THOR #511
Falta de Caridad (Capítulo 1 de 4)
Muerte, ¿dónde está tu aguijón?
Guión:
Bergil
Portada: Dibujada por John Romita Jr.Esta
portada y las tres siguientes se continúan, formando una única
imagen. En esta aparece un extremo de Asgard (como isla que flota en el
espacio). Este extremo es afilado (largo y delgado). Corriendo desde el
horizonte y en dirección a la derecha (es decir, "hacia" la portada
del número 512) aparecen los asgardianos "buenos" (aesires y no
aesires), con excepción de Odín y Thor. Además, en
la esquina inferior derecha se ve, en un triángulo, el rostro de
Red Norvell, con la indicación de que el número incluye un
episodio de Historias de Midgard.
En una llanura a algunos kilómetros de Asgard, los aesires y
sus cada vez más numerosos aliados estaban reunidos. Allí
estaba el ejercito norn dirigido por la propia Karnilla en persona. Un
poco más lejos se encontraban los enanos venidos desde Nidavellir;
los comandaba el hermano menor de Eitri. A la sombra de los altos riscos
se congregaba un grupo de elfos oscuros que Kurse había encabezado
desde Svartalfheim. Y representantes de más y más razas de
Asgard no cesaban de acudir a la llamada de Odín. Sólo los
gigantes de hielo, siempre prestos a seguir al hijo de Laufey en sus golpes
de mano contra los aesires, y los demonios de ¿Muspleheim?, enemigos
jurados de todo lo que vive, habían hecho oídos sordos a
la petición del Padre de Todos.
Mientras el ejército mantenía una vigilancia constante
sobre la capital del Reino Dorado, los dirigentes estaban reunidos en la
tienda de Odín, prestándole la máxima atención.
Incluso los trolls escuchaban en silencio las palabras de Odín.
- No os engañéis pensando que porque el enemigo sea Loki
es algo que atañe únicamente a los aesires. El envite es
de mucho más calado, y ninguna raza estará a salvo si se
le permite triunfar en su propósito. Porque, aunque él no
lo sepa, el mismo Loki es un peón.
Con el rabillo del ojo, Thor vio cómo Geirrodurr y Ulik se revolvían
inquietos. Resultaba evidente que, a pesar de que los trolls habían
accedido a unir fuerzas con casi todas las demás razas de Asgard,
no acababan de encontrarse cómodos luchando del mismo lado que sus
adversarios tradicionales . Sin embargo, se mantuvieron en silencio mientras
Odín continuaba hablando.
- ...sabed, pues, cuál ha sido la historia hasta el momento.
Mi hijo adoptivo había fracasado nuevamente. Apenas se habían
apagado los ecos de lo que los pregoneros de Midgard denominaron los Actos
de Venganza, cuando el dios del trueno y sus camaradas mortales se
enfrentaron a Loki en combate singular. El dios del mal fue finalmente
vencido, y atrapado en el subsuelo de la Isla del Silencio por mi hijo
(1). Sin
embargo, el dios del trueno sabía perfectamente que Loki lograría
escapar, como así ocurrió, y su malvada inteligencia continuó
forjando planes para dominar los Nueve Mundos. Llegó incluso a poner
al príncipe de Asgard en la tesitura de tener que tomar su vida,
cosa que finalmente se vio obligado a hacer (2).
Por este hecho, mi hijo Thor fue desterrado a los reinos infernales, mientras
que un mortal ocupaba su lugar en Midgard. Su osadía llevó
a Loki a poseerme a mí, pero fue finalmente derrotado y exiliado
a Hel, de donde escapó; tras ello, se enfrentó nuevamente
al dios del trueno, y a los héroes de Midgard conocidos como Thunderstrike,
Hulk y Hombre Gigante (3).
Tras esta serie consecutiva de fracasos y castigos, el hijo de Laufey parecía
haber aprendido la lección. Más ¡ay!, no era sino la
calma que precedía a la calamidad en que ahora nos encontramos.
"De sus pasadas experiencias, Loki había aprendido dos cosas:
que confiar en peones mortales le llevaría inevitablemente a que
le fallaran, o a ser traicionado por ellos; y que un ataque directo no
era la mejor opción, pues siempre había estado más
cerca del éxito final cuando empleó subterfugios y añagazas,
conforme corresponde a su condición de dios de la mentira y el engaño.
Así que se dedicó a investigar en los libros en que se contenían
los hechizos más arcanos y prohibidos, en un intento de alcanzar
poder suficiente como para ser capaz de dominar Asgard por sí solo."
"Sus investigaciones le llevaron a descubrir el lugar en que yacía
el objeto que mayores energías necrománticas concentraba
en toda Asgard: la joya que los bardos humanos denominaron el Anillo de
los Nibelungos. Este objeto está irremisiblemente maldito. Y ello,
tanto por el fin con el que se creó como por los engaños,
traiciones y crímenes sin cuento que originó la ambición
de poseerlo. Sin embargo, nada fue capaz de disuadir a Loki en sus afanes
por poner sus manos sobre él. Diríase que el influjo maligno
del anillo ya había comenzado a afectarle, como si la mera intención
de tomarlo ya fuera suficiente para nublar el juicio. No hace falta mucho,
todos lo sabéis bien, para inducir a Loki a cometer acciones viles.
Sin embargo, lo realizado hasta entonces palidece al lado de las atrocidades
que perpetró en su ansia insana de tomar el anillo: muertes, engaños,
profanaciones, mentiras, violaciones... nada ni nadie fue obstáculo
suficiente."
"Desde luego, conseguir el anillo no le resultó fácil
en absoluto. Había que mantener ocupados a aquellos que, de enterarse
de sus maquinaciones, no dudarían en derramar hasta la última
gota de sus sangre con tal de detenerle. Así pues, debía
crear en Asgard y Midgard problemas que distrajeran la atención
de los defensores de la justicia y el honor. En Midgard distrajo la atención
del grupo de héroes que en más ocasiones había frustrado
sus designios, y llegó al extremo de fingir una derrota completa
por el más débil de los mortales (4)."
"Pero para el Reino Dorado, sus designios fueron de otra índole.
Mediante sus hechizos, comenzó a afectar la fuerza vital de los
asgardianos. Nuestro camarada del espacio y huésped, el llamado
Bill Rayos Beta, fue de los primeros en caer. Sólo gracias a la
ayuda de un aliado tan poderoso como Estela Plateada, y combinando sus
poderes cósmicos con los míos propios, fuimos capaces de
arrancarle del abrazo de Hela, que parecía ya definitivo (5).
Y como diversión suprema, tras asegurarse la no intervención
de quien podría detenerle, y a quien engañó incluso
en aquel envite supremo, realizó un ataque contra el Fresno de la
Vida (6).
Pareció que en aquel trance, el dios malvado había calculado
mal. Sirviéndose de un peón mortal, este le falló
del modo más inesperado: el farol estuvo a punto de ser la mano
ganadora, el Fresno casi sucumbió y, por unos instantes, el destino
de la creación pendió al borde del precipicio. Pero finalmente
todo terminó con bien... aparentemente."
"En Asgard, las nubes de tormenta se hacían más y más
oscuras para quien tuviera una mirada atenta y suficiente discernimiento.
La preocupación ensombrecía mi ánimo mientras ponderaba
si el tan temido Ragnarok estaría por fin llamando a las puertas
del Reino Dorado. No parecía haber solución posible para,
como en otras ocasiones, capear el temporal. Desesperado, dispersé
a los aesires, de modo que cualquiera que fuese el enemigo, no pudiera
capturarlos a todos con un solo golpe de mano. A continuación, clavé
a Ojo de Cuervo en Yggdrasil y yo mismo me envié a Midgard".
" Fue en vano. Loki había tenido éxito en su búsqueda,
y el Anillo estaba por fin en sus manos. Sumado a su conocimiento de la
hechicería, no había poder en Asgard que pudiera hacerle
frente. Se presentó ante mí en Midgard, y me reveló
lo que os acabo de contar. Jactándose de su triunfo, me mostró
cómo había localizado sin esfuerzo al pueblo del Reino Dorado,
y me reveló las ordalías a las que pensaba someterles. Pensaba,
dijo, dejar que los trolls y los gigantes de hielo se divirtieran una temporada
entre las ruinas de Asgard (7),
antes de reclamarla para sí y gobernarla con puño de hierro.
Y, a tenor de lo que hemos visto, eso es exactamente lo que ha hecho. Tras
eso, me borró la memoria, dejándome sólo una abrumadora
sensación de fracaso".
Cuando Odín terminó de hablar, el auditorio permaneció
durante unos momentos en silencio. Luego, Telchar el enano tomó
la palabra:
- Si el enemigo es tan poderoso como dices, aesir, ¿qué
esperanzas tenemos de vencer si nos enfrentamos a él?
- ¿Y qué esperanzas tendréis si no os enfrentáis?
-intervino Thor, antes de que Odín pudiera hablar-. ¡Y dirígete
con más respeto al monarca de Asgard, o...!.
- Tranquilizaos, Thor -dijo Odín, calmando a su irascible hijo-.
Mi hijo tiene razón, Telchar. El único modo de vencer es
permanecer unidos. Si permitimos que la duda y la disensión aniden
entre nosotros, entonces la victoria de Loki será segura. Y no debemos
olvidar que hasta el plan más cuidadoso y la armadura más
fuerte tienen alguna falla que, si es aprovechada convenientemente, permite
la victoria aunque la situación parezca desesperada.
Tras esto, Odín dio la reunión por terminada. Todos se
retiraron, excepto Thor, que permaneció en silencio hasta que quedó
a solas con su padre.
- ¿Qué deseas, hijo mío?
- Padre, hay algo que no nos habéis contado, ¿no es cierto?
No es sólo a la magia negra a lo que nos enfrentamos, ¿verdad?
- Hijo mío -dijo Odín, mirando con orgullo a Thor-, nada
puede ocultarse a tu perspicacia. hay, en efecto, algo que no he revelado
todavía, y que de momento es conveniente que permanezca ignorado
incluso por el dios del trueno. Más no temas: cuando llegue el momento,
sabrás qué es lo que oculto tan cuidadosamente.
- Está bien, padre. Como deseéis -contestó Thor,
disponiéndose a salir.
- Espera un momento, hijo mío -le detuvo Odín-. Hay una
misión que nadie sino el dios del trueno puede cumplir. Una misión
que debe realizarse en sigilo y con la mayor rapidez posible, pues de ella
depende gran parte de nuestras oportunidades de victoria. Toma -dijo, entregando
a Thor un pergamino enrollado y lacrado con el sello de Odín-, habrás
de llevar esto a Hel y entregárselo a la propia diosa de la muerte
en persona. Asegurate de que presta su conformidad, ya que su cooperación
será decisiva. Y ahora, ¡ve con mis bendiciones, hijo mío!
Thor se arrodilló con reverencia ante Odín, y sin pronunciar
una sola palabra dio media vuelta y salió de la tienda. Buscó
con la vista a Sif, pero no vio a la hermosa diosa de cabellos de azabache.
Cuando, decepcionado, se disponía a partir, Heimdall se acercó
a él a grandes pasos.
- ¿Os marcháis, dios del trueno?
- Sí, noble Heimdall. El Padre de Todos me ha encomendado una
misión que no admite demora alguna.
- Quería haceros una pregunta, Thor. ¿Podríais
decirme, por ventura, qué pena aflige a mi hermana? ¿Por
qué oculta su bello rostro de los rayos del sol?
- Si la hermosa Sif no os lo ha revelado, buen Heindall, no seré
yo quien viole su secreto. Sabed sólo que la hermosa Sif soporta
una pena mayor de la que podéis imaginar, y respetad su silencio
hasta que ella decida romperlo. Y ahora, ¡adiós!
Sin pronunciar una palabra más, Thor y Heimdall se abrazaron
cordialmente. Luego, Thor se alejó a grandes pasos rumbo a Hel.
Poco tiempo después, Thor se encontraba ante el puente sobre
el río Gjoll. Como había previsto, Garm se hallaba tumbado
ante él, impidiendo el paso. Sin temor, Thor se adelantó
y habló con voz potente:
- ¡Atención, Azote de Tyr! ¡Es el dios del trueno
quien te habla! ¡Deja paso franco, pues la misión que traigo
así lo exige!
Volviendo la cabeza hacia Thor, Garm se puso en pie y tensó
sus músculos.
- No pienses, diosecillo, que porque me vencieras en el pasado (8)
volverás a hacerlo. No te atrevas a darme órdenes. Garm no
obedece a nadie sino a Hela, y la diosa de la muerte no me ha dado instrucciones
para que te deje pasar.
- No tengo tiempo de discutir contigo, Garm. Apártate, o sufre
mi justa ira.
Garm no respondió. Con un rugido, tensó sus patas traseras
y saltó hacia el dios del trueno. Pero sus mandíbulas se
cerraron en el vacío. Saltando con agilidad a un lado, Thor blandió
su mazo encantado y golpeó al guardián de Hel en la mandíbula.
La fiera cayó hacia atrás, pero rodó de lado y volvió
a ponerse en pie. Sacudiendo la testa para despejarse y echando espumarajos
de rabia por la boca, saltó de nuevo.
Esta vez, Thor le esperó a pie firme. Cuando Garm se abalanzaba
sobre él, tomó a Mjölnir con ambas manos y golpeó
de abajo arriba con todas sus fuerzas. Su oponente se desplomó inconsciente.
- Yace aquí, pobre bestia -dijo Thor con una mirada de lástima-,
mientras el dios del trueno atraviesa el portal que guardabas para cumplir
la misión que le encomendó el Padre de Todos.
Nada ni nadie molestó a Thor mientras atravesaba los recintos
de Hel. Aquel paisaje de pesadilla no le era desconocido en absoluto (9),
y avanzaba con paso decidido. No tuvo que esperar demasiado: tras algunos
minutos, una nube de vapores se condensó ante él, anunciándole
la inmediata aparición de Hela.
- Mis saludos, dios del trueno -dijo la diosa de la muerte.
- Yo os saludo, Hela. No es por su voluntad que el dios del trueno
pisa de nuevo vuestros dominios.
- ¿Qué es entonces tan importante como para doblegar
la voluntad del príncipe de Asgard?
- Una orden del Monarca del Reino Dorado en persona. Traigo un mensaje
mi padre para vos.
- ¿Y cuál es ese mensaje, pues?
Thor no contestó, y se limitó a sacar de su cinturón
el pergamino que su padre le había entregado y entregárselo
a Hela. Sin decir una palabra, la reina de Hel lo tomó, rompió
el sello de Odín y leyó en silencio el mensaje.
"Es en tiempos de crisis cuando se demuestra el temple de los seres.
No pienses que, por no haber actuado contra ti, no somos conscientes de
la traición que urdiste con mi hijo adoptivo (10)
para provocar la ruina del Reino primero, y de toda la creación
después. Sin embargo, hemos decidido darte la oportunidad de obtener
el perdón de tal falta de lesa creación, si nos prestas tu
ayuda en la contienda que se avecina. Hasta nueva orden, habrás
de cerrar las fronteras de tu reino. Ninguno de nuestros súbditos
podrá traspasar la puerta que conduce a Hel hasta que nuestra voluntad
no lo decida. Obra así, y obtendrás nuestro perdón
imperial, que no el olvido de tu falta; empecínate en tu actitud,
y sufrirás el castigo que mereces, tanto si Loki es derrotado como
si finalmente el mal prevalece, pues el dios de la mentira no cobija en
su corazón nada parecido al amor paterno". Al pie del documento
aparecía la runa de Odín.
Hela meditó en silencio durante unos instantes, ponderando sus
opciones. Finalmente, decidió arriesgarse, y se dirigió a
Thor:
- Decidme, dios del trueno, ¿sois conocedor del contenido de
la misiva que me dirige vuestro padre?
- ¿Acaso me creéis capaz de traicionar la confianza que
el Omnisciente depositó en mí al confiarme esta misión?
¡No añadáis el insulto a los demás motivos que
os hacen despreciable!
- Pasaré por alto vuestra falta de modales, Thor -dijo Hela,
satisfecha: el dios del trueno jamás había sabido mentir-.
Podéis decir a vuestro padre que acepto su ofrecimiento y que todo
se hará como desea; sin embargo, os impongo una condición
para permitiros regresar junto a él.
- ¿¡Cómo?!? ¿Creéis que no sería
capaz de abrirme paso, aun contra todas las huestes de Hel, y regresar
junto a mi padre?
- Quizá seríais capaz, pues nadie ha realizado las proezas
que vos habéis acometido; pero, ¿podríais regresar
a tiempo para socorrer a Odín en la batalla que se avecina?
Thor se contuvo para no explotar de ira. Con la voz perlada de enojo,
dijo:
- Decidme pues cuál es vuestra condición, y acabemos
de una vez.
- Así sea. Cuando todo termine, el dios del trueno deberá
venir voluntariamente a Hel y convertirlo en su morada por toda la eternidad.
- ¿Pretendéis pues obtener sin esfuerzo lo que de otro
modo jamás tendríais? ¡Vuestra insolencia no conoce
límites!
- Tomadlo o dejadlo, Thor. Es mi última palabra.
Thor pensó rápidamente. No era seguro que pudiera abrirse
paso él solo -ese farol, evidentemente, había fallado- y,
en cualquier caso, Hela tenía razón: nunca lo haría
a tiempo para ayudar a su padre. Además, Odín debía
estar realmente necesitado de la ayuda de Hela. Se decidió.
- De acuerdo, pues. Vos ganáis. Mas no contéis con que
se trate de una convivencia agradable.
- Ya lo veremos, dios del trueno. Y ni una palabra de esto a vuestro
padre, o Hela retirará su ayuda.
- El dios del trueno sólo tiene una palabra, y la cumplirá.
Adiós -dijo Thor dando media vuelta y alejándose.
- Hasta pronto, Thor -sonrió Hela-. Hasta pronto...
Cuando la amenaza del Ragnarok se cernía sobre
Asgard, Odín tomó a un simple periodista y le convirtió
en el dios del trueno. Ahora, tras la amenaza de Onslaught, vuelve uno
de los héroes más renuentes de todos...
- Y bien, Norvell -dijo Destructor cuando Red se encontró con
Rabia y con él-. ¿Qué te ha contado ese Murdock? (11)
- Dice que se ocupará del caso. Me ha llamado hace un par de
horas, y dice que, en una primera aproximación, la posición
de los inquilinos parece bastante sólida. Si ellos no quieren, nada
puede obligarles a marcharse. Está de acuerdo en representarles
en las negociaciones con la inmobiliaria, si es que están de acuerdo
en vender. ¿Y vosotros, tenéis alguna novedad?
- De hecho, así es -dijo Destructor-. Hemos estado sondeando
a los vecinos, y están de acuerdo en reunirse con nosotros esta
noche para que les contemos lo que sabemos, y tratar de llegar a algún
acuerdo. Podrás venir, ¿no?
- Por supuesto. No me lo perdería por nada del mundo.
-Hasta la noche, pues.
-Hasta entonces, chicos.
Red se separó de los dos muchachos y se dirigió a un bar
cercano a almorzar algo. Se planteó si sería conveniente
que acudiera al Centro Sanitario. Le gustaría ver de nuevo a la
doctora Matthews, aunque fuera con la excusa de interesarse por Portals.
Sin embargo, finalmente decidió que no lo haría. ¿Qué
iba a ver una mujer evidentemente culta y autosuficiente en un cachas juerguista
como él? Además, la tarde caía con rapidez, y pronto
habría oscurecido. Se dirigió hacia el lugar en que había
acordado encontrarse con los dos jóvenes, pero sólo vio a
Rabia.
- ¿Dónde está tu compañero, el del traje
negro y el casco llamativo? -le preguntó.
- ¿Dw...? ¿Destructor? Está escondido, vigilando
por si ocurre algo. Venga, subamos.
Cuando llegaron a la azotea, Red pudo ver que estaban allí reunidas
tres o cuatro docenas de personas. Ninguna bajaría de los sesenta
años y, aunque sus ropas eran humildes, no había andrajos
por ninguna parte. Aunque pobres, aquellas personas aún retenían
su dignidad y la estima de sí mismas; algo que perderían
si Ortega se salía con la suya.
Los murmullos cesaron cuando Red y Rabia entraron en la azotea. Todos
se volvieron a mirarles con atención. Tras una breve presentación,
procedieron a explicarles la situación lo mejor que pudieron. Cuando
terminaron, todos guardaron silencio unos instantes. Luego, uno de las
primeras filas se levantó, carraspeó y empezó a hablar:
- Entonces, si lo he entendido bien, lo que decís es que quieren
comprar el solar para tirarlo y hacer un centro comercial...
- Exactamente -confirmó Red.
- ...y que a la inmobiliaria le da lo mismo quien se lo venda, si nosotros
o ese Ortega que hizo apalear al pobre Víctor.
- En efecto, esa es la cuestión.
- ¡Pues yo digo que aguantemos!
- ¿Estás loco? -chilló una mujer desde las últimas
filas-. ¿Es que no viste cómo quedó Portals? ¿Crees
que tú saldrías mejor librado? ¡Es mejor vender a ese
Ortega y sacar algo menos, pero seguir vivos para disfrutarlo!
- ¡Tonterías! -bramó un individuo alto y fuerte,
aunque no bajaría de los ochenta años-. Si permanecemos unidos,
no podrán hacer nada. Cuando estuvimos en la guerra, en las Ardenas...
- ¡Precisamente! ¿Qué hay de las bajas? Porque
ésos no van a detenerse ante nada con tal de conseguir lo que quieren...
Lo más probable es que permanezcamos unidos, sí, ¡pero
en el cementerio!
Los ánimos se estaban caldeando cuando Rabia se llevó
la mano a la oreja, como si escuchara con atención. Red pudo ver
cómo hablaba con alguien.
- De acuerdo -susurró. Luego se dirigió a Red-: escucha,
pelirrojo, acabo de hablar con Destructor. Se acercan un montón
de tipos, y parece que con no muy buenas intenciones. Según todos
los indicios, Ortega se ha cansado de esperar, o se ha enterado de esta
reunión, y ha decidido pasar a la acción. Traen latas de
gasolina como para llenar un petrolero.
- ¡Joder! -exclamó Red-. Está bien. Habrá
que evacuar a toda esta gente, rápidamente pero con discreción.
¿Lo haces tú o lo hago yo?
- Hazlo tú -dijo Rabia. Yo me voy a ayudar a Destructor.
Pero cuando Red se dio la vuelta, se encontró con que les habían
oído.
- ¿Qué vamos a hacer ahora? -exclamó el individuo
que había hablado en primer lugar en la reunión-. ¡Nos
matarán!
- ¡Tranquilícense! -dijo Red-. No se pongan nerviosos,
y salgan ord...
Pero era inútil. Espoleados por el pánico, se apresuraban
hacia la única salida de la azotea.
- ¡Fantástico! -exclamó Red. Se agachó y
abrió la bolsa que había traído. De ella sacó
su martillo. Con él entre sus manos se sentía mucho mejor.
Se acercó al borde y miró hacia abajo. Las cuerdas de tender
se extendían hasta el edificio de enfrente. Red tragó saliva,
tomó aire y saltó.
- ¡Gerónimooooo! -gritó, más para darse
ánimos que para otra cosa.
(1) En Los Nuevos
Vengadores # 55.
(2) En El poderoso Thor # 432.
(3) En El poderoso Thor # 447-455,
Thunderstrike # 19-21, El poderoso Thor # 483-484 y Tales
to Astonish Vol. 3.
(4) En Los Vengadores # 400,
número en el que Jarvis es quien descubre la tapadera de Loki.
(5) En Starmasters # 1.
(6) En la saga Mundomotor,
que transcurría en El poderoso Thor # 491-494.
(7) Como se contó el El
poderoso Thor # 495-502.
(8) Por ejemplo, en El poderoso
Thor # 362.
(9) Thor ya ha estado en el reino
de Hela en otras ocasiones. Por ejemplo, en El poderoso Thor # 361-362.
(10) ¿Os acordáis de
la misteriosa conversación del número
503 de esta colección? Pues eran Loki y Hela.
(11) Lee Daredevil
# 367 si quieres enterarte de qué conversación hablan.
Saludos a todos. Espero que disfrutéis con la colección,
y recibir vuestros mensajes en Crónicas
del Norte - Correo de los lectores (bergil@altavista.net).
En el próximo número: Lee los preparativos para
la batalla en Thor
# 512, el número de Agosto. Y sigue las peripecias de Red Norvell
y sus aliados.