Marvel Spotlight #22 – Nick Furia, el hombre que pudo reinar #4

Durante cerca de 50 años, Nicholas Fury fue un paladín de la libertad en una época en que el mundo se tambaleó en el filo de la navaja. Hoy, cuando el mundo se recupera del Onslaught, nuevas amenazas surgen por doquier y el director de SHIELD ya no está para combatirlas. ¿O tal vez sí?

#22 – Nick Furia, el hombre que pudo reinar #4
Asalto

Por Israel Huertas


Fecha de publicación: Mes 26 – 6/00


Paris, hace tres noches.

Chen Liu escuchó el mensaje y pensó en lo mucho que aquella voz había cambiado desde que se conocieran hace ya tantos años. Pensó también en las vueltas que da la vida y en como el menor de los cinco hermanos Tao-Yu había desaparecido de su vida sin dejar rastro. Compartieron infancia y, tras unirse siendo unos críos a la banda del jefe Daoming, cuando vivían en aquel barrio olvidado a las afueras de Hong Kong, se hicieron la promesa de que siempre cuidarían uno del otro.

La marea del destino rompió todo aquello. Un ajado Han Tao-Yu decidió dejar las bandas y marchó con sus otros cuatro hermanos a servir a su patria. Liu no volvió a verlo. Oyó rumores de que los cinco hermanos poseían cierto poder mutante, nada concreto, y que uno de ellos, Ho, había muerto en un lío extraño, pero siempre enredado en medias verdades y palabrerías de borrachos.

Que Han Tao-Yu le llamara después de tanto tiempo, sólo significaba problemas. Así que Chen Liu hizo lo que le pidió, y paseó a la orilla del Sena tranquilamente, hasta llegar bajo el Pont Neuf. Allí, sacó un cigarrillo y lo encendió, aspirando una buena bocanada. Debía admitir que el tabaco europeo sabía mucho mejor que el chino. Miró al cielo tras la calada y, entonces, su antiguo amigo llegó.

– Sigues conservando las mismas malas costumbres, Chen – dijo una voz proveniente de la sombra del puente -. Dado tu trabajo, supongo que es cuestión de tiempo que algo te mate, así que, ¿por qué no hacerlo tu mismo?

– ¿Han? ¿De veras eres tú?

La figura en la oscuridad empezó a andar hacia él, y Chen Liu vio como, a la vez que se acercaba, también permanecía en el sitio.

– Perdona a mis hermanos, Chen – siguió Han -, pero estamos metidos en algo bastante peligroso y…la unión hace la fuerza.

– Era cierto que sois mutantes, ¿no? – se asombró Chen Liu -. ¡Guau! De haberlo sabido cuando éramos más jóvenes podíamos habernos hecho con todo Honk Kong.

– Mis prioridades ahora son otras, amigo. De hecho, por eso quería…necesitaba verte. Aún trabajas para el viejo Daoming, ¿verdad?

Chen dio un paso atrás y echó mano a su automática, guardada en su americana. Han Tao-Yu se paró en seco.

– Disculpa la precaución, amigo – dijo Chen -, pero no son tiempos amables para Daoming y los suyos. No sé si puedo fiarme.

– Estamos aquí por eso, precisamente – dijeron los otros cuatro hermanos Tao-Yu desde las sombras.

– Trabajamos para alguien que quiere parar la matanza de jefes chinos – prosiguió Han -, pero necesitamos que nos ayudes un poco.

La mano de Chen Liu no acababa de relajarse tocando el revolver. Dio otra calada a su cigarrillo y acomodó su espalda contra la pared sin soltar la empuñadura de su arma.


Helitransporte de SHIELD, hace una semana.

Dum-Dum Dugan abre la compuerta de su despacho con una sonrisa en el rostro. Por primera vez desde que mataran a su amigo Furia, vuelve a sentirse parte útil del equipo de SHIELD. Su proyecto, sus cazadores de monstruos, estaban dando un resultado inmejorable1 y había conseguido ir eliminando las dudas que Kaine, su hombre en punta, había planteado en un principio.

Coge una caja de habanos de la mesa y saca uno de ellos. Lo olfatea satisfecho y se lo coloca en la boca. Se apoltrona en su comodísima silla de piel y coge un mechero Zippo del cajón de arriba del escritorio. Cuando salta la chispa, la cara de un muerto le sonríe desde el sillón que situado en un lateral de su despacho.

– Creía que ya no dejaban fumar en los «edificios» oficiales, vieja morsa – dice el fantasma.

– Y yo creía que los muertos se quedaban en sus tumbas, coronel – Dugan saca lentamente una pistola del escritorio -, quiero decir, si de verdad eres tú.

El «muerto» se levanta del sillón y se acerca al escritorio. Recoge otro puro de la caja y se acerca al viejo soldado.

– ¿Alguien más te llama vieja morsa, vieja morsa?

– Al menos nadie que quiera conservar los dientes – el orondo militar se levanta de golpe y le da un abrazo a su amigo – ¡¿Nick?! ¡¿De veras eres tú, vieja gloria?!

– Si, Dum-Dum, soy yo – logra articular el coronel Furia, medio asfixiado por la efusividad de Dugan -, y no quisiera visitar al forense a corto plazo, así que….

Dugan le suelta y, acto seguido, le enciende el puro. Se sientan uno frente al otro, con el escritorio de por medio. Dugan es el primero en hablar.

– ¿Cómo, Nick? ¿Cómo estás vivo?

– Bueno, digamos que me adelanté a la bala que Castle me reservaba, pero decidí tomarme un pequeño descanso para aclarar ciertas ideas.

– Y, ahora, ¿qué? – pregunta Dum-Dum, su cara un verdadero poema de alegría -, ¿vas a reclamar tu puesto y volver a la acción?

– Todavía no, amigo. Hay … ciertos detalles que necesito pulir y ciertas dudas que dilucidar. No estoy seguro de la gente de esta organización, Dum-Dum, y no me gusta vivir vigilando mi espalda a cada paso.

Dugan se incorpora en la silla y apoya los codos sobre la mesa, pensativo y sorprendido a la vez.

– ¿Qué ocurre, Nick?

– Lo de Castle no fue casualidad. Alguien lo programó todo y yo me enteré de milagro. Aproveché la oportunidad para escapar, pero ahora debo volver y enfrentarme a todo eso. Por eso te necesito, amigo, a ti y a tú pequeño proyecto.


Paris, esta noche.

Cuatro hombres vestidos con trajes blindados sobrevuelan la ciudad en busca de su objetivo. Sus corazas doradas recuerdan al diseño de los Mandroides de SHIELD y parecen una evolución del diseño de la armadura que, en Madripur, asaltó al grupo de Furia.

Fijan su mirada en el barco-restaurante que recorre el Sena de punta a punta, brindando un escaparate romántico a aquellas parejas que desean ver el lado más mágico de la ciudad del amor. Hoy, su pasaje es muy distinto. Los cinco jefes de la mafia china que sobrevivieron al ataque del misterioso agresor oriental, los cinco que consiguieron escapar a Europa y que reorganizaron sus grupos con los pocos que pudieron llevar, se reúnen aquí esta noche para tramar una estrategia que les permita prosperar y, llegado el momento, reclamar de nuevo sus territorios.

Pensaron que poniendo un continente de por medio estarían a salvo de su asesino. Los cuatro hombres de acero van a demostrar que estaban equivocados.


Madripur, hace seis días.

Un hotel de mala muerte. La última parada del actual círculo de confianza de Nick Furia.

– ¡Esto no me gusta! – increpa Nastasha Romanov, la Viuda Negra -. ¡Furia va y viene sin decir nada y pretende que hagamos lo que quiere sin rechistar! ¡Que le *@#!!$ mil veces!

– Ma petite fille – interviene Batroc -, el cogonel solo pgetende haceg lo coguecto, pego nunca se le han dado bien las fogmalidades, comprend vous?

– No soy un perrito que salta cuando se lo ordenan. ¡Ni siquiera debería estar aquí!

La espía rusa arroja una bolsa de deportes contra el suelo mientras Tao-Yu entra por la puerta. Ante el gesto de la Viuda, Tao-Yu pregunta airado:

– ¿Vamos a tener de nuevo esta conversación, Nastasha?

– ¡¿Qué conversación?! – exclama la altiva pelirroja – ¡Prometió que nos daría respuesta después de asaltar la fábrica, y luego se larga sin dar ni las buenas noches y deja una nota para que vayamos a Paris! ¡No entiendo por qué vosotros estáis tan tranquilos si ni siquiera sabéis dónde os estáis metiendo!

Batroc se aparta a un rincón, sonriendo divertido ante la efusividad de su compañera. El ahora decrépito saltarín sabe que se la juega riéndose de una mujer como Romanov, pero, pese a lo que ha sufrido desde que se asoció a Nick Furia, para él la vida sigue siendo un riesgo que hay que disfrutar. Tao-Yu, por el contrario, está más centrado en su actual objetivo.

– Sólo sé – dice el compendio de los hermanos Tao-Yu – que Nick Furia no da una alarma en vano y que, si nos ha reunido y ha confiado en nosotros hasta el punto de dejar que le cubramos las espaldas, merece el beneficio de la duda. Al menos el mío.

– Estoy con el chino – interviene Batroc – … o con los chinos… o con lo que sea que sois vosotgos. El hombge es una fuente fiable a la hoga de econtgag buenos líos, y este … ¡oh la la!… es de los gogdos.

La Viuda Negra lanza una mirada a sus dos «extraños compañeros de cama» y, aunque sigue sin verlo claro, no puede evitar darles la razón en sus razonamientos. Encoge los hombros lanzando un suspiro. Luego se agacha para recoger el macuto que había tirado al suelo y mira a Tao-Yu.

– Bueno, ¿tienes los billetes?

Tao-Yu se los enseña.

– Así es. Nos vamos en una hora. Repasaremos el plan al llegar.


Paris, ahora.

Los «mandroides» descargan sus armas en una primera andanada contra el casco del barco restaurante, lo que resulta en una espectacular explosión que ilumina media ciudad. Conscientes de que el pánico estará cundiendo en las entrañas del barco, los cuatro asaltantes blindados entran atravesando la claraboya y aterrizan en medio de la pista de baile. La sorpresa empieza entonces: el restaurante está vacío, pese a lo que los detectores de calor y los rudimentarios sensores de sus casi obsoletas armaduras les indicaban en un principio.

Desorientados, empiezan a otear en derredor intentando descubrir lo que ya sospechan, pero ahora sus instrumentos no les dan lectura alguna, ni siquiera cuando, de improviso, uno de ellos es golpeado en la espalda y lanzado al Sena atravesando una de las ventanas.

Los otros tres reaccionan y comienzan a disparar contra el asaltante, que rebota dando saltos hasta salir a cubierta. Batroc esquiva las ráfagas haciendo justicia a sus habilidades. Ha sacado de la partida a uno de los atacantes: su misión ha sido cumplida.

Los tres guerreros de acero apenas reaccionan cuando la Viuda Negra, armada con un enorme rifle generador de ondas de choque, entra en la sala por la misma apertura que usaran los agresores. Su primer disparo abre la armadura de uno de ellos, lanzándolo contra las mesas que tiene detrás.

– Supongo que os preguntaréis dónde están los mafiosos que veníais a asesinar, ¿no? – dice arrogantemente la espía.

– No han podido venir – interviene Tao-Yu, saltando desde la proa con un salto sobrehumano y aterrizando entre los dos terrores metálicos restantes -, pero os mandan sus saludos.

Con sus manos desnudas, Tao-Yu, la fuerza de cinco hombres conocida como el Hombre Colectivo, arranca el arma que portan los dos guerreros de un solo tirón. Aún así, no logra esquivar el puñetazo desesperado que uno de ellos le lanza, y cae al suelo sangrando.

– Vuestro amigo en Madripur me cogió desprevenido – dice el Hombre Colectivo mientras se incorpora -, pero para vosotros estoy preparado.

Arranca parte de la pista de baile del restaurante y la usa como si de una alfombra se tratara, derribando a sus dos rivales. Aún en el aire, Batroc le arranca el casco a uno de ellos de una patada, apartándole del agujero causado por su colega chino y cayendo sobre su pecho con los dos pies.

El que queda, cae al fondo del barco y empieza a cargar sus armas.

– <Decidle a los jefes> – les grita en perfecto chino -, <que no servirá de nada. ¡Él los encontrará!>

Cuando va a disparar, la Viuda Negra descarga su arma sónica sobre él y el impacto le hunde en el fondo del río, abriendo a la vez una brecha en el casco del barco, que se empieza a hundir.

– ¡Buen tgabajo, estúpida! Espego que podáis nadag y agastgag a este tío hasta la ogilla, pogque el tgaje no sale.

– No te preocupes, Batroc – interviene la potente voz de Nick Furia, amplificada desde un megáfono acoplado a un helicóptero de SHIELD que flota sobre el barco -, os dije que la salida era cosa mía.


El hombre con armadura es izado magnéticamente a bordo del helicóptero y los agentes de Furia suben por sus propios medios. Unos minutos después ya sobrevuelan la ciudad de la luz con rumbo desconocido.

Desde la Torre Eiffell, un anciano oriental de aspecto solemne, observa lo ocurrido con una mezcla de decepción y competitividad. Sabe que el resto del camino no será fácil si ha de enfrentarse a Furia, pero también sabe que la victoria es inevitable y que será aún más dulce cuando la logre sobre el cadáver del coronel.

CONTINUARA…

1.- Para saber mejor a que nos referimos, lee la serie KAINE. ¡No te arrepentirás!


PROXIMO: Respuestas y más respuesta sobre el complot y el enemigo a batir. Además, dos nuevos aliados se unirán a Furia … aunque podrían ser tres.


EL PAIS DE LOS CIEGOS

¡Continua la miniserie! Escribenos y danos tu opinion.

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