Tras la saga de Emociones Primarias, Danny Ketch, el portador del Espíritu de la Venganza, más conocido como el Motorista fantasma, ha desaparecido. ¿Dónde esta Danny Ketch?
#79 – Carnaval III
Por DOB
Fecha de publicación: Mes 25 – 5/00
«Somos gente con mascaras. Hombres sin cara, que deambulamos por un mundo con el que no nos identificamos. Un mundo que odia a la gente por su color de piel, por sus anomalías genéticas o por cualquier deformación externa. Criticamos, odiamos destruimos y cuando nos vemos atrapados, nos ponemos mascaras para ocultar nuestra verdadera naturaleza.
Hombres con mascaras somos. Vamos y venimos por la historia dejando tras nosotros vínculos. Vínculos que se pierden en el tiempo como pensamientos del ayer.
Donde pronto iré, pues aquí estoy, muriéndome, tras una mascara. Ocultando mi deformación.
Hoy ha empezado el carnaval. Para algunos nunca terminara.«
Nueva Orleans 21:15
Un hombre vestido con pantalones de cuero negros, una camiseta blanca, una chaqueta negra de cuello chino, unas botas militares por donde van metidas los pantalones. Yace en el suelo. Su pelo corto y moreno, reposa sobre una mascara blanca, que no deja ver sus rasgos. El hombre enmascarado tiene una gran herida en el estomago, de la que mana sangre en abundancia. Esta sentado en el suelo, con su espalda apoyada sobre una gran cruz de piedra. El cielo esta negro, con unos grandes nubarrones que hacen entrever la posibilidad de la visita de una gran tormenta. Sus brazos están apoyados en el suelo, y al lado de cada uno de ellos hay dos pequeñas espadas japonesas.. El hombre tiene la cabeza agachada, como si estuviera muerto, sus manos inmóviles y los lentos latidos de su corazón, dan a entender que su muerte esta ya cerca. La plaza, donde se encuentra situada la cruz, está desierta y a lo lejos se pueden ver luces, que dan a entender que cerca ocurre una gran fiesta
«Un grupo de niños se acerca, ataviados con disfraces y marcaras. Quien ver mi último aliento, oír mi último latido. Son jóvenes, 12 o 13 años, 14 quizás el mas mayor. La morbosidad de este mundo corrompiendo sus espíritus infantiles. Los veo, mientras las primeras gotas empiezan a caer, gotas que se convierten en una gran lluvia.«
Uno de los niños que, esta disfrazado de demonio, con un traje rojo y unos grandes cuernos en su cabeza, se acerca y posa su mano en el hombro del hombre de la mascara.
– Señor… ¿se encuentra bien? – dice
– Creo que esta muerto – dice el niño – ¿Avisamos a la policía? – pregunta al grupo
– Mi madre dice que no debemos de hablar con extraños – dice uno de ellos que esta disfrazado de pirata
– Este no habla. Este esta muerto – dice el niño vestido de demonio
– Bueno, pues mi madre dice que no me acerque donde hay extraños – dice el niño vestido de pirata, mientras mira al cielo.
– Avisemos a la policía… o robémosle las espadas, me gustan – dice el niño demonio mientras se acerca hacia las espadas.
– Me estoy meando – dice uno que esta disfrazado de fantasma, con una gran sabana y una cadena de plástico que lleva en la mano.
– Pues mea ahí en la esquina – dice otro que esta vestido con una careta de spiderman
– No. No nos iremos todavía, primero, quitémosle la mascara para ver quien es – vuelve a decir el niño demonio
El niño se acerca, lentamente, como esperando que el moribundo le agarre con uno de sus brazos. Pero no lo hace, y posando sus manos en la blanca mascara, en un movimiento rápido, deja el rostro del hombre sin su revestimiento.
Y los gritos se oyen, y la mascara aterriza en un charco, mezclándose con su sangre. Los niños corren. La lluvia cae. Y ahí queda él. Solo. Solo y sin mascara.
Después, los pasos, lentos, que chapotean en la lluvia
– Por fin te encuentro. ¿Descansando supongo? –
Un hombre, vestido con un traje negro, con una corbata verde y zapatos caros, pelo engominado y una edad rondante a los 30, se acerca ante el hombre de la mascara.
– Quiero que sepas, antes de proceder, que esto no es nada personal. Es un trabajo y ya sabes lo que dicen del trabajo – dice mientras inclina su cuerpo y toca el cuerpo del hombre de la mascara
– Ah!, No estas consciente. Bueno… es una pena, pero como prueba de afecto, por lo que siempre has representado para mi y para los que son como yo, no te voy ha hacer sufrir, este tiro será rápido y certero. Te lo prometo.
Latidos que se van, poco a poco. Alientos que se pierden entre la lluvia. El matón saca su magnum lentamente y la apoya en la sien de su presa. Lentamente, muy lentamente.
– Tendré que llevarme las espadas. Necesito una prueba, después, prometo dejarlas en tu tumba. Que dios se apiade de tu alma.-
El interior de una iglesia, en penumbra, silenciosa. Al final de esta, al lado de un altar, una mujer de pelo negro, bastante guapa, vestida con un habito de monja. De pie, inmóvil, encerrada en sus pensamientos.
«La iglesia la acoge, cobijándola de la lluvia pero hundiéndola en el pecado. Llora ahora, apretando fuertemente sus puños. Se llama María. 10 años de fe, unida a su señor en cuerpo y alma, vistiendo el habito, amando sus votos. Todo ahora se ha ido como pronto, la sangre de su cuerpo, que gota a gota regara el suelo de rojo.«
– Señor he pecado –
– Hoy he visto al demonio, su sombra me ha perturbado. Y he perdido mi fe. Creo que te quiero como todos estos años, desde que mi marido me dejo, pero ahora soy incapaz de mirarte a los ojos. Ya nada tiene sentido –
«Lo sabe, lo siente, cada palabra es verdadera. Piensa en un momento sus próximas palabras, como arrepintiéndose. Pero, no, no hay otra opción. Y arrodillándose, baja los ojos, sacando un cuchillo de su habito y sigue con su particular conversación, quizás por encontrar una justificación.»
– Por eso ofrezco mi vida a ti aunque sé que es pecado. Ofrezco mi sangre. Mi alma. Pues después de verlo he dejado de creer en ti. Aunque te sigo queriendo –
«El cuchillo tiembla en sus manos, su filo, y ella lo sabe, es mortal. No habrá cielo para ella. Pero nada puede parar sus lagrimas ni a su conciencia«
– En mis entrañas crece su fruto, al que daré vida no mucho después de 6 meses. Por eso debo morir, mi rey y señor, mi padre y mi marido. No debo dar vida a tal engendro –
«Dos cortes, rápidos y certeros que rasgan la carne, tiñendo el suelo, poco a poco, de sangre. Y en ella, escapándose la vida, no quedan mas que palabras«.
– Hoy he visto su verdadero rostro, y todo lo que he odiado ser, soy ahora. Tenme en tu gloria mi señor, pues aunque se que nunca estaré contigo, esto lo hago por ti.
Después de decir esto, quizás en un ultimo tributo hacia su dios, cierra los ojos y juntando sus manos, cada vez más frías, comienza su ultima oración.
Un parque, en las afueras de Nueva Orleans
«Hoy la ha conocido, y no sabe porque pero cree y siente que la ama. Sentados en un banco, cobijados por los arboles, observando la tormenta. Enamorada de ella, a la que no conoce. En nueva Orleans, una ciudad oscura, donde ahora celebran todos el adiós a la carne, el ultimo día antes del comienzo de la cuaresma. Carnaval, un buen día para amar y ser amado.
Ella es misteriosa, misteriosa pero hermosa. Guapa, de finos rasgos, de gruesos labios. Y con un pelo moreno, que ahora mojado, cae dormido en sus hombros. Le excita, mucho. Quiere, desea amarla hasta el ultimo de sus días. Ben, quien te hubiera dicho esto cuando te levantaste esta mañana.«
– La tormenta esta aquí, la lluvia cae, y creo que puedo tocar el cielo – dice ella, quizás bromeando, quizás muy en serio, mientras mira el cielo negro
– Y que ganaría yo si lo hicieras – dice Ben, quizás preso de celos.
– Quizás amor eterno, quizás tormento – dice ella, mientras baja los ojos, observando las gotas que caen de los arboles
– Estas bien, suenas un poco rara – dice desconcertado
– Todo suena raro en un día de tormenta – dice ella, y su mirada lo penetra hasta tocar su alma.
– Hace tres horas que llevamos juntos y todavía no me has besado, eso si resulta raro – dice él
– Quizás te guarde para algo mejor – dice mientras ríe
– ¿Cómo que? – dice Ben
– ¿Que pasaría si te dijera que un beso mío podría matarte? – dice ella con la sonrisa todavía en sus labios
– Me reiría, pero quizás a eso se debería tu demora. No va en serio ¿verdad? – dice Ben
– No. Era una broma, ¿quieres que te bese? –
– Sinceramente. Si. Me gustaría –
– ¿Por que? – dice ella cambiando la expresión de su rostro
– No sé, llena, bueno algunas veces vacía, la verdad, pero se supone que para algo estamos aquí desde hace tres horas – dice Ben
– Con un beso mío ¿te contentarías o te gustaría algo mas? – dice ella
– ¿Estas hablando de sexo? – dice Ben, tímidamente
– Si, porque no – dice ella
– ¿Por que dices eso?, ¿Me estas probando? – dice Ben
– Si, supongo – dice ella sonriéndole y mirándole fijamente a los labios
– ¿Puedo besarte? – pregunta Ben, nervioso
– Inténtalo – dice ella
– ¿Moriré? – dice Ben
– Prueba – dice ella mientras muerde sus labios provocativamente
Y Ben lo escucha en su cabeza – Lilith. Se llama Lilith.-
Un hombre hablando encima de una caja de madera, con unos sucios ropajes blancos, con barba de dos días y quizás, medio borracho. Está en la calle frente a un gran edificio. La calle esta solitaria, todos se están «despidiéndose de la carne» varias manzanas al norte Habla solo, aunque no hace falta que haya nadie para entender su discurso. No busca ser oído, solo informar al asfalto y a la lluvia lo que ocurre.
Y habla, en voz alta, para que se oiga su voz y llegue a los cielos entre la lluvia
«Cientos de criaturas del averno se aproximan, cabalgando esqueléticas monturas En sus esqueléticas manos portan lanzas afiladas, adornadas con pinturas mágicas.
Están cerca. Los oigo. La bestia viene hoy ha cenar, y nosotros somos el primer plato.
El polvo que desprenden son las guerras. Sus risas, la locura.
Vienen porque hemos desequilibrado la balanza, comandados por «el del cráneo de fuego«, que en su moto agita sus cadenas.
A la distancia de una muerte tan solo están.
Una más y el Valhara estará lleno.
Vendrán y devoraran nuestras entrañas.
Violaran a las mujeres y sodomizaran a los niños.
El Gehena empieza aquí mismo. En Nueva Orleans.
Solo una muerte. Solo una para el fin«
Y la tormenta ruge, acallando sus palabras, en una protesta venida del cielo
Primero la luz, luego el trueno.
A pocas manzanas de allí, alguien llamado Bruno, apunta con una magnum a un moribundo.
El nuevo relámpago lo ilumina y en la luz que despide este, se puede ver la gran cicatriz que atraviesa la cara de su víctima. Después, todo rápido.
Unos ojos que se abren como regresando de la muerte, al mismo tiempo que otros van hacia allí. Y presa y cazador intercambian sus papeles. Primero un destello, después, carne que es rajada, tripas que se rompen, y por ultimo una caída hacia el suelo con una pequeña katana clavada en el estomago, haciendo compañía a una mascara blanca teñida de sangre.
Rápido y mortal. Bruno nunca imagino cuanto.
La sangre aun sale de su estomago. Todavía no esta muerto, pero no tardara en caer.
Poco a poco consigue levantarse y apoyando su bota derecha en el cuerpo del matón, consigue sacar su arma. Arma que limpia en el caro traje de Bruno, mojado de lluvia y gomina.
Pero quizás por el esfuerzo o quizás porque el final ha llegado, cae al suelo de nuevo. Sintiendo el tacto de lo que ha sido por muchos años su cara. Mascara que oculta su deformidad.
Y la tormenta sigue su curso.
Una pequeña oficina con un gran ventanal, la luz de los relámpagos entra por ella. En la oficina hay dos hombre de pie frente a una mesa donde esta sentado un hombre de avanzada edad, que, en postura erguida, mira hacia la moqueta que cubre toda la habitación.
– Y bien, ¿esta muerto? – dice olvidando por un momento el tapiz y pensando en un gran plástico
– Señor, algo salió mal en el almacén, pero a estas horas debe de estarlo. Seguro. – dice Roberto Minialli, que con un traje de Armani, y una pequeña coleta espera que su jefe comprenda sus palabras
– ¿No esta muerto? – dice el hombre viejo
– Señor, se dio cuenta enseguida de que el almacén era una trampa – dice en lo que casi parece un ataque de tartamudez. Tartamudez que evita, y con ello prosigue – Pero pudimos herirlo, a estas horas debe haber caído. Recibió mas de un impacto –
– De todas maneras, Bruno fue tras él, y ya sabemos como es Bruno con estas cosas –
«Lo está convenciendo. Si, esta seguro, Bruno lo habrá matado – piensa – todo saldrá bien y será recompensado. Ante esta seguridad interior, Roberto, por un momento sonríe, viendo la imagen de Bruno disparando«.
– ¿Entonces puedo confiar en ti? – dice el hombre anciano
– Si – dice muy seguro. Seguridad que pierde por un momento cuando el ruido del teléfono lo sobresalta.
El anciano coge el teléfono, escucha, mira a Roberto y comienza ha hablar.
– Si…. si… vale… se lo diré – dice el anciano, después cuelga el teléfono
-¿ Sabes quien era? – dice el anciano tranquilamente
– No – dice Roberto
– Era Bruno. Me ha dicho que esta muerto y me ha dicho que te diga a ti que tu también lo estas – dice el anciano
– Oye… – comienza a decir Roberto
Relámpago.
Trueno.
La mano del anciano Don Alberti, señor de los bajos fondos de Nueva Orleans, deja una pistola encima de la mesa de su despacho. Del cañón sale un pequeño hilillo de humo.
– Marcelo – dice el anciano al hombre, que callado, había contemplado la conversación al lado de su ex- compañero. El único de los dos que sigue aun en pie, pues Roberto ahora yace en el suelo con una bala entre los ojos – lo quiero ver muerto, como sea, aunque tengas que destruir la ciudad entera. Me entiendes – dice el anciano
– Si señor – dice Marcelo mientras se limpia un poco de sangre que ha salpicado en su cara.
El anciano se levanta de la mesa. Un hombre bajo y un poco encorvado, que cruzando sus manos tras su espalda, mira por la ventana la enorme tormenta que asola Nueva Orleans.
– Ah, y manda alguien que limpie la moqueta – dice mientras un nuevo relámpago ilumina su cara
«Fuera llueve. La escucha. La luz esta apagada, pero sigue en el mismo sitio. A su lado, una mujer de pelo rubio. ¿Dónde se encuentra?. La pesadilla ha terminado ¿puede ser eso?«
– H..oola Johnny..¿cierto? , ¿te llamas… así? – dice Sara, que está al lado de Johnny Blaze, a los pies de una cama de la enfermería del sanatorio Constantine Peek.
– ¿Quien eres tú? – dice Blaze
– Yo..Sara.. – dice ella mientras se sienta en la cama, al lado de Blaze
– Te.. buscaba…por fin… – dice Sara
– Me buscabas. ¡Estupendo! ¿para que? – dice Blaze
– Busco… la moto, la moto… del Motorista … tu eres al ….al …que busco –
– Espera…yo no soy ya el Motorista Fantasma, si a eso te refieres… –
– Si..tu..lo eres.. siempre .. lo has sido…- dice Sara
– No, eso fue hace mucho tiempo – dice Blaze levantando la voz
– Blaze…sin alma…lo veo…eres…como ….yo – dice Sara
Sara levanta la mano derecha y la mira.
– Sin…alma…y con fuego … como yo –
Dicho esto, en la mano de Sara aparece una llamarada, que al principio es aleatoria, pero que al final forma el dibujo de todo su brazo.
– Ves – dice Sara sonriendo
Blaze mira asombrado como el fuego brota por la mano de Sara.
– Oh, esta aquí! – dice Sara mirando hacia atrás, justamente donde está la puerta de entrada de la enfermería
La puerta poco a poco empieza a abrirse.
El charlatán, encima de la caja de madera, solo, hablando. Sigue lloviendo, cada vez las gotas de lluvia caen con mas fuerza. El cielo esta completamente negro.
Ha empezado. El fin del mundo ha empezado. Como un sueño real, donde las cosas dejaran de ser lo que eran
Relámpago
Trueno
Avisados estáis pues. Huir de nada servirá.
La verdadera tormenta ha empezado, y no parara hasta que todo termine
El charlatán saca una pistola de debajo de sus vestiduras blancas
Esta es la única verdad que ahora sirve. Este es el único final que nos espera.
Seguidme mundo hacia nuestro destino, pues el que predica se despide.
El charlatán en un rápido movimiento se pone la pistola en la boca
Un relámpago en el cielo
Don Alberti se despierta asustado por el gran relámpago. Está acostado en una lujosa cama. La habitación esta oscura, siniestra Enfrente de la cama hay un hombre con un smoking blanco, de largos cabellos y una cicatriz en su cara que lo observa
– Todavía, mi viejo amigo, tienes pesadillas. Todavía lo ves en tu sueños, privándote de tu destino final.
De ser rey de este mundo. De ostentar el poder absoluto El hombre de la mascara te priva de tu juventud Todavía lo sueñas viejo amigo –
El anciano se levanta de la cama
– Todavía Apagón, todavía sueño con él, con mi muerte a sus manos – dice el anciano
– Y bien viejo amigo ¿qué quiere hoy de mí? – dice el hombre de blanco
– Quiero tu ayuda, quiero que lo mates, y nuestro pacto habrá acabado y tu serás libre de nuevo
– ¿Ya no quieres el mundo? –
– No, solo quiero ser joven de nuevo, y que él, muera –
– Pues bien, mi amigo, tuyo será ese deseo. Con su muerte, tu rejuvenecerás, y su muerte será mi única obsesión.
Un nuevo relámpago ilumina la oscura habitación. y Apagón sonríe.
«Ciega, pero puede ver. Muda, pero habla. Atada se encuentra. En una de las cien columnas que se encuentran en el antiguo infierno de Mephisto, ahora reinado por su hijo Corazón Oscuro.
Bajo de ella, en el rojo y caliente suelo, miles de demonios retozando,. Nombrando entre jadeos su nombre.
Presa esta ahora -. Estoy muerta – se dice para si. ¿qué hago aquí ahora? Pero lo sabe, aunque nadie se lo ha dicho. Alguien juega a las cartas con sus vidas y ella es la reina de corazones. Barbara. Barbara Ketch. Que aunque sabe que está muerta, siente el calor que la quema por dentro y por fuera Su misión, ser un pago.«
Los jadeos entonces paran, y un sepulcral silencio se hace eco en todo el infierno.
«Y Viene como siempre, a la misma hora, para observar su trofeo. Lo sabe aunque no lo ve, pues sus demonios se arrodillan. Cuando está ya delante de ella, sin saber por donde a venido. La besa, la toca. y ríe.
En la mano de su ahora señor, Corazón oscuro, ve el rostro de la muerte que se abate sobre su antiguo mundo, como pacto de sangre por su vida.. Y ciega, aunque ve, y muda, aunque habla, escucha los siseos de los demonios que comienzan de nuevo su propia fiesta«.
El mundo se acaba. y todo por su culpa.
«¿Por que tuviste que hacerlo Danny? ¿Por que?«
Escribenos a nraven@teleline.es