Marvel Spotlight #125 – Guerras Infernales: Vengadores #2

marvelspotlight125Y llegó un día, un día distinto a los demás, en el que las puertas del Infierno se abrieron y los más temibles horrores enemigos del hombre caminaron libremente sobre nuestro mundo. Ese día, algunos de los héroes más poderosos de la Tierra se unieron para combatir al enemigo demoníaco, una amenaza que ningún héroe podía derrotar en solitario… ¡Ese fue el día de la Guerra Infernal de los Vengadores!

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#125 – Guerras Infernales: Vengadores #2 (de 3)
Uno para todos

Por Jose Cano


Fecha de publicación: Mes 142 – 2/10


Algún lugar al sur del océano Pacífico

Una embarcación, en parte de placer en parte laboratorio científico, es mecida por el suave oleaje.

– ¡Walt! ¡La radio funciona! -proclama Diane Arliss, en bikini y con las gafas de sol a modo de felpa sujetándole el pelo- Recibo una transmisión rarísima, preguntan por ti… creo que es SHIELD.

En otra cámara del barco, Walter Newell, en bañador pero con la gafas puestos arregla sus instrumentos de buceo, bombona, gafas, arpón.

– Maldita sea, no puedo acabar una investigación en paz… ¡¿Te han dicho que quieren?!

Le responden un fuerte crujido y el agudo grito de socorro de su mujer.

– ¿Diane? -Walter se asoma a cubierta.

Un enorme animal, parecido a un pez ciego de las profundidas, con pequeña antena incandescente incluída, pero con patas acabadas en garras una de las cuáles sujeta a la señora Arliss-Newell, desmayada, se encuentra encaramado en la popa, vomitando petróleo y moviendo en todas direcciones sus enormes ojos saltones.

Walter se da la vuelta, entra en la cabina y abre uno de los armarios. Allí está su uniforme de Mantarraya.


Denver

– ¡Vengadores! ¡El Hijo de Satán reclama vengadores! -proclaman al unísono los hermanos Grimm.

– Y justo hoy, que tenía que llevar a Rachel al dentista… -contesta Julia Carpenter, la segunda Spiderwoman, mientras salta entre ellos y provoca que choquen.

Aunque apenas pasa de mediodía, el cielo sobre la capital de Colorado está completamente negro, apenas rayos anaranjados de sol se filtran entre un cúmulo de nubes completamente antinatural. Las farolas se balancean, con sus luces parpadeando, como si un terremoto meciese el lecho rocoso de la ciudad. Las alcantarillas desprenden volutas humo verde de olor nauseabundo.

– ¡Superhéroes! -proclama Danza Macabra, líder del Turno de Noche- ¡El heredero de Sattanish nos ha pedido superhéroes!

Julia Carpenter cuelga boca abajo de una de las farolas bailarinas.

– Vamos chicos, nos conocemos, ¿no podemos solucionar esto hablando?

Además de Danza Macabra y los hermanos Grimm, están Ticktock, Danza Macabra, Aguja, Polilla, El enterrador, Andrajoso e Inadaptado. Julia los reconoce de cuando los combatió como miembro de los Vengadores de la Costa Oeste1, y que ella sepa es la primar vez que actúan fuera de Los Ángeles.. Entonces fueron engañados por su líder en aquél momento, el Ahorcador, que les otorgó un poder concedido por el demonio Sattanish, pero cuyo precio eran sus almas. El Doctor Extraño les abrió los ojos y el pequeño grupo de villanos cutres se redimió ayudando a los Vengadores a vencer a Sattannish. Pero ahora, a juzgar por sus ojos de color negro y sin pupilas, el olor a azufra y el humo que desprenden por la boca, Julia podría jurar que se han pensado mejor lo del pacto demoníaco.

– No te pareces a mucho ella, pero puedo ver que sois iguales -dice Polilla, cuyas alas se parecen ahora más a las de un murciélago que a las de un insecto, y que ha añadido a su traje una pequeña cola demoníaca-. Nos quitó a Russell2 antes de que el Hijo de Satán nos reclamase como antiguos servidores de su padre. No dijo nada de vengadores vivos. Te ahogaré con tu propia máscara.

Los poderes de control sobre los tejidos de la villana se ponen en marcha, deshilachando el antifaz de Spiderwoman y enrollándóselo alrededor de la boca y la nariz.

– ¡Eh, que esto es una zona residencial y aún tengo una identidad secreta! -balbucea, mientras trata de liberarse.

Un empujón de un hermano Grimm y cae al suelo, asfixiándose. El mudo Aguja se agacha junto a ella y la paraliza con sus poderes hipnóticos. Luego saca una enorme aguja de sastre, del tamaño del brazo de un hombre, y se la apoya en el cuello. Julia lo aparta de un cabezazo, sin conseguir respirar y notando como Polilla empieza a usar la tela del traje para inmovilizarle las manos.

– ¿La estrangulo con mi bufanda? -Andrajoso se agacha junto a la casi inmóvil superheroína blandiendo la prenda maloliente, en cada extremo, como nueva parafernalia demoníaca, una cabeza de serpiente que silba satisfecha ante las perspectiva de cobrarse una vida- ¿La remató? ¿Eh? ¿Eh?

– ¿Mónde onno stá a abalelía buando a desesitas? -murmura Julia, a punto de desmayarse.

La escena se ilumina de repente, como si le hubiesen colocado un enorme foco encima, uno que reproduce en tres tonalidades diferentes un escudo de SHIELD.

– ¿Qué? -murmura Polilla, perdiendo momentaneamente la concentración.

Justo lo que necesita el primer agente en aparecer, aterrizando de un salto para derribarla de un directo a la mandíbula. Los hermanos Grimm se lanzan sobre él.

– ¡No eres un vengador!

– ¡Y un #»$&@ me importa! -responde el tipo.

Varios agentes de campo descienden en cuerdas de escalada, abriendo fuego sobre el Turno de Noche. Un viejo conocido se agacha junto a Julia y la libera de la mordaza y las ataduras.

– Mucho tiempo, Spi.

– ¿Jack? -ella tose mientras se apoya en su antiguo compañero de Fuerza de Choque para ponerse en pie- ¿Qué les estáis disparando?

Las balas no parecen hacer al Turno de Noche el mismo daño que harían a una persona normal, pero si el suficiente para desorientarlos y hacerlos retorcerse. Mientras están inmóviles otros agentes trazan círculos con tiza alrededor de los villanos, aparentemente dejándolos atrapados en el interior.

– Estás ante los agentes de la recién estrenada División Mágica de SHIELD, Jules. Disparan balas de plata.

– ¿Eso no es para los hombres lobo?

– Bueno, las han bendito dos capellanes castrenses, un imam y un rabino… Al Mckenzie espera que al menos les escuezan.

– Jack, mi hija y mis padres deben estar en casa, asustados y preguntándose si estoy en peligro.

– Lo siento, pero no podemos llevarte, los llamarás desde el Helitransporte…

– ¿Helitrans…? No, ni hablar, no…

Un chisporroteo teleportador muy familiar se manifiesta junto a ellos.

– Julia -dice un alienígena de piel gris y melena cana.

– ¿Siglo? ¿Estás con SHIELD?

– Recluté a «sonrisas» en Indonesia hace un par de horas, no quieras saber lo que se dedicaba a cazar. Llévanos con Nick Furia, colega.

– ¡He dicho que no voy…! -protesta Julia.

Siglo, sin variar un ápice su expresión, hace girar su lanza y los teletransporta.

– ¡…a ninguna parte! -completa Carpenter cuando aparecen en la sala de control del Helitransporte de SHIELD, con las cabezas de una veintena larga de agentes girándose hacia ellos.

El único que no se mueve es Nick Furia, al fondo de la habitación, frente a una nube de monitores con imágenes de televisión de todo el planeta, con tres técnicos cambiándole pantallas y suministrándole informes, comunicándose por señas y expulsando humo de puro como una chimenea. Allí puede ver a los Eurocoros en Wundagore, el portal de la catedral de San Patricio en Nueva York, a Fuego Solar y sus aliados de Super Sentai Big Heroes combatiendo al dios malvado Suzanoo Woo o a Magneto en Neo Avalon conteniendo a los N´Garai3.

A medio camino, en una de las plataformas del puesto de mando, Julia puede ver varias caras familiaries: La Visión, el nuevo Iron Man, el nuevo Espadachín, Magdalena y otra vieja amiga de Fuerza de Choque, Suzi Endo, blandiendo su guantelete de Cybermante.

– Dijiste que eso era sólo para examinarlo4 -es el saludo de Julia, que se acerca en dos saltos, encaramándose sobre una barandilla.

– Bueno… -Suzi se tapa el guantelete con la otra mano.

La Visión y Iron Man se giran hacia ellas, Espadachín y Magdalena se mantienen aparte. Un agente de SHIELD algo mayor que Julia, con galones, atractivo y con cara de cansancio, se abre paso hacia ella.

– Julia Carpenter, Spiderwoman II -le estrecha la mano, más bien la agarra y la aprieta distraídamente mientras Julia se palpa la cara comprobando que tiene media máscara mal deshilachada- Bienvenida. Soy Al Mckenzie y dirijo esta parte de la operación.

– Si, ah, yo…

Pero Al ya se ha girado hacia USAgente.

– Russell, ¿hay algún rastro de Hulk?

– Me temo que no, jefe.

– ¿Ni de Leonard Samson? ¿Y a su mujer? ¿Rick Jones? Quizás puedan ayudarnos a encontrarle…

– No, nada de nada.

– Tsk.

Se oye una tos. Iron Man, con pasos un poco torpes, se ha acercado hasta McKenzie. Habla con una voz ronquísima.

– Comandante McKenzie, debo insistir en que nombremos un, ejem, líder en este escuadrón.

– Los estatutos de los vengadores lo dejan claro, chaval -lo interrumpe USAgente-. Estamos en una situación de emergencia y el más antiguo es La Visión.

– Soy Iron Man, soy un fundador.

– Todos sabemos aquí que no eres quién estás pretendiendo ser -dice Al McKenzie, señalándolo.

Iron Man duda un instante, sintiéndo a Espadachín y Magdalena avanzar a su espalda y a Spiderwoman y USAgente ponerse en tensión. Da un respingo cuando siente la mano de La Visión en el hombro.

– Para SHIELD no es ningún secreto que sustituiste a tu contrapartida de esta dimensión, Tony5 -dice, en tono tranquilizador-. No tengas prisa por acumular responsabilidades. USAgente tiene razón, es una emergencia y asumo el mando de Los Vengadores.

– Muy bien -dice McKenzie-. Ahora lo importante es…

– Espero que comprenda que este equipo es demasiado reducido y ha trabajado poco de manera coordinada, comandante. Colaboraremos con SHIELD, pero nuestra prioridad debería ser encontrar a alguno de nuestros compañeros con más experiencia.

– Claro, claro, escúcheme…

– ¿Mantarraya?

– Estaba en una investigación oceanográfica o algo así. Contactamos con su mujer, pero se cortó la comunicación.

– ¿Qué se sabe de Crystal o el Hombre de Arena?

– Los Eurocorps tienen sus propios problemas6, y hemos perdido la localización del Grupo Salvaje de Marta Plateada.

– ¿Hay noticias de Carol Danvers o Namor? -insistee el sintozoide.

– No sabemos nada de Namor, en cuanto a la coronel Danvers, está…

– ¡Ahí! -el vozarrón de Nick Furia resuena por toda la habitación- ¿Qué estoy viendo, agente? -señala a uno de los monitores.

– Es… -contesta el técnico, que parece no reconocer el lugar y teclea nerviosamente- Dios mío… -se gira hacia Furia, completamente pálido- Se… se supone que es Be’er Sheva, señor, en Israel, junto al desierto del Néguev… Tiene… tenía… algo más de 200.000 habitantes.

Nick se gira en dirección al puente de mando.

– ¿Has oído, Mac? -grita.

Al se vuelve hacia La Visión. Éste mira a Siglo. Espadachín y Magdalena se colocan junto a ellos en silencio. Iron Man vacila durante un segundo, pero no se mueve de al lado del androide. McKenzie se aparta. Julia se agarra un instante al brazo de USAgente. Un giro de lanza y desaparecen, deslumbrando a Al y todo el puente de mando.

La columna de humo y sangre se eleva hacia el cielo cubriéndolo casi por completo. El Behemoth salta de ella, haciendo temblar el suelo al aterrizar frente a los héroes recién aparecidos, y expulsa una llamarada por cada una de sus bocas. Su rugido es al mismo tiempo como el llanto de mil bebés y como algo completamente inhumano y repulsivo.

Spiderwoman le clava las uñas a Jack a través de sus propios guantes y la manga acolchada del traje.

– Jefe -dice él, dirigiéndose a La Visión-, por aquello de la moral y tal, ¿te importaría…?

– Claro -responde su líder, sin retroceder un milímetro cuando el monstruo avanza hacia ellos provocando una lluvia de escombros- ¡VENGADORES, REUNÍOS!


San Francisco

– ¡Eh! ¡Eh! ¡Aquí! ¡Cúbreme cuando baje!

Binaria hace un picado cruzando a toda velocidad junto a la forma lumínica de Rayo Viviente y aterriza frenándose con una ráfaga de sus poderes solares que incinera la primera línea de demonios.

– ¡Cuando tú quieras! -grita Miguel, siguiéndola.

– Tranquilo, chaval… Mierda, ¿por qué no arden todos?

Un grupo de diablillos alados, de color azul claro y que con pequeños tridente -cada «diente» una cabeza de serpiente que lanza dentelladas como latigazos- los rodea.

– sOmOs eL eScUaDrOn InÍfUgO dEl cOrAzÓn OsCuRo dE pAnDeMoNiUm… nO hAy fUeGo En EsTe MuNdO qUe PuEdA qUemArnOs…

Binaria sonríe de medio lado.

– Apártate un poco, chico. Ayuda a Goliath.

Bill Foster apura al máximo su capacidad de crecer para aprovechar el hueco creado por el primer ataque de Binaria. Se dedica a sacar civiles de los edificios y depositarlos en zonas seguras para que se dirijan hacia las instalaciones de la Cruz Roja y la policía de San Francisco. Bajo sus pies, Hulka se dedica a rechazar las primeras hordas de nuevos demonios terrestres que envía Pandemonium, pero Miguel no puede ver donde se encuentra el villano que sirve de portal a las fuerzas de Corazón Oscuro.

Desciende hasta la mansión de Daimon Hellstorm. Más bien, hasta los límites del campo mágico que la rodea, cortesía de sus seguidores satánicos. Allí se encuentran el Hombre Hormiga -a tamaño normal y sin su casco- Ave de Fuego y «Gata Infernal». Esta no parece exactamente Patsy Walker. Tiene dos cuernos de carnero que se enrollan sobre sus orejas con aspecto parecido a las caracolas de la princesa Leia, ojos completamente felinos e inexpresivos, un rostro sin nariz de color rojo y una boca sin labios que esboza un remedo de sonrisa permanente. Su piel parece el traje de Patsy: las manos y los pies, de color azul, acaban en garras auténticas. Remata con una Melena pelirroja hasta la cintura. Scott y Bonita discuten.

– Gata lo dice…

– No entendemos lo que quiere decir…

– Scott, no es un empeño de beata de pueblo, puedo ver a… a el ángel de Hellstorm… Tenemos que entrar.

– ¡Eso no lo arregla, hablamos de magia y demonios, joder!

Gata mira a uno y a otro mientras se revuelve, nerviosa y babeante. Se gira hacia Rayo y lo olisquea cuando aterriza.

– Eh, calma, no…

El ruido de la explosión interrumpe a Miguel y hace encogerse de golpe a Goliath, al que Hulka refugia bajo una pared que ya había derribado para protegerse ella. Scott encoge, Bonita protege con su cuerpo a Gata Infernal y Rayo adopta su forma lumínica.

Un lluvia de pequeños demonios calcinados irrumpe en calle. Binaria aterriza y se «apaga» la cabeza, mostrando el rostro de Carol Danvers.

– Ningún fuego de este mundo… -repite, divertida.

– ¡¿Estás loca?! -le grita Jennifer.

– Me aseguré de que los civiles de Goliath estuviesen a salvo, Jen. Y era la única manera de fundir a estos bichitos… -aplasta uno de los pegotes-demonios, que se deshace en cenizas.

– ¿Cuándo has llegado? ¿Cuánta gente traes? -pregunta Scott.

– Tranquilos…

– ¿Por qué no hemos coincidido antes? -pregunta Rayo Viviente, sonriendo.

Hulka y Goliath se miran levantando una ceja, Carol se ha vuelto hacia Miguel con cara de póker.

– Te dije que te tranquilizases, chico.

– Apartáos de él -dice Ave de Fuego.

Sin que nadie tenga tiempo de reaccionar, Gata Infernal se encarama sobre la espalda de Rayo Viviente, le clava las garras de la izquierda en un hombro y con la derecha le hace un corte horizontal a la altura del vientre. Envuelto en un saco de sangre y bilis, sale un demonio, una especie de sátiro con siete penes que se gira hacia Ave de Fuego rugiendo y crece varios metros de golpe.

– lUjUrIa…

Saca su lengua bífida de lagarto, agarra a Ave de Fuego por la cintura y se la traga.

– Mierda -murmura Carol.

El demonio eructa una voluta de fuego. Se palpa el estómago. Explota en un golpe de luz y calor.

Bonita Juárez cae al suelo envuelta en un manto de bilis amarilla.

– ¡Y llevamos seis horas así! -dice Hulka, girándose hacia Binaria- ¿Quién más viene? ¿Tenéis a Doc Extraño, a alguien?

Scott Lang se ha agachado junto a Ave de Fuego, le sujeta el pelo mientras acaba de vomitar y la ayuda a levantarse. Miguel se palpa la piel bajo el roto del traje, ni un arañazo.

– Nadie, Jen… -dice Carol-. Todo el planeta está así, Nueva York es una especie de horno… Tenemos que apañarnos con esto hasta que SHIELD encuentre a alguien con magia, ahora mismo no hay nadie.

En las caras de Goliath y Hulka se nota como contienen un montón de insultos.

– Yo sé cómo solucionarlo -insiste Ave de Fuego, algo repuesta aunque completamente pegajosa.

– Ya hemos hablado de eso -dice Hulka, impaciente.

– Conmigo no, Jennifer. ¿Qué pasa?

– No te ofendas, Binaria, pero acabas de llegar.

Carol levanta una mano y empieza a contar con los dedos:

– Antigüedad en los Vengadores, agente de SHIELD, comandante de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos… por no hablar de la experiencia en combate y de haber formado parte de más equipos que todos vosotros juntos… No vamos a discutirlo cuando ni siquiera eres parte oficial de la reserva, Foster, sólo se lo permitiría a Jen y, ¿has visto que ella abra la boca? Yo estoy al mando y cabrearse es perder el tiempo.

Gata Infernal ruge por lo bajo, los demás guardan un silencio hosco.

– ¿Ave de Fuego?

– Puedo ver… Me habla una aparición -Carol enarca una ceja mientras Goliath suspira mirando al cielo-. No puedo decirlo de otra manera. Es… como Daimon Hellstorm, o al menos como las fotografías que he visto, vestido de blanco, me ha explicado lo que pasa aquí y que puede purgarse a sí mismo.

– Es una trampa.

– ¡Ya lo sé, coño7! -Scott, que todavía la sujeta por un codo, da un respingo- ¡Dejad de hablarme como si fuese tonta! ¡Y tú cállate! -grita al espacio vacío sobre su hombro- En cualquier caso, mientras esté conmigo tengo el poder de curar a Hellstorm. Y creo que ella también.

Gata Infernal se acerca maullando a Binaria. Ésta se agacha junto a ella y le pasa una mano por el pelo.

– Dios, Patsy, no te ofendas, espero que no seas tú de verdad.

– Si conseguimos curar a Hellstorm… -empieza a decir Bonita.

– …tendremos un mago especializado en demonios de nuestra parte -dice Carol, tocándose la sién con el dedo índice, mientras se pone en pie de nuevo-. Por otra parte, si simplemente lo incapacitas, los otros demonios se quedan sin objetivo, ¿no?

– Pero… -dice Bill.

– Sí, se supone que intentan invadirse entre sí, podemos ayudar a que otro bando demoníaco «gane»… Pero eso escapa a nuestra prioridad ahora mismo, que es detener esto que le está pasando a San Francisco -señala al fondo de la calle, donde se congrega un nuevo ejército de demonios-. ¿Alguna idea para romper la barrera mágica?

Gata Infernal gatea hasta el borde del campo de fuerza que rodea la Mansión y mima arañarlo. No llega a tocarlo, pero el campo tiembla visiblemente.

– Oh, joder, es una pedazo de trampa -dice Goliath.

Carol se rasca la barbilla.

– ¿Estás dispuesta?

– Sí -responde Ave de Fuego.

– ¿Acompañada por ella?

Gata Infernal ensancha su sonrisa permanente.

– Sí.

– Voy con Bonita -dice Hulka-. Es idiota. Y quiero pegarle a Hellstorm por intentar utilizarlos.

– Vale, ahora…

– Yo también quiero ir -dice Scott Lang.

Todos se giran hacia él, Ave de Fuego enarcando una ceja.

– Eeeeh -el Hombre Hormiga levanta las manos, a la defensiva-. Aquí fuera no hago nada, pero puedo colarme en la mansión más sútilmente que Jen si Hellstorm no nota que rompemos la barrera y… -se gira hacia Bonita- Los amigos de Hank son mis amigos, quiero decir…

Ella sonríe.

– De acuerdo, Scott. Gracias.

– Ok. Los chicos y yo podemos con esos de ahí -Carol señala a su espalda con el pulgar. Vuelve a encenderse, se gira hacia Bill y Miguel- ¿Qué decís?

– Yo, hum… -murmura Rayo.

– No eras tú, te dejaré disculparte luego. Vamos.

Goliath crece en silencio. Los otros dos alzan el vuelo.

– ¡Qué no se os meta el demonio dentro! -grita Hulka.

– Tranquila, Jen -Binaria levanta un pulgar sin volverse-, algunas ya estamos acostumbradas.


Wakanda

– Mi rey…

Los soldados wakanda disparan entre los huecos de la barricada mientras una lluvia de lanzas, flechas y sus propios fusiles les contesta desde el frente del pueblo-gato. W´Kabi se agacha sobre el hombro de un T´Challa que se está quitando la capucha mientras toma aliento, sentado en el suelo junto a varios de sus hombres.

– Situación. Bajas.

– No tienen acceso al resto de Wakanda Central, pero no podemos romper su defensa en torno al Templo de la Pantera. Hay al menos quince heridos y… y siete muertos.

T´Challa se limpia con el dorso de la mano un hilillo de sangre que le bajaba por la comisura de los labios. Los wakandas miran al suelo. Taku irrumpe corriendo a toda velocidad, saltando sobre los heridos, con un tocho de folios bastante voluminoso en las manos.

– El informe sobre el pueblo gato. Hemos cruzado referencias con los archivos de los Vengadores, los Cuatro Fantásticos, la Fundación Doctor Extraño y los departamentos de magia de las universidades de Nueva Orleans, Tombuctú, Praga, Toledo y Qom.

– Seguid hablando mientras lo leo. W´Kabi, que los hombres que queden al otro lado se replieguen sobre la barricada. Nuestra prioridad es recuperar el templo, pero no a costa de las vidas de todo el ejército.

– Sobre el templo, Mendinao dice que…

– ¡Espera un momento, Taku, maldita sea! Escúchame, T´Challa, cuantos más caen, más vuelven, se separan de un wakanda y poseen a otro. Tenemos que afrontar esto de manera más directa.

– Hemos identificado a la nueva Tigra, mi señor -insiste Taku-. Como sospechábais, no es la americana8. Se trata de L´Nebi, la sacerdotisa y Dora Milaje, hija de L´Nallu.

– ¿Una Dora Milaje? ¿Qué decían Mendinao y sus chamanes? -responde el rey, sin dejar de pasar folios que ojea de arriba abajo en milésimas de segundo.

– Afirman que el Dios Pantera no les permite acceder a su templo, que no pueden hacer nada.

T´Challa se coloca la capucha y devuelve el informe, ya leído, a Taku.

– W´Kabi, dí a tus hombres que permanezcan en sus puestos, pero que no hagan nada si no es a mi señal.

De un salto, Pantera Negra se encarama en lo más alto de la barricada, a la vista del enemigo.

– ¿Pero qué haces?

– Tranquilos.

Un par de lanzas de los hombres-gato silban hacia el rey, que las esquiva dando un nuevo salto hacia delante, quedando en la tierra de nadie entre la barricada de los hombres de W´Kabi y la zona del templo que controlan los hombres-gato. Se escucha el revuelo en las filas de los demonios, hasta que uno, más alto y de pelaje más oscuro, se adelanta.

– Soy El Balkatar, campeón del pueblo gato -se eriza para parece mayor mientras se acerca.

– Soy T´Challa, hijo de T´Chaka, rey de Wakanda, la tierra que has invadido. Y no es contigo con quien quiero pelear.


San Francisco

– ¡¿Qué clase de broma es esta?!

Daimon Hellstorm alza por los cuernos de carnero a «Gata Infernal», apretando tan fuerte que puede oirse como se astillan. Ella chilla de dolor, un chíllido agudo e inhumano. Se encuentran en el santasanctorum de la mansión, una habitación apenas sin muebles que tiene dibujado en el suelo un enorme pentagrama, sobre el que parpadea un portal dimensional.

– Voy a arrancarte una pierna y hacer que te la comas, cuernecitos.

Hulka aparece en el alfeizar de la puerta, arrastrando consigo a varios satánicos insconscientes a los que deja caer a sus pies.

– Suéltala.

– No es Patsy -Hellstorm la empuja contra la pared más cercana, la gata se encoge sobre sí misma, quejándose en tono muy bajo. Daimon cierra el portal con un gesto-. Me hacéis perder el tiempo.

– Me da igual, voy a patearte el…

A un gesto del Hijo de Satán, su propio pelo amordaza a Jen. Luego, mueve la mano, obligándola a entrar en la habitación. En el instante que lo hace, con un chirrido, un demonio parecido al de Rayo Viviente sale entre sus costillas.

– nO, mI sEñOr, nO -suplica, antes de que un movimiento del tridente de Daimon lo reduzca a simple humo.

– ¿Y qué hago contigo? -dice, mientras mira a Gata Infernal.

– ¿Hulka? Hulka, Scott está… -Ave de Fuego enmudece cuando consigue asomarse.

Al verla, Hellstorm ruge.

– Sois estúpidos. No debí utilizaros. Sois tan estúpidos.

– Escúchame…

– Entra en la habitación. No discutas.

Bonita da un paso adelante. El «ángel», una versión vestida de blanco y translúcida de un Hellstorm algo más joven, aparece flotando junto a ella. Hulka abre mucho los ojos, intenta hablar, pero su mordaza de pelo de lo impide.

El «Hellstorm blanco» sonríe.

– ¿Sabes lo que es, niña idiota?

– No me importa. Mientras esté conmigo, tengo el poder de liberarte de tu alma oscura. Dame la mano. Por favor.

Hellstorm se lanza sobre el «fantasma» con un grito, blandiendo su tridente. Ave de Fuego trata de imperdíselo, pero Hulka consigue incorporarse y apartarla de un salto. Gata Infernal no deja de saltar y golpear las paredes, intenta acercarse a la pelea, pero un golpe de energía la repele.

– Saludos de mi amo Belial, hijo de Satán.

El «fantasma» cambia de aspecto, sus rasgos se suavizan aún más, hasta parecer un adolescente, su lengua se vuelve bífida, sus brazos y piernas se arquean como los de un animal. Tiene el tridente clavado en el estómago. Hellstorm lucha tratando de arrancárselo.

Gata Infernal salta sobre Hulka y Ave de Fuego y las obliga a agacharse. Un golpe de luz y calor inunda la habitación.

Hellstorm arranca a la gata de sus brazos lanzándola contra la pared. Levanta su tridente y lo clava por encima de la cabeza de Bonita, en su capa hecha jirones, inmovilizádola contra el suelo.

– ¡Estúpida beata! ¡¿Pensáis que en tanto tiempo no hemos inventado la manera de utilizar contra vosotros vuestra ventaja principal?! -Hulka le lanza un puñetazo, pero él levanta una mano y le retuerce el brazo en un ángulo imposible, haciéndola gritar de agonía- ¡Era un vampiro de fe! ¡Cuánto más convencida estaba de poder -escupe- «liberarme» más fuerte se hacía!

Ave de Fuego se cubre la cara con las manos, empieza a murmurar un padrenuestro. Daimon se retira rugiendo.

– ¿Por qué no os mato y acabo de una vez?

Jennifer, con las lágrimas saltadas y el restro crispado, se apoya sobre un costado, sujetándose el brazo roto.

– Si… uno de… nosotros muere… tu hechizo…

Los ojos de Daimon relampaguean.

– Me ha exiliado de mi propio infierno, pero sigo teniendo poder suficiente como para deshacer el hechizo del sello que hicieron mis seguidores9, incluso para matar a Pandemonium -vuelve a crisparse- ¡Malditos seáis! ¡No sé por qué quise utilizaros! ¡Belial lo vio venir mejor, ese… ese…!

– Ayúdanos… te llevaremos… con Extraño…

Hellstorm suelta una carcajada.

– ¿Con Extraño? Eso es otra prueba de tu ignorancia. ¿Qué crees que acabas de conseguir?

– Pande… monium… ya no tiene nada que hacer… la ciudad está a salvo…

– ¿A salvo? -Daimon pone cara de no creerse lo que acaba de oír- ¿A salvo?

Sus carcajadas resuenan por los pasillos de toda la mansión.


Helitransporte de SHIELD, sobre el océano Atlántico, a la altura de las Azores.

– Sólo hace falta que me des un beso para que se cure, nena…

La enfermera se mete dos dedos en la boca fingiendo una arcada y tira el alcohol, la aguja y el hilo a los pies del USAgente mientras se marcha. Jack disimula una mueca de recepción, recoge los utensilios y procede a desinfectarse y coserse él mismo.

El puente de mando se ha adaptado en enfermería improvisada para los Vengadores. Dos paramédicos examinan a Spiderwoman, cubierta con una bata que permite adivinar que su traje está hecho jirones, obligándola a sacar la lengua y seguir la luz de una linterna con la mirada. Siglo permanece en una esquina, mirando al vacío, aparentemente intacto. Otra enfermera discute con Magdalena junto al Espadachín.

– ¡No sean idiotas, déjenme que lo escayole!

– Queda mucho trabajo y con un brazo escayolado no vale para nada.

– Pero…

– Señorita, no puede «curarme» si no quiero -dice el Espadachín, estirando un brazo torcido de forma antinatural hacia su compañera-. Vamos, hazlo. De un tirón -aprieta los dientes y una gota de sudor le resbala por la sién cuando ella le sujeta la mano.

El crujido hace que Suzi Endo, a la que están sometiendo al mismo examen que a Spi, agache la cabeza, e incluso que USAgente mire hacia otro lado.

– No te ofendas, Visi, pero me resultas rarísimo así -dice Flint Marko.

– He cambiado mucho desde la última vez, Hombre de Arena10. ¿Dónde está Marta Plateada?

– Discutiendo nuestros honorarios con los contables de esto… Ya le he dicho que no quiero mi sueldo, que esto lo haré con vosotros, y si no le gusta que me despida. ¿Sabéis algo de mi colega Ben Grimm?

– Los informes que nos llegan de Nueva York no son muy fiables… Discúlpame, Hombre de Arena.

Iron Man discute con Al McKenzie, junto al que permanecen dos personas, una mujer rubia con gafas y una bata blanca, y…

– ¡No aceptaremos bajo ningún concepto al Juggernautt en este equipo! ¡Estuvo asociado al CFI! ¡No hace tanto que asaltó Soluciones Stark11! -brama con voz cavernosa el miembro de Los Vengadores.

– Creo recordar que Shaw y tú os pasastéis un buen rato charlando, niñato -responde Caín Marko-. No parecía que te molestásemos.

Iron Man vacila. La Visión interrumpe la conversación.

– Es suficiente. Conozco su trabajo, Dra. Nyles -da un paso hacia la mujer y le estrecha la mano-. Se puede decir que acaban de repararme en parte gracias a él.

Ella no dice nada, sólo sonríe. El líder de Los Vengadores saluda con un gesto seco de la cabeza al resto de los presentes y luego se dirige a McKenzie.

– Si la Dra. Nyles y usted garantizan su comportamiento, aceptaremos al Juggernautt con nosotros. La naturaleza mística de sus poderes puede ser de utilidad -Juggy bufa como si no fuese con él, La Visión se gira hacia la doctora-. Tenía entendido que Leonard Samson también participaba en este proyecto12. Y que dependía del Gobierno de EEUU

– Samson está ilocalizable -responde McKenzie, picado-. Y EEUU entiende que son circunstancias extraordinarias.

Nick Furia se acerca desde los monitores del fondo de la sala acompañado de una mujer de pelo corto y moreno y rasgos semíticos, vestida con un traje de tonos azul pálido.

– Está hecho… Con el Néguev asegurado, Israel nos envía a Sabra -Nick habla sin sacarse el puro de la boca, sosteniendo unos papeles en una mano que blande en el aire- Ahora es cuando tenemos que tomar una decisión bastante chunga -avanza hacia la mesa donde están los enfermeros, aparta material médico bruscamente y empieza a colocar varias fotos aéreas-. Acercáos, joder.

Iron Man parece removerse nervioso cuando Sabra se coloca junto a él.

– Hace tiempo que el Mossad conoce la sustitución del hombre bajo la armadura -dice la supersoldado, casi murmurándolo, sólo para él, que la mira alarmado- Sólo quería decirle que su secreto está a salvo con nosotros. El gobierno de Israel desea mantener con el nuevo Tony Stark la misma relación de confianza que tenía con el antiguo.

– ¿Qué es esto, coronel Furia? -pregunta La Visión.

– ¿…de mi talla? ¿Seguro? -se oye murmurar a Julia Carpenter a una agente de SHIELD.

– San Francisco, rojito, una vista aérea de Frisco, que por alguna razón vuelve a salir en los mapas. Verás, parece que Carol Danvers está ahí abajo. Nos ha dejado un mensaje, cutre pero clarísimo. Está ahí abajo están con Rayo Viviente, Hulka, Ave de Fuego, el segundo Hombre Hormiga y Goliath Negro…

– Creo que Bill Foster prefiere Goliath a secas. ¿Saben qué ha provocado eso?

Cardenal se acerca a Suzi Endo y señala su guante de Cybermante.

– ¿Puedo verlo?

Nick expulsa una voluta de humo, agachado sobre la mesa apoyándose sobre los puños..

– ¿Ves esa manchita? Es Pandemonium.

Todos los Vengadores atienden en silencio. USAgente salta sobre las fotos, apretando las mandíbulas, la cara enrojecida. Spiderwoman se asoma junto a él, el ceño fruncido. Los dos miran a la Visión. El sintozoide se dirige, muy calmado, a Furia.

– Coronel…

– ¿Ves ese borrón de ahí? -continua el otro- Era la mansión de Daimon Hellstorm. No estamos seguros, pero parece que Hulka nos dice que Gata Infernal también anda por allí.

La Visión se agacha al altura del Nick, observando la foto.

– Comprende que San Francisco se convierte ahora en nuestra prioridad, ¿verdad? Antes incluso que Nueva York.

– Contaba con ello -Nick se incorpora y empieza a dar vueltas, una mano a la espalda y la otra moviendo el puro-. Si todos esos siguen vivos… una los rescatases tendrías un equipo decente…

– Estamos delante, joder -dice Julia, ganándose un codazo de USAgente.

– Entonces, y sólo entonces, mientras rezamos porque alguien con magia siga vivo ahí dentro, caemos sobre Nueva York con todo el peso de SHIELD y los Vengadores -dice Nick, que clava su único ojo durante un segundo sobre Spiderwoman-. Tenemos claro que ahí está lo gordo. Por eso no voy a mandar a ningún grupo de apoyo. Necesitó a todos mis agentes para que palmen en Manhattan, no en la Costa Oeste -un par de técnicos y enfermeras tratan de disimular el temblor de las manos.

La Visión observa las fotografías en silencio.

– No parece como Hawaii, Sidney o el Néguev. Parece planificado. No sé si…

McKenzie se lleva una mano a la oreja y levanta la otra pidiendo silencio.

– ¡Pásalo a la pantalla principal, joder!

Nick se gira mientras la pared del fondo de la sala se revela como un monitor de varios metros de alto, con todos los agentes bañados de golpe por su luz azul.

El rostro anguloso, confiado y atractivo de T´Challa de Wakanda -con unos pocos puntos sobre la ceja izquierda y en la barbilla, y el pómulo hinchándose, eso sí- aparece a tamaño descomunal frente a ellos. A la espalda del rey de Wakanda, un coro de maullidos salvajes.

Nick Furia da una lenta calada a su puro.


Isla de Aegaea, Grecia

Las olas del egeo lamen la cara de la mujer, inconsciente sobre la arena de la playa, larga melena negra y un ajustado traje color verde. El agua salada y los temblores y explosiones la hacen despertarse poco a poco. Se aparta los granos de arena de la cara.

– ¿Exodo? ¿Dane? ¿Qué ha…?

La eterna Sersi se gira hacia las montañas a su espalda. Un enorme toro de cerca de veinte metros de alto, negro azabache y con las astas acabadas en enormes antorchas, lucha contra una docena de hombres voladores, pequeñas alas en las botas, equipados con escudos y espadas cortas.

– Gran Zuras -murmura para sí.

Cuando vuelve la cabeza de nuevo, delante de ella hay un hombre vestido con una túnica de color negro, puede ver los pies descalzos y adivinar un cuerpo musculoso bajo la tela. Su piel es oscura, con un brillo rojo que se filtra a través de las pequeñas grietas que la cubren. Los ojos son de un amarillo intenso y llameante. Ofrece una mano a la eterna.

– Únete a mí.

Vagas sombras se definen a su espalda. Una mujer vestida de blanco y negro. Un hombre con una túnica roja. Otro en armadura.

– Únete a nosotros.


1.- Allá por Nuevos Vengadores Vol. 1#72 (Avengers West Coast #76)

2.- Defensores#157 (MarvelTopia). Se refiere a Jessica Drew, claro, la Spiderwoman original, que recuperó hace poco sus poderes. En ese número Jessica rescató a Jack Russell, el Hombre Lobo, ex-miembro del Turno de Noche del que pretendía vengarse el resto (y enviarle sus trocitos a Mortaja, larga historia).

3.- ¡No te pierdas Las Guerras Infernales, Guerra Infernal: Capitán Britania y los Eurocorps, Guerra Infernal: Infierno Urbano y Guerra Infernal: Mutantes, auténtico creyente!

4.- En Fuerza de Choque Vol. 2 #8 (Force Works #22), cuando se disolvió el grupo.

5.- Es lo que ocurrió tras la Encrucijada (luego dicen que Bendis o Brubaker son malos). Nadie sabe quién está de verdad ahora bajo la máscara, sssh.

6.- Ver Guerra Infernal: Capitán Britania y los Eurocorps.

7.- «En castellano en el original» 😛

8.- Greer Nelson murió en SHIELD Vol.2 #4, en MarvelTopia, durante los acontecimientos que llevaron al crossover Battle Royale.

9.- En el número anterior, claro.

10.- La Visión no había recuperado sus emociones, era el bicho blanco asqueroso ese.

11.- X-Man #33 para más detalles.

12.- Cosas de Crisis de Fe, podéis ver una explicación a la «redención» de Juggy en Factor-X #203.


WAKANDA INFERNAL

Saludos, perro mortales.

Segunda entrega de los Vengadores de la reserva apañándoselas como pueden en medio de la Guerra Infernal. ¿Estáis preparados para el último número? Más vale, porque ya estoy escribiéndolo.

Hasta que nos olamos

José Cano.

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