ULTIMATE DEFENSORES #1
El Arbol del Conocimiento I
La noche de los demonios
Guión:
T-Reilly
Portada: Ikaro
PORTADA: La portada muestra una oscuridad total, rota, solamente por que de ella surge la feroz gárgola, rugiendo, mientras su garra aplasta contra el suelo un, maltrecho, casco de caballero andante. El casco es de metal negro y terminaciones doradas, los relieves surcan toda su forma, hasta acabar en la cabeza de un caballo, que sobre sale de su frente.
La noche conduce hacia nosotros el estruendo de la tormenta. El rugir de los relámpagos surcan los cielos, atrayendo la lluvia... aquella que nos susurra al oído el inicio de nuestra historia.
Una extraña y tétrica abadía, construido en el interior de una montaña. Una ventana, en una de sus almenas, nos transporta hasta los aposentos de un anciano caballero, que a la luz de una pobre y medio consumida vela, se sienta ante una apolillada mesa, que hace las veces de escritorio. Tras empapar lentamente la punta de su pluma en un tintero de barro, su huesuda y temblorosa mano se dispone a escribir en un ajado pergamino:
"Año de nuestro señor de 1132. Soy el caballero David de Gascón, aunque hace años que ya nadie pronuncia mi nombre. Escribo estas memorias, como único legado de mi estirpe a las futuras generaciones."
Un suspiro.
"Hace años... décadas posiblemente, en una incursión sobre una horda bárbara, que desembarcaba en nuestra amada Francia, encontramos el mal que hoy azota nuestra existencia. Indigno de un noble franco, nuestro señor nos ordeno saquear aquella horda hasta encontrar un objeto que él anhelaba, lejos de impartir la justicia que de nobles se esperaba, la carnicería que allí provocamos, manchara nuestras vestiduras en la hora del juicio de Dios. El tiempo paso y aquella sucia acción quedó censurada para las bocas sus súbditos.
Aquel tesoro solo nos trajo desgracias y penurias, nuestras tierras eran asaltadas cada vez con mas asiduidad, por enemigos que parecían provenir del hades. Nuestros hijos aprendieron a batallar antes de hablar y nuestras tierras se tornaron yermas por la sangre de los demonios derramada en ellas. Temeroso y obsesionado por la posesión de su tesoro el rey se encerró en esta antigua abadía, con todo su sequito y súbditos, abandonando nuestro feudo, para vivir cuan perro enjaulado, en esta cárcel de piedra.
Los años han pasado y mi muerte veo aproximarse, poco a poco todos estamos muriendo, protegiendo a un señor al que hace meses que dejamos de ver, para solo escuchar sus gritos en la oscuridad de esa cámara que guarda su amado... tesoro, tras una puerta infranqueable, que hace tiempo se cerro al mundo.
Pocos quedamos ya con vida y entre los murmullos de muerte y desesperación se cuenta el temor a los extraños seres que en los torreones del castillo habitan, gárgolas terroríficas que en la noche parecen observarnos, aunque daría mi vida a Dios por la creencia de que cada día su numero aumenta..."
La sesión de escritura se interrumpe cuando un estruendo hace tambalearse la vela que alumbra, escasamente, la estancia, impidiendo la acción.
-Por nuestro señor... ¿Qué fue ese estruendo?
Tembloroso y asustado, el anciano caballero se aproxima con presurosos pero dubitativos pasos hasta un gran ventanal, protegido por grandes puertas de cedro. Lentamente comienza a tirar de las grandes y pesadas puertas, provocando que una pequeña ráfaga de agua y viento le ciegue por un instante, para que acto seguido sus ojos se abran para ver como el puente levadizo explota en pedazos, facilitando el paso de una milicia.
-¡Templarios! -Grita una voz en alguna parte.
Un abrir y cerrar de ojos y un vuelco del corazón.
-Que el diablo me lleve...
Abajo en el patio de armas, las tropas templarías comienzan a entrar.
-¡Tomad el patio de armas¡, ¡Asegurad la zona¡, ¡Y... encontrad al hereje! -Un mariscal comienza a impartir ordenes.
En su alcoba, el anciano caballero, tan raudo como sus años le permiten, agarra su espada, que descansaba sobre su lecho y rápidamente sale de la estancia. Mientras corre por los angostos pasillos de aquella longeva y olvidada abadía, piensa:
Un pensamiento.
"Tras dar mis fuerzas en numerosas batallas por mi señor, hoy veo como se acerca el día de entregar también mi vida"
Una pesada puerta de metal es su objetivo, que se alza allí, al final del pasillo.
Jadeando por la carrera, sus fuerzas se dedican a abrir la pesada puerta, una vez que la ha alcanzado. Sus manos huesudas aunque fuertes, logran asir, con rudeza, el tirador :
-Vamos... argh, vamos... deja, argh... me salir.
Una vez conseguida su meta, el caballero sale al exterior por un puente que une dos grandes torres. Mientras corre, mantiene su mirada fija en la puerta, en el otro extremo. Pero al alcanzar el centro del puente, alza la mirada encontrándose ante algo que jamás vio ni en sus peores pesadillas.
-¡Oh, Dios mío!, apiádate de tu siervo... -Y con esta plegaria el anciano une sus manos llamando al cielo.
Sobre su cabeza la figura majestuosa de un caballero, de negra armadura, resplandeciente bajo un blasón púrpura, a lomos de un corcel negro como la noche que posee enormes alas en los costados, extendidas al viento, cabalgando en los cielos, bello y a la vez horrible como el mensajero de la muerte.
El caballero mira hacia el anciano, en el puente. Por un instante se detiene levantando su espada para colocar la hoja frente a sus ojos.
-Lléname con tu poder... ¡Oh, Señor!, ¡Permíteme purificar al impío!
Y tras estas palabras, gritadas al viento, el caballero extiende la espada para cargar contra el puente.
Un instante, una exhalación... justo antes de llegar a su objetivo, el caballero de negra armadura se detiene en el vació ante un rugido, que desvía su mirada y la de su contrincante hacia los torreones más ocultos, en el interior de la abadía. Como una marabunta, centenares de criaturas monstruosas comienzan a surgir del interior de aquella misteriosa construcción, de esa parte recóndita, que duerme aun en las entrañas de la montaña:
-¡Demonios¡, ¡Gárgolas¡. -Gritan hombres de ambos bandos, al ver un nuevo enemigo aproximarse.
El caballero de la armadura negra, dirige sus palabras a su anciano contrincante.
-¿Que extraño pacto habéis hecho con el maligno, hereje?
-¿Como... ?, os equivocáis señor... -Responde confuso el anciano.
-Aguardad hereje, Payens de Montdidier volverá para traeros la ira de Dios. -Tras esto desaparece, volando en dirección al nuevo frente atacante.
Temeroso de un ataque de su contrincante, el anciano permanece por un segundo cobijado, encogiendo su cuerpo, en un rincón del puente. Los minutos pasan y sacando fuerzas de flaqueza se levanta y ve como su enemigo se dirige hacia las gárgolas, respirando aliviado. Armándose de nuevo de confianza, mira hacia la puerta que era su objetivo y se dispone a correr hacia ella.
En el patio, tomado por las fuerzas templarías...
-Armad las catapultas y listos a mi señal. -Indica el mariscal.
-Primera línea de catapultas lista, Señor.
-A mi señal abrid fuego contra los torreones más altos.
-Segunda línea de catapultas listas, Señor.
-¡Cargad!.. ¡Fuego!..
El anciano ve acercarse los proyectiles.
-Dios mío, apiádate de tu siervo y recógeme a tu diestra...
En el gran salón.
La batalla que fuera tiene lugar y el escándalo que esta conlleva no parece afectar al señor de aquella abadía, que parece inmutable, sentado en su pequeño trono de madera, en el fondo de aquella gran estancia, frente aun gran ataúd de piedra.
Aquel que una vez estuvo radiante de vida, ahora se encuentra sumergido en las sombras.
El gran portón, que lo protege, comienza temblar y retorcerse, bajo unos poderosos golpes, que hacen retumbar todo la sala.
Como explosiones a las afueras de la gran estancia, las grandes puertas, que dan acceso al salón caen, bajo lo que resultan ser las poderosas coses de la cabalgadura del Payens de Montdidier, el caballero de negra armadura.
-Excelente mi fiel Valinor, ahora llévame ante el satánico personaje que ha invocado a las bestias del averno.
Valinor recoge sus alas y trota hacia el noble señor, que permanece impertérrito ante la escena y el peligro que se le avecina.
Una vez ante el misterioso señor, Payens de Montdidier observa un cuerpo débil, envuelto en gasas, cuyo rostro se cubre con una mascara de acero, en cuya frente esta engarzada una gran gema que brilla en la oscuridad, con un tono azulado.
-¡Levantad!, en nombre de la cristiandad os lo ordeno. -Pero la orden del templario no son seguidas de ninguna reacción.
Un rugido llama la atención del templario hacia el techo, especialmente sobre dos columnas, que parecen subir hasta el cielo, perdiéndose en la oscuridad del salón y por las cuales descienden dos gárgolas de aspecto poderoso.
-Ordenad a vuestros monstruos que se detengan. -Exclama amenazando, con su poderosa espada, el cuello del noble, que continua mudo.
Las gárgolas rugen al acercarse.
-¡Ordenádselo, hereje bastardo! -Insiste Payens de Montdidier.
La espada se clava en el supuesto cuerpo del señor, que deja al descubierto, simples ropajes vacíos, que se desvanecen y sobre los cuales cae la mascara.
-Por favor hermano Payens de Montdidier, no seáis estúpido y suspended el ataque.-Exclama una de las gárgolas.
-Maldito seas, engendro del averno... ¿Cómo conocéis mi nombre? -Pregunta extrañado, el templario.
-Nuestro Señor nos guía por extraños senderos, hermano. -Añade la gárgola.
-¿Nuestro Señor, dices?.. ¡Maldito engendro!, tu demoníaco señor no comparte nada con mi Dios. -Exclama enfurecido el guerrero templario mientras encara a su contrincante.
La batalla comienza cuando una de las gárgolas cae sobre el hermano Payens, mientras la segunda, la cual había hablado, se apresura hasta el lugar donde descansa la mascara, sobre los ropajes del señor de la abadía.
El templario y la primera gárgola se enfrentan, entre mandobles de espada y garras del monstruo, las cuales hacen saltar chispas entre ambas figuras. Hasta que finalmente el filo de la espada se clava, en la gruesa piel del demoníaco ser, que cae muerto.
La batalla cambia de flanco. Payens dirige su espada contra la segunda gárgola, a la que intercepta justo antes de que esta toque la mascara.
-Exijo una explicación, maldita bestia, ¿cómo es que conocéis mi nombre?
-Os imploro que olvidéis esta batalla y me dejéis marchar... -Suplica la gárgola ante el filo de la espada de su enemigo. -
... tratáis con un mal mayor del que podéis imaginar.
-¡Callad!, acabare con vosotros, demonios.
-¡Hermano Payens de Montdidier!, os lo imploro, dejadme marchar, ¡Por la gloria de nuestro señor, por la orden, por el circulo de los nueve! -Grita la gárgola.
Por un instante los contendientes se detienen, por la confusión de las palabras del monstruo.
-¿Quién sois? -Murmulla Payens, paralizado y pensativo.
Mientras la gárgola aprovecha para arrojarse sobre la mascara, pero antes de conseguirlo la gema, engarzada en ella, reacciona intensificando su brillo azul, que inunda toda la sala.
-Maestre el lugar esta tomado, las gárgolas...
El senescal entra raudo en la sala, a lomos de su caballo, para encontrarla vacía.
-... se retiran. -sus palabras se pierden en el vació de la estancia.
La actualidad.
Edificio Richmond. New York
Por un pasillo caminan dos hombres, uno viste una bata blanca y porta una carpeta, parece preocupado, mientras habla a su acompañante, un hombre que viste un traje oscuro y muestra ceño fruncido, oyendo atentamente las palabras de su acompañante.
-Señor Richmond, se lo dije... -Increpa, con gesto preocupado y asustado, el hombre de la bata blanca. -... ese castillo en la frontera francesa no era buena idea.
-Por favor profesor Fonts, no de mas rodeos. -Se impacienta su acompañante.
-Se lo advertimos, los obreros no querían trabajar en su reconstrucción, por el tema de las leyendas.
-¿Bromea?, ¿hacer caso a unos pueblerinos, que creían que el castillo era habitado por demonios? -Se mofa el hombre. -No es propio de usted profesor.
-No se burle señor Richmond, esto no admite sátira alguna. -Se enfurece el Prof. Fonts.
-Esta bien, pero vaya al grano, se lo suplico. -Se impaciente, el joven del traje.
-Bien, hace dos meses cuando compró ese castillo perdido en la frontera entre Francia y Holanda decidido a reconstruirlo, tuvimos que llevar obreros de otros lugares, ya que los de la zona se negaban a trabajar en aquel lugar, que las leyendas llamaban maldito...
-Eso lo sé, por favor, al grano. -Empieza a desesperarse.
-Si, si, si... hace unas horas, el castillo sufrió un "ataque".
-¿Un ataque?, ¿De quien?, ¿Ha sufrido daños mi castillo? -Se preocupa el Sr. Richmond
-No, la estructura no fue dañada, solo algunas, viejas, puertas...
El Sr. Richmond se detiene y apremia a su acompañante, el Prof. Fonts.
-¡Leonard!, me has sacado de la cama a las tres de la mañana, ¿para qué?, ¿que ocurre?
-Kyle, te conozco desde pequeño y sabes que no te mentiría nunca, esto que hemos traído es asombroso, incluso aterrador.
-¿De que hablas?, ¿Qué habéis traído? -añade desesperado Kyle Richmond.
-Hace unas horas, alguien entro en el castillo, abriéndose paso entre los andamios, llego hasta el gran salón... los guardias de seguridad afirman que hubo una gran explosión y luego un haz de luz surco el cielo...
-¿Como?
-Los guardias de seguridad... -Continua Leonard Fonts. -... entraron en el salón y encontraron esto.
La pareja entra en una sala que recuerda a la sala de espera de un hospital, para detenerse ante una pared de cristal, tras la cual se desarrolla una operación medica. El Prof. Fonts, señala para guiar la atención de Kyle Richmond al interior. Los médicos giran asustados alrededor de la mesa de operaciones.
-¿Que esta ocurriendo aquí? -Interroga Kyle Richmond.
-Lo encontramos en el gran salón, estaba medio muerto, presentaba signos de una pelea reciente...
En ese momento los médicos se giran y dejan que Kyle pueda ver al paciente...
-¡Dios mío!, ¿qué es eso? -Exclama asombrado, Kyle Richmond.
-Creemos que una gárgola. -Añade el profesor. -Las pruebas muestran que sus facciones coinciden con figuras de piedra esculpidas en edificaciones construidas en la baja edad media, quizás este ser inspirara esas figuras.
-¿A donde quieres llegar Leonard?
-No lo sé, pero este ser apareció de la nada... -añade Leonardo Fuentes, girándose hacia Kyle. -... su piel esta compuesta de una sustancia que se asemeja a la roca y sus heridas muestran haber sido por una espada cuya hoja esta compuesta de una aleación de Ébano que usaban los templarios y que se perdió en el origen de la orden.
-¿Qué me quieres insinuar? -Pregunta Kyle Richmond.
-Pues mi teoría, es descabellada, pero creo que este ser no pertenece a esta época.
-¿De que me hablas?, ¿Un viaje en el tiempo?
Continuara...
PROXIMO CAPITULO: VIEJOS AMIGOS.
GREENWICH VILLAGE, MI SANCTA SANTORUM
Bienvenidos. En esta sección tratare, en los números sucesivos, de comentar, explicar y quizás desarrollar, vuestras criticas, comentarios o sugerencias sobre la serie, las cuales podréis enviar al correo de esta: Ben_Reilly11@Hotmail.com
Este mes, como aun no hay correo (obviamente), utilizare esta sección para dar las gracias, principalmente a Zemo, que me trajo a Marveltopia y a todos los demás por que me han ayudado en todo lo posible y por que esta web y sus proyectos, resultan realmente interesantes.
Un saludo y espero que disfrutéis de la serie tanto como yo lo he hecho escribiéndola.
T-Reilly.