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En un mundo fascinado por los superhéroes y supervillanos, un periodista humano dedica su carrera a narrar los acontecimientos. Superado por sus experiencias, lucha día a día por conseguir dos cosas: encontrar la verdad y encontrarse a sí mismo. Él es... Neal Conan.
 
Neal Conan

NEAL CONAN #11
Viaje
Guión: Jesús Alonso AKA Cifra2

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PORTADA: Neal Conan, María y Manoli Wetherell sonríen posando para la tópica foto turística de Amsterdam en la Plaza Dam. A su alrededor, fumetas, mutantes y un drag queen pasean alegremente. Los ojos de Neal brillan extremadamente.

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- Perdone, ¿la plaza Dam?

El taxista moluqueño miró a Manoli en el aeropuerto de Schiphol. Miró su ligero equipaje y a su bella acompañante hispana. No pudo evitar una excitación instantánea al verlas.

- En unos minutos estaremos allí, señoritas.

Manoli daba gracias por el sistema educativo holandés, que hacía que la inmensa mayoría de la población hablase el inglés sin ningún tipo de problemas. No como el americano, precisamente... si no llega a ser porque María sí era bilingüe, seguramente nunca se habrían conocido... Manoli sólo había aprendido en el "High School" un francés rudimentario que ni siquiera servía para ordenar la cena en un restaurante.

Dejando atrás el bullicioso aeropuerto de Schiphol, una auténtica mini-ciudad, el taxi se dirigió por la autopista hacia la cercana Amsterdam... pronto comenzaron a pasar canales por puentes, unos más pequeños, otros más grandes, hasta que llegaron a la cirunvalación, el inevitable Ring A-10 a través del cual - sin que ellas se dieran cuenta - el taxista hizo un buen rodeo que de todos modos les permitió tener una buena impresión de la Amsterdam menos céntrica, la de los campos de pastos y granjas separados sólo de los bloques de apartamentos por la circunvalación.

Entraron por una de las salidas, la que provenía de Volendam y Monnickendam para introducirse así en un túnel bastante largo y profundo y que salía espectacularmente a la superficie en pleno centro de Amsterdam... algo que las dejó boquiabiertas.

- Guau.

Manoli sonrió ante la espontaneidad de María. La besó.

El taxista ni prestó atención al beso... un par de giros y un par de kilómetros después, y se detuvo ante la puerta del hotel de la cadena española NH que dominaba todo un flanco de la plaza Dam. María y Manoli pagaron una suma escandalosa - pero que consideraron barata - por la carrera y pidieron la factura para incluirla en el apartado de "gastos" del viaje.

Apenas media hora después, Manoli llamaba a la habitación de Neal.

- Neal... ya estamos aquí... ¿cuáles son los planes?

Silencio.

- Neal... según el recepcionista... oh, bueno....

Manoli decidió que el recepcionista se había equivocado y que Neal se había ido sin que él se diera cuenta... giró sobre sus tobillos de vuelta a su habitación y en ese momento, Neal le dijo...

- Está abierto, pasa.

Manoli empujó la puerta... habría jurado que estaba bien cerrada, pero ahora ésta se abrió ante la más mínima presión de su mano. La oscuridad dominaba por completo la habitación.

- Neal... está oscuro...

Manoli pensó que a lo mejor la tarjeta de la habitación - la llave - no estaba bien colocada y palpó sólo para encontrar que la tarjeta de hecho no estaba en absoluto.

- Neal, dame la tarjeta para encend...

Las luces se encendieron de repente.

- No hace falta nada Manoli. Yo me hago cargo.

Y Manoli, dando un paso pudo ver a Neal.

Desnudo, en pose de yoga, Neal Conan despedía un áura de pura energía.

- Manoli... No te vas a creer lo que me ha pasado.

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Liz Conan despertaba en ese momento en la casa de Leanne, la ex-mujer de Neal. Perezosa como siempre, Liz se desperezó legañosa y se dirigió al cuarto de baño, su vejiga repleta de orina. Se levantó el camisón y se puso a orinar.

Liz tiene 13 años. En cinco minutos, su vida cambiará para siempre.

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Media hora después de entrar en la habitación de Neal, Manoli aún no salía de su asombro.

- Neal, sé cómo te sientes... cuando conocí a María, por unos segundos, ella me despertó mi gen mutante latente...

- Ésto no ha sido por unos segundos, Manoli. Llevo 24 horas así. No decae. Simplemente, deseé que todo se arreglara en el avión y lo hizo, automáticamente. Además, sólo he necesitado saber dónde encontrar la información que buscamos y ha aparecido en mi mente, sin más.

- Me estás asustando.

- No hay nada que temer, creo. Estoy en paz. Es curioso que sepa dónde encontrar la información pero no la información en sí. Sospecho que una parte de mí quiere seguir el proceso periodístico rutinario...

Manoli lo miró desconfiada.

- Neal, sé por lo que estás pasando... Cuando me ocurrió a mí, por un momento me sentí una diosa, invencible, por encima...

- Estoy por encima, Manoli. Soy consciente de ello.

Neal la sonrió plácidamente. Ella no pudo hacer otra cosa que bajarle los humos.

- No, eres Neal Conan. Un periodista de primera, pero alcóholico en rehabilitación... respetado y odiado a partes iguales, perseguido por fanáticos extremistas, amigo de supuestos terroristas... Divorciado y padre de una hija que ni comprendes ni te entiende. Eres mi jefe, compañero y amigo. Baja de las nubes, Neal.

- Manoli...

- NO. Céntrate, joder. No dejes que el poder te venza. Esa sensación es adictiva, Neal, como cuando uno empuña una pistola. Te crees alguien que NO eres... el poder, éste poder nuevo que tienes puede confundirte, pero tú estás por encima de eso...

Neal no pudo hacer otra cosa que respirar hondo... Manoli, como casi siempre, tenía razón... ella siempre era su Pepito Grillo particular. Dejó de usar su poder y quedaron a oscuras.

- Er, Neal... esto no quería decir que apagases las luces, ¿sabes?

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Esa tarde - noche, Neal y Manoli salieron de "caza". El reportaje que les había traído a Amsterdam era sobre una droga que estaba arrasando en Holanda y que pronto saltaría el "charco" y se instalaría en los USA. La "GenXina" como era llamada, despertaba por periodos limitados de tiempo el Gen X latente de los humanos y amplificaba el ya activo de los mutantes. Como la cocaína, era una droga extremadamente adictiva psicológicamente pero cuya adicción no tenía ninguna relación física. En Amsterdam, ciudad de tolerancia y libertinaje, parecía no haber límites. Por pura casualidad, una de las bocacalles que daba a la plaza Dam, donde estaba el hotel que se hospedaban Neal y Manoli era Warmoestraat, posiblemente la calle más extrema de toda la ciudad, y límite del Barrio Rojo.

Si el "Red Light District" de Amsterdam es como un Disneylandia para adultos, con sus sex shops, sus prostitutas exhibiéndose en escaparates y sus camellos ofreciéndote cualquier tipo de sustancia ilegal cada dos pasos, Warmoestraat va dos puntos más allá. Es en Warmoestraat donde está la condonería más famosa de Europa. Es en Warmoestraat donde están los clubs gay - leather más extremos. Y es en Warmoestraat donde está el "Hill Street Blues", uno de los coffee-shops más importantes de Holanda.

Un buen sitio - y cercano - para empezar la búsqueda.

Consciente de dónde estaban y qué iban buscando, Neal y Manoli llevaban cámara y micrófonos ocultos. Además, era más cómodo así... Cada uno llevaba una, conscientes de que a algunos sitios a lo mejor sólo podía entrar uno de ellos. Los habían accionado antes de entrar en el pasillo oscuro y deliberadamente punk del Hill Street Blues.

La "GenXina"... un nombre estúpido para una droga estúpida, pensaba Manoli. Neal leía claramente sus pensamientos, intensos... no podía ocultar su preocupación por todo lo que había pasado... Manoli se preguntaba si la historia que Neal le había contado era verdad o Neal ya había probado la droga. Ése pensamiento hizo que a Manoli le descendiera un escalofrío por la columna.

Neal, bueno... Neal estaba empezando a intentar encajar su nueva dimensión. ¿Qué iba a hacer? ¿Ponerse un traje chillón y dedicarse a proteger a los inocentes? No se veía así. Nunca se había visto así...

De hecho aquella incursión en el Hill Street Blues era una pantomima. Neal sabía exactamente con quién hablar y cómo manipular su mente para que le diera las respuestas que quería... necesitaba terminar un reportaje, y ése era el fin de todo. Si el poder nuevo que tenía le ayudaba, mejor.

Así que Neal guió a Manoli pasada la barra del bar, escaleras abajo hacia unas mesas que se situaban al fondo del local, con una ventana que daba extremadamente baja, a uno de los canales, una vista realmente singular. Allí divisó a dos chicas, una rubia escultural y una mulata escuálida que charlaban tranquilamente con un gordo barbudo y rubio que Neal sabía ya tenía pensado pasarles un par de dosis de coca tras pago de una sabrosa ración de sexo en el servicio del local.

- Hola.

Manoli siguió asustada mientras Neal llevaba la conversación. El hombre largó de lo lindo... no, no tenía GenXina - tras una breve negación de ser camello, el hombre había ofrecido cocaína, heroína, crack, éxtasis y lsd, aparte de una marihuana que aseguraba que era mucho mejor que la que vendía el local - pero dijo que lo más fácil era encontrarla en cualquiera de los locales gay-leather de esa misma calle... en los cuartos oscuros, claro - dijo, mirando a Manoli y sonriendo pícaramente - si les dejaban entrar.

Neal contactó telepáticamente con Manoli, cosa que a Manoli ya directamente le aterrorizó.

- No te preocupes, lo tengo todo controlado.

Manoli sabía que el material que habían rodado era de primera. Pero sabía que Neal iba a tener que ir sólo allí, las mujeres no eran bienvenidas en ese tipo de locales... y menos en un cuarto oscuro. Así que cuando Neal le hizo la señal de salir, aumentó aún más su nerviosismo... No obstante, Neal le aseguró telepáticamente que ese gordo no iba a disfrutar del sexo esa noche con las dos chicas. No que no lo fuera a tener, sino que no lo iba a disfrutar. Manoli casi sonrió.

Los tres locales que le dijo el gordo estaban prácticamente al lado el uno del otro y en frente el tercero. Cockring, Eagle y Argos. Lo más heavy de Amsterdam. Y Neal iba a entrar sólo a conseguir la GenXina y un buen reportaje.

- Neal, yo...

- No, Manoli, no te preocupes por mí... sé cuidarme sólo.

- Sabes que no son los gays...

- Sé de qué debo preocuparme... de los colgados que haya ahí dentro ciegos de GenXina y que pierdan el control. No te preocupes, te recuerdo que yo no estoy indefenso.

Pero a Manoli era eso lo que le preocupaba precisamente. Ahora mismo Neal no era consciente de sus límites. No temía por Neal.

Temía por los que había dentro.

Y Neal se decidió por entrar en el Argos. Un local pequeño, alargado y asfixiante, repleto de hombres bigotudos, barbudos, la mayoría a pecho descubierto, vistiendo cuero o tejanos... alguna camiseta ceñida... también había algunos gordos con aspecto de leñadores canadienses y camisa a cuadros... Neal ni se molestó en pedir nada... se adentró, subió unas pequeñas escaleras se dirigió a otras, las bajó y se adentró en el cuarto oscuro. No quería perder tiempo.

Una vez abajo, el juego de miradas que notó cuando entró, se multiplicó por diez. El cuarto oscuro no era realmente tan oscuro. Luces estratégicamente situadas multiplicaban el morbo, dejando perfectamente iluminadas algunas áreas. Neal vio que efectivamente, el lugar respondía a su fama. Cuatro o cinco parejas - algún trío - ya estaban haciendo cosas de cuarto oscuro. Pero Neal no estaba para eso... vio a un hombre a un lado... camisa de cuadros, gorra de béisbol, bigote, ojos azules, tejanos...

Él era el traficante.

Neal se acercó a él para repetir la misma operación. Se puso delante de él. Una mano se posó sobre la espalda de Neal.

Neal supo que no era un peligro. Dejó la mano donde estaba.

- Hola.

- ¿Qué buscas, guapo?

La mano se desplazó hacia el costado derecho de Neal.

- No sé, dime lo que busco.

Otra mano, casi como en una película de zombies, se puso en el costado izquierdo de Neal.

- Yo diría que no estás en el sitio indicado. No te veo excitado ni nervioso.

Neal sonrió. Las manos ya se dirigían hacia su pecho.

- ¿Debería estarlo?

Una cabeza se acerco a su cuello. Casi como una película de vampiros, notó una mordedura. Neal no pudo evitar un respingo.

- Verás, ¿tú crees que yo iba a traficar con GenXina sin probarla antes? Sé quién eres y por qué estás aquí.

La mordedura fue tierna. Una lengua se pasó por el cuello.

- ¿Disfrutando de su primera experiencia homosexual, Sr. Conan?

- ¿Quién dice que sea una experiencia homosexual, Sr. Broek?

Manoli, con su apariencia de hombre, sonrió. Neal la había ocultado todo el rato, la había protegido de los pensamientos del traficante incluso antes de entrar en el Argos. Neal sonrió de nuevo al camello y repitió lo que hizo con el anterior.

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USA. Casa de Neal Conan.

La casa, vacía está en la penumbra, debido a las cortinas cerradas. El teléfono suena sin nadie que le conteste, hasta que el contestador salta.

- ¿Papá? ¡Si estás ahí cógelo! - Liz no puede evitar un sollozo - Papá, te necesito. Papá, me he ido de casa... Papá, he tenido que hacerlo... Mamá no me cree, Mamá quiere mucho a su novio y está cegada... Papá... él... él... ¡ha intentado violarme, Papá!

Y con esto, a Liz se le acabaron sus últimas monedas.

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Plaza Dam.

- Ha sido impagable, Neal... y divertido.

Neal la miró.

- No puedes ocultarme lo asustada que estás Manoli. No necesito telepatía para eso. Son demasiados años juntos.

- Sí, es verdad, pero ha sido divertido. La cara que puso ese camello...

- Bueno sí, eso es verd...

Alarmas surgieron y rompieron la noche. La gente comenzó a correr en shock.

- ¡Dios! ¿Qué está ocurriendo?

Neal no contestó. Se concentró, leyendo mentes, buscando... en unos segundos encontró lo que buscaba.

- Alguien ha reventado los diques. Holanda se está inundando.

Y salió volando a hacer algo.

Neal se guió casi más por intuición para ver la zona de rotura de los diques... afortunadamente estaba muy localizada, y a pocos kilómetros de Amsterdam, por lo que en pocos minutos, a una velocidad colosal, Neal se encontró delante del problema... Neal notó cómo la velocidad había hecho jirones su ropa de calle, dejando al descubierto su uniforme blindado regalo de Lobezno y la Patrulla X. Notó la ironía de ser él ahora el superhéroe, cuando usó su poder para empezar a recomponer el dique y devolver el agua de mar a su fuente original. En su cabeza, una especie de canto para plantar los pies en la tierra...

- NosoyDiosnosoyDiosnosoyDiosnosoyDios...

La falta de sudoración parecía desmentirlo.

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SALA DE PRENSA (Correo)

Bueno, se ha hecho esperar pero por fin está aquí Neal Conan #11. El 12 espero que no se haga de rogar tanto. Y si algunos se quejaron de la espera tras el cliffhanger del anterior número, ésta vez hay dos cliffhangers, y encima creo que mayores... bueno, lo importante es que espero que os guste el número y comience a haber tortas por ver quién se queda con la serie a partir del número 13.

Lo dicho, Neal Conan forever!

Cifra2 / Jesús Alonso.

 
 
   
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