En cada rincón de Marveltopia están pasando cosas, desde las profundidades de Atlantis a las ciudades volantes de la gente pájaro, desde el microverso dentro de una probeta hasta la lejana Nebulosa Oscura. Nada se pierde, todo está quedando registrado. Descúbrelo en…
#17 – Doce VII
Las tierras baldías
Por Tomás Sendarrubias y Jose Cano
Portada de H.P. Santoro
Fecha de publicación: Mes 158 – 6/11
Tiempo Distorsionado. El Vigilante. La Zona Azul de la Luna.
Los ojos de Ohum no se apartan de lo que ocurre en la Tierra en cada momento. Sólo el poder de un Vigilante es capaz de romper las brumas provocadas por la presencia de los Hermanos en el planeta que él debía observar. Más allá de los fogonazos del Poder, de la Realidad distorsionada, del Tiempo que se curva sobre sí mismo, del Espacio que se pliega y de despliega, de los engaños de la Mente y de las nieblas que envuelven el Alma. Quizá… sólo quizá… Ohum se planteé por un momento si su poder sería suficiente como para rechazar a los Hermanos, Pero ese pensamiento, ese sentimiento, desaparece en su interior, devorado por su sentido del deber.
Son Vigilantes, no guardianes.
Su deber es observar, no intervenir.
Y para ellos, las teorías de Heisenberg según las cuales el observante condiciona lo observado, no tenían sentido. Tiempo atrás, ese pensamiento se había extendido como una herejía, muchos Vigilantes se habían entregado a la muerte para poner fin a esa idea, la de la mera observación como injerencia. La Herejía había sido erradicada, los muertos habían vuelto a la vida…
Ohum sabe lo que debe hacer.
Vigilar.
Apenas gira la cabeza un instante, cuando nota que el aire se desplaza junto a él, y una silueta oscura cae del cielo, con unas grandes alas extendidas. Todo él es del color del ébano, casi más destacable por manifestar una ausencia de materia que por tener una forma definida. Sus ojos arden como dos estrellas, mientras que en sus alas, pueden intuirse constelaciones remotas, inexistentes o ya olvidadas.
-Asuriel de la Entropía-dice Ohum, reconociendo al Séptimo Hermano, la Emanación de la Entropía, la manifestación de la Rueda del Cambio, despertado por los Seis de su sueño en la Gema Negra de las Pléyades1.
–Ohum, de los Vigilantes-replica Asuriel-. ¿Contemplando mi obra?
-¿Es algo de los que te sientes orgulloso?
–Sí. Lo que tienes ante tus ojos es la verdadera Entropía, Ohum. El caos más absoluto. Los seis pilares del propio Orden se han vuelto contra él. Los ejes que vertebran el Tiempo y el Espacio se han roto. La Realidad fluye, deja de ser estática. El Poder descontrolado alza los propios continentes y deshace la materia. Y aquello que eleva a los hombres por encima de otros seres, Mente y Alma, se convierten en su perdición y su caída. ¿Sabes a donde conduce todo esto, Vigilante?
-A la destrucción. Al caos.
–A la Entropía.
Tiempo Distorsionado. Adam Warlock. La Torre. Órbita de LaGrange.
Warlock lanza un reniego, mientras escupe los restos de una fruta podrida, y se apoya en una de las paredes cromadas de la Torre. Con todos los sistemas de medición de tiempo convertidos en juguetes sin sentido, Adam sabe que podría llevar huyendo y escondiéndose años, eones, o sólo unos minutos. Hace tiempo que no ve a nadie más en la Torre, y sabe que probablemente, sólo él y la Emanación de la Gema Alma, Odiel del Alma estén recorriendo en solitario los pasillos de la Torre, en una cacería sin solución. Adam no duda ni un instante de quien es el cazador y quien la presa.
Se incorpora, se arrebuja en su capa, y apoyándose en su vara, coronada con una cabeza de águila, se adentra de nuevo en uno de los pasillos. Cree reconocer el lugar, es allí donde por última vez pudo ver a Kavita Rao, huyendo de un enloquecido John Jameson, de cuyos labios chorreaba un líquido viscoso y rojo, probablemente sangre. Había restos de carne cruda entre sus dientes. Adam había tratado de detener a Jameson, pero en ese momento, la Torre había sufrido una sacudida, y el hombre artificial creado por la Colmena, había sido arrojado a varios pasos de John y Kavita. Había querido encontrarlos, pero había sido imposible, como si el espacio físico de la Torre cambiara a cada paso.
Escucha un gemido.
La capa oscila tras él, la energía crepita en sus puños. Adam camina hacia el lugar del que procede el ruido, uno de los recodos, y contiene el aliento, sin ser consciente de ello. Abre la puerta, y atónito, observa a Adam-X y Starfox. O lo que queda de ellos. Están famélicos, desnudos, llenos de heridas. Sus costillas se marcan cruelmente en la piel de sus tórax, sus vientres se hunden hacia dentro. Y ambos yacen en el suelo, desnudos, entrelazados, con las bocas unidas de forma hambrienta, acariciándose como si la vida les fuera en ellos. Adam Warlock conoce perfectamente aquellas miradas vidriosas, aquella sensación de locura que transmitían. Algunos podrían entenderlo como pasión.
Adam sabía entender la locura.
-Odiel-susurra, dando un par de pasos hacia ellos, y concentrándose un instante, puede leer las hebras de poder de la Gema Alma enroscándose alrededor de ellos. Pone sus manos doradas sobre ellos, que en ningún momento dejan de convulsionarse bajo su piel, y rompe los lazos de Odiel.
De inmediato, Eros y Adam-X se miran sorprendidos, y poco a poco, se apartan el uno del otro.
-¿Qué…?-masculla Adam-X, mirando a su alrededor, aturdido. Eros se limita a retirarse, casi arrastrándose hacia una pared, y se apoya en ella, con las piernas encogidas contra el pecho, escondiendo su rostro entre las rodillas.
-El poder de Odiel-explica Adam Warlock, encontrando en un rincón de la sala parte de las ropas del Centurión Nova, y pasándoselas, girándose para proporcionarle algo de intimidad-. Nos ha dado nuestros miedos, o nuestros deseos…
-No, eso no es posible, yo no…
-¿Esto es lo que hacen mis poderes?-gime Eros, alzando sus ojos. La mirada del eterno está rota, las lágrimas recorren sus mejillas-. ¿Esto es perder el control? ¿Esto es lo que mis poderes hacen a… a otras personas?
-Eros…-susurra Adam, arrodillándose junto a Starfox-. Odiel está retorciendo todo lo que somos, todo lo que queremos. Lo que deseamos y lo que tememos. Mancha lo que somos, nuestras almas.
-He estado antes con hombres-continúa Starfox-. Es la naturaleza de mis poderes, atraen hacia mí a cualquiera. Pero esto… ahora… Adam, yo no…
-No es culpa tuya, Starfox-gruñe Adam X-Tremo, ajustándose los cierres del chaleco del Cuerpo Nova, que parece bailar sobre su delgada figura-. Esa zorra de Odiel se ha aprovechado de uno de tus temores, y ha decidido hacerme partícipe de él. Créeme, no sé cuanto tiempo hemos pasado los dos solos aquí, he perdido el sentido del dolor y del placer. Y yo jamás había estado con otro hombre. Y no estaba entre mis planes. Pero si nos quedamos aquí lamentándonos de lo que nos han obligado a hacer, habremos conseguido que esa puta tenga lo que quería. Hagamos nuestro trabajo, y luego, lamentémonos si es lo que debemos hacer.
–Lamentaos ahora.
Los tres se giran hacia el rincón de la estancia en el que Odiel ha hecho su aparición. Su silueta es la de la misma gracia y la belleza, sus ojos acuosos transmiten paz. Las trenzas oscilan en su espalda, pero empuña con fuerza la lanza en sus manos. Dos hojas afiladas vuelan de las manos de X-Tremo, pero ella mueve la lanza, y las desvía con el astil. Adam Warlock siente el cambio de peso en la sala antes de que la descarga de gravedad salga de las manos del Centurión Nova, mientras Warlock se interpone entre el traumatizado Eros y la manifestación de la Gema del Alma.
Odiel gira la lanza, y la descarga gravitacional es cortada en dos por su filo. Las alas de la mujer de piel verde y ojos resplandecientes, se mueven suavemente, y en ese momento, la lanza vuela, atravesando la garganta de Adam X-Tremo, que se tambalea mientras la hoja recorre el interior de su mandíbula, corta su cerebro, y choca con el interior de su cráneo.
-¡Adam!-grita Warlock, mientras Odiel retira la lanza, y X-Tremo se tambalea, antes de caer muerto a los pies del hombre dorado. Tras él, Eros, grita.
–Adam, mi amor, mi único amor…-susurra Odiel, dando un paso hacia delante, y la energía cósmica arde en sus manos, empuñando la vara a modo de defensa.
-Vete-ordena, y ella se tambalea, como si hubiera recibido un golpe físico.
–No, mi amor, tú y yo somos uno…
-No sabes de lo que estás hablando.
Odiel sonríe y alza una mano, y en ese momento, su rostro muestra un instante de sorpresa, seguido de uno de crispación, y luego un rugido de furia. Antes de darse siquiera cuenta de lo que ocurre, la lanza de Odiel se ha hundido en el vientre de Warlock, que mira hacia abajo, sorprendido. Odiel gira la lanza, retorciéndola en las entrañas del hombre dorado, que grita de dolor mientras siente que la fuerza se le escapa, y cae de rodillas. Con un tirón, Odiel saca la lanza del interior de Warlock, que la mira sorprendido.
–Si no eres mío, no serás de nadie… y algo arde en tu interior…
Adam quiere hablar, quiere decir algo, pero la sangre ardiente le llena la boca y se derrama por su mentón. Su última mirada es para Eros, que continúa aterrado, lloroso en un rincón.
Los ojos de Odiel resbalan sobre el cuerpo muerto de Adam Warlock y se detienen en Eros.
–No hay ya nada que me ate a este lugar. Destrúyelo.
La ira inunda los ojos del Eterno, que con un aullido de furia, se arroja contra uno de los inmensos cristales de los pasillos, preparados para resistir el impacto de una docena de meteoritos.
En esos momentos, Eros de Tirán es mucho más, y el cristal se rompe. Tras él, la Torre comienza a estallar, arrojando toneladas de basura estelar y cuerpos mutilados al vacío.
Eros vuela a ninguna parte.
Tiempo distorsionado, Ave de Fuego. Alpes Dinámicos.
El hacha de Baladriel oscila como un péndulo, y por enésima vez, Bonita apenas consigue evitar el filo del terrible arma del Ángel del Poder, que golpea con todas sus fuerzas y se hunde en la roca de la montaña. La lava brota en inmensos chorros de fuego líquido de la hendidura, mientras las grietas recorren las montañas, que se colapsan sobre sí mismas. Ave de Fuego sabe lo que supondrán esos movimientos en las poblaciones cercanas. Seísmos, maremotos, erupciones volcánicas… todo el Este de Europa afectado por grandes desastres naturales provocados por los ataques de Baladriel.
-El Señor es mi Pastor…-musita Ave de Fuego, y sus llamas brotan de sus manos, impactando de lleno en Baladriel, que da un paso atrás y gruñe furioso-, nada me falta. Aunque camine por el valle de las sombras…
–¡No hay Dios!-grita Baladriel-. ¡No hay nada aparte de nosotros! ¡No hay nada aparte del Poder!
-En prados de fresca hierba me hace reposar-continúa Bonita, con los ojos lagrimeando. Ha visto demasiada muerte, demasiada destrucción en los conflictos bélicos que han devastado la región. Ha visto a Polonia reunir a miles de checos y conducirles a campos de exterminio que hubieran hecho palidecer a Auschwitz. Ha visto a Muerte dirigir a los ejércitos de Latveria sobre Sarajevo y arrasar la ciudad hasta convertirla en un solar con una única imagen, la de Muerte, tallada en obsidiana dominando las marismas que rodeaban la antigua ciudad. Y luego, el propio Muerte había sido abatido por los ejércitos de los Tártaros de la Rodina en el Caspio, aunque el propio mar se había convertido en una gran nube de vapor tóxico en el enfrentamiento entre Víctor von Muerte y Sergei Krylov, la Presencia, Kagan de la Horda Tártara. En aquel momento, Bonita sentía sobre sí misma el peso del dolor de toda la humanidad-. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repone mis fuerzas…
–¡Estúpida! ¡Beata!
Baladriel alza de nuevo su hacha, y Bonita se prepara para evitarla, pero el Ángel del Poder hace un cambio rápido, dejando caer la empuñadura a la otra mano, y golpeando a Ave de Fuego con un golpe horizontal, desgarrándole el vientre y haciéndola aullar de dolor.
–¿Te curará tu Dios? ¿Te salvará tu Dios?-grita Baladriel, mientras ella cae de rodillas.
-Me guía por la senda del bien, haciendo honor a su nombre-susurra Bonita, llevándose las manos al vientre, y alzándolas manchadas de sangre, y en ese momento, sus ojos se vuelven opacos, grisáceos y sin vida. Y una serie de microtejidos TO comienzan a cubrir la herida, ante la sorpresa de Baladriel, que frunce el ceño mientras sus ojos de color rubí arden-. Aunque pase por quebradas peligrosas ningún mal temeré…
El Fuego brota de Ave de Fuego, formando tras ella la imagen de un pájaro ardiente que cierra sus alas sobre Baladriel, la emanación de la Gema del Poder, haciéndole chillar de dolor mientras el aire se llena de olor a sulfuro y azufre, a roca fundida y magma. El ser alado se sacude, trata de liberarse del ardiente abrazo de Ave de Fuego, cuyo rostro ahora muestra trazas de circuitos y sombras de conexiones tecnorgánicas.
-Porque tú estás conmigo, tu bastón y tu vara me protegen….
Baladriel grita de dolor, y sus alas consiguen forzar, aún humeantes, el abrazo del pájaro ardiente, y sin mirar siquiera hacia atrás, vuela, alejándose hacia el cielo, huyendo de aquella mujer que le ha herido y le ha hecho sufrir más de lo que jamás ha sufrido.
En la montaña, Bonita Juárez, conocida como Ave de Fuego, ha dejado lugar a Virgo, y con un suspiro, alza sus ojos grisáceos al cielo púrpura, antes de que el suelo se abra bajo sus pies y se precipite hacia el vacío y la lava que arde bajo ella.
Y entonces, ve la luz.
Tiempo distorsionado, Nathaniel Richards y Capitana UK. Stonehenge, Inglaterra.
Linda apenas puede apartar su mirada de la aurora boreal que ilumina el cielo sobre ella, y en la que parecen verse ciudades y mundos lejanos, alienígenas…
Sólo el pequeño «pop» del aire desplazado por la teleportación la saca de su ensimismamiento, y se gira para ver a Nathaniel Richards, que aparece a su lado.
-¿La tienes?-pregunta ella, y Nathaniel asiente, abriendo la mano. En ella, brilla una gema resplandeciente, ovalada y que parece emanar una leve luz ambarina.
-La tengo-replica él, y ambos se esfuman.
Tiempo Distorsionado, Banshee. Academia de Massachussets, Boston.
Hacía ya tiempo que habían perdido todo contacto con Neo-Avalon cuando el ángel de color dorado apareció sobre la escuela. Al principio, Banshee no se lo había podido creer, cuando Vaina había conseguido saltar los protocolos de seguridad de Forja para contactar con la Patrulla-X, y habían conseguido escuchar el S.O.S de Amanda Sefton, con el llanto de los gemelos de fondo. Luego, se habían dado cuenta de que Paige no había franqueado los protocolos Forja. Estos habían caído, y probablemente, no habían tenido nada que ver en ello. Simplemente, habían dejado de ser relevantes en un mundo que parecía deshacerse por las costuras.
Ya se habían enfrentado antes a Utiel, la encarnación de la Realidad2, y había estado a punto de acabar con todos. Sólo la pura suerte había conseguido que no fuera así. Y ahora, no había venido solo. A su lado, un ángel de color púrpura se sostiene sobre ellos, apenas balanceando sus alas, una mujer voluptuosa, apenas cubierta por unas cintas de color oscuro, y armada con un arco. Una de sus flechas, apunta a la academia.
Banshee, sin pensarlo dos veces, lanza un grito y vuela hacia arriba, hacia el exterior de la Academia, mientras sabe que tras él, los estudiantes, junto a Jean, Scott y Bobby se preparan para lo que pueda venir. Cuando ve la flecha volar hacia él, piensa en Emma.
Es el último pensamiento de Sean Cassidy antes de que cada una de sus partículas sea apartada del resto, dispersada por todo el Eje espacial del Universo, reducido a lo inmediatamente superior a la Nada.
Baladriel cruje sus garras, y sonríe.
Tiempo distorsionado, Quasar. La Torre, órbita de LaGrange.
Wendell mira hacia la Tierra, y recuerda un viejo poema que aprendió en el colegio.
Así acaba el mundo.
Así acaba el mundo.
Así acaba el mundo.
No con un estallido, sino con un suspiro.
Por lo que Quasar podía ver, Eliot no tenía ni idea de lo que estaba hablando. Crucificado en el exterior de la Torre, con fragmentos de acero y cristal flotando a su alrededor y abandonado allí a su suerte por la hermosa Odiel, Quasar, protegido sólo por su escudo cuántico, y apenas de forma subconsciente, puede ver como la Tierra sufre.
Desde su perspectiva, ve que parte de la India ha desaparecido, absorbida por el mar. No es capaz siquiera de calcular las muertes que deben hacer recorrido aquella zona. El globo. ¿Cuántas bajas en una guerra inútil? ¿Cuántas bajas por culpa de los planes de un egomaníaco cósmico? En algún momento, perderá la consciencia, y entonces, el campo que le protege caerá, y lo matará el frío del Vacío. O un afilado fragmento de los polímeros que habían formado parte de la torre. O la soledad, la falta de agua, la desnutrición. Y será uno más de ellos.
Abre los ojos, y ve sobre él algo que no esperaba volver a ver nunca. El cielo azul. Trata de hablar, pero sus labios se quiebran de puro secos y nota el sabor de la sangre bajando por su boca.
-Tranquilo, Quasar-dice alguien a su lado, limpiándole las heridas de sus labios con un trapo húmedo para acto seguido, verter agua con cuidado en su boca, calmando su sed. Quasar se gira hacia allí, y cuando su vista se aclara, ve dos rostros conocidos.
-Lyja… ¿Crystal?
Las dos mujeres asienten, y como si quisiera dejar claro que se encuentra allí, Mandíbulas aparece entre ambas, dando un húmedo lametazo al rostro de Quasar.
-¿Qué…? ¿Dónde…?
-Supongo que lo siguiente va a ser «quién», «cómo», «cuando» y «por qué»-dice Lyja, ayudando a Quasar a incorporarse- Qué… una operación de respuesta. Dónde… en Attilan… o lo que queda de ella. Cómo… con mucho odio, tenemos mucho que vengar. Cuándo… en cuanto Crystal y Mandíbulas terminen de reunir a los supervivientes. En cuanto a quién…
-Todos aquellos a los que consigamos reunir.
Quasar se gira sobresaltado hacia atrás, y ve al último hombre sobre la faz de la Tierra con el que esperaba encontrarse. Las arrugas se marcan en su rostro, como si hubiera envejecido muchas décadas de repente, como alguien que lo ha perdido todo y a todos. Pero sin embargo, mantiene algo regio en su postura, algo casi mesiánico. Se quita el yelmo de acero rojo, y sus ojos azules se clavan en Quasar.
-Aún no hemos perdido-dice Magneto-. No del todo.
Tiempo distorsionado, Nathaniel Richards. Liberty Island, Nueva York.
-¿A esto se refería Roma cuando decía que toda la Realidad podía demenuzarse?-pregunta Linda, mientras mira a su alrededor, observando atónita el montón de herrumbre verde y naranja en que se ha convertido la Estatua de la Libertad. Sin embargo, a su alrededor, todo parece lujuriante, una vegetación exuberante, propia de un tiempo pretérito, anterior a que el hombre pusiera su pie sobre la Tierra, anterior quizá a los grandes Reyes Lagarto…
-Linda, necesito que te concentres.
La voz de Nathaniel saca a Capitán UK de la ensoñación en la que estaba cayendo, y ella da un traspiés, evitando sólo el fuerte brazo de Nathaniel el que caiga de bruces.
-Nathaniel, ¿qué…?
-El tiempo está roto, nuestras percepciones están alteradas-dice él, abarcando todo su entorno con un gesto-. Afecta a todo el entorno de la Tierra, pero su centro está aquí, justo en la Estatua de la Libertad. Supongo que la Emanación de la Gema del Tiempo tiene un curioso sentido de lo irónico.
-¿Podremos derrotarle solos?-gruñe UK, sintiéndose enfadada por haber caído tan fácilmente en las trampas del Ángel del Tiempo, pero Nathaniel se encoge de hombros.
-No estaréis solos.
UK, que esta vez no piensa dejarse coger por sorpresa, se gira preparada para luchar, pero no son enemigos a quienes ve aparecer de un portal dorado. Cable, Bishop, el Caballero Negro… y tres de los Eternos. Ikaris, Ajak, Makkari.
-En nombre de Eduardo el Confesor, ¿qué estáis haciendo aquí?-gruñe Linda, mientras Cable cierra el portal tras ellos.
-Todos ellos, en mayor o menor medida, son viajeros en el tiempo-dice Nathaniel, sin prestarles apenas atención-. Habrán sido atraídos por las emanaciones temporales de la isla, igual que nosotros.
-¿Dónde está?-pregunta Bishop, chispeando de energía cronal, y UK señala las ruinas de la Estatua-. Estupendo. Vamos a poner las cosas en su sitio…
UK nota de pronto una sensación de electricidad, como una picazón en la piel, y en ese momento, se ve a sí misma continuar hacia delante, junto a Nathaniel, Bishop, Cable, el Caballero Negro, Ikaris, Ajak y Makkari.
-¿Qué…?-masculla Linda, y en ese momento nota una mano posarse con firmeza sobre su hombro. Se gira y se encuentra con Nathaniel Richards, que la sonríe con cierta sorna.
-Un bucle temporal-explica él-. La emanación de la Gema del Tiempo nos ha encerrado en un ouroboros infinito. Y ha hecho lo mismo en otros lugares. Yo escapé, y ahora, tenía que liberarte.
-¿Ahora? ¿Cuánto tiempo me has dejado…?
-No lo sé-responde Nathaniel, encogiéndose de hombros-. El tiempo ya no tiene sentido, no es algo mensurable. Pero lo he hecho cuando era necesario. Linda… tengo un plan.
Tiempo distorsionado.. El Vigilante y Asuriel de la Entropía. Zona Azul de la Luna.
–¿Y bien, Ohum?-dice Asuriel, alzando una mano y señalando hacia la tierra. La penetrante mirada del Vigilante ve como la última de las copias de Madrox cae en Washington, víctima de las manipulaciones de Sheltarion, el ángel de la Mente, que se recrea en la destrucción de la mente de colmena que ha generado uniendo las mentes de diferentes telépatas y que ha extendido un virus psíquico por toda la Tierra, un virus que está acabando con la población por millares-. ¿No es acaso lo que ves una obra de arte? ¿No es poesía?
-No insultes a las víctimas diciendo que esto que estáis llevando a cabo es arte…-gruñe Ohum, sin dignarse a mirar directamente hacia la encarnación de la Entropía-. Lo que hacéis se mueve entre el genocidio, la política y un burdo intento de burlar la evolución natural.
–Nos subestimas, Vigilante.
-Habéis permitido que alguien más inteligente que vosotros os manipule, Asuriel de la Entropía. Servís a los intereses de un octavo, y lo hacéis conscientes de ello, aunque planteéis que estáis realizando una actuación por voluntad propia, que esto obedece a vuestro interés.
–Lo hace al mío, Ohum. Aquel al que llamáis «Inteligencia Suprema» quizá crea que nos manipula, quizá crea que hacemos lo que hacemos porque él nos lo ha ordenado, o porque nos ha engañado para actuar bajo su voluntad. No es así, Vigilante.
-Daréis a luz un nuevo mundo, y los Kree…
–Los Kree no tendrán relevancia, no cuando la Entropía lo domine todo.
-Al final, eso será algo de lo que deben ocuparse otros-masculla Ohum, y el ángel negro se gira hacia él, con un gesto de curiosidad en su rostro de obsidiana.
–¿A qué te refieres, Vigilante?-gruñe Asuriel.
El propio suelo de la luna tiembla cuando una ola de tierra y rocas se alza, como si la tierra se hubiera licuado y un tsunami avanzara imparable hacia Asuriel. La emanación de la Entropía apenas tiene tiempo de alzar las manos, y la energía caótica enraíza en aquella ola, deshaciéndola, convirtiéndola simplemente en una nube de polvo que le rodea sin hacerle daño alguno.
-A que mi juramento me impide luchar contra ti, Asuriel. Pero no me impide sustraerte información, y creo que no contabas con ellos.
Los ojos de Asuriel, capaces de traspasar las más oscuras tinieblas cósmicas no tienen problema para identificar a aquellos que se alzan ante él. El ángel de la Entropía sonríe. Los supervivientes. Quizá no los más fuertes, pero si aquellos que han podido esquivar o incluso rechazar a los otros Seis.
Magneto. Juggernaut. Cable. Constrictor. Namor. La Mujer Invisible. Sincro. Lyja. Quasar. Alistair Stuart. Karnak. Jennifer Kale. Hulk. Ave de Fuego. USAgente. Gravitón. Crystal y Mandíbulas.
–Diecisiete de vosotros y una mascota. No sois un amenaza-dice Asuriel, extendiendo sus alas, que crecen como sombras al alejarse la luz, hasta que parecen llenar todo el espacio que le separa de sus atacantes.
-No, quizá no-dice Magneto-. O quizá sí.
Sin una palabra más por parte del Amo del Magnetismo, Ave de Fuego, rescatada en el último momento por Mandíbulas y Crystal del hundimiento del Este de Europa, grita, mientras las llamas brotan de ella como un caudal inagotable, envolviendo a Asuriel, que sorprendido al sentir dolor, grita.
-Y tal vez no seas tan invulnerable a todo como crees…-concluye Magneto, y alzando sus manos, las piezas metálicas de los edificios de la Zona Azul de la Luna vuelan a toda velocidad hacia Asuriel. El ángel de alas negras aúlla de dolor, pero los fragmentos metálicos se descomponen antes de alcanzarle, en un proceso de oxidación acelerada. Una oleada de energía caótica estalla alrededor de Asuriel, rompiendo el ataque de Ave de Fuego, que se tambalea. El suelo tiembla cuando Juggernaut corre hacia Asuriel, que simplemente desaparece, permitiendo que Caín Marko se estrelle contra un edificio de aspecto alienígena.
–¡No consentiré esto!-grita Asuriel, mientras Hulk se planta ante él. El coloso esmeralda lanza sus puños contra el ángel, como dos bolas de demolición, pero Asuriel lo detiene con sus manos, momento que aprovecha Quasar para lanzar un rayo de fuerza cuántica que se estrella de lleno entre las alas de Asuriel. La emanación de la Entropía se gira hacia Quasar, y sus ojos se oscurecen. Wendell grita, mientras su piel se vuelve negra, humeante. Las bandas cuánticas caen al suelo, con Quasar convertido en cenizas.
-¡Quasar!-grita Lyja, furiosa, mientras dos rayos láser vuelan de sus puños hacia Asuriel, aunque este los resiste con una risotada.
–¿De verdad creéis poder enfrentaros a mí? ¿De verdad?
-Sí-afirma Karnak-. Niño, es tu momento.
De pronto, alguien aparece junto a Asuriel, y Sue Richards deja salir del campo de invisibilidad a Sincro, cuyos ojos arden con el reflejo de mil estrellas, igual que los de Asuriel.
-Le tengo-dice el muchacho, con una voz ronca que recuerda a la del ángel oscuro. Jennifer Kale lanza un hechizo a varios metros de ellos, y el suelo bajo los pies de Asuriel se deshace, convirtiéndose en un fango pegajoso, mientras unas alas de energía oscura brotan de la espalda de Everett.
Asuriel trata de deshacer la presa de Kale, pero las manos de Sincro resplandecen de energía caótica, anulando por completo el poder de Asuriel.
-Magneto, Gravitón…-ordena Karnak, y Alistaire Stuart se arroja sobre Sue Richards, que debería haberse apartado de Asuriel tras dejar a su lado a Sincro. Pero Sue Richards ha visto como su hermano, su marido y su mejor amigo morían. Como su hijo desaparecía en una mente de colmena provocada por el Ángel de la Mente. Y no era el momento de las emociones, era el momento de salvar el mundo.
-Hijo de puta-sisea Sue, pero Alistaire consigue apartarla a tiempo, en el momento en que los poderes de Gravitón y Magneto se combinan. Gravedad y Magnetismo, dos de las fuerzas fundamentales del Universo se mezclan, y con un crujido, un agujero negro se manifiesta a escasos centímetros de Asuriel. Una gravedad tal de la que ni la luz puede escapar convocada sobre un punto mínimo del espacio por el poder de Gravitón, mantenido por el de Magneto, que evita que el Agujero Negro crezca más allá de lo que debe y acabe con la Luna y con toda esa parte del Sistema Solar. Un viento tan fuerte que podría arrancar la piel de cualquiera de sus huesos, impacta de lleno en Asuriel, una tempestad convocada por Crystal.
–No seré expulsado-gruñe Asuriel, y hay un centelleo de color en sus ojos.
-Vienen-dice Karnak, y a su lado, USAgente asiente.
-Estupendo, entonces… todo va según el plan.
Asuriel trata de utilizar sus poderes para anclarse, para evitar caer en el agujero negro de Gravitón y Magneto, pero cada uno de sus recursos caóticos es respondido de la misma manera por Sincro, aunque el muchacho comienza a dar muestras de agotamiento. Asuriel no puede evitar sonreír, y fuerza un paso más. Con un pulso de energía caótica, Everett Thomas estalla en una pira de llamas negras. Las alas de Asuriel se mueven, y el Agujero Negro simplemente deja de existir.
–Tendréis lo que os merecéis-dice Asuriel, y como seis meteoros, sus Hermanos caen del cielo, flanqueando a la manifestación de la Entropía.
Utiel de la Realidad.
Sheltarion de la Mente.
Odiel del Alma.
Baladriel del Poder.
Miriel del Espacio.
Lotiel del Tiempo.
Los ojos de Karnak se dirigen hacia la Tierra, y aunque no llega a sonreír, un esbozo de sarcasmo aparece en una de sus comisuras.
-¡Tú!-grita Magneto, señalando hacia Miriel-. ¡Me debes mucha sangre!
–Anciano-responde la Emanación del Espacio-. Sois tan frágiles…
Miriel ni siquiera parpadea, y Magneto desaparece.
-¡Perrito!-grita Alistaire, revisando el GPS que sostiene y corriendo hacia Mandíbulas-. ¡Está fuera del Área Azul!
Alistaire y Mandíbulas desaparecen, mientras Baladriel, alzando el hacha, se dirige hacia Ave de Fuego.
–Tú y yo tenemos algo pendiente…
-Todos tenéis algo pendiente conmigo-interviene la Mujer Invisible, y un muro de fuerza aparece entre Baladriel y Ave de Fuego-. Habéis matado a mi marido. Habéis matado a mi hermano. Habéis matado a mi hijo…
–Y seguiremos matando, humana-ríe Baladriel, y con un solo golpe de su hacha, el campo de fuerza de Sue se fragmenta como un cristal roto. Sin embargo, no puede dar un paso más antes de que Juggernaut y Hulk caigan sobre él.
-¡Hulk aplasta!-grita el Coloso Esmeralda, y Baladriel, ya herido por su anterior enfrentamiento con Ave de Fuego, no puede evitar caer al suelo, hincando sus dos rodillas sobre el polvoriento suelo de la Luna-. ¡Hulk aplasta!
El escudo del USAgente vuela hacia Sheltarion, el Ángel Azul, que alza su propio escudo para protegerse, movimiento que aprovecha Karnak para golpear de forma lateral al Hermano, alcanzándole justo bajo las costillas. La emanación de la Gema de la Mente se tambalea, y una explosión psiónica hace que Karnak y USAgente caigan al suelo, los dos con sangre brotándoles de sus oídos.
-Toda piedra tiene un punto débil-gruñe Lyja, apareciendo frente a Sheltarion.
–Hay tanto dolor-dice Odiel, deteniéndose junto a las cenizas de Quasar, mirando hacia el cuerpo muerto de Sincro-. Tanta pena, tantas emociones.
-Esto no es un culebrón, pelandusca-gruñe Jennifer Kale. Odiel trata de acceder a su alma, a sus sentimientos, pero Jennifer traza una señal en el aire con dos dedos, un dibujo sobre su pecho y su corazón, una runa de defensa atlante, la Señal de Saav, y Odiel se ve obligada a retroceder.
–¿Qué hay dentro de ti, niña?
-Ahora mismo, mucha mala leche, bruja-replica Jennifer, y vuelve a alzar las manos en un gesto mágico, pero se ve interrumpida cuando el meteoro metálico que es Juggernaut se estrella a sus pies, levantando una nube de polvo y escombro que arroja a Jennifer a varios pasos de distancia. Jennifer grita cuando ve que el casco de Juggernaut le ha sido arrancado, y con él, la cabeza. Los tentáculos eléctricos de Constrictor hacen su aparición, golpeando el suelo entre Jennifer y Odiel, mientras el ángel del Alma es golpeado de forma violenta por un martillo de gravedad a 80G, obra de Gravitón.
–Esto NO OCURRIRÁ-grita Asuriel, y una oleada de energía caótica se expande por toda la Zona Azul de la Luna-. Sois parásitos. Menos que insectos. No podéis alzaros contra nosotros. No podéis oponeros a nosotros. Somos la Luz que Ciega. Somos el Último Invierno. Somos los Siete Sellos. Somos los Heraldos del Mahapralaya. Somos la Tormenta Final. Somos lo que está escrito, el Fin y el Nuevo Comienzo. Arjé y Telos. Somos el Despertar de Brahma. Somos el Miedo en un Puñado de Polvo. Los Hijos de la Tierra Baldía.
Los Siete Hermanos se reúnen, dispuestos a lanzar su último golpe.
Y en ese momento, Sheltarion hunde una daga plateada el la espalda de Asuriel, que se gira, sorprendido, con los ojos casi fuera de las órbitas mientras la figura de Sheltarion se deshace, apareciendo allí Lyja, empuñando una daga plateada.
-Un recuerdo de Stephen Extraño que nos trajo Jennifer-sisea Lyja, que se aleja un par de pasos sin soltar el cuchillo de Daga de Plata-. Vinculada a los Señores del Orden, por cierto.
Asuriel da dos pasos al frente, mira a los héroes y luego a Lyja. Alza una mano hacia ella, pero no la alcanza antes de caer, mientras su piel parece resquebrajarse.
Y en ese momento, un relámpago golpea a unos pasos antes de los héroes, mientras Nathaniel Richards y Capitana UK hacen su aparición. Sorprendido, Alistaire Stuart no puede evitar disparar con su arma reglamentaria de WHO, pero la bala es detenida en pleno vuelo y sin problemas por Linda, que le mira con cierta rudeza.
-Ahora-dice ella-. No habrá otro momento.
Nathaniel asiente, y mira a su alrededor. Sabe que tiene que entregar lo que tiene a alguien, pero… ¿a quien? Banner es su primera opción, pero… ¿y si Hulk…? No cree en Magneto, ni en Gravitón, desde luego, no está dispuesto a correr ese riesgo. Karnak… Lyja… USAgente… Los ojos de Nathaniel pasan sobre ellos, y finalmente, se detienen en ella. En Sue Richards.
-Sólo tú puedes arreglar esto-dice, y le tiende lo que sostiene en la mano.
–¡No!-grita Odiel, al ver lo que Nathaniel le entrega a Sue Richards.
El Guantelete del Infinito, con las Seis Gemas engastadas en él.
Sue coge el guante, y lo pone en su mano derecha, y entonces…
Mes 7, día 18. Los héroes. Zona Azul de la Luna.
…Sue cae al suelo de rodillas, con los ojos inundados de lágrimas. A su lado están Nathaniel Richards y Capitana UK. Y a pocos pasos, Magneto, Gravitón, Crystal, Karnak, Ave de Fuego, Jennifer Kale, Alistaire Stuart, USAgente, Bruce Banner, Constrictor… Juggernaut, Sincro y Quasar.
-Estamos… vivos-masculla Quasar, y Sue asiente.
-Lo he… lo he corregido todo-masculla Sue, apoyándose en Nathaniel-. Todos los que murieron en esta batalla, las tierras destruidas, todo…
-Y algo más, por lo que veo-la interrumpe Nathaniel, mirando la silueta de Sue Richards-. Sue, ¿estás segura de…?
-¿Cómo no iba a estarlo, Nathaniel?-dice ella, llevándose las manos al vientre-. Fui Omnipotente por un momento, pude arreglarlo todo. Las gemas vuelven a estar contenidas. Escuché tu voz, lo hice como tú lo dijiste. Selladas en su propio poder, cerradas en este plano, moviéndose hacia delante y hacia atrás en el tiempo para terminar volviendo siempre a un único momento de tiempo cerrado, aquel en el que tú las recogías todas. Pero me entregaste el Guantelete a mi, lo podrías haber utilizado tú…
-No debía…
-Porque temes la Omnipotencia-continúa Sue-. Porque no sabes lo que podría ocurrir si tocaras el poder absoluto, si podrías desprenderte de él. Por eso me lo entregaste a mí.
-Pensé que serías más equilibrada, Susan-responde Nathaniel-. Menos…
-Déjala en paz, Richards-dice Crystal-. Ha hecho lo que hubiera hecho cualquier mujer que hubiera pasado por lo que ella ha pasado.
Crystal abraza a Sue, que no aparta sus manos de su vientre. Durante unos instantes, ha podido notar la vida que late en su interior, ha podido percibir incluso sus pensamientos, su alma.
-Tenemos mucho que hacer-dice Magneto-. Y no creo que nadie pueda echar nada en cara a Susan Richards. Debo volver a Neo-Avalon, debo comprobar que todo esté bien…
-Hay algo raro-interviene Alistaire, mirando con gesto de sorpresa su reloj-. Ha vuelto a funcionar, pero… Ha pasado casi un mes. Estamos a 17 de Abril.
-La Omnipotencia no implica que la persona que la tenga sepa controlarla-responde Nathaniel, encogiéndose de hombros-. Un desajuste mínimo. Pero Sue… todos recordamos lo que ha pasado…
-Nosotros sí-asiente Susan-. Lo he borrado de la mente de las gentes de la calle, pero nosotros… todos nosotros, héroes y villanos, debemos recordarlo. Debemos saber lo que hemos sufrido, lo que podría haber ocurrido…
-No sé si es algo que quiero recordar-dice Sincro, negando con la cabeza-. Ese… tío… me mató. Pero ahora estoy aquí otra vez… como si nada hubiera pasado. Pero ha pasado…
-Y eso es lo que no debemos olvidar-asiente Quasar.
-No, no debemos-sisea Lyja, y todos giran sus ojos hacia ella-. Si la Torre está en funcionamiento, debo ir allí. Los Siete Hermanos han sido detenidos, pero aún tenemos que evaluar la amenaza Kree… y la implicación en todo esto de la Inteligencia Suprema. Todo esto no ha acabado.
-Lyja…-musita Sue, pero Lyja niega con la cabeza.
-Crystal, todos tenemos seres queridos, familiares y amigos a los que ver. Todos tenemos mucho que hacer-dice Magneto-. ¿Podría Mandíbulas…?
-Claro-asiente la Inhumana-. Pero Sue será la primera. Creo que Reed debería saber que va a ser papá… otra vez.
-Nathaniel… deberías venir conmigo-dice Sue, y Nathaniel Richards suspira.
-Sí, debería. Pero tengo otro deber. Linda y yo aún tenemos cosas que hacer. Pero ten seguro que volveré a tiempo de ver como nace mi nieta…
-¿Una niña?-pregunta Sue, sonriendo, y Nathaniel se encoge de hombros.
-Quiero una nieta-dice él. Sue Richards le abraza, dejándole sorprendido, y luego, desaparece junto a Crystal y Mandíbulas.
-¿Dónde está el guantelete, Richards?-pregunta Magneto, y Nathaniel y Linda se giran hacia él.
-Las gemas se han repartido por el Continuo-explica Richards-. No podíamos cambiar el pasado, pero lo retorcimos para que se adecuara a nuestras necesidades. Los hermanos vuelven a convertirse en gemas, y eso es Tiempo Sólido. El Guantelete del Infinito no existe ya, Magneto. ¿Es codicia eso que leo en tu mirada?
Magneto y Richards se observan mutuamente en silencio unos instantes, y en ese momento, Crystal aparece de nuevo con Mandíbulas.
-Bien, ¿quién es el siguiente?
Mes 7, día 21. Doctor Extraño. Greenwich Village, NY.
El aire alrededor de Stephen Extraño parece oscilar, mientras el Hechicero Supremo flota a un par de palmos del suelo, con las piernas cruzadas en una posición básica de yoga. Frente a él, el Orbe de Agamotto parece centellear, mostrando una decena de extrañas imágenes a las que Extraño trata de encontrar sentido, aunque no tiene mucho éxito en ello.
-Maestro.
La voz de Wong llega a Extraño como un eco remoto, el sirviente ha aprendido a moverse y actuar por toda la mansión sin distraer a su maestro. Extraño baja la mirada, cerrando los ojos y buscando la salida del trance en el que se encuentra. Hay una pequeña resistencia, una sensación pegajosa, como si pasase a través de una telaraña, pero finalmente, nota los blandos cojines bajo sus piernas y el Orbe de Agamotto deja de centellear. Stephen se gira hacia Wong, que permanece silencioso en el quicio de la puerta hasta que ve que los ojos de Stephen se giran hacia él.
-Maestro, tiene visita.
-No esperaba a nadie hoy.
-Sí, bueno, me gustan las sorpresas. Así que… sorpresa-dice, apareciendo con cierta desgana tras Wong, un hombre de cabello rojo recogido en una cola de caballo baja, vestido con unos pantalones de cuero, botas de motorista, camiseta negra y una chaqueta vaquera. Sin embargo, pese a su aspecto relativamente normal, Stephen Extraño reconocería su rostro en cualquier parte, aunque intentara disfrazarse… Y él no era demasiado amigo de los disfraces, ni una persona exactamente discreta.
-Daimon-masculla Extraño, incorporándose, y el Hijo de Satán aparta de forma poco sutil a Wong, que le clava una mirada gélida en la nuca, mientras el recién llegado avanza hacia el Hechicero Supremo. A pocos pasos de él se detiene, y le tiende una mano, que Extraño estrecha de forma cauta-. ¿A qué debo el placer de tu visita?
-A que hasta hace poco estábamos muertos los dos-responde Daimon, encogiéndose de hombros mientras se acerca a uno de los ventanales de la habitación donde se encuentran, mirando hacia el exterior-. Y ahora estamos aquí otra vez. ¿Cómo se supone que vamos a hacer frente a eso?
-Mi experiencia regresando del Mundo de los Muertos es mínima, Daimon, creo que no puedo ayudarte en esto. Eso sí, si lo necesitas, podría recomendarte a algún psicólogo especialista…
-Ya, Leonard Samson o la pirada de Piedra Lunar… No creo que ninguno de los dos tuviera muy claro qué decirnos a ninguno de los dos, Stephen. Tú y yo… nos movemos en otros mundos, donde lo que ellos pueden medir no es mensurable. Tú y yo sabemos cosas que les harían necesitar a ellos psicólogos con los que tratar las pesadillas que les crearíamos. Y convertir a la Doctora Sofen en una adicta al Prozac es una idea interesante…
-Daimon, no puedo decir que no esté disfrutando de tu visita, pero no entiendo muy bien qué haces aquí. Wong, ¿puedes preparar té, por favor?
-Claro, maestro-asiente el aprendiz, dejando la sala, y Daimon lanza una sonrisa socarrona a Extraño.
-¿Té? Supongo que es demasiado esperar que en una casa así tengáis algo de cerveza decente…
-Daimon…
-He oído que la chica de Japón continúa en coma3-dice finalmente Daimon, y turbado, Stephen asiente-. Pero se suponía que Sue Richards había corregido todos los efectos de las Gemas del Infinito.
-También se suponía que eso era información restringida a unos pocos, y no recuerdo que tú estuvieras en la lista-gruñe Stephen, incómodo.
-Podría decirte que me lo ha dicho un pajarito, pero supongo que terminarías enterándote. Durante las Guerras Infernales, uno de mis actuales aliados conoció a una precog de lo más efectiva. Una vez que consigues desentrañar su forma de explicarse, es de lo más clara4. Ella me lo dijo.
-Pues has encontrado una fuente de lo más fiable.
-Stephen, algo ocurría con la magia desde mucho antes de la Guerra de los Siete Hermanos, desde el final de las Guerras Infernales. He perdido mi alma oscura y gran parte de mis poderes, pero conservo cierto sentido místico, y hace meses que me está gritando que algo no va bien. Esperaba que todo se corrigiera con la desaparición de los Siete Hermanos, pensaba que era cosa de ese Ángel de la Realidad. Pero mi instinto no ha dejado de aullar. Si el estado de Magical Girl hubiera estado inducido por esa criatura, ¿no debería haber despertado ya?
-Sí, debería haberlo hecho.
-Esta mañana estuve en una casa no lejos de aquí, en Brooklyn. Una familia hispana. Portorriqueños, ya sabes. El padre se marchó hace tiempo, la madre ha sacado adelante a siete hijos. El pequeño… vivía un caso de posesión, Stephen.
-Quizá se trataba de algún desvío psicológico…
-Stephen, ¿no crees que sé diferenciar entre una Corea de Huntington y una auténtica posesión demoníaca? Somos familia, nos conocemos-. Extraño gruñe, y Daimon continúa-. Era el primer caso de posesión que veía desde que Blaze se quedó para gobernar el Infierno5, y traté de utilizar un simple hechizo de expulsión. No era un demonio exactamente fuerte…
-Esta mañana noté…
-Estuve a punto de colapsar Nueva York, Stephen. Realicé una señal de expulsión y perdí el control. La onda de choque rompió todos los cristales en diez manzanas a la redonda, y eso que me vi obligado a utilizar toda mi fuerza de voluntad para contenerla. Estaré bebiendo Tylenol durante un mes. Stephen, seamos claros. Esto no ha terminado, ¿verdad?
Stephen guarda silencio y mira el ahora apagado Orbe de Agamotto, antes de girarse de nuevo hacia Daimon.
-No, no la hecho.
Mes 7, día 23. Thanos. Santuario, algún lugar del Cosmos.
El Titán Loco hace una mueca que en algún otro podría haber recordado a una sonrisa, pero en él resultaba un gesto aterrador.
Extendió una mano, y tomó la gema que flotaba ante él, una piedra negra de forma ovalada, completamente pulida, fascinante en su forma de reflejar y absorber la luz.
-Bien-dice Thanos, y se adentra en el interior de Santuario, con la Gema de la Entropía en la mano.
Mes 7, día 25. Misty Knight, Collen Wing, Randall Spector. Cerca de Buffalo, Nueva York.
-Muy bien, estamos en mitad de ningún sitio-gruñe Misty, bajando del Roadster negro conducido por Randall Spector, y con Collen de copiloto. El sol está alto, pero corre un viento frío que la lleva a abrocharse los botones de la cazadora con que se abriga. Mira a su alrededor, y efectivamente, no hay nada por ningún sitio, salvo un almacén de Rand Corporation frente a ellos, dedicado, según el cartel de la puerta, a la fabricación de papel.
-Bueno, desde Héroes, todos sabemos que no hay mejor sitio para una empresa secreta que una industria papelera-masculla Collen, ajustándose el cabello con una goma para formar una coleta. Randall las mira a ambas y sonríe.
-No esperaba una conversación friki de dos chicas como vosotras-dice, y las dos le miran extrañadas-. No sé… estáis… buenas. No os pega.
-Muchas gracias, Randall, eres todo un caballero-replica Misty, sacando un móvil del bolsillo de su chaqueta y pulsando una tecla-. Marc, hemos llegado. El GPS está activado, así que tienes nuestra posición en tu ordenador. Pero aquí no hay nada más que una papelera…-Misty sonríe y mira hacia Randall-. Ya, que Primatech6 tampoco parecía amenazadora… Sí, es que no esperaba ese comentario viniendo de ti… ya sabes, eres un tío inteligente… y estás bueno…
-¿Por qué a mí nunca me dices esas cosas?-pregunta Randall, asegurándose de que pese a no llevar el uniforme de Caballero Luna, lleva suficientes armas encima como para ser efectivo.
-Es que tú sólo estás bueno-responde Collen, y Randall sonríe.
-Me parece suficiente. ¿Vamos?
-Sí-afirma Misty, volviendo a guardar el teléfono-. Marc insiste en que todos los datos que conseguimos hackear en la base de Hydra en Ámsterdam el mes pasado nos traían aquí. Y bueno, creo que todos tenemos bastante claro que, por algún motivo, Danny se ha mezclado más allá de lo legítimamente defendible con Hydra. De todas formas, por preguntar, tampoco perdemos nada.
Collen asiente, y Randall se encoge de hombros. Los tres avanzan hacia la alambrada, y Misty pulsa el botón del comunicador. Una voz aséptica, distorsionada por la electricidad la responde casi de inmediato.
-Papertech Rand, ¿en qué podemos ayudarle?
-Ehhh…-farfulla Misty-. Somos amigos del señor Rand, necesitaríamos…
Misty no llega a terminar su frase cuando Randall salta sobre ella, apartándola de lo que probablemente hubiera sido la trayectoria mortal de una ráfaga de disparos de metralleta procedentes del interior de la fábrica. Las puertas se han abierto, y docenas de soldados de Hydra comienzan a aparecer, uniformados con sus ropas verdes y amarillas, y sin dejar de gritar.
-¡Hail, Hydra! ¡Corta un miembro y dos le sustituirán!
-Estupendo-gruñe Randall, sacando de debajo de su chaqueta dos bastones que une y hace girar hasta que se extienden, formando una vara, mientras Misty, desde el suelo para obtener mejor cobertura contra el ataque, saca de un bolsillo un pequeño ingenio, que sitúa al pie de la valla y que pronto emite un campo magnético que anula la electricidad que recorre la alambrada.
-¡Jerónimo!-grita Randall, saltando por encima de la alambrada y lanzándose de lleno a la marea de agentes de Hydra que se acercan a ellos, haciendo girar la vara sobre su cabeza de forma amenazante. No ha completado aún el segundo giro cuando varias cuchillas vuelan de sus manos, alcanzando a una primera tanda de agentes de Hydra, que caen al suelo, obstaculizando el camino de sus compañeros, y dando tiempo suficiente a Collen a imitar su gesto saltando la valla, mientras que Misty, mas directa, golpea la alambrada con su brazo metálico, arrancando una buena sección, y uniéndose a sus compañeros en el interior de la empresa.
-¿Tú no deberías decir algo sobre Khonsu?-pregunta Collen, lanzando una patada alta hacia el agente que tiene más cerca, escuchando el crujido de su mandíbula al romperse, cediendo bajo el golpe de su bota.
-Nah, ese es mi hermano-responde Randall, enarcando las cejas al ver que varios de los miembros de Hydra llevan armamento pesado que les puede poner en problemas-. Yo soy el Spector laico de la familia.
Por el rabillo del ojo, Misty puede ver como uno de los terroristas se arrodilla, apoyando en su hombro un lanzador de proyectiles, tratando de obtener la mayor estabilidad. Un rayo de plasma brota del arma, y hubiera reducido a cenizas a los tres de no haber sido por un escudo de fuerza que Misty consigue alzar, activando la secuencia adecuada de movimientos en su brazo metálico.
-Por cosas como esta, Marc siempre será más sexy que tú-dice Misty, mientras la nube de plasma se disipa, y Randall escupe un trozo de diente, partido en su enfrentamiento a Hydra.
-Pues mister sexy me debe una buena ortodoncia… es el segundo diente que pierdo en el último mes…-gruñe Randall, separando las dos partes de la vara y pulsando un pequeño botón que hace que dos filos aparezcan en la parte alta de cada segmento, formando dos hachas-. Misty, encárgate del tío del plasma.
-Como no-gruñe ella, apartando de su camino a uno de los soldados de Hydra, cuyas costillas crujen al contacto de su brazo metálico. Collen la cubre, empuñando dos sais que ha sacado del forro de su chaqueta. Se siente más cómoda normalmente con la katana, pero los puñales eran más fáciles de esconder.
-¿Qué?-pregunta Randall, con los ojos desorbitados, mientras escucha la voz de Marc a través de un comunicador injertado bajo la piel de su oído-. No puede ser… ¡chicas, tenemos visita!
Misty y Collen alzan su mirada al tiempo de ver como un helicóptero negro parece caer a toda velocidad desde el cielo, atrayendo la atención de los soldados de Hydra, especialmente cuando empiezan a dispararles con grandes barridos de ametralladoras que recorren todo el patio.
Randall tira de Collen hacia un rincón, donde podrían tener buena cobertura, y Misty activa de nuevo el escudo de energía desarrollado por Marc Spector para su brazo mecánico, agachándose para ofrecer menos posibilidades de blanco. En pocos segundos, todo el patio de la empresa se ha convertido en una carnicería, mientras el helicóptero toma tierra en una zona despejada, cerca de la puerta principal. Una puerta se abre, y un hombre oriental, vestido con unos pantalones rojos y un chaleco de kevlar baja de un salto, mirando con desconfianza a Misty, Collen y Randall, que son los únicos que aún permanecen con vida en el patio. Tras él, baja un segundo hombre, este con un ceñido uniforme de spandex blanco con un símbolo rojo en el pecho, semejante al trazo de un sismógrafo. Y finalmente, hace su aparición un tercero, vestido con vaqueros, camisa azul celeste y una americana, tan fuera de lugar en todo aquello que Collen se hubiera sorprendido menos si quien hubiera bajado del helicóptero hubiera sido un payaso. En cuanto el tercer hombre toca el suelo, el helicóptero vuelve a tomar altura, manteniéndose sobre la fábrica.
-¿Quién cojones sois?-gruñe Randall, recibiendo una mirada despectiva del oriental, pero Collen se interpone entre ambos, antes de que ninguno de los dos pueda realizar acción alguna más.
-Shang Chi-dice ella, haciendo una reverencia al oriental, que aunque no aparta la mirada de Randall, responde con una inclinación similar-. Es toda una sorpresa encontrarte aquí.
-Collen Wing-replica el Maestro del Kung-Fu-. Es un placer volver a verte.
-¿Os conocéis?-pregunta Randall, y Collen asiente.
-Somos todos de los buenos-dice, arrancando una sonrisa de Misty.
Collen y Shang Chi realizan una rápida ronda de presentaciones, mientras Micromax permanece atento a las salidas de la fábrica, por si tuvieran un nuevo ataque por parte de Hydra.
-¿Cómo habéis llegado hasta aquí?-gruñe Randall, y Alistaire Stuart se encoge de hombros, en un gesto casi victimista.
-Seguíamos una serie de pistas sobre una base de Hydra en Buffalo… No esperábamos que fuera de Rand. ¿Y vosotros?
-Buscamos a Luke Cage-replica Collen-. Randall, habla con Marc. Creo que ha vuelto a pasar.
-¿El qué?-pregunta Randall, pero Misty asiente.
-Nos han traído aquí-dice Misty, y Collen asiente-. Alguien se ha esforzado mucho dejando la información adecuada en los sitios adecuados para que la encontrásemos al mismo tiempo y todos nos encontrásemos aquí.
-La casualidad…-comienza a decir Alistaire, pero Collen hace un gesto de negación.
-Nos están manejando-gruñe-. Y eso me pone los pelos de punta.
-¿Qué tal si lo discutimos luego?-interviene Randall, enarcando las cejas-. Tenemos una base de Hydra que tomar…
La resistencia que encuentran es mínima, y Collen está cada vez más nerviosa. Casi puede ver las cuerdas de marioneta que la sujetan y la mueven mientras se va a acercando al interior de la base de Hydra, donde apenas quedan algunos soldados rasos. Nada de gran armamento, nada de metahumanos. Sistemas de seguridad defectuosos, casi descuidados.
Sabe que tiene que haber una trampa.
Por eso, cuando finalmente alcanzan un subsótano aparentemente dotado de equipos médicos, y ven a Luke Cage, tumbado sobre una de las camillas, sin sentido y conectado a media docena de máquinas de extraño aspecto, Collen tarda unos instantes en darse cuenta de que por fin lo han conseguido.
Han encontrado a Luke Cage. Pero, ¿qué es todo eso que tiene alrededor?
Mes 7, día 25. El Zodíaco. Base de Hydra «Thule III», Groenlandia.
-¡Rand!
Andreas von Strucker entra en la sala como un huracán, casi chocando con la Dinamo Carmesí, pero dirigiéndose derecho a Danny Rand, bajo la mirada de curiosidad de Danielle Moonstar. A unos pasos de ellos, Andrea lo observa todo, divertida.
-¡Lo han encontrado!-gruñe Andreas, golpeando la mesa de la sala, tallada con figuras astronómicas-. ¡Tú novia y sus amigos tienen a Cage!
-Eso es imposible-responde Danny-. Luke estaba destinado a instalaciones de máxima seguridad, no es posible qué…
-Estaba en una estación casi abandonada en mitad de Buffalo-le interrumpe Andreas-. Papertech Rand. Supongo que el nombre te resulta familiar…
-Yo no dejé a Cage en esa estación-protesta Danny, pero con el rostro encendido de furia, Andreas alza una mano como si estuviera dispuesto a golpear a Puño de Hierro.
-Quieto, Andreas-dice desde su trono Madame Hydra, inclinándose hacia delante. Al instante, la mitad masculina de Géminis se detiene, mientras Escorpio retrocede un par de pasos, manteniendo la mirada baja ante la mujer rubia vestida de blanco que ocupa el trono de Madame Hydra-. Te estás extralimitando en tus funciones.
-Madame Hydra, yo…-gruñe Andreas, pero ella hace un gesto, descartando su opinión o sus disculpas.
-¿Quién dio esa orden si no fuiste tú?-pregunta Madame Hydra, y Danny se siente profundamente turbado. El ligero matiz ronco de su voz, su mirada seductora, sus formas redondeadas apenas ocultas por el ceñido vestido blanco con el que se cubre… Nota que la sangre se le enciende.
Los ojos de Danny se vuelven de color gris opaco mientras revisa mentalmente los accesos a las Bases de Datos de Hydra y Rand Corporation. Y encuentra las órdenes de traslado y custodia de bajo nivel de seguridad.
-Libra-responde Danny, y Madame Hydra se reclina en su sitial.
-Interesante-dice-. Tendremos que hablar con él.
-Tendremos que tomar medidas-dice Moonstar, y ella asiente.
-Si han encontrado a Cage, tienen acceso a la tecnología lycantroborg-dice Madame Hydra-. Constrictor debe morir.
Mes 7, día 29. Lyja. La Torre, Órbita de LaGrange.
Johnny Storm aún duerme a su lado cuando Lyja se levanta de la cama, y le contempla unos instantes en silencio. Suspira. Ojalá pudiera quedarse a su lado, ojalá pudiera tumbarse en la cama junto a él, hundir sus manos en sus cabellos rubios, acariciar su cuello con los labios, acariciar su pecho, su vientre…
Lyja se gira, apartando todos esos pensamientos de su cabeza, coge unos pantalones ceñidos y un top de su armario, y se enfunda en ellos, calzándose después unas botas de suela blanda. Reprime el último deseo de besar a Johnny antes de salir de la habitación, y cierra la puerta tras ella, dejando a su pareja que continúe durmiendo. Por unos instantes, Lyja puede ver cómo el sol aparece sobre Europa, y agradece a los dioses Skrull que la permitan contemplar ese tipo de cosas. La luz cálida atraviesa las paredes transparentes de los pasillos de la Torre, y ella casi puede sentir el calor sobre su piel. Pero sabe que no es momento de recrearse en banalidades, y se dirige hacia el lugar donde supone que la esperan.
Apenas se cruza con nadie, salvo un par de técnicos, a los que saluda con normalidad, procurando parecer lo más relajada posible. Incluso pasa por la zona de comedores, cogiendo algunos bollos y una taza de café, y sale de allí en dirección a los almacenes, mordisqueando una rosquilla glaseada de azúcar. Finalmente, llega a uno de los almacenes situados en el segundo sótano de la Torre, pone la mano sobre el identificador y la puerta se desliza en silencio, dando paso a una pequeña habitación, apenas amueblada con una mesa y media docena de sillas ocupadas. Alguien ha decidido dejar vacía la de la presidencia de la mesa, y Lyja sonríe. Desde luego, ese era un lugar que no esperaba asumir.
Adam Warlock, Ganímedes de las Célibes, Eros de Titán, el Embajador Kar´dum del Imperio Shi´ar, Genis-Vell y Gamora. Todos ellos convocados por la propia Lyja a espaldas de la dirección de la Torre. Ni Carol Danvers, ni Siglo, ni Jameson, ni la doctora Rao sabían que estaban allí, ninguno de ellos debía saberlo. Ni siquiera Johnny.
-Buenos días-saluda Lyja, finalmente, sentándose y ocupando la presidencia de la mesa mientras da un sorbo al café que ha cogido en el restaurante-. Espero que todos hayáis descansado.
-El sueño ha sido placentero, embajadora Skrull Lyja-responde el Embajador Kar´dum, y Lyja sonríe.
-Mi presencia aquí no es oficial, Embajador-dice ella-. El Imperio Skrull tiene sus propios legados en la Torre, y no es mi intención usurpar sus atribuciones. Pero mi raza tiene cuentas pendientes con los Kree que se remontan a milenios atrás, y nos alejarían de la objetividad con la que queremos tratar el asunto que nos ha reunido aquí.
-Por ello mismo no se ha convocado al Embajador Sah-Lerr… ni a ninguno de los humanos-afirma Gamora, y Lyja asiente.
-En este caso, el Imperio Shi´ar también permanecerá al margen oficialmente-dice Kar´dum, cruzando las manos sobre la mesa.
-Nos aseguraremos de que la misión sea no oficial-asiente Lyja-. Y el secreto de lo que vamos a hacer debe ser prioritario. La responsabilidad de nuestras acciones debe ser sólo nuestra. Ni Skrulls, ni Shi´ar, ni terranos serán salpicados por ellas.
-Estaremos haciendo justicia-dice Adam, y el resto asienten.
-Es mi pueblo del que estamos hablando-masculla Legado-. No estoy seguro de esto.
-Si no quieres participar, Genis-Vell, lo entenderemos-responde Lyja-. Pero en ese caso, será mejor que salgas de aquí cuanto antes. Lo que no sepas no te hará daño.
-No, me quedo-contesta él-. Supongo que es la única forma de asegurarme de que los Kree no sufren un daño que no se merecen.
-Esto no es una guerra contra los Kree, Genis-Vell-interviene Ganímedes-. Alguien tiene que detener definitivamente a la Inteligencia Suprema. Mirad lo que hizo… lo que quiso hacer. No se puede permitir que continúe con sus acciones de forma impune. Y creo que en eso estamos todos de acuerdo.
-Así es-asiente Legado, y los ojos de todos vuelven a Lyja.
-El Embajador Kar´dum nos facilitará las claves de uso de los portales interestelares Shi´ar, y de Sah-Lerr hemos averiguado que la última posición conocida de la Inteligencia Suprema es en una antigua base militar Kree en la segunda luna de Hala. No tendría por qué haber daños colaterales, la pérdida de vidas sería la mínima. No queremos dañar a los Kree, Legado, estamos seguros de que son culpables de muchas cosas, pero no de la actuación de la Inteligencia Suprema en este caso.
-Bien-asiente Gamora-. Lyja, ¿has conseguido el recipiente?
Lyja asiente, aunque por un momento siente vergüenza por lo que ha hecho. Ha robado a su familia, a sus amigos, ha violado su confianza. Pero alguien tiene que detener a ese tirano cósmico…
-Lo tengo-asiente-. He conseguido la Ego-Espora.
1.- En Warlock: Caballos de Troya, aquí en Marveltopía.
2.- Hace mucho tiempo, en Generación-X, sólo en Marveltopía.
3.- Se refiere a Magical Girl. ¿Los motivos? En DOCE nº1, aquí, en Marveltopía.
4.- Y ahora, los tres protagonizan la nueva serie de Hellstorm… ¿No sabes de quién hablan? ¿Y a qué esperas?
5.- En Guerras Infernales #5
6.- Si no sabéis de que hablamos, haced como Misty y Collen, y ved Héroes.