2055: 4 FANTASTICOS #9
La isla de la sangre infectada V
Guión:
Narutaki
PORTADA: Muhammad Gazemir se aferra a los barrotes de una celda. En éstos, limpios y cristalinos, hay 4, se reflejan en cada uno de ellos uno de los miembros de los 4 Fantásticos con los brazos cruzados. De izquierda a derecha: Kambio, Gabacho, Dama Marcial y Hombre Impulso.
En el número anterior nos quedamos escuchando la conversación que mantenían dos hombres, uno con esencia arábica en su voz y otro claramente europeo. Éste siempre de espaldas, como despreciando al otro. Sigue bebiendo de su copa de brandy mientras preocupado, su títere le habla con cierta preocupación.
Realmente no es preocupación, eso es lo que se dice a sí mismo. Pero esa sensación es de miedo, un terrible miedo a la locura de su jefe. A su desmesurada ira y a su sadismo. Si lo había hecho con sus antecesores, porqué no podría hacerlo con el cuando ya no le sirviese. Tratar con Lord Tenebra había sido un error. No, el dinero no compensa.
Finalmente camina quedando justo tras de él.
- Puedes sentarte Gazemir. Aquí a mi lado -acariciando un sillón cercano al suyo.
Éste hace caso. Entonces puede verlo bien. De cerca. Su piel arrugada, o al menos no tan tersa como en su juventud, tiene ciertas pinceladas verdes, no con la intensidad de Hulk pero si de aspecto enfermizo. Sus venas oscuras se marcan en sus brazos y en su cuello. Viste un uniforme gris oscuro. Gira con lentitud la cabeza para mirar a su siervo. Su mirada. Temible.
- Detuvieron con demasiada facilidad a Sota de Corazones... ¿No crees? -siempre imperturbable.
El musulmán traga saliba.
- Se... señor, sabíamos que Sota de Corazones era del todo inestable. Podía provocar una gran explosión y destruir todo a su paso, o podía caer a merced de quien fuese.
- De esos tediosos 4 Fantásticos... Creí conocerlos. Pero ahora han cambiado. Bah, estoy divagando, eso ahora no importa. Lo que importa ahora es que yo estoy enfadado. ¿Fuiste tú quien aseguró que Sota de Corazones haría volar Nueva York en mil pedazos? Sí... Creo recordar que sí. ¿Verdad que no me falla la memoria?
- Dije... Dije que no era fiable. Que era muy posible que provocase un desastre pero, ha fallado... Yo...
- Tranquilo... No va ha pasar nada. Solo que ahora esos 4 Fantásticos van a buscar un culpable, y solo tu nombre aparece asociado a las últimas actividades de ese laboratorio. Así que irán a por ti. Y yo no te quiero a mi lado ahora...
- Me... ¡Me dijo que me protegería!
- Yo no soy el guardaespaldas de nadie. Eso lo pueden hacer tus talibanes.
- Pero...
- No te quiero cerca de mí. Esos superhéroes pueden llegar a ser molestos. Líbrate de ellos. Y recuerda que si llegasen a dar conmigo e inmiscuirme... Tú serías el responsable. Y... Tendría que matarte.
- De acuerdo...
Entonces se levanta. Sabe que debe hacerlo aunque no le haya dicho nada. Lord Tenebra vuelve a beber de su copa, el último sorbo. Entonces los cubitos de hielo al chocar contra el cristal producen un delicado sonido, juguetón. Gazemir, un científico adinerado en apuros, se retira en silencio.
Les lleva ciertos días aclimatarse a su base en Isla Dry, mas pronto encuentran todo cuanto necesitan. Se organizan. Chris le ha cogido el gusto al gimnasio. Mientras, Salvador y Yuu se encargan de hablar con algunos medios, aunque últimamente los 4 Fantásticos tienen menos pegada, el boom se va pasando poco a poco, aunque todavía salen en algunos programas de televisión. Alexandre investiga ciertos tejidos en su laboratorio. Tras unos días convoca a sus compañeros en el salón.
- Bien chicos. No voy a robaros mucho tiempo. Pero esta misma noche estaremos listos para volver a la Reserva 7.
Escuchan con cierto interés. Esperando a ver que ha preparado. Salvador es el único que sabe algo, ya que comenzó ayudando a Marceu, pero luego dejó que continuase en solitario.
El francés descubre una mesa tapada con una gran sábana blanca para dejar ver cuatro trajes, de un material similar al neopreno, de color azul, con un cuatro blanco en el interior de un círculo impreso en el hombro izquierdo. Sobre la mesa también hay unos guantes del mismo material y una casco similar a los que usan los ciclistas en las contrarrelojes.
- Estos son nuestros nuevos trajes. Están hechos con un extracto de fibras de adamantium en fusión con neopreno. Un tejido muy elástico, pero también muy resistente. Para ti Yuu, he diseñado también unos guantes: si golpeas demasiado duro podrías lastimar tus manos, además, si juntas las palmas de ambos y entrelazadas los dedos se conecta un pequeño escudo energético que podría protegerte de descargas eléctricas y similares -le guiña un ojo-. Y el casco es para ti Chris, lograrás alcanzar una mayor velocidad gracias a su forma aerodinámica. Salvador, en tu traje hay unas aberturas en la espalda para tus alas. Y... poco más.
Se levantan de los sofás para coger cada uno sus cosas. Las miran con cierta fascinación.
- ¡Es genial! -exclama Hombre Impulso probándose su casco.
- Sí, muchas gracias Alex -dice Yuu.
- Bien pues iros cambiando. En una hora partimos hacia la Reserva 7.
Los vapores rojizos de la isla se han disminuido hasta casi desaparecer desde la última vez que la visitaron, cuando Sota de Corazones escapó. Caminan con cierto temor, siempre alerta, ya que Sota de Corazones no era el único experimento que se llevaba a cabo en la Reserva y ahora todos campan libres. Encontrar documentos es en apariencia fácil, pero podría no serlo si hay muchos como el ex - vengador por ahí dentro.
Cuando llegan a la puerta, ésta sigue abierta. Se miran entre sí.
- ¿Qué tal si nos separamos? -propone Chris.
- Oh, buena idea. Así podremos terminar rápido. Chris, tú ve con Dama Marcial.
Yuu y Chris se miran. Hubiesen preferido otra compañía.
- Bien. Vamos dentro.
Una vez allí, Alexandre, quien ha elegido en honor a su patria, aun con cierta ironía Gabacho como su nombre de guerra, señala a derecha e izquierda para indicar quien debe ir por cada sitio.
Salvador, conocido por los medios como Kambio, camina con Gabacho por los siniestros pasillos de la Reserva 7. Entran en cada habitación que tiene pinta de ser un despacho, y revuelven todos los cajones buscando con la mirada algo interesante. Aun así, todas las carpetas las van guardando en la mochila que el español lleva a las espaldas.
Lo propio hacen por su camino Dama Marcial y Hombre Impulso.
Finalmente y tras mucho caminar y girar esquinas, se encuentran. Se detienen un instante a charlar antes de proseguir su búsqueda.
- Esto es un muermo... -se queja Chris.
- Pues va, cuanto antes continuemos, antes acabaremos y nos podremos volver a la Isla Dry -añade Salvador.
De pronto un líquido viscoso y transparente cae sobre la cabeza de Alexandre.
- ¡Eh! Que narices...
Todos miran hacia arriba. No pueden ver nada. Chris sí. Hombre Impulso da un gran salto hacia arriba. Los demás pueden escuchar como se coge a algún palo de metal. En efecto, se posa depie sobre la estructura metálica del edificio. Mira a su alrededor. Ve algo perderse en las sombras. Entonces vuelve con sus compañeros.
- No he podido ver nada...
- ¿Quién quería diversión? -bromea ligeramente Alexandre que aun se quita babas de encima.
- Va, sigamos buscando -sugiere Kambio-. Si vuelve a aparecer ya nos encargaremos de eso, sea lo que sea.
De pronto, Salvador desaparece de su vista siendo arrollado por una larga y gigantesca serpiente que lo empotra contra la pared y vuelve al techo del edificio volando. Kambio sacude la cabeza y se duele del golpe.
- ¡Joder! ¿Qué era eso?
- ¡Ahí vuelve! -alerta Chris.
Hombre Impulso se tira velozmente contra la serpiente asestándole un puñetazo en el morro. Entonces el animal se duele, y gimiendo como desesperado vuelve a subir a lo alto. El joven mira a sus compañeros como diciendo "¿es que no vais a hacer nada?".
Esto parece hacerlos reaccionar. Gabacho comienza a trepar por las paredes hasta las vigas de metal del techo. Entonces va de viga en viga haciendo piruetas por los aires en busca de la sierpe.
El amorfo animal vuelve a atacar, ahora muestra sus terribles fauces mientras se lanza a atacar a Dama Marcial. Ésta espera a que venga. Entonces da un salto y golpea la parte superior de su cabeza con gran fuerza y entonces el animal cae hacia delante, dejando de volar y deslizándose por el suelo unos instantes.
Al poder verlo quieto, dirían que el animal mide casi quince metros de largo. Su diámetro es también exagerado. Acabada la amenaza vuelven a reunirse.
En un despacho con los fluorescentes rotos, Chris y Yuu miran los papeles allí guardados. Uno de los documentos les llama la atención.
- Mira, Chris, ven, mira esto -lo llama Dama Marcial.
El soldado va con ella y medio sonríe al ver lo que le señala. Los papeles hacen referencia al proyecto del que formaron parte a bordo de la Bush II.
- Vaya, estaban al tanto de todo.
Es una mera anécdota, nada a lo que prestar una atención especial salvo el sentirse importante o recordar con una sonrisa aquel viaje espacial.
Monotonía.
Tras casi dos horas rastreando la Reserva en busca de cualquier papelajo, vuelven a reunirse los 4 Fantásticos en la salida del complejo. Hombre Impulso y Kambio portan mochilas llenas de carpetas de cartón, portafolios y hojas sueltas. Caminan ahora sí fuera, entre el follaje, en dirección a la costa donde han dejado el aerodeslizador que les ha llevado desde Isla Dry hasta allí.
Suben en la pequeña embarcación, y rápidamente Salva toma los mandos. Resulta impresionante ver como poco a poco la nave toma cierta altura y comienza a deslizarse a toda velocidad sobre las aguas.
De regreso a Isla Dry, todos se ponen a inspeccionar y curiosear en el material que han tomado de la reserva 7. Algunas cosas llegan a estremecer a los héroes. Yuu se detiene morbosa a leer cada punto del informe sobre el tratamiento realizado a Sota de Corazones. Son más de 100 páginas, mejor tomárselo con calma.
- Mañana mismo llevaremos estos documentos al ministro, y entonces creo que ya habremos concluido con este asunto -comenta en voz alta Salvador mientras lee.
- Sí, será lo mejor -dice Alexandre que observa algo con el microscopio.
- ¿Qué es lo que haces, Alex? -se interesa el español.
- Tomé una pequeña muestra de la piel de la serpiente. Solo curioseo.
Tras un rato de silencio.
- Intento adivinar sus propiedades para mejorar nuestros trajes.
- Los acabas de crear, ¿y ya quieres mejorarlos?
- El mundo nunca para quieto, Chris. A cada minuto alguien mejora, y no me gusta quedarme atrás. Me considero alguien... Competitivo. Sí -apartando su ojo de la mirilla del aparato.
Chris Adams sonríe a su compañero negando con la cabeza.
Amanece un nuevo día en Isla Dry cuando suena una de las puertas abriéndose. Los primeros rayos de sol juguetean con los cristales de la residencia, y se escurren por los pocos huecos que dejan las persianas. Despeinado, con el torso desnudo y envuelto de mala manera en las sábanas, Chris Adams abre primero un ojo y luego el otro. En su piel vemos marcas de estar apoyado largo tiempo en la almohada.
Tras dar un par de vueltas por la cama, revolcándose cual cerdo en el barrizal, se pone en pie, y busca sin mirar al suelo, por el tacto, sus zapatillas por encima de la moqueta de su habitación.
Sin vestirse, en calzoncillos, boxer negros ajustados para marcar paquete con la marca comercial bien grande escrita en la cintura, sale caminando al comedor, rascándose la nuca cuando despierta de golpe.
Uno de los hombres de confianza del ministro de Defensa se encuentra en ese mismo salón charlando con Alexandre y Yuu mientras Salvador prepara una cafetera.
Enzarzados en una discusión, Gabacho y el hombre de estado no ven a su compañero, pero Dama Marcial le sonríe burlonamente, cuando vé que éste corre de nuevo a su habitación para adecentarse.
Pero vayamos a la conversación.
- Miren, sé que no quieren ser nuestros asalariados ni nada por el estilo, pero solo les pedimos, como favor, que terminen ustedes esta misión. No sabemos que nos podemos encontrar detrás de todo esto. Por los documentos que ustedes me muestran, Gazemir podría tener un comando de guardaespaldas de seres como Sota de Corazones o más siniestros aun. El ejército no es capaz de combatir este tipo de amenazas, y estando cerca las elecciones, una derrota militar no es muy recomendable... Compréndanlo.
- Lo de las elecciones no me resulta muy convincente.
- ¿Prefiere usted a los republicanos?
- No estamos hablando de a quien voto o dejo de votar, mi señor.
- De acuerdo, de acuerdo -agitándo los brazos-. Entonces hagánlo por su nación. Es acabar con un peligro que podría ser mucho mayor si lo dejamos crecer. Si Gazemir crease un ejército de superhombres.
- Más vale el remedio que la enfermedad -interviene Salvador integrándose en la charla.
- Yo creo que tampoco nos cuesta nada. Además nos sirve para familiriazarnos aun más con este oficio. No tenemos nada más provechoso a lo que dedicarnos. No pienses en que ayudas a un país corrupto y capitalista en extremo -con sorna-. Piensa en que salvas a un pueblo, a personas.
Alexandre no considera oportuno asentir a la afirmación de su compañera. Las intervenciones de la asiática suelen ser de su agrado.
- ¿Entonces...?
- Aceptamos -actua Alexandre como portavoz.
- ¡Claaaro que aceptamos! -aparece Chris-. ¿Cuándo, dónde y cómo?
Se sienta de un salto en un sillón. Suele comportarse disciplinadamente ante los militares, pero, ese salto, es su muestra de poco respeto hacia los patriotas burócratas que ven la televisión o atienden al teléfono mientras él o sus compañeros reciben un balazo.
Unos días después, en Afganistán.
- Mi señor, Gazemir, ha venido a verle el Ayatolah Muyauh -un hombre kurdo con un turbante en la cabeza y una beretta láser en sus manos.
- Hazlo pasar, Mustafá.
En este ambiente, en un campamento formado por varias haifas, todo el mundo habla el urdu, idioma natal del científico, lengua de paises como Pakistán.
Aparece en la tienda del líder talibán un hombre de larga barba cenicienta, de aspecto mayor, pero guerrero y vestido con una túnica color aceituna, y con un turbante blanco. El ayatolah Seit Muyauh, un hombre respetable, de fe, un mecenas para el pueblo.
- Alá guíe su camino, Muyauh -le recibe cortés Gazemir.
Asiente. El anciano camina poco a poco hasta tomar asiento. Con sus pequeños ojos mira al hombre que le ha hecho llamar.
- ¿Qué quieres demí, Gazemir?
Una cachimba dentro de la tienda comienza a humear.
- Lo primero y esencial para peticiones venideras, recordarte que me debe un gran favor, ayatolah -sonríe-. ¿Recuerda?
Asiente resignado.
- Bien. Resulta que ciertos ciudadanos americanos están interesados en mi cabeza. Y por supuesto, yo solo podría defenderme, pero no quiero arriesgarme. Me gustaría -jugueteando con sus dedos-. No se... Poder contar con sus hombres... -ríe.
El anciano vuelve a asentir con la cabeza.
- ¿Entiende...?
- Sí, Gazemir. Pondré a mis hombres a tu disposición, pero, ¿qué mentira debo inventar esta vez para encubrirte? Si América te persigue, es por algo, y que los hijos de Alá caigan por la necedad de un humano, no me atrae en exceso.
- No harán falta mentiras, honorable. Bastará con que les prevenga de un posible ataque americano a la zona.
- Saben del pacto de no agresión que se firmó hace unos años. El pueblo no es ignorante.
- No discutiré eso ahora, Muyauh. Si el pueblo es o no estúpido no me importa ahora, porque sé que es fanático y que odia las barras y estrellas. Ofréceles una pistola, pónles delante un yanqui y dispararán sin reparo. ¿Verdad, ayatolah?
Humedece sus labios cansado y se levanta dispuesto a marcharse de la haifa.
- Tendrás a los hombres que quieres.
- Lo sé. Que Alá guíe su camino, ayatolah.
- Eres tú quien necesita un guía -saliendo.
Dentro, el científico ríe.
Entonces, tres hombres y una mujer, los 4 Fantásticos entran en su tienda. Éste se queda de piedra. Rígido. Su cuerpo experimenta todo tipo de vértigos que le provocan cierto temblor.
- Patrióticos saludos, Muhammad Gazemir. Chris Adams, representante del ministerio de defensa de los Estados Unidos de América -se presenta burlesco tendiendo su mano.
Pronto la retira, sabiendo que no obtendrá respuesta a su gesto.
Sin previo aviso la haifa se levanta del suelo y la tela que la recubre vuela dejando solo el esqueleto. Fuera, varios soldados de origen afgano les apuntan con armas láser. Hay una veintena.
Los héroes occidentales se miran entre ellos.
- Bueeeeeno... -se frota la nuca Hombre Impulso-. ¡Es la hora de las tortas!
Da un gran salto elevándose casi veinte metros dejando perplejos a los guerrilleros. Ese instante lo aprovecha Gabacho para colgarse de una de las barras de plástico que forman la estructura de la tienda y golpear en el pecho con una acrobacia gimnástica a uno de los soldados.
El cuerpo de Salvador se blinda automáticamente y sus dedos se convierten en cepas de un látigo. Con éstos ataca a sus enemigos, con decisión desarmándolos o golpeándoles en las mejillas y lanzándolos al suelo. Los que le disparan, lo hacen en vano.
Dama Marcial usa un pequeño armario como escudo y se tira a embestir a los afganos.
En todo este barullo Gazemir toma un jeep y sale a toda pastilla.
A su persecución sale Chris que usa su gran velocidad y ligereza para igualar y superar al vehículo. A su lado, lo golpea repetidas veces hasta que salta dentro. De la guantera Gazemir saca una pistola y le dispara varias veces sin éxito hasta que despistado, el coche topa con una roca. El científico atraviesa la luna delantera del automóvil volando varios metros y Hombre Impulso rueda por el suelo, habiendo sido algo más ágil.
El américano se incorpora y camina decidido hasta su enemigo.
Lo toma del pecho y lo mira a los ojos, feroz. Agresivo. El oriental, nota como la sangre se desliza por su rostro. Respira fatigado.
- Estás detenido en nombre de los Estados Unidos.
En su cálido salón, Lord Tenebra sigue disfrutando de la visión del fuego convirtiéndo en cenizas la madera en la chimenea. Tan tradicional. No quedan refugios como éste en toda Europa, pero él podía disfrutar de uno en el Tirol. De pronto nota algo vibrar en el bolsillo de su batín y lo saca. Es un aparato comunicador de color amarillo con una amplia pantalla y algunos botones.
- Mi señor, Tenebra, Gazemir ha caido.
Éste frota su menton verdosos y asiente satisfecho.
- Tal y como esperabamos esos 4 Fantásticos han ido a buscarle a Oriente y no han podido hacer nada por frenarlos. Él será juzgado en Estados Unidos por desarroyar actividades irregulares en la Reserva 7 y por violar los derechos humanos por el caso de Sota de Corazones.
- Bien... ¿Habéis podido sacar de allí a los soldados que aun quedaban?
- Sí, aprovechamos la ausencia de los héroes yanquis para proceder a la evacuación de las unidades que quedaban en el complejo.
- Perfecto.
Dos niños de unos siete años irrumpen en la quietud de la sala. Caminan poco a poco. Sus rostros no reflejan la alegría propia de los crios, son espejo del sadismo y la crueldad. Su piel es casi tan blanca como la nieve y sus venas negras se marcan por todo el cuerpo. Son delgados, poca cosa. Un niño de cabello negro y cortado a capa, y una chiquilla con el cabello azabache. El Lord sonríe al verlos. Sus facciones son asiáticas.
- Oooh, mis queridos eslabones de la condenación -acogiéndolos entre sus brazos-. ¿Ya habéis cenado?
Los chiquillos se acurrucan contra su torso, sin sonreir, sin hablar. Mueven sus cabecitas restregándolas contra el pecho del villano.
Su boca se abre para dibujar en su cara una pérfida sonrisa. La sonrisa de un auténtico villano.
EL CORREO FANTASTICO
Bueeeeeeno. Pues con este número concluye la primera parte de la saga de la Isla de la Sangre Infectada como tal, pero nace una nueva infantada por algunas escenas de este número o lo acontecido en los anteriores. En especial, la última escena de este dibuja un nuevo horizonte. Espero que os haya picado el gusanillo por ver que pasa con los 4f, Lord Tenebra y la reserva 7.
Y agradecer encarecidamente a todos los votantes por dar a esta serie el honor de recibir,(junto con la genial Blade) el topi 2005 a la mejor serie nueva. Muchas gracias.
El número no me ha quedado muy lucido, pero bueno, era necesario para atar alguna cosilla antes de iniciar la siguiente parte de la saga... Otra vez será mejor.
Hasta pronto!