El helitransporte escoraba hacia la derecha al tiempo que su morro empezaba a apuntar hacia abajo. Aún conservaba parte de la inercia de vuelo, por lo que, en lugar de caer directamente hacia el suelo, lo hacía de forma perpendicular.

La cápsula de salvamento de Tiburón Tigre y el Hombre Radiactivo salió disparada hacia el horizonte. Su autonomía de vuelo haría que estuvieran bien lejos cuando el enorme "behemot" chocara.

En su despacho, David Knight cayó contra uno de sus archivadores, golpeándose la cabeza al tiempo que se preguntaba que demonios pasaba con la nave. Dando traspiés, cogió su arma reglamentaria y salió al pasillo desierto, bamboleándose al tiempo que lo hacía la nave.

En el interior del transporte, tras la sorpresa inicial, Kaine y Jessica Drew, se internaban en los corredores de servicio para intentar llegar a la sala de control. Sus poderes arácnidos les habían convertido en las personas ideales para el trabajo de volver a arrancar la nave.

- Ahora, al final de este pasillo, a la derecha - dijo Dugan a través del comunicador -. Deberíais encontrar la sala de control unos veinte metros en esa dirección.

- ¿A tiempo de evitar que esto caiga? - intervino Drew.

- No nos pongamos negativos ahora - dijo Kaine -. Esperemos que la altura a la que estaba este cacharro sea suficiente para evitar daños mayores.

En el hangar 12, Dugan y el resto del grupo, que tras la muerte de Cardenal ahora lo componían la Condesa, Electra, una herida Gata Negra, la agente Laurie Sherman, la agente especial Phelps y ocho soldados de asalto, estaban poniendo a buen recaudo a Veneno y a los componentes de los Cruzados, encerrándolos en uno de los almacenes del hangar. Esperaban que no dieran demasiados problemas, eso si llegaban a sobrevivir a la caída.

En el aeropuerto privado de Shield incluido dentro del de Dulles, Furia ve como el transporte antigrav que llevará a Japón a la Viuda Negra despega y se pierde en el horizonte. Luego, McKenzie y él suben a un helicóptero con rumbo al Helitransporte.

- Sigo sin entender por qué ha ido sola, Furia - comenta Mc, elevando la voz para superar el ruido de las hélices del helicóptero.

- A tí te necesito arriba, Mc, por si mi presencia suscita alguna discrepancia en los hombres que puedan quedar en el Helitransporte. Lo más probable es que Dugan haya conseguido evacuarlo por completo, pero nunca se sabe.

- ¿Va a contarme que coño es un "Watrick"?

- No es un qué, sino un quién. Se trata de un rebelde que trató de detener lo que, probablemente, haya sido el peor error en la larga lista de malos errores de las operaciones encubiertas de esta agencia. Watrick usó algunos de sus contactos para avisar a la Patrulla X de una serie de misiles que contenían un virus especial capaz de aniquilar tanto a los mutantes como a los superseres de este planeta. Se suponen que están dispersas por silos en la India y Pakistán, pero no pude ocuparme del tema durante mi . . . "desaparición" dado que pensaba que tenía prioridad el robo de armas y prototipos de Shield por parte de Garra Amarilla. Al parecer la Patrulla tampoco consiguió nada al intervenir SHIELD. Si Knight tiene acceso a esos archivos y sabe dónde están las cabezas, eso le convierte en un lunático muy peligroso.

- Entonces, acabemos con él de una vez y deshagamos toda la mierda en la que está metido.

- Amén a eso, Mc - dice Furia. Luego, una vez dentro del helicóptero, se dirige al piloto -. ¿Hay alguna noticia del Helitransporte?

- No, señor. Seguimos sin tener comunicación con la nave, aunque estoy recibiendo informes bastante preocupantes de la policía y los servicios de emergencia de la ciudad.

- ¿Qué tipo de informes? - pregunta Mc.

- Verá, señor, parece ser que una enorme estructura voladora está cayendo desde gran altura, haciendo un semi picado desde el cielo a la Casa Blanca.

Kaine uso su fuerza para arrancar las puertas de la sala de control, dado que el tiempo para sutilezas se había acabado.

- Estamos dentro . dice Drew al comunicador -. Ahora, ¿qué?

- Muy bien - interviene Dugan -, deberíais encontrar los mandos de arranque en la consola que está a vuestra izquierda.

Drew y Kaine se acercan a ella, sólo para ver que está prácticamente fundida. Tras soltar una maldición, vuelven a pedirle instrucciones a Dugan.

- ¡Mierda! - exclama este -. Vale, vale. Drew, en la consola del centro hay un terminal de ordenador. Conéctate y abre el protocolo de emergencias.

Así lo hace. El educado ordenador da los buenos días y empieza a desplegar las carpetas del directorio. La que incluye el protocolo de emergencias se muestra ante ellos como una especia de galimatías matemático. Drew lee las líneas a Dugan con toda la celeridad que puede.

En el último párrafo aparece un interrogante, como esperando un nuevo comando.

- Escribe lo siguiente: orden alfa-victor-tango prioritaria - dice Dugan.

Casi automáticamente, el Helitransporte da un bandazo y retoma cierta estabilidad. Los reactores de emergencia restan inercia a la caída y, poco a poco, van enderezando la nave, para respiro de todos.

- Buen trabajo - dice Kaine, apoyando su mano en el hombro de la agente.

- Y justo a tiempo. La gente abajo ya puede respirar tranquila de nuevo.

Lo que está justo debajo es la fachada de la Casa Blanca dónde bastantes agentes del servicio secreto que, en ese instante, estaban subiendo al presidente a un helicóptero militar, lanzan un suspiro de alivio e intentan recuperar el ritmo normal en los latidos de su corazón.

Minutos más tarde, Nick Furia y Al McKenzie aterrizan en la cubierta de la nave y se reúnen con el grupo de Dugan. Un par de explicaciones aceleradas después, Furia contacta con el despacho oval:

- ¡Maldito seas, Furia! - exclama el presidente desde el despacho, hablando a través de una pequeña pantalla con el secretario de defensa junto a él -. ¡Se suponía que estabas muerto y ahora vuelves y casi te cargas media ciudad!

- Con el debido respeto, señor, esto no ha sido cosa mía. El caos en el Helitransporte se debe a un grupo de disidentes manejados por David Knight. Ya sabe, el tío al que dejó al cargo de esta agencia y que tan bien ha sabido cubrirla de mierda, como habrá podido notar en el dossier informático que le he hecho llegar.

- Sí, lo sé, pero suelo ponerme nervioso cuando una enorme nave espacial está apunto de reventarme la cabeza. Voy a necesitar mucho más que este dossier para creerle, teniéndolo todo en cuenta.

- Lo sé, señor. Lo sé muy bien. Siento todo esto, pero era realmente necesario. En cuanto aprese a Knight prometo aclararlo todo.

Y apaga el comunicador. Si el presidente iba a añadir algo más, se queda en el aire. Furia se vuelve a Dugan y McKenzie:

- ¿Dónde está ese cabrón? - pregunta furioso.

- No ha dejado la nave, por lo que he podido averiguar - responde Dugan -, pero no está en su despacho. Probablemente esté buscando una forma de salir.

- He revisado los registros de vigilancia - interviene Mc -. La última puerta que ha usado ha sido la de la sala de máquinas. No planea salir, sólo esconderse.

De pronto, en la habitación entra corriendo la agente Sherman.

- Dugan, acaba de aterrizar un enorme helicóptero de Shield en la cubierta siete. Deberías ver lo que está saliendo de ahí.

Horrorizados, los cuatro agentes observan desde uno de los monitores de la sala como un pequeño ejército de unos doce seres, se acercan a las puertas de entrada al hangar. Un enorme hombre lobo les guía y, los demás, parecen tener también poderes peculiares.

- Eso debe ser lo que esperaba Knight - dice McKenzie -. Un puto grupo de matones.

- Bien, se acabó el tiempo - dice Furia, levantándose de la silla y amartillando su arma -. Quiero que os ocupéis de esa gente con los recursos de los que podáis disponer. Mc, necesito que contactes con Nastascha y controles su misión para mí. Es un cabo que no podemos seguir dejando suelto.

- Y tú - dice Dugan -, ¿ qué vas a hacer?

- Muy sencillo: voy a arrestar a Knight.

U.S. POSTAL

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