Joss Ryan era un chico normal, hasta que un día sus poderes mutantes salieron a la luz. Ahora se enfrenta a un mundo para el que no está preparado bajo el nombre de Marvel Kid.
Vol. 1 #1 – Si pudiera volar…
Por Carlos Correia
Fecha de publicación: Mes 28 – 8/00
«Supuse que estarías aquí.»
Son las cinco de la mañana. Estamos en una cala a dos kilómetros de Santa Ana, California, Estados Unidos. Es una ciudad costera, al sur de Los Ángeles, no muy grande, de unos cien mil habitantes. Tiene un clima cálido que atrae a bastantes turistas a sus playas, aunque ahora, a finales de octubre, no suele haber nadie. Hoy solo hay un chico sentado en la arena, con la mirada perdida en el horizonte.
La que habla es Alyssa Douglas, una chica de dieciséis años, rubia, de ojos castaños. Es bastante atractiva, aunque no es la típica chica californiana. Sus medidas son, digamos, «más discretas». Mide metro sesenta y cinco, y pesa cincuenta y cinco kilos. Lleva vaqueros, como casi siempre, y una camiseta ajustada, sobre la que lleva una cazadora de cuero.
«¿Qué quieres, Aly?»
Él es Joss Ryan, moreno, de ojos verdes. Mide algo menos de metro ochenta y pesa ochenta y cinco. También tiene dieciséis años, aunque está a punto de cumplir diecisiete. Alyssa es su mejor amiga. Se conocieron hace cuatro años, al comenzar el instituto, y desde entonces han sido inseparables.
«Ver cómo estabas. Donna también está preocupada. No sabe nada de ti desde la fiesta.»
Donna López es la novia de Joss. Es una chica hispana, de cabello y ojos negros, con la que sale desde hace varios meses. Es algo más baja, sólo mide metro sesenta, pero tiene medidas de modelo: 90-62-90. Hace un par de días fue su cumpleaños, y celebró una gran fiesta en su casa, a la que invitó a todos sus amigos. Algo pasó allí, y desde entonces no ha vuelto a verlo.
«Sí, bueno, me han pasado muchas cosas desde entonces.»
«Pero, no lo entiendo. Donna me ha contado unas cosas muy raras. Decía que rompiste la mesa de la cocina de un puñetazo…»
«Creo, Aly», la interrumpió Joss, poniéndose de pie, «que es lo que pasa cuando descubres que eres superfuerte.»
«¿Qué? Estás diciendo tonterías…»
«¿De verdad? Ojalá. Pero», continuó Joss, dirigiéndose hacia una gran roca que sobresalía entre la arena, «me temo que no es un producto de mi imaginación.»
Joss agarró la roca, que debía pesar más de doscientos kilos, con las dos manos, y la sacó de la arena, sosteniéndola sobre su cabeza.
«¿Qué opinas ahora?»
«Oh, Dios mío… ¡Joss, es increíble!»
«Y esto no es todo.»
Joss apretó las manos, clavándolas en la roca, y juntó los brazos, haciéndola añicos, que cayeron sobre él sin lastimarlo.
«Parece que, además de fuerte, también soy muy duro…»
«Pero… o sea, tú nunca has sido tan fuerte, es decir, en las clases de gimnasia siempre estabas de los últimos.»
«Ya lo sé, Aly, pero desde hace unos días he cambiado. Ahora soy mucho más fuerte, mucho más duro, y, además…»
Cerrando los ojos, Joss se concentró, y lentamente comenzó a elevarse sobre la arena de la playa, hasta llegar a unos dos metros de altura. Estuvo allí unos segundos, y cayó de golpe.
«Pa-parece que puedo volar», dijo, incorporándose, «pero aún no le he cogido el truco.»
«¡Es fantástico! ¡Puedes volar! ¡Es mi sueño!»
«¿Fantástico? ¿Estás loca? ¿No ves que soy un mutante? ¿No sabes lo que significa eso? Ahora todo el mundo me odiará, y seguro que me lincharán, o me meterán en un campo de concentración o algo así. Con ese tal Creed presentándose a las elecciones, si gana…»
«Dios, Joss, eres un quejica. Acabas de descubrir que puedes volar, que puedes ir a donde quieras, y lo único que te preocupa es un imbécil que ha decidido hacer campaña contra los mutantes. Además, nadie tiene que saber que lo eres.»
«¡¡Joss!! ¡¡Despierta de una vez!! ¡Tenemos que estar en la iglesia en media hora!»
Los golpes que su madre daba en la puerta despertaron a Joss, que, para su sorpresa, estaba levitando a medio metro sobre su cama. El susto le hizo caer, lo que provocó un gran estrépito e hizo que su madre insistiera.
«¡¡¡Joss!!! ¿Qué pasa ahí dentro?»
«Nada, mamá. Me he caído de la cama. Ahora mismo salgo.»
Cogió la ropa de los domingos del armario, su toalla y abrió la puerta, esquivó a su madre como pudo y se metió en el baño, donde se dio una rápida ducha, se vistió y salió en menos de cinco minutos.
«Ya estoy listo», dijo, finalmente, al llegar al salón, donde le esperaban sus padres y su hermano Chris.
«Vamos, rápido. El reverendo Lumley se enfada mucho si alguien entra cuando ya ha comenzado los oficios.»
Todos se dirigieron al coche, y en pocos minutos llegaron a la Iglesia, donde, por suerte, aun no había empezado la misa.
Entraron, y se sentaron en sus asientos. Delante de ellos se sentaba la familia de Alyssa, aunque ella no se encontraba allí, ya que formaba parte del coro. Joss miró hacia atrás, pero no vio a Donna por ningún lado.
Una hora después, tras la misa, se despidió de su familia y se fue a hablar con Alyssa.
«Hola, Aly.»
«Hola, Joss. ¿Qué tal estás hoy?»
«Mejor. Gracias por lo de anoche.»
«Es un placer. Para eso están los amigos, ¿no?»
«Sí, claro. En fin, ¿quieres ir a tomar algo?»
«No puedo. He quedado con Luke. Pero podemos ir esta tarde, si quieres.»
«Claro, por qué no. ¿Te recojo a las seis?»
«Perfecto. ¿Ya has visto a Donna?»
«No. No ha venido. Me pasaré ahora por su casa.»
«Suerte.»
«Gracias. La necesitaré.»
Se despidieron, y Joss se dirigió a la casa de Donna, situada a dos manzanas de la Iglesia.
Donna vivía con su madre, una conocida cantante, que la mitad del tiempo no estaba allí. Su padre murió hacía varios años, y casi siempre estaba sola. Estaba un poco consentida, pues su madre le compraba de todo para tenerla contenta, pero era una buena chica.
Llegó a la casa, y llamó a la puerta. Nadie respondió. Probó con la puerta trasera, pero estaba cerrada. Entonces, decidió aprovechar sus nuevos poderes y, concentrándose, se elevó hasta el tejadillo situado bajo la ventana de Donna.
La ventana estaba abierta. Entró en la habitación, que estaba vacía. Había luz en el baño…
«¿Donna? ¿Estás ahí? Soy Joss, quiero hablar contigo…»
Llamó a la puerta con los nudillos, y se abrió sola. En el suelo del baño estaba tirada Donna, vestida sólo con un camisón, y con un bote de pastillas derramado junto a ella.
«¡¡DONNA!!»
Le tomó el pulso. Aun estaba viva, pero su respiración era muy lenta. Cogió el bote: eran somníferos.
«¡Joder!», pensó. «¿Qué hago ahora? Tengo que llevarla al hospital lo antes posible…»
La cogió en brazos y la tumbó sobre la cama.
«La ambulancia tardaría mucho. A esta hora está todo el mundo saliendo del partido de fútbol, y la carretera estará imposible… Tengo que llevarla volando, como sea… pero tengo que taparme la cara. No puedo dejar que sepan que soy mutante, o me encerrarán.»
Abrió el armario, y vio el disfraz de Halloween de Donna. Por suerte, iba a ir de Batgirl, así que cogió la máscara y la capa y se las puso, cogió a Donna y salió volando por la ventana, rezando para que sus recién descubiertos poderes no le fallaran.
Por suerte, el camino hasta el hospital no era mucho, sólo un par de kilómetros. Se las arregló para recorrerlo en poco más de cinco minutos de subidas y bajadas, de luchar con las corrientes de aire, pero al final, logró aterrizar sano y salvo en la entrada de Urgencias.
«¡Enfermera! ¡Alguien! ¡Ayudadme!», gritó al entrar en la sala.
«¿Qué pasa ahí?», dijo la enfermera jefe Hathaway. «¿Quién eres?»
«Eso no importa», respondió Joss. «Esta chica es Donna López. La encontré en su casa tirada en el suelo, con un bote de somníferos al lado.»
«¡Rápido! ¡Llamar al doctor Ross!»
Enseguida tumbaron a Donna en una camilla y la llevaron a hacerle un lavado de estómago.
Minutos después, la enfermera volvió a la sala, donde Joss se había quedado sentado, preocupado, sin importarle la pinta que tenía con el disfraz.
«Bien hecho. Parece que la hemos cogido a tiempo y se salvará. Pero ahora necesitamos tus datos para rellenar el informe…»
«¡No!», dijo Joss, levantándose de un salto. «Lo-lo siento, pero no puedo deciros nada más. Te-tengo que irme.»
Concentrándose, salió volando de la sala, quedando detrás a una boquiabierta enfermera.
Media hora después, Joss volvió al hospital, esta vez sin el «disfraz», para ver cómo estaba su novia.
«Disculpe, estoy buscando a Donna López. Me han dicho que la han ingresado hace un rato.»
«Sí, así es», contestó el recepcionista. «¿Quién eres?»
«Me llamo Joss. Soy su novio. ¿Está bien? ¿Puedo verla?»
«Claro, chico, enseguida te llevamos con ella. ¿Sabes algo de su madre? No hemos podido localizarla.»
«Le he dejado un mensaje a su agente en Los Ángeles. Según parece, está en Texas dando un concierto. Me ha dicho que la avisaría.»
«Bien, perfecto, Joss. La enfermera Hathaway te llevará con ella.»
«Ven por aquí, chico.»
Le acompañó hasta una habitación en la que estaba Donna.
«Donna está bien, despertó hace un rato, pero la tenemos sedada. ¿No sabrás qué ha pasado, verdad?»
«No, ni idea. Me enteré al ir a su casa. Allí me llamó alguien diciéndome que estaba aquí», mintió.
«Es muy extraño. La trajo alguien que llevaba una capa encima, y que se fue volando. Parecía uno de esos superhéroes que se ven en Nueva York. En fin, te dejo con ella. Procura que descanse, ¿de acuerdo?»
«Sí, claro. Gracias.»
La enfermera salió, cerrando la puerta tras ella.
«¿joss?», dijo Donna, casi en un susurro.
«Sí, Donna, estoy aquí. Estás bien, te vas a poner bien, ya verás.»
«lo siento… estaba muy triste después de nuestra discusión… me sentía muy mal… y me tomé unos somníferos…»
«Chssss, no hables. Descansa. Cuando te recuperes ya hablaremos, ¿vale?». Le dio un beso en la mejilla.
«lo siento… siento haberte dicho lo que te dije… siento haberte dicho que no me querías… que querías a alyssa… lo siento…»
Cerró los ojos y volvió a quedarse dormida. Joss le cogió la mano y siguió allí, sentado junto a ella.
Próximo número: Banshee se pasa por Santa Ana a visitar a Joss… ¿se irá con él a Generación-X?
¡Hola a todos!
Si, ya lo sé, estaréis pensando… ¿qué @#!$ hace éste con otra serie, si tiene paradas todas las demás? Pues… buena pregunta. Dejadme que os lo cuente.
Todo empezó hace varios meses, en una de mis periódicas cartas a Peter, mi coeditor. En ella, en plan de broma, comentábamos que nos faltaba un personaje que llevara el nombre de la «editorial», tal y como Marvel tiene o ha tenido Marvel Girl, Marvel Boy o Marvel Man (creo que nunca ha tenido una Marvel Woman, pero puedo estar equivocado). Bien, siguiendo con la broma, le dije que iba a crear a un «MarvelTopia Kid», a lo que él me respondió que por encima de su cadáver, por supuesto…
Pero este verano, cuando estaba de vacaciones, aburrido viendo la tele, me llegó la inspiración mientras escribía el último número de mi etapa en X-Men: ¡iba a crear a Marvel Kid!
El principal motivo viene porque todas las series para las que he escrito hasta ahora (Vengadores, Fuerza-X, Patrulla-X, X-Men, Excalibur, Factor-X…) son series de grupo, y es muy difícil no caer en la rutina al intentar dar protagonismo a cada uno de los miembros de los grupos. Así que dejé Factor-X en las manos de Xumer, que la convirtió en una gran serie, dejo X-Men, aunque me llevo a los personajes a las páginas de la Patrulla-X, y dejaré Excalibur tras la saga actual y el crossover con Fuerza-X.
Así, al final me quedo con tres series: Vengadores, que coescribo con Peter, y en la que estamos enfrascados en una saga con Kang, para a continuación meternos en otra saga que esperamos os sorprenda; Patrulla-X, en la que poco a poco voy preparando la batalla final contra Apocalipsis; y Fuerza-X, en la que estoy recuperando, también poco a poco, a los Nuevos Mutantes.
Pero yo quería otra serie más, y no quería hacer otro grupo, pues no quería volver a agobiarme. Pensé encargarme de Hulk, o de Spider-Man, vistos los retrasos que estamos teniendo con el personaje, pero me lo pensé mejor, y «cree» a un nuevo héroe: Marvel Kid. Así, básicamente, me libraba de que Peter me diera la lata con todos los rollos de continuidad que él tan bien sabe contar, y me ahorraba el recordar dónde narices estaban ahora los interfectos…
Marvel Kid es un mutante. Muchos pensaréis que es porque soy muy vago para inventarme un origen. Pues tenéis razón. Además, así es más difícil que meta la pata.
También es un personaje con poderes típicos: vuela, es fuerza, lanza rayos, es medio invulnerable… vamos, un Superman cualquiera. Pues si, y precisamente en lo «típico» de sus poderes es donde está la gracia. Todos creéis que volar es fácil, ¿verdad? Se nota que no lo habéis intentado…
Las historias tampoco serán las normales. Estarán más centradas en su vida privada que en la pelea con el supervillano del mes, aunque de eso también habrá. Serán más parecidas a lo que está haciendo Xumer en El Hombre de Hielo…
En fin, acabo ya. Espero que os gusten las historias que voy a contaros aquí, y que me escribáis a correia@sentinelstudio.com para decírmelo.
Un saludo, seguiremos en contacto.
— Carlos