Por Ibaita
Fecha de publicación: Mes 172 – 8/12
VOLUMEN II: LOS VENGADORES
Número 25: Invasión (I de VI)
Por la noche, en los fríos muelles de New York, tres hombres paseaban con una curiosa indumentaria. Uno de ellos era Ben Urich, tambaleándose; fingía estar borracho y sus ropas ayudaban. Los otros eran Sin Banderas y el Castigador, más armados que nunca.
-¿Seguro que queréis hacerlo?-preguntó Urich por última vez.
-Sí. Es peligroso, pero tenemos que hacerlo, Ben, puede ser la mejor oportunidad que hayamos tenido-dijo Sin Banderas apoyando una mano en su hombro-. Tú sólo distrae a los guardias, ¿vale?
Ben asintió, ya se estaban acercando al carguero. Parecía un barco normal, y ésa era su misión. En realidad, ni siquiera tenía que navegar mucho. Era el barco en el que iban a viajar los Vengadores hasta Genosha; los Centinelas transportarían el barco por vía aérea y llegarían a su destino en poco más de un día; allí lo soltarían y dejarían que navegase cerca de Madagascar. Cuando estuviera a poca distancia de Genosha, dejaría caer una lancha en donde irían los Vengadores. También servía como último recurso de distracción, puesto que tenía suficientes armas dentro.
Los dos terroristas descendieron del muelle y se adelantaron, asiéndose al borde del muelle como si fuera una cornisa. Era una forma lenta y difícil de avanzar, pero la más silenciosa. Tras darles unos minutos de ventaja, Ben les siguió tambaleándose.
Dos guardias fuertemente armados, aunque no se notara, vigilaban la entrada al barco. El Castigador y Sin Banderas ya avanzaban silenciosamente por detrás de ellos.
-Eh, ¿tenéis una moneda?-preguntó Urich.
-No. Piérdete.
-En serio, sólo una monedita… La necesito, por favor…
-Vete de aquí ya.
Con dos rápidos gestos, los dos terroristas saltaron por encima de la pasarela del barco y aterrizaron suavemente en la cubierta.
-Pero, señor, yo nunca he luchado ni…
-A ver, señorita Guthrie, aquí dice que puede cambiar su piel y puede endurecerla o hacer que le salgan pinchos o lo que sea, así que puede y debe combatir al igual que sus hermanos. Y si no lo hace la torturaré salvajemente, porque cuando era mercenario aprendí muchos métodos de tortura. ¿Nunca la han metido una guindilla por el culo? No es agradable. Y cagar unas horas después tampoco, claro que eso es lo de menos. Por cierto, ¿cuando muda su piel necesita desnudarse? Porque si me permite el halago, es una idea muy interesante…
-Masacre, joder, deja de aterrorizar a los ciudadanos. Bastante tienen ya.
Triatlón acababa de aparecer corriendo de detrás de una esquina. Llevaba a su espalda un saco cargado de armas.
-Perdona, señor tengo-tres-veces-la-estupidez-de-una-persona-normal, pero comprenderás que cuando está a punto de estallar una guerra me importen una mierda los sentimientos de los ciudadanos. Si consigo que esta atractiva joven pelee tal vez podamos salvar más vidas, que sino recuerdo mal es nuestro objetivo principal. Además, tú obtuviste tus superpoderes para ser el guardaespaldas de una multinacional, ¿no? ¿En qué te diferencia eso de todos los tíos raros con tecnología de Forja que pululan por ahí?
-En que en cuanto comprendí el mal que estaba haciendo la Comprensión Trina al tercer mundo escapé de Tremont. ¿Te vale?
-Hrmf. Como me entere que hay un traidor entre los Acólitos iré directamente a por ti.
-Es ahora o nunca-dijo Sin Banderas mientras salía de su escondite. El Castigador le seguía por detrás.
El primer guardia hacía su ronda, armado con un fusil. El Castigador se adelantó y le partió el cuello por la espalda. Después le arrastró silenciosamente hasta detrás de unas cajas llenas de armas. Sin Banderas sacó una pistola con silenciador y se asomó por la puerta más cercana para ver si venía alguien; comprobó con rapidez que no. Entonces se acercó al cuerpo del guardia caído y susurró unas palabras por la radio.
-Todo despejado.
El Castigador volvió a adelantarse y comenzó a avanzar por el pasillo, pistola en mano.
-¿Cuánto tiempo tenemos?-dijo con un susurro ronco.
-Los Centinelas recogerán el barco dentro de hora y media. Si queremos que alguno de ellos se ahogue, deberíamos detonar los explosivos en los próximos veinticinco minutos; con las olas que hay creo que sólo se salvarán los que tengan fuerza superhumana; menos la Cosa, a él le podemos dar por muerto.
El Castigador hizo un gesto de silencio y se aproximó a la esquina agachándose; había un guardia al fondo del pasillo. Rápidamente salió de la esquina y le acertó con un tiro en la cabeza antes de que pudiera dar la alarma; algo prácticamente imposible de hacer si no se contaba con velocidad, reflejos y puntería sobrehumanos. Los dos hombres se movían con extraordinario sigilo, aniquilando silenciosamente a las docenas de guardias que había, ya fuera rompiéndoles el cuello, degollándoles o con una pistola con silenciador.
-Esto no me gusta, hemos tenido que disparar demasiadas veces. Cualquiera que pase notará las manchas de sangre.
-Es igual, acabaremos rápido.
El sonido de una radio recogida alertó a Sin Banderas.
-Aquí Sharon Carter, repito, aquí Sharon Carter. Pasillo 34 me informa de que no ha encontrado a Camarote 227 en su puesto. ¿Sabe que ha ocurrido?
-Tengo entendido que Pasillo 34 se encontraba indispuesto, estará en el baño.
-De acuerdo, Pasillo 27, informaré al comandante Jones.
-Eh, ¿qué haces aquí, Pasillo 27?-dijo otro agente que había oído la conversación saliendo de detrás de una esquina. Rápidamente el Castigador le degolló con su cuchillo.
-Perfecto, nos hemos librado por los pelos-suspiró Sin Banderas-. La primera C4 va aquí-dijo mientras colocaba un explosivo bajo una pasarela.
-Ahora van casi todos juntos, ¿no?
-Sí, todas en este almacén; una más en la pasarela opuesta y ocho por la línea de crujía. Este almacén es muy grande, así que cuidado; hay diez guardias y cualquiera de ellos podría vernos a más de doscientos metros de distancia. Puede que necesitemos el PSG-1.
-El silenciador no es muy bueno, te aviso.
-De acuerdo, pues movámonos con cuidado. Deberíamos poder poner todas las C4 en poco más de cinco minutos si nos separamos.
El Capitán América, Iron Man, la Cosa, Hulka y el Hombre Absorbente estaban reunidos en uno de los camarotes del carguero. Un gran número de explicaciones llegaba en este momento.
-¿No viene el Hombre Gigante?-preguntó la Cosa mientras fumaba un largo puro.
-No, se ha quedado en la base, pero dependiendo de lo bien que salga nuestra misión puede que sí venga. Ten en cuenta que su poder es totalmente inútil en una misión de sigilo.
-Sí, claro, pero si las cosas se ponen feas me gustaría tenerle ahí. No sé a cuántos cientos de superhumanos me puedo cargar.
-Las cosas no se pondrán feas mientras yo lidere los Vengadores-dijo fríamente el Capitán justo antes de que su radio sonase.
Durante los diez segundos que estuvo hablando pareció recibir malas noticias, pero su semblante no se inmutó. Entonces colgó la radio.
-Era la Agente 13. Dice que ha recibido varios reportes de anomalías muy ligeras; dos indisposiciones de agentes que han tenido que abandonar su puesto rápidamente y el agente del pasillo 27 avistado en el pasillo 24. Es imposible que alguien tuviera la información de que este carguero era especial, pero voy a ir a investigar.
-No creo que sea nada-comentó Stark bebiendo de un vaso de vodka-. Personalmente creo que le pones a Sharon. Y con ese cuerpo, yo me la follaría ya…
-Stark, estás borracho. Cállate ya o te callaré, y no querrás que haya una guerra civil entre el Gobierno y las multinacionales. Enseguida vuelvo.
El Castigador terminó de poner su última C4, en la pasarela de estribor. Se levantó y se llevó la mano al intercomunicador para informar a Sin Banderas, pero justo entonces un escudazo en la cabeza lo derribó. El Capitán América le miró con un gesto de desprecio.
-Así que no estás solo, ¿eh? Bien. Agradece que te necesite vivo para interrogarte.
No hubo respuesta alguna. Desconfiado, el Capitán le dio la vuelta, le abrió el párpado y miró su pupila. Estaba inconsciente. Cogió su intercomunicador y lo activó.
-Ya he colocado la última C4. ¿Dónde estás?
-Estoy al final de la línea de crujía, por la popa. Enseguida subo allí, tengo al último guardia a tiro.
El Capitán América saltó de la pasarela y aterrizó sobre unos contenedores. Desde allí saltó a otro montón; en cualquier momento debería poder ver al otro terrorista. Sin embargo, dio la casualidad de que Sin Banderas estaba mirando hacia allí en aquel momento. Nada más ver al Capitán América, disparó dos tiros con la pistola que aún tenía en la mano. No obstante, la distancia pasó factura, y uno pasó junto a la cadera de su blanco mientras el otro rebotaba en el borde del contenedor. El supersoldado comenzó a disparar con su propia pistola en aquel mismo momento; Sin Banderas apenas tuvo tiempo de cubrirse tras otros contenedores. Los disparos resonaron por todo el almacén, pero sólo ellos los oyeron.
-¿Estás seguro de que quieres luchar en un almacén repleto de C4s que podrían estallar al menor impacto?
-Si sois listos y teniendo en cuenta que las paredes son muy gruesas, habréis colocado la mayoría de explosivos en la línea de crujía.
-Hrmf.
-Será mejor que te rindas, terrorista.
-¿Rendirme? ¿Rendirme? ¡¿Te crees que esta A que llevo en el pecho significa América?!
Con un rápido movimiento, Sin Banderas lanzó una granada hacia la última posición de su contrincante. La explosión derribó unos cuantos contenedores e hizo que estallara parte de la munición que había dentro de ellos; la metralla alcanzó toda la zona. El Capitán América, sin embargo, aprovechó aquella oportunidad y cogió un fusil que había caído de otro de los contenedores. Rápidamente volvió a salir y comenzó a avanzar, intentando sorprender al terrorista por la espalda.
Éste tal vez intuyó las intenciones de su rival y dejó caer una granada de humo mientras se retiraba en otra dirección. Por su parte, el supersoldado decidió trepar con un rápido movimiento al contenedor más cercano y desde allí saltar a otra pila más alta, con intención de dominar la situación desde arriba. Entonces, Sin Banderas salió de la nube armado con un fusil y disparó una ráfaga contra su contrincante, pillándole por sorpresa. Las dos primeras balas le acertaron en el pecho, y justo después el Capitán América levantó su escudo y paró todas las demás mientras caía hacia atrás.
Cayó desde el montón de contenedores hasta el frío suelo con un gruñido. La coraza le había salvado esta vez, pero los impactos seguían doliendo. Sin Banderas dobló la esquina, dispuesto a rematar al supersoldado, pero éste ya le esperaba apuntando en esa dirección y disparó una ráfaga contra el anarquista. Su chaleco antibalas le salvó también a él, con un sólo rasguño en el brazo aparte del intenso dolor en pecho y abdomen.
Sin Banderas respiró apoyándose contra el contenedor. Las olas mecían el barco, haciendo que los restos de contenedores y algunas armas, menos pesadas, se balancearan de un lado a otro. ¿Estaría el Castigador muerto? ¿Estaba su rival herido? De todas formas, probablemente tendría unos segundos de respiro. Entonces vio que el contenedor que tenía encima se tambaleaba. Entre la explosión y las olas, había quedado lo bastante flojo como para que el Capitán América pudiera volcarlo. Con una rápida voltereta, esquivó la caída y las tres toneladas de contenedor cayeron junto a él.
-Joder… Eres bueno, lo admito. El supersoldado americano, la leyenda viviente… Qué pena que el original muriera en la Gran Guerra, ¿no?
-No mereces siquiera mencionar a mi predecesor, sucio terrorista.
-Je… Tu predecesor… ¿No era el tío ese que iba a todos lados con un niño en pantalones cortos y que cuando se enteró de que el niño era gay lo mató?
-¡Cierra tu puta boca, anarquista!
-No te preocupes… Lo llevo con orgullo. Y tú, ¿qué eres? Probablemente ni siquiera tienes nombre, ¿qué dice eso de ti? Lo único que eres es los vestigios de un legado que murió en la Segunda Guerra Mundial en la explosión de un misil.
-¡¿Y qué eres tú?!-el Capitán América se puso en pie mientras apuntaba a Sin Banderas con su pistola. Éste, agachado como estaba, se fue incorporando también con su arma en alto-¡¿Acaso tú tienes nombre?! ¡Conozco a los de tu calaña! Sólo usas identidades falsas, ¿verdad? No tienes casa, ni familia, ni coche, sólo unos pocos amigos como tú que mueren de hambre o pasan el resto de su vida en la cárcel. ¡¿Te crees mejor que yo?!
-Je… Está bien. No necesito casa, ni familia ni coche para ser quien soy, porque me siento orgulloso.
Sin Banderas se llevó lentamente la mano a la máscara, la agarró y se la quitó. Debajo había un rostro decidido, con ojos azules y pelo rubio.
-Me llamo Steve Rogers. Nací en 1922 en Estados Unidos. En cuanto fui consciente del mundo que me rodeaba, luché. ¿Qué más podía hacer? Luché como pude y contra quien pude. En medio de una batalla contra una organización fascista que probablemente te suene, HYDRA, caí al mar junto a un cargamento de un suero que retrasaba el envejecimiento, que iba a ir directo a Berlín. Aunque te resulte difícil de creer, pasé cerca de 60 años en coma, y aún hoy sigo envejeciendo más lentamente que una persona normal. Y cuando desperté, descubrí que poseía información y contactos muy valiosos; cosas que estaban enterradas desde hacía 60 años y que podían salir a la luz, asegurándome más información. Como el contenido de este mismo carguero, sin ir más lejos. Sólo lucho por mi libertad en primer lugar y por la de los demás en segundo… ¿Y qué es por lo que luchas tú, Capitán… si es que existes?
-Tienes razón, no tengo identidad y no es valiosa para mí, porque soy un soldado sobre todo. Lucho por la dignidad de mi patria, ¡y por ella que venceré!
El Capitán América disparó a la cabeza de Sin Banderas al tiempo que se cubría él con su escudo. Steve Rogers se movió lo más rápido que pudo en cuanto vio que tensaba el dedo y la bala apenas le rozó la sien; después disparó él, acertando en el escudo. El terrorista reaccionó disparando al pie de su contrincante, atravesándolo limpiamente; menos de medio segundo después tuvo que esquivar un escudazo, que le pasó rozando el cinturón. Sintió el golpe en las costillas, pero le dolió más el impacto contra el detonador.
-¡No!
-Je-sonrió el Capitán América mientras usaba su escudo para evitar otro disparo-. Parece que ya no podrás hundir este barco.
Con una sonrisa triunfal, el supersoldado apuntó a la cabeza de su rival y apretó el gatillo. Con la distracción del discurso había contado mal; no quedaban balas. Sin Banderas se adelantó y puso su pistola justo en la boca del Capitán América, apretando el gatillo. El disparo a quemarropa tiñó el escudo de sangre. El anarquista cayó de rodillas agotado mientras sonreía débilmente.
-Por una vez… Nosotros ganamos.
CORREO: BASE DE LOS VENGADORES
Pues aquí está la revelación: Sin Banderas es el Capi y el Capi es Sin Banderas. Una idea un poco retorcida, así que mejor que cuente su origen, que fue más bien por casualidad. Tiene que ver con una mala interpretación del primer número por parte de MiRo, que leyó sin darse cuenta de que se revela la identidad del terrorista en la última linea, resultando ser Sin Banderas. Al pensar que ésta sería un misterio, lanzó su hipótesis de que el terrorista era el Capi.
La idea era demasiado buena para dejarla pasar. Llevaba ya unos 10-12 números escritos y el Capitán América ya había aparecido, pero por pura casualidad, en ningún momento había dicho que fuera Steve Rogers, así que, ¿por qué no?
La cosa no quedó ahí, ya que MiRo decidió seguir colaborando y difundir un poco su idea: desde el primer número, subliminalmente. Os invito a que reviséis la portada de dicho número, protagonizada por Sin Banderas. Los únicos colores de dicha portada son el blanco, el rojo y el azul; el traje está muy influido por el del Capitán América ultimate, hasta el punto de que incluso tiene una marca de un círculo arrancado en el brazo, donde debería ir el símbolo del escudo.
Tomás Sendarrubias comentaba en el número anterior que esperaba que los Vengadores recibieran una paliza. De momento, la primera ya está recibida; como lector yo también esperaría que reciban otra…
¡¡¡Que buen golpe la identidad de Sin Banderas!!! ¡¡¡Y como me alegro de que los Vengadores se hayan llevado ya la primera paliza!! ¡¡¡Espero que les caigan muchas más!!!