Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.
#25 – Emociones Primarias IV
El fin de todo
Por Bergil y Doctor Coic
Fecha de publicación: Mes 25 – 5/00
Nota importante: Para comprender mejor los hechos narrados en este episodio, no es imprescindible leer antes Quasar # 69. Pero os vendrá bien, creedme.
Dimensión de las Manifestaciones.
Amor conversaba con Lord Caos y el Señor Orden:
– ¿De veras piensas que tu Avatar será capaz de llevar a buen fin la tarea que le has encomendado, Amor?
– Para eso le otorgué mis dones, Señor Orden. Y te recuerdo que no es esta la única amenaza que afrontan los mortales. Vuestro sirviente, el Intermediario, parece que sigue sin saber asumir su puesto en el tejido del cosmos. ¿O es que tengo que recordaros todas las ocasiones en que se ha rebelado y ha intentado escapar a su destino? Una y otra vez ha sido detenido por entes como Galactus (1) o Thanos (2), pero eso no parece detenerle.
– Basta, Amor. Tienes razón -intervino Lord Caos-. Habrá que hacer algo para poner coto a esta insolencia..
Órbita de Titán.
El Intermediario se enfrentaba a los héroes. Su gigantesca figura proyectaba una sombra ominosa sobre los paladines decididos a entregar hasta la última gota de su sangre (o el último ergio de su energía) para impedirle cumplir sus malignos propósitos, cualesquiera que los mismos fueren. Allí estaban todos los que no eran necesarios para abrir el portal que les llevaría a intentar rescatar a Galactus. Así, Drax, Gladiador, Capitán Marvel, Nova, Kismet, Quasar, Rayo Estelar, Pegador, Estrella de Guerra, Neutrón, Impulso, Titán, la Fuerza Estelar al completo y la Mujer Invisible se enfrentaban al causante de la mayoría de sus problemas.
– ¡Así que eras tú el que estaba detrás de todo! -exclamó Quasar, los puños crispados-. ¡Tú eres el que ha acelerado la entropía y provocado el desánimo en el Universo!.
– No sólo yo, lacayo de Eón, pero sí principalmente -respondió el Intermediario, obviamente ufano de sí mismo-. Estando en medio de todas las cosas, me fue fácil destruir el inestable equilibrio sobre el que descansa el delicado tapiz de la existencia y despeñar todo lo que existe hacia el caos y la destrucción.
– ¿Qué es lo que buscas, exactamente? -preguntó la Mujer Invisible.
– Como no tenéis ninguna esperanza, no tengo inconveniente alguno en decíroslo. Busco lo que ansía todo ser vivo: libertad, independencia, poder hacer lo que quiera, y no estar sometido al arbitrio de nadie. Y también buscaba, ¿por qué no decirlo?, venganza. Venganza contra los que me derrotaron, los que me han humillado, los que frustraron mis planes en el pasado: Galactus y Thanos. Galactus perdería otra vez un Universo (3), y superaría a Thanos en lo que el nunca logró conseguir: matar a toda la población del Universo. Y en ese nuevo Universo (4) ya no estaría sujeto a las órdenes de nadie. Sería supremo, libre para hacer mi voluntad sin tener que hacer de lacayo de señores caprichosos y arbitrarios. Y no vais a ser vosotros, piojos mortales, los que me impidáis llevar a término mi plan.
Así diciendo, el Intermediario se lanzó hacia los héroes. A toda velocidad, y sin dudar un instante, Quasar creó un muro de energía cuántica que no resistió el embate del Intermediario. Esto no desanimó al vengador cósmico: concentrándose otra vez, creó un ariete que golpeó al Intermediario en el mentón. Antes de que pudiera recuperarse, Gladiador se lanzó a toda velocidad contra él, y, aunque logró hacerle girar la cabeza unos cuantos grados, salió rebotado. Tras él atacaron Nova y Drax, que salieron despedidos en dirección contraria a la de Gladiador. A continuación, la que lo intentó fue la Guardia Imperial en pleno, en una maniobra perfectamente sincronizada que evidenció que estaban acostumbrados a trabajar en equipo. Fue inútil: salieron despedidos en todas direcciones, mientras las carcajadas del Intermediario atronaban sus oídos. Le tocó entonces el turno a la Fuerza Estelar, con más voluntad que acierto; todavía no estaban tan conjuntados como la Guardia Imperial, y atacaron en tromba, estorbándose unos a otros más que ayudándose. La Mujer Invisible generó entonces una barrera alrededor de su oponente, pero éste se liberó con un simple gesto, haciendo que Susan Richards gritara de dolor. Pero sólo por un instante. No podía permitirse fallar. De todos modos, ¿quién era aquel fulano blanco y negro? Ella había acabado prácticamente sola con un Celestial (5), qué caramba. Esto no podía ser mucho peor que aquello.
Sala de Ciencia, Titán.
La máquina que generaría el portal a la dimensión en que se encontraba Galactus estaba por fin a punto.
– Muy bien, Estela. Tú, Nova y el Señor del Fuego, alimentad de energía la máquina. Vosotros, Guerra Relámpago, Tempestad y Electrón, descargad vuestra energía en estas bobinas para generar un campo magnético lo suficientemente potente como para contener el flujo de energía cósmica. Y vosotros dos, Tesla y Polaris, canalizad el campo magnético dentro de los márgenes que os he indicado. Tormenta, tú habrás de hacer descender la temperatura en el conjunto, para evitar que todo se caliente en exceso. Está bien: ¡adelante!
Todos siguieron las instrucciones de Reed. Este sintió una tosecilla a su espalda. Volviéndose, se encontró ante el científico de la Guardia Imperial.
– Disculpa, Reed Richards…
– ¿Sí, Mentor? -dijo Mr. Fantástico.
– Creo que debo indicarte que trabajando sobre estas premisas, el portal se colapsará en menos de una de sus horas terrestres. Mantenerlo abierto durante más tiempo provocaría una implosión que engulliría todo este sistema solar.
– Espera un momento… -dijo Reed, efectuando los cálculos a toda velocidad-. ¡Es cierto! Bueno, al menos ya sabemos el tiempo de que disponemos.
Dimensión de las Manifestaciones.
El doctor Extraño y sus aliados tenían frente a sí a…
– ¡D’spayre! -exclamó el doctor, no demasiado sorprendido-. ¡Debí haber supuesto que serías tú!
– Claro que deberías haberlo supuesto, mi buen doctor. ¿Era evidente, no? -se burló el demonio, su rostro cadavérico cruzado por una mueca sardónica-. Pero claro, es comprensible, estabas demasiado preocupado para pensar en ello, no tenías demasiados ánimos…
– ¿Quién demonios es este tío? -preguntó Talismán, sin perder de vista a su oponente.
– Bueno -dijo Shaman-, podríamos decir que es el tío segundo de una vieja enemiga de Alpha Flight (6) a la que creo que recordarás, Elizabeth.
– No te estarás refiriendo a aquella albina cornuda, ¿no? La Reina de los Sueños…
– Sí, a ella me refiero. Bien, pues el individuo de aspecto cadavérico que tenemos enfrente es un demonio que genera y se alimenta de desesperación y desánimo. Aviva la más leve chispa de pesimismo que pueda encontrar en lo más oculto del corazón de cualquier criatura y se alimenta de la desesperación que les embarga como una sanguijuela de la sangre.
– Sin embargo -intervino el doctor Extraño-, tu poder nunca había alcanzado semejantes niveles. Hasta ahora, nunca habías sido capaz de afectar al Universo de esa manera, D’spayre. Supongo que Odio tiene que ver algo que ver en todo ello.
– ¿Te refieres a este despojo babeante que está a mis pies? -dijo D’spayre, echando una mirada de desprecio a la manifestación corporal que yacía a sus pies-. Sí, el bueno de Odio ha tenido algo que ver en el asunto. Casi diría que ha tenido todo que ver, si no fuera porque pecaría de una excesiva modestia, cualidad de la que, afortunadamente, carezco.
«Mientras peques de una excesiva locuacidad«, pensó Warlock, «tendremos una oportunidad contra ti, demonio«.
– El bueno de Odio estaba frustrado -prosiguió, pavoneándose, D’spayre-. No sólo en esta realidad, que vosotros consideráis como la verdadera, sino en lo que denomináis dimensiones alternativas, los seres vivos dan ejemplo por doquier de abnegación y amor a sus semejantes. Se sacrifican, sin dudarlo, para salvar a sus seres queridos, e incluso a personas a las que no conocen de nada. Los actos heroicos proliferan de modo obsceno, vomitivo. Hasta a mí me daba asco alimentar su desesperación, pues eso no parecía producir más efecto que dar lugar a más actos nobles. En semejante estado de cosas, fue fácil aumentar esa frustración hasta que Odio cayó en la más negra de las desesperaciones. ¡Fue delicioso! ¡Sublime! ¡Casi diría extasiante! ¡Por más desesperación que absorbiera, siempre quedaba suficiente para darme un festín! Así que pensé: ¿para qué conformarme con esto, cuando puedo tenerlo TODO?
– ¡Necio! -exclamó Extraño-. ¿No has aprendido nada, después de todos los enfrentamientos que hemos tenido? El espíritu siempre se impone a la desesperación, por negra que esta sea. También esta vez serás detenido. Estate seguro, D’spayre: encontraremos un modo de detenerte. Si no nosotros, otros que vendrán tras de nosotros lo harán.
– ¡No digas insensateces, Extraño! En nuestros anteriores enfrentamientos triunfaste por pura casualidad. Casi diría que, más que por méritos tuyos, saliste airoso gracias a despistes míos. ¿Qué esperanza tienes ahora, cuando las entidades que te daban tus poderes te han retirado sus favores (7)? ¡Oh, sí! -rió, al ver el gesto de sorpresa en el rostro del doctor-. ¿No lo sabías? Fue la comidilla en el inframundo durante un par de vuestras semanas. ¡Si vieras cómo nos reímos mi primo y yo…!
Órbita de Titán.
Los héroes proseguían su enfrentamiento con el Intermediario. Aunque no veían una posibilidad clara de vencer, habían aprendido que no debían rendirse bajo ningún concepto. Estaba en juego la supervivencia del propio Universo. Por ello, pese a ser rechazados una y otra vez, no cejaban en su empeño, y redoblaban sus esfuerzos intentando encontrar un hueco en la cerrada defensa que presentaba su rival.
Genis lanzó un rayo doble con sus negabandas al plexo solar del Intermediario. Cuando el villano se dobló por el impacto, Kismet y Gladiador se cruzaron, golpeando su barbilla. Aprovechando que había bajado la guardia, Susan Richards creó un campo de fuerza tan denso como le fue posible, y lo proyectó a toda velocidad contra el Intermediario, que salió despedido hasta la órbita de Urano.
– ¿Ha terminado ya? -preguntó Kismet, esperanzada-. ¿Hemos vencido?
– Ni mucho menos, insecto amarillo -dijo una voz a sus espaldas-. Esto sólo acaba de empezar.
Volviéndose, los héroes se encararon de nuevo con el Intermediario. La energía crepitó en las muñecas de Quasar y el Capitán Marvel. Susan se apartó un mechón que le caía sobre la cara y pensó en su hijo Franklin, allí en la Tierra. Los demás defensores dedicaron también un fugaz pensamiento a sus seres queridos -cónyuges, amantes, hijos o padres-, antes de lo que parecía iba a ser su última batalla.
Pero antes de que pudieran hacer ningún movimiento, un borrón rojo y azul surgió de la superficie de Titán. Ascendiendo cada vez más deprisa, pasó a toda velocidad ante el grupo de héroes. Tan rápido iba que ninguno fue capaz de reconocerle. Antes de que nadie pudiera hacer nada para intentar detenerle, había llegado donde se encontraba el Intermediario. En el silencio del espacio (8), explotó en su cara.
Blecker Street, Greenwich Village.
No todos los seres con facultades místicas que habían percibido la llamada del doctor Extraño habían entrado en la mansión. Algunos, fiel a su modus operandi discreto, habían preferido esperar en el exterior, observando. Entre ellos se encontraban el Hombre de Paja, Cráneo Ardiente, la Momia, Cadáver, la Gárgola y Asesino de demonios.
Repentinamente, algo llamó su atención. Una horda de demonios se aproximaba en silencio a la mansión, con la evidente intención de atacarla.
– ¿Quiénes son esos? -preguntó la Gárgola.
– Son los d’sprytes -respondió Asesino de Demonios-, una raza de demonios que actúan a las órdenes de D’spayre. Parece que el Cara de Calavera… sin ofender, Cráneo…
– No me he ofendido.
– …es el que está detrás de todo esto.
Los héroes se aprestaron para la batalla. Saliendo de las sombras en las que se ocultaban, un rayo lanzado por la Gárgola atrajo su atención. Virando todos a una, enfilaron hacia el nuevo blanco.
En poco tiempo, la batalla se entabló. El Hombre de Paja convocó una bandada de cuervos que oscureció el cielo. La Gárgola lanzaba sus rayos biomísticos a diestro y siniestro, mientras que Cráneo Ardiente, la Momia y Cadáver preferían recurrir a medios más… físicos. Asesino de Demonios, por su parte, hacía honor a su nom de guérre, eliminando a cuanto d’spryte se le ponía a tiro de las armas que extraía de su capa.
Nueva York, la Tierra.
Peter Parker se balanceaba por los tejados de Manhattan, cuando oyó unos gritos de terror.
– ¿Qué ocurre? ¿Será acaso otro malvado villano que no sabe que su amistoso vecino ronda por la zona, dispuesto a ganarse las lentejas con unas pocas fotografías que vender al tacañ… digooo, al paladín de la prensa libre y objetiva, el nunca bien ponderado (me pregunto por qué) J. Jonah Jameson?
Spidey se lanzó decidido hacia abajo, pero se detuvo a mitad de camino.
– Pensándolo bien, ¿qué sentido tiene? Aunque atrape a ese chorizo, probablemente esté en la calle en un par de horas, listo para reanudar su carrera delictiva. Y, encima, Jonah me echará la culpa de todo, como siempre. Si ni siquiera fui capaz de salvar a tío Ben… -abatido, se sentó en una cornisa. De repente, levantó la cabeza con decisión-: ¡No! ¡No debo caer en el pesimismo! Cuando se me concedió este poder, vino acompañado de una gran responsabilidad: fue para emplearlo, no para quedarme sentado lamentándome por no poder arreglarlo todo. ¡Prepárate, chorizo, Spidey ataca de nuevo!
Oficinas de Sharpe, Nelson & Murdock.
A solas en su despacho, Matt Murdock llevaba en pie casi dos minutos (9). Cuando las piernas le fallaron, se dejó caer en su silla de ruedas, mesándose los cabellos.
– ¡Es inútil! ¡Debo asumir que jamás volveré a caminar!
Entonces, el dulce rostro de Karen Page apareció ante él.
– No digas eso, Matt. No debes perder la esperanza. Ambos hemos salido de peores situaciones, ¿verdad? Al fin y al cabo, ¿no eres el hombre sin miedo?
Levantándose a pulso con la fuerza de los brazos, Matt se puso de nuevo en pie.
La emisión de la NWTC.
Una vez hubieron retirado el cadáver ensangrentado de Cyril Vincent, el informativo continuaba:
– …y los desastres se suceden sin parar -dijo el locutor. Aparecía despeinado y sin afeitar-. A la ola de suicidios que parece haberse desatado, se ha unido una inexplicable tasa de defunción en las unidades de cuidados intensivos. Parece como si los enfermos allí internados hubieran perdido las ganas de vivir. Una ola de caos parece estar sacudiendo a todas las naciones del planeta. Sin embargo -dijo, alzando la cabeza con energía y mirando directamente a la cámara-, hemos de tener fe. El mundo ha enfrentado crisis más graves, y siempre ha salido adelante. En momentos como estos, conviene tener presentes las palabras de Sir Winston Churchill, cuando dijo -la imagen del presentador desapareció, siendo sustituida por una fotografía del antiguo premier británico, con su puro y su bombín y haciendo la señal de la victoria-: No desmayaremos ni nos doblegaremos. Seguiremos luchando hasta el fin. Lucharemos en los mares y océanos; lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire; lucharemos en las playas; lucharemos en los aeródromos; lucharemos en los campos y en las calles; lucharemos en las montañas. No nos rendiremos jamás.
Nexo de las Realidades.
En los pantanos de Florida, el ser conocido como Hombre Cosa se retorcía en silencio, abrumado por las emociones negativas que saturaben el éter.
Edificio del Daily Bugle. Despacho del Editor.
J. Jonah Jameson, propietario y editor del periódico, paseaba arriba y abajo por el despacho. Con él se encontraba Robbie Robertson, su mejor amigo y, probablemente, la persona que mejor le conocía.
– …te digo, Robbie, que esta ola de suicidios tiene que ser culpa de ese maldito arácnido. Estoy seguro de que ha sido él, te lo digo en serio. De alguna manera que no alcanzo a discernir, con esos extraños poderes que tiene debe de haber influido en la psique de la gente para empujarles a la desesperación. No tuvo bastante con librarse de Daredevil, al que consideró un rival peligroso en su intento de alcanzar la gloria, y ahora se dedica a exterminar a toda la especie humana. Díme, Robbie: ¿qué esperanza tenemos las personas normales como tú y como yo contra semejante cúmulo de iniquidad?
Asgard.
Thor yacía inmóvil en el suelo. A su lado, apoyado en su mano abierta, descansaba Mjölnir. Sin fuerzas, sin alimento que le reanimara, parecía haber llegado el fin de todo (10).
– Así pues -musitó-, el dios del trueno no caerá gloriosamente en combate, sino aquí, apartado de todo, derrotado por el hambre, la fatiga y el cansancio. ¿Vencerá, pues, el misterioso enemigo que ha devastado Asgard? ¿Será este el fin del reino dorado?
– No estáis solo, Thor -dijo una voz a su lado-. Yo estaré con vos hasta el final, cualquiera que éste sea.
En el espacio.
Las flotas skrull seguían destrozándose entre sí (11), cuando de repente todas las naves se detuvieron a la vez.
– ¿Qué estamos haciendo? -dijo uno de los comandantes-. ¿Es ésta forma de acabar con las esperanzas de recobrar la gloria del Imperio Skrull? ¡Regresemos más bien a nuestras bases, y esforcémonos por conseguir que el futuro sea tan brillante como lo fue el pasado! ¡Que los cielos se preparen! El Imperio Skrull volverá a ser lo que fue, unido y grande, temido allá donde haya una especie inteligente. De nuevo prevaleceremos, y los que no se nos unan, perecerán.
Sancta sanctorum del doctor Extraño.
Con gruesas gotas de sudor resbalando por sus ceños fruncidos por la tensión, los hechiceros redoblaron sus esfuerzos para neutralizar la onda de desesperación. ¿Todos? No, había dos que permanecían apartados, fuera del círculo místico: un anciano de larga barba blanca y una hermosa joven rubia.
– No lo entiendo, Dakihm. ¿Por qué nos mantenemos al margen?
– Porque nuestra ayuda será necesaria en otra parte, Jennifer. Ahora -dijo Dakihm, penetrando decidido por el portal a la Dimensión de las Manifestaciones, tan de repente que nadie habría podido detenerle aunque lo hubiera intentado-, ¡sígueme, y no te separes de mí!
Órbita de Titán
El humo de la explosión se disipó, y todos pudieron ver a…
– ¡Sota de Corazones! -gritó Kismet, volando a toda velocidad y alejándole del momentáneamente aturdido Intermediario. Aunque no había sido un sentimiento romántico el que la llevó a considerarle como posible compañero (12), Kismet había llegado a apreciar al vehemente mestizo contraxiano.
Jack estaba inconsciente. Su armadura había resistido la deflagración, pero ¿quién sabía que efectos habría podido tener aquel esfuerzo en su ya debilitado organismo? ¿Y si aquello había sido demasiado para él? (13)
– ¿Cómo está? -preguntó una voz a su lado. Era Genis.
– No lo sé -dijo Kismet, volviéndose hacia él-. No parece demasiado bi…
No pudo concluir la frase. Había visto como, a espaldas de Genis, el Intermediario lanzaba un rayo de energía hacia ellos. El Capitán Marvel estaba de espaldas a su enemigo, y Sota de Corazones inconsciente. Sólo ella podía hacer algo para salvarles. no lo dudó ni un instante: apartando al Capitán Marvel y a Sota de Corazones, se interpuso en la trayectoria del rayo, recibiendo lo peor del impacto. Aunque sus poderes cósmicos pudieron metabolizar la mayor parte de la energía recibida, quedó inconsciente.
Sala de Ciencia.
El portal interdimensional estaba por fin abierto.
– Bueno -dijo el Señor del Fuego-. ¿Quiénes irán a buscar a Galactus?.
Sin titubear, Reed Richards designó a los miembros de la partida que iría en busca del devorador de mundos.
– Iréis tú, Nova, Estela, Bill Rayos Beta y… ¿dónde demonios se ha metido Quasar?
– Voy a buscarle -dijo Bailarina Lunar, desapareciendo rápidamente.
– Mientras, todos los demás que generáis energía, tomad una de esas varillas… así… y comunicadla al portal para mantenerlo abiert… ¡Ah, Quasar, aquí estás! Llegó el momento, muchacho. Disponéis de unos tres cuartos de hora, antes de que el portal se colapse. Si tenemos que cerrarlo, quién sabe si podríais regresar con bien. Tú, Cíclope, descarga su rayo sobre ese absorbedor de energía.
– Buena suerte, muchacho -dijo Mentor-. Nuestras bendiciones y esperanzas viajan con vosotros.
Órbita de Titán.
– Ya basta. Vamos a terminar con esta molestia de una vez -dijo el Intermediario.
Gladiador se lanzó contra él, pero el Intermediario le frenó en seco con un rayo. Sin embargo, el Pretor de la Guardia Imperial volvió a coger velocidad y prosiguió su avance. Un nuevo rayo del Intermediario le detuvo, pero eso no hizo que el shi’ar desistiera de su empeño. Arrancándose de un tirón los jirones de su capa, se arrojó de nuevo contra su enemigo. Estaba decidido a detenerle… o morir en el intento.
Titán.
«Si sigue así, se va a matar«, pensó Oráculo, que observaba telepáticamente la contienda. Concentrándose, la hermosa albina shi’ar intentó sondear la mente del Intermediario, pero fue rechazada. El shock de intentar penetrar en una psique tan alienígena habría enloquecido a cualquier telépata menos entrenado que ella. Con un grito, cayó al suelo sin conocimiento, como una marioneta a la que hubieran cortado los hilos.
Órbita de Titán.
Cuando el Intermediario se disponía a acabar con la oposición, una mueca contrajo su cara, para retorcerse a continuación, entre gritos de dolor. Se llevó las manos a las orejas, pero esto no pareció mitigar su sufrimiento.
– ¿Qué le ocurre? -preguntó Drax, extrañado-. Parece que está…
– …encogiendo -le contestó Titán-. Sí, eso es lo que ocurre. Cada vez es más pequeño. Ya apenas tiene mi tamaño, y sigue disminuyendo.
– Apartaos -dijo una voz a sus espaldas-, y dejad esto a quien puede manejarlo. Bien, Intermediario, esto es entre tú y yo. A ver cómo lo haces esta vez (14).
– ¡Thannooss! -murmuró el Intermediario.
En silencio, con una mueca de satisfacción en el rostro, el titán loco avanzó decidido, haciendo crujir sus nudillos.
Subespacio (dimensión en la que está Galactus).
– ¿Cómo vamos a regresar? -preguntó Bill Rayos Beta.
– Bueno, Bill, he dejado un ancla de energía cuántica en Titán. Cuando vayamos a regresar, mis bandas podrán guiarnos de vuelta.
– Y si ello no fuera suficiente -intervino Estela Plateada-, nuestros sentidos cósmicos rastrearían el camino.
– Es extraño -dijo el Señor del Fuego-. Esta dimensión no parece tan diferente de la nuestra…
– No confíes únicamente en tus sentidos físicos, Pyreus. Si observas con más atención, verás que no es, ni mucho menos, como la nuestra. Simplemente, tu cerebro busca adaptar a lo que conoce lo que perciben tus sentidos.
El Señor del Fuego siguió el consejo de Estela Plateada… y a los pocos segundos dio un respingo.
– ¡Por las lunas de Xandar! -exclamó-. ¡Tenías razón, zennlaviano! Francamente, estaba mucho mejor cuando no lo sabía…
Sólo Nova guardaba silencio, expectante ante la posibilidad de volver a ver al ser que la había convertido en lo que era ahora.
Finalmente, tras un cuarto de hora (medido en unidades terrestres de tiempo), llegaron a donde se encontraba Galactus, flotando en el espacio.
– ¡Allí está! -exclamó Bill. Sin embargo, sus quijadas no llegaron a formular la pregunta que rondaba en las mentes de los cuatro: ¿accedería el Devorador de Mundos a regresar con ellos? Pronto lo sabrían.
Dimensión de las Manifestaciones.
Nunca como entonces había Stephen Extraño echado de menos los poderes que perdió (15). Aun con el auxilio de Shaman y Talismán, apenas podía contener a D’spayre. Su poder era increíble, y eso teniendo en cuenta que el demonio estaba inundando el Universo con oleadas de desesperación.
Aburrido de todo aquello, D’spayre lanzó un rayo concentrado de energía en dirección a los humanos. Pero no llegó a hacer blanco. Algo se interpuso en su trayectoria, deteniéndolo.
– ¿Qué? ¡Dakihm! Bueno -dijo con una sonrisa, mientras contemplaba el cuerpo humeante de su archienemigo-, al fin me he librado de esa molestia.
– ¡Noooooooo! -gritó Jennifer Kale, mientras las carcajadas de D’spayre resonaban en su cabeza.
«¡Ahora!» pensó Stephen Strange, sin concederse un segundo de lástima por el anciano hechicero que yacía ante él.
Una habitación en la mansión del doctor Extraño.
«¡Ahora!» resonó en la mente de Charles Xavier.
– ¡Ahora, Jon! ¡No te preocupes, muchacho, todos estamos contigo!
Jon se concentró, y dejó que su poder fluyera libremente, guiado místicamente. Nunca hasta entonces había afrontado tarea semejante, pero no podía fallar: todo dependía ahora de él. Sintió cómo, en oleadas de energía psíquica cada vez más poderosas, las capacidades de todos los telépatas que ocupaban la sala se iban sumando gradualmente a las suyas.
Dimensión de las Manifestaciones.
De repente, D’spayre sintió que algo tomaba control de su voluntad, pero no pudo resistirse, aunque intentó luchar contra ello con todas sus fuerzas. Poco a poco, rompió los vínculos que le unían a Odio, del que tomaba su poder. Luego, giró su cabeza para enfocar directamente la del Motorista Fantasma.
– Recibe mi mirada de penitencia, demonio -dijo el jinete llameante-. Recíbela… ¡y sufre!
Incapaz de evitar la mirada del Espíritu de la Venganza, D’spayre comenzó a conocer lo que tantas veces había infligido a otros.
«Ahora, mi Avatar«
Sin saber cómo ni por qué, Avatar cerró los ojos y se concentró. Visualizó a D’spayre en su mente, y comenzó a absorberlo dentro de sí. Poco a poco, sus compañeros vieron con sorpresa cómo el demonio se iba volviendo más y más tenue, hasta que finalmente desapareció. En ese momento, Avatar se desplomó.
Mientras, Jennifer Kale acunaba con ternura la cabeza de Dakihm. El anciano se moría.
– Esto… no es el fin, querida… discípula -dijo, entrecortadamente-. D’spayre no… puede ser… destruido, sólo contenido… durante… un tiempo. Volverá, y… has de… estar preparada… para… hacerle… fr…
– ¡Dakihm! ¡¡Dakihm!! ¡¡¡DAKIHMMmmm!!! -sollozó Jennifer.
Pero ya era tarde. Había muerto (16).
Subespacio.
– Podéis iros por donde habéis venido. No voy a regresar -dijo Galactus, cuando el grupo llegó a su presencia.
– Pero Galactus… -dijo Nova.
– Déjame a mí, Nova -le interrumpió Estela-. Galactus, escúchame.
– ¿Qué quieres, primero de mis heraldos?
– Galactus, has de regresar, y tú lo sabes.
– No veo por qué. En esta dimensión, las energías de Hipertormenta me proporcionan sustento. No necesito consumir planetas para alimentarme. No volveré.
– Ésa no es la cuestión, Galactus -dijo Quasar-. Todo ser, desde Eternidad hasta la más pequeña de las criaturas de los universos subatómicos, tiene un papel que cumplir. Un papel al que no puede sustraerse, y que condiciona todos sus actos.
– Quasar tiene razón, Galactus -dijo Estela-. Tu papel te fue impuesto desde antes de que naciera nuestro Universo, y no se verá satisfecho hasta que termine tu existencia. No puedes sustraerte a ese papel por tu sola voluntad. Has de regresar con nosotros y cumplir tu papel. Mi papel fue salvar Zenn-la para ser tu heraldo, al igual que ahora lo es vagar libre por el cosmos.
– Dices bien, Estela. Todos tenemos un papel. Pero ¿no ves que, si regreso con vosotros, habré de volver a alimentarme? ¿Que habré de consumir de nuevo planetas? ¿Que alguno estará habitado?
– Eso es algo con lo que todos tendremos que pechar, Galactus -intervino el Señor del Fuego-. Pero, en lo más íntimo de tu ser, sabes que Norin Radd tiene razón. Has de volver con nosotros… y tendrá que ser pronto, si queremos evitar un desastre.
– Bien, pues -dijo Galactus, cediendo al fin-. Marchemos entonces.
– ¡Ja! -rugió Hipertormeta, que había permanecido silencioso hasta entonces-. No puedes escapar, Galactus. Quizá te alimentes de mis energías infinitas, pero estás atrapado aquí conmigo.
– No estés tan seguro, mortal -dijo Galactus-. Heraldos, haced el favor de separarnos.
Lanzando al unísono sus energías, los tres ex-heraldos de Galactus lograron separarle de Hipertormenta. Antes de que éste tuviera tiempo de reaccionar, el Devorador de Mundos le aplicó un pequeño (para sus estándares) dispositivo en el pecho. Hipertormenta parpadeó un instante, y se desvaneció.
– ¿Qué? -preguntó Nova-. ¿Dónde ha ido?
– He programado el dispositivo que le coloqué -explicó Galactus-, para que salte continuamente entre dimensiones. Así habrá menos posibilidades de que Hipertormenta escape.
– Pero… -intervino el Señor del Fuego-, ¿no recuperará sus energías, ahora que no estás tú para absorberlas?
– Lentamente, ex-heraldo. Además, la nave continúa drenando sus energías. Pasará mucho tiempo hasta que alcancen el nivel suficiente para permitirle liberarse, y aún más hasta que logre regresar. Ahora… ¡regresemos!
«Vaya vaya» pensó Quasar. «Apuesto a que nadie ha pensado en ello, pero ¿cómo va a salir Galactus a la superficie de Titán sin cargárselo todo? ¡Abulta demasiado para andar por los pasillos!«
Sala de Ciencia, Titán.
– El tiempo se acaba, doctor Richards -dijo Mentor.
– Demasiado bien lo sé -respondió Míster Fantástico-. Espera un momento… ¿qué demonios es eso? -. El fondo estrellado que podía contemplarse a través del portal había sido sustituido por un brillante color amarillo-. Parece…
– Es un portal de energía cuántica, Reed Richards -dijo I.S.A.A.C.
Sancta sanctorum del Doctor Extraño.
El portal místico a la Dimensión de las Manifestaciones crepitó unos instantes, y a continuación lo atravesaron sucesivamente el doctor Extraño, Talismán, Shaman llevando a Dakihm en los brazos, Jennifer Kale y el Motorista Fantasma llevando el cuerpo inconsciente de Avatar. Cuando todos hubieron pasado, el portal se cerró, y un suspiro de alivio escapó de las bocas de todos los que formaban el círculo místico.
– Hemos vencido, amigos míos -dijo el doctor Extraño-. El mal ha sido derrotado de nuevo, y el Universo queda a salvo… hasta la próxima vez.
En ese momento, Avatar entreabrió los ojos, y musitó una sola palabra:
– Estela…
– ¿Qué ha dicho? -preguntó Talismán.
– ¿Dovela? -dijo Amanda Sefton.
– ¿Una vela? -apuntó el Hermano Vudú.
– ¿Rodela? -sugirió Topaz.
– ¿De tela? -aventuró Mujer Sombra.
– ¿Gabela? -intervino Shaman.
– ¿Parcela? -propuso el aborigen australiano conocido como Guardia del Sueño.
– Ha dicho Estela -afirmó el Motorista Fantasma.
– ¿Estela? -dijo el doctor Extraño-. ¿Estela Plateada? ¿Dónde estará ahora?
«Si me permite, doctor» resonó la voz de Nate Grey en la mente de Stephen Strange, «creo que puedo aventurarlo. O mucho me equivoco, o debería estar cerca de Titán. Un sujeto con capa llamado Quasar andaba reclutando científicos y héroes con poderes energéticos para llevarles allí«.
– ¿Titán? -se preguntó el doctor-. ¿La luna de SATURNO? ¿Cómo vamos a llevarla allí a tiempo? Nuestras energías místicas están demasiado exhaustas como para trasladarnos tan lejos en tan poco tiempo.
– Creo, doctor -dijo Guardia del Sueño-, que podría ayudarle en eso. Si me permite… -. El místico australiano se concentró, y a través de la misteriosa dimensión conocida como Tiempo del Sueño entró en contacto con Pórtico, el aborigen teleportador. A los pocos instantes, un portal se abría en medio de la sala. Por él pasó sólo el doctor Extraño, llevando a Avatar en sus brazos. Apareció en un risco situado en mitad del desierto, con un pueblo en ruinas a sus pies. Ante él sólo vio a un anciano aborigen, que hacía girar una bramadera más y más rápido. Un nuevo portal se abrió, y el doctor lo atravesó. Apareció entonces en mitad de la plaza central de Titán.
– ¿Hola? -dijo-. ¿Sabe alguien dónde está Estela Plateada?
Órbita de Titán.
Thanos y el Intermediario daban y recibían golpes sin dar ni perder cuartel. Sin embargo, parecía que el titán loco había mordido aquella vez más de lo que podía tragar. En un combate físico, no era rival para una entidad cósmica como su rival, ni siquiera con la ayuda de la tecnología que le había encogido a proporciones humanas.
Poco a poco, el Intermediario fue haciendo retroceder a Thanos. Con un golpe final, se deshizo de él, dejándole inconsciente. Pero la lucha se había cobrado su precio. Apenas le quedaban fuerzas. Jadeando se volvió hacia los héroes.
– Ahora, vosotros… luego, esa luna… después… ¡el Universo!
De repente, un portal cuántico se abrió en mitad del espacio. Por él apareció Quasar.
– Perdona, Intermediario -dijo con sorna-, pero creo que aquí hay alguien que desea hablar contigo…
– ¿¡¿Qué?!? ¡No! ¡No ahora, cuando estaba tan cerca…! -y desapareció.
Tras Quasar, apareció la figura de…
– ¡Galactus! -dijo Kismet, abalanzándose sobre Quasar y dándole un largo beso-. Entonces… ¡hemos triunfado!
– Bueno, sí -dijo Quasar, completamente colorado-. Creo que puede decirse así.
Minutos después…
– Bien, heraldos -dijo Galactus-, es hora de partir.
– ¿Y tú no vienes, Estela? -preguntó Nova con un hilo de esperanza en la voz.
– No, Nova. Dejé de estar al servicio de Galactus hace ya mucho tiempo. Mi destino es vagar por el Universo… siempre solo.
Sin decir una palabra más, Galactus dio media vuelta y comenzó a alejarse. Nova y el Señor del Fuego le siguieron en silencio.
– Bueno -dijo Thanos, señalando a Sota de Corazones-, ¿y a ése que la pasa?
– El fluido que le da sus poderes está desapareciendo. Se muere -dijo Ganímedes, que había llegado desde Titán en cuanto notó la desaparición de Jack, temiendo lo que encontraría.
– ¿Sólo eso? Parece fácil de arreglar…
– ¿Fácil dices? -gritó la célibe, crispada-. Has de saber que ni tu padre ni I.S.A.A.C. han sido capaces de encontrar un remedio.
– No me extraña. Deja que me lo lleve, y yo hallaré la cura.
– Pero…
– Sé que no te fías de mí, pero ¿qué tienes que perder? -dijo Thanos, sarcástico.
Mientras, en la Tierra, los seres místicos se estaban separando. En la calle, el Motorista Fantasma movió la cabeza, extrañado. Había creído oir una voz… Antes de poder preguntar a alguien si había oído algo, desapareció (17).
Horas después…
La Guardia Imperial y la Fuerza Estelar ya habían partido de regreso a Chandilar y Hala. El cuerpo de Novas también se había marchado. Asimismo, los héroes terrestres también habían embarcado en el Halcón Silencioso de regreso a la Tierra (llevándose con ellos a Susan Sherman, de paso). En Titán, por lo tanto, sólo quedaban los Eternos, Estela Plateada, Drax, Gamora, Binaria, Quasar, Bill Rayos Beta Capitán Marvel y Ganímedes. Kismet se encontraba en la enfermería de Titán, reponiéndose de las heridas recibidas. Fue pues una comitiva reducida la que acompañó a Avatar al lugar en que descansaría su cuerpo.
– Bueno, Estela -dijo Adam Warlock-, ninguno de nosotros la conocimos demasiado. Creo que si alguien ha de decir algo, deberías ser tú.
– ¿Yo? Bien. Incluso antes de convertirse en Avatar, Alaisa Ruantha Pethnan ya era un ser de contradicciones, dominada por los sentimientos. Si adquirió sus poderes, fue con fines exclusivamente egoístas, sólo para su propio beneficio. Sin embargo, sus actos finales la han redimido. Con su sacrificio sin par aseguró la pervivencia del Universo. Por tanto, creo que es apropiado que descanse aquí, en Leda, en el santuario de una orden que fue creada para proteger el Universo. ¿No es así, Ganímedes?
– Errr… sí, Estela -dijo, algo distraída, la célibe-, en efecto.
– Descansa, pues -concluyó Estela, dirigiéndose al cuerpo exánime de Avatar y depositando un beso sobre sus labios-. Tu sacrificio no será olvidado mientras el Universo perdure.
Una vez salieron del templo, Mentor se apartó unos pasos con Ganímedes:
– ¿Qué piensas hacer ahora, hija mía?
– Sin Jack, ya no hay nada que me ate a Titán. Voy a marcharme, a ver si descubro algún sentido a mi existencia. Tiene que haber alguna razón para que yo despertara…
Mientras, en la tierra de nadie que existe entre los reinos infernales, se produjo un encuentro a tres bandas.
– Acabemos con esto pronto.
– Tranquilo, Belial -dijo Corazón Negro-. A ninguno nos hace ninguna gracia estar aquí.
– Tranquilos los dos -dijo Daimon Hellstorm-. El hecho es que, finalmente, el demonio D’spayre ha sido derrotado.
– Sí. Desde luego. Eso era lo único importante -dijo Corazón Negro.
– Claaaaro, tío -dijo Belial-. Un obstáculo menos en tu ascenso hacia el poder, ¿verdad?
– ¿Qué quieres decir?
– Pues está bastante claro, colega. Fue muy oportuno que se te ocurriera que implantáramos subliminalmente en la mente del Espíritu de la Venganza la compulsión de visitar al hechicero humano. Demasiado oportuno.
– ¿Colega? ¿A quién llamas colega? ¿De alguien como tú?
– Eso quisieras, amuermado.
– Pasota.
Mientras, harto de la actitud de sus brevemente aliados, Hellstorm ya había regresado a sus propios dominios.
Días después (medidos según los criterios terrestres)…
En la Dimensión de las Manifestaciones, el Intermediario se materializó.
– ¡Malditos sean! ¡Malditos sean todos! ¡Pero me vengaré! ¡Me las pagarán, todos y cada uno de ellos!
– Intermediario, has sido convocado ante el Tribunal Viviente -dijo una voz a su espalda. Intermediario se volvió, y vio ante él a Lord Caos y el Señor Orden-. Has de responder por tus actos.
– Pero mis señores… -dijo el Intermediario, adoptando un tono servil en un intento por evitar el previsible castigo-, os aseguro que yo… es decir… -titubeó, sin saber demasiado bien qué decir que salvara su cuello y fuera plausible al mismo tiempo.
– Calla, Intermediario -dijo el Tribunal Viviente, apareciendo ante él-. La gravedad de tus actos no tiene parangón posible con nada que haya sucedido desde el principio de los tiempos. Tu intento consciente y deliberado de acabar con el Universo es un delito de magnitud cósmica. Por ello, la consecuencia de tus actos será proporcional a tu falta. Intermediario -dijo el Tribunal, haciendo una pausa-, sufrirás el mismo destino que perseguías para el Universo.
– ¿Qué quieres decir? -preguntó el Intermediario, previendo lo que le iba a ocurrir.
– Demasiado bien lo sabes. Querías hacer desaparecer el Universo. Sea ese, pues, tu destino. Te condeno a desaparecer. Serás borrado de la existencia. Dejarás de existir.
– ¡Me las pagarás! -gritó el Intermediario, ya completamente enajenado-. ¿Me oyes? ¡Sufrirás, como yo voy a sufrir!
– Espero que no sea así, Intermediario. Ni siquiera yo tengo poder para hacerte desaparecer para siempre, así que regresarás en una nueva encarnación, sin recuerdos de la presente. Por ello, espero que en esa próxima encarnación muestres más juicio y prudencia que el que has tenido hasta ahora.
– … -intentó gritar el Intermediario, antes de desaparecer. Pero no pudo. En un instante, se había desvanecido.
– Ha terminado -dijo el Tribunal Viviente.
(1) En Estela Plateada volumen III # 18.
(2) En la miniserie La búsqueda de Thanos.
(3) Galactus es la forma evolucionada de Galen, único superviviente del Universo anterior al nuestro, tal como se contó por primera vez (de forma completa) en Super Villain Classics # 1.
(4) No, no el de Shooter ;-{Þ}
(5) En el ya clásico Los Cuatro Fantásticos # 400.
(6) Shaman se refiere a la Reina de los Sueños. Esta demonio es hija de Pesadilla, y éste y D’spayre se han referido el uno al otro como primos. Alpha Flight se enfrentó a la Reina de los Sueños en dos ocasiones, en los números 58-60 y 67-70 de su colección. De hecho, fue la responsable de que Elizabeth Twoyoungmen volviera a ser Talismán.
(7) Dichas entidades requirieron el apoyo del doctor Extraño en un enfrentamiento que duraría milenios. Al negarse, le retiraron su favor. Ver Doctor Extraño vol. III # 49.
(8) Porque, como todo el mundo debería saber, en el espacio nadie puede oír tus gritos… excepto si posees algún tipo de poder, como quedó claro en Las Guerras Troyanas (El Increíble Hulk # 413-416).
(9) Matt lleva paralizado de cintura para abajo desde Daredevil # 361.
(10) Leer Falta de Esperanza # 4, en El Poderoso Thor # 510, para saber por qué.
(11) Leer Quasar # 69 para saber de qué hablamos (¿veis? No es imprescindible, pero viene bien haberlo leído).
(12) En Quasar # 28-29.
(13) EL Fluido Cero está perdiendo su efecto, y Sota de Corazones se está debilitando progresivamente. Ver números 9 y # de Poderes Cósmicos.
(14) Ver nota 2.
(15) Ver nota 7.
(16) ¡JA! Seguro que ya pensabais que íbamos a terminar la saga sin cargarnos a alguien. Pues como decía Super Ratón, no se vayan todavía, que aún hay más.
(17) Para saber dónde, sigue la serie Motorista Fantasma, ya en Marveltopía.
Y ahora, por iniciativa de uno de los autores de la saga (no, no yo) y aplauso unánime del otro (ESE sí soy yo), Todo lo que siempre quiso saber sobre Emociones Primarias y nunca se atrevió a preguntar. O, dicho de otra manera, Cómo hacer una saga cósmica con consecuencias (y con crossovers, oiga). P es Peter, y B es Bergil (o sea, yo).
P: Para celebrar el segundo aniversario de la serie, y el espectacular nº 25, he pensado que seria interesante contar toda la historia y los cambios que ha tenido la saga desde su concepción hasta el momento. Esperamos no aburrir a nadie. 🙂
B: ¿Bromeas? Si han llegado hasta aquí, es que son capaces de resistir lo que les echemos, así que empieza de una vez.
P: La historia empezó hace casi dos años, cuando…
B: Bueno, tengo que decir que yo me incorporé a MarvelTopía sobre la marcha. Por aquella época, tenía fastidiado el disco duro y el ordenador en el taller, así que cuando volví a conectarme y recibí los mensajes de la ML Cómics me quedé muy sorprendido con todo aquello.
P: Decía que cuando tú, que estabas empezando tu fantástica serie, Poderes Cósmicos…
B: ¿Sabes? Nunca ha acabado de quedarme claro si lo de fantástica se refiere a la temática de la serie o a la calidad de los guiones…
P: ¿Pero quieres dejar de interrumpirme? Presentaste tus planes de futuro.
B: Sí, en cuanto pude dejar de ocuparme de los planes de presente. ¡Si hubierais visto la cantidad de veces que hube de rehacer los primeros números de la serie! En vez de celebrar el número 25, estaríamos celebrando el 50… o casi ;-{0}
P: Entre los planes, el mas polémico fue resucitar a Nova hacia el final del primer año de la serie. Pero la cosa no acababa ahí, también querías recuperar a Galactus, perdido en otra dimensión desde hacía algún tiempo.
B: Sí, no me gustó nada cómo habían ocurrido ambas desapariciones, y quería remediarlo.
P: Tras mucho insistir, ambas ideas fueron aceptadas. La saga «La Guerra de los Heraldos II» se planificó prácticamente tal y cómo se vio finalmente…
B: … excepto por el detalle de que, en principio, Galactus iba a tener un papel mucho más determinante en el desenlace de los acontecimientos, luchando mano a mano con el Extraño y todo eso. Pero luego se me ocurrió lo de meter un viaje a los mundos infernales, y la cosa quedó como quedó (todo sea dicho, es uno de mis números favoritos de la serie). Hay que señalar que la idea de crear una segunda generación de dirigentes infernales fue cosa de Peter, apoyándose en los casos ya conocidos de Corazón Negro y Hellstorm. El crear a Belial y darle ese temperamento de pasota modelno fue cosa mía. ¡De milagro no le pongo escuchando rap con un walkman!
P: A la vez acordamos que eso serviría como prologo a una futura saga que desembocaría en el nº 25, en la que Galactus tendría que ser rescatado por un contingente de héroes, formado por todos los héroes cósmicos que pudiéramos reunir. Je, que poco sabíamos.
B: Dímelo a mí…
P: Pasó el tiempo, y hace menos de un año empezaste a hacer planes para la saga. Para empezar, había que buscar una amenaza, ya que aunque estaba claro que el rescate de Galactus iba a ser una carrera contra reloj, ese no podía ser todo el peligro. Partiendo del Juicio de Galactus, dedujimos que…
P: ¿Dedujimos? ¡Deduje!
P: …que se produjo un desequilibrio cósmico causado por la desaparición de Galactus. Y para preparar el terreno, Bergil fue añadiendo pistas de ello a partir del nº 13. Pero entonces pensamos…
B: ¿Pensamos? ¡Pensaste!
P: …pensé: ¿No va demasiado deprisa el deterioro? Así que, juntamos ambas necesidades (una explicación para esto, y la necesidad de un villano cósmico) y tras pensar un poco, tuvimos a nuestro villano: el Intermediario. Tenia motivos, tenia poder, y resultaba efectivo. Nos lo quedamos.
B: ¡Adjudicado!
P: Por otro lado, mientras pensaba esto, Bergil estaba escribiendo el nº 16 de Poderes Cósmicos, en el que aparecía Avatar. Y pensando en su origen, vio la posibilidad de hace una buena historia acerca del conflicto para el que fue creada: Emociones Primarias.
B: Sí, es que eso de los cabos sueltos resulta la mar de molesto…
P: La idea original sería una miniserie de unos cuatro episodios (aunque otros formatos fueron propuestos B: por ejemplo, un One-Shot, o una novela gráfica… aunque sería la primera novela gráfica ¡sin dibujos! ;-{Þ} Ya me callo, ya me callo…) en la que Avatar tenia que librar una guerra relacionada con los seres cósmicos y las emociones.
B: Sí, tenía (y todavía tengo, pero ¡a ver de dónde saco el tiempo!) ganas de tocar algo el lado místico del Universo Marvel…Tópico.
P: Tras varias propuestas, decidimos que el villano perfecto seria Desesperación (o D’Spayre, como queráis). Bien, solo quedaría elegir fecha de comienzo, y que Bergil comenzara a escribir.
B: Lo que, por aquel entonces, era un verdadero problema, creedme. Por varias razones: era verano, y estaba fuera de mi residencia habitual. O, en dos palabras: sin ordenador.
P: Y mientras empezábamos a confeccionar la lista de personajes necesarios para la saga del nº 25, surgió la idea: «¿Y si juntamos El retorno de Galactus con Emociones Primarias?». Así la saga seria mas grande, mas espectacular, y serviría para juntar los lados místico y cósmico de Marvel… Topía. Sin pensarlo dos veces, aceptamos, y empezamos a preparar la saga.
B: Eso, con tiempo…
P: Lo primero eran los personajes: teníamos claros los villanos, y también a toda la plantilla habitual de Poderes Cósmicos, Thanos, Quasar y Estela Plateada incluidos.
B: Sí, con Quasar y Estela Plateada me saqué dos espinas, porque había querido meterles, respectivamente, en la saga del Extraño (Poderes Cósmicos # 1-5) y en la de los Heraldos (Poderes Cósmicos # 10-12), pero por problemas de continuidad no pude hacerlo en ninguna de las dos. Lo de meter a Thanos fue, básicamente, cosa tuya.
P: También necesitaríamos otros héroes terrestres, tanto científicos (como Mr. Fantástico) como energéticos. Para la amenaza mística habría que reclutar a telépatas y hechiceros. Fuimos haciendo una lista con todos los que podríamos usar, si estarían disponibles, y su papel. Y teníamos el final, la derrota de los villanos y el retorno de Galactus. Durante los siguientes meses, poco a poco, fuimos pensando los demás detalles. Pensamos en las repercusiones que podría traer el rescatar a Galactus, en como reaccionarían otras razas. Así surgió el argumento de la parte central de la saga, la lucha contra los alienígenas. Originalmente, tendría que haber sido una invasión conjunta de los Shi’ar, los Skrull y otros mundos. El pueblo habría presionado a Lilandra y a los líderes skrull. No habrían sido solo superseres, sino también una flota entera amenazando a Titán y a la Tierra, aunque el enfrentamiento con los superseres habría sido lo mas importante. La Guardia Imperial, el Cuerpo de Novas y el Superskrull estuvieron desde un principio, aunque este ultimo cambió de bando primero, y de identidad después (logrando usar por fin a uno de mis héroes poco conocidos, el Capitán Héroe, en una historia; al final he podido meter más). La idea de la flota fue desechada más tarde… o cambiada, en cierto modo. También pensamos en el final, con Avatar salvando el día (al fin y al cabo, era su historia), y con el Intermediario siendo destruido, tal y como se ha visto. Tras tanto preparativo, también se acordó que la participación de un servidor excedía en mucho la ayuda normal del editor, y se me incorporó como coargumentista.
B: Sí, ya habíamos trabajado juntos en Quasar # 61 (y volveremos a hacerlo, si todo va bien, a partir del nº 63), y nos compenetrábamos bien. Podríamos decir que, en un encuentro cara a cara, discutimos la línea general de la saga. Luego, yo mandé un plot no muy detallado, resumiendo las conversaciones. Tú me contestaste número a número, enviando un plot bastante detallado, con todas las escenas que debería haber. Y yo hice los números, cambiando lo que se me iba ocurriendo (lo que te hacía disfrutar como lector y sufrir como escritor de los crossovers) y añadiendo esas cosas de última hora del tipo «¡Ey, podríamos meter al Hombre de Paja!«, o «¡Que me dejo a Pantera Negra, que me dejo a Pantera Negra!«. O, sobre todo, el mayor problema que de hecho planteó esta saga: «¿Qué hacemos con Hipertormenta?«. Pero eso es adelantar acontecimientos, así que sigue.
P: Meses después, el argumento ya estaba bastante bien planeado, y se acercaba la fecha de empezar. (Poderes Cósmicos ya iba por el nº 19) Pero aun había que pensar algunas cosas externas. Primero, la saga originalmente iba a ocupar cinco números, pero se pensó que sería demasiado, y tal y cómo iban los argumentos de la serie hasta ahora, seria mejor pasarlo a tres números, del nº 23 al nº 25 (ya que la historia del anual iba a ser presentada originalmente en los nº 21-22).
B: Además, una de las quejas casi constantes de los editores (sobre todo, de Peter) es que en mis números pasan pocas cosas. Así, comprimiéndolo en sólo tres números, parecería que pasaban más cosas (habéis picado, ¿verdad?).
P: Pero tres números parecía demasiado poco para tanta saga, así que pensamos que la historia de Quasar y el Capitán Marvel estaría bien en un anual, tras Emociones Primarias. Finalmente, quedamos en cuatro números, el termino medio, y Bergil preparo rápidamente el nº 21.
B: ¡Y no fue fácil! Me acuerdo bien. Mi ordenador estaba con una transferencia de ficheros del carajo, y luego tenían que utilizarlo mis hermanos para un trabajo, así que un amigo me prestó su portátil y escribí ese número mientras merendaba en la cocina, un Viernes por la tarde antes de salir del viaje el fin de semana.
P: Segundo, debido al importante argumento, y a la cantidad de personajes implicados, estaba claro que Emociones Primarias podría ser usado como un pequeño crossover. Hubo en proyecto un crossover con Estela Plateada, pero se quedo en nada debido a la desaparición de Anjuin. Y ya que estaba yo implicado, y se me fueron ocurriendo varias ideas, pensé que podría hacer un crossover con Quasar. Al fin y al cabo, Quasar había participado en todos los cruces cósmicos. Había un problema que solventar, el de la continuidad de la serie, pero los editores me dejaron hacer el salto numérico ;).
B: No le hagáis caso, es que el pobre tiene problemas de personalidad múltiple… ;-{Þ} Además, hubo que contactar con los autores de las series de X-Man, X-Factor, Alpha Flight e Iron Man, ya que íbamos a usar personajes suyos en la saga (desde aquí les doy las gracias, porque me permitieron usar a sus personajes sin ningún problema, y os recomiendo que las leais, porque son francamente buenas). Con las series de los demás personajes no hubo problemas, ya que las llevan los editores (o yo), y nos mantenemos bastante en contacto.
P: En él, quería presentar los acontecimientos desde el punto de vista de Quasar, ademas del repaso a las distintas sagas, y mostrar algo de la interacción entre los personajes usados. Pero conforme fui escribiendo, pensé en mas y mas escenas, y el numero acabo desdoblándose en dos.
B: Más o menos, lo mismito que me pasa a mí… A propósito, existe una pequeña contradición (o lapsus argumental) en los hechos narrados en la primera mitad de la saga. A ver si lo descubrís… Pero sólo podréis saberlo leyendo los ejemplares que se distribuyen por e-milio, porque en la versión que se coloque en Internet estará solventada…
P: Igualmente, la saga principal también fue modificándose sobre la marcha, como suele pasar con la mayoría de series. Sobre todo hacia el final, algunas cosas como la baja de este número no fueron pensadas hasta última hora (señalar que no ha sido una muerte gratuita para que la saga parezca más importante, sino un final lógico para el personaje, morir a manos de su archienemigo en lo que podía ser su mayor victoria).
B: Eso, eso, la saga ya es bastante importante de por sí… Tengo que decir que me sorprendió bastante lo de matar al (ahora) difunto. Con lo que me cuesta que acepten lo de resucitar o matar a alguien… (si supierais todas las propuestas que he hecho en mis otras series, Daredevil y Thor). Pero claro, el editor es el que manda, y…
P: …y así ha salido. Ha sido un año de preparativos, y estamos orgullosos del resultado. Esperamos que os haya gustado, nosotros nos hemos divertido haciéndolo (aunque el final ha sido un tanto frenético). ¡Os esperamos cada mes en Poderes Cósmicos y Quasar!
B: ¡Y ya veréis lo que tenemos preparado para el 50 de Poderes Cósmicos!
P: ¡Oh, cállate ya!
En nuestro próximo número: ¿Cómo quedan las cosas después de esta saga trascendente? Averiguadlo en Poderes Cósmicos # 26, en la red en el mes de Junio. Pero antes, leed el Anual Quasar/Poderes Cósmicos, dentro de poco en MarvelTopía.
Un saludo y no dejéis de leernos, y escribid a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores (bergil@altavista.net) con cualquier duda o comentario que os surjan. Que no muerdo, caramba, y es muy agradable recibir e-milios (incluso aunque sean críticos).