De niño, el hijo de Jack Batallador Murdock quedó ciego a causa de un trágico accidente. Ahora, cuando el sistema legal no resulta suficiente, el abogado Matt Murdock adopta su identidad secreta y se convierte en… Daredevil
#381 – Independencia
Por Correia
Basado en los planes de Bergil
Fecha de publicación: Mes 179 – 3/13
Daredevil saltaba de edificio en edificio, intentando que el ejercicio físico le quitara de la cabeza el problemón que se le había venido encima. Desde que hacía una semana se había declarado la independencia del Estado de Nueva York, la situación se había enconado. Por un lado, el Presidente había amenazado con usar el Ejército para derrocar al Senado rebelde. Por otro, en Estados contiguos como Connecticut o New Jersey se habían lanzado campañas virales buscando apoyos para iniciar los mismos trámites.
El resto de superhéroes no habían reaccionado a la noticia. Los Vengadores seguían desaparecidos. Los 4F habían publicado un comunicado indicando que no querían involucrarse en la polémica. No había conseguido hablar con Spider-Man, estaría liado con alguno de sus habituales jaleos… Sólo los Nuevos Guerreros habían salido en la tele declarándose a favor de permanecer en la Unión.
Matt no salía del despacho de la Fiscalía. Allí, con sus compañeros, intentaba encontrar una solución legal al problema. No era fácil. No existía un procedimiento claro de separación de la Unión. Por tanto, no había un procedimiento para impedirla. La votación en el Senado le daba cierta validez jurídica, y el apoyo ciudadano era creciente.
Pero Matt sabía que había algo detrás. ¿Quién se beneficiaba de esto? El mismo que había ordenado matar al Senador López. Sospechaba que había sido Anaconda, una antigua miembro de la Sociedad de la Serpiente. Era su modus operandi. Pero, ¿quién la había mandado? No creía que hubiera sido la Cobra o Crótalo. No les veía capacitados para lanzar un plan de este estilo.
Llevaba varias noches buscándola. Interrogando a los chivatos habituales. Frecuentando los tugurios de siempre. La gente estaba asustada. Le tenían más miedo a quien estuviera detrás que a él. Así que últimamente no hacía más que patrullar, esperando que se le apareciera la virgen y diera con la asesina.
Se retiraba ya a casa, cuando su radar captó algo. Alguien subía por una pared de un edificio cercano. Concentrando sus hipersentidos en ese lugar, vio que no se trataba de Anaconda. Era mucho más delgado y pequeño. Además, parecía un hombre. ¿Spider-Man? No. No se movía como él.
Lanzando su Billy Cub a una banderola cercana, cambió la dirección de su salto, dirigiéndose hacia su objetivo. Definitivamente era un hombre… y lo había reconocido. Con una agilidad sobrehumana, Matt enganchó el mango de su bastón a la cuerda que usaba el ladrón, y se posó suavemente sobre la pared.
«Hola, Zorro Negro», dijo. «Creía que le habías prometido a Spider-Man que no volverías a robar.»
El hombre, el anciano, se recordó Matt, se sorprendió, y casi suelta la cuerda, aunque se rehízo.
«¿Daredevil?», preguntó. «No estaba robando, estaba…»
«¿Dando un paseo?», ironizó el Hombre sin Miedo.
Más rápido de lo que deberían permitirle sus años, Zorro Negro se soltó de la cuerda, dejándose caer, mientras lanzaba hacia Daredevil la bolsa que llevaba.
Matt esquivó la bolsa sin mayores complicaciones. Su sentido del radar vio como Zorro Negro lanzaba un cable a otro edificio cercano. Le sorprendía lo ágil que estaba. Tenía que tener al menos setenta años, pero se movía como un hombre de treinta.
No quería que se le escapara, así que salió tras él de inmediato. Enseguida le dio alcance. Lo agarró en pleno vuelo. Se refrenó, pues no quería hacerle daño al anciano. Con un brazo lo apretó contra su cuerpo, mientras que con el otro guiaba el descenso hacia un balcón cercano.
Una vez allí, lo soltó. El hombre se dejó caer. Parecía que se había rendido. Tosió. Matt olió sangre en su aliento.
«¿Estás bien?», le preguntó. «¿Te he hecho daño?»
«No… coffcoff… no has sido tú», le respondió. «Es este maldito cáncer.»
«No lo sabía», dijo Matt. Olía en su aliento la enfermedad.
«Terminal. Diagnosticado hace un par de meses. Me dieron máximo un año de vida. Quería irme a lo grande, ya sabes, que el nombre del Zorro Negro fuera recordado por los siglos.»
«Así que te embarcaste en una ola de robos a ricos.»
«Pero no me he quedado con nada. Todo ha ido a los pobres.»
Matt sabía que decía la verdad. Sus aguzados sentidos servían de detector de mentiras casi infalible.
«Sabes que no está bien.»
«¿Y me vas a detener? Estoy moribundo. Me quedan meses. ¿Vas a hacer que muera entre rejas?»
Matt se quedó en silencio. No podía dejarle ir. Pero tampoco quería que muriese encerrado.
«No puedo dejarte libre. Lo sabes.»
«Puedo darte algo a cambio», afirmó el ladrón.
«¿El qué?»
«Tengo algo… que te interesará.» Metió la mano en uno de los bolsillos de su cinturón. Daredevil se puso en tensión, por si sacaba algún arma. Pero no. Era una llave. Pequeña. De una taquilla. El anciano se la mostró.
«Es una taquilla de la terminal Grand Central. Dentro hay papeles que robé en una de las casas. Muestran que todos estos de la independencia están comprados.»
Zorro Negro le ofreció la llave. Matt dudó.
«Sabes que podría cogerla y aun así entregarla a la policía.»
«Sé que eres un hombre de honor, Daredevil. Te prometo que no robaré más. Pasaré mis últimos días retirado, descansando. Sabiendo que he hecho algo bueno.»
Volvió a ofrecerle la llave. Matt la cogió.
«Si vuelvo a verte, te encarcelaré.»
«No volverás a verme. Taquilla 25A12. Suerte.»
Zorro Negro lanzó un cable y comenzó a descender, dejando a Daredevil solo, perdido en sus pensamientos.
A la mañana siguiente, Matt y Foggy fueron a la terminal. Si alguien les espiaba, dirían que Daredevil les había entregado la llave. Entre la multitud era difícil saberlo, pero Matt sabía que Zorro Negro le había dicho la verdad.
Llegaron a la zona de las taquillas. Foggy estaba nervioso, le temblaban las manos al abrir la cerradura. En el interior había un sobre voluminoso. Foggy lo abrió.
«Hay muchos papeles.»
«Échales un vistazo», le dijo Matt.
«Son… transferencias bancarias. De una cuenta de las Islas Caimán. El beneficiario es el Senador Kasetszer. Y el ordenante…»
«Kingpin», dijo Matt, que estaba leyendo con sus dedos otro de los papeles. «Fisk está detrás de todo.»
CONCLUIRÁ
¡Jefe, que breve! Y que memoria histórica, lo que me ha costado acordarme de quien era el Zorro. La trama mola, a ver cómo se resuelve.
¡Muy bueno! Mantienes la tensión durante todo el relato, que además está muy bien escrito.
Soy nuevo por aquí, pero creo que tendré que volver más a menudo para ver cómo se resuelve todo esto 🙂
Tomás… lo acabé sobre la bocina, de ahí la brevedad. La idea de usar a Zorro Negro era de Bergil… aunque el lo llamaba Zorro Gris 😀
JonahJ… bienvenido!! Me alegro que te haya gustado. En la actualización de abril (a finales de mes), si no pasa nada raro, se publicará la conclusión de la historia. ¡Espero cumplir con las espectativas!