Motorista Fantasma #82

Tras la saga de Emociones Primarias, Danny Ketch, el portador del Espíritu de la Venganza, más conocido como el Motorista fantasma, ha desaparecido. ¿Dónde esta Danny Ketch?

#82 – Carnaval VI
Por DOB


Fecha de publicación: Mes 28 – 8/00


«Tan claro tengo que existen máscaras tras las máscaras que todos portamos como de que existe un infierno tras el infierno que a todos nos espera, mucho peor que el que imaginamos. Sin fuego, sin demonios correteando, pero donde si que existe el dolor y la tortura, aunque eso si, no es en la que todos imaginamos. Tan claro lo tengo, como de que moriré algún día, Ya que fui y regrese de allí.

Este infierno esta regido por un hombre ciego, que sentado en su trono de metal, otorga y quita todo lo que allí existe. Proporciona y coge todo lo que quiere y usa para ello, lo que llaman allí «perforaciones» que son un tipo de sueños donde todo parece real, y crees que estas vivo. En este tipo de «perforaciones» convives con la gente, amas y odias, naces y mueres. Todo es correcto, es un mundo real o por lo menos lo mas parecido a esto. Mundo en donde trabajas, en donde andas, en donde subes a montañas y te bañas en los mares o en los ríos, donde amas, matas y mueres. O sea, todas las cosas que has hecho en tu anterior mundo.

Al lado del rey ciego, arrodillado siempre ante él, un hombre al que llaman arlequín que porta la lista de los condenados que anuncia cada semana que la noche que no tiene día.

Uno de esos días, estuve allí, frente al trono, esperando oír mi nombre. Nadie lo dijo. Ese día escapé. Escuche la voz tras de mí y desperté. Fue un sueño. Mi cara siguió herida, mi ojo muerto, sin honor, sin dueño y un gran dolor en el alma.»

Relámpago.

Relámpagos que ahuyentan penas y dolores, que te hacen caer como ángel caído hacia el suelo.

Truenos que despiertan los corazones de los que buscan la purificación, el perdón que se otorga a los condenados. Para ver la verdad, la que siempre quiere ocultar tras su máscara, tras la cicatriz que le surca la cara. Lo que le hizo a ella a su amada.

Amada que retoza con un hombre que no conoce, que le besa los senos, que hiere su vagina al acorde de la lluvia. Y la hace sudar y gritar aunque ella no siente nada, solo la sustancia que llena su cuerpo y llega a su cerebro. Sustancia que la hace vibrar, que la hace olvidar, que le hace disfrutar. Ya no del coito que le proporciona el hombre que babea de éxtasis en su pecho, no del calor de su interior, si no del olvido que le produce eso. El olvido y el vacío de un castigo que sufrió hace mucho tiempo a manos de su amado, el que ahora la mira tras una máscara, tras una ventana. Que yace mojado e indefenso ante el temporal, con dos espadas, las mismas que con las que segó su vida hace años y arrancó de su interior el fruto de un amor real y eterno. El que ahora llora provocando escozor sobre una herida que, mas que ser un ojo y una piel rasgada, es un corazón roto y un honor perdido. Él, al que llaman Sincara, el mismo que ahora jura venganza entre relámpagos. El mismo que parte y deja al orgasmo en aquella cama, junto aquella cuchara, que aun caliente reposa sobre la mesa. El mismo que deja huellas de una mano sobre la ventana. El mismo que marcha agarrando fuertemente sus espadas.


«Viento. Escucho viento tras la fría lluvia. Viento que trae la muerte en sus brazos que se acerca cada vez más rápido hacia mi. Me quieren matar. Están aquí para eso. Son tres, sus caras, diría yo, que son las máscaras que portan. Una que sonríe, otra que llora, la tercera solo me mira. Me mira y el que la porta, mueve sus manos agitando en ellas una espada de dos filos. Y corre, corre hacia donde me encuentro.

En el aire, sesgando la lluvia y lanzado contra mí, dos aros trasparentes que lanzan pequeñas llamaradas azules, que parecen salir de unos clavos ardientes.

Los veo, y no los veo pero los siento ante mí, cada vez más próximos.

Me llamo Danny Ketch y soy el Motorista Fantasma, el ser que ahora me posee, y que no sé de donde ha salido. Veo por sus ojos, y siento el calor en mi cuerpo pero no soy dueño de sus acciones ni de sus propósitos. Ahora comprendo porque en infierno me llamaban por ese nombre. Yo soy él.

Desde que he aparecido aquí, en lo que parece ser un lugar familiar tanto para él como para mi, he empezado a recordar cosas. Imágenes que pasan ante mi como una película.

Me veo tocando una moto. Veo a ¿mi hermana? con una flecha atravesada en el corazón. Me veo llorar ante una cama con mi hermana muerta encima de ella, sintiendo dentro, muy dentro, una venganza de la que aunque no soy consciente plenamente participo, colgando a su asesino en el ático de un edificio para que el sol le de y queme cada día. Su nombre Apagón. Después, me veo entrando por una puerta y mirando a personas que se encuentran en un circulo mágico. Y al final, la voz, una voz que me llamaba – Danny –

Así acaban las imágenes, de golpe, yo volviendo la cabeza, y después, el ruido, el gran ruido y el fuego. Ahí comienzan los recuerdos: Unos ojos que se abren y un niño que me mira y que me habla, que me abre la puerta de mi prisión, y el camino, el camino pronunciado hacia el exterior.. Un hombre que me observa con un gancho en sus manos y una escopeta familiar para mí en la otra. Sus palabras – se quien eres, por eso te dejo salir. Nos volveremos a ver. – Alguien chilla entonces a mi espalda, algo negro que huye por un pasillo, algo que estaba allí, sin forma. Huyendo de mi mirada. Mas tarde la cena con mis hermanos… y ahora esto. Tres máscaras de tres hombres o de tres cosas, que intentan asesinarme. Por algo que quizás he olvidado, en un mundo que parecer ser el mío. Donde llueve, donde hace frío, donde soy él: Fuego y dolor. El motorista fantasma.»

El aro transparente se clava en el cuerpo del Motorista Fantasma, alojándose y quemando su interior. Haciéndole caer al suelo, mojando sus llamas en un charco. Con los ojos rojos, y una furia que se mezcla con el dolor.

El conformismo, con su espada de dos filos, salta sobre el cuerpo caído del Motorista, y de un tajo, corta el brazo izquierdo de este, entonces, el fuego chilla de dolor creciendo de tamaño y llenando el cuerpo del caído Motorista. Su brazo, tendido a pocos centímetros del hombro parece moverse como si tuviera vida propia.

La tristeza aparece ante el caído motorista, que en el suelo, sorprendido ante los acontecimientos que han ocurrido tan rápidamente.

La tristeza se prepara a asestar un golpe.

» Me muero, dentro de un cuerpo al que no pertenezco. Por algo que desconozco. Por alguna acción que he hecho y que no recuerdo. Por ser él, y él ser yo»

– ¿Cuál es tu demonio? – Escucho tras de mí.

– ¿Danny, eres tu? – Una nueva voz se une a la anterior, que sigue repitiéndose como si se tratara de un eco eterno.

La tristeza ensarta con la guadaña, atravesándole la espalda, al Motorista, que sin brazo se retuerce en un torbellino de fuego interior que parece despedir de sus 3 heridas. Y lo levanta, alzándolo al cielo. Y lo mira con ojos ensangrentados, con su eterna tristeza tatuada en la cara. Y habla entonces:

– Él, nos manda para matarte. Y eso haremos. Dinos tu nombre y todo el dolor acabara – dice la tristeza.

– ¿Cuál es tu nombre demonio? –

» Me estoy muriendo, él se muere, y yo con él. El frío se apodera de mi cuerpo y las voces del exterior y de mi interior me atormentan. No quiero morir «

– Hazlo, hazlo y no morirás – se escucha tras de mí, al conjunto de las otras dos voces.

– Sacrifícate por él – la cuarta voz habla. – Sacrifícate y habrás ganado su favor para siempre. Hazlo y ya nada mas te hará daño –

El conformismo con su espada, de un nuevo tajo, amputa la pierna derecha del Motorista, de donde vuelve a salir fuego rojo que ilumina cada vez mas la negra noche .

El grito del Motorista se pierde entre la lluvia. El alarido del que muere.

– ¿Cuál es tu nombre? – repite la tristeza

«Duele. Duele, mucho.»

– Tienes que hacerlo Daniel. Tienes que salvarlo o morirá. Hazlo. Hazlo – la quinta voz grita

El conformismo agita su espada dispuesto a asestar un nuevo golpe. La luz se hace. Las llamas desaparecen. El fuego en carne se convierte, y la sangre brota de ellas.

Un relámpago ilumina a los tres seres de máscaras griegas y a Danny, ensartado ahora donde se encontraba el Motorista, gritando de dolor, sin una pierna y un brazo, con sangre que sale constantemente de las amputaciones. La boca de Danny se llena de sangre, escupiéndole al silencio llamado conformismo.

Los tres seres miran a Danny.

De un rápido movimiento, la tristeza, arranca su guadaña del maltrecho cuerpo de Danny.

El cuerpo de Danny cae al suelo como un muñeco de trapo.

Danny los mira, sus ojos parecen cerrarse. LA oscuridad lo llena.

Un trueno en el cielo. La lluvia salpica el cuerpo ensangrentado de Danny.

La alegría se acerca a él. Lo observa, lo agarra por el cuello y lo levanta.

Después, mira a los otros dos silencios y tras la mirada, deja caer el cuerpo sin vida de Daniel Ketch.

Y desaparecen por donde vinieron. Con pasos que se pierden en la lejanía.

La tormenta sigue su curso y Danny queda en el suelo en silencio y con los ojos cerrados.


» Está ante el edificio donde se aloja su antiguo señor. La puerta está custodiada por dos hombres de fuerte constitución, armados y dispuestos a acabar con cualquiera que intente entrar sin la aprobación del Don.

Hoy se va a consumar una venganza. Una venganza que lleva años intentando evitar. Pues tras esta, él mismo se quitara la vida. Pero ha de hacerlo. Tiene que matarlo. Por Sandy, por lo que el Don le hizo y por lo que él, Sincara, consintió. Nada hoy va a pararlo. Ni las heridas que porta su cuerpo ni nada humano o no que se encuentre en aquel edificio.»

Y Sincara, con sus espadas fuertemente agarradas y una pequeña cojera, comienza el camino hacia la entrada.


– ¿Qué hacemos, lo detenemos o esperamos? –

Un coche, aparcado al final de la calle. Dentro de él, Robert y James, sentados, uno al volante y el otro en el asiento del acompañante. Son los policías que buscaban a Sincara.

– No, de momento no – Robert come palomitas – por lo menos ahora sabemos que existe. Míralo, está medio muerto, pero está…

– James ¿sabes lo que va a pasar? No creo que vaya a darle las buenas noches al Don, sobre todo después de lo que me dijiste que paso con su chica.

– Son conjeturas, no tienen porque ser verdad. Ya sabes…leyendas urbanas .

– Pero, James, míralo, tu te crees que es normal que haya deambulando por ahí un tío con una máscara y dos espadas.

– Tampoco es normal que haya tíos vestidos con pijamas subiéndose por las paredes y sin embargo existen y son de los mas común

– Pero no aquí, en Nueva Orleans, eso me toca los huevos – dice Robert

– Bueno, la verdad es que tienes razón, por aquí últimamente no se ven a super – tipos. Supongo que serán las condenadas lluvias. No recuerdo ninguna como esta. Digamos que es extraña, y no hace calor, debería, pero no lo hace. Eso si que es raro.

– Bueno, bueno, no te vayas del tema, ¿esperamos a que se maten y después actuamos?

– Si, supongo que ese es el plan. Estamos aquí para mirar y esas cosas…

– No hay ganas de escribir muchos informes por lo que veo –

– No, ciertamente no – James enciende un cigarro.

Un ruido, en el techo del coche.

¿Qué cojones? Dice James mientras saca la cabeza por la ventanilla.

Algo estira de ella y James desaparece del coche atravesando la ventanilla.

– ¿James? – dice Robert mientras saca su revolver

La cabeza de James rebota por el cristal delantero hasta que cae reposando en el suelo.

Una mano atraviesa el techo del coche y saca de un tirón el cuerpo de Robert. Dos disparos al aire.

Apagón sostiene a Robert por el cuello. Los ojos de Apagón brillan. Robert siente miedo. Lo sabe. Va a morir.

La boca de Apagón está llena de sangre, como la mano que ahora lo agarra apretando fuertemente su cabeza.

Sincara, que está a lo lejos, y los guardias que custodian la puerta, se percatan de los dos disparos. Descubriendo estos últimos a Sin cara, que mirándolos se prepara levantando una de sus espadas, dejando la otra len posición defensiva.

Sincara vuelve la cabeza hacia Apagón y Robert. Robert grita.

Los guardias sacan sus pistolas.

Un ruido, silencioso.

Un de los guardias es ensartado por la espada, clavándolo contra la puerta principal.

El otro guardia dispara contra Sincara. Éste, corre, y saltando, esquiva los disparos. La cabeza del segundo guardia cae al suelo. La pistola con él.

Sincara mira hacia Apagón.

Robert también, pero este a los ojos. Después de esto, los cierra a cal y a canto. El miedo quizá.

¿Cuantas preguntas te haces cuando vas a morir? La primera es siempre ¿por qué ahora? Después siguen las de ¿dolerá? ¿y ahora que? Aunque esta ultima casi nunca llegas a formulártela. En ese momento ya estas muerto.

A Robert le dio tiempo hasta de hacer, la quizás, mas estúpida, pero al mismo tiempo ,mas común pensando en sus convicciones religiosas: ¿habrá una luz?

La hizo y tuvo tiempo de saber la respuesta.

– No para ti. No ahora -.

Cuando Robert volvió a abrir los ojos ya no estaba Apagón frente a él, y por supuesto, no se hallaba encima del coche, sino en el suelo. Con dolor en la espalda por el golpe y con un pequeño escozor en la garganta, por supuesto sin saber que decir.

A pocos metros de James se encontraba Apagón, y no estaba solo, un hombre de color vestido totalmente de cuero se hallaba frente a él como desafiándolo. Otra de esas leyendas urbanas: Blade.


Johnny Blaze está sumergido en el agua y no parece respirar. Se encuentra en un gran acuario. Con sus manos tantea y golpea el cristal que lo encierra. El oxigeno se esta acabando.

A su espalda, en una cama de metal, encima de unos corales, se encuentra Danny, con los ojos cerrados y su cara pálida.

Johnny pide ayuda y golpea fuertemente el cristal pero este no cede.

Vuelve la cabeza y observa a Danny. Está muerto, sin vida, como pronto lo estará él.

El agua, entonces, comienza a enturbiarse y un liquido negro empieza a salir de la boca de Daniel Ketch.

Johnny, entonces, para de golpear el cristal y se acerca a Danny.

-¿estas vivo? – pregunta aunque su voz no se oye.

Los ojos de Danny comienzan a abrirse. Despacio, muy despacio. En ese momento Johnny vuelve hacia el cristal y grita y golpea salvajemente este. A su espalda Danny se levanta, expulsando el liquido negro por su boca e impregnando sus ojos de él.

El agua entonces comienza a hervir. Y Johnny Blaze grita.

Grita y despierta.

– Johnny, ¿estas bien? – dice Sara que esta a su lado, sentada encima de la cama.

Johnny suda y respira aceleradamente. Sus manos tiemblan de frío y quizás, de miedo

– Era Danny, estaba muerto…y yo, me ahogaba….- dice Johnny entrecortadamente.

– Tranquilo era una pesadilla – dice Sara.

Sara abraza a Johnny. En ese momento un calor agradable recorre su cuerpo., Johnny, entonces, sin saber porque, se siente seguro. Seguro y a gusto.

– Temo que algo malo esta pasando – dice Johnny entonces- algo muy malo-

Sara mira a Johnny. Y Johnny mira a Sara.

– ¿a quien debemos salvar en Nueva Orleans? – dice Johnny

– Ahora no. Mañana, Johnny, mañana, cuando estemos allí.

– Pero ¿por qué tanto misterio Sara? –

– Lo siento, pero debe ser así –

– Pero…- Johnny no acaba la frase. La mano de Sara le tapa la boca.

Los dos se miran.

La lluvia se escucha en el exterior, golpeando el tejado del motel donde se alojan.

El viento aúlla abriendo una ventana, provocando la entrada de la lluvia.

Sara le quita la mano de la boca.

Johnny y Sara comienzan a besarse, primero lentamente y después apasionadamente.

Un nuevo relámpago ilumina el exterior.


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