Selina entró en la habitación de hotel de Sionis y le cogió un collar de perlas. Sionis quiere recuperarlo a cualquier coste.
– ¿Selina? – pregunto sorprendido- ¿Cómo sabe que ha sido ella?
– Las cámaras de seguridad la han grabado y aunque tiene la cara tapada, Roman la ha reconocido.
– O sea que van a ir a por ella… – dijo preocupado Slam.
– Si… cuanto antes.
Slam Bradley se dirigió hacia la puerta, y justo después se giró hacia su antiguo amigo para decirle:
– ¿Por qué me estas contando esto?
– Se lo que esta chiquilla significa para ti.
Slam hizo un gesto de agradecimiento a Malone y antes de salir por la puerta oyó que este dijo: «Samuel… siento mucho lo de Sam».
21.00
Calles del East End.
Selina Kyle ha salido de «Cat’s Smile» tras haber realizado su turno, ahora se dirige a su casa para ver una película antes de que salga Holly, y poder hablar de todo lo sucedido. Ha sido una tarde tranquila, no había mucha gente, estaban todos los habituales salvo el viejo Bradley, lo que ha extrañado mucho a Selina.
Intenta evitar el pensamiento del robo, pero sabe que tarde o temprano la salpicará de alguna forma. No pueden culpar a Batman eternamente, es completamente absurdo y además este tiene un trato con la policía. Aun así, Selina piensa que si Roman ha culpado a Batman es bien porque es un loco o porque se trae algo entre manos, y no cree que sea un loco.
El trayecto hacia su casa es bastante tranquilo, son diez minutos a pie aunque tiene un autobús de puerta a puerta prácticamente que ella nunca coge puesto que le gusta caminar. Algo empieza a inquietarla de repente, puesto que a mitad de camino, se da cuenta de que hay alguien siguiéndola y no sabe cómo reaccionar.
Selina intenta distraer la atención de su «espía» metiéndose en centro comercial que hay de camino para comprar un par de cosas, durante cinco minutos y al salir por la puerta de atrás, pero cuando piensa que ya le ha perdido, un hombre la agarra por detrás, tapándola la boca.
Sin forzarla lo más mínimo, el se gira y se muestra ante ella: es el viejo Bradley y la dice:
– Selina Kyle, ven conmigo si quieres vivir.
Cuando Selina ya se ha tranquilizado, puesto que por algún motivo que ella desconoce, confía en él.
– Hay gente en tu casa, están buscando un collar de perlas que creen que cogiste a Roman Sionis y están dispuestos a hacer lo que sea para conseguirlo.
– Pues…- Selina mete la mano en su bolsa y enseña el collar preocupada.
– Tienes que venir conmigo, no puedes ir a tu casa, esa gente está loca.
– ¡No puedo! – responde Selina histérica – . No puedo dejar a Holly.
La noche continúa intensa, y tanto Slam Bradley como Selina Kyle, observan movimiento de dos personas dentro de la casa de las dos jóvenes.
Como un milagro divino, algo golpea por detrás a Selina. Esta se gira asustada.
– ¡¡¡Helena!!!
No se había atrevido a preguntar por ella, puesto que estaba pensando en Holly, pero se alegró enormemente de ver que su pequeña gata estaba sana y salva y había salido del piso como si fuese inmortal.
24.00
Hayes Private High School
En la habitación 940, se encuentra Maggie Kyle, junto a Sylvia Sinclair. Ambas se sienten atrapadas en el internado y han tenido que pasar solas las navidades y el Año Nuevo. Maggie recuerda cómo eran esas fiestas en su casa.
Brian Kyle salía antes de trabajar para preparar una copiosa comida que solía incluir una ensalada de pavo de primero con el aliño especial de la familia y una fuente de pasta con albóndigas según la receta de la abuela Kyle. La abuela venia de vez en cuando y cuando lo hacía, traía fuentes inmensas de comida, que servían para toda la semana.
Después de la comida, los cuatro se sentaban juntos a ver películas navideñas y aunque ninguno de ellos era religioso, disfrutaban la compañía y se empapaban de ese sentimiento especial que transmite estas fechas.
A Sylvia le encantaba oír las historias de Maggie, puesto que su familia era muy distinta. Eran comidas multitudinarias en las que se juntaban todos y lo hacían casi por una obligación, siendo ella y su abuelo los únicos que estaban contentos y el resto peleando. Cuando murió John Sinclair, el querido abuelo, la familia se dejó de reunir y al poco tiempo, los negocios de los padres se convirtieron en prioridad, hasta el punto de llevar a Sylvia al internado.
Este fin de año, los pocos jóvenes del internado que no volvieron con sus padres, realizaron una comida, en la que cada uno preparaba el plato que más recordase de su casa. Maggie realizó los espaguetis de su abuela y Sylvia el pavo con salsa de arándanos. Aunque no consiguieron el sabor exacto que recordaban, la experiencia fue bastante buena.
– Maggie, sé que no te gusta que te lo diga. ¿Pero por que no escribes a tu hermana? estará preocupada por ti.
– Si lo estuviese, vendría a por mí – respondió Maggie incomoda.
– ¿Sabes cuantas veces me ha escrito mi hermano desde que estoy aquí? Dos, una para decirme que había encontrado novia y otra un crismas navideño que envio a todos sus contactos.
– No es lo mismo.
– ¿Por qué? Ella te adora y te lleva escribiendo semanalmente, a pesar de que no la has respondido ni una vez.
– Sylvia no quiero hablar ahora de eso.
– Bueno Margaret como tu veas, pero algún día tendrás que afrontarlo.
En ese momento, empiezan a oír un alboroto poco frecuente, puesto que las luces ya llevaban diez minutos apagadas y desde que se apagan no suele producirse ningún ruido más. Notan que una persona se acerca a la puerta 940 y las dos se levantan ligeramente de su cama.
Alguien llama a la puerta de la habitación, Sylvia sorprendida se levanta para abrir y entra Amanda Hill, la directora del centro:
– Señorita Margaret Kyle – anuncia Amanda – Su hermana, Selina, ha venido a buscarla. Recoja sus cosas cuanto antes y márchese. La están esperando.
Las dos amigas se miran sorprendidas, puesto que en los dos años que llevaban en el centro, nunca nadie se había marchado a mitad de la noche. Maggie y Sylvia se abrazan fuertemente y se despiden.
– Volveré a verte, cariño – dijo Maggie con los ojos llenos de lágrimas.
– Eso espero, guapa. No seas muy dura con Selina, y la próxima vez déjame conocerla.
– Cuenta con ello.
Maggie Kyle hizo rápido el equipaje y se marchó hacia la puerta, esperando que la vida que le esperaba fuese a ser más fácil de sus últimos dos años.
Pingback: ACTUALIZACION DE ABRIL – MES 180 - MarvelTopia
Bastante bien el número partido en 3 partes muy diferenciadas. Te deja con ganas de saber como va a seguir cada trama. ¿Será Selina la que va a recoger a su hermana u otra persona? ¡Que tensión jejeje!
La portada magistral como de costumbre, muy muy chula jejeje