Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.
Anual #1 – Conflicto generacional
Por Bergil y Doctor Comic
Fecha de publicación: Mes 26 – 6/00
Todo había terminado. Finalmente, el Intermediario había sido derrotado, y Galactus había regresado del subespacio. Nova y el Señor del Fuego se habían marchado con él, y Avatar reposaba en el templo de las Célibes en Leda (1). Después de lo ocurrido en los últimos días, Quasar pensó que un poco de meditación le vendría bien. «Y ningún lugar mejor«, pensó, «que la tumba de mi predecesor«. Así pues, despegó de Titán y se dirigió hacia Telesto, donde estaba la tumba del Capitán Marvel.
Mientras volaba hacia allí, no dejaba de pensar en los gloriosos hechos realizados por quien le había precedido en el puesto de Protector del Universo. Y aunque su muerte no se hubiera producido en el campo de batalla, sino ante la enfermedad, no por ello dejó de afrontarla con la misma gallardía que mostró en todos sus actos.
Cuando se aproximaba a la tumba, Quasar se puso en guardia. Aunque débil, debido a la lejanía del Sol, una larga sombra se proyectaba desde la tumba. Era la de una figura humanoide, y parecía inmóvil. Con los sentidos alerta, Quasar se acercó lentamente. La figura no podía distinguirse claramente. La cabeza, cubierta por una cabellera plaetada, estaba inclinada sobre el pecho, y el rostro quedaba entre sombras. Cuando Quasar se preguntaba de quién podría tratarse, el solitario visitante alzó la cabeza, y pudo reconocerle: era Genis, el hijo de Mar-Vell y Eleusys. Intentando no distraerle, Quasar retrocedió en silencio. Sin querer, su codo chocó con la pared de roca, provocando una pequeña avalancha de piedrecillas y arena. Aunque leve, fue suficiente para sacar de su concentración a Genis, que se giró rápidamente, los puños cerrados y las negabandas crepitando de energía.
– ¿Quién está ahí? -exclamó-. ¡Sal, o te sacaré de donde quiera que te escondas!
Con las manos a media altura y las palmas vueltas hacia Genis, Quasar avanzó.
– Tranquilo, Genis. Soy yo.
– ¿Quién? ¡Ah, tú! Bueno…
Quasar percibió una nota acre en la voz de Genis. ¿Se trataría de enojo por haber sido sorprendido ante la tumba de su padre, o habría algo más? Decidió intentar romper el hielo con el muchacho… ¿El muchacho? No parecía mucho más joven que él… (2)
– Sí, Genis, soy yo. Venía a presentarle mis respetos a tu padre. Supongo que estabas haciendo lo mismo, ¿no?
– Sí, bueno… -Genis no parecía muy deseoso de hablar, pero siguió haciéndolo-. No estoy mucho por Titán, y pensé que era un buen momento. No es que le conociera, claro, pero…
– …a veces te gustaría poder preguntarle cosas, pedirle consejos, hablar con él, ¿No? A mí me pasa lo mismo a veces. Mi padre murió no hace mucho (3), y todavía le echo de menos…
– Ya. Pero tú le conociste, ¿no? Jugaste con él cuando eras pequeño, fuisteis juntos a sitios, y todo eso…
– Menos de lo que hubiera querido, Genis. verás, mi padre y yo éramos bastante… incompatibles, y sólo al final tuvimos una cierta comunicación. A menudo creí que le importaban más sus experimentos científicos que yo. Afortunadamente, me enteré a tiempo de que no era así.
– Ah -dijo Genis, inexpresivamente.
«Evidentemente, hay algo que molesta a este tipo«, pensó Quasar. Aun así, siguió mostrándose amistoso.
– Oye -dijo, con una sonrisa-, me enteré de que atrapaste a Nitro (4). Un rival duro, ¿eh?
– Sí, bastante.
– Yo también intenté cazarle una vez. Fue poco después de que Eón me nombrara Protector (5). Por aquella época…
Los llamados Actos de venganza estaban en su apogeo. Se había producido una fuga masiva de supervillanos de la prisión de máxima seguridad conocida como La Bóveda, y los héroes no daban abasto para atraparlos a todos y llevarles de vuelta a sus cosas. Para acabar de complicar el asunto, sus oponentes no eran los habituales, sino que tenían que vérselas con rivales a los que no estaban acostumbrados. Quasar acababa de enfrentarse al Hombre Absorbente, y todavía estaba reponiéndose de la pelea, cuando una gema de su banda derecha comenzó a pulsar, y el rostro de su mentor apareció en ella.
– ¡Eón! -exclamó-. ¿Qué sucede?
– Una presencia alienígena se encuentra relativamente cerca de donde te encuentras en estos momentos, Protector.
– ¿Se trata de la amenaza contra la que debo protegerte (6)?
– No puedo indicártelo, Protector. Eso es algo que deberás averiguar por tí mismo.
«Pues sí que resultas de ayuda, amigo…«, pensó, mientras se concentraba para que sus bandas localizaran la presencia a la que se había referido Eón. Al cabo de uno o dos minutos, las gemas cuánticas parpadearon y Quasar desechó cualquier otro pensamiento de su mente.
– Hora de poner el piloto automático… -dijo alegremente, mientras dejaba que sus bandas le llevaran hasta la fuente del rastro que habían captado.
En pocos minutos, Quasar había llegado a la fuente de la firma energética. Una pequeña ciudad, con sus barrios residenciales y sus zonas verdes, se extendía ante sus ojos. Cuando se estaba preguntando cómo iba a localizar a su objetivo, una serie de explosiones sacudieron el aire.
– O mucho me equivoco -dijo para sí-, o eso es lo que me recetó el doctor…
Cuando llegó a su destino, un espectáculo de devastación se ofreció ante sus ojos. Grandes boquetes se abrían en el pavimento, y los cascotes caían de los edificios con las paredes destrozadas. De repente, algo llamó su atención, y pudo ver cómo el humo de la última explosión comenzaba a condensarse hasta formar una figura humana, alta y delgada, de pelo plateado. Quasar rebuscó en su memoria, intentando localizar el nombre de aquel sujeto. ¿TNT? ¿Dinamita? ¿Trilita? No, no era aquello, pero estaba cerca…
– ¡Huid! -gritó, entre risotadas, aquel maníaco-. ¡Hacéis bien en temerme! ¡Nada puede resistirse al poder de…!
En ese momento, Quasar casi pudo oir cómo encajaban sus engranajes mentales, y recordó el nombre del villano.
– ¡Nitro! -exclamó.
– ¿Quién? -dijo, volviéndose-. ¡Oh, es otro de esos vigilantes uniformados que tan pomposamente se autodenominan superhéroes! ¡ Bien, héroe, a ver si puedes atraparme!
Sus últimas palabras fueron ahogadas por el estruendo de una nueva explosión, y el ruido de los escombros al caer. Quasar deseó fervientemente haber leído más de aquel tipo en los archivos de la Mansión de los Vengadores. No recordaba gran cosa: se trataba de un humano, que en determinado momento había sido mutado por los kree. Sus poderes consistían en hacer explotar su cuerpo, para reintegrarse a continuación. Y había derrotado al Capitán Marvel original, al anterior Protector del Universo en persona, así que no era un cualquiera.
– Bueno -dijo Quasar-, lo intentaremos por las buenas. ¡Nitro! -gritó-. No seas tonto, y ríndete pacíficamente.
Por toda respuesta, Nitro soltó una carcajada, para explotar a continuación.
– Parece que tendrá que ser por las malas -dijo Quasar. Para empezar, con sus bandas cuánticas creó un casco que le protegiera de los cascotes que caían. A continuación, creó un altavoz, para hacerse oír por encima del estruendo-. ¡Nitro! ¡Para de una vez! ¿Qué beneficio obtienes destruyendo las casas de gente inocente? ¿Por qué prosigues con esta actuación sin sentido?
– ¿Qué es lo que dijo el alpinista cuando le preguntaron que por qué escalaba las montañas (7)? -fue la respuesta de Nitro, antes de explotar nuevamente.
– ¡Oh, vaya! -dijo Quasar. Se había olvidado de que estaba tratando con un nihilista.
Cuando Nitro se reintegró nuevamente, Quasar intentó atraparle con unos grilletes de energía cuántica. Fue inútil. Nitro se limitó a explotar, quedando libre. Antes de que pudiera reintegrarse, Quasar atrapó el gas que era ahora su cuerpo, y conteniéndolo en una esfera de energía cuántica se alejó rápidamente hasta llegar a una zona despoblada. En el trayecto, Nitro se solidificó de nuevo y comenzó a golpear las paredes de la esfera.
«Así que necesita un cierto lapso de tiempo para recuperarse. Interesante…«, pensó Quasar mientras descendía.
Ya era tiempo. Pocos segundos después de haber aterrizado, la esfera estallaba en pedazos. Y Nitro no parecía precisamente de buen humor.
– ¿Crees que el traerme a un lugar deshabitado supondrá alguna ventaja para tí? -gritó.
Quasar no respondió. No llevaba demasiado en el negocio de Protector del Universo, y, aunque no estaba totalmente seguro de que aquel energúmeno no fuera la amenaza de la que Eón le había hablado, no era cosa de distraerse.
Cuando Nitro explotó, intentó contenerle en una esfera de paredes más gruesas: fue inútil. A continuación, intentó atraparle en un receptáculo de energía cuántica que estuviera tan pegado a su cuerpo que apenas quedara aire. También inoperante. Después, le contuvo en su forma gaseosa en una esfera tan pequeña como le fue posible. Aun así, se reintegró y volvió a estallar. Viendo que se encontraban en un impasse, y ante la imposibilidad de contenerle, Quasar decidió optar por la solución que había intentado evitar desde el principio. Cuando Nitro estalló de nuevo, creó un constructo que aspiró los gases, para a continuación dispersarlos a los cuatro vientos.
– Así, al menos, tardará una buena temporada en volver a reintegrarse -se dijo.
– ¿Y eso fue todo? -preguntó Genis, cuando los dos ya iban camino de Titán.
– Pues sí -respondió Quasar-. Ahora comprendo que no fue la solución más inteligente del mundo, pero en aquel momento no se me ocurrió nada más que hacer.
– Pues sí que…
Una vez llegaron a Titán, Quasar y Genis se separaron. Mientras que el segundo se dirigió a sus habitaciones, Quasar decidió visitar a Kismet en la enfermería (8).
– ¿Cómo te va, chica? -dijo alegremente.
– Como suelen decir los terrestres -dijo el ser artificial de piel dorada-, sólo me duele cuando me río.
– Kismet pudo metabolizar gran parte de la energía del rayo del Intermediario -dijo la voz de I.S.A.A.C.-, pero lo que quedó todavía la mantendrá en cama durante algunos d…
De repente, la computadora se interrumpió en mitad de la frase.
– Perdona, Kismet, pero voy a ver qué es lo que ha sucedido -dijo Quasar, mientras salía rumbo a la sala de control de I.S.A.A.C.
– Bien, hasta pronto… -respondió Kismet al aire- …espero.
Cuando Quasar llegó, en la sala se encontraban Mentor y Genis.
– ¿Qué ha ocurrido? -preguntó-. Estaba en la enfermería con Kismet cuando de repente I.S.A.A.C. se cortó a mitad de una frase.
– Ha llegado un mensaje desde Paraxis referente a mi madre -dijo Genis, serio.
– ¿De Elysius? -preguntó Quasar.
– Dije referente a mi madre, no de mi madre -. El tono de voz de Genis era helado.
– Un individuo que se ha referido a si mismo como el Hombre 4D la ha secuestrado. I.S.A.A.C., repite el mensaje.
La computadora obedeció. En la pantalla apareció en primer plano el rostro del Hombre 4D. Se trataba de un individuo con la mitad derecha de su cuerpo de color rojo, y de color azul la izquierda. Llevaba un uniforme blanco que cubría toda su cabeza excepto la cara, y un gran círculo azul en el pecho. Al fondo se podía ver a Elysius, atada a la pared.
– Este mensaje es para el que se hace llamar Capitán Marvel. Saludos, hijo de Mar-Vell. Como puedes ver, he atrapado a tu madre. Si no vienes a rescatarla en el plazo de tres días estándar, no te molestes en venir, porque será tarde. Te espero, chico…
– ¿Eso es todo? -preguntó Quasar.
– ¿Te parece poco? -gritó Genis, volviéndose hacia él con los puños apretados.
– ¿Quién es ese tipo, ese… Hombre 4-D? Me suena de algo, pero no logro situarlo… (9)
Fue Mentor quien le respondió.
– El Hombre 4D es un tirano, un autócrata. Hace algún tiempo, su mundo se estaba muriendo, y quiso invadir la Tierra para que sobreviviera su pueblo. Se enfrento a Thor (10), pero finalmente salvaron su planeta, e hicieron las paces (11). Pero, cansado de la paz en su planeta, él y su tropa de soldados tetradimensionales trataron de invadir la Tierra otra vez. Mar-Vell lo impidió (12). Indudablemente, esta maniobra suya de atacar a la esposa y el hijo de su antiguo enemigo es una venganza clarísima.
Cuando terminó, Quasar sólo dijo dos palabras:
– ¿Nos vamos?
– ¿Qué es eso de nos? -replicó Genis-. Pienso ir solo.
– Ni pensarlo. Eso sería un suicidio. Es una trampa, tan claro como que dos y dos son cuatro.
– Escucha, imbécil, se trata de mi madre. No voy a ponerla en peligro.
– Si vas solo, eso es precisamente lo que harás -respondió con calma Quasar, pasando por alto el insulto-. ¿No ves que es lo que pretende?
– Tiene razón, Genis -terció Mentor-, y tú lo sabes.
– Está bien -admitió Genis-. Vámonos de una vez.
En pocas horas llegaron al planeta en el que vivía Elysius, sola desde que Genis partió para llevar una vida de aventuras (13). Genis les llevó directamente a la casa que consideraba como el único hogar que había conocido. Se acercaron con precaución.
– Mis bandas detectan dos personas ahí dentro. Ambas vivas -dijo Quasar.
– Eso quiere decir que mi madre aún sigue viva. Bien -dijo Genis, avanzando-. Déjame hablar a mí.
Quasar le dejó pasar. Genis puso la mano en el picaporte y la puerta se abrió suavemente. En la habitación principal, el Hombre 4-D estaba sentado a la mesa, mientras que Elysius permanecía inmovilizada por algún tipo de campo energético. Un extraño portal fluctuaba detrás de ella.
– Así que has venido -dijo-. Y acompañado… Tsk tsk tsk, eso está muy mal.
Antes de Genis o Quasar pudieran moverse, el Hombre 4-D se había puesto en pie y empujó a Elysius a través del portal.
– ¡Madre! -gritó Genis, extendiendo los brazos en vano.
– Creí que se sobreentendía que quería que vinieras solo, Marvel. Tu madre pagará tu error. La he arrojado a un laberinto tetradimensional. Es sólo cuestión de tiempo que muera.
– Trae a mi madre, Quasar -dijo Genis sin volver la vista-. Yo me ocupo de este fulano.
– Está bien -dijo Quasar, lanzándose a través del portal-. Nos vemos pronto.
Nada más entrar en el laberinto, Quasar creó una baliza de energía cuántica.
«Para cuando vuelva…«, pensó, «si vuelvo«. Pero se obligó a seguir adelante y desechar esos pensamientos. «¿Qué habrá querido decir con eso de laberinto tetradimensional?«.
Quasar estaba a punto de averiguarlo.
Mientras, Genis y el Hombre 4D giraron el uno alrededor del otro, estudiándose en silencio. De repente, el Hombre 4D levantó su mano izquierda y lanzó un rayo helado. Sorprendido, Genis vio que el rayo no le impactaba, sino que, deteniéndose a escasos centímetros de su cuerpo, comenzaba a condensar la humedad de su piel. Poco a poco, se vio cubierto con una capa más y más gruesa de hielo que le inmovilizó.
– Esto ha sido demasiado fácil, hijo de Mar-Vell -rió el Hombre 4D-. Ha terminado incluso antes de empezar…
El aspecto de aquel laberinto recordaba a Quasar el de un grabado que había visto hacía tiempo, con escaleras y caminos que entraban y salían de puertas orientadas en todas las direcciones del espacio. Obligándose a apartar la vista y concentrarse en su tarea, us bandas cuánticas rastrearon la señal de Eleusys. Pasados unos segundos, la localizó, pero…
«Es extraño«, pensó. «Parece estar y no estar ahí al mismo tiempo…«
Mientras se dirigía a la abertura tras la que parecía hallarse Elysius, Quasar repasó lo que sabía de ella gracias a las grabaciones del archivo de los Vengadores. Inicialmente designada por Thanos para matar a Drax el destructor y a Mar-Vell, éste consiguió convencerla para que se uniera a ellos para luchar en equipo. Sólo fue cuestión de tiempo el que se enamorasen y, tras una estancia en la Tierra, decidieron establecerse en Titán. Planearon tener hijos, pero esos hijos no llegaron… al menos en vida de Mar-Vell. Elysius accedió al ADN de Mar-Vell a través de I.S.A.A.C., la computadora central de Titán. Encontró el modo de reproducirlo, una vez lo cual no le fue difícil concebir un hijo: Genis-Vell.
Un rugido atronador le sacó de sus pensamientos. Quasar alzó la vista: ante él se alzaba un reptil gigantesco, con una altura mayor que un edificio de cinco plantas y una boca capaz de tragarse un autobús con pasaje y todo.
Genis no respondió a las puyas de su rival y se concentró intensamente. Dos rayos brotaron de sus negabandas, reduciendo a añicos el hielo que le aprisionaba. El Hombre 4D, sorprendido, tardó un instante en reaccionar. Genis aprovechó ese momento de duda para lanzarse contra él a toda velocidad y atravesar la pared.
Mientras volaba para esquivar la acometida del reptil, Quasar se percató de que el rastro de Elysius se difuminaba. Dejó que sus bandas le guiaran al siguiente portal. Apareció en una ciudad de aspecto futurista, bajo un cielo en el que había dos soles y cuatro lunas. La gente que pasaba por allí le miraba con curiosidad, si acercarse demasiado. Casi inmediatamente se vio rodeado por varios robots gigantescos, fuertemente artillados. Evidentemente, algún tipo de fuerzas del orden.
– Lo siento, caballeros -dijo Quasar con una sonrisa-, pero llevo algo de prisa-. El rastro de Elysius volvía a fluctuar.
A campo abierto, Genis se sintió mejor. No temía que su enemigo intentara escapar, ya que su deseo de venganza parecía ocupar todasu atención. Por otra parte, el Hombre 4D sabía que Genis jamás abandonaría a su madre en peligro. Levantó su mano derecha y lanzó un rayo calorífico. La atmósfera alrededor de Genis se calentó tanto que el medio kree comenzó a sudar copiosamente. El más mínimo movimiento le suponía un enorme esfuerzo. Parecía que iba a desmayarse sin que el Hombre 4D tuviera que tocarle ni un pelo.
Quasar miró a su alrededor extrañado. Parecía haber vuelto a Paraxis, el planeta en el que Genis había crecido. Precisamente a poca distancia pudo verle. Abrazaba con ternura a su madre, que yacía exánime entre sus brazos. El Hombre 4-D estaba en el suelo, completamente calcinado por un poderoso rayo de energía. A pocos pasos, un sujeto con capa estaba arrodillado, sollozando. Cuando alzó la cabeza, Quasar pudo ver que se trataba de él mismo.
– ¿Por qué? -gritaba-. ¿Por qué?
Quasar avanzó intentando explicarse, pero antes de que se diera cuenta había atravesado un nuevo portal, que se abrió en el suelo a sus pies.
Cegado por el sudor que caía de su frente, Genis cruzó sus muñecas ante su cara. Sus negabandas lanzaron un rayo con tan mala fortuna que fue a impactar en la casita en la que Genis había vivido su corta infancia. La edificación, ya bastante debilitada, se derrumbó con estrépito.
Parecía seguir en el mismo planeta, pero la escena había cambiado sutilmente. Ya no estaban presentes ni él ni el Hombre 4-D, y Elysius y Genis estaban ambos de pie y abrazándose. Luego, el muchacho cogió un macuto con sus pertenencias, saludó a su madre y se encaminó hacia una pequeña nave que ya estaba calentando los motores, mientras se despedía de su madre con la mano izquierda en alto. Comprendiendo que había viajado al pasado y estaban contemplando la partida de Genis, Quasar dio media vuelta y penetró en el protal que le indicaron sus bandas.
Apareció en un mundo árido, con poco más que vegetación rastrera. Sin embargo, la señal de Elysius era clara y potente. Quasar se dirigió a toda velocidad hacia el punto que le marcaban sus bandas. Cuando aterrizó, se encontró ante una cabaña hecha de ramas y con un techo de paja.
– ¿Elysius? -dijo.
Oyó sonidos en el interior de la cabaña. La piel curtida que cubría la entrada fue apartada, y Elysius salió a la luz. Quasar ahogó una exclamación de sorpresa. Elysius iba vestida con un vestido hecho de la piel de algún (o algunos) animal. Su pelo estaba sucio y enmarañado, y su mirada era desconfiada y alerta.
– Tú… te recuerdo. Viniste con Genis, ¿no? Y entonces el Hombre 4D me arrojó por el portal…
– Sí, soy yo. Genis me envió a buscarte, mientras él se enfrentaba con 4D.
– Por fin has llegado. Ya empezaba a pensar que nunca saldría de aquí.
– ¿Por fin? Pero si apenas han pasado un par de horas…
– ¿Un par de horas, dices? Será para tí.
– ¿Cuánto llevas aquí, entonces?
– Calculo que, aproximadamente, debo llevar aquí unos seis o siete meses.
«¡Hay que ver con las paradojas de los viajes espaciotemporales!«, pensó Quasar, pero se abstuvo de expresar su pensamiento en voz alta. En vez de eso, dijo, intentando parecer animado:
– Bien, pues volvamos. No debería tener problemas para localizar dónde y cuándo se encuentra la baliza que dejé para marcar la entrada. ¿Vienes?
– No tendrás que repetírmelo dos veces, muchacho. Adelante -dijo Elysius, agarrando la mano que Quasar le tendía.
Genis comenzaba a cansarse, y aquel tipo no parecía dar muestras de fatiga. Cualquier maniobra que intentara era rápidamente neutralizada por su enemigo, y apenas daba abasto a rechazar sus ataques. Finalmente, decidió dejarse de zarandajas e ir directo al grano. No es que hiciera demasiado tiempo que Quasar había partido a buscar a su madre -apenas un cuarto de hora o veinte minutos-, pero comenzaba a preocuparse de veras. Si aquel presuntuoso sucesor de su padre fracasaba, no habría lugaren el Universo lo bastante recóndito para que pudiera ocultarse. Y no le salvarían aquellas maravillosas bandas cuánticas suyas…
Quasar y Elysius atravesaron el portal, y aparecieron de nuevo en el planeta, justo a un costado de los dos contendientes. Mirando con asombro a su alrededor, vieron que la casa había desaparecido. En su lugar sólo quedaba un montón informe de cascotes, mientras que el campo se extendía en todas direcciones. Genis no pudo contener un grito mezcla de sorpresa y alegría.
-¡Madre!
No era su intención, pero aquel grito surgido de lo más profundo de su corazón distrajo al Hombre 4D, que bajó un instante la guardia. Genis no necesitó más. Lanzó un rayo con ambas negabandas que alcanzó a su oponente de lleno. Sin proferir ni un solo grito, cayó al suelo inconsciente.
– ¿Está…? -preguntó Quasar.
– ¿…muerto? -completó Genis la frase, mientras abrazaba a su madre-. No, no lo creo, aunque Cronos sabe que se lo merecería. Es lo bastante duro para aguantar ese rayo y bastante más.
– ¡Genis! -dijo Elysius, enojada.
– ¿Qué, madre? -respondió él, extrañado.
– ¿Dónde están tus modales? ¿Qué es lo que se dice en estos casos?
– Grumpfff… -bufó Genis-. Bien, Quasar, supongo que debo darte las gracias…
– No hay porque darlas, Capitán Marvel -dijo Quasar con toda sinceridad, mientras le tendía su mano abierta.
– Sí, hay por qué -replicó Genis, estrechando la mano-. Te debo más de lo que nunca podré pagarte.
– ¡Bah! -dijo Quasar con una sonrisa-. Sé cómo podrás pagarme.
– ¿Quieres decirme a qué hemos venido aquí? -preguntó Genis, días después.
– Verás, en este planeta que los habitantes de mi mundo llaman Urano, vivió algún tiempo una rama de los Eternos. Ellos fueron los custodios de las bandas que llevo ahora, y aquí fue donde Eón me nombró Protector del Universo (14). Durante todo este tiempo me reconcomía no haber hecho algo que hiciera perdurar su memoria. Hoy vamos a poner remedio a eso.
– ¿Cómo? -preguntó Genis.
Sin decir palabra, Quasar creó un taladro que perforó el suelo hasta conectar con la capa gaseosa que existía bajo la corteza de planeta. Un chorró brotó con un siseo claramente audible.
– Si haces los honores…
Genis tampoco dijo nada. Extendió su brazo derecho y un rayo de energía brotó de su banda. El chorro de gas se prendió con una llama azulada.
– Genis -dijo Quasar, antes de partir-. Nunca me crucé con tu padre, y no sé de él más de lo que me han contado. Pero por lo que he oído de tí y de él, sé que estaría muy orgulloso de ti.
– Lo mismo digo, Quasar. Eres un magnífico protector del Universo.
Sin decir una palabra más, se fundieron en un estrecho abrazo. Luego, partieron de Neptuno hacia Titán.
(1) Una versión muy resumida de Poderes Cósmicos # 25. Pero claro, eso ya lo sabías, porque lo has leido… ¿o no?
(2) De hecho, Genis tiene apenas unos años. Su crecimiento fue acelerado artificalmente hasta alcanzar la edad adulta.
(3) En Quasar # 12, aunque Wendell no se enteró hasta el número 20 porque Eón no se lo dijo. Y de hecho, se enteró porque su padre cayó redondo al suelo, no porque su mentor decidiera romper su silencio.
(4) En Poderes Cósmicos v. I # 4.
(5) La historia que cuenta Quasar transcurre entre los números 5 y 6 de su colección.
(6) En aquella época, Quasar intentaba encontrar a una entidad alienígena que ameazaría la existencia de Eón y de todo el Universo.
(7) Porque están ahí.
(8) Kismet recibió un rayo del Intermediario en Poderes Cósmicos # 25.
(9) El Hombre 4D era uno de los prisioneros en el planeta del Extraño que aparecieron en Quasar # 14.
(10) En El poderoso Thor # 208.
(11) En El poderoso Thor # 214.
(12) En Capitán Marvel # 51.
(13) Se contó en Estela Plateada Anual # 6.
(14) Una versión ultrarresumida del ya de por sí considerable resumen que Gru hizo en el epidodio # 2 de Quasar.
Sigue las aventuras de los héroes cósmicos del universo marveltópico Poderes Cósmicos # 26, en la red este mismo mes.
¡Muy buenas! Después de dos años escribiendo historias para esta colección, ha llegado el momento de hacer un anual. Lo cual no quiere decir que dentro de doce meses vaya a haber otro, aunque nunca se sabe…
Bueno, como éste es el primer anual de MarvelTopía, los editores me han encargado que os informe de lo siguiente: el primer anual de cada colección (si/cuando lo tenga) será un team-up, es decir, uno de parejas. En este caso, de Quasar y Genis, el hijo del añorado Capitán Marvel. ¿Qué os ha parecido?
Un saludo y no dejéis de leernos, y escribid a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores (bergil@altavista.net) con cualquier duda o comentario que os surjan. Que no muerdo, caramba, y es muy agradable recibir e-milios (incluso aunque sean críticos).