PODERES COSMICOS VOL. 2 #35
Como ratas en un laberinto...
Guión:
Bergil
Portada: Dibujada por Ángel Medina. Sobre un fondo estrellado, como si estuvieran flotando en mitad del vacío (o como si el suelo fuera transparente y no se viera), se ve a los tres creadores de Kismet, espalda contra espalda, ocupando los tres vértices de un triángulo, con la base del mismo en el lado contrario al espectador. El punto de vista está ligeramente por encima del terceto, para poder verles bien a todos. Los tres tienen una postura de alerta, con las piernas ligeramente flexionadas y los brazos en la misma postura que adoptaría un (mal) boxeador para defenderse; esto es, ligeramente alzados.
Resumen de lo anterior: Como suele decirse en los periódicos, por si interés
reproducimos el siguiente texto, que aparecía al final del número 27 de esta
serie:
Shinsky, Morlack y Zota despertaron lentamente, cada uno en una habitación
diferente. Los tres sentían un ligero dolor, motivado por la distancia a la
que se encontraban unos de otros: no lo bastante como para que el
sufrimiento resultara intolerable, aunque sí lo suficiente como para
mantenerles incomunicados. Grilletes neutralizadores oprimían sus muñecas,
impidiéndoles el uso de sus poderes cósmicos. Sin embargo, los tres habían
sido científicos, de las mentes más brillantes de la Tierra. Por lo tanto,
los tres se sentaron y meditaron en silencio acerca de su situación.
No era mucho lo que recordaban. Tras apercibirse del aceleramiento de la
entropía en el Universo, habían decidido regresar al sistema solar de la
Tierra. Pero algo se lo había impedido. Algo les había dejado inconscientes
y les había atrapado. Y ese algo sabía lo bastante de ellos como para
mantenerles separados; ni mucho ni poco, sólo separados. Lentamente,
comenzaron a recordar.
Y en el número 28 se contó lo siguiente:
Despertaron en las celdas en las que se encontraban ahora. Su misterioso
captor debía haberles llevado a... dondequiera que estuvieran ahora. Aunque
ninguno de los tres veía a sus compañeros, el mero hecho de no sentir dolor
les permitía saber que no se encontraban demasiado lejos.
De repente, las paredes que formaban las celdas comenzaron a descender, y
los tres amigos se fundieron en un abrazo, aliviados al comprobar que los
demás estaban bien. Luego, miraron a su alrededor.
Todo rastro de las celdas había desaparecido. No sólo las paredes y el
techo: también los suelos se habían esfumado. Estaban situados en mitad de
una gran llanura sin excesivas ondulaciones del terreno. No parecía haber
más seres vivos hasta donde alcanzaba la vista.
A lo tonto, a lo tonto, estos resúmenes también me vienen bien a mí, para no
cometer incongruencias conmigo mismo...
En el asteroide donde se encontraba el Star Stop Café, Enilwen estaba
contento. Antes de marcharse, Ganímedes, como le había prometido, había
vuelto a dejar su roca más grande con el mismo aspecto que tenía antes de
que la Célibe la abriera. Y, además, aquel mal olor había desaparecido...
Después de abrazarse y palmearse las espaldas, Shinsky, Morlack y Zota
intentaron poner en común sus impresiones acerca del extraño lugar en el que
se encontraban, y cuál era la mejor manera de salir de allí:
- ¿Tenéis alguna idea de dónde nos encontramos? -pregunto Morlack.
- ¿Y de cuanto tiempo hemos estado prisioneros? -añadió Shinsky.
- Bueno, en cuanto a lo segundo -intervino Zota-, hay dos alternativas. O
bien el período de nuestra prisión ha sido corto, o bien ha sido largo. Si
ha sido corto, eso significa que no hemos perdido demasiado tiempo, y que,
cuando logremos salir de aquí...
- Querrás decir si logramos salir de aquí, amigo mío... sea donde sea que se
encuentre este aquí en el que nos encontramos -dijo Morlack, con una mueca.
- Tú siempre tan optimista, Maris -dijo Shinsky, palmeando la espalda de su
colega.
- Maris, Wladyslav, como iba diciendo... cuando salgamos de aquí, podremos
retomar nuestro propósito antes de que nos atraparan, y marchar hacia la
Tierra para intentar parar el fin del Universo. Pero...
- ¿Quién es ahora el pesimista, eh? -se burló Morlack-. Escúchate, Carlo, el
fin del Universo... nada menos.
- No soy pesimista, Maris, sólo realista. Y creí que los tres estábamos de
acuerdo en que, visto el curso que estaban tomando los acontecimientos, lo
más probable era que el Universo se fuera por el desagüe, por usar una
expresión lo más gráfica posible...
- Paz, amigos, paz... -dijo Shinsky, viendo que la discusión amenazaba con
salirse de madre-. Creo que el estar aquí encerrados, aunque aquí sea esta
amplia llanura, está empezando a afectarnos a todos. Puesto que estamos
obligados a permanecer unidos1, más nos vale el estar en paz y armonía,
¿no creéis?
- Tienes razón, Wladyslav... como siempre. Perdona, Carlo, y continúa con lo
que estabas diciendo.
- Gracias, Maris. ¿por dónde iba? Ah, sí, ya recuerdo... Iba a decir que lo
más probable es que, para cuando lográramos llegar a la Tierra, todo se
hubiera resuelto, en un sentido o en otro. Obviamente, si se resolvía en el
sentido malo, no llegaríamos a la Tierra, pero eso es otra historia. Ahora
bien, cabe que nuestro encierro haya sido por un largo período de tiempo, en
cuyo caso, y dada la progresión que llevaba la avalancha de desastres
cósmicos que detectamos, todo se habría solucionado ya. Y en el sentido más
favorable a la vida, añado. En cuanto a la primera pregunta que me hiciste,
Maris...
- ¡Demonios! ¿Cuál era ? Ya no me acuerdo... -dijo Morlack, perplejo,
mientras se rascaba la nuca.
- Se refería al lugar en que nos encontramos. Sobre ese particular, no puedo
darte ninguna respuesta concreta. Aparentemente, nos encontramos en la
superficie de un planeta, al aire libre. Pero nada excluye que el ser o
seres que nos capturaron dispongan de una tecnología mucho más avanzada que
la terrestre, en cuyo caso podríamos estar en una construcción artificial, o
bien todo esto podría no ser más que una elaborada ilusión, y en realidad
nos encontraríamos todavía prisioneros. Así pues...
- Así pues, Carlo, tus explicaciones han resultado, como siempre,
esclarecedoras. Y conste que lo digo sin segundas. Pero estando aquí
quietos, debatiendo acerca de lo divino y lo humano, no nos va a llevar a
ninguna parte. Sugiero que decidamos una dirección y nos movamos en ella...
o que imaginemos que nos movemos, si es que tu hipótesis de la ilusión
resulta estar en lo cierto.
- Estoy de acuerdo -dijo Shinsky.
- Yo también -dijo Zota-. De hecho, es lo que iba a proponeros.
- Sí, claro... -dijo Morlack, zumbón.
- Maris, no empecemos de nuevo...
- Era broma, era broma...
- Vale, de cuerdo... ¿Hacía donde vamos?
- ¿Os parece bien hacia allí? -dijo Shinsky.
- Por mí perfecto, pero precisemos antes bien dónde queda exactamente
allí -señaló Morlack-. Ya sabéis, no podemos separarnos más de diez metros
sin empezar a sentir dolor, y...
-Ya lo sabemos, no hace falta que nos lo recuerdes...
- ¿Y a pie, o volando? -insistió Morlack.
- De ninguna manera, como no dejes de hacer preguntas -replicó Zota, ya un
poco amoscado.
- De acuerdo -zanjó Shinsky la cuestión-. Iremos hacia allí -y señaló un
punto en la distancia-, y lo haremos volando. ¿De acuerdo?. A la de tres.
Uno, dos...
- Perdona si te interrumpo de nuevo, Wladyslav -dijo Morlack, al tiempo que
levantaba la mano con el dedo índice extendido y los demás flexionados-,
pero...
- ¿Sí, Maris? -dijo Shisnky, con un suspiró de resignación-. ¿Qué es lo que
quieres ahora?
- ¿Va a ser uno, dos y tres, o uno, dos, tres y ya? -preguntó Morlack, con
una sonrisita.
- ¡Por la doble hélice del ADN, Maris! -bramó Zota, al límite de la
paciencia-. ¡Para de una vez!
- No, Carlo, no -dijo Shinsky, al tiempo que palmeaba la espalda de Zota-.
Maris tiene razón, no es una cuestión en absoluto baladí. Está bien, Maris.
Será uno, dos, tres y ya. Nos elevaremos en vertical hasta unos veinte
metros de altura, doblaremos en ángulo de noventa grados para avanzar
paralelos al suelo y nos dirigiremos hacia donde he señalado. ¿Alguna
pregunta más?
- No, Wladyslav, ninguna. Has resuelto todas las dudas que tenía.
- Todo listo, entonces. Uno, dos, tres y... ¡ya!
Después de lo que les parecieron varias horas volando, el punto al que se
dirigían no parecía haberse acercado en lo más mínimo.
- Esto no me gusta nada, amigos míos -dijo Shinsky-. Creo que es mejor que
bajemos y discutamos la cuestión. A la de tres. Tres y ya -añadió, mirando a
Morlack.
Una vez en el suelo, se sentaron y, como científicos que eran, procedieron a
analizar la situación.
- Existen dos posibilidades -comenzó Shinsky-. O bien nos encontramos, por
así decirlo, en un tapi roulant2 de dimensiones enormes, que se adapta
a nuestra velocidad y que nos mantiene, esencialmente, en el mismo lugar,; o
bien no nos hemos movido en absoluto, y seguimos en las celdas en que nos
despertamos... si es que dichas celdas no eran, en sí mismas, una ilusión.
- Me inclino por la segunda solución, Wladyslav -dijo Zota-. Me parece más
factible.
- Lo mismo pienso, Carlo -terció Morlack-. De hecho, creo que hay una manera
bastante sencilla de comprobarlo.
- ¿Sí? -preguntaron al unísono Shinsky y Zota-. ¿Y cuál es?
- ¡Esta! -exclamó Morlack al tiempo que, sin previo aviso, se ponía en pie y
se lanzaba a volar hasta detenerse a una treintena de metros sobre sus
amigos que, sorprendidos, no pudieron detenerle.
Nada ocurrió. Ninguno de los tres sintió dolor alguno. Morlack volvió junto
a sus compañeros.
- Está claro, pues -dijo-. Todo se ha tratado de una elaborada charada, de
un engaño, de un...
- ¿Experimento? -dijo Zota-. Eso parece. Pero nosotros tenemos una ventaja
sobre las ratas de laboratorio, Maris.
- ¿Ah, sí? ¿Cuál, Carlo? ¿Nuestros poderes?
- No, Maris, no es eso. Quien fuera tan poderoso como para atraparnos debe
tener medios con los que retenernos. No se trata de nuestros poderes.
- ¿De qué, entonces?
- Es sencillo -dijo Shinsky-. A diferencia de las ratas, nosotros sabemos
que estamos en un laberinto. Sabemos que están experimentando con nosotros.
Y tenemos nuestros cerebros. Sea realidad o ficción, eso no nos lo pueden
quitar. Lograremos escapar de aquí.
- ¿Convencimiento o deseo, Wladyslav? -preguntó Morlack.
- Convencimiento, Maris. Total y absoluto convencimiento. Vamos a escapar de
aquí.
Concentrándose, los tres amigos lucharon por penetrar la ilusión que se
había adueñado de sus mentes. Con cada átomo de su voluntad, pugnaron por
romper los grilletes que atenazaban sus psiques. Finalmente, con un postrero
esfuerzo, tuvieron la sensación casi física de algo rompiéndose, y se
encontraron... ¿Dónde? ¿En qué extraño lugar se encontraban? Prisioneros
como estaban, atados a lo que parecían unas camas de laboratorio, al menos
tenían un consuelo: estaban los tres juntos. Y tenían la certidumbre de que,
esta vez, lo que veían era real, no una ilusión inducida en sus mentes. El
dolor sordo que notaban en su interior así se lo aseguraba.
1.- Como consecuencia de su transformación en seres, digamos, cósmicos ,
los tres ex-miembros del Enclave no pueden alejarse entre sí más de unos
diez metros sin sentir fuertes dolores. Pero tranquilos, tanto ellos como yo
estamos investigando la manera de solventar este pequeño inconveniente. Os
mantendremos informados ;-{Þ>
2.- Una alfombra rodante, una de esas cosas parecidas a las escaleras
mecánicas, pero en plano, que suele haber en los aeropuertos y en algunas
estaciones de Metro especialmente grandes (como, por ejemplo, la de Nuevos
Ministerios, en Madrid, España). También sería como esas cintas sin fin que
hay en los gimnasios para correr sobre ellas.
En el próximo número: Bueno, lo que inicialmente iba a ocupar un solo
episodio se ha alargado, y necesitaré también el número 36 de esta serie
para poder dar término a las aventuras de los antiguos integrantes del
Enclave en... ¡Huy, casi se me escapa el lugar al que han ido a parar! En el
próximo episodio, la conclusión del mayor desafío al que, por el momento se
han enfrentado los creadores de Él y Ella (o sea, de Adam Warlock y
Kismet)... y el planteamiento de un misterio que tardará todavía bastante en
resolverse... incluso si mantengo el ritmo de un episodio al mes (pero
tranquilos, que yo ya me he leído el final, y sé quién es el asesino...).
Nos leemos.
El argumento de este número tiene algo de historia. En los felices tiempos
en que yo sacaba un número de mis colecciones (de cada colección ) al mes,
también acostumbraba a correr todos los días. Y no pocos argumentos,
portadas, sagas, etcétera, se me ocurrieron o los maduré mientras corría.
Pero al comienzo de 2.002 tuve una tendosinovitis en el pie izquierdo, y me
tiré todo el año sin correr. Pero en los propósitos de Año Nuevo para 2.003
incluí el volver a correr, y de momento lo voy consiguiendo. Y el Martes 15
de Enero, algo preocupado ya porque llevaba medio mes sin escribir nada, se
me ocurrió, en un par de minutos, todo el número: título, portada,
argumento... En fin, que parece que poco a poco voy volviendo a la
normalidad; o, al menos, a lo que es mi normalidad...
Por otra parte, y como veréis si leéis este número en la página web, y no a
través del correo -si es que Carlos ha hecho bien su trabajo (y no hay razón
para pensar lo contrario, ¿verdad, Carlos? ¿¡¿CAAAARLOS?!?-, con este
número estrenamos logos, tanto en el correo como en la cabecera de la
colección. Esto supone tanto una vuelta a las buenas viejas costumbres -en
una época, la mayoría de los logos que había en MarvelTopía los había
diseñado el menda- como el pago de una deuda moral, puesto que había que
actualizar los logos de los correos. Si echáis un vistazo a los correos de
mis otras colecciones, veréis que también los he cambiado.