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PORTADA
Mutante. Un vástago salvaje de la primigenia noche de los tiempos del hombre. Un engendro despiadado de la naturaleza y la ciencia. Un ser de furia y metal. Una guerra sin cuartel por la propia humanidad, un límite viviente entre la razón y la bestialidad...
 
Ultimate: Lobezno

ULTIMATE LOBEZNO #1
Noche del alma I y II
Guión: Kleinsberg

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PORTADA: Una estancia de roca en un paraje autumnal, gélido, vacuo. En el espejo habita un destello fugaz, enhiesto como un estandarte de horror y de fuga. La luz mortecina engendra cristales de memoria que se derraman sobre la hojarasca, que se clavan en la bóveda sombría dibujando constelaciones sangrientas. Y una figura débil y distante abraza con pasión un haz de sombras... sobre ella se abate una lluvia de muerte.

CONTRAPORTADA: Los pétalos del tiempo dibujan sobre la palma de una mano un signo carente de sentido. El fondo es, sin duda, negro, terciopelo de ausencia de sueños. Las copas del reencuentro están servidas en la mesa de las esferas, ha tiempo el vino fue escanciado en ellas. Pronto serán reclamadas, tomadas, apuradas.

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Que sea un sueño. Por favor. Por favor que sea un sueño.

Todavía resuenan en mi cráneo la música y la estridencia, las luces y el humo. "Me gusta cómo te mueves. Salvaje". La besé sin dudarlo y se rió porque tuvo que agacharse. Luego me devolvió el beso. Música y luces y gente y gente, nuestros alientos de whisky fueron entonces sólo uno. Su mano en mi cuello. Nos movíamos en la pista de baile frenéticos e incansables, su pecho se agitaba perlado en sudor.

El coche huele a ella, percibo claramente su aroma. El perfume y el tabaco son sólo fachada, mi olfato va más allá y conoce todos los matices de su olor. Sabía su olor y no pregunté su nombre. "Logan" dije, quería saber cómo me llamaba, y dije "Logan" y no pregunté su nombre. Por favor que sea un sueño. Por favor.

Entre risas y gruñidos, besos y mordiscos llegamos a su coche. Cada caricia era una descarga eléctrica y no había tiempo que perder. Mis dedos se enredaban en su rubia melena. Era pasión, éramos deseo contra deseo. "Eres salvaje Logan, eres salvaje" "Logan" dije, "Logan Logan Logan" gemía ella y sus uñas se hundían en mi nuca, rasgaban mi espalda.

Y para mí Logan es un nombre vacío. No significa nada. Una vez más mis dedos se enredan en su rubia melena ensangrentada. Sus ojos ya no dicen "Logan". Ya no dicen nada. Y yo aúllo, aúllo sobre su cuello rajado, aúllo sobre su torso abierto en canal, aúllo a mi reflejo en un charco de su sangre. Golpeo enfurecido el capó del coche, golpeo el suelo con dedos descarnados.

Golpeo el capó del coche con la cabeza del primer asaltante. Enlazados salimos de la discoteca y ella se rió del grupito, se rió de sus pintas, estaba borracha y se rió. Los cinco vieron a un capullo bajito de la cintura de una mujer de bandera. Sólo cinco contra mí. Mi organismo mutante había eliminado ya el alcohol, como elimina los venenos, como cura las heridas. Mi cuerpo sana como yo me muevo: rápido y eficaz. No sabían qué había pasado y había ya dos en el suelo. El más joven se creía el rey de la selva y dejé que me golpeara. Se rompió la mano contra mi mandíbula de adamantium, indestructible metal que baña mi esqueleto. Pisé su mano sana para romperla también y el júbilo me invadió y mi carcajada les aterró, y aunque sólo pensaba en rojo sabía que no merecían mis garras. Garras, tres por mano acechan ocultas en mis antebrazos, puro adamantium también, capaces de atravesar cualquier material conocido.

Esto es todo lo que sé ahora de mí: carne y metal entrelazados viviendo un presente constante. Y un nombre, Logan. Sabía su olor y no pregunté su nombre. Por favor que sea un sueño. Por favor.

Aterrorizada retrocedió un paso dos tres. Caminé hacia ella, las manos abiertas y la sonrisa en los labios. Se detuvo, había duda en sus ojos y actúo veloz. Me abalanzo sobre el poli:

- ¡Quieto! ¡Alto tío o disparo!

Sus ojos clavados en el cuerpo de la chica, la pistola temblando en sus jóvenes manos, su estúpida gorra ladeada, no quiero contarle que yo no lo hice, no quiero contarle que atraparé al cerdo que la asesinó, no quiero contarle que sabía su olor y no pregunté su nombre. Quiero arrasarlo, pasarle por encima y huyo. Huyo por no matarlo, huyo a lomos de un vestigio de cordura. Mi respiración se había serenado al fin, la suya no. Me acerqué un paso más, "Logan por favor, me estás asustando", le rocé la mejilla con un dedo de mi mano, "Logan, esos chicos... les diste una paliza y..." sollozó, estaba excitada, lo olía, lo sentía. Estaba excitada y eso la avergonzaba:

- Logan, tú disfrutaste.

¿Qué podía decir? Me fui. Me fui, también avergonzado. Por favor que sea un sueño. Que sea un sueño por favor por favor. Me alejé y no hice caso. Por favor por favor, un sueño por favor. No hice caso al ruido insignificante, menudo. Me alejé de la risita y la dejé ahí, sollozando en medio de la calle. Luego un grito ahogado, un gorgoteo y corrí. Corrí hasta ella en el suelo tendida. Su cuello rajado su torso abierto en canal por favor que sea un sueño. Por favor otra vez no. Otra vez no. No.

No perder la calma, no aullar no golpear la cabeza contra la dura pared hasta sangrar. Haz algo por favor que sea un sueño. Un trago. Un trago y media botella de whisky abrasa mi garganta. Eso debería serenarme un poco. Otra vez, oh por favor, otra vez no. Nos habíamos manoseado sin cesar en el lavabo de la discoteca, no paraba de reír, borracha excitada, tanto como yo. Mantén la calma, enciende un cigarro, bebe otro trago, me muerdo la mano hasta sangrar pero no grito. No grito. Cuando le arranqué la blusa me hizo prometer que le regalaría otra y entonces recordó que había olvidado el bolso. Atranco la puerta del maldito lavabo y no tengo cigarros. Piensa piensa piensa. Dejé caer su bolso, ¿por qué tuve que ir a por él? hay cigarrillos en él, enciendo uno. Mis manos se enredan en su pelirroja melena. Afuera se quejan, gritan, quieren entrar:

- ¿Qué pasa ahí? Me estoy meando.

Siguen aporreando, alguien habla de llamar a la poli. Nada de tragos, nada de mordiscos, Logan. Estoy sereno. Impongo exhausto la razón. Por favor. No es un sueño. Esta chica es la quinta, estoy en su apartamento, está todo revuelto, no es difícil adivinar qué ha pasado aquí, la sangre y las vísceras están por todas partes. Sabía sus olores y no pregunté sus nombres. Pero sé el tuyo. Juegas conmigo, no dejas rastro, ni huella ni pista, sólo tú puedes hacerlo, sólo tú puedes estar siempre ahí sin ser visto. Voy a por ti. Sé tu nombre.

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Dientes de Sable saborea la sangre en sus encías, saborea sus garras impregnadas de terror ajeno. Dientes de Sable ríe a la luna, ríe a los charcos de sangre. Dientes de Sable acecha y disfruta de un festín de chillidos. Dientes de Sable es libre al fin.

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- Se abrió paso como un animal. Como una bestia. Era un león, como un león y nosotros... verá, ingresó aquí hará cosa de un par de meses. Su nombre, Víctor Creed, fue lo único que pude sonsacarle en todo ese tiempo. Verá, no era normal. Quiero decir que pesaba ciento diez quilos, pero aun así su resistencia a los sedantes y su fuerza física eran sencillamente extraordinarias, sin parangón. ¿Ve eso de ahí? Son las marcas de las cadenas que atornillamos a la pared para inmovilizarlo, la camisa de fuerza no servía de nada. De nada. Logró arrancarlas y... bueno, ya ve la masacre que tenemos aquí, ni siquiera sé todavía cuántos muertos ha habido. Verá, yo creo que se trataba, que se trata de un homo superior, de un mutante. Redacté un informe para que le realizasen las pruebas pertinentes pero mi solicitud fue rechazada. Los asquerosos recortes de presupuesto. No era sólo su fortaleza, o su aparente inmunidad a los sedantes es que... tenía el cuerpo poblado de cicatrices, como alguien que no ha hecho más que recibir palizas, Dios, no quiero ni pensarlo ¿quién tendría pelotas a pegar una paliza a ese toro? Disculpe, me estoy desviando, lo que quería decir es que su, es que a pesar de eso su cuerpo estaba completamente ileso, por dentro quiero decir, como si nunca hubiese sufrido una triste fisura, ninguna lesión interna, nada... intacto. Verá, lo que quiero decir es que aquí no estábamos preparados para un caso así. Esto es un internado para enfermos mentales costeado por el ayuntamiento. Ya sabe, el viejo Billy que recita poemas encima de un cubo de basura, el parado deprimido que se pasea desnudo por Central Park, cosas así... Creed nos superaba. La mayor parte del tiempo lo pasaba en un estado de ensimismamiento ausente, casi humilde, "como un perro apaleado" dijo un celador. Pero a veces, sin motivo aparente, estallaba. Se convertía en un huracán. Un Apocalipsis sobre dos piernas. Creímos tener controlada la situación con las cadenas. Dios mío, si las trajeron del zoológico, son las que se usan para los tigres adultos, y estaba collada a una pared maestra.

- ¿Doctor? Malas noticias, el muchacho de los relojes ha desaparecido. Y el inspector está abajo, ¿le hago pasar?

- ¿Qué dice? Si está ahí junto a. Dios mío.

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Pero el hombre tranquilo ya no está. No quiere ser visto. El hombre tranquilo cincela en su mente las emanaciones de poder de la celda de Creed, retiene en la memoria la forma de las ondas de fuerza mortífera. Y por ellas sabe el hombre tranquilo que hay sangre en el pasado de Creed, que hay sangre en el destino de Creed. Pero ahora el hombre tranquilo está ante algo distinto, sin ser visto llega hasta la celda del muchacho de los relojes, aquí el poder armoniza sin estridencias, aquí el poder emana puro de los símbolos grabados en los muros, en la celda del chico percibe el hombre tranquilo una presencia auténtica, sus dedos tocan las muescas en la pared, son la huella del poder: en él el tiempo es dúctil.

El hombre tranquilo camina por entre la gente sin que su kimono gris llame la atención de nadie. El hombre tranquilo siente lo hostil, y no sin esfuerzo se mantiene oculto. "El muchacho de los relojes ha desaparecido" dijo el celador, y el hombre tranquilo posee ya la certeza. Lobezno debe ser encontrado. Lobezno debe ser salvado. Cueste lo que cueste. El hombre tranquilo inicia un salmo y conjura una presencia. Algo impío va a suceder.

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NOCHE DEL ALMA II

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Salvada estoy salvada. Oh Dios qué suerte he tenido. Allí está. Es su forma de moverse, seguro. Qué suerte has tenido Susan, chica. No sé que querían esos tipos pero seguro que nada bueno. Maldición Logan no camines tan aprisa no te alcanzaré con tanta gente

- Perdón disculpe, perdón perdón

- ¡EH! Mira por dónde vas.

- Dije perdón ¿vale?

La universalmente famosa simpatía neoyorquina. Seguro que andan cerca esos tipos no quiero ni pensarlo. Maldita sea Logan párate o algo no te pillo y seguro que estoy metida en este lío por tu culpa. Eres un atrapaproblemas. Y yo una estúpida por saberlo y no apartarme. Están cerca, oh Díos mío están cerca. Lo sé. No los veo pero están ahí, seguro, seguro. Logan Logan

- ¡Logan!

Menos mal, parece que afloja el paso. No, se detiene oh Dios qué cerca están. Se gira y me ve.

- Logan -sonríe Susan, aliviada. Y le apoya una mano en el hombro.

- No soy Logan.

Responde el hombre tranquilo.

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La noche me atrapa, me arropa, me envuelve. La noche me oculta de inquietas miradas. La noche me esconde, me ayuda, me impulsa. Sigo en la noche un rastro bestial. Busco en la noche un aroma de muerte. Anida en la noche una senda de venganza que yo tomaré. El odio es mi arma.

Y me acerco.

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El hombre tranquilo siente el destino acechar. Lo inevitable llega a lomos de un poder indescriptible, corrupto. Demasiado poder alrededor, demasiados ojos buscando.

- No soy Logan - repite a Susan, y ella se estremece- , debes seguirme Susan, debes venir conmigo.

- ¿Quién eres?

- Ya me conoces.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- ¿Lo sientes? ¿Sientes el peligro que se avecina, Susan?

- Dios mío, es lo único que siento desde hace dos días. Claro que lo siento, pero por favor, necesito que me respon

- Sabes entonces que debemos irnos.

- ¿Me llevarás entonces a algún lugar donde esté a salvo? ¿Me llevarás hasta Logan?

- Ven conmigo.

Apoya su mano en su hombro, es cálida y fuerte, y ella se calma. Sus ojos se posan en los del hombre que tiene ante él, cuánto se parece a Logan, pero esto ahora no la inquieta sino que la tranquiliza. Aunque no puede dejar de preguntarse que está sucediendo, y es eso lo que quiere preguntar, se limita a decir:

- ¿Cómo debo llamarte?

- Llámame Enigma.

Y parece tropezar, sólo un poco, un leve traspié.

Demasiado poder alrededor, demasiados ojos buscando. El esfuerzo de calmar a la mujer ha sido mayor de lo que esperaba, Enigma oculta su cansancio y reprime el temblor de manos. Debe ocultarla. Debe salvarla. Demasiado poder alrededor, demasiados ojos buscando.

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La noche me atrapa, me arropa, me envuelve. Soy una sombra, un susurro, un misterio. Todo lo veo, todo lo oigo, todo lo huelo. Un haz de percepción en movimiento, de mis garras nada escapa. Una y otra y otra vez rastrear, rastrear, rastrear. Esta vez voy a por ti, cazador, esta vez voy a por ti.

Y me acerco.

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Demasiado poder alrededor, demasiados ojos buscando. Y la buscan a ella. Enigma sabe que no podrá esconderse mucho tiempo. El esfuerzo para no ser presentido lo dejó casi exhausto durante la noche, y estaba solo, y no le buscaban. Y ahora, ahora está con la mujer, y a ella la quieren y su miedo se expande en nítidas ondas azuladas, y ella no las ve, como no las ven ninguna de las personas que pasean por la calle, y Enigma se esfuerza en apagar su luz, y a duras penas lo consigue. Demasiado poder alrededor, demasiados ojos buscando.

- ¿Estás bien? Te sangra la nariz.

La ha visto, no tenía que verla pero ha visto la sangre, ha vislumbrado su debilidad.

- Refugiémonos allí. - Su voz no es más que un jadeo.

Le sangra la nariz, y está pálido, no, se ha puesto pálido de repente. Está hundido.

- Vamos, apóyate en mí así, vale.

Vale, di que sí Susan, vale. Como si no pesara nada, como si pudiera cargarlo. Oh Dios, estoy asustada y cuán cerca están. La gente sube y baja y ni nos miran, se apartan y yo le llevo hacia el edificio que ha señalado y cada vez hay menos gente y prefería lo otro. No dice nada y tiembla, creo que de fiebre, creo que de frío. Yo qué sé. Tiembla como una maldita hoja. Miro por encima de mi hombro pero no veo nad ¡espera! ¿Qué era eso?

- ¿Qué era eso en el callejón?

- Nada, sigue.

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La noche me atrapa, me arropa, me envuelve. Me estremezco pensando en la sangre brotar. Entrecierro los ojos y anticipo en mis garras el sabor de la muerte. Veo la presa, casi la toco. Es sólo un juego, un rito de caza.

Y me acerco.

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Demasiado poder alrededor, demasiados ojos buscando. Vislumbro el refugio en las pupilas de la mujer. Sus ventanas tapiadas, su pórtico arrancado, su cruz caída. Trepamos la escalinata de la iglesia abandonada, erigida ahora en templo del crack. Siento ya el peligro rondar con tanto estrépito que me ensordece. Otro escalón, un paso más y ya estamos dentro. Nadie repara en nuestra presencia. Apenas respiran, apenas si ven, por doquier hay cuerpos tirados, carcasas vacías incrustadas en una pipa de perdición. Y yo espero que este vacío nos salve, que el hedor de su decadencia oculte nuestro rastro, que la cacofonía terminal de sus cerebros encubra nuestros pensamientos. Pero debo acallar el temor de la mujer. Y están tan cerca.

Oh Dios esto es el infierno mira esta gente oh Dios si están más muertos que vivos cálmate cálmate Susan o estás lista parece que el tipo se recupera parece que está mejor pero algo malo va a pasar.

Y entonces lo siento. Como una ráfaga de fuego helado que recorre y que busca trepa veloz la escalinata, cruza bajo la arcada principal y se expande por entre los muros del templo. Deseca las mentes de los que nos rodean sin esfuerzo alguno, y exhausto me doy cuenta de que hemos sido encontrados.

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Por entre los retorcidos cadáveres de los fumadores de crack se abre paso un averno de múltiples formas. Conozco sus nombres. Erguido avanza el hombre de la coraza plateada, capa blanca y yelmo inmaculado, es el Hombre de los Dones, de oculto rostro, vasto es su poder. En su diestra empuña una cadena forjada de acero y voluntad suprema. Y sujeto a ella Víctor Creed, rasgos felinos y sangre en la mirada, pajiza melena leonina coronando un físico imponente, instinto hecho carne. Junto a él, cabizbajo y flacucho, ajeno a todo pero siempre presente una figura a la que nunca he visto, su aura le delata: el chico de los relojes. Y tras ellos una sombra de horror y locura cuyo nombre no me atrevo a pensar.

Quien avanza (un solo paso) es el Hombre de los Dones, su voz surge clara a través del metal de su yelmo, su voz resuena en las estancias, en nuestras mentes:

- Pareces cansado.

- Pruébame. - Desafío. Creed se agita mostrando sus colmillos y tira de su collar de púas hacia mí.

- No quiero hacerlo, no quiero dañarte. Pero no puedes protegerla, y lo sabes.

La sombra da un paso hacia Susan y ella ni grita, sus ojos están clavados en la encapuchada figura y su rumor de metales, y se ahoga en un sollozo horrorizado.

- Detente. - Ordena el Hombre de los Dones - Detente, Atroz.

La sombra obedece. Atroz. Su nombre se me clava.

- No por favor, no por favor no por favor no pofavorno

Tumbada en el sucio suelo, entre ratas y cristales rotos repite sin cesar la súplica:

- vornoporfavornoporfavornoporfavor

- No puedes salvarla. - Me recuerda.

- Podré.

- Entonces, hay un precio. Y lo conoces. Sálvala. No haré nada por impedirlo, pero será Lobezno quien esté perdido, y no sólo Lobezno. Sabes que no puedo evitarlo.

El chico de aire ausente no cesa de murmurar algo por lo bajo, algo que no logro descifrar. Sacude la cabeza con violencia, y para calmarse clavas sus uñas en sus encías hasta sangrar.

- Debes elegir. - Concluye el Hombre de los Dones.

No digo nada.

-¡Oh Dios mío! - Susan percibe mi duda. Se incorpora cae, se arrastra y se abraza a mis rodillas - No me dejes, no me dejes, ayúdame.

Llora y tiembla. Yo también.

- No puedes. No puedes protegerlos a todos. Alguien debe perderse.

- No permitiré que la tengas.

- Sea pues. Has hablado. Has optado. Lobezno será el sacrificado.

Víctor Creed se agita de nuevo sediento de lucha. En Atroz nada distingo. Se da media vuelta.

-Espera - digo, Susan me mira enmudecida y sólo puede apretar los dientes con más fuerza- , espera. Si puedo elegir, salvaré al hombre.

Susan cierra los ojos.

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EL RINCÓN DEL GLOTÓN

Hasta aquí el primer número de Ultimate Lobezno, y por tratarse del primero, está formado por los dos primeros capítulos de esta saga, un duble saized que dirían los americanos. Y en la presente sección espero ofrecer comentarios más menos interesantes, aclaraciones, curiosidades y demás. Para empezar, yo mismo he entrevistado a Kleinsberg, el autor de lo que acabas de leer.

  • Blai: ¿Le puedo tutear?
  • Kleinsberg: No.
  • Blai: ¿Podría decirnos qué guionistas de cómic han influido más en usted?
  • Kleinsberg: Sin duda, el autor que mayor influencia ha ejercido en mí es Mariano Sobaco, guionista de tebeos porno de colegialas. Cuando tenía cinco años pude conocerle en persona y me enseñó el rabo. Aquello me impactó mucho. Además están Chris Claremont, Frank Miller, Alan Moore y Neil Gainman. Y en un ámbito más conceptual, los guionistas de telediarios en general.
  • Blai: ¿Por qué Ultimate Lobezno?
  • Kleinsberg: Bueno, la colla esta de frikis del Guardarropía o como se llame esto tienen amarrados a todos los personajes más o menos potables de Marvel, los buenos, los mediocres y los malos, y no los sueltan ni pa' atrás. Y claro, con la morralla cochambrosa que queda suelta por ahí ya me dirás que hago, ¿Los Dex-Perdicios? Así que decidí empezar de cero, mandé una idea para Ultimate Ken y Barbie, pero me la rechazaron por indecente. Luego envié tres proyectos diarios durante seis meses hasta que me aceptaron este.
  • Blai: O sea, que está usted aquí por lástima.
  • Kleinsberg: Por lástima no, por pena. Pero la línea Ultimate ofrece posibilidades muy interesantes, como por ejemplo... y otras más. Además, el concepto ultimate permite hacer cosas interesantes con personajes que, de otro modo, no sería posible, ya que algunos tienen hasta cuarenta años de historia. Creo que, en esencia, una versión ultimate de un personaje permite nutrirse de su historia sin que ésta sea un lastre. Noche del alma, por ejemplo, no podría haberse escrito para el Lobezno clásico.
  • Blai: ¿De dónde sale el título de Noche del alma?
  • Kleinsberg: Básicamente podríamos decir que se trata de un plagio. No recuerdo muy bien si leí esta expresión en algo de Mahler o en algo de Adorno acerca de Mahler, en cualquier caso, no es mía.
  • Blai: ¿Qué tal su relación con el resto de guionistas?
  • Kleinsberg: Bueno, ellos me envidian, eso está claro, pero estoy acostumbrado a esta clase de situaciones, es el precio del talento. Y en general lo llevan bastante mejor. Ya casi no me mandan virus por mail.
  • Blai: Una última pregunta, ¿es usted consciente de que usted y yo somos una misma persona y que por lo tanto esta entrevista es una gilipollez?
  • Kleinsberg: Si usted y yo somos la misma persona... eso quiere decir que me estoy beneficiando a su mujer.
  • Blai: Pues sí.
  • Kleinsberg: Pues eso.

    Hasta Lobista

    kleinsberg@yahoo.es

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