Buscando una cura para el cáncer que se desarrollaba en su cuerpo, el mercenario Wade Wilson se sometió al proyecto Arma-X. El resultado fue un éxito total, aunque le dejó completamente desfigurado, obligándole a esconderse para siempre bajo una máscara roja y una lengua imparable.
#4 – Qué dientes tan grandes tienes…
Por Alex García
Portada de Thram
Fecha de publicación: Mes 26 – 6/00
Portada: A partir de una sugerencia del Doctor Cómic. Veneno sujeta a Masacre en una llave de lucha libre mientras dice: «Compra este cómic o me cargo al bocazas», y Wade dice: «Lo que tengo que hacer para subir las ventas»
Contraportada (Algún día teníamos que poner una): A partir de una parida de Carlos (que no sé si se acordará); Siryn, en bikini y sacando pecho mientras dice: «¿Puedo saber por qué tengo que hacer esto?», a lo que Alex, al que no se le ve, responde: «Dijo Carlos que así subiríamos las ventas». Siryn replica: «Ya me tiene contenta el Correia, ya. Como le ponga la mano encima…»
Nota de Carlos: si, me acuerdo de la «parida» que ha dado lugar a la contraportada. Pero si hicieras una para cada uno de mis ingeniosos comentarios, ahora tendrías a Masacre vestido de corista o de los Village People ;D
En una sala cerrada una batalla está a punto de tener lugar. Los contendientes son, por un lado, Masacre y Siryn, éste armado con un potente rifle de rayos sónicos. Su oponente es Eddie Brock, Veneno.
Súbitamente Veneno salta sobre Masacre, quien le dispara un rayo sónico que le hace caer al suelo. Desde el aire, Siryn usa su poder mutante, su grito sónico, para debilitarle.
Veneno grita de dolor mientras el sonido desgarra lentamente a su simbionte; de improviso alza su mano derecha en dirección a Siryn y lanza una telaraña que tapa la boca de la mutante, bloqueando su poder, y en consecuencia haciéndola caer al suelo.
Masacre se vuelve hacia Siryn, preocupado por ella. Grave error. Con un rápido movimiento Veneno le quita el rifle, lanzándolo lejos, al tiempo que rasga con sus garras el estómago de Masacre, quien cae de rodillas. Veneno le levanta, abre mucho su boca, y le da un mordisco en el cuello que le arranca la cabeza de los hombros.
Siryn sólo puede mirar mientras Veneno se acerca a ella, la levanta del suelo y empieza a aplastarle la tráquea…
– Basta.
De repente, ambas figuras se quedan inmóviles. Se abre una puerta y entra el Hombre Dragón, acompañado de un hombre vestido con uno de los trajes de combate de la Fundación Éxodo.
– Señor, ésta es la vigésimo quinta simulación que hacemos y en todas el sujeto mata al mercenario. Ni siquiera la adición de la mutante – señala al robot que imita a Siryn – consigue variar el resultado. Sugiero que enviemos un equipo de apoyo.
– De acuerdo. Pero diga a sus hombres que se mantengan ocultos. Si él les ve, podría matarlos.
– Estamos preparados contra Veneno, señor.
– No me refería a Veneno, sino a Masacre – responde el Hombre Dragón con un gruñido -; de cualquier manera, confío en el mercenario. Hay varios factores que no se han tenido en cuenta en las simulaciones.
– ¿Como por ejemplo?
– El silencio – responde mientras coge la cabeza del robot Masacre y la sostiene entre sus manos -; este robot estaba malditamente callado.
Una pareja camina por las calles de Nueva York; él es alto y rubio, con un mentón bien formado; ella es pelirroja y de ojos verdes. Ambos visten gabardinas grises, él llevando una gran mochila a su espalda, y caminan mirando a ambos lados con atención, como si buscasen algo o a alguien. Entonces, él saca un aparato que podría ser confundido fácilmente con un teléfono móvil y examina la pantalla del aparato: está en blanco.
– ¿Nada aún? – pregunta Theresa Rourke, Siryn.
– No. Se supone que este aparato que nos dieron los chicos de la Fundación debería rastrear el aura bioquímica de Veneno, pero hasta ahora el aparato no ha dado ni una maldita señal. Me pregunto si no se habrán confundido y nos habrán dado un Tamagotchi.
– No me acaba de gustar la Fundación Éxodo, Wade.
– ¿Eh? No irás a empezar otra vez con eso de la inmoralidad de lo que hacemos, de que cada uno debe elegir su camino y no podemos obligar a la gente a ser buena, ¿verdad? Te juro que a veces suenas como Yoda: «Debes elegir tu camino, joven Masacre, pero recuerda que el camino que lleva al lado oscuro acabará destruyéndote. Y por cierto, tu padre es: ¡David Letterman!»
– No, no me refería a eso – responde ella -; hablo de la Fundación en general; no me fío de ellos. Mostraron demasiado interés en que me sometiese a las pruebas médicas.
– Ah, es eso; esos chicos son muy concienzudos. Querrían asegurarse de que estabas en forma; no te preocupes, Terry, alguien que me ha hecho este favor – se toca la cara – no puede ser mala gente.
«Jamás había visto a Wade así. Él nunca ha confiado en nadie; el recuperar su antiguo aspecto le ha hecho confiar en la misteriosa Fundación Éxodo. Me pregunto si lo planearon así, para tenerle atado como a un perro; tendré que extremar las precauciones.»
– Puede que tengas razón.
– La tengo, irlandesa. Y tan pronto como esta Gameboy encuentre a Veneno y lo atrapemos, te lo demostraré – toca un auricular que lleva en la oreja -. Comi, este cacharro no da señal. ¿Estás seguro de que funciona?
– Tanto como de que antes tu cara parecía una pasa – responde Comadreja desde uno de sus refugios (cuchitriles) situado sabe Dios dónde -. Lo comprobé después de que los tipos esos te lo dieran. Básicamente lo que hace es detectar los residuos bioquímicos que deja el simbionte de Veneno. No os será fácil, teniendo en cuenta que suele desplazarse por el aire o por las paredes, no por el suelo.
– Gracias por nada, colega. Corto y cierro.
– Sigo llevándome el 30%, ¿verdad? – dice antes de que se corte la comunicación.
– ¿Ahora qué?
– Ahora – dice él – vamos a comprobar los sitios donde se le ha visto por última vez.
Hoy el día está un poco lluvioso, eso es algo que nos decepciona; si hay algo capaz de levantarnos la moral es un bonito día soleado. Bueno, eso y las personas inocentes disfrutando.
Nuestra atención se vuelve hacia una pareja; ¿podrían ser…? Maldición, sí que lo son. Spiderman, paseando en su identidad civil junto a su bella esposa. ¿Nos ha visto? Parece que no; de cualquier manera nos disfrazamos: una gorra y unas gafas de sol, por simple que parezca, forman el mejor disfraz posible. No tenemos ganas de enfrentarnos al lanzarredes; a pesar de que hemos cesado nuestras hostilidades hacia él, está obsesionado con detenernos. Otra vez su estúpido axioma del poder y la responsabilidad.
Responsabilidad, ja. Si eso fuera cierto no nos habría destrozado la vida.
Nos vamos en dirección contraria; estamos cansados de pegarnos con arácnidos y clones…
Wall Street.
– De acuerdo con los informes que nos pasó Comadreja, éste es el último sitio en el que se le ha visto – dice Siryn mirando a una farola destrozada por la colisión de un coche1.
– Y… – el detector emite un pitido – ¡Tenemos un ganador! El afortunado concursante se llevará dos kilos de plomo entre ceja y ceja…
– Wade…
– Vale, vale, quejica. Tengo el rastro del anuncio de ortodoncias ambulante. Con este cacharro lo encontraremos en menos tiempo del que tarda Lobezno en peinarse.
Rockefeller Center.
Ah, qué recuerdos me trae este sitio; sobre todo en Navidad, con la pista de patinaje. Pasé grandes momentos aquí con mi mujer (vale, mi ex).
Vaya, mi otro está celoso. Le tranquilizo, le digo que esa etapa de mi vida terminó hace mucho, pero no le basta, quiere que también tenga buenos recuerdos suyos en este sitio.
No me supone ningún problema, así que entramos. Además, hacía tiempo que no entraba en un centro comercial…
Masacre y Siryn llegan al Rockefeller Center; el rastreador emite una señal cada vez más fuerte, signo inequívoco de que Veneno está cada vez más cerca.
– Va a ser difícil encontrarle entre la multitud – dice Siryn.
– Qué va, mujer, basta con pegar un par de tiros al aire y cuando todos huyan despavoridos él será el único supermamón que se nos eche en cima. Asumiendo que los 4F no hayan venido de compras, claro.
Siryn se queda mirando a Wade con una de esas miradas que dice: «¿Has terminado de decir chorradas?»
– Vale, vale – dice él -. Hija, eres más sosa que mi profe de mates de quinto. Seguiremos vigilando, y cuando veamos a alguien que parezca un clon de Schwarzenneger, comprobamos si lleva un simbionte alienígena en el bolsillo, o sólo se alegra de vernos.
Bueno, no ha estado mal. Hemos mirado cosas, le hemos devuelto su pelota a un niño… incluso una chica nos ha invitado a un refresco. Lástima que hemos tenido que irnos porque mi compañero se estaba poniendo nervioso. No obstante, en conjunto nos hemos divertido, y eso es lo importante.
Nada podría estropear este día.
De repente, la atención de Wade se vuelve hacia un hombre fornido, vestido con una camiseta blanca ajustada y unos pantalones vaqueros. Se lleva la mano a la chaqueta y saca una foto.
– Vamos a ver si nos llevamos el premio gordo, señoras y señores… – Siryn se vuelve hacia el – Bingo. Hemos encontrado a Mr.Profiden, Terry.
Apenas salimos del centro comercial vemos a una pareja vestida con sendas gabardinas que nos señalan. El hombre se pone una máscara roja y negra – Dios, cómo odiamos esa combinación de colores – y saca de la mochila de su espalda una especie de arma. Preocupados por lo que pudiera pasarle a los inocentes de nuestro alrededor, ya que parecemos su objetivo, lanzamos una telaraña a una de las farolas y nos elevamos.
El tipo recompensa nuestra atención por los viandantes con un impacto en la espalda. ¡Un rayo sónico! Aullamos de dolor mientras caemos al suelo, retorciéndonos. El hombre se acerca; su compañera desciende del cielo justo a su lado.
– ¿Quién eres? – le preguntamos.
– El cobrador del frac – responde -; como nadie nos hace caso, ahora recaudamos la pasta a tiro limpio.
– Pues – nos incorporamos – te aseguramos que vas a cobrar, ¡En especies!
En alguna parte de Nueva York, en un vehículo volador.
– Han entrado en contacto con el objetivo, señor – en la pantalla del monitor de comunicaciones aparece la imagen del Hombre Dragón.
– Perfecto – dice -; permanezcan en vigilancia y no intervengan salvo en caso de extrema necesidad.
– Sí, señor. Corto y cierro.
En su despacho, el Hombre Dragón sonríe. El juego continúa… y las piezas están en su sitio.
Fuera del centro comercial Rockefeller.
– No sé quién demonios te crees que eres, amigo – dice Veneno mientras salta hacia Masacre -, pero tu manera de vestir nos recuerda demasiado a cierto trepamuros, ¡Y eso no nos gusta nada!
En medio del salto, el grito sónico de Siryn golpea a Veneno en pleno rostro, momento que Masacre aprovecha para rodar por el suelo, evitando el ataque. Se quita la gabardina y se incorpora, rifle en mano.
– Ya me están reventando esas alusiones a mi traje, amigo2– dice mientras dispara a Veneno, quien lo esquiva en el último momento- Ey, tío, no vale esquivar los disparos – dispara una ráfaga, pero también falla -; ¿Qué habría sido del Salvaje Oeste si en los tiroteos la gente se hubiera dedicado a hacer el mariquita y tirarse al abrevadero de los caballos? Bastante se debilitó ya la imagen del Oeste con la peli del Will Smith… Ah, si John Wayne levantara la cabeza…
– No me parece prudente provocarle, Wade – dice Siryn.
– Tranqui, pelirroja, que sé lo que me hago. Además, lo tenemos contra las cuerdas – en ese momento Veneno salta detrás de un coche, utilizándolo como cobertura – ¡No te escondas detrás del coche, mariquita! ¡Da la cara como un hombre!
Veneno agarra el coche con sus manos y lo levanta por encima de su cabeza.
– Vamos a seguir tu ejemplo. Pero recuerda: ¡No vale esquivar! – Y lanza el coche en dirección a Wade, quien lo único que puede hacer es decir…
– Sí, vale. Ya puedes decir «te lo dije», Terry. Esto me va a doler…
Preocupada, Siryn mira en dirección a los restos del coche, buscando algún indicio que le diga que su amigo sigue vivo. Al ver un brazo moverse se tranquiliza, sabiendo que su factor curativo pondrá a Masacre en pie en poco tiempo. Se vuelve para enfrentarse a Veneno.
Wade Wilson no se encuentra bien. Claro que eso es normal si alguien te tira un coche encima; la diferencia es que él posee un poder que cura sus heridas casi antes de que se entere de que las tiene.
El problema es que ese factor curativo está actuando demasiado despacio.
– Wilson tiene problemas, señor. Ha perdido el rifle sónico y parece estar gravemente herido.
– Ya conocen las órdenes. Descenderemos lentamente, dándole tiempo al mercenario de salir del paso. Si no consigue tumbar a Veneno, intervendremos.
Lenta y silenciosamente, el vehículo volador se dirige a la escena de la lucha.
Veneno lanza una telaraña hacia Siryn, que esquiva en el último segundo con una espectacular maniobra voladora y contraataca con su grito sónico. El simbionte de Eddie Brock se aparta de las zonas de su cuerpo impactadas, incapaz de mantener su coherencia debido al dolor. Veneno grita, un terrorífico grito de dolor que hiela la sangre de los presentes. En un acto desesperado, arranca un trozo del asfalto del suelo y lo estruja, desmenuzándolo; acto seguido arroja los trocitos de asfalto contra su oponente, confiando en que su súper-fuerza les dará el impulso suficiente para convertirlos en peligrosas armas.
Décimas de segundo antes del impacto, Siryn grita. Ante ella se forma una barrera de sonido que convierte el asfalto en polvo. Satisfecha, mira hacia abajo, pero no ve a Veneno por ningún lado.
Gracias a la nube de polvo causada por nuestro ataque, hemos ganado unos segundos vitales. Rápidamente nos camuflamos con nuestro entorno, como los camaleones; la chica no nos ve. Aprovechamos su confusión para trepar al edificio tras ella.
Nunca sabrá lo que la golpeó.
Masacre sale a duras penas de debajo del montón de chatarra que antes fuera un coche; el dolor de sus heridas va remitiendo, pero no lo suficientemente rápido.
– No me sentía tan mal desde aquel maratón de «Webster» – mira a su rifle de rayos sónicos, completamente destrozado por el impacto – seguramente a ti te habría gustado tener un factor curativo como el mío, ¿Verdad, colega? Supongo que tendré que recurrir a los métodos tradicionales… – echa un vistazo a su mochila y extrae un par de armas que no han sido dañadas; sus katanas también están en buen estado – Es hora de jugar a los médicos… a los dentistas, para ser exactos. ¿Dónde está el sonrisas, Terry? – le pregunta a su compañera.
– Desapareció; seguramente ha usado su poder de camuflaje para escurrirse. Pero no creo que esté muy lejos.
Theresa Rourke es una luchadora experimentada; lleva años luchando contra todo tipo de villanos, sobre todo cuando estaba en el grupo de mutantes llamado Fuerza-X, originalmente dirigido y entrenado por Cable, por lo que es muy difícil tomarla por sorpresa.
Por otro lado, Wade Wilson es un mercenario, un hombre que ha luchado en incontables batallas, y que ha tenido que recurrir a su ingenio y a sus instintos para sobrevivir. Así, no es extraño que sea él quien divise una forma borrosa que se mueve por la pared de un edificio y que levanta una mano en dirección a su compañera.
– ¡Está detrás de ti, Terry! – grita, esperando que no sea demasiado tarde, mientras quita el seguro de sus armas.
En el último momento Siryn pone su brazo derecho ante su boca, evitando así el impacto de la telaraña; no obstante, la substancia adhesiva se queda pegada a su brazo, y Veneno da un fuerte tirón que lanza a Siryn por los aires hasta que se estrella de espaldas contra una pared. Después, se queda inmóvil. Veneno se vuelve visible y baja de la pared, satisfecho.
– Ahora no tienes ni tu arma ni a tu amiguita, payaso – empieza a acercarse a Wade.
– No, pero tengo unas juanolas para tu problema de aliento, desecho de «Alien» – con el rabillo del ojo examina la condición de Siryn; parece que respira, pero debería examinarla desde más cerca; el problema es que no parece que Veneno se vaya a quedar mirando…
– Aquí termina tu vida, infeliz – Veneno lanza un puñetazo a Masacre, quien se agacha al tiempo que desenvaina su espada y traza un semicírculo en dirección a su oponente, quien retrocede al tiempo que su simbionte cierra el corte. No obstante, Wade ha visto un hilillo de sangre donde hizo el corte…
– Es el problema que tenéis todos los súper-cachas: Pensáis que porque os dais de bofetadas con el Juggernaut ya os podéis comer el mundo; pues estas dos preciosas – dice mientras cruza sus dos espadas – podrían cortar el titanio, si hiciese falta. Así que si te relajas, procuraré que esta traqueotomía sea lo más rápida posible, tengo una pelirroja allí atrás que necesita que juegue a los médicos con ella… tú ya me entiendes.
– Si te preocupa reunirte con tu amiga, podemos arreglarlo – dispara una telaraña que Masacre esquiva con una pirueta hacia atrás.
– No sabía que eras agente matrimonial – lanza unos shurikens que se estrellan contra el pecho de Veneno sin causarle ningún daño -, pero supongo que un tipo que habla en plural se debe considerar todo un entendido en parejas.
– Sigue burlándote – sus mandíbulas se cierran muy cerca de la cabeza de Masacre – eso sólo hará más dulce el momento en el que te arranquemos tus diminutos sesos de tu cráneo y nos los comamos… ¡Yum!
– Interesante dieta – saca su UZI y mete la punta en la boca de Veneno antes de que reaccione -, pero seguro que el plomo calentito te gusta más; tiene más calorías, y todo eso – descarga todo el cargador en la boca de Veneno, quien se tambalea y retrocede. Se frota la boca y sonríe.
– Ay – es lo único que dice.
– Umm, veo que efectivamente – deja caer la UZI y vuelve a empuñar sus dos katanas -, voy a tener que recordar aquel cursillo de cocina japonesa. ¿En qué página estaría la receta del simbionte alienígena «aux fines herbes»? – «Aguanta, Terry», piensa.
Las garras de Veneno rozan el pecho de Masacre, quien realiza un leve corte en la pierna del otro con una de sus espadas, mientras interpone la otra entre la otra garra del oponente y su cara, desviando el golpe. Veneno le patea en el estómago, haciéndole caer al suelo. Masacre va a incorporarse, pero el dolor se lo impide
– Vaya, creo que mi factor curativo ha vuelto a quedarse sin pilas; eso me pasa por comprarlas de rebaja… – dice mientras intenta levantarse sin mucho éxito.
– No entendemos nada de lo que dices, pero si significa que estás sufriendo nos parece bien – agarra a Masacre por el cuello y lo levanta -; pero para que veas que somos generosos, te mataremos en seguida.
– Tú espera a que mi esófago vuelva a estar en su sitio – tose -, y te meteré una granada allí donde el sol no brilla.
En ese momento, unos potentes focos iluminan a los contendientes, y una ráfaga sónica obliga a Veneno a soltar a Masacre; cuando éste alza la vista ve un vehículo con la insignia de la Fundación Éxodo, y varios hombres con trajes de combate que bajan de él.
– Lo ha intentado, Wilson – dice uno de los hombres -. Ahora es nuestro turno.
Wade va a contestar, pero entonces se acuerda de su amiga herida.
– Ya voy, Terry.
Los hombres de la Fundación Éxodo se dispersan alrededor de Veneno. El jefe de escuadrón da las órdenes.
– Fuego a discreción y a la máxima potencia, muchachos, no quiero correr ningún riesgo.
– ¿A plena potencia, señor? – pregunta uno de los soldados – Un rifle sónico a plena potencia puede ser peligroso para los civiles.
– Exacto – sonríe – por eso tenemos que castigar a ese monstruo por obligarnos a herir a los inocentes espectadores.
Masacre suspira aliviado al ver que Terry aún respira. Le da un par de palmadas en la cara para despertarla.
– Vamos, pelirroja, despierta. ¿O tenemos que jugar a la Bella Durmiente?
– Preferiblemente no – responde ella, con un hilillo de voz; tose y da un respingo -; me duele un poco cuando respiro.
– Sí, tienes un par de costillas rotas. Tranquila, Terry, los muchachos de la Fundación se están ocupando ahora mismo de Veneno.
Es entonces cuando oyen los disparos y los gritos de los espectadores y se dan cuenta de que algo va mal; al volverse para ver la escena, ven cómo los hombres de la Fundación Éxodo disparan a Veneno sin tener ningún tipo de precaución, hiriendo a varios de los inocentes que contemplan la escena.
– Santo Dios – murmura Masacre -; esto es una matanza.
– Tenemos que detenerlos, Wade. Matarán a alguien, si es que no lo han hecho ya.
– Ah, vamos, Terry; puede que los chicos se estén dejando llevar un poco por el entusiasmo, pero… – calla por un momento – Está bien, a mí tampoco me convence ese argumento, pero tenía que intentarlo.
– Wade, sé que confías en la Fundación por lo que te han hecho, pero no puedo evitar pensar que lo planearon así, para tenerte atado.
– Yo estaba pensando lo mismo, y eso explicaría en parte por qué mi factor curativo está funcionando mal otra vez3.
– ¿Tu factor curativo…? Wade…
– Ah, olvídalo. Si hace falta le volveré a dar una paliza a Killebrew para que me lo arregle4, y desde luego no me voy a quedar mirando cómo esos mamones se dedican a masacrar inocentes, aunque no creo que me seas de mucha ayuda, en tu estado. No puedes usar tu grito sónico, ¿verdad?
Siryn se incorpora y cruje sus nudillos.
– No estoy precisamente indefensa, Wade – dice con voz ronca.
No lo estamos pasando nada bien; por cada uno de estos asesinos que eliminamos, otro surge en su lugar, y todos tienen armas sónicas. Para colmo, no les importa herir a inocentes con tal de detenernos. Aunque nuestra justa ira va creciendo por momentos, está claro que estamos metidos en una lucha que no podemos ganar: no podemos permitir que los inocentes sufran por nuestra culpa.
Estamos a punto de levantar las manos en el tradicional gesto de rendición cuando el casco de uno de los soldados se agrieta y estalla, como consecuencia de un impacto de energía sónica. Lo que más nos sorprende es descubrir que la ayuda prestada viene de la chica pelirroja a la que nos enfrentamos antes, que aparentemente no puede usar su poder sónico y ha encontrado un sustituto en las armas de alguno de los muertos a nuestras manos.
Su compañero también está ahí, parloteando sin cesar – no queremos hacer hincapié en lo mucho que nos recuerda al trepamuros – al tiempo que dispara y corta a los que en principio eran sus aliados – vaya, ya empieza a caernos mejor -; no entendemos este cambio de actitud, pero no nos paramos a pensarlo: lanzamos una telaraña a uno de nuestros enemigos y lo atraemos hacia nosotros; sonreímos con evidente regocijo cuando vemos que el pobre desgraciado lucha contra el temor que siente e intenta dispararnos. Con un gesto pulverizamos su arma, mientras le cogemos por el cuello y lo levantamos. Un satisfactorio chasquido inunda nuestros oídos.
Uno menos, quedan doce.
– ¿Qué coño cree que está haciendo, Wilson? – pregunta el que parece ser el líder de la unidad.
– Estamos en clase de ciencias – dice mientras da una estocada hacia atrás con una espada, ensartando a uno de sus adversarios -, y voy a enseñaros cómo se disecciona una rana – dispara a otro en el brazo derecho, haciéndole soltar su arma -; pero como no tengo rana, me bastará un batracio presuntuoso cualquiera – pone la punta de la espada en la garganta de su interlocutor.
– Está cometiendo un error, Wilson – dice el hombre, sin perder la compostura -; si traiciona a la Fundación, lo pagará muy caro.
– Y aparte de aburrirme hasta la muerte con panfletos de amenazas de una secta que se ha papado todas las novelas de Asimov, ¿Qué es lo que me vais a hacer?
– Seguramente – dice el otro con una sonrisa triunfal -, ya se habrá dado cuenta de que su factor de curación no funciona como debiera. ¿Creía que le íbamos a dar algo sin conseguir algo a cambio? Cumpla con su deber con la Fundación, Masacre… o morirá, inevitablemente.
Siryn se agacha, evitando un disparo y dispara con el rifle sónico a su atacante, que cae inconsciente; rápidamente apunta a otro y aprieta el gatillo, pero sólo se oye un «click».
– Mierda – dice mientras lo examina y lo tira al suelo -; bonito momento para quedarme sin baterías.
Los soldados, al ver que Terry suelta su arma, sonríen y guardan las suyas; después de todo, ellos son tres hombres fuertes y entrenados, y ella sólo es una mujer.
El entrenamiento que recibió estando en Fuerza-X demuestra su valía: cuando uno de sus oponentes intenta cogerla, ella le agarra la muñeca al tiempo que le golpea con el codo en la laringe; un rodillazo en sus partes nobles deja al hombre jadeando en el suelo. Recibe al segundo con una patada en el plexo solar seguida por otra en la mandíbula; acto seguido le empuja hacia su compañero, que cae y lo último que ve es el puño enguantado de Siryn.
– No está mal – dice un hombre detrás de ella -, pero no creo que tus pataditas de karate puedan con mi pistola, que no lanza ráfagas sónicas ni mariconadas por el estilo, sino simple plomo. Es hora de decir adiós, preciosa.
– Adiós, preciosa – dice una voz de hombre. Acto seguido se oye un disparo y el soldado cae, muerto – Vaya, es la segunda vez en mi vida que le descerrajo los sesos a un tío5. Me estoy convirtiendo en todo un Action Man… ¿Llego a tiempo para mi parte del pastel, pelirroja?
– Justo a tiempo, Comadreja.
– Entonces – se ajusta sus gruesas gafas – creo que mi parte ha subido al 40%…
En el momento que Veneno agarra a uno de los soldados para arrancarle las tripas, los otros tres aprovechan para dispararle casi a quemarropa. Veneno chilla de dolor y cae de rodillas mientras el ataque sobre su simbionte continúa.
– Ahora es el momento, Wilson – dice el jefe de la unidad -; Veneno está debilitado, pero eso no durará. Sólo tiene que llegar hacia él y dejarle inconsciente, y usted seguirá viviendo. Qué diablos, es más que probable que se gane unos cuantos amigos en la Fundación, incluido el jefazo. Decídase, Wilson; o hace lo que le decimos… o la jubilación anticipada.
– Vaya, qué afortunado soy… – se acerca a Veneno y lo mira a los ojos; ¿Por qué duda? Sólo tiene que hacer lo que le ordenan para sobrevivir, ya lo ha hecho antes… y entonces se da cuenta de que Veneno no le está mirando, sino que mira en otra dirección… sigue la mirada y ve a dos niños, paralizados por el miedo, que están junto a una pared a punto de desmoronarse por los daños sufridos durante la lucha. Un rápido vistazo a su alrededor le indica la posición de Comadreja y Siryn; ella no podrá salvarlos sin sus poderes; además, las cargas de los rifles se están acabando, puede ver cómo van perdiendo potencia. En pocos segundos, Veneno se recuperará y escapará, pero no le dará tiempo para salvar a los niños.
Así que Wade debe elegir entre capturar a Veneno y averiguar qué le ha hecho Éxodo o salvar a los niños; mira a Siryn, quien también ha visto a los niños, y toma una decisión.
– Maldita sea, se supone que soy un mercenario y me paso la vida salvando viejas y besando bebés; esta me la pagas, Todd6– se gira rápidamente y corre hacia los niños, saltando para poner su cuerpo entre los escombros que caen y los niños -. Niños, no intentéis hacer esto en casa, ni en la calle, ni en la consulta del médico… bueno, ya me entendéis – si dice algo más es interrumpido por el estruendo causado por el derrumbamiento de la pared.
La visión de los escombros cayendo sobre los niños llena a Veneno con una rabia salvaje que le da nuevas fuerzas. Con un rugido golpea el suelo, causando ondas sísmicas que derriban a casi todos los soldados; corre hacia adelante, apartando a uno de los pocos soldados que quedan de pie con un brutal puñetazo que le aplasta el casco y por poco la cabeza.
Cuando llega hasta el lugar del accidente oye voces amortiguadas por los escombros.
– Señor, ¿se encuentra bien? – pregunta uno de los niños.
– Perfectamente, chaval – responde Masacre -; me pica un poco la nariz, pero aparte de eso… ¿Y tú cómo estás, colega? – pregunta al otro niño, que está muerto de miedo.
– Quiero salir de aquí, señor…
– Sin problemas – Masacre intenta levantarse, pero un fuerte dolor en la espalda, sumado al peso de los escombros se lo impide -. Vale, puede que haya algún problemilla. Eso me pasa por no tomarme el Cola-Cao y las galletas para desayunar. Tranquilos, niños, en cuanto los cafres de afuera dejen de machacarse mutuamente, seguro que nos sacan.
– ¿Te importa si te echamos una mano? – dice Veneno mientras con ambas manos levanta un enorme trozo de pared por encima de su cabeza y lo lanza lejos; en pocos segundos ha conseguido sacar a Masacre y a los niños, quienes han salido huyendo aterrorizados por el aspecto de Veneno.
– Bueno, ¿Y ahora qué? ¿Seguimos con la pelea o nos damos dos besitos y quedamos para el Sábado?
– Ahora – se vuelven para encontrarse con los tres soldados de la Fundación Éxodo que siguen en pie – es cuando os entregáis y no os matamos.
– Ahora – dice Siryn, rifle sónico en mano -, es cuando tiráis las armas.
– Y sin hacer tonterías – dice Comadreja -; hoy me siento muy viril y deseoso de pegarle un tiro a alguien para demostrar lo macho que soy.
En ese momento oyen sirenas, señal inequívoca que la policía se acerca.
– Bueno – dice Masacre -, no sé vosotros pero a mí no me apetece quedarme a charlar con los muchachos de azul. ¿Tú que piensas, boquita de piñón? – entonces se da cuenta de que Veneno se ha ido – Vaya por Dios, otro fantasma flipado con cómics de Batman… En fin, lo que he dicho sigue siendo válido. ¿Nos vamos, chicos?
– Eres hombre muerto, Wilson – dice el jefe del escuadrón.
– Puede. Así que quizás quieras acompañarme en el viaje – Masacre apunta con su arma a la cabeza del hombre, lo mira de arriba a abajo y la enfunda de nuevo -; ah, olvídalo, nunca mato a los tíos que se mojan los pantalones.
Cuando la policía y la prensa llegan no hay nadie, sólo los hombres de la Fundación Éxodo que cuentan a las cámaras cómo Veneno, ayudado por un par de súper-criminales, causó toda esa desolación…
(1).- En el número anterior.
(2).- Como se vio en el nº2.
(3).- Le ocurrió por primera vez en la segunda miniserie de Masacre.
(4).- Al final de esa miniserie.
(5).- En Masacre Vol.1 #3.
(6).- ¿Quién es Todd? La respuesta muy pronto, en el especial Caballero Luna /Masacre.
PROXIMO NÚMERO: ¿Qué le está pasando a Masacre? Es algo que Wade y Terry intentarán averiguar ¡En el corazón de la Fundación Éxodo! Todo esto después del cross-over Caballero Luna /Masacre ’00…
Bueno, tenemos una carta de Xumer (Factor-X, Hombre-X y Hombre de Hielo); en primer lugar, gracias de verdad por tus elogios, no sabes lo bien que sienta saber que a la gente le gusta lo que escribo; y en segundo lugar sí, tienes razón, soy muy lento, a ver si un día de estos consigo coger un ritmo regular (esta vez por lo menos no ha sido culpa mía). ;P
Nada más, nos leemos en el siguiente número (probablemente antes de Nochevieja)…
Y recordad que para lo de siempre (comentarios, críticas, sugerencias…) debéis escribir a alexmola@hotmail.com