Wendell Vaughn… el primer terrestre nombrado protector del universo. Unido a las Bandas Cuánticas, que son tanto armas como símbolos de su puesto, lucha una batalla interminable para defender toda vida en el universo del mal cósmico.
#69 – Emociones infinitas
Por Peter García y Bergil
Fecha de publicación: Mes 23 – 3/00
Nota: Este numero transcurre paralelamente a Poderes Cósmicos Vol. 2 # 23-24.
Emociones. Una de las principales cosas que distingue a los seres sentientes del resto de los seres. A veces parecen una ventaja, ¿pero hasta que punto realmente lo son? ¿Qué ventaja evolutiva nos dan? ¿No estaríamos mejor sin ellas, sin el dolor que nos confieren, sin que ellas nublen nuestro juicio y no nos dejen pensar claramente?
Eso mismo se había preguntado Wendell Vaughn muchas veces anteriormente. En aquellos momentos, mientras viajaba por el espacio rumbo a Titán mediante sus bandas cuánticas, no se lo preguntaba. Sentía una mezcla entre alivio, tras habérsele pasado la ansiedad de ver después de tanto tiempo a su amiga Kismet, y esperanza, ya que le parecía que pese a lo oscuro de la situación, saldrían victoriosos.
De vuelta a Titán, sin embargo, otros héroes sentían muchas otras emociones dispares.
En la Sala de Ciencia…
– Y así, necesitaremos otro panel para atrapar la energía que proporcionaran nuestros compañeros. ¿Crees que con esto bastará, Hombre de Hierro?
– ¿Hmmm? Un momento, profesor Richards, que lo consulte con el Sr. Stark desde la Tierra -dijo el Barón Zemo. De manera inaudible fuera del casco, gritó al Arreglador para que le diera la respuesta correcta, que tardó unos minutos en llegar debido a la distancia entre la Tierra y Titán.
– No lo entiendo -pensó el Hombre Hormiga-. Algunos sabemos de sobra que Tony Stark es el Hombre de Hierro. ¿Está fingiendo para proteger su identidad, o es realmente un nuevo hombre tras la armadura?
Igualmente, T’Challa, la Pantera Negra, observaba al impostor metálico en silencio.
– Muchas gracias -dijo Mr. Fantástico, tras obtener la respuesta minutos después-. Dr. Langkowski, dr. Foster, colocad esos paneles con cuidado-. Y un Sasquatch y un Hombre Gigante hicieron lo que les habían dicho.
En ese momento, la Mujer Invisible entró en la habitación
– Reed, lleváis demasiadas horas seguidas trabajando. Os merecéis un descanso.
– Pero cariño, tenemos que seguir trabajando, el destino del Universo…
– El Universo os necesita enteros, no exhaustos. Señores, cinco minutos para descansar, tenéis café ahí fuera.
– Hola cariño -dijo Diamante Lil a su marido-. Le estaba contando a Lorna que, a pesar de que algo de acción está bien, se está mejor retirado.
– Ya me gustaría que Alex y yo nos retiráramos -dijo Lorna Dane, Polaris- pero ya lo hemos intentado otras veces (1) y al final siempre acabamos de vuelta. Además, tal como están las cosas, el mundo necesita a Kaos y a Polaris más que nunca.
– Hola grandullón, ¿de vuelta al negocio? -dijo el segundo Hombre Hormiga.
– No estoy seguro -contestó el segundo Hombre Gigante. Ambos habían adoptado identidades y poderes inventados anteriormente por Hank Pym-. He recuperado los poderes, y estoy ahora con los Eurocorps, pero no se que haré luego (2). ¿Y tú? ¿Eres realmente uno de los 4 Fantásticos ahora? ¿O sois ya los 5 Fantásticos?
– Bueno, me considero más bien un asociado, pero agradezco que de alguna manera me consideren parte de la familia. Además, de unirse alguien, seria Lyja.
– ¿Quién?
– La esposa de la Antorcha Humana. Mira, esta ahí, se esta entrenando luchando con esa tal Ganímedes.
– Vaya, cómo cambian las cosas, una skrull en los 4 Efe. Oye, ¿y quien es el crío que se cree el Dr. Muerte?
– Oh, es una laaarga historia…
– ¡No deberíamos estar perdiendo el tiempo! -gritó Kristoff.
– Vamos, deberías aprender a relajarte, chaval. – dijo Sasquatch, el alegre gigante naranja.
– Me relajaré cuando haya muerto.
– Bueno, yo estuve muerto una temporada (3), a lo mejor eso lo explica.
A Forja, que estaba escuchando la conversación, se le escapó una carcajada. Pero pronto se olvidó. Como shaman cheyenne, sus sentidos místicos estaban muy desarrollados, aunque rara vez los usaba, prefiriendo su mutante habilidad con la tecnología. Pero como había ocurrido no hacía tanto tiempo (4), le podían ser realmente útiles. Y en aquellos momentos, le decían que alguna amenaza mística se cernía sobre ellos, tratando de pillarles desprotegidos.
– Estoy harto -pensaba Zemo-. Tengo que depender de inútiles como Ebersol, mantener una absurda fachada para estos patéticos héroes, y para colmo tengo que aguantar a negros, judíos, gitanos y hasta a un piel roja, por no hablar de esos malditos mutantes. Y ese asqueroso Vengador africano, Pantera Negra, no para de observarme, esperando algún error. Pero pronto todo esto no importará, mis planes pronto empezarán a dar fruto… y estos héroes lo pagarán, si es que no han muerto todos en la próxima batalla.
– Ey, Hombre de Hierro, cuanto tiempo sin verte -dijo Sota de Corazones, hablándole por la espalda. Zemo apenas pudo contener un grito de furia y las ganas de desintegrar al ridículo héroe, así que se limitó a maldecir en alemán en voz baja.
Pantera Negra había dejado de vigilar a Zemo durante un momento, y trataba de meditar, lo que le resultaba difícil estando en Titán. Como científico, Titán era el paraíso, pero su parte más tribal se ahogaba en un planeta sin naturaleza. Además, sus hipersentidos también empezaban a notar algo en el ambiente. En ese momento, vio una imagen de gran belleza en el cielo. Se trataba de Tormenta, la diosa del clima de la Patrulla-X.
– Hola, príncipe T’Challa -dijo ella.
– Hola Ororo, Diosa de los elementos -respondió, besando su mano. Ambos se quedaron callados durante unos instantes. Se habían conocido de jóvenes (5), y de haber sido las cosas distintas, quizá podrían haber acabado juntos. Pero distintas responsabilidades terminaron con esa posibilidad. Aunque en otro tiempo, en otro mundo, quien sabía si…
– Lo siento, T’Challa, tengo que irme; Cíclope esta organizando una sesión de entrenamiento por lo que pueda pasar. Ha sido un placer.
– Si, yo también tengo que irme. El placer ha sido mío.
– Eh, tú debes ser Nova.
– Y por lo que me han dicho, tu también.
– Oye, me alegro de que estés viva y todo eso. En cuanto al nombre…
– ¿Es que no podemos tener el mismo nombre? En la Tierra hay millones de seres vivos con el mismo nombre, por no hablar ya del Universo.
– No, claro, podemos tener el mismo nombre. Pero si algún día por el espacio oyes hablar de otros Novas, tranquila, es que somos decenas, todo un grupo de gente como yo. Encantado de haberte conocido.
– Igualmente -. Lo que me faltaba, decenas de cabezones como este por el cosmos con mi nombre, pensó Frankie Raye. Aunque al menos, éste tiene un buen culo.
Estela Plateada estaba orbitando continuamente alrededor de Titán, a la espera del peligro (y porque realmente se sentía mas cómodo así).
«Si mi reciente enfrentamiento con los Siete Hermanos (6)«, pensaba, «no hubiera ocupado todo mi tiempo reciente, me habría dado cuenta de que esto estaba pasando«.
– ¡Estela! – oyó una voz que le llamaba. Giró la cabeza para ver la hipertrofiada forma de Billy Rayos Beta, el ultimo korbinita, defensor de Asgard, y ex-compañero de Estela en los Starmasters-. Estela, quiero preguntarte una cosa. Recientemente estuve en Asgard, sólo para hallarla en ruinas, y a los Dioses perdidos. Pude encontrar al Padre-de-Todos, y me dijo que tenia un plan para salvar al Reino Dorado, y que me mantuviera a la espera, por si fracasaba, para proteger a Midgard de aquella terrible amenaza (7) Antes de poder preguntarlo, vi por qué no lo arreglaba todo: porque tenía miedo. Su magia, aparentemente, había sido robada. Pero sé que, si en mi interior aún queda algo de magia asgardiana, podría salvarles. Así que tengo que preguntártelo: cuándo Odín y tu unisteis vuestras fuerzas para salvarme la vida y me recreasteis en este cuerpo (8), ¿quedó algo del Poder de Odín en mí?
– Sí… pero no puede ayudarte. El poder de Odín que queda en tí no vino de él, sino de mí. Mediante mi poder cósmico pude imitar las energías que llamáis magia, y con ellas te reconstruí.
Rayos Beta se quedo callado un tiempo, asimilando lo que acababa de oír, dudando entre agradecerle otra vez que le hubiera salvado, o maldecirle por la blasfemia que había cometido. Optó por no decir nada, aunque el desapasionado tono con el que le hablaba casi le hacia decantarse por lo segundo.
En ese momento, Quasar volvía con Kismet a Titán y se dirigía a sus dos ex-compañeros.
– No puede ser, los Starmasters juntos de nuevo. No nos reuníamos desde… euh…
– Desde que dimití del grupo (9), no dudes en decirlo. Lamento haberlo hecho así, pero trabajo mejor solo. Aun así, valoro vuestra compañía, y es un honor volver a colaborar con vosotros.
– Lo mismo digo.
– Y yo – y Quasar extendió su mano, y Billy y Estela pusieron las suyas encima-. Esto, ¿alguien sabe que fue de Zenit y Morfex?
– Hola Mentor -dijo el Señor del Fuego-. Como dicen en la Tierra, un penique por tus pensamientos. Te veo sombrío.
– ¿Tanto se me nota? Estaba pensando en que vine a Titán para vivir en paz, pero no hacemos mas que luchar. A veces me pregunto si todo esto merece la pena.
– ¿Cómo puedes dudarlo? Mentor, construiste un paraíso a partir de un mundo estéril. Este es un mundo de paz, lleno de maravillas. No tienes la culpa de que los guerreros tengamos que usarlo. Lo usamos para salvar vidas, no para destruir. Y tampoco debes culparte por lo de Thanos.
– Si. Quizás tengas razón. Quizá hoy ni siquiera tengamos que luchar. Gracias por la conversación, Pyreus. Eres más sabio de lo que aparentas.
– Gracias Mentor -. El Señor del Fuego emprendió el vuelo, contento de haber ayudado al patriarca Eterno. Pero mientras vagaba por encima del bello paisaje de Titán, la duda también le asaltaba. ¿Y si fallaba a Titán como fallo a su planeta natal Xandar? (10) ¿Y si fallaba a su antiguo amo Galactus como fallo a su amigo Gabriel? (11) Y aunque ganaran, ¿qué mérito sería suyo? Como siempre, seria gracias a Estela Plateada, el primer y mejor heraldo de Galactus, el antiguo amor de Nova. No podía competir con él… A pesar de seguir divagando en sus pensamientos, el Señor del Fuego se percató de que bajo el estaba desarrollándose una pelea. Eran Maxam y Drax, ex-Guardianes del Infinito, ambos con mas músculos que cerebro, al parecer. Pyreus bajó con resignación y apartó al Destructor, mientras la Cosa sujetaba a Maxam. Previamente, un muro de energía cuántica entre los combatientes, cortesía de Quasar, había impedido que la pelea llegara a mayores.
– ¿Qué pasa, Drax?
– ¿Qué hace ese asesino aquí? Seguro que lo ha enviado Thanos para matarnos a todos.
– Oye, ya te he dicho que yo no tuve la culpa de matar a Warlock (12). Algo me hizo hacerlo. Y te aseguro que no soy un peligro- respondió Maxam.
– No lo eres, hasta que nos traiciones y ataques por la espalda.
– Tranquilo, Drax. La Cosa lo tendrá vigilado por si acaso, pero el chico nos ha ayudado antes, y podría ayudarnos ahora. Además, le hicimos un sondeo, y no parece albergar malas intenciones. No dejes que tu rabia nuble tu juicio, ¿vale?
– Buuf, como estamos de los nervios hoy -comentó Quasar.
Pronto, una alarma sonó por todo Titán, llamando a los héroes a reunirse. Un contingente de superseres alienígenas encabezado por la Guardia Imperial Shi’ar se acercaba, conminando a los héroes a detenerse, tachando su intento de rescatar a Galactus de crimen contra toda vida. Lo que les llevaría a la inminente batalla, para la cual los héroes se estaban preparando.
– ¡Qué situación más chunga es ésta! – gritó Ben Grimm al tratar de ponerse el traje para el combate espacial.
– ¿Seguro que estos trajes resistirán en el espacio? ¿Y al uso de mis poderes? – preguntó un preocupado Guerra Relámpago
– Seguro: si Reed Richards ha dado el visto bueno, son garantía de calidad. No solo permiten sobrevivir en el espacio, y hasta usar poderes como los míos, sino que te permite desplazarte aunque seas un peso muerto como Ben. ¡Si hasta tienen sistema de radio con los demás!
– Chist, cerilla, deja la publicidad, que va a hablar tu hermana.
Susan Richards, la Mujer Invisible, subió a un estrado frente a la reunión de héroes. Tras ella estaban Cíclope, Señor del Fuego y Mentor.
– Hola a todos. Sé que estas cosas las suele hacer el Capitán América, pero como él no está (13) me toca a mí. Seré breve. Mi marido y otros científicos deben seguir trabajando para rescatar a Galactus. Así que debemos impedir a toda costa que su trabajo sea interrumpido. En estos momentos, la Guardia Imperial Shi’ar y otros alienígenas vienen a impedírnoslo. No pueden comprender lo que hacemos, igual que nosotros no lo entenderíamos en su lugar. No olvidéis que defienden lo que creen, igual que hacemos nosotros. La diferencia es que nosotros luchamos por la vida de todo el Universo. Así que estad preparados para esta conflagración, y para posibles ataques posteriores. Y muchos de vosotros seréis necesitados por los científicos conforme pase el tiempo, así que la rapidez y coordinación serán vitales. Cíclope y el Señor del Fuego coordinaran vuestro ataque. Si no hay mas preguntas, suerte a todos, y allá vamos.
Los héroes reaccionaron poniéndose en marcha, aunque con menos decisión que otras veces. Sue se preguntó si es porque su discurso no llega al nivel de los del Capi, o…
– Quasar -dijo-. Te necesito aquí junto a mí para proteger a los cerebros por si algún atacante se adelanta.
– Está bien -. «Me voy a perder la acción. Bueno, la verdad es que ya he combatido suficiente a los Imperiales (14) para varios años. Y seguro que al final acabo en alguna pelea«, pensó, y su mente empezó a repasar todas las grandes reuniones de héroes en las que había estado. «La primera en la que estuve fue el Combate de Campeones (15) del Gran Maestro, pero allí no hice mas que ser abducido y mirar como otros luchaban. Pero jamás he visto otra reunión tan grande. Por lo que me han contado, mientras estuve en el espacio me perdí unas Guerras Secretas en otro planeta, y su conclusión en la Tierra cuando su instigador Todopoderoso vino a la Tierra por curiosidad. (16)Hubiera sido curioso conocerle, aunque es mas simpático ahora como Kosmos. La primera a la que fui tras volver de Urano fue aquella vez en que los Vengadores y 4F nos enfrentamos a la invasión atlante bajo los auspicios del antiguo ente maligno Set. (17)Tampoco hice mucho, a todos los que nos habíamos acercado a su Corona Serpiente anteriormente (18) nos entró una debilidad. Pero me reconforta saber que en otra realidad fui yo quien derroto a Set. (19) Otra reunión, que fue casi una guerra en la que muchos héroes nos vimos envueltos fueron los Actos de Venganza. Otra vez me cubrí de gloria: unos robots hundieron la Hidrobase mientras estaba bajo mi protección (20), el Hombre Absorbente escapo pese a haberlo derrotado (21), y mandé al Láser Viviente a otra dimensión(22), lo que acabo trayéndome mas problemas de los que quiero pensar (23). Atrapé a unos cuantos villanos, sí, pero otros muchos escaparon, como solía ser mi costumbre. La siguiente vez fue la lucha contra Thanos y su Guantelete del Infinito (24), aunque hasta un tiempo después no recordé mi participación en aquello. Tampoco es que hiciera mucho, ninguno lo hicimos, pero yo acababa de derrotar a Maelstrom y salvar el Cosmos (25),así que me compenso. Al menos derroté a los impostores que Thanos mando a por mí (26). Después ya vino la Operación: Tormenta Galáctica… Y quiero pensar que salvamos miles de mundos, pero solo puedo pensar que por nuestra culpa, por mi culpa, murieron billones de seres (27). Si tan sólo lo hubiésemos impedido, si hubiésemos actuado antes… Mejor no pienso mas en ello. Lo siguiente fue poco después, cuando me llamaron para combatir al Magus (28). Encontré a Eternidad (29), me metí en una pelea sin sentido (30), y cuando todo dependía de mí, fallé al usar el Nulificador Supremo, y si no llega a ser por el Starbrand, habría muerto (31). Afortunadamente pudieron pasar sin mí, igual que en la siguiente gran reunión, la Cruzada del Infinito. Estaba tan ocupado buscando mis propias bandas (32), perdidas tras lo anterior, que no pude ayudarles. Sheesh, menudo protector. Si no pude ni proteger ni a mi propia novia cuando la Flota Negra la capturo buscando el Starbrand que yo le había pasado (33), y tuve que reunir a unos cuantos héroes para rescatarla y salvar la Tierra (34). Y ahora ella esta exiliada en otro mundo (35). Y mientras estaba por el cosmos, me habrían necesitado en la Tierra para luchar contra Embate. Si hubiese estado allí, tal vez no habría costado tanto detener a ese monstruo, quizá la Avispa no hubiese muerto. Parece que haga lo que haga, lo termino estropeando. ¿Y si ahora también lo estropeo? ¿Y si todo depende de mi y fallo?». Quasar bajó a la superficie, apartando su mente de la batalla, mirando al suelo. «¡No!», pensó. «¡No volveré a caer en eso! Puede que haya cometido errores, pero hasta el Capi los comete a veces. He hecho todo lo que he podido, y aprendo de mis errores. Si no fuera por mi, el Universo ya habría sido destruido. Porque ya aprendí que uno no puede rendirse así como así, la autocompasión no lleva a ninguna parte. Aunque falle una vez, aunque falle cien, debo seguir intentándolo. Porque tal vez a la ciento uno lo conseguiré. Porque es mi responsabilidad como protector, como héroe. ¡No me rendiré!»
Quasar cerró sus puños y se elevó. Extendió sus brazos, y de sus bandas comenzó a formarse energía. La energía empezaba a tomar forma curva, a la vez que más y más energía seguía surgiendo de las formidables bandas cuánticas. Era lo mas ambicioso que había intentado con las bandas: cubrir el planeta entero con una esfera de energía. Mientras lo intentaba (y lo conseguía, pues el poder de las bandas era ilimitado, y su uso sólo dependía de la experiencia y voluntad del usuario, y en este momento la de Quasar era máxima) veía la pelea desarrollarse.
Había visto como Oráculo era la primera en caer, ya que Binaria la había considerado la mayor amenaza debido a sus poderes mentales. Había visto como Tempestad y Guerra Relámpago intercambiaban megavoltios de electricidad, hasta que el terrestre se atrevió a absorber la electricidad de su adversario, y la recanalizó contra él, solo para ser abatido por detrás otro Shi’ar electromagnético, Electrón, que entonces tuvo que medir sus poderes con Tormenta. Veía a la Visión y a Astra en un baile fantasmal, tratando cada uno de solidificarse dentro del otro sin éxito. Cómo Bill Rayos Beta golpeaba al mecanoide simbiótico Estrella de Guerra hasta que se separó en sus dos componentes, B’nee y C’cil, el mayor de ellos golpeado por un rayo de plasma de Kaos, y el pequeño por un rayo óptico de Cíclope. Vio impotente como Estela Plateada parecía atacar a una desprevenida Nova, aunque no llego a atacar porque Lyja, experta en cambios de forma, desvelo que «Estela» era en realidad el multiforme Duende. El irónicamente llamado Titán creció de tamaño y trato de aplastar a Maxam, pero este contraatacó aumentado su masa también. Pegador se acercó rápidamente a Fuego Solar dispuesto a atacar, cuando el mutante generó un géiser de llamas que le impidió acercarse. Quasar vio a su recurrente adversario Neutrón (antes llamado Quasar, irónicamente) atacar a Maxam, y a Drax el Destructor atacarle a él. Vio a Kismet neutralizar a Enana, antes de que logre penetrar la barrera cuántica reduciéndose a tamaño subátomico, y sonreírle cuando le vio. Vio al Señor del Fuego arrancándole la llama a Rayo Estelar con toda su furia. Vio como Bola rebotaba encima de Binaria, pillándola desprevenida. Vio a Piedra Filosofal deteniendo a Vindicador, transmutando los circuitos de su traje en plomo. Afortunadamente, antes de que decidiera transformar los trajes protectores de los demás héroes en cualquier cosa, la Cosa logró golpear a Bola y lanzarlo hacia su compañero, dejándolo inconsciente. Vio a Tormenta en posición fetal, y encima de ella a Magia usando sus poderes; aparentemente, había creado alguna ilusión que aterraba a Tormenta. Pero no duró mucho, porque Kismet la golpeó por detrás. Vio a Noche generando una zona oscura de la que Diamante Lil no podía salir, hasta que la Antorcha Humana hizo brillar su llama a máxima intensidad, disipando la oscuridad; a Colmillo tratando de arañar inútilmente el cuerpo invulnerable de Lil, aprovechando su confusión, hasta que desistió y trata de atacar a Lyja. Pero su sed de sangre reptil se cortó cuando la skrull transformó su puño en algo como el hierro y lo noqueó. Vio a Sota de Corazones y a Impulso intercambiar rayos de energía, sin llegar a darse. Por suerte, pensó Quasar, ya que ambos, además de generar energías similares, están hechos de energía y necesitan llevar su traje intacto para sobrevivir. Vio otra vez a Kismet, esta vez atrapando en una esfera a Bailarina Lunar. Y a Terremoto, sus poderes tectónicos inútiles en el espacio, cogiéndose a la Cosa y usando sus poderes en su piel pétrea. Cerca de donde estaba Quasar se encontraba Ganímedes sola, hasta que junto a ella apareció un Shi’ar (que Quasar reconoció como el sucesor de Espía, un Imperial muerto que Quasar casi conoció una vez (36)) y fue noqueado por un golpe de la Célibe; al parecer, que la Mujer Invisible se había dado cuenta del ataque, y había hecho visible a Espía. Vio a CPU activando los cohetes de Cíclope, Kaos y Diamante Lil, mandándoles fuera de la batalla sin control, hasta que se aburrió y decidió pelear con la Visión. Y otra vez a Kismet, a punto de atacar a Sibila: pero, a pesar de darse cuenta, el/la alienígena no trató de defenderse, ya que algo que había captado con su telepatía la había traumatizado. Kismet decidió dejar la batalla para tratar de ayudarle. Quasar se sintió orgulloso. También vio a Rayos Beta en un mano a mano con Ultimus, tras haber frito los equipos de Korath y Shatterax; a la mayor parte del Cuerpo de Centuriones Nova debatiendo su postura gracias a las palabras de Rich Rider, aunque algunos de los más cabezotas se habían adelantado, y se lo estaban poniendo difícil a Binaria y a Frankie «Nova» Raye, y…
– Voilà -. La burbuja estaba terminada. Quasar bajó a la superficie para descansar un poco del esfuerzo realizado. Pero desde allí, mirando hacia arriba, vio flotando a otro viejo conocido: Uatu el Vigilante. Se acercó a hablar con él -. Ey, Uatu, soy yo, Quasar. ¿Podrías decirme como van las cosas según tu perspectiva? ¿Alguna ayuda, algo que debamos saber? -. Pero el Vigilante continuó impasible-. Mira Uatu, he oído lo que te paso, que te echaron de los Vigilantes (37). Supongo que ahora quieres expiar tus culpas dejando de actuar. Pero, ¿no ves que siempre que el Universo está en peligro acabas actuando? Hablar mismo ya es actuar, ni siquiera hace falta un acto físico. Pero lo que haces está bien. Es decir, vuestra misión es registrar lo sucedido para la posterioridad, ¿no? Pues puedes seguir haciendo eso, desde la Luna como te gusta, aun sin la aprobación de tus compatriotas Vigilantes. Y si de vez en cuando actúas, no pasa nada. Tu actuarás para que haya un universo que seguir vigilando, no para «interferir en los asuntos de los mortales». No debes seguir culpándote de lo que haces. Debes seguir tu propio código de conducta, y, quien sabe, quizá algún día otros Vigilantes sigan tu ejemplo o entren en razón y te readmitan-. Quasar paró un momento para coger aliento-. Ya se que es un poco raro que alguien con menos de medio siglo aconseje a alguien con millones de años, pero…
El (ex-)Vigilante se quedo inmóvil un rato, ante la preocupada mirada de Quasar. Finalmente, habló:
– Aunque quisiera ayudaros, no podría. El Tribunal Viviente decretó que los seres mortales eran los únicos que podían intervenir en esto, ya que la situación fue causada por seres mortales, y la participación de seres trascendentes solo ha causado más problemas. Y mi raza no puede ser considerada mortal.
– Ah, vale. Pero piensa en lo que te he dicho, ¿vale? –
Ese es el Uatu que conozco. Ya ha vadeado la sentencia del Tribunal Viviente avisándonos del problema, pudiendo negar haber actuado, ya que no ha movido un dedo. De algo sirven años de experiencia.
– Sin embargo, puedo hacer esto -. Uatu levantó la mano, y antes de que Quasar se diese cuenta de que algo pasaba, ya no estaban en Titán. Estaban en el espacio, frente a una inmensa flota de naves de guerra.
– ¿Dónde estamos? ¿Qué es todo esto? – El Vigilante no contestó, simplemente hizo otro gesto, y aparecieron dentro de una de las naves. Estaba llena de skrulls.
– Lo siento, no querría interrumpir, pero… ¡Un momento! No me pueden ver. Ah, ya se, estas haciendo de Fantasma de las Navidades Presentes, ¿no es así? OK, enséñame lo que tengas que enseñarme y volvamos al Sistema Solar.
El Vigilante señaló a uno de los Skrulls en el puente de mando.
– … y así, mi tripulación, hemos llegado a la conclusión de que aunque nuestra tropa es capaz de arrasar cien millones de veces la Tierra, con toda seguridad los malditos Vengadores o los 4 Fantásticos sobrevivirían, rescatarían al tres veces maldito Galactus, y lo lanzarían contra el Imperio Verdadero para que nos devorara como hizo con el Mundo-Trono del Imperio original (38). Así que, dada que esa victoria nos es imposible, es nuestro deber como auténticos skrulls el aceptar esta derrota con la muerte, como exige el honor. ¡Pero nos llevaremos a las flotas de los demás territorios Skrulls con nosotros! ¡A mis ordenes, ataque suicida al resto de la flota!
Antes de que pudiera reaccionar, Quasar es teleportado al interior de otra nave.
– No puede ser – gritaba otro comandante Skrull – Primero la facción de S’Byll se niega a colaborar en este ataque, como se niega a reconocer nuestra supremacía, y ahora estos cretinos se atreven a atacarnos. Bien, olvidad la misión anterior, atacad a las demás flotas, ¡por el honor y el Imperio!
Quasar volvió a ser teleportado fuera, a muchos kilómetros de la flota, y pudo observar cómo en instantes empezaban a sucederse las explosiones, y en cuestión de segundos la miríada de naves se redujo a la mitad.
– ¡NOOOOO! -. Quasar sólo podía mirar angustiado cómo sucedía todo esto, demasiado deprisa para poder reaccionar-. ¿Por qué, Uatu, por qué me traes a ver esto y no me permites hacer nada?
El Vigilante, como siempre, no dijo nada, pero el escenario volvió a cambiar. Esta vez estaban en la sala del Trono de Chandilar, capital del Imperio Shi’ar. Allí estaban el Canciller Araki (siendo éste el nombre que por tradición adquieren todos los cancilleres de la casa real Neramani) y la emperatriz Shi’ar, Lilandra.
– ¿Por qué, Araki? Haga lo que haga, he condenado a mi pueblo. Si la Guardia Imperial fracasa, Galactus volverá, y la responsabilidad de los mundos Shi’ar que destruya será mía, por no haber destruido a los terrestres antes. Y si tiene éxito, tal vez tengan razón los terrestres y sea el fin de la existencia. Vienen noticias de que por todo el Imperio empiezan a multiplicarse desastres naturales y sobrenaturales. Por K’ythri, ¿siempre tiene que haber sangre en mis manos?
El escenario volvió a cambiar: un planeta perteneciente al Fuero siendo devorado por la entropía, cuando todo a la vez parecía ir mal. Y después, un planeta en el borde exterior del Puño en el que no solo no iba nada mal, sino que todo iba demasiado bien: ningún hecho parecía dejado al azar, todo transcurría mecánicamente, sin ningún cambio.
Una y otra vez, la imagen iba cambiando. Quasar se daba cuenta de que todo lo que veía esta transcurriendo casi al mismo tiempo. El Vigilante le estaba prestando su omnivisión, el don o la maldición de poder verlo todo a la vez, y Wendell solo podía observar, con horror, una escena tras otra: planetas siendo engullidos por sus propios soles, razas enteras realizando suicidios colectivos, leyes universales dejando de cumplirse… hasta un Primigenio abandonando su misión vital, y tratando de suicidarse.
– ¡Basta! ¿Por qué haces esto? ¿Por qué me torturas enseñándome todo lo que no puedo salvar? – gritó Quasar. Sin darse cuenta, las visiones pararon. Y el enigmático Uatu habló.
– Igual que tú me has enseñado algo, yo te lo he enseñado a tí. Quería que vieras que aunque seas el Protector Universal, no puedes salvar a todo el mundo. Verás, ésa no es tu misión. Si te hubieras parado a salvar a todos los que has visto morir, no podrías estar de vuelta en Titán, donde se te necesitará para lo que se te avecina. Y aunque habrías salvado a millones, habría sido inútil, porque todo el Universo habría perecido. Porque tu misión, joven Wendell, es proteger toda vida del mal, si, pero siempre del mayor mal posible. Debes aceptar que nunca podrás salvar a todos, para que tu conciencia descanse, y puedas desempeñar correctamente tu tarea: salvar el cosmos.
Quasar logró superar el trauma inicial de lo que había visto y oído en los últimos minutos, y se dio cuenta de la verdad en sus palabras.
– Tienes razón. Debo dejar de plantearme si estoy haciendo lo correcto, y hacerlo simplemente. Tratar de salvar vidas esté donde esté, sí, pero sin perder de vista que también soy humano y tengo unos limites. Gracias Uatu. Y ahora… ¡Espera un momento! Época me dijo que combatiría a una amenaza doble (39). Una de las amenazas es la entropía que esta afectando al universo, como dijo Reed Richards, pero la otra, ¿puede ser esa extraña falta de fuerzas, esa desesperación hasta en los planetas no tan afectados por el desorden? ¡Por eso me lo has enseñado! Y Época también dijo que mis bandas pueden protegerme de ambas amenazas. ¡Eso es! Cuando estaba en Titán empece a sentirme mal, y a autocompadecerme, pero en el momento en el que logré sobreponerme, y generé un campo cuántico a mi alrededor, dejé de sentirme mal. Rápido Uatu, tengo que volver a Titán, antes de que rompan la barrera cuántica.
Dicho y hecho, antes de que terminara la frase, volvía a estar en la órbita del satélite de Saturno.
– Ahora sí, estoy seguro de que venceremos. La clave está en hacer lo correcto, y en nunca, nunca rendirse – pensó Quasar, mientras se dirigía a toda prisa al interior de la gigantesca burbuja cuántica planetaria.
Y mientras Quasar se dirigía a salvar el universo, Uatu se manifestó a unos minutos-luz de Saturno, para poder ver un compañero observador cósmico.
– ¿Crees que lo conseguirán? Se enfrentan a un enemigo superior -dijo Kronos, el antiguo eterno convertido en entidad cósmica.
– Por supuesto. Pues esa es la grandeza de la humanidad, una capacidad nata para superarse, para luchar pese a todo, aunque sea una causa perdida, para no rendirse jamás. Lo que, junto a su capacidad emocional y para distinguir entre el bien y el mal, cuando bien usada, les convierte en una chispa que algún día eclipsará a seres como nosotros, si no se dejan arrastrar por su lado oscuro.
– Tienes razón. Porque pese a todo lo que gané al trascender (40), echo de menos esas emociones, y esa sensación que llaman… humanidad.
(1) En Giant-Size X-Men # 1, por ejemplo
(2) Ver actuales números de Eurocorps
(3) Entre Alpha Flight # 28 y 45
(4) En su segundo encuentro con el Adversario, en Factor-X # 121
(5) Ver Marvel Team-Up # 100
(6) Ver recientes números de Estela Plateada
(7) Durante Falta de Esperanza, en Thor # 407-410
(8) Ver Poderes Cósmicos Unlimited # 4
(9) Ver Estela Plateada Vol.2 # 122
(10) Xandar fue destruido por Nébula y sus piratas en Vengadores # 260
(11) Gabriel Lan, el Caminante Aéreo, fue destruido cuando Galactus desapareció, en Estela Plateada Vol.2 # 109
(12) Maxam creyó matar a Adam Warlock en Warlock y la Guardia del Infinito # 42
(13) Los Vengadores están ocupados con los hechos de la Cronotormenta, ver Vengadores # 407-409
(14) En Quasar # 32-33, 45-46 y 54.
(15) Ver Contest of Champions # 1-3
(16) Ver Secret Wars # 1-12 y Secret Wars II # 1-9
(17) En Atlantis Ataca, la saga de los anuales del ’89
(18) Quasar llevó la Corona Serpiente en Marvel Two-In-One Anual # 5
(19) Se vio en Quasar # 30
(20) Ver Vengadores # 311
(21) Ver Quasar # 5
(22) Ver Quasar # 6
(23) Como quedarse atrapado en el Nuevo Universo, poseer el Starbrand, pasarle el mismo a su novia, y que varias entidades la persiguieran tratando de conseguirlo.
(24) En El Guantelete del Infinito # 1-6
(25) Ver Quasar # 24-25
(26) Ver Quasar # 26-27
(27) Debido a la explosión de la Nega-Bomba sobre el Imperio Kree en Hombre Maravilla # 9
(28) Durante la Guerra del Infinito
(29) Ver Quasar # 37
(30) Ver Quasar # 38 y Guerra del Infinito # 3
(31) Ver Guerra del Infinito # 5 y Quasar # 40
(32) Ver Quasar # 47-48
(33) En Desafío Estelar # 1
(34) Durante Desafío Estelar # 1-4 y Quasar # 54-56
(35) Desde Quasar # 57
(36) Realmente era un impostor, en Quasar # 62
(37) En Cuatro Fantásticos # 400
(38) En Cuatro Fantásticos # 257
(39) Ver episodio anterior
(40) Kronos era un líder Eterno que tras un accidente quedo expandido por todo el sistema solar, convirtiéndose en un ser cósmico
Hola a todos. Aquí esta el segundo y ultimo crossover con Emociones Primarias. Espero que os guste, aunque quizá Quasar no tenga todo el protagonismo necesario. Y ya sabéis, ni se os ocurra perderos Poderes Cósmicos # 22-25 (ni el Anual # 1)
Y antes de despedirme, una pregunta a ver si contesta alguien: ¿Pensáis que esta serie es demasiado inaccesible para nuevos lectores? Ya se que se basa muchísimo en continuidad anterior, esa es la idea, pero trato de explicar quien es quien (Escribiendo notas si es necesario) Pues eso, decidme lo que pensáis, sea lo que sea, a Pedro.Garcia@ua.es
Pues aquí nos vemos, espero que pronto. Hasta entonces, saludos cósmicos.
Doctor Comic.
PRÓXIMO: Para saber como termina la historia, no dejes de leer Poderes Cósmicos # 24-25. Y no te pierdas la aparición de Quasar en el anual de Poderes Cósmicos.