Cogido en medio de una explosión nuclear, Bruce Banner vió como su vida cambió para siempre. La radiación le transformó en el monstruo conocido como el increíble Hulk. Torturado por estos cambios, Banner es un hombre en permanente huida… un peligro para sí mismo ¡y para el resto de la sociedad!
#449 – Semana trágica III
Por Correia
Fecha de publicación: Mes 149 – 9/10
Nota: Esta saga tiene lugar antes de las Guerras Infernales
Bruce Banner entró en el auditorio. Una multitud de personas le observaba desde sus asientos. Se dirigió al púlpito, y comenzó a hablar.
«Queridos amigos, hace tiempo que no venía a este lugar.»
Uno de sus oyentes tomó la palabra. Era Joe Fixit, el Hulk gris.
«Banner. Si has venido a vernos, es que has perdido el control. Otra vez. Aunque no sé qué otra cosa esperar de un mingafría como tú.»
«No, Joe, no he perdido el control. Como puedes ver», contestó, señalando a otro de los oyentes, «el Hulk salvaje sigue aquí.»
El aludido golpeó violentamente su escaño, al grito de «¡Hulk odia a Banner!».
«Sí, ya lo sabemos», afirmó Banner. «Como iba diciendo, no he perdido el control. Mi personalidad sigue dominando el cambio. La mente de Banner, el cuerpo de Hulk. Ya ni siquiera la mente infantil de Hulk ocupa mi cuerpo humano cuando me enfado… estoy absolutamente centrado, y todo está controlado.»
«Mientes», dijo una voz entre las sombras. «El salvaje recuperó brevemente el control en la pelea.»
«¿Quién?», preguntó Banner, sorprendido.
De entre las sombras salió un Hulk con barba canosa, entrado en años.
«Ah, el Maestro», dijo Banner. «Creía que aún no había desarrollado esa personalidad.»
«Banner… te sorprendería saber todos los que estamos aquí», le respondió el Maestro. «A muchos aun ni los conoces.»
Con un gesto, el Maestro invitó a sus compañeros a salir a la luz. Un Hulk rojo, otro azul, una Hulka, un Hulk niño, un Hulk armado hasta los dientes, uno con cara de estar asustado…
«oh», exclamó, sorprendido, Banner.
«No es que nunca hayas tenido una personalidad muy fuerte», respondió, irónico, el Maestro.
«De todos modos», respondió Banner, sobreponiéndose, «mi personalidad sigue siendo la dominante. Ese no es el problema. Lo que pasa es que…»
«Nos han ‘secuestrado’, ¿verdad?», interrumpió uno de los nuevos hulks, de color azul, con rasgos algo más suaves que los del hulk verde.
«¿Quién eres tú, si puede saberse?»
«Soy David», respondió.
«Encantado… David. Sí. Hidra ha capturado el cuerpo de Hulk y lo tiene bajo su control. Necesito – necesitamos de alguna manera recuperar el control. O mucha gente sufrirá por nuestra culpa.»
«¿Y qué ganamos nosotros?», preguntó Joe Fixit. «Cuando nos suelten, seguirás tu al mando, ¿no?»
«Sí, claro. Pero…»
«Nos necesitas. Je.»
«Creo que el único que podría romper el control es el Hulk salvaje. Es el más fuerte de todos, y el único que podría romper la gargantilla que nos controla en estos momentos.»
«Pero también es el más tonto – no te ofendas, Hulkie», añadió Joe.
«Sí… y en este caso, creo que eso también será una ventaja.»
El jeep que transportaba a Leonard Samson se acercó al control policial que bloqueaba la carretera de acceso a Greenville. Venía escuchando por la radio que había habido un accidente, algún tipo de escape radiactivo, y que no se podía acercar a la ciudad.
Detuvo el vehículo y se bajó. Vestía un elegante traje de Armani, y su melena verde la llevaba recogida en una frondosa coleta.
«Agente», se dirigió a uno de los policías.
El hombre le miró sorprendido.
«Esta zona está restringida, señor. Por favor, dé la vuelta.»
«Soy el Doctor Leonard Samson. ¿Podría decirme qué ha pasado?»
«Le repito que esta zona está restringida, señor.»
«Permita que me identifique», dijo, sacando de su bolsillo una placa de S.H.I.E.L.D., y mostrándola al agente.
«¿Agente de S.H.I.E.L.D. de nivel 5?»
«Significa que colaboro con ellos en misiones peligrosas, como esta. Y ahora, ¿qué ha pasado?»
El agente le devolvió la placa, todavía un poco confuso.
«Pues no lo sabemos exactamente, señor», respondió. «Recibimos un aviso de la UAT y de S.H.I.E.L.D. de que bloqueáramos los accesos a Greenville, porque aparentemente ha habido un vertido radiactivo en la zona.»
«¿Qué tipo de radiación?», inquirió.
«Radiación gamma, señor.»
«Curioso…»
«Sí… bueno, la verdad es que perdimos comunicación con la ciudad un par de horas antes del aviso. Y por Internet dicen que se sintieron terremotos… dicen que se avistaron helicópteros… e incluso que había varios hulks peleándose.»
«Curioso, y más curioso. Gracias, agente. Necesito pasar.»
«No creo que sea aconsejable, señor. La radiación gamma…»
«Oh, la radiación gamma y yo somos viejos conocidos, no se preocupe por ello.»
Quitándose la chaqueta, Leonard desabrochó su camisa, dejando entrever su uniforme de combate, aquel que hacía tiempo que no usaba.
«¿Quién es usted, Superman?»
«No, yo soy más alto.»
James Dallon sonreía satisfecho. Frente a él estaba el coloso esmeralda, totalmente bajo su control. El collar que lucía en su cuello el gigante verde, fabricado en adamantium, le permitía controlar mentalmente a la bestia.
Semejante poder en sus manos… Dallon pensaba que era lo que necesitaba para ascender rápidamente en la cadena de mando de Hydra. De hecho, esta misión la había llevado en el más absoluto de los secretos. Ninguno de sus superiores la conocía. El era un simple comandante, que tenía encomendado una misión en Nevada bastante sencilla: establecer un laboratorio de pruebas radiactivas para generar bombas gamma. Pero Dallon no se conformaba con eso. Quería mucho más. Desvió parte de los fondos a proyectos paralelos, como los robots-avispa, el collar controlador, o sus intentos de crear sus propios hulks, con la colaboración del científico jefe de su proyecto. Cuando no consiguió el objetivo, decidió ir a por el original… y lo atrajo hasta su telaraña, con una amenaza de bomba en Greenville (que nombre más apropiado) hasta lograr capturarlo.
Movió su mano derecha. El gigante le imitó. Sus ojos vidriosos no denotaban emoción alguna. Si Banner estaba ahí dentro, no daba señales de vida.
«¿Señor?», interrumpió Graham Swaize, su ayudante.
«¿Qué ocurre, Swaize?», preguntó
«Alguien ha entrado en la zona de exclusión. Nuestros agentes en la zona nos indican que se trata de Leonard Samson.»
«¿El Doctor Samson, el psicólogo de Banner?»
«El mismo, señor.»
«Bien… será perfecto para probar el control sobre Hulk, ¿no te parece?»
Samson revisaba las ruinas de lo que había sido Greenville. Definitivamente, esto no había sido un escape radiactivo. Había radiación gamma en el ambiente, y seguramente era lo que había causado la muerte de las personas, pero la destrucción… ¿una bomba? Quizás… Había visto alguna huella de los pies de Hulk, junto a otras más pequeñas, que lo desconcertaban. También había restos del fuselaje de un helicóptero de combate.
Sacó su móvil y llamó a Betty.
«Soy Leonard, Betty. Hiciste bien en llamarme.»
«¿Qué ha pasado? ¿Has visto a Bruce?», preguntó la mujer desde el otro lado de la línea.
«No, no está aquí. Pero ha estado. Sus huellas están por todo el lugar. Y hay un par de helicópteros derribados. Llegó tarde para impedir que destrozaran el lugar, pero parece ser que pudo vengarlos.»
«¿Y dónde está ahora?»
«Lo encontraré, Betty, no te preocupes. Los rastros llevan hacia el sur, así que hacia allí iré. Además… Es Hulk, Betty. Pocas cosas pueden hacerle daño.»
«Ya lo sé. Pero no por eso dejo de preocuparme. Gracias, Leonard.»
Samson colgó el teléfono, y lo guardó en un bolsillo camuflado en su cinturón. Oteo el horizonte. No había señales de vida en los alrededores. Como le había dicho a Betty, las señales indicaban que Banner se había desplazado hacia el sur, así que encaminó sus pasos en esa dirección.
Emma abrió los ojos. Volvía a ser una niña pequeña. Estaba asustada. No recordaba lo que había pasado… bueno, quizás sí, pero parecía todo un sueño… ¿quién era ese señor verde? ¿Y esos robots voladores? ¿De verdad ella se había transformado en un monstruo? ¿Y su madre…?
El recuerdo de su madre le vino a la mente. Recordó como ella y sus hermanos cayeron muertos al suelo. Emma dio un grito de rabia. Y la radiación gamma volvió a alterar su cuerpo…
Samson escuchó el grito. Venía de una colina cercana. Corrió en esa dirección. Su supermusculatura, potenciada por la radiación gamma que corría por sus venas, le permitió recorrer la distancia en pocos segundos.
Y allí la vio. Una versión infantil de Hulka.
«¿Jen?», preguntó, sospechando, quizás, que algún enemigo hubiera infantilizado a la superheroina.
«Emma no ser Jen. Emma ser Emma», contestó la niña esmeralda.
«Oh. Perdón, Emma. Me llamo Leonard. ¿Necesitas ayuda?»
«Emma no necesitar ayuda. Emma ser la más fuerte.»
«Perfecto», sonrió Samson. «¿No habrás visto por casualidad a un hombre muy grande verde?»
«Emma ver a gigante verde. Robots voladores llevárselo.»
«Robots voladores, eso es nuevo.»
«Emma encontrar robots y destruirlos. Robots malos hacer daño a mama de Emma.»
«¿Viste dónde se lo llevaron, Emma?»
«Emma no saber. Emma estar dormida.»
«Maravilloso», refunfuñó Leonard.
Otro mundo. Otra dimensión. Un infierno. Un demonio. Un hechizo. Una transformación. Dolor. Fuego. Otro hechizo. Desgarro. Sangre verde.
Y un nuevo Hulk está listo para su misión.
Emma y Leonard iban en dirección sur, donde creía el doctor que habían llevado a Hulk. Emma iba a su lado, jugando con todo lo que encontraban a su paso.
A lo lejos comenzó a escucharse el rugido de unas hélices.
«Emma. Tenemos compañía.»
Un helicóptero de combate negro volaba en dirección a ellos. Emma cogió una enorme roca para arrojársela, pero Leonard la detuvo.
El helicóptero los sobrevoló, y en ese instante algo salió de él, cayendo al suelo frente a ellos, levantando una gran polvareda.
Cuando el polvo se asentó, frente a ellos estaba Hulk, con los ojos vidriosos, y un collar metálico alrededor de su cuello.
Una voz surgió del collar.
«Bienvenidos a vuestra muerte.»
Y corrió hacia ellos.
Buenas a todos.
Sí, ya sé que no soy el que esperabais encontrar aquí, pero el guionista desapareció, y alguien tenía que acabar la saga antes del Renacimiento Marveltópico.
Entre este número y el siguiente acabará la historia. La siguiente aparición del gigante verde será en las Guerras Infernales (que ya se están publicando), y de ahí… ¡el futuro!
Esperamos vuestras opiniones.
Nos leemos.