En cada rincón de Marveltopia están pasando cosas, desde las profundidades de Atlantis a las ciudades volantes de la gente pájaro, desde el microverso dentro de una probeta hasta la lejana Nebulosa Oscura. Nada se pierde, todo está quedando registrado. Descúbrelo en…
#4 – ¿Qué importa una hormiga?
Por Nighthawk
Fecha de publicación: Mes 34 – 2/01
Hace miles de años una inmensa nave destinada a conquistar La Tierra se estrellaba cerca del Círculo Polar Ártico. Un primitivo hombre, destinado a ser la llave de la invasión alienígena, fue atraído hasta la nave. Se llamaba Eshu e hicieron de él El Amo del Mundo.
Después de siglos de torturas inacabables consiguió dominar a las máquinas extraterrestres pero se vio obligado a destruir todo el vasto complejo que habían creado para poder liberarse. Desde entonces el Amo del Mundo vivió pensando que era libre, no sabía que una pequeña parte de la nave nodriza había «sobrevivido» a su destrucción y desde entonces estaba creciendo y vigilándole…
Momento: Presente
Lugar:Norte de Canadá. Hay una estructura extraterrestre, apenas visible entre el paisaje nevado.
Dentro, la locura.
El Amo del Mundo grita con los ojos inyectados en sangre: -¡Síí, hoy será el día!¡¡Es el fin de la raza humana!!
Las paredes de la habitación se mueven, liquidas, al errático compás de los brazos del Amo. El ruido es ensordecedor, nada que ver con el discreto rumor que acompañó al Hombre Hormiga en su viaje hasta este marasmo1.
El Hombre Hormiga, pequeño, mira alucinado. Acaba de rescatar a este hombre de una prisión, una especie de matriz, plantada en mitad de esta extraña construcción. Piensa en avisar a alguien, pedir ayuda.
Scott ya no puede volver al Quinjet estrellado en el que llegó, no sobreviviría si intentara atravesar otra vez esos largos pasillos. Y él es el único que sabe lo que está pasando. De alguna manera tiene que dar la señal de alarma. Tiene que ser de otra manera…Piensa….
¡Claro! Se le ocurre contactar con las hormigas del jardín de los Vengadores, utilizando el casco cibernético universal que le regaló Hank Pym hace tan solo unas horas.
-¡Sí! puedo hacer que unas hormigas avisen a Ojo de Halcón, él se dará cuenta de lo que está pasando. Es una pena que la Torre de las Cuatro Libertades sea a prueba de insectos, porque voy a necesitar toda la ayuda posible.
El Hombre Hormiga se concentra y lanza la orden mental que le conectará con todas y cada una de las hormigas del planeta. Empieza el goteo de hormigas, de todo el mundo van llegando pequeñas percepciones. Cada vez son más, miles, billones2…Conecta. Al completar la conexión mundial siente la angustiosa muerte de miles de individuos, la antinatural asfixia causada por la epidemia tóxica extraterrestre. No puede soportar la desesperada nausea y desconecta jadeando, tan rápido como puede.
Ese extraño virus, esa toxina alienígena, invade cada vez más terreno, destruyendo toda la vida animal que encuentra. Con el epicentro en esta base que pisan, el mal venido de una estrella extraña se extiende ahora vertiginoso, desolando la tierra por donde pasa, en un radio cada vez más amplio. Hundiéndose también como un taladro de muerte en las entrañas de la Tierra.
Y en medio de toda esa orgía de destrucción, el Amo del Mundo con los brazos extendidos, mirando al vacío, gritando.
El Hombre Hormiga entre furioso y aterrorizado salta a tamaño insecto hacia el Amo, vuela hacia su cara. En su mentón golpea con la fuerza de un hombre entero. El golpe hace retroceder al lunático barbudo.
Scott está agitado, esto es demasiado para él.
-Todos esos seres vivos están muriendo, agonizando…en este mismo momento. Tengo que pararlo como sea, ¡Ya! (piensa).
El Hombre Hormiga crece ante el caído Amo del Mundo. Su cara está llena de furia. Lo agarra desde el suelo y lo levanta en vilo.
-¡Páralo!¡Tienes que pararlo ahora mismo!¿Me oyes? (dice, enfadado, mientras la estructura que les rodea converge amenazante hacia él, en defensa de su amo)
-Por supuesto, que poco hospitalario he sido. (El Amo hace un gesto y la enorme sala vuelve a la normalidad, el ruido ensordecedor se vuelve de nuevo un susurro). Hablemos. Esas máquinas que nos rodean te hubieran despedazado en unos segundos, pero yo soy su dueño ¿sabes? Soy el dueño de todo esto, del mundo entero. Por derecho.
-¿Quien eres? ¿Por qué estás haciendo esto? ¿No te das cuenta de lo que está pasando? (Pregunta Scott, muy enfadado)
-¿Que por qué hago esto? Ten cuidado, no toleraré que te dirijas a mi en ese tono. ¿Que otra cosa he de hacer, insecto? Soy el ser más poderoso de todo el planeta y tú…tú no eres nada. No te atrevas a ponerte en mi camino. Otros antes que tú lo intentaron…Sí. Muchos otros, pequeño…
La mente del Amo vuelve al momento en que sufrió su última derrota. Sus aliados de Omega Flight, transportados a su satélite orbital, tras ser derrotados por Alpha Flight, haciéndoles creer que los estaba matando. Su último acto heroico enfrentándose en solitario a sus odiados enemigos3.
Aquella sería su última derrota, esa idea aún ruge en su mente. Recuerda la indigna huida, simulando su propio fin. La teleportación debía llevarle también al satélite, pero nunca llegó. Algo falló. Su cuerpo quedó destrozado en la nieve. Hacía mucho frío allí. No recuerda nada más que el frío y unas familiares formas acercándose…entre las espesas brumas que se levantan al borde de la muerte.
-He despertado en muchos sentidos, hombrecillo, en mi cabeza todo encaja ahora. Los que hicieron de mi el Amo del Mundo han vuelto. Y crearé un nuevo mundo con su ayuda. Y esta vez seré su Amo.
En un desolado lugar a muchos kilómetros de allí, en la isla de Vancouver, se esconde el secreto Departamento H. Allí, un grupo de superheroes al servicio del gobierno canadiense, llamado Alpha Flight, se lame las heridas tras una agitada aventura submarina. La joven Natura, con el poder de controlar a los animales, siente un escalofrío; y una incomprensible premonición le sobresalta.
-¿Te pasa algo, chica? (Le pregunta Puck al verla palidecer)
-No…Que raro. Bah… seguro que son los nervios típicos de la novata del equipo. No te preocupes…
En un apartado pueblucho en mitad del Medio Oeste, el mismo escalofrío recorre el castigado cuerpo de Cassandra Web, una agotada anciana, que vive esperando la muerte en su lujosa casona. La enfermera entra alarmada en la habitación.
-Todos los monitores han saltado de repente.¿Se encuentra bien Madame Web? ¿Madame Web4?…
Y oye su nombre repetirse en sueños, mientras sus ojos se cierran plácidamente de nuevo…
Pero volvamos con nuestro héroe, el mundialmente famoso Hombre Hormiga no está nada contento con la manera en la que se están desarrollando los acontecimientos: el Amo del Mundo se ha calmado un poco, pero le ignora. Sigue murmurándole planes a las paredes y no parece que vaya a cooperar, más bien parece faltarle algún tornillo.
Mientras Scott Lang duda, el mal se extiende. La plaga alien va adentrándose en las entrañas de la tierra, haciendo estragos entre las especies subterráneas. El Amo susurra, tirado, contándole al suelo el motivo.
-En cuanto la toxina llegue al centro de la Tierra se reproducirá con tanta velocidad, debido a la temperatura y la presión extremas, que en unos pocos minutos todo habrá acabado. Solo yo habré sobrevivido, aquí, protegido por aquellos que me crearon. Tendremos todo el planeta para nosotros.¡¡¡¡Toda la Tierra para nosotros!!!! (termina gritando histérico)
El Hombre Hormiga ya no aguanta más, vuelve a tamaño normal y se acerca al postrado Amo, lo agarra por el hombro, le ayuda a levantarse y le arrastra al final de la sala mientras el Amo del mundo balbucea sin sentido, con un hilillo de babas cayendo por la comisura de sus labios.
-Nos vamos de aquí. Saldremos de esta encerrona, llamaremos a los 4F, a los Vengadores y acabaremos con esto ahora mismo. Vámonos.(dice Scott, decidido)
-¡¡¡Noooo!!! No me derrotarán otra vez.(el Amo reacciona y aparta de un empujón al Hombre Hormiga) Esta vez llegaré hasta el final y nadie me va a parar. Y menos tú.
De nuevo la maquinaria converge, afilada, hacia el Hombre Hormiga para acabar con él. Pero de nuevo el Amo los detiene con un gesto.
-No os necesito para esto, el Amo del Mundo sabe cuidarse. No tiene nada que temer de un humano.
-Acabas de cometer la mayor equivocación de tu vida, «Amo». Por si no te has dado cuenta tú eres un hombre, igual que yo (grita Scott Lang, mientras embiste como un toro).
-Puede que sea un hombre, insecto, pero no igual que tú. He sido recreado con un cuerpo perfecto y obviamente tú no (dice el Amo mientras le propina una serie de tremendos golpes al Hombre Hormiga, usando su gran fuerza, velocidad y elasticidad, comparables por ejemplo con el propio Capitán América, pero sin ningún estilo de lucha definido, más básico, más instintivo)
El apaleado Hombre Hormiga, intentando contraatacar, se encoge y salta de nuevo hacia el Amo del Mundo, que con un cegador manotazo lo lanza contra la pared.
Semi-inconsciente y hecho una piltrafa Scott se levanta de nuevo. Está a tamaño hormiga y sonado como un boxeador castigado. Levanta la mano amenazante hacia el Amo del Mundo, gritando con todas sus fuerzas susurros llenos de justicia y venganza. Es patético.
-No me molestes más, insecto. Solo tú vivirás para ver mi triunfo final. Serás el testigo de lo que ocurra con nuestro mundo… Con mi mundo. Pero no tientes tu suerte, pequeño.
Tras esta frase fatal el Amo hace un firme y teatral gesto tras el cual la nave alien captura al diminuto Hombre Hormiga, atenazándolo con presa de acero, dejando solo su cabeza libre. Scott, finalmente, se desmaya.
El Amo del Mundo mira despectivo al héroe caído, se mueve hacia el centro de la enorme sala blanca, pomposo. Levanta despacio los brazos y con un alarido sin sentido hace que, de nuevo, las paredes se agiten con frenesí. La velocidad en que se extiende la plaga aumenta entonces vertiginosamente, adentrándose kilómetros y kilómetros, imparable hacia el centro de la Tierra.
¿Estará condenada la vida en nuestro mundo? ¿Podrán los amos del Amo hacerse con el planeta, después de tantos miles de años de silente espera?
Interludio: En los límites de la atmósfera terrestre cientos de satélites artificiales acompañan a nuestro planeta en su rotación. En uno de esos satélites, del tamaño aproximado de un ataúd, vamos a entrar. Su tamaño es engañoso ya que dentro se abre un espacio muy amplio, gracias a un avanzado ingenio dimensional. Es como un palacio decorado finamente en todas sus habitaciones. Atareados sirvientes vienen y van.
En el centro de esta extraña morada, en una recargada habitación repleta de pantallas y maquinaria, sentado en su opulento altar, un rey entre hombres observa preocupado. Su nombre no lo sabremos nunca pero todos le conocen como…La Garra Amarilla5. Sus técnicos le indican, temerosos, en una de las pantallas la imagen de una región concreta; el Norte de Canadá, donde una creciente mancha roja colorea el monitor. La Garra muestra sus largas uñas, enojado, mientras vocifera con furiosa impotencia. Estamos demasiado lejos para poder oír sus gritos, mientras volvemos de nuevo a nuestro escenario…
El hombre hormiga despierta poco a poco, atrapado por las paredes de la nave. El paroxismo que se desarrolla ante sus ojos le hace pensar que estaría mejor inconsciente. Con una primaria danza, que le recuerda vagamente a la de los nativos americanos, el Amo baila al compás de su incubadora mientras un estruendo tremendo acompasa el salvaje latido de la blanca estancia.
-Todo esto va muy mal, piensa Scotty, este loco va a acabar consiguiéndolo. Estas máquinas le controlan, le utilizan, pero él lo gobierna todo como si lo hubiera hecho siempre. Entre todos van a acabar con la vida en la Tierra. Van a morir todos los que conozco, y billones más: Reed Richards, Hank Pym, Tony, Cassie…(Las imágenes de sus amigos y sus seres queridos pasan ante sus ojos). Tiene que haber algo que pueda hacer, algo…
El Amo se agita, exhausto, con los brazos levantados, al límite de sus fuerzas. El ritmo es frenético mientras la plaga alien sigue adentrandose en las profundidades de La Tierra. Pero al fin y al cabo un hombre es solo un hombre y el Amo cae desfallecido.
-Síííí(piensa el hombre hormiga). No ha podido aguantar, esto me dará tiempo para pensar. Sé que se me está pasando algo ¿Pero qué?
Pero no corren más que unos segundos antes de que Scott Lang vea boquiabierto como se ha formado una estructura alrededor de la caída cabeza del barbudo villano y el agotado cuerpo del Amo del Mundo se agite convulsamente en el suelo; una potente descarga recorre sus miembros con un extraño fulgor de un color inédito en nuestro planeta.
El antes agotado Amo se levanta majestuoso, como nuevo, hay un gran vacío en sus ojos. Las paredes vuelven a agitarse, con más fuerza que nunca. Nadie se ocupa ya del hombre hormiga, que sigue atrapado por la nave, sin salida. Él lo nota , nota que le queda poco tiempo y que nadie podrá arreglarlo luego. Necesita ayuda. No es más que un simple electricista que en sus ratos libres pasea entre las hormigas…un momento ¡las hormigas!
Decidido a hacer lo que sea, sabiendo que su vida no es nada frente a la de toda la raza humana, el hombre hormiga se concentra e intenta la conexión mundial. No pasa nada.
-¡No! Con los golpes que me ha dado el Amo puede haberse estropeado el casco cibernético. No me puede pasar esto ahora. Por favor, por favor, por favor conecta.
Recibe la primera hormiga como una bendición, van entrando a cientos, a miles. Desde el primer momento siente las antinaturales muertes causadas por el virus alienígena. La angustia empieza a asaltarle, la nausea. En un interminable minuto la conexión se hace mundial. Cada milésima de segundo miles de hormigas perecen agónicamente debido a la plaga. En la mente de Scott Lang la sensación asfixiante es abrumadora, pero está decidido a no abandonar y un solo pensamiento se abre paso en su cabeza: ¡Aquí, aquí!¡Venid aquí!
La población mundial de humanos se estima en 5.000 millones, la de hormigas se multiplica por n. Es posible que las hormigas sean la especie animal con más individuos sobre el planeta. En este momento Scott Lang, utilizando la increíble maravilla tecnológica de su casco cibernético con conexión mundial, ha desatado la mayor fuerza de la naturaleza de la historia.
Miles de millones de hormigas se ponen en marcha en todo el mundo. Debido a lo doloroso de la conexión, el Hombre Hormiga no ha podido precisar y la orden es global e inmediata. En todas partes las hormigas se dirigen hacia el epicentro de la infección en una creciente marabunta de consecuencias imprevisibles.
En las profundidades de nuestro mundo, allá donde la oscuridad es total, gobierna desde hace tiempo un hombrecillo asombroso, el Hombre Topo. Sentado en su alto trono medita, recordando sus locos enfrentamientos con los habitantes de la superficie. De repente un ligero temblor le saca de sus pensamientos. Al rato entran en la Sala Real, nerviosos, dos pequeños subterráneos. Aún privados del don del habla, consiguen hacerse entender y el Hombre Topo les sigue preocupado a los límites del reino. Observan allí , asombrados, un río imparable formado por cientos de miles de hormigas abriéndose paso sin problemas a través de toneladas de tierra.
Dentro de la estructura alien, camuflada entre la nieve, al Norte de Canadá:
Fluctuando salvajemente las paredes. El Amo, ahora más tranquilo, concentrado, dirige mentalmente el avance de la definitiva plaga, que acabará con la vida animal del planeta. En una esquina el Hombre Hormiga. Padeciendo un sufrimiento inhumano para mantener la consciencia, repitiendo su orden a las hormigas del mundo. Encogido y atrapado.
Entonces los millones de insectos demandados por Scott Lang se acercan y entran en la zona infectada por el virus. Mueren al instante. El dolor es breve para ellas, no así para el Hombre Hormiga. En ese mismo momento otro millón de hormigas ocupa su lugar. Carne de cañón.
Imagina sentir en un segundo un millón de muertes. Imagina las muertes de los prisioneros en los campos de concentración nazi, de los ciudadanos de Hiroshima y Nagasaki, de los soldados en las trincheras de la Gran Guerra. Imagínalo y multiplícalo por mil.
Scott grita. Grita como lo haría una hormiga si pudiera. Sigue a tamaño reducido pero entre el estruendo de la gran sala su grito es oído. El Amo se gira hacia él…
-¿Por qué gritas, pequeño? ¿Sientes ya cercano el final? ¿Acaso te apena que nuestra raza muera? No te preocupes, nada malo te pasará. Quiero que vivas para verlo. Y si quieres gritar, grita. ¿Que puede importar lo que grites ya, pequeño?
Bajo tierra los cuerpos de las hormigas muertas se acumulan. A pesar de su agonía el Hombre Hormiga resiste, llamando a más y más para sustituirlas. Si pudiera pensar, pensaría en que es la última esperanza de la Tierra, pensaría en los animales que pueblan nuestro mundo, en los fértiles océanos, en su hija Cassie… Pero Scott no puede pensar. Solo grita, grita hasta que no le queda voz, grita hasta que ya no puede más.
El director de la orquesta del caos, el Amo del Mundo, ignorante de lo que el Hombre Hormiga está haciendo, sonríe. La alegría que expresa su cara es inmensa, mientras gesticula de un lado para otro.
-Unos minutos, solo unos minutos y el mundo será nuestro. Podré crearlo todo de nuevo y no volveré a ser un paria. Ya no tendré que esconderme de mis enemigos. No quedará nadie que se oponga a mi. Solo unos minutos más, cuando la epidemia llegue al núcleo fundido de la Tierra. ¡Que mundo más hermoso crearemos entonces…
El final empezó como un ligero temblor, el Amo en su euforia lo creyó una señal de su triunfo. Alzó los brazos triunfante, pero el temblor fue aumentando su intensidad hasta zarandear la estructura alien.
-¿Que es esto? ¿Que pasa? No pueden ser ellos, nadie lo sabe, nadie podía saberlo. No, no, no, no, noooooooo.
Mientras una avalancha de cientos de toneladas de hormigas muertas destrozaba la nave, el perplejo Amo del Mundo susurra con su último aliento:
-Solo iba a quedar yo. Solo yo y la hormiga…
Los cadáveres de cientos de millones de hormigas sepultan completamente el foco de la infección extraterrestre. Al destruir el complejo creador del virus la epidemia se para. La Tierra esta a salvo.
Allí donde la blanca llanura se extendía hasta el horizonte los restos de las hormigas que salvaron el mundo se amontonan hacia el cielo y una nueva montaña se yergue como mudo testigo. Pasan varias horas hasta que, arrastrandose, sale el Hombre Hormiga, con la reserva de oxigeno casi agotada, mientras al fondo se ve la estela salvadora de dos aviones de la OTAN.
Poco después el lugar está repleto de científicos y militares. Agentes de S.H.I.E.L.D., con máscaras de oxígeno, pululan de un lado a otro. A escasos metros podemos ver al líder de los 4 Fantásticos, Reed Richards (sin máscara, por cierto6) hablando con un sentado Scott Lang, con el casco bajo el brazo y con una unidad de suero conectada a su brazo.
-Reed, ha sido horrible. No podré olvidarlo mientras viva. Las he conducido a la muerte, he matado a billones.
-Todos te debemos la vida Scott, el virus extraterrestre que fabricaba esa estructura que describiste estaba a punto de extenderse a nivel planetario. Afectaba a todos los animales. Al respirarlo pasaba directamente al torrente sanguíneo y creaba un grado de acidez en la sangre equivalente al ácido clorhídrico puro. Ha debido ser una muerte horrible pero rápida.
-Lo sé.
-Nos llevará unos días acabar con los virus que quedan. Por suerte no son muy resistentes y con la ayuda de algunos biólogos de S.H.I.E.L.D. hemos creado un agente mortal para la infección. Toda esta zona ha perdido su fauna en kilómetros a la redonda, pero lo repoblaremos y todo quedará igual que antes.
-Igual que antes no, Reed. Nada será ya igual que antes…(Dice pensativo el Hombre Hormiga mientras mira, con los ojos enrojecidos por las lágrimas, la montaña de cadáveres que se yergue en mitad del yermo páramo).
Fin
1.- Ver Marvel Premiere #3
2.- Para Scott Lang son billones porque los americanos consideran que mil millones = 1 billón.
3.- En Alpha Flight #130
4.- Madame Web es una vidente que solía colaborar con Spiderman hasta que el Juggernautt la dejó en una especie de coma psíquico.
5.- La Garra Amarilla es un centenario villano, eterno aspirante a la dominación mundial, que una vez intentó esterilizar mediante un gas, a la población del planeta. Un angelito, eh?
6.- No lleva oxigeno porque ha tomado una cápsula de esas que él inventa, más o menos como la que permitía a los 4 Efe ir por el espacio sin traje espacial ni nada.
EL DISCO DEL REGISTRADOR
Han llegado un mensaje a esta sección (por fin).
Lo manda Fordcopp comentando los tres primeros números de Marvel Premiere. El que más le ha gustado es el # 3, los dos primeros le parecieron muy pesados al no conocer a los Micronautas o a los Guardianes de la Galaxia (la verdad es que estos 2 grupos están actualmente bastante acabados en USA)
Pregunta Fordcopp si tengo pensado retomar los personajes. En principio no. Aún me quedan muchos por tocar y en esta serie si hay algo fijo es la variedad de personajes.
Los siguientes números estarían dedicados a Halcón Nocturno y al Capitán América y ¡Bucky!
Bueno, un saludo a todos los que leáis este número.
Me podéis mandar los mensajes que queráis a mi dirección:
nighthawk@ozu.es