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Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.
 
Poderes Cosmicos

PODERES COSMICOS VOL. 2 #29
Tiempo de vivir, tiempo de morir
Guión: Bergil

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Portada: Dibujada por Ángel Medina. El fondo de la portada es completamente negro. A la derecha, Nova aparece llorando en el hombro de la Antorcha Humana (1), que está en llamas. La luz de la imagen procede del resplandor que emiten ambos.

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Como un cohete, Nova entró en la atmósfera de la Tierra y se dirigió a toda velocidad hacia la isla de Manhattan. Serpenteando entre las torres de acero y cristal que definían el inconfundible perfil de Nueva York, apenas moderó su velocidad hasta que ante sus ojos se ofreció la inconfundible silueta del más reciente de los rascacielos de Nueva York: la Torre de las Cuatro Libertades, sede del grupo de superhéroes conocido como los Cuatro Fantásticos (2). La sorpresa la hizo detenerse en seco, pues esperaba encontrarse con el Edificio Baxter (3). Sin embargo, los cuatro cuatros que coronaban el rascacielos no dejaban lugar a dudas acerca de sus inquilinos. Girando noventa grados hacia arriba, ascendió paralela a la pared del edificio hasta alcanzar su cúspide. Posándose con suavidad en el tejado, caminó hacia donde suponía que debía encontrarse la entrada. Pero no pudo llegar a ella. Una serie de cañones de rayos surgieron de sus emplazamientos ocultos y la apuntaron, mientras que las alarmas esparcieron su estruendo por toda la torre.

Segundos después, una figura llameante surgió por la entrada a la base, para encontrarse con que Nova, más irritada que asustada, había dado buena cuenta de las armas que pretendían reducirla. La figura en llamas golpeó con su dedo índice derecho su muñeca izquierda, y la estridente alarma dejó de sonar.

- Ya me imaginaba que serías tú, Frankie -dijo, al tiempo que sus llamas desaparecían y dejaban ver los rasgos de Johnny Storm.

- ¿Cómo es que os habéis cambiado de sede, Johnny? ¿Y por qué no me reconocen los sistemas de seguridad?

- En cuanto a lo primero, es una larga historia. En cuanto a lo segundo... bueno, nuestras bases de datos estaban calibradas para Frankie Raye, pero no para Nova, la heraldo de Galactus.

- Y en cualquier caso, Storm, hay cosas más urgentes, ¿no? -dijo un hombre de mediana edad, rubio y de complexión atlética, pero que mostraba en sus ojos haber vivdo más de lo que su aspecto físico parecía decir.

- Sí, claro... perdona -dijo Johnny, azorado-. Bueno, creo que no os conocéis. Frankie, este caballero es James Hammond, la primera Antorcha Humana. Hammond, la señorita es Frankie Raye, durante un breve espacio de tiempo la tercera Antorcha Humana (4) y miembro de los Cuatro Fantásticos, y actualmente heraldo de Galactus con el nombre de Nova.

- ¿La primera Antorcha Humana? Pero creí que estaba...

- ¿Muerto? -dijo Hammond completando la frase-. Suponiendo que tal cosa fuera posible para un androide, como dijo Mark Twain, los informes sobre mi muerte fueron algo exagerados.

- Dímelo a mí... -dijo Nova, irónica (5)-. Bueno, ¿y qué es lo que te ha traído al cuartel general de los Cuatro Fantásticos?

- Entonces... -dijo Hammond, mirando a Johnny Storm-, ¿no le habéis dicho nada?

- ¿Y qué querías que le dijéramos? -repuso Johnny-. Era un mensaje a la desesperada, y no íbamos a ponernos a pensar cómo se lo contábamos.

- ¿Queréis dejar de hablar de mí como si no estuviera presente? -les interrumpió Nova-. ¿Qué es eso que no me habéis contado?

- Perdona, Frankie, tienes razón. Bien, el hecho es que... no sé cómo decírtelo, pero el profesor Horton está hospitalizado. Está muy grave.

- ¿El profesor Horton? ¿No fue...?

- La persona que me cosntruyó, sí -dijo la primera Antorcha Humana.

- ¿Y? ¿Qué tiene eso que ver conmigo? Compréndelo, no es que no lo sienta y todo eso, pero...

- No me digas, Storm, que esto tampoco lo sabe...

- No tuvimos tiempo de decírselo, y, además, ni siquiera estábamos seguros...

- Seguros ¿de qué? -dijo Nova.

- Perdona, Frankie, hemos vuelto a hacerlo. Bien, el hecho es que el profesor Phineas T. Horton, el creador de la primera Antorcha Humana, es el hombre que tú conociste como Thomas Raye. Tu padrastro, Frankie. 

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Finalmente, Ganímedes había logrado acercar la nave a un mundo con atmósfera y, lo que era más importante, había conseguido posar la nave en la superficie con una relativa suavidad. Tambaleándose, los ocupantes de la bodega salieron al exterior. Aunque parecía haber algunos magullados, ninguno había sufrido daños de consideración. Ganímedes esperó a que se repusieran, y luego se dirigió hacia ellos. Gracias al traductor universal que su equipo de célibe incluía, pudo comunicarse sin dificultades con ellos. Lentamente, comenzaron a contarle su historia. 

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Nova no estaba segura de cómo se sentía. Hacía ya mucho tiempo de la última vez que había visto al único hombre que había llamado padre (6), y cuyo apellido llevó mientras vivió en la Tierra. Y, además, tenía enfrente de ella a quien podría considerarse como una especie de hermano mayor, en el sentido de haber sido el primer hijo -si bien tampoco en el sentido biológico del término- de Thomas Raye. De Phineas T. Horton, para ser exactos. Nova tenía que repetírselo continuamente para no olvidarlo.

- Tenemos que ir a verle cuanto antes, Johnny. Los segundos pueden ser cruciales.

- Soy perfectamente consciente de eso, Frankie. El Fantasticar está listo para despegar. Llegaremos al Cedros del Sinaí en menos de una hora.

Rápidamente, los tres se encaminaron a la nave de los Cuatro Fantásticos. En el hangar se les unió Lyja, que pilotaría la nave.

- Abrochaos los cinturones -dijo la skrull-. Despegamos. 

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A solas en la habitación del hotel en la que se hospedaba, Genis contemplaba su imagen en el espejo.

"Bueno", pensó, "llegó la hora. La coleta... fuera". Dicho y hecho: de un tijeretazo, la coleta de Genis fue a parar a la ranura del reciclador de residuos. "Esta cazadora tampoco me sirve.  A la basura con ella. Y en cuanto al uniforme... vamos a ver qué tal me queda lo que he elegido". Con calma, sin apresurarse, Genis se fue poniendo una por una las prendas que había adquirido. Primero, los pantalones; azul oscuro y ajustados, pero no demasiado. "Tampoco es cosa de ir marcando paquete, como los demás supertipos", pensó cuando los adquirió. Luego, las botas de caña alta. "Eso siempre da carácter". A continuación, la casaca y los guantes, del mismo color que los pantalones, con la estrella de muchas puntas que había sido el distintivo de su padre y el suyo propio. Por último, la máscara, que dejaba al descubierto nariz, boca y cabello. Se miró al espejo para calibrar el efecto. "Un poco sombrío, quizá" pensó, "pero indudablemente tiene posibilidades". 

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En California no estaban tan acostumbrados como en Nueva York a ver superhéroes. Por ello, y buscando llamar lo menos posible la atención, Nova había empleado un inductor de imagen que le prestó la apariencia que tenía antes de convertirse en heraldo de Galactus. Una vez en el hospital, les indicaron la habitación en la que se encontraba el profesor Horton.

- ¿Cómo se encuentra, doctor? -preguntó Johnny.

- En estos momentos está durmiendo.

- ¿Podemos pasar a verle? -preguntó Nova.

- No sé si...

- Doctor, somos sus hijos. Hace mucho que no le vemos y, por lo que nos ha contado el señor Storm, quizá no tengamos mucho tiempo.

- Bien, si lo ponen así... supongo que tienen razón. Adelante, pasen, pero intenten no agotarle.

Nova y Hammond pasaron a la habitación, mientras que Johnny se quedó fuera. El profesor Horton respiraba acompasadamente bajo las sábanas. Arrugado y encogido, Nova apenas pudo reconocer al hombre fuerte y decidido con el que había vivido hasta su adolescencia. Por su parte, Hammond no pudo evitar conmoverse ante los estragos que el tiempo había hecho en su creador. A pesar de las seis décadas que llevaba existiendo, no terminaba de acostumbrarse al envejecimiento de los seres humanos.

Finalmente, Phineas Horton abrió los ojos. Cuando se aclaró su visión, pudo ver ante sí a dos figuras. A la más alta la reconoció sin dificultas: su creación no había variado un ápice desde el lejano día en que la activó por vez primera.. Pero la otra... ¿sería posible? Había crecido tanto... y, sin embargo, aún conservaba aquella espléndida melena pelirroja.

- ¿Frankie? -musitó débilmente-. ¿Eres tú de verdad?

- Sí, papá -dijo Nova, tomando la arrugada mano del anciano entre las suyas-. Soy yo.

Los ojos del anciano se llenaron de lágrimas por la emoción. Había tantas cosas que quería decirles a ambos... pedir perdón a la Antorcha Humana, por haber antepuesto sus interese egoístas a los de su creación, hacía ya tanto tiempo. Y a Frankie, explicarla por qué la había abandonado tras el accidente que confirió a la adolescente sus poderes ígneos. Pero apenas le quedaba tiempo. En aquellos últimos instantes de su larga vida, toda su existencia pasó ante los ojos de Phineas Horton: su nacimiento, a finales del siglo XIX; su interés por la entonces casi inexistente ciencia de la robótica, que le llevó a trabajar en Timely Inc (7), en donde sus conocimientos se ampliaron enormemente (8); sus trabajos, con sucesivos fracasos hasta que finalmente alcanzó el éxito, sólo para ver que su androide ardía espontáneamente al contacto con el aire (9); sus dudas, antes de decidir enterrarlo en un cilindro sellado sumergido en cemento; su sorpresa, mezcla de alegría y terror cuando, merced a un diminuto poro, el androide fue capaz de inflamarse y escapar de su prisión; la manifestación de que el androide tenía voluntad propia, al decidir seguir su propia vida antes que someterse a los deseos de su creador; la alegría ante los hechos heroicos que realizó durante la Segunda Guerra Mundial y tras la contienda, en su lucha contra el crimen; su ira, ante la ceguera de los burócratas de Washington, que se negaron a crear más Antorchas Humanas ante el temor de que resultaran tan peligrosas e incontrolables como la primera (10); el encuentro con Georgina Raye, con la que se casó, y el considerar a la hija de su esposa, Frankie, como una hija propia, aun después de la muerte de su esposa; la impresión del vuelo que dotó de poderes a los Cuatro Fantásticos, y el reavivar de rescoldos que creía completamente apagados; la visita al viejo almacén en el que estaba almacenado su equipo, y el accidente que hizo que Frankie recibiera los productos químicos que la convirtieron en una nueva Antorcha Humana (11); la huida, aguijoneado por el sentimiento de culpa, tras hipnotizar a la muchacha para que olvidara lo ocurrido; los meses y meses de febril investigación mientras se escondía sucesivamente en innumerables ciudades, hasta encontrar finalmente el modo de que Frankie pudiera controlar su ignición;  la confusion aquel día en el que unos hombres le sacaron de su casa, y le llevaron a un complejo donde le enseñaron un robot que aseguraban que era su Antorcha (12); los síntomas de que su mente empezaba a fallarle, cuando negó haber visto jamás a ese androide, pese a estar hecho con las piezas de recambio de la Antorcha, abandonadas en aquel almacán durante años, o cuando afirmó que la Antorcha no tenía componentes mecánicos (13);y, finalmente, el lento transcurrir de los años, el envejecer sin que nada turbara el tedio de un día igual al anterior y al siguiente , hasta que su viejo y cansado organismo finalmente sucumbió al desgaste.

Todo esto pasó ante los ojos de Phineas Horton mientras un último pensamiento, apenas articulado en los postreros instantes de su existencia, pugnaba por traducirse en palabras: "Os quiero tanto..."

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En la habitación del hospital, el ritmo cardíaco fue disminuyendo. Finalmente, la línea ondulada que reflejaba el funcionamiento de la bomba vital se hizo plana, mientras que la máquina emitía un aullido estridente. A toda velocidad, los médicos entraron en la habitación para intentar reanimar al paciente, mientras que Nova se abrazaba con fuerza a James Hammond, sollozando. Fue inútil: su padre había dejado de existir. 

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Dos días después, una sencilla ceremonia se desarrolló en el cementerio. Sólo acudieron Nova y Hammond. Cuando todo hubo terminado y quedaron solos, la mujer que había sido Frankie Raye extendió su mano y un rayo brotó de ella. Una solitaria llama, a modo de lámpara votiva, ardería desde entonces ante la tumba del hombre que ella había conocido como Thomas Raye.

- ¿Qué harás ahora? -preguntó la primera Antorcha Humana.

- He de regresar al espacio. Mi deber me llama, y ya no hay nada que me retenga aquí.

- ¿No vas a despedirte de Storm? Me pareció que...

- ¿Que había algo entre nosotros? Hubo algo... hace mucho tiempo. En otra vida, podríamos decir. No, es mejor así. Despídeme tú de él.

Pulsando el botón del inductor de imagen, su verdadera apariencia quedó al descubierto.Se lo entregó a Hammond y, sin una sola mirada atrás, Nova abandonó la Tierra... quizá para siempre. 

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Finalmente, Kl'rt tenía a su enemigo en la posición adecuada. Cuando el galadoriano se disponía a asestarle el golpe definitivo, el skrull le miró fijamente a las ranuras oculares de su armadura y empleó toda su voluntad en su poder hipnótico (14). Hammerhand quedó paralizado. Kl'rt separó con esfuerzo los dedos de la mano izquierda de su oponente y pudo ponerse en pie. Mirándole fijamente, musitó:

- Y ahora, ¿qué voy a hacer contigo? 

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(1) La original, no el miembro de los Cuatro Fantásticos. Es una licencia artística, claro, porque Jim Hammond perdió sus poderes flamigeros en la serie de Namor. Aunque teoricamente podia recuperarlos, no queria.

(2) Desde el número 299 de Los 4 Fantásticos. La Torre se levanta en el mismo solar que anteriormente ocupaba el Edificio Baxter, sede también de los Cuatro Fantásticos, que resultó destruido en el espacio tras arrancarlo Kristoff de sus cimientos en Los Cuatro Fantásticos # 278-279.

(3) Nova abandonó la Tierra para convertirse en heraldo de Galactus en Los Cuatro Fantásticos # 244- antes, por lo tanto, de que el Edificio Baxter fuera destruido- y no ha visitado el cuartel general de los Cuatro Fantásticos hasta ahora, aunque haya vuelto a la Tierra un par de veces.

(4) Para ser exactos, entre los números 238 (primera manifestación de sus poderes) y 244 (transformación en Nova y abandono de la Tierra como heraldo de Galactus) de Los Cuatro Fantásticos.

(5) Nova fue dada por muerta entre Estela Plateada v.III # 75 y Poderes Cósmicos v. II # 10-12. Es decir, entre La guerra de los heraldos y La guerra de los heraldos II.

(6) En concreto, desde el día en que cayeron sobre ella los productos químicos que la transformarían en una Antorcha Humana, tal y como se contó en el número 238 de Los Cuatro Fantásticos.

(7) Se vio en el Anual # 21 de Los Vengadores, dentro de la saga Ciudadano Kang.

(8) Timely Inc era una empresa creada por Kang el Conquistador como plataforma para intentar dominar el siglo XX.

(9) Como se narró por primera vez en el más que clásico Marvel Comics # 1.

(10) Se contó en Los Cuatro Fantásticos # 238.

(11) Se contó en un flashback en Los Cuatro Fantásticos # 238 (sí, otra vez).

(12) Dicho androide era, por supuesto, la Vision, secuestrado y desmantelado por una coalicion de varios gobiernos mundiales en Nuevos Vengadores # 42-44.

(13) Esto requiere una explicación. Horton negó conocer a la Visión en Nuevos Vengadores # 44, pero en el número 50 de dicha serie, se descubrió que estaba hecho de los materiales de recambio de la Antorcha, construidos por el propio Horton. Igualmente, Horton dijo que la Antorcha estaba hecha con materiales orgánicos y no mecánicos en Nuevos Vengadores # 48, cuando muchas fuentes (como Los Vengadores # 93 y Capitan América Anual #11) establecen que la Visión tiene componentes mecánicos, y por tanto, la Antorcha, construida con los mismos materiales, también.

(14) En efecto, entre los poderes del superskrull se encuentra el de la mirada hipnótica, como pudo verse en Alpha Flight # 10, episodio en el que paralizó a Sasquatch.

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En el próximo número: ¿Cómo se encargará Kl'rt del problema de Hammerhand? ¿Cuál será el desarrollo de las demás líneas argumentales? Podrás leer la continuación en  Poderes Cósmicos # 30, en la red a partir de Octubre.

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Un saludo y no dejéis de leernos, y escribid a Autopista hacia el espacio - Correo de los lectores (bergil@altavista.net) con cualquier duda o comentario que os surjan. Que no muerdo, caramba, y es muy agradable recibir e-milios (incluso aunque sean críticos).

 
 
   
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