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Perseguidos y odiados por un mundo que les teme. Luchando por el sueño de que mutantes y humanos puedan vivir juntos y en armonía. Ellos son: la Patrulla-X
 
Patrulla-X

PATRULLA-X #340
Ataque preventivo
Guión: Carlos Correia

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PORTADA: Vemos a los Acólitos frente a frente a la Patrulla, con la sombra del Ejecutor al fondo.

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En algún lugar de la pampa argentina...

"¡Wildebeest! ¿Se puede saber qué demonios estás haciendo?"

La que grita es Amelia Vought, la actual dirigente de los Acólitos de Magneto, tras la desaparición de Éxodo en el ataque a Excalibur1. Sin Magneto, sin Cortez y sin Éxodo, todos se habían vuelto hacia ella, la antigua amante de Xavier, al que abandonó para seguir al Amo del Magnetismo (o al menos así lo creían sus seguidores).

"¿Señora? ¿Hay algún problema?"

"Sí, claro que sí... ¿por qué estás usando tus poderes para generar todo ese brillo?"

"Estoy... rezando, señora. Rezando a nuestro Salvador Magneto para que nos devuelva al buen camino, y podamos acabar con los encefaloplanos."

"¿Qué? ¿No sabes que no queremos que nos detecten? ¿Que os he ordenado que no useis vuestros poderes para no llamar la atención? ¿Que, según hemos averiguado, alguien está matando a los mutantes? ¿¿¿QUE NO HACE FALTA USAR TUS PODERES PARA REZAR???"

"Lo siento, señora, pero tal y como decía Éxodo..."

"¡¡OLVIDATE DE ÉXODO!! ¡¡ÉL YA NO ESTÁ AQUÍ!!"

"Lo siento, señora", dijo el mutante, apagando su poder. "Se hará como vos digais."

Amelia se dio la vuelta y volvió a entrar en la base, seguida por un cabizbajo Wildebeest. Sabía que se había pasado, pero estaba algo paranoica. Profeta había predicho que quien fuera que estaba matando a los mutantes les atacaría, y ella no quería ponerle las cosas fáciles. Además, todos los que habían dirigido a los Acólitos habían acabado muertos o desaparecidos, y esa era una estadística que le gustaría romper...

La puerta se cerró tras ellos, y no vieron que, a lo lejos, se estaba formando una tormenta...

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Pícara sobrevolaba Washington, buscando un edificio en particular, un edificio al que iba todos los jueves durante los últimos dos meses. Este edificio contiene la oficina de uno de los psiquiatras más conocidos del país: el doctor Leonard Samson.

Aterrizó en un callejón cercano al edificio, donde nadie podía verla, y se encaminó al edificio.

"Buenos días, señorita Darkholme", dijo la recepcionista. "El doctor le atenderá enseguida. Tome asiento, por favor..."

"Gracias, encanto."

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Ozymandias vigilaba a su amo Apocalipsis, que estaba sentado en su trono meditando tras su batalla contra los Vengadores2. Mientras, seguía grabando en piedra sus visiones del futuro, en las que cada vez veía más claro que su "señor", aquel que llevaba dominándolo desde hacía varios milenios, aquél que convirtió al orgulloso faraón en un esclavo, libraría su definitiva batalla contra sus enemigos. Aunque las piedras no dejaban claro si sobreviviría o no. Y todo por culpa de una antigua profecía, la de los Doce.

Apocalipsis, era uno de los Doce, los mutantes destinados a dirigir a los demás a la grandeza. Pero él no quería compartir el poder. Le había dicho que se convertiría en el Uno, que mataría a los otros Once, y que sería el único que los lideraría. Pero el problema es que no sabía quienes eran los Doce. De hecho, sólo conocía a algunos de ellos: Franklin Richards, el vástago de los 4F, y el mutante más poderoso de la creación. Cíclope y Fénix, los dos herederos de Xavier, que lideraron la primera generación de Hombres-X, y Tormenta, que sustituyó a Cíclope en el mando de los Hijos del Átomo. Así pues, sólo cinco de los Doce eran conocidos. Y sin saber quiénes eran los otros siete, no podía centrar su visión futura, y no podía saber si por fin sería derrotado el demonio... o si seguiría siendo su esclavo por toda la eternidad...

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Los Acólitos comían juntos en el salón de su improvisada base, creada por Éxodo mediante sus poderes psíquicos. Pocos quedaban de los que se unieron a Magneto, Cortez y Exodo meses atrás. Algunos habían muerto, algunos habían sido capturados, otros habían desertado. Así, ahora mismo sólo quedaban Amelia Vought, Escáner, Unuscione, Cargill, Espora, Wildebeest, Foragido, Profeta y dos de los hermanos Kleinstock.

Amelia era la actual "líder" del grupo, aunque su papel era más parecido al de un sacerdote, que espera la llegada del Salvador. Su poder le permitía teleportarse entre un manto de humo.

Escáner era la más joven de todos. Su poder le permitía "lanzar" su yo astral de forma indefinida, por lo que podía estar todo el tiempo que quisiera fuera de su cuerpo, e ir a cualquier lado.

Unuscione era la hija de un antiguo enemigo de la Patrulla, y miembro de la hermandad de mutantes, Unus el Intocable, que falleció hace ya varios años3. Al enterarse, decició seguir sus pasos, y se convirtió en una de las más fervientes seguidoras del Amo del Magnetismo.

Cargill era una joven negra, que había pertenecido a la Alianza del Mal, el primer grupo de mutantes reclutado por Apocalipsis, y que se había enfrentado a Factor-X, bajo el nombre de Frenesí4. Posteriormente, se unió a la causa de Magneto, donde su superfuerza e invulnerabilidad fueron bienvenidos.

Espora era un asesino, simplemente. Su "fervor religioso" hacia Magneto era una simple excusa para matar humanos.

Wildebeest era uno de los nuevos. Su poder, consistente en generar un potente brillo a partir de su cuerpo, no lo hacía muy útil en el combate, pero aun así estaba dispuesto siempre a ir en primera fila de batalla. Su sobrenombre venía de su aspecto, ya que sus rasgos eran los de una bestia.

Foragido había llegado durante el mandato de Éxodo, y no compartía la adoración por Magneto que tenía el resto, ya que para él su verdadero amo era el propio Éxodo, quien le había salvado la vida, al impedir que una muchedumbre lo lapidase en su Yugoslavia natal. Sus poderes le permitían adquirir cualquier tonalidad de piel deseada, como los camaleones, por lo que de siempre se había dedicado al robo.

Profeta era el más anciano de todos los Acólitos. Reclutado por Éxodo tras la caída de Avalón5, su poder era el de ver las cosas que estaban ocultas a los ojos de los demás, tanto del pasado, como del presente, como del futuro. Sin embargo, su senilidad le hacía percibirlas como visiones distorsionadas de la realidad: así, cuando le describió a Amelia al asesino de mutantes, se lo describió como un caballero de brillante armadura, con una lanza que refulgía al sol, y que acababa con demonios que tenían los rostros de sus compañeros.

Los Kleinstock eran otro par de asesinos. La muerte del tercer hermano les había hecho aún si cabe más locos de lo que ya eran, y su objetivo era acabar con los encefaloplanos para imponer un reinado de terror sobre cualquiera menos poderoso que él.

Amelia estaba inquieta. Tenía los nervios a flor de piel. Sentía que algo iba a pasar, pero no estaba segura de qué exactamente. Además, la tormenta que se había desatado fuera no ayudaba. No estaba segura de que aguantase una riada...

¡¡¡¡¡KA-BOOOOOMMMM!!!!!

Toda la estructura tembló. El rayo había caído demasiado cerca.

"¡Todos fuera!", gritó Amelia. "Tenemos que salir de aquí si no queremos morir."

Cogió a Profeta, que era el más débil de todos, y se teleportó con él al exterior. Nada más aparecer, alguien le golpeó en la nuca, dejándola inconsciente.

Profeta cayó al suelo. Levantó la vista, y vió siete figuras ante él. Tras él, se abrió la puerta, por la que salieron el resto de los Acólitos.

"¡Vosotros!", exclamó Escáner.

"Oui, ma cherie. La Patrulla-X ha venido a por vosotros."

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"Pase, Miss Darkholme", dijo la recepcionista. "El Doctor la espera."

Pícara dejó el Oprah que estaba leyendo en la mesilla y se encaminó al despacho. Entró, cerrando la puerta tras ella, y se sentó en la silla.

"Buenos días, Pícara. ¿Qué tal estás hoy?"

"Bien, Leonard."

"¿Te sientes dispuesta a seguir con nuestra terapia?"

"Sí, supongo que si."

"Veo que sigues sin estar convencida de esto, Pícara. Y si tu misma no confías en el éxito de nuestra empresa, no servirá de nada."

"Es que... tantas veces he confiado en hayar la solución a mi problema, que por fin podría controlar mis poderes, que podría tocar a alguien, ser una persona normal, que ya no me fio."

"¿Por eso te escondes bajo esa fachada de mujer dura y autosuficiente? ¿Por eso simulas ser una mujer adulta, cuando no tienes más que veinte años? ¿Crees que si te abres al mundo, si te abres a tus amigos, los perderás, igual que perdiste a tu primer novio, a Cody?"

"¡Yo no me escondo! ¡Tengo que ser dura! ¡He sufrido mucho estos años, luchando junto a Mística y junto a la Patrulla! ¡He visto morir a amigos míos!"

"¿Que no escondes nada? ¿Cómo puedes decir eso, si ni siquiera les has dicho a tus amigos tu verdadero nombre, a pesar de llevar tantos años juntos?"

"¡No puedo... no quiero hablar de mi pasado!"

"¿Y cómo esperas prepararte para el futuro, si no puedes afrontar tu propio pasado? El primer paso para que controles tus poderes es que controles tu vida, Pícara. Si no aceptas lo que te ha sucedido en la vida, nunca podrás aceptar tus poderes, y nunca podrás controlarlos."

Pícara agachó la cabeza, pero no respondió.

"Mira, en estas últimas sesiones hemos hablado mucho de la Patrulla, de Gambito, de lo que sentiste cuando le besaste, de lo que creíste ver en su mente, de cómo ha afectado eso a vuestra relación. También hemos hablado de Ms. Marvel, del tiempo que has compartido mente con ella. Hablamos de lo que sientes cuando absorbes a alguien, de cómo si lo hacen voluntariamente no les duele. Te expliqué que eso era porque en tu subconsciente te sientes aceptada, y no fuerzas tu poder. Te expliqué que si conseguimos que aceptes tu poder a nivel consciente, seguramente conseguirías controlarlo. Pero aún no he conseguido que me hables de tu infancia. Excepto el momento en que descubriste tus poderes, no me has contado nada más."

Hizo una pausa. La joven sureña le miraba atentamente, con los ojos llorosos.

"Pícara, necesito que me hables de tus padres."

"¿De Mística?"

"No. Quiero que me hables de tus verdaderos padres."

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Kaos, Polaris, Tormenta, Gambito, Lobezno, Mariposa Mental y Arcángel. Junto a Pícara, que en esta ocasión no había viajado con ellos, formaban la imposible Patrulla-X.

Esta era la primera misión de campo liderada por Alex Summers. Hermano de Cíclope, tenía el poder mutante de absorber radiación cósmica y expulsarla en forma de rayos. Siempre había estado a la sombra de Scott, y ahora por fin tenía la oportunidad de demostrar su valía. Sus compañeros de Excalibur les habían informado del reciente ataque que sufrieron por parte de los Acólitos6, y habían decidido capturarlos, pasar por una vez al ataque, en vez de esperar, como siempre, que ellos golpearan primero. Gracias a Cerebro, su detector de mutantes, habían logrado detectarlos, ya que ahora, al no estar Éxodo entre ellos, no podía interferir en su funcionamiento con "estática psíquica".

Le fastidiaba que Pícara no hubiese venido. Llevaba un tiempo muy rara, según le habían dicho, y desaparecía temprano algunas mañanas. Era algo que tendría que investigar, pero esto era más importante.

Habían planeado muy bien la misión. Sabían que primero, antes de nada, tenían que encargarse de Vought, ya que sus poderes teleportadores les podían haber permitido escapar. Así que, cuando Ororo generó la tormenta que les hizo salir del refugio, Mariposa localizó el lugar en el que aparecería, y Gambito la noqueó con un indoloro golpe en la nuca.

Había algunos acólitos que no conocían, como el viejo que había venido con Vought, así que lo primero era averiguar sus capacidades.

"Rendíos, Acólitos. Entregaos y os garantizamos un juicio justo", dijo.

"¡¡Nunca!!", gritó Cargill. "Los humanos han de morir, y no son quienes para juzgar nuestros actos."

"Como queráis. Os lo hemos advertido."

<:<Mariposa, enlazanos mentalmente>>, le dijo telepáticamente a su compañera.

<<Hecho, Alex.>>

<<Warren, lanza tus plumas contra ellos. Neutraliza a los que puedas.>>

Dicho y hecho, Arcángel se elevó en el aire mediante sus alas de metal, creadas por Apocalipsis para sustituir a las verdaderas que perdió tras un ataque de los Merodeadores7, y lanzó sus plumas, afiladas como cuchillas y dotadas de disruptores neuronales, que podían paralizar a sus oponentes.

Unuscione extendió su campo de fuerza, impidiendo que ella y sus compañeros fueran alcanzados. Sin embargo, peor suerte corrieron Escáner y Profeta. La primera, que se había agachado para ayudar al anciano, quedando fuera del campo protector, y siendo alcanzados por la lluvia de cuchillas, que los paralizaron.

<<Apartaos. Voy a sobrecargarlo>>, dijo Alex, y, usando sus poderes, lanzó un rayo hacia el campo de fuerza de Unuscione, que, incapaz de mantener la presión, se desmayó.

"¡¡Rápido, Acólitos!!", gritó Cargill. "¡¡Matad a estos traidores!!"

"¡A por ellos, Patrulla!"

Cargill se lanzó hacia Kaos, quien la esquivó saltando sobre ella, y aprovechando el impulso para derribarla. Las innumerables horas de ejercicio en la Sala de Peligro seguían sirviendo de algo.

Mientras, Espora comenzó a lanzar sus feromonas letales en dirección a Mariposa y a Polaris, que comenzaron a sentir sus efectos, y a sentir que se desvanecían. Por suerte, Arcángel había permanecido vigilante, en el aire, y lanzó sobre el Acólito una lluvia de plumas, que le hicieron caer redondo en pocos segundos.

Wildebeest había decidido enfrentarse a Lobezno, y descargó todo su "brillo" sobre él. Para su desgracia, esto solo enfureció a Logan, quien, cegado, pero guiándose por el resto de sus hipersentidos, llegó hasta él. El Acólito comenzó a golpearle, lo que aún enfureció más al canadiense, que lo agarró por el cuello con la derecha, y extendió las garras de su izquierda. Wildebeest, al verlas, se desmayó.

"Puff", exclamó Logan, soltando al inconsciente Acólito. "Ya no son como los de antes."

Por otro lado, los Kleinstock se fusionaron, doblando su poder, y comenzaron a lanzar pedazos de su base hacia Tormenta, que los destruía mediante su control del viento.

"¿Sabeis, mes amis?", dijo Gambito, que se había puesto detrás de ellos. "No deberíais romper vuestra casa."

Con una sonrisa de oreja a oreja, esperó hasta que los hermanos cargaron contra él, para saltar en el último segundo, no sin antes haber "cargado" el suelo con su poder, de modo que al golpearlo los puños de los gemelos, explotó, lanzándolos por los aires, inconscientes.

Ya solo quedaba Cargill, que se había incorporado, y frente a la cual estaban los Hombres-X.

"Si creeis que me voy a rendir", dijo, "estáis muy equivocados."

Cargó contra ellos, sólo para chocar con un campo magnético, creado por el poder de Polaris. Se levantó, y volvió a cargar, aún con más fuerza, con el mismo resultado. Y otra vez. Y otra.

"¿Te convences ya de que es inutil seguir?", preguntó Alex.

Cargill se sentó, agotada, y dejó de pelear.

"Falta uno", dijo Polaris. "Había uno más cuando llegamos."

"¡Snif, snif!". Lobezno se puso a olfatear, a ver si encontraba el rastro. Sonrió, y se acercó a los restos de la base. Sacó una garra del dorso de su mano derecha, y...

"¡¡NOOOO!!", gritó de repente la pared. "¡¡Me rindo!! ¡¡No me mateis!!". De la pared surgió Foragido, que había usado su poder para camuflarse entre los restos, con la esperanza de poder escapar.

"Bien, chico, veo que eres inteligente", respondió Logan, guardando la garra. "¿Polaris?"

Usando sus poderes magnéticos, Lorna inmovilizó a todos los Acólitos, unos junto a otros, y los subió al Pajaro Negro. La Patrulla subió tras ella, y despegaron con dirección a la isla Muir.

FIN

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1.- Como vimos en Excalibur #101.

2.- En la saga La Era de las Maravillas, en Vengadores #403-406.

3.- Espectacular Spider-Man #91.

4.- Factor-X #5-6 y 33.

5.- En X-Men #42-44.

6.- En Excalibur #101-102.

7.- Factor-X #10.

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BUZÓN MUTANTE

¡Holas!

Tras muchos meses de espera, estamos de vuelta, con una única serie para todos vuestros mutis favoritos.

Siento mucho el retraso, cosas de tener que llevar todo esto, irse de vacaciones tres semanas y ser un vago redomado. Ah, si, quizás también tengan que ver el trabajo y los estudios, pero como ni yo me los tomo en serio...

Pasemos a las cartas que nos llegaron tras el X-Men #60...

Xumer nos mandó el siguiente pensamiento profundo...

"Los Mutantes Babosos atacan de nuevo ¿donde cojones esta el mutant-angs?"

Profundo, muy profundo... Bien, a ver... la verdad es que ese número era algo especial, el fin de una serie, y no quería poner a todos los personajes llorando como cocodrilos, ya sabes... "Oh, que guapos, ricos y poderosos somos, pero que mal nos sentimos"... En fin, no es que no vayamos a tener angst antes o después, pero es que ahí no me parecía apropiado.

Esto es todo. A ver si mantengo la periodicidad de una @#~! vez...

Patrullosos saludos de...

Carlos

 
 
   
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