Marvel Premiere #8 presenta… Capitán América

marvelpremiere08En cada rincón de Marveltopia están pasando cosas, desde las profundidades de Atlantis a las ciudades volantes de la gente pájaro, desde el microverso dentro de una probeta hasta la lejana Nebulosa Oscura. Nada se pierde, todo está quedando registrado. Descúbrelo en…
Marvel Premiere

#8 – Hamelin
Por Nighthawk


Fecha de publicación: Mes 50 – 6/02


Eh! Yo también estuve allí, sabeis? Nadie parece acordarse, nadie quiere hacerlo. Pero nosotros también lo vimos todo, desde el otro lado. Nadie se acuerda del otro lado, ¿sabeis? Esta historia la he contado mil veces, pero nunca me han hecho caso, es como si molestara el oirla. Pero es mi historia y la contaré una vez más, si vosotros quereis escucharme.


Tmimi, Libia. Cuartel General del Mando del Africakorps. Al frente, el Teniente General Erwin Rommel. La actividad es frenética, las tropas se agrupan preparándose para un nuevo asalto sobre Tobruk, el último fue hace apenas unas horas. Parece que el Zorro del Desierto tiene prisa. Las ordenes son tomar la ciudadela hoy, debe estar loco. Siempre está con la canción de que el tiempo es crucial, no quiere retrasos. Nunca. Pero esto es demasiado. Apenas hemos dormido unas pocas horas. En formacion sobre la ardiente arena hay fuerzas de infantería, motorizados y algunos acorazados se preparan para salir.

Muchos de los Panzer no van a poder entrar en combate. En el ataque de ayer muchos sufrieron daños y están reparándose en los talleres. Al cabo de unos kilometros de avance los primeros ataques de la aviación inglesa mellan nuestras fuerzas, aún así seguimos adelante, espoleados por Rommel, que vocifera desde su acorazado «Mammoth», agobiando a nuestros oficiales. Rápido, grita con autoridad y firmeza pero hay algo en sus ojos, parece preocupado.

«Rápido, rápido. Hay que entrar en Tobruk, tiene que ser hoy mismo. Los planes de Von Brauchitsch se desarrollarán hoy, sea lo que sea que planeen él y ese Arnim Zola. Tengo que invadir Tobruk antes de que tengan oportunidad de usar sus sucios metodos. Si fallan, o si tienen éxito, será un desastre. Aún recuerdo las trincheras cubiertas por el gas mostaza en la Gran Guerra, las hileran de cuerpos sin vida.»

-¡Rápido, es que no me ois! ¡Rápido! No estan lejos los muros de la ciudad y esta vez pasaremos. ¡¿Donde están esos malditos italianos?!


En Tmimi, en un escondido recinto está el laboratorio de campaña del pequeño Arnim Zola. Allí está él, trabajando sobre sus especímenes. Sus ratas. Un ruido le distrae, deja lo que está haciendo y se acerca a la puerta. La abre y frente a él el joven Heinrich Zemo saluda con voz firme, marcial.

-Hail Hitler. Espero que termine pronto sus comprobaciones herr Zola, las tropas del General Rommel ya han partido.

-Pase, querido colega.

Con aspecto inocente entra en el laboratorio. Su pelo, rubio, su pálida tez tostada por el sol del Sahara. Su asombro es grande, la tecnología de aquel lugar no había sido vista en 1941, de hecho dudaba Heinrich que en el año 2000 se llegase a este nivel de desarrollo científico.

-Herr Zola, esto es asombroso. No sabía que el Reich disponía de estos medios para la investigación, es usted muy afortunado, sin duda.

-Bueno Heinrich, estas maravillas no proceden exactamente del Reich. Digamos que he investigado por mi cuenta…previamente1. Pero mire (dice cambiando de tema) ayer le enseñe mis criaturas, mírelas ahora.

Zemo se acerca a un apartado donde Zola le muestra los frutos de su trabajo. Las 20 ratas de ayer ya son 200, y muestran sus feroces fauces, de un tamaño desproporcionado para su especie.

-Pero ayer eran solo unas veinte. ¿Como lo ha hecho?

-Milagros de la ciencia, Barón Zemo.

-…Clonación y crecimiento acelerado, supongo.

-Veo que está familiarizado con estos conceptos. Me será usted util, Heinrich. Estos animales están alterados genéticamente para convertirlos en armas mortales. Al contrario que las ratas convencionales, no temen al hombre sino que les gusta su sabor, atacarían a un ser humano tan pronto lo olieran. También tienen unos incisivos más desarrollados, como puede ver. Pero lo más importante es que son inmunes por completo al virus letal que he creado para la ocasión, lo que las hace perfectas portadoras. Agentes infecciosos.

-Y ese virus, herr Zola… ¿Es tan mortal como dicen?

-El virus es una creación mia, mi obra maestra. Afecta al sistema nervioso y es realmente rápido. No tendrán ninguna opción. ¿Me comprende, Heinrich?. Ayúdeme a terminar, acabaremos antes.

Entonces Zemo se puso manos a la obra. Mientras Zola le explicaba como inocular el virus mutado en las mutadas cobayas y los efectos de su mordedura en los enemigos el Barón no pudo evitar una duradera sensación de asco. Asco no hacia esos pobres animales, sino hacia su compañero, carente de toda conciencia. Asco hacia lo que se proponen hacer y hacia él mismo, que participaba activamente en esa heregía. Pero si el Reich lo necesita, si el propio Fuhrer lo ha autorizado, si es así como ha de ser… ¿Quien es él para cuestionarlo? Cumplirá como un buen soldado. Como hizo su padre y su abuelo antes que él.

Al cabo de unas pocas horas habían terminado. Se presentaron ante Von Brauchitsch y éste les dió su bendición para la sagrada misión que se disponían a emprender.

-Salgan cuanto antes, la alocada ofensiva de Rommel nos beneficiará. En la confusión de un ataque masivo los ingleses apenas notarán su pequeña incursión. Herr Zemo, tomará a sus hombres de mayor confianza y formarán un grupo que asalte la fortaleza de Tobruk, escoltando a herr Zola y a su «cargamento», para soltarlo dentro de los muros de la ciudad dejando a las ratas para hacer su trabajo alli dentro. ¿Entendido?

-Perdón señor. ¿Como conseguiremos entrar en Tobruk? Eso no es facil herr Von Brauchitsch.(interrumpió Zemo)

-Cierto Barón. Tenemos informadores desde el propio centro de mando aliado y nos han dado una localización vulnerable dentro de su entramado defensivo. Vulnerable para un grupo reducido, claro. ¿Alguna pregunta más, señores?

Poco después desde Tmimi salía un pequeño grupo en dirección a Tobruk. Estaba formado por dos coches de campaña y dos motos. En un coche van el Barón Zemo, Zola, dos soldados y las ratas, en el otro vehiculo seis hombres y los otros en 2 motos. En total son 12.

La marcha comienza y al cabo de unos pocos kilometros un avion aliado les sobrevuela. Un Hurricane solitario. La expedición seguía camino, tensa, esperando pasar de largo. Hasta que el monoplaza vira y les ataca en picado, sus motores sonando cada vez más cerca. Uno de los motoristas cae fulminado en la primera pasada. Todos se ponen a cubierto, excepto Zemo, que consigue llegar hasta la metralleta tras su coche y con ella dispara al avión mientras se dispone a pasar de nuevo. Allí estan las ratas, en una caja de metal para evitar que se abran paso y escapen usando sus afilados dientes.

El fuego del Hurricane aliado se centra en la ametralladora que Zemo maneja y algunas de las balas entran en la caja de las ratas. Zemo las oye chillar, muy cerca de él, pero impasible sigue disparando al avión, consiguiendo impactar en la cabina. El piloto del Hurricane muere en el acto y el avión se estrella lejos sin control.

Los soldados se acercan al compañero caido de la motocicleta. No hay nada que hacer por él. Es la primera baja y los rostros están sombrios. El Barón Zemo se acerca.

-No lo vamos a dejar a merced de los buitres. Enterradlo y seguiremos camino a Tobruk. Descanse en paz…¿Cual era su nombre?

-Helmut Schein, señor.

-Descanse en paz Helmut…

-¿¡Estás loco Zemo!? (aulla Zola). No podemos perder tiempo ahora, la coordinación es esencial en nuestro plan. No sabemos cuanto podrá aguantar Rommel contra los ingleses, y necesitamos esa distracción. Ese hombre está muerto, Zemo. ¿Qué más da donde se pudra ahora?

El Barón Zemo le contestó con una fria mirada, dándole la espalda con desprecio. El sol del desierto comenzaba a caer con fuerza y hasta el aire parecía arder.

En pocos minutos siguieron la marcha.

La expedición continuó hasta las proximidades del frente, sin novedad. Buscaron la estela de las fuerzas del Afrika Korps, pero se desviaron hacía un punto debil, poco vigilado, de las defensas inglesas. Sabían un camino, libre de minas, que les llevaría al interior del perímetro defensivo. Por aquel recoveco un grupo pequeño como ellos podría adentrarse. La entrada estaba protegida solo por unos cuantos soldados de la 4ª División Hindú. No había manera de saber cuantos eran.

Entonces el escuadrón de Zemo atacó ferozmente, quedándose Zola en retaguardia, con las ratas. Otros dos soldados alemanes murieron en el asalto, pero de nuevo Zemo consiguió enmudecer una ametralladora defensora antes de que empezara a disparar y ganando una posición ventajosa con asombrosa agilidad logró eliminar, junto a dos de sus soldados, a los pocos guardias aliados que custodiaban esa zona. Habían conseguido ganar la entrada. Nadie se había percatado de la escaramuza en el fragor de la batalla que se desarrollaba cerca.


Mientras, el Capitán América y Bucky permanecen en una habitación del Estado Mayor con la ofensiva alemana resonando en las barreras exteriores de Tobruk. El Capi está sentado y Bucky recorre la habitación una y otra vez, nervioso. La luz entra por entre las cortinas de la única ventana mientras el gran ventilador del techo mitiga el calor como puede. Les «escoltan» dos soldados australianos, uno a cada lado de la puerta, firmes.

-Vamos Steve. ¿A que estamos esperando? Los nazis vuelven a la carga, llevan ya horas sonando las bombas. Estamos encerrados ¿No te das cuenta? Vámonos de este cuartucho y salvémos el dia. ¿OK?

-Déjalo ya, Bucky. No estamos en América, somos invitados aquí. Vinimos con la misión de ayudar en lo que posible. No queremos crear más problemas ¿Entendido?

-Entendido, aguafiestas.(Bucky se sienta, refunfuñando)

-Venga… Yo también me muero por ayudar un poco ahí fuera, pero estamos a las ordenes del General Wavell…y ya sabes que no está muy contento con nuestra actuación de ayer.(dice el Capi en tono comprensivo)

-!Pues debería, Steve! ¡Debería estar contento! (Bucky vuelve a levantarse, alterado)

Entonces se abrió la puerta y entró un oficial.

-¡Firmes! ¡El General Wavell!.

Entró Wavell con la preocupación en el rostro, la mirada perdida y el gesto pesaroso.

-Descansen. Buenas tardes señores. Déjenme un momento a solas con mis invitados, por favor.(dijo dirigiéndose a los soldados, que salieron de la habitación al momento)

-¿Pasa algo, General? (Pregunta el Capi)

-No me andaré con rodeos Capitán. Esto puede ser el fin. Gracias a un espia en el mando nazi de Rommel hemos podido saber que se planea un ataque encubierto con armas biológicas, será hoy y con un grupo reducido.

-¡Esos cerdos nazis! (Maldice Bucky) ¡Hay que pararlos!

-Será un ataque con un agente desconocido, pero parece ser que mucho más mortal que el gas mostaza que usaban en la Gran Guerra. No sabemos más. Es una operación que ni el mismo Rommel conoce al detalle. Me resistía a llamarles pero, por el bien de mis hombres, espero que sean capaces de neutralizar la amenaza. Su experiencia en contraespionaje y sabotaje les hace los más preparados. Y todo esto si no nos arrolla Rommel antes, claro.(terminó Wavell, sombrío)

-Estamos dispuestos, señor.(dijo el Capi ciñéndose el escudo)


En el frente el Barón Zemo y sus hombres vigilan la entrada conquistada y Zola se adelanta. Lleva la caja de las ratas con la ayuda de cuatro de los soldados al interior de la fortaleza. Una sonrisa se dibuja en su cara. Es el unico que sonrie allí. Los soldados de Zemo transportan el agujereado recipiente metálico, el sol está en su apogeo y el cansancio se hace notar.

Entonces ocurrió lo inesperado. Uno de los soldados tropieza y la gran caja metálica cae. Todo sucede en decimas de segundo, la tapa de la caja se levanta, liberada de un castigado candado, la caja pega un bote al caer, dentro el sonido infernal de las ratas de Zola. Por la inecia una de ellas sale despedida al exterior, en el momento en que la rata cae a la arena el estupor es total. Con un latigazo de su negra cola la rata ataca a un caido porteador.

El soldado se levantó, arrojando la rata lejos, el pánico en sus ojos. Empezó entonces a convulsionarse frenéticamente, cayendo de nuevo a la arena, espuma brotaba por su boca, los ojos en blanco. Zemo y sus hombres se acercaron para socorrerle.

-¡¡No se acerquen a él!! ¡¡Ya está muerto, no hay nada que hacer por él, y es contagioso!! (Gritó Zola)

Lo que ocurrió entonces fue repugnante, el chico murió en una terrible agonía, mientras sus sesos se desparramaban saliendo por sus orejas, boca y por sus ojos, después de salirse estos de sus orbitas en un último y violento estertor.

-¡Dios! (Exclamó Zemo, apartando la vista)

Zola estaba extasiado. De repente se dio cuenta de que la rata suelta volvía por más. Tenía hambre de humano. Todos se habían olvidado de ella en la confusión.

-¡Mi ejemplar! ¡Ahí!

La rata se avalanza contra los 6 retantes soldados, que apuntando con sus armas se disponen a acribillarla.

-¡Alto! (Grita Zemo mientras se adelanta y en un rápido movimiento levanta a la rata por el rabo)

Apartándose de sus afilados colmillos la introduce de nuevo en la caja metálica, la cierra lo mejor que puede y, sudoroso, se dirige a sus hombres.

-Pero…¿Qué clase de soldados sois ? ¿Seis hombres que temen a una sola rata?

-¿Que era eso, herr Barón? (responde uno de ellos)

-¿Es que pensabais que veniamos de excursión? Eso, es nuestra misión y por mayor gloria del Tercer Reich la llevaremos a cabo. Tenemos la oportunidad de poner nuestro nombre en los libros de historia. Pero eso sólo pasará si lo conseguimos, si mandamos este recado al enemigo, porque los libros de historia los escriben los vencedores. ¿De acuerdo?. Bien, ahora llevad esa caja con cuidado y todo irá perfecto.

Al momento se adentraban unos metros en el perímetro, llevando con mucho cuidado su carga. Los combates se desarrollaban muy cerca, los tenían a la vista. Arnim Zola se mostraba intranquilo, dando ordenes sin parar.

-Unos pocos metros nada más. Hay que soltarlas un poco más allá. Tienen que dispersarse lo máximo posible, así se extenderá más la plaga y será más dificil pararlas. Mejor que no vayan juntas, deberíamos soltarlas en varios tramos. ¿Sería posible Heinrich?

Zemo no le escuchaba, miraba atrás al cuerpo de su soldado muerto, mientras se iban alejado, pensativo, triste.

En ocasiones las norns2 tejen sus hilos, aparentemente al azar, pero con la perspectiva del tiempo nos damos cuenta de que no podía ser de otra forma, de que nuestro destino estaba escrito al dictado. Cuando aparecieron el Capitán América y Bucky a escasos metros, corriendo hacia la expedición germana, como surgiendo de la distorsión que provocaba el agobiante calor, como si cobraran vida procedentes de un espejismo la sorpresa fue mayúscula. El chico yanqui comenzó a disparar con su metralleta de mano, probablemente una Thompson, alcanzando a un soldado en la pierna. Las «tropas» del Barón Zemo se cubren rápidamente y responden al fuego enemigo en décimas de segundo, después de depositar, con delicadeza, la caja metálica en el suelo. El Capi se cubre de la lluvia de balas con su escudo y Bucky se coloca tras él.

-¿!De que coño está hecho ese escudo¡? (maldice un alemán)

-Eso es un secreto Fritz, pero si lo quieres ver más de cerca…

El Capitán América lo lanza hacia un lado, con un largo efecto, mientras corre a atacar a los soldados del otro lado esquivando sus balas, usando increibles piruetas y propinando golpes imposibles. Por el medio Bucky carga golpeando con la metralleta, como poseido. El maldito escudo, como con vida propia, regresa a toda velocidad derribando un soldado más, antes de volver a las manos del yanqui.

En un momento de la lucha Bucky se enfrenta directamente con Zemo. Bucky intenta derribarlo con la culata de su Thompson, el Barón bloquea su ataque y desarma a su oponente con un fuerte golpe en la muñeca. Aún desarmado, Bucky persevera y salta sobre Zemo, que consigue tumbarle, no sin esfuerzo.

-¡Bucky! (grita el Capi al ver a su compañero en peligro)

Con un par de movimientos el Capitán América se libra de los dos alemanes a los que se enfrentaba, y se encara furioso a Zemo. Son los dos unicos en pie, aparte de un nervioso Zola que custodía la caja de las ratas un poco más atras, sin tomar parte en la pelea.

El Capi ataca con un veloz movimiento de su escudo, que Zemo evita por los pelos, agachándose. Zemo aprovecha ese movimiento para barrer con una patada las piernas del Capi, éste en lugar de perder el equilibrio y caer, da una voltereta en el aire sobre Zemo, que queda mirando boquiabierto. En cuanto sus pies tocan el suelo, antes de que Zemo se pueda reaccionar, el Capitán America le propina una brutal patada que le manda despedido unos cuantos metros, el baron gira con la caida y a pesar del golpe se levanta como un rayo, saca su Luger de la funda y apunta al hombre-bandera. El Barón es un gran tirador y en un segundo descarga dos tiros, uno apunta a la rodilla de su adversario y el otro entre los ojos, es hombre muerto. Sin embargo y con insultante facilidad él evita los dos tiros con una cabriola vertiginosa, sin siquiera usar el escudo.

El Barón Zemo no acepta la derrota, le han enseñado que rendirse no es una opción, que la victoria es de quien más la desea. Apunta con su arma al caido Bucky.

-Ríndete amerikaner, o el niño morirá.

El Capi tuvo miedo por un instante. Desde que tuvo que tomar a Bucky como compañero siempre había temido este momento. Poco a poco baja el escudo, cuando de repente vio como su camarada le le hacía un gesto con su dedo pulgar disimuladamente. Entonces, mientras Zemo vigilaba los movimientos del Capitán América, Bucky con un rápido movimiento le tira un puñado de arena en la cara. La distracción fue suficiente para que el Capitán lanzara su escudo, desarmando y tumbando al Barón, que ni siquiera pudo disparar su arma.

En la retaguardia Armin Zola estaba muy nervioso. Los comandos americanos han batido al escuadrón de Zemo y la operación entera va a fracasar, le haran prisionero y todos sus años de trabajo y sus conocimientos no habrán valido para nada, su carrera dentro del Reich acabará casi antes de empezar. Entonces, mientras el Capitán América y su compañero aún no se habían fijado en él, Zola abre la cerradura de la caja, levanta su gran tapa metálica y con mucho esfuerzo consigue tirarla, liberando al instante a un ejercito de ratas que se dirijen hacia el Capi, Bucky, Zemo y los demás soldados alemanes, todos ellos abocados a una muerte horrible, y tras ellos, Tobruk.

Unas 200 ratas, infectadas con un virus mortal y genéticamente creadas para atacar al ser humano se dirigen hacia un grupo de hombres sorprendidos. Los primeros en darse cuenta fueron el Capi y Bucky, que no podían dar crédito a lo que ven sus ojos. En el suelo Zemo mira hacia atras y entonces ve el tropel de ratas acercándose, su grito pone en aviso al resto de alemanes, que yacían derrotados por los americanos. Dos están inconscientes, por lo menos no vieron la muerte cernirse sobre ellos. Los que pudieron levantarse corrieron en dirección a la ciudad, desesperados. El Capi y Bucky estaban asombrados ante la reacción de los germanos, pero su instinto les dijo que era mejor no esperar a que las ratas llegaran a su altura y se retiraron también a la carrera. Los roedores se ensañaron con los dos combatientes caidos, al cabo de apenas unos pocos segundos sus cuerpos se agitaban salvajemente y sus sesos se desparramaban por la arena. El Capi vio la terrible estampa y comprendió al momento la situación. El ataque a Tobruk eran esas alimañas.

-Rápido Bucky, hacía esos camiones, sígueme.(Ambos aceleran el paso, adelantando a los boches)

Los soldados alemanes, heridos por su combate con el Capitán América, veían como la manada de ratas se acercaba cada vez más. Uno de ellos, presa del pánico, sin poder apartar la vista de las ratas que ganaban terreno, tropezó con otro compañero y los dos cayeron al suelo. Los últimos momentos de sus vidas los gastaron intentando huir; solo Zola, a lo lejos, les vio morir, los demás protagonistas de la carrera de ratas no tenían tiempo para fijarse. El Capi y Bucky ya casi habían alcanzado unos camiones que esperaban listos para repostar, Zemo fue el siguiente, pendiente de ayudar a los últimos dos hombres de su escuadrón que se arrastraban como podían, tras ellos la manada de furiosas ratas que parecían cubrirlo todo, detrás de las ratas los macabros restos de cuatro soldados alemanes y por último Armin Zola, extasiado ante el exito de su experimento. A escasos metros de Arnim Zola la batalla bullía, las fuerzas de Rommel intentaban desesperadamente romper la barrera defensiva de Tobruk, atacando con toda la fuerza disponible del Afrika Korps, con muchos de sus acorazados averiados por el ataque del dia anterior.

El Baron Zemo agarró por el antebrazo al soldado que tenía más cerca y le ayudó a levantarse, pasándole una mano por la espalda los dos salieron lo más rapido posible, oyendo cada vez más cerca los agudos chillidos de los mutados roedores. Usando las últimas fuerzas que le quedaban Zemo arrastraba al herido soldado hacia los camiones donde ya estaban el américano del escudo y su sirviente, manipulando unos bidones de combustible, se giró un momento al oir los gemidos del penúltimo soldado y le vio morir, o por lo menos lo intuyó entre un mar de pelo negro, afilados dientes y sangre.

Los dos americanos arrojaban más y más fuel sobre la arena, con el consiguiente peligro al estar el sol en lo alto y la temperatura altísima, pero no parecía importales. Su único propósito era salvar la ciudad, lo que salvaría también todo el frente africano, por cierto. Con un esfuerzo supremo, Zemo y el último de sus soldados subieron a la parte trasera de uno de los camiones, cayendo exhaustos al instante.

El Capi hizo una seña a Bucky para que esperase a que las ratas estuvieran sobre el combustible para asarlas tirando una cerilla.

Entonces Bucky miro hacia las ratas, que se acercaban raudas.

¿Por qué nos persiguen? -se preguntaba- Solo son animales, alimañas, no deben atacar al hombre, a menos…

Entonces miró hacia Zola y lo vio exhultante, gesticulando, como si dirigiera su tropa en el ataque. Y tras él vio Bucky a las tropas nazis, la avanzadilla del Afrika Korps de Rommel, manteniendo una batalla de resultado incierto con las defensas de Tobruk. Y una idea surgió en su mente como un fogonazo. Cogió otro bidón de fuel y lo vació mientrás corría hacía un flanco del avance de las ratas, rodeándolas.

-¡¡Bucky, que haces!!¡¡Vuelve aquí y espera, demonios!! (grito el Capi)

Bucky encendió su fósforo, mientras las primeras ratas se acercaban, y mirando al Capi con una sonrisa lo tiró a la ardiente arena. El fuego saltó como una llamarada del infierno, quemando a unas cuantos roedores y creando una cuña en angulo, con las ratas atrapadas en medio. Bucky cayó al suelo por el impacto de la temperatura, mientras uno de los depósitos de los camiones estallaba, volando por los aires. La horda asesina, temerosa del fuego, retrocedió por la salida que marcaban las llamas, hacia Zola, hacia el frente alemán.

Zola, frenético intentaba hacer entender a aquellos salvajes animales que retrocedieran. Resultaba un poco patético, gesticulando mientras avanzaban hacia él.

-¡No! ¡Dad la vuelta, id hacia la ciudad! ¡No salgais de los muros!. ¡No os asusteis, mis criaturas!

Sucedió entonces algo increible y la multitud de hambrientas ratas pasó entre los pies de Zola sin atacarle, siguiendo a traves de la estrecha entrada en las defensas. Zola intentaba pararlas, incluso cogiendo alguna del suelo con sus manos y arrojándola en dirección a las llamas que protegían Tobruk, pero no pudo hacer nada más. Las ratas mutadas, siguiendo su programación genética se dirigían hacia las tropas nazis, que luchaban fieramente con los aliados en aquella zona del frente, ignorantes de la amenaza que se cernía sobre ellos. Ni siquiera las minas colocadas por los aliados estallaron a su paso, debido a su escaso peso. Zola salió corriendo, gritando una advertencia a las tropas nazis. A lo lejos un soldado de la 5ª División Ligera de Rommel le vio agazapado en una zanja.

-¿Que hace ese loco? (pensó antes de que decenas de ratas le cubrieran feroces)

Unos minutos tardaron las tropas del Reich en darse cuenta de la amenaza. La carnicería que siguió entonces fue pavorosa, algo dificil de asimilar. Era irreal, casi… cómico. Los cuerpos de los soldados se retorcían con sus cerebros estallando dentro de sus cascos. Los había que luchaban contra el maligno foco de muerte disparando a las ratas, pero eran demasiadas y ya se habían dispersado entre los combatientes alemanes, algunos cayeron por su propio fuego en el empeño de acabar con los roedores. Otros huían aterrorizados, quedando a merced de las ametralladoras de los ingleses, que no llegaban a entender lo que ocurría, pero no dudaban en aprovecharlo.

Los pocos tanques y vehículos alemanes rebosaban de ocupantes, que intentaban salvarse de una muerte segura. Rommel sobrepasado por los elementos dio orden de retirada menos de veinte minutos desde el comienzo del caos. El Capi y Bucky observaban desde los limites de la barrera defensiva, paralizados. Unos cuantos metros hacia la matanza, Zola golpeaba la arena del desierto con sus puños, viendo como sus posibilidades de medrar en el Reich se esfumaban con este fracaso, sus ojos enrojecidos, su rostro desencajado, gritando al viento sus iras. De entre las llamas de los camiones, aún ardiendo tras la barrera salieron corriendo el Barón Zemo y el último soldado, un poco chamuscados por las llamas y el humo pero sin daño al haberse alejado algo antes de la explosión. Los dos corrieron hacia la entrada a Tobruk, donde se veia al Capitán América y a Bucky pasmados. Apenas se dieron cuenta cuando Zemo llegó a su altura para ver el dantesco panorama, los cientos de cadáveres desperdigados por la arena, teñida con las sangre y los sesos de las víctimas, las negras ratas moviendose por todas partes, las tropas de Rommel huyendo en desbandada, siendo masacradas por las ratas y los ingleses.

Y en el calor abrasador del desierto, aquel espeluznante olor, indescriptible. Zemo cogió entonces del brazo al último soldado y salió corriendo hacia el frente, hacia los ultimos vehiculos que se retiraban. Bucky despertó entonces de su trance e intento ir a por ellos, la fuerte mano del Capi le frenó en seco.

-¡Steve! ¿Que haces? ¡Están escapando!

-Déjales (respondio Steve, solemne), ya hemos hecho bastante. ¿No crees?

Entonces el Capi cubrió su cara con su enguantada mano, mientras Bucky miraba impotente como corrían los dos nazis.

– ¡No pueden escapar Steve, merecen estar encerrados! ¡Iban a soltar esa peste sobre Tobruk! ¿No lo ves? ¡Eso era lo que nos tenían preparado! ¡Les hemos hecho probar su propia medicina!

Entonces el Capi se derumbó y cayo de rodillas, llorando sin consuelo. Sus lagrimas se escurrían entre la capucha y caian en la ardiente arena del Sahara, evaporándose al instante, Bucky calló durante largos minutos, luego ayudó al Capitán América a levantarse, aún gimoteante.

Zemo había salido corriendo hacia el mar de cadáveres, a riesgo de ser mordido e infectado por el virus mortal. Pasó al lado de Zola, sin verle siquiera, determinado y urgente, dejando al soldado herido muy atras.

Después de coger la Luger de la espantosa mano de un cadaver, Zemo disparaba a las ratas, sin sentido, abatiendo a cuantas podía entre la lluvia de disparos de las ametralledoras en las torres aliadas, a los que era totalmente indiferente. Se reunían ya unas cuantas ratas para atacar a Zemo, el único humano vivo de la zona, cuando un acorazado se acercó, era el último Panzer. De la escotilla salió un soldado.

– Ahí está Herr Teniente General (dijo dirigiendose al interior del tanque)

Una salva de su cañón silenció momentaneamente el fuego inglés sobre Zemo pero aún así una bala rozó su sien y Zemo cayó al suelo, semi-inconsciente. Enseguida dos soldados salieron del Panzer y lo recogieron del suelo, incluso tuvieron que abrir fuego para evitar que las ratas se acercaran demasiado mientras le metían en el acorazado. Dentro estaba oscuro, hacía más calor todavía. Una voz hablo, solemne.

-He venido a buscarte joven Zemo. Estás sangrando, límpiate. (dijo Rommel acercándole una toalla blanca, de las que usaba para limpiarse el sudor). Te preguntarás porque me he quedado a esperarte, arriesgándome a caer prisionero en este fiasco. No es por ti, Heinrich. Es por la memoria de tu padre que hago esto. Por ti ya no movería ni un solo dedo.

Dicen que no se dijo ni una sola palabra más en el trayecto de vuelta a Tmimi, dicen también que los ojos del Barón estaban llorosos mientras se limpiaba con la toalla y que con ella se cubrió la cabeza, manchada de sangre, todos le vieron así. Algunos dicen que nunca más volvió a mostrar su cara, avergonzado.

Entretanto un oficial de las SS, en un sidecar, se acercó a la posición de Zola y le recogió también. El último soldado del comando del Baron Zemo se acercó renqueante.

-Dejadme entrar, yo también subo.

El oficial de las SS y Zola se miraron.

-¿Es del escuadrón de Zemo este soldado?

-Sí. (dijo Zola)

-¿A estado en contacto con las…las ratas, herr Zola? ¿Podría estar infectado?

-No lo creo, pero es posible. Sí.

-Lo siento chico, aquí te quedas. Tu unidad vendrá en unos minutos, ya verás. (dijo el agente mientras arrancaba el sidecar y le daba gas)

-Noooooo.(Gritaba el chico) No me dejeis aquí, por favor.


En el puerto de Tobruk, un dia después, un barco va a zarpar. Llevará de vuelta a Europa al Capitán América y a Bucky.

Antes de partir una pequeña ceremonia: el estado mayor del frente africano aliado, con el general Wavell a la cabeza, hace entrega de medallas a los heroes americanos. Los salvadores de Tobruk. Al fondo el humo de las hogueras, quemando los cadaveres infectados de los enemigos y de las criaturas que acabaron con ellos.

Wavell no escatima un discurso:

-…Y en los momentos más duros, en estos decisivos dias, allí estabais vosotros. Con una entrega desinteresada, representando a un pais amigo, que no dudo pronto participará a nuestro lado en esta gran lucha por la libertad. Sois más que dos muchachos, más que dos soldados, sois el símbolo de una gran nación, de los Estados Unidos de América. (los subordinados de Wavell estallaron en un aplauso ferviente, Bucky, orgulloso, no podía ocultar una leve sonrisa, pero el Capi estaba serio, su mirada en la arena del desierto)

Wavell colocó la medalla en el pecho de Bucky, pero el Capi, con un gesto triste, rechazó la imposición por parte del General, cogió la medalla de sus manos y la mantuvo en su puño cerrado.

Sin más ceremonias zarparon, dejando atras las costas de Libia.

-¿Estás preocupado Steve? (dice Bucky asomándose a la baranda del barco, acompañando al Capi).

-No hemos hecho lo correcto Bucky.

-¡No puedes pensar eso en serio! Hemos salvado Tobruk. ¿No te das cuenta de lo que significa eso? Los nazis ya estarían hoy sobre Egipto, su avance sería imparable. Africa y el Sur de Europa serían suyos, la guerra podría durar dos años más y quien sabe lo que pasaría si Rommel llegase a Rusia. ¡Puede que hayamos salvado todo el maldito mundo! No crees que hemos hecho bien, Steve. ¿Que debimos haber hecho entonces?

-No sé… Algo. Otra cosa. ¿No viste las caras de aquellos soldados alemanes, sus ojos antes de morir estaban llenos de pánico? ¿No te miraron a ti a los ojos, Bucky?

-Claro que los vi, Steve, pero ellos se lo buscaron, era lo que nos tenían reservado. Hubiera sido una catástrofe. Piensa en las vidas que hemos salvado, en Tobruk y después de Tobruk. Ha estado mal, pero era necesario, no dudaría en volverlo a hacer.

-Era un mal necesario… Sí. Puede que tengas razón. Pero te juro Bucky que daré mi vida si es preciso para que otro mal como ese no sea necesario3.

Su voz sono firme sobre el mar, mientras el viento del desierto golpeaba su cara, llevándose otra lágrima.

FIN.


1.- Zola utilizaba conocimientos de la raza Desviante, descubiertos en un oculto libro antiguo que llegó a sus manos.

2.- En la mitología germánica las norns eran las encargadas de tejer los hilos del destino.

3.- Desgraciadamente el Capitán América sufrió una «muerte temporal» a manos del Barón Zemo poco antes del ataque atómico de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki, no pudiendo así cumplir su promesa.


EL DISCO DEL REGISTRADOR

Ante la «abundancia» de mensajes en el correo he decidido incluir una información extra: las críticas y comentarios de la lista sobre el número anterior. Y es que el disco de un registrador de Rigel lo almacena todo, lo bueno y lo malo, lo profundo y lo intrascendente. Era mi deber mostrárselo al mundo…(eh! el orden es alfabético;-)

  • Marvel Premiere #7

Uh, el Capi en la segunda guerra mundial mola.

Ben Reilly

  • Marvel Premiere #7

El Capi y Bucky en Tobruk. Mola. Muy bien narrado, a ver qué tienes en mente para los próximos números. Genial que se recupere al Capi de la 2ª Guerra Mundial. Nada +

Cifra2 / Jesús Alonso.

  • Marvel Premiere 7

El Capi en la guerra. Mola. Y encima mezclando acertadamente historia y tebeos. Chapeau!

Correia

  • MARVEL PREMIERE 7

Vuelve esta serie tan chula. Ahora con una historia del pasado de Nighthawk sobre el Capi America y Bucky. Yo soy poco aficionado a este tipo de historias que en Marvel son cada vez más frecuentes e innecesarias como pasa con los crossovers ya empachan y poco o nada tienen que decir. Sobre el numero me parece muy loable el esfuerzo historico usando a Rommel «El zorro del desierto», Zola y Zemo todos juntos y en Libia ¿?, como otros datos blablabla… aun así el numero no me ha convencido, aun estando muy bien narrado y con buen ritmo.

Fcopp

  • Marvel Premiere.

Un numero muy bueno. Engancha y no se si ya se habia visto antes pero el hecho de ver al Capitan America en una guerra de verdad mola un mazo, no como los comics que nos muestran al Capitan en una «pantomima» que quieren hacernos pasar por guerra real.

Na max.XuM.

Me podéis mandar los mensajes que queráis a mi dirección:

nighthawk@ozu.es

Tagged , , . Bookmark the permalink.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *