En un mundo que es como el nuestro… pero que no es el nuestro. En un mundo sin héroes. Sin poderes. En un mundo completamente real… que está a punto de dejar de serlo.
#9 – Discordia
Por Tomás Sendarrubias
Fecha de publicación: Mes 170 – 6/12
Acción de Gracias de 2011, Concordia.
-…y por lo tanto, quiero agradecer a todos los que estáis con nosotros la paciencia y el apoyo que nos habéis dado en los últimos meses, meses que no han sido fáciles para nadie-dice Danny, sosteniendo ante él su copa de vino tinto en el centro del salón donde se reúnen al menos tres centenares de personas, todos aquellos que han decidido permanecer en Concordia para las celebraciones de Acción de Gracias, y algunos invitados, familiares o allegados de los Once (como seguían siendo conocidos, a pesar del fallecimiento de uno de ellos) que no se habían trasladado a Concordia. Daniel mira a su alrededor unos instantes, esboza una sonrisa con cierto deje de tristeza y continúa-. Bueno, creo que han sido todo lo contrario a fáciles, la verdad. Lamentamos la pérdida de los que ya no están con nosotros, y recibimos con los brazos abiertos a los que llegan-. Sonríe, mirando hacia algunos de los presentes, cuyos rostros orgullosos evidencian su reciente paternidad-. Hoy es un día muy especial, el primer día de Acción de Gracias que pasamos todos juntos aquí arriba, y bueno, personalmente, en mi familia, Acción de Gracias ha sido siempre sin duda la fiesta más importante del año. Así que muchas gracias a todos, a mi familia, y a los que ahora sois como mi familia. Estamos haciendo un gran trabajo, y lo estamos haciendo para el bien de todos.
Danny alza la copa, y una ola de aplausos recorre el salón, hasta que el muchacho bebe y el resto de los presentes brindan a su vez. La música comienza a sonar en los altavoces, una melodía desenfadada de las Andrew Sisters, y el orden establecido en el salón parece disolverse bruscamente en un repentino caos cuando la gente comienza a recorrer la sala buscando amigos o familiares asignados a otras mesas por un protocolo que Naomi y Danny habían tardado casi un mes en tener listo. Danny se dirige a su sitio, tarareando la musiquilla de la canción, y sonríe a Rachel, su chica, que le espera allí, charlando con Lewis, Anthony y Manny. Rachel le sonríe y le besa suavemente en los labios, mientras Danny deja la copa de vino sobre la mesa.
-Un gran discurso-dice Tony, y Danny enarca una de las cejas.
-Después de las tres últimas reuniones en la ONU, esto ha sido incluso relajante-responde-. Decir que los últimos meses no han sido fáciles es el eufemismo del siglo.
-Bueno, parece que todo vuelve a encarrilarse, ¿no?-dice Lewis, encogiéndose de hombros y dando un trago de cerveza-. Ya sólo queda una tercera parte del mundo que quiere arrojarnos a la hoguera por haber provocado el Amanecer de los Muertos. Y sorprendentemente que el culpable de todo esté muerto, no ha parecido amansarles demasiado.
-Vamos despacio-responde Danny, notando la amargura del tono de Lewis-. Haití ha triplicado su PIB en cuatro meses, China continúa apoyándonos, la Unión Europea ha retirado su veto…
-Y Estados Unidos continúa sin admitir siquiera que sobrevolemos su territorio-gruñe Lewis-. Si mi familia no hubiera podido venir a Concordia, hubiera tenido que pasar el día sólo. No puedo ir ni a mi casa sin provocar la Tercera Guerra Mundial.
-Dudo que nadie pueda impedirte a ti precisamente ir a ningún sitio-sonríe Tony, y Lewis le fulmina con la mirada.
-Creía que el payaso del grupo era yo-gruñe.
-Lewis, relájate, tío-dice Danny-. Tu familia está aquí, es Acción de Gracias. Vamos a disfrutarlo. La presidenta es una mujer relativamente razonable, esto no durará mucho.
-Voy a fumar-interviene Manny, interrumpiendo la conversación mientras se incorpora, sacando un paquete de tabaco del bolsillo de su americana, colgada en el respaldo de su silla. Danny, Lewis y Tony miran sorprendidos a Manny, que se aleja de ellos, en dirección a una de las zonas de la nave donde se permitía fumar, y luego, Danny y Lewis miraron a Tony.
-¿Qué le pasa a este ahora? ¿Por qué nunca puedo ser el indignado oficial?-protesta Lewis, encogiéndose de hombros, y Tony niega con la cabeza.
-No lleva demasiado bien los asuntos de familia.
-¿Quieres ir a hablar con él?-pregunta Danny, y Tony asiente.
-Sí. Pero él no quiere a nadie con él ahora. Venga, chicos, vamos a pasarlo bien. Es Acción de Gracias, y la del año pasado fue bastante dura, y hemos sufrido ya suficiente. Nos merecemos disfrutar un rato de nuestra gente.
-¿Por qué se va Manny?-pregunta Nicole desde el otro lado de la sala, apoyándose en el hombro de Jamie para darle un beso en la mejilla. James se encoge de hombros y toma un sorbo de vino, lanzándole un trozo de pan a su hermana pequeña, que estalla en carcajadas-. Está muy serio…
-Manny es así-dice él, lanzando una mirada, y encogiéndose de nuevo de hombros al ver que Lewis, Danny y Tony habían estado hablando con él-. No es exactamente locuaz. Pero bueno, ha estado hablando con estos, así que supongo que estará bien. Irá a fumar.
-Mira-dice ella, señalando hacia la puerta-. Tony también se marcha.
Jamie pone los ojos en blanco, y se gira finalmente hacia Nicole.
-¿Y qué?-pregunta, finalmente.
-Esos dos se traen algo entre manos, Jamie, y no sé como no os dais cuenta todos-gruñe ella, cruzando los brazos ante el pecho-. Y últimamente Dave también está de lo más raro.
-Teniendo en cuenta que Robert estuvo a punto de matarle, es algo lógico. Estás sacando las cosas de quicio, como…
-¿Vas a decir «como de costumbre»?
-No…-masculla James, dándose cuenta de inmediato de su error, pero es demasiado tarde.
-Y lo siguiente es decirme que estoy paranoica-dice ella, incorporándose, provocando la sorpresa en las familias de ambos, sentados en la misma mesa pero enfrascados en otras conversaciones. Nicole se dirige hacia uno de los pasillos, y James la alcanza, poniéndose ante ella-. James, déjame en paz.
-No-replica él-. Ya está bien, no… No podemos estar siempre así con esta tensión continua. ¿Qué más da donde vaya Manny y si Tony sale también? No sé por qué tiene que haber un plan oscuro detrás de todo…
-¡Porque lo veo, James! ¡Lo veo! ¡Y además, les conozco!
-Venga ya, ¿cuántas veces has hablado con Manny? ¡Le conociste en Bahamas!
-¡Pero conozco a Tony desde hace muchos años! ¡Y jamás se apartaría del primer plano y del liderazgo si no fuera para continuar organizándolo todo desde detrás! ¿Te acuerdas de lo que hablamos cuando todo esto empezó, James?
-Claro, ¿cómo voy a…?
-«Haremos esto juntos», fue lo que se dijo. Juntos, iguales.
-Las cosas no suelen funcionar así, Danny…
-¡Danny no hace más que lo que Tony dice!
-Eso no es así.
-Sí lo es, James, y no lo ves sólo porque no quieres verlo. O porque tú también formas parte de su plan, y no lo compartes conmigo.
-No hay ningún plan, Nicole. Ni Manny, ni Tony, ni mucho menos David esconden nada. ¿Crees que Tony me escondería algo a mí?
-Lo está haciendo, James. Lo está haciendo, y no lo veis.
Nicole se aparta de Jamie, bajando la cabeza y continuando por el pasillo, alejándose de la celebración y de él. James suspira, cruzándose de brazos y apoyándose en la pared. Tras unos segundos, niega con la cabeza, lanza una última mirada al pasillo por el que ha desaparecido Nicole, y vuelve a la fiesta, con su familia y sus amigos.
Ciegos.
Nicole no entendía como todos podían estar tan ciegos, como podían no verlo. Y como James podía no creerla.
Se lo demostraría a todos, les demostraría que había algo que escondían.
Por un instante, se detuvo en seco en el pasillo. ¿Y si Tony y Manny…? Manny había dejado a su novia poco después de lo ocurrido en Bahamas, y Tony no tenía una relación larga con un chico desde hacía… bueno, Nicole creía que nunca había tenido algo así.
No tenía ningún sentido.
Aquello era algo más, mucho más, algo que había implicado también a David, de alguna manera. Probablemente ellos no eran conscientes, pero Nicole les había visto en varias ocasiones, aunque ellos no la hubieran visto a ella. Había tomado las formas de varias personas diferentes para poder seguirles, y les había visto reunirse, los tres solos en varias ocasiones. Parecían encuentros casuales, pero ella se había dado cuenta de que no lo eran, y siempre ocurrían cuando el resto del mundo estaba ocupado, durmiendo o en alguna misión. Incluso Rain había notado a Dave algo más distante, como preocupado.
Con un suspiro, Nicole tomó la forma de James y continuó hacia la Cuna, pero se sorprendió al verla vacía. Ni Manny ni Tony estaban ahí. Nicole cerró las puertas y se aseguró de que estaban selladas antes de recuperar su propia forma, y se dirigió hacia el panel de mando. Nadie era capaz de controlar del todo aquello salvo Manny, pero todos ellos sabían como manejar al menos las funciones más básicas. Ni siquiera se sentó, simplemente se sorprendió al ver que una de las naves de transporte acababa de abandonar el hangar. Y las cámaras de seguridad indicaban que, efectivamente, Manny estaba solo en una de las zonas habilitadas para fumar, sentado en un sillón e inclinado hacia delante. Y las coordenadas del ordenador indicaban que la nave se dirigía a Budapest.
Los permisos iniciados para el lanzamiento eran los de Tony.
-¿Qué cojones se le ha perdido en Budapest?-masculla ella, y ejecuta una búsqueda en el ordenador de a bordo. No había registros de más viajes, pero Nicole revisó fechas concretas, días en los que Jamie le había dicho que Tony estaba fuera, atendiendo algún asunto. No había registros del movimiento de hangares en esos días con las contraseñas de Anthony. Nicole se cruza de brazos, y tamborilea en el panel con los dedos. ¿Habían borrado el registro de los viajes?
Con un reniego, Nicole se incorpora, e introduce sus propios códigos en el panel, antes de dirigirse hacia el hangar.
Cerca de ErzebetTér, Budapest. Hungría.
-Estás tenso como un violín, ¿qué te hacen ahí arriba?-pregunta Nikos, extendiendo un aceite con perfume de limón por la espalda y los hombros de Anthony, que se encuentra tumbado boca abajo, desnudo. La luz de la habitación es tenue, y Nikos ha puesto música de Enya de fondo. Incluso la música, tópica para una situación así, tiene encanto a oídos de Anthony, lejos de Concordia y de las presiones de la estación orbital.
-Me tratan mal, obviamente-susurra Tony, con una sonrisa, mientras Nikos comienza a masajearle.
Mientras las manos del joven evolucionan despacio por su espalda, su cuello y sus brazos, la mente de Tony se pierde en sus propios pensamientos. «¿Qué te hacen ahí arriba?». Desde luego, nada comparado con lo que él parecía estar haciendo a todo el mundo, y es que el Plan cada vez se hacía más cuesta arriba. Ocultar a Robert. Mentir a casi todo el mundo. Ocultar sus acciones a sus amigos, a su familia, y todo por una visión que había compartido con Manny. Una idea. Una responsabilidad.
Estaba mintiendo a James, y sabía que eso jamás podría perdonárselo.
-Te estás poniendo tremendamente serio-susurra Nikos en su oído, pasando suavemente la lengua por el lóbulo de su oreja. Anthony nota que todas sus preocupaciones parecen esfumarse, arrastradas por una ola de placer que le pone el vello de punta. Le besa el cuello, los hombros… Y Anthony se gira, arrastrando a Nikos hacia su boca, besándole, y dispuesto a olvidarse de todo durante un rato.
Nikos cierra la puerta tras Tony cuando este sale de la casa, de vuelta hacia la estación. El chico tiene un pequeño dolor de cabeza, aunque no lo relaciona con que ese dolor parece repetirse después de cada visita de Anthony. Sonriendo, Nikos se dirige hacia la ducha. Probablemente Anthony sea su cliente más rentable, así que siempre es un placer pasar una noche con él, o un rato, como en esa ocasión, ya que siempre le pagaba la tarifa de una noche completa.
Llaman a la puerta, y pensando que debe de tratarse de Anthony, al que se le ha olvidado algo, ni siquiera se pone una toalla en la cintura antes de abrir. Se arrepiente al instante, cuando ve a un hombre estupefacto, vestido con traje y corbata, de unos cuarenta y cinco años, y con una placa del Interpol en la mano, que tarda unos segundos en reaccionar.
-Agente Sovereign, del Interpol-dice el hombre en inglés, y Nikos siente que el vello se le pone de punta-. ¿Podemos hablar un momento?
-Claro…-masculla Nikos, y el policía entra.
Concordia, día después de Acción de Gracias.
-Mucha telepatía, pero pegando sigues siendo una nenaza…-masculla Peter, sosteniendo el saco de boxeo al que Anthony lanza un derechazo, mordiéndose los labios. Por supuesto, Peter ni se inmuta, y Anthony se echa hacia atrás, con una media sonrisa.
-Superfuerza, ¿no?-sonríe, y su rostro apenas expresa una pequeña mueca cuando el aire chisporrotea a su alrededor, y golpea el saco con una descarga telequinética que pilla por sorpresa a Peter, lanzándole dos pasos hacia atrás y haciéndole soltar el saco que cuelga del techo del gimnasio. El chico sonríe, mientras Anthony se ajusta las vendas que envuelven sus nudillos.
-Esto de «darle unos golpes al saco» para relajar, va a degenerar en breve en la versión mutante de ver quién la tiene más grande, ¿no?-responde Peter, girándose la gorra para echar la visera hacia atrás y asentando los pies con fuerza en el suelo mientras sujetaba de nuevo el saco-. Dale con todo lo que tengas.
Anthony asiente, retrocediendo un par de pasos, y luego lanzando una patada media contra el saco. Esta vez Peter nota el empuje de la potencia telequinética que respalda el golpe de Tony, que gira sobre sí mismo para lanzar otra patada, y tras recuperar el equilibrio, un puñetazo. Peter ni siquiera tiembla, pero el saco estalla con un ruido seco, llenándolo todo de arena. Peter tose, apartándose la arena de la cara, y estallando en carcajadas al ver la cara de sorpresa de Anthony.
-Te toca barrer, es un gran entrenamiento kung-fu-dice, y Anthony pone los ojos en blanco al darse cuenta de que la arena del saco se ha pegado al sudor que cubría su piel después de un rato de entrenamiento-. Y no te quejes, sudor y arena, tú siempre has sido muy de película de gladiadores…
Un nuevo golpe telequinético hace que la arena levante como si un pequeño huracán la hubiera golpeado repentinamente, sólo que esta vez sólo vuela en dirección a Peter.
-Traidor-farfulla, con la boca llena de arena.
-Te he hecho un favor, la arena es muy digestiva y tú todavía debes tener resaca de anoche…
-No bebí tanto.
-No, claro. ¿Comparado con qué?
-Tú desapareciste.
-Más bien me fui, sí.
-¿Algo personal?
-Digamos que sí.
-¿Vamos a empezar a jugar a las adivinanzas?
-Solo si sigues preguntando.
-Vale, me voy a la ducha.
La sonrisa de Anthony revela que tiene la contestación adecuada a punto cuando la puerta deslizante del gimnasio se abre y James entra, con gesto serio.
-¿Qué pasa?-pregunta Tony, que percibe una gran agitación, y pensamiento fragmentados que se refieren a él.
-Será mejor que vengas-dice James-. Sales en las noticias.
-Casi todos los días alguno salimos en las noticias. La noticia sería que no lo…
-Tony, así no. Ven.
Peter frunce el ceño detrás de Anthony, que solo se entretiene para coger la camiseta que había dejado en un rincón antes de ponerse a entrenar con el saco, y sin siquiera quitarse los vendajes de las manos, salen del gimnasio.
James, Anthony y Peter entran en la sala de control de Concordia, y los dos últimos observan sorprendidos que todos sus compañeros están reunidos, y varios de ellos miran hacia abajo, como avergonzados, sin atreverse a mirar directamente a Anthony.
-¿Qué pasa?-pregunta este, y Danny mira obviamente enfadado a su alrededor. Se dispone a hablar, pero es Manny quien rompe el pesado silencio.
-Esto ha salido hace diez minutos en las noticias-dice el hispano, y tras elegir en el panel que tiene ante él la pantalla adecuada, lanza el holograma hacia una de las paredes de la sala. Tony se sienta al ver a una locutora de la CBS norteamericana, vestida con el insípido traje chaqueta de cualquier noticiero, y con una foto suya de archivo detrás.
-…sorprendentes hallazgos sobre uno de los más destacados miembros del grupo que aún sigue siendo conocido como «Los Once», Anthony Scarlatti. A través de fuentes confidenciales, esta cadena ha podido dar con un hombre en Hungría que parece haber mantenido relaciones sexuales con Scarlatti…
La imagen de la reportera deja paso a un video en el que una cámara persigue a Nikos hasta la entrada de su casa. Obviamente, Nikos se muestra incómodo, y trata de esquivar la grabación, mientras cierra detrás de él la puerta de un portazo ante un reportero que parece decidido a atravesar incluso la puerta con el micrófono.
-Que mierda es esto…-masculla Tony, con los ojos clavados en Manny, antes de volver a mirar la pantalla, a la que ha vuelto la locutora.
-Según hemos sabido, Nikos Szöcs, el hombre al que vemos en estas imágenes, ejerce como escort de lujo en el centro de Budapest, y Anthony Scarlatti ha sido un usuario habitual de los servicios ofrecidos por Szöcs. CBS ha investigado el historial de este estudiante húngaro de diseño infográfico, de veintidós años, y comprobado que llevaba un alto tren de vida, pues probablemente el polémico miembro de los Once no era el único famoso adinerado que utilizaba los servicios de este hombre. Se habla de que políticos, artistas…
-Quita esa mierda…-gruñe Tony, pero Manny niega con la cabeza.
-Eso no es todo.
-… y algún actor europeo podrían haber sido clientes de Szöcs, pero el debate ha llegado más allá, pues las elevadas tarifas que al parecer cobra este hombre han abierto un debate a nivel internacional sobre la financiación de este grupo, «los Once». Se sabe que varios países financian parte de la Estación Espacial Concordia…
-Eso es mentira…-protesta Tony.
-… ¿están dilapidando los Once el dinero que se les entrega a nivel institucional en sus propios vicios y entretenimientos? ¿Qué ocurre realmente ahí arriba? El gobierno de Estados Unidos…
-¡Ya está bien!-grita Anthony, y el panel que tiene Manny delante parece hundirse, como si lo hubieran golpeado con un martillo, arrojando chispas por doquier, y haciendo que Manny diera un salto atrás.
-Tony, tranquilo-dice Danny, dispersando la electricidad con un simple gesto de la mano.
-No quiero estar tranquilo, Danny, tío-masculla Tony-. Quiero saber por qué demonios la televisión se está metiendo en con quién me acuesto y con quien me levanto. Quiero saber por qué mis padres tienen que ver esto en la televisión. Y quiero saber por qué se ha destrozado la vida de un chico que se gana la vida exactamente como ha elegido hacerlo. Y lo quiero saber ya.
-No creo que eso sea lo más importante de todo esto-interviene Danny-. Y respeto todo eso muchísimo, tío, lo sabes. Pero hay dos problemas. El primero, vamos a tener que justificar nuestra financiación.
-Podemos hacerlos, todo lo que hacemos es perfectamente legal-replica Manny, y Daniel asiente.
-Sí, pero nos va a llevar mucho tiempo que la gente se lo crea. Aun así, me preocupa más el segundo punto. Tony, perdóname, por favor, pero… ¿qué le has contado a ese chico de lo que ocurría aquí arriba?
Por un instante, todos pueden sentir en la sala una vibración, un zumbido sordo y una punzada cerca de la nuca, como si el poder de Anthony estuviera a punto de descontrolarse. Manny lanza de reojo una mirada hacia los inhibidores psiónicos que había instalado en la sala poco después de lo ocurrido con Robert. Pero la sensación se desvanece tan rápido como ha aparecido.
-Nada-responde Tony, dejándose caer de nuevo en su asiento y lanzando un suspiro.
-Gracias a Dios…-susurra Naomi, y Tony niega con la cabeza.
-Hablaba con él, sí, no os lo voy a negar. Y le he contado muchísimas cosas. Cosas que quería compartir con alguien de fuera, con alguien que no estuviera aquí arriba veinticuatro horas, con alguien que aún tuviera los pies en la Tierra. Pero después, borraba su mente.
-¿Qué?-pregunta Nicole, obviamente escandalizada.
-Borraba su mente. Él solo recuerda conversaciones sobre cine, arte, libros… No recuerda nada de lo que le he contado sobre las cosas de aquí arriba. Y lo he hecho porque cuanto menos supiera, mejor sería para él. Mierda, ahora es un objetivo.
-¿Qué?-pregunta Naomi y Tony asiente, furioso.
-Hemos hecho enfadar a mucha gente durante este tiempo. Joder, hay gobiernos enteros que nos querrían ver muertos, o mejor, viviseccionados. Insistimos en que nuestras familias estuvieran aquí por eso. Pero ahora, esa pregunta que me habéis hecho, se la están haciendo todas esas personas con las que nos hemos enfrentado en estos meses. Narcotraficantes, esclavistas, el puto gobierno de los Estados Unidos… Todos querrán saber cuanto sabe él. Cuanto le he contado. Y el día que decidan arrancarle las uñas para averiguar como nos infiltramos en el cártel de los Mendoza o algo por el estilo, ni siquiera podrá contestar, porque no recordará lo que yo le dije sobre ello.
-Tienes razón, y nos ocuparemos de eso cuanto antes-dice Danny-. Podemos generarle una nueva identidad…
-O podemos traerle a Concordia-interviene Jamie, pero Nicole le mira con el ceño fruncido, y Danny niega con la cabeza.
-Daríamos una imagen pésima-dice-. Tony, lo entiendes, ¿verdad?
-Sí-afirma-. Pero no quiero que ese chico sufra daños.
-Eso quizá deberías haberlo pensado antes de pagarle por sexo-dice Nicole, y Tony se gira hacia ella.
-¿Ahora me vas a juzgar?-gruñe él, y ella, desafiante, le sostiene la mirada.
-No. Pero la prostitución es denigrante. Y lo que has hecho es dañar nuestra imagen, la de todos.
-No es así, Nicole…-masculla Jamie, y ella se gira de nuevo hacia él.
-¿Tú lo sabías?-sisea, y James mira a Tony, antes de suspirar y negar con la cabeza.
-Sabía que Tony tenía alguien en Budapest-dice-. Pero no sabía que era un escort. Aunque sinceramente, me da lo mismo. Es su dinero, que lo utilice como quiera. Nadie me ha pedido nunca cuentas de qué hago o qué compro con la cantidad que se me asigna.
-¿Lo apruebas? ¿Te parece normal que se vaya de… putas?
-Ya basta…-escupe Tony, pero es Jamie quien niega con la cabeza y la hace un gesto para que guarde silencio.
-Me parece que es cosa suya. Yo, a día de hoy, no lo haría. Pero ni puedo firmar con sangre lo que haré mañana, ni desde luego, voy a establecer mi moral sobre la de nadie.
-Y esto es lo de siempre, siempre tienes que apoyarle a él…
-Esto es absurdo-interviene Ralph, y todos se giran hacia él-. ¿Qué estamos haciendo? Si hubiera sido yo quien hubiera salido en la televisión con esta noticia, ¿tendría montado este consejo de guerra?
-Evidentemente…-comienza a decir Nicole, pero Ralph continúa hablando.
-Hacemos esto porque aunque no nos guste admitirlo, sus poderes nos siguen poniendo nerviosos. ¿Ese chico hacía lo que quería o él le obligaba con su telepatía? ¿Y si ha borrado también algo de nuestras mentes? ¿Cuánto sabe de cada uno de nosotros? Por eso sus poderes resultan tan molestos también ahí abajo. De todos nosotros, es al que más temen. Joder, James puede destruir el planeta en un suspiro, y le temen a él. ¿Y qué hacemos nosotros? Saltamos sobre él, en lugar de darle nuestro apoyo, que es lo que deberíamos hacer. Nos convertimos en tribunal, y nos preocupamos de la imagen que va a dar sobre nosotros. ¿Y sabéis qué? Que es su vida, y que haga con ella lo que quiera. Y si necesitas que alguien esté encima de él para asegurarse de que está bien, yo me encargo.
-Gracias-responde Tony.
-Tiene razón-afirma Danny-. Tío, lo siento, pero… ya sabes.
-Lo sé-afirma Tony, y David se remueve incómodo en su asiento, mirando a Anthony y a Manny.
-No me lo puedo creer-dice Nicole-. Pues yo no lo acepto. Pagar a alguien por sexo es deleznable, no…
-Una pregunta-la interrumpe Manny-. ¿De verdad piensas convencernos de algo con esa moralina de feminista radical o prefieres explicarnos por qué anoche hay un transbordador que salió de Concordia con tus contraseñas con las mismas coordenadas a las que voló Anthony en Budapest?
Todos se giran hacia ella como movidos por un resorte, pero Nicole, a pesar de que su mirada hacia Manny destilaba odio, se mantiene imperturbable.
-No es cierto…
-Intentaste borrar tu rastro en el ordenador, pero reviso los backups de seguridad que se hacen cada veinte minutos. Todos. A mi no se me engaña. Tú cambias de forma, yo… veo.
-Nicole…-sisea Tony-. ¿Todo esto es cosa tuya?
-Tony, vete de aquí-ordena Danny inmediatamente, pero él niega con la cabeza.
-No, no voy a…
-Dave, llévatelo-insiste Daniel, y David se acerca a Anthony, poniéndole una mano en el hombro. De inmediato, Tony siente un leve mareo cuando David modifica sus niveles de cortisol y serotonina, tranquilizándole inmediatamente. Anthony lanza una última mirada a Nicole antes de salir junto a David, y a pesar del «chute» hormonal, algo centellea en sus ojos. La puerta se cierra tras ella, y es Danny quien se vuelve entonces hacia Nicole-. ¿Qué cojones has hecho?
-No voy a consentir que me hables así. James, no…
-Nicole, contesta-la interrumpe Jamie, y ella le mira con los ojos abiertos por la sorpresa.
-Hice lo que tenía que hacer para que todos os dierais cuenta de a qué tipo de persona estábamos siguiendo.
-Estás loca-escupe Naomi, y Nicole se vuelve hacia ella como una víbora, dispuesta a saltar por encima de la mesa, pero James se incorpora y la sujeta.
-Lo que estoy es harta-responde Nicole, clavando sus ojos en Naomi-. Estoy harta de que me tomen por estúpida y hacer como que no me doy cuenta. Estoy cansada, infinitamente cansada, de mirar hacia otro lado mientras Tony, Manny y Dave nos esconden lo que sea que nos escondan, pensando que ninguno nos damos cuenta de nada. Estoy asqueada de que nosotros, que deberíamos ser un espejo en el que el mundo pudiera mirarse, actuemos exactamente con el mismo absurdo clientelismo que una puta nación tercermundista. Hemos convertido la democracia en una burla, y todo porque no sois capaces ninguno de dar un puto paso sin la aceptación de ese… putero.
-¿Y para ti esto es la solución?-pregunta Lewis-. Si todo eso es lo que piensas, ¿por qué no lo has dicho antes? ¿Por qué no lo has expuesto aquí antes de lanzárselo en los morros a todo el planeta?
-¡Porque todo esto es una farsa!-grita ella-. ¡Porque os hubieran convencido! ¿Os hubieran lavado el cerebro o lo que sea que os estén haciendo?
-¿Sabéis? Seguid hablando vosotros con ella si queréis-dice Naomi, incorporándose y dirigiéndose hacia la puerta-. Me niego a seguir hablando con esta… persona.
-No-dice Peter, poniéndose ante la puerta-. Ya es bastante malo que Tony y David estén fuera. Ya es bastante malo que Robert haya dejado una silla vacía de forma permanente. Lo que queda por resolver, lo haremos todos. Juntos. Te quejabas porque faltaba democracia, has arrojado a Tony a los pies de los caballos, y nos has tirado a todos detrás de él porque echabas de menos la democracia, así que haremos las cosas como tú quieres. Nos has tratado a todos como gilipollas, Nicole. Nos has traicionado a todos. No sólo a Tony, sinceramente, me parece lo de menos, podríamos salir de eso. Pero te ha parecido perfecto hundirnos a todos en mierda para salirte con la tuya, para poder seguir creyendo que tienes razón. Propongo que seas expulsada de Concordia.
Todos miran a Peter como si hubiera arrojado a un gato despellejado centro de la sala, atónitos, como si hubiera roto un cristal. Jamie suelta a Nicole, que mira a Peter con expresión de sorpresa.
-¿Qué…?
-Sí-dice Manny repentinamente-. Voto a favor de la expulsión.
-Yo también-dice Naomi, sentándose de nuevo.
-Estáis de broma, no vais a…
-Por mí, estás fuera-dice Danny, cruzándose de brazos.
-Por mí también-afirma Ralph.
-A mi no me parece justo-dice Lewis-. Creo que estamos apresurándonos demasiado. Por mí se queda.
-Yo…-masculla James-. Yo no puedo decir que se vaya.
-Dos votos negativos… tres si contamos el tuyo, Nicole-dice Manny-. Cinco a favor. Y faltan David y Tony.
-Por mí, está fuera-dice Dave desde la puerta, provocando un sobresalto en los que estaban en la sala-. Lo que has hecho es… vergonzoso.
-Seis votos a favor de tu expulsión. El voto de Tony deja de ser representativo-continúa Manny-. ¿Y sabes qué, Nicole? Que estoy convencido de que si le hubieras explicado todo esto en algún momento, él hubiera votado para que te quedaras.
-Me voy…-sisea Nicole, mirándoles a todos-. Nos vamos, pero no volváis a contar con nosotros… ¡nunca!
-Espera-masculla James.
-¿Qué? No nos quieren aquí, no…
-Yo… no puedo echarte, quiero que estés aquí, conmigo. Pero aquí. No voy a dejar esto. Mi vida está aquí, lo que hacemos es importante, y… joder, ya no somos ni humanos. Estamos solos, nosotros Once. Tenemos que apoyarnos, tenemos que estar juntos. Por favor, reconsiderad todo esto y…
-No, James-la interrumpe Nicole-. No me voy a quedar aquí, ya he visto lo que pasa realmente.
-¿No querías democracia?-masculla Naomi, pero Nicole la ignora.
-James, si no vienes conmigo en este momento, no quiero volver a verte-dice Nicole, y el silencio se hace en la sala, denso como un cristal.
Jamie la mira, como si fuera incapaz de procesar sus palabras, como si no entendiera lo que estaba diciendo.
-Como se puede ser tan…-comienza a decir Naomi, pero Ralph la pone una mano en el hombro y le indica que guarde silencio.
-Jamie, si te vas con ella lo entenderemos todos-dice Danny-. Nada de esto va contigo, y…
-No, no me voy. Nicole, nuestra vida juntos estaba aquí, y tú la has roto. Lo siento en el alma, pero esto… esto lo vas a pasar tú sola.
-Que hijo de puta-farfulla ella.
-Lewis, acompáñala, por favor-dice Danny-. Que recoja sus cosas y llévala abajo, a donde ella quiera. Manny, anula sus privilegios de acceso.
-¡Hijo de puta!-vuelve a gritar Nicole, mirando a James, pero este continúa con la mirada baja. Lewis pone una mano en el hombro de la chica, y los dos desaparecen de la sala.
-James…-masculla Ralph, pero Danny niega con la cabeza.
-No. Vámonos de aquí. Tiene derecho a estar solo.
Daniel señala hacia la puerta, y David, Naomi, Ralph, Peter y Manny le siguen. Danny permanece un segundo más en el umbral, observando a Jamie. Puede ver la tensión de sus hombros, el rictus de su rostro…
-Si necesitas cualquier cosa, sabes donde estamos, tío.
Daniel cierra tras de sí, pero aun así, puede escuchar el grito de pura rabia procedente del interior.
-Manny…
Manuel se gira y observa la entrada de la sala de reuniones, apartando la mirada de la infinidad de datos que aparecen en cada una de las pantallas de la Cuna. En la puerta de la sala puede ver a David, vestido con un pantalón corto y una camiseta. Obviamente no podía conciliar el sueño, y Manny piensa que probablemente no sea el único que no duerma esa noche en Concordia.
-Dave, tío…-saluda Manny, haciendo un gesto con la mano que hace que las pantallas holográficas desaparezcan y que las reales se aparten en su gran estructura, permitiéndole levantarse del gran sillón que ocupa el centro de la Cuna-. ¿Puedo ayudarte en algo?
-No. Sí. Bueno, no lo sé. Vengo de ver a Robert, está todo bien ahí abajo. Quería decírtelo, y… joder. No sé muy bien como explicarme.
Manny se dirige a una pequeña nevera que hay en un rincón de la sala, coge una cerveza y le arroja a Dave una botella de zumo de manzana, que este coge al vuelo. Manny abre la cerveza y le da un sorbo, sentándose en la mesa y haciendo un gesto a David para que se ocupe otra de las sillas. El chico pelirrojo asiente, ocupando su lugar y abriendo la botella de zumo.
-Me dijisteis… Tony y tú me dijisteis que esto ocurriría-comienza a decir David-. Que alguien nos traicionaría, uno de los nuestros… Alguien que lo haría de forma consciente.
-Sí, el Plan necesitaba de un Judas.
-Pero no sabíais que era Nicole.
-No. Era la más probable, pero no la única posibilidad.
-Cuando me lo contasteis todo, no lo creí, ¿sabes? Entiendo lo que hacemos, entiendo por qué lo hacemos, pero no creía que realmente uno de nosotros fuera a hacer esto. Y mucho menos que fuera a hacerlo de una forma tan personal, tan enconada.
-La traición siempre es de lo más personal-asiente Manny, y Dave le mira durante unos segundos.
-Manny, ¿estáis completamente seguro de todo esto?
-David, sé que tú y yo no tenemos mucha confianza. Yo estaba en esa casa casi de rebote, no os conocía casi a ninguno, y en fin, incluso después, tú y yo no hemos hablado mucho.
-Bueno, no, pero…
-No, espera. Ahora quiero contarte algo. Mira esto.
Dejando la cerveza en la mesa, Manny vuelve a la Cuna, y activa varias de las pantallas holográficas, que desliza para que Dave pueda ver en primer plano.
-No me gusta hablar de mi vida personal-dice Manny, y Dave asiente, es consciente de ello, sabe que Manny tenía una relación larga con una chica, y que la rompió poco después del Destello. De todo aquello sólo había hablado con Tony, con nadie más de toda la población de Concordia-. Pero quieres un por qué.
Las pantallas muestran ante David una docena de noticias, enmarcadas entre veinte y diez años antes, todas procedentes de Ciudad de Méjico y sus alrededores. Narcotráfico, asesinato, trata de blancas… Y un nombre que se repetía una y otra vez. Enrique Alonso. La noticia de su muerte era la que parecía cerrar la serie que Manny quería mostrarle, un tiroteo con la policía mejicana.
-Ese era mi tío-dice Manny-. Enrique Alonso, el hermano mayor de mi padre. Mi padrino. Y también uno de los mayores hijos de puta que Méjico ha visto, y ha visto muchos. Mi madre no lo sabía, claro. Ella sólo era una estudiante de arte irlandesa que llegó a Méjico para estudiar el Templo Mayor y el arte azteca, y se enamoró de quien no debía. Mi padre era la mano derecha de mi tío. Todo eso que estás viendo ahí es mi legado, ¿sabes? Eso es lo que mi familia le ha dado al mundo.
-Lo siento, Manny, yo…
-¿Sabes lo que me regaló mi padre cuando cumplí trece años, David? Una pistola, tío. Una puta pistola. A ningún niño deberían regalarle nunca, jamás, algo que puede matar. Si no hubiera sido por mi madre, ahora yo estaría allí, en Ciudad de Méjico, quizá liderando el cártel después de la muerte de mi padre y mi tío. O muerto como ellos. Pero mi madre me mostró otra forma de ver la vida, y aunque durante muchos años vivió de decisiones equivocadas, al final se decidió a tomar la correcta. Dos días antes de que mi padre y mi tío murieran en un enfrentamiento con la policía en Ciudad Cartón, mi madre y yo cogíamos un avión en dirección a San Diego. Mi abuela nos mandó la noticia de la muerte de mi padre y exigió que volviéramos a Méjico, pero mi madre se negó. Nunca he vuelto a ver a la familia de mi padre, David, ni he vuelto a hablar con ellos. Sé que tengo una abuela, dos tíos, una tía y una docena de primos, más o menos, pero mi familia se redujo a mi madre y su hermano, que continuaba viviendo en Dublín.
-Mi familia era del Condado de Clare-murmura por lo bajo David, y Manny lanza una sonrisa triste.
-Sólo estuve en Irlanda cuando mi madre falleció hace tres años. Quería que la enterraran allí, con su familia. Y te estarás preguntando por qué te cuento este drama-dice, alzando los ojos y clavándolos en David-, pero es que precisamente eso es lo que me hace creer ciegamente en lo que Tony, tú y yo vamos a hacer, David. En lo que vamos a hacer todos. Y Tony también cree en ello, él lo sabe. Asume su dolor, y es más, el dolor que le provoca ver el daño que todo esto está causando en los demás. Pero al final de todo esto, haremos algo importante, tío. Haremos que ningún niño reciba nunca de regalo una pistola.
Epílogo. Un mes después. Alamoviejo, Tejas.
-Ha sido difícil encontrarles.
El General Eisenbach asiente, tenso aunque se encuentra en un terreno que le es favorable. Él y Nicole se encuentran en una de las salas del complejo militar que el Ejército de los Estados Unidos tiene en la pequeña población tejana, y hay una docena de soldados estratégicamente dispuestos alrededor de la sala dispuestos a acribillar a la mujer si respiraba más fuerte de lo estrictamente necesario. Desde el momento en que había entrado en el complejo de Alamoviejo, Nicole se había dado cuenta de lo desmejorado que estaba el General Eisenbach desde la última vez que le vieron, pero tampoco la había sorprendido, por lo que sabían, el mundo en general no había sido demasiado amable con el hombre que, a ojos de sus inversores, había perdido la Estación Orbital Valquiria, que se había convertido en Concordia.
-Y supongo que habrá sido difícil entrar en Estados Unidos cuando hay una prohibición sobre su presencia aquí. Supongo que deberemos revisar las medidas de seguridad de los aeropuertos.
-No culpe a sus hombres, es complicado detener a alguien que puede tener este aspecto.
La silueta de Nicole cambia, fluyendo como cristal líquido, y de pronto, Eisenbach se encuentra mirando su propio rostro.
-Deje de hacer eso-ordena el militar, y Nicole recupera su propia forma, encogiéndose de hombros-. ¿Qué quiere de nosotros?
-Vengo a ayudarles, General-dice ella, seria, consiguiendo que Eisenbach enarcara una ceja-. Ya no hay nada ahí arriba que me importe, y he pensado que probablemente usted quisiera conseguir las armas que no pudo tener. Les hemos monitorizado, General, y sabemos que sus intentos por duplicar el Destello han sido rotundos fracasos. Pero quizá yo pueda ayudarles.
-¿Cómo?
-Soy una de ellos. Copien de mi lo que nos hace diferentes.
-No creo que sea tan fácil…
-Sí-dice alguien desde la puerta, y Nicole se gira, levantándose sorprendida al ver allí una figura familiar, un hombre sentado en una silla de ruedas, y con la mitad izquierda de su cuerpo en apariencia completamente inmovilizada. Su voz era gutural, casi mecánica, pero no hay duda. Nicole no olvidaría nunca ni la voz ni el rostro de Samuel Tellhart, el hombre que con la doctora Mahan les habían convertido en lo que eran. El hombre al que Anthony había estado a punto de matar-. Con su sangre, puede ser muy fácil. Señorita Mallory, será un placer trabajar con usted.
Tras el Destello:
Número de transición… y no. Aquí comienza el que será el último arco de El Cielo en Llamas, que tendrá su desenlace definitivo en el número 12. Gracias a todos por vuestros comentarios, ¡y espero que os guste!
¡Vaya final, chacho!
Acelerando para el gran final, ¿no? Se van aclarando filias y fobias… aunque aun espero a mi cangrejo mutante…
Espero impaciente el siguiente…
Se pone muy interesante, se ve que ambos bandos van a mover su ficha mucho más lejos de lo que lo habían hecho hasta ahora… A ver cómo acaba la cosa.
(a estas alturas ya he recordado que los comentarios tienen que ser aprobados, esta vez no lo repetiré XD)
No, una vez que ya te he aprobado uno, no hay que volver a aprobar más 😛