MARVEL PREMIERE VOL. 2 #3
La Hormiga Mundial
Guión: Nighthawk
PORTADA: Fondo negro apenas visible cubierto por innumerables hormigas de
todo tipo y especie. Delante, en primer plano, el Hombre Hormiga con su
nuevo casco cibernético (se le ve solo hasta el pecho). Se lleva las manos a
la cabeza con cara de preocupado asombro.
Laboratorio de Henry Pym.
El genio de la bioquímica piensa:
- El principio es el mismo que en el casco antiguo, y podría extenderse...
No se me había ocurrido antes.
A Janet no le gustaría, nunca se comunicaba mucho con mis insectos...
Janet
Usar las mismas frecuencias y extenderlo por todo el globo. Conectar con
todas las hormigas del planeta.
Sentir sus diminutas vidas.
Nadie ha visto su cuerpo... Miles de millones de hormigas, en todo el
mundo... Podrían buscarla.
Mi Janet.
Scott Lang descansa en su apartamento, tumbado en el sofá de su salita ve
en el vídeo "Centauros del Desierto" de John Ford. En la cocina su hija
Cassie está preparando la cena. Suena el timbre.
- Cassie, cariño ¿Puedes abrir tú, por favor? Estoy en mitad de la escena
del secuestro y...
- Que poco morro tienes, papá. (refunfuña irónica Cassie)
Cassie abre la puerta y aparece un sonriente Hank Pym, con un paquete bajo
el brazo.
- Señor Pym, que sorpresa. Espero que eso que trae sea una tarta, falta nos
haría.
- Hola Cassie. ¡Cuánto has crecido! La última vez que te vi eras solo una
niña.
- Ya ve... el tiempo pasa. ¡¡Papá, levántate del sofá, está aquí Henry Pym!!
Solo falta que aparezca por aquí Reed Richards, ¡y yo con los deberes sin
hacer!.
Al momento aparece Scott Lang en la puerta.
- Hank, cuanto tiempo chico. Pasa hombre. Oye, siento mucho lo de Janet,
debe haber sido un golpe duro. Sabes que puedes contar conmigo por si
quieres hablar o lo que sea, Hank.
- Lo sé Scotty, pero estoy bien, de verdad. Voy superándolo. Te he traído un
regalo.
Al norte del Canadá hay una zona con densos bosque, antes de que las
heladas praderas ocupen el horizonte con su blanco manto. Hace 10.000 años
cayó una nave espacial un poco más al norte. Su objetivo era dominar el
planeta, pero un hombre solo consiguió evitarlo.
En este bosque de Canadá cada vez hay más tranquilidad, raro porque es
primavera aquí. Es un silencio extraño, el viento helado sigue meciendo las
verdes copas de los arboles, pero no hay más sonidos. Falta el grito áspero
del ratonero de cola roja, el aullido del coyote y el corretear de los
berrendos. En los limites del bosque, un hormiguero sigue con su actividad
cotidiana, en un entorno cada vez más silencioso.
New Jersey (USA), casa de los Lang:
- ¡Un casco cibernético para conectar con todo el planeta! Dios mío Hank,
este es un avance impresionante. Eres un genio. ¡Conectar con todas las
hormigas del mundo! ¿No lo has probado todavía?
- No, Scotty, la verdad es que no tengo tiempo. He estado trabajando mucho
estas semanas, ya sabes, desde lo de... lo de Janet. He sacado muchas cosas
nuevas, tengo un nuevo traje, también. Creo que sería más apropiado que te
lo quedaras tú. Al fin y al cabo eres el Hombre Hormiga ¿no?
La cara de Scott Lang es de total asombro. Mientras desde la cocina la voz
de Cassie anuncia:
- ¡Papá, Señor Pym...la cena está lista!
Dos horas después Hank Pym se despide de Scott Lang y de su joven hija.
- Adiós Cassie, me ha encantado la cena. Eres una gran cocinera.
- He practicado mucho, señor Pym. No me queda otra, ya me entiende...
(Cassie mira a su padre con un sonrisita burlona en la cara)
- En fin, Hank, pásate más a menudo por aquí. Te llamo en unos días y
hablamos, cuando haya probado ese cacharro tuyo.
- Vale. Scotty, Cassie, nos vemos. (Pym se marcha con un saludo)
En los limites de nuestro bosque en Canadá el hormiguero sigue con su
actividad de siempre, pero hace horas que algunas recolectoras no han
vuelto. Van faltando algunas hojas para alimentar a las larvas, y otras
obreras han tenido que salir a por comida. Mientras, en el centro del
hormiguero, la alada reina es atendida por sus hijas, ignorante de todo.
Las hormigas siguen laborando sin que nada les preocupe, pero nosotros nos
elevamos por encima del hormiguero y podemos ver un largo rastro de hormigas
muertas. Nos elevamos aún más y vemos que el rastro de muerte afecta a todos
los animales del bosque, que yacen muertos, en silencio.
Seguimos avanzando unos kilómetros más al norte, a través de la quieta
muerte que paraliza el páramo, hasta el límite de las nevadas llanuras, para
ver una extraña estructura mecánica enraizada en la blanca tierra. Dentro de
las metálicas paredes, un hombre, el mismo hombre que salvó al mundo hace
10.000 años, encerrado en una extraña bolsa llena de un líquido burbujeante,
vive y duerme, prisionero de esa extraña estructura.
Mientras en New Jersey (USA):
- Cassie, me voy a dar un paseo. ¿De acuerdo, cariño?
- Vale, papá. Date una vuelta si quieres, yo voy a llamar a Marion.
- No hables mucho tiempo, que luego la factura se dispara. ¿Vale?
- Vaaale papá, no te preocupes. Adiós.
Scott Lang sale de su casa con el nuevo casco cibernético en una bolsa
marrón bajo el brazo. Es de noche y al doblar la esquina se pone el casco
entre las sombras. Discretamente Scott Lang se reduce a tamaño de insecto y
un segundo después, a lomos de una voladora, el Hombre Hormiga surca los
cielos de Jersey.
En la cara de Scott una sonrisa mientras gana altura y pasa al lado de
algunos vecinos sin que se den cuenta.
- Por ahora va bien (piensa Scott). Pero lo mejor será intentar la conexión
mundial ya mismo. Me muero de ganas por probarla ahora mismo. A ver...
No pasa nada al principio, Scott duda. Entonces empieza el goteo, conecta
con unas hormigas de la zona, llega una de más lejos, debe ser del puerto de
Norwalk, una de la zona de Massachusetts, llegan de más lejos, de las suaves
cordilleras de Haití, de la selva de Brasil, de Filipinas, del desierto del
Gobi... El goteo va aumentando, crece convirtiéndose en un río de pequeñas
mentes, de millones de percepciones llegando a la cabeza de Scott Lang.
Ya no es goteo sino un río, en un segundo ya es un mar, un océano rugiente.
Scott se agarra fuerte a su montura, su mente se tambalea, y de repente la
calma.
- Puedo pensar otra vez. ¡Joder! Pym ha conseguido lo imposible. Lo ha
hecho, siento en este momento lo que está haciendo cada hormiga del planeta,
lo que perciben y lo que sienten. Todas y cada una están en mi cabeza y no
me he vuelto loco. Dios mío, la conexión es global. (piensa el Hombre
Hormiga, alucinado)
Es como ver todo lo que está pasando en el mundo en ese instante, y encima
comprenderlo1.
Scott Lang sonríe a lomos de su hormiga voladora, se recrea en su conexión
mundial. De repente siente en su mente una angustia animal. En los bosques
de Canadá, el mal que ha asolado una amplia región de la fría pradera llega
al hormiguero que habíamos estado observando.
Poco a poco galerías enteras quedan quietas, con los inmóviles cadáveres de
sus habitantes dentro de ellas. Scott en los breves minutos que lleva
conectado ha sentido millones de muertes, innumerables hormigas han dejado
de existir. Él lo ha sentido, pero sus muertes eran naturales: los hombres,
el azar o la propia naturaleza lo han causado. Lo que ahora siente el Hombre
Hormiga es diferente.
Cada una de las hormigas que van cayendo en ese hormiguero maldito siente
como la vida le es robada, sustraída, por algo extraño, algo antinatural e
implacable. Esto es lo que siente también el Hombre Hormiga por cada una de
las cientos de hormigas que mueren en el hormiguero. Tan terrible es la
sensación que le produce, que se impone a las percepciones del resto de
hormigas del planeta.
Scott siente con sufrimiento indecible los últimos intentos de la reina
para salvarse, ayudada por las ultimas supervivientes, hasta que de repente
todo acaba. En un momento solo percibe el ir y venir del resto de las
hormigas del planeta. Todo ha pasado muy rápido pero el sudor cubre su
cuerpo, paralizado por el miedo.
¿Que ha pasado? - se pregunta el Hombre Hormiga. Era en el norte. Cerca de
la nieve, sería Canadá. Tengo que ir allí, está pasando algo terrible. Esas
hormigas... era horrible. Horrible.
Mansión de los Vengadores. Ojo de Halcón está viendo en la televisión un
partido de hockey. Es tarde y suena el timbre.
- ¿¿¿El timbre??? A quien se le ocurre llamar al timbre. ¿Es que ya no
quedan villanos con agallas? Dice Ojo de Halcón.
Halcón vigila la puerta en las pantallas y no ve a nadie. Supone que la
seguridad se hubiera encargado del malo si hubiera un marciano invisible
esperando fuera.
Bueeeno, voy a abrir la puerta. Me parece que tengo mi seguro médico al
día, eso creo. Ojo de Halcón abre la puerta y entran una cuantas hormigas
voladoras.
- Joooder, hormigas ¿Esto es todo?
El Hombre Hormiga revolotea delante del Vengador.
- Hola Ojo de Halcón, necesito ver a Hank Pym ¿Está aquí?
- ¿¿Que dices?? No te oigo.
Entonces, delante de Ojo de Halcón aparece el Hombre Hormiga a tamaño
natural.
- Halcón, ¿Sabes donde está Hank Pym?
- Hola Hormiga, cuanto tiempo. La cosa va de insectos ¿no? Siento decirte
que no he visto a Hank esta noche. Si te valgo yo para algo...
- He intentado contactar con los 4F, pero no estaban. Halcón necesito un
Quinjet ahora mismo, debo seguir una pista al Norte de Canadá.. Había
pensado tomar uno prestado.
- Ya era hora, me estaba aburriendo esta noche ¿A quien buscaríamos?...
Doctor Muerte, Ultrón, Kang, ¿el Coleccionista, tal vez?
El Hombre Hormiga niega con la cabeza.
Al rato vemos la cara de Ojo de Halcón, sorprendido, después de saber la
historia.
- ¿¿¿ Unas hormigas muertas ??? - dice, alucinado- Mira Hormiga te voy a
ser sincero. Esto que me cuentas es un poco raro, pero me has salvado alguna
vez el pellejo2, y yo pago mis deudas ¿Entendido?. Ven por aquí anda...
- Oye es sólo para llegar hasta allí. Os lo devolveré intacto.
- Ya, ya...Eso piensan todos.
El Quinjet despega desde la mansión, disparado al cielo nocturno de New
York.
En una hora la nave de los Vengadores llega a la zona norte de Canadá con
un solo pasajero: el Hombre Hormiga. Sobrevuela las zonas de espesa
vegetación, con altos árboles, los animales corretean asustados por el
Quinjet, que vuela bajo. En un momento dado los animales dejan de correr
bajo el Quinjet, las altas copas de las coníferas se mueven silenciosas.
En un momento los cadáveres de animales muertos tapizan el bosque. En el
interior de la nave Scott Lang utiliza, horrorizado, los avanzados sensores
del Quinjet para buscar los motivos de toda aquella muerte. A pesar de no
ser un genio biólogo logra interpretar los datos que le llegan. El aire está
contaminado, envenenado. Todas las especies animales que respiran ese aire
mueren en el acto.
Muchas millas de masacre hasta llegar al foco, una extraña estructura
metálica fundida con el blanco terreno. En esta región, nevada incluso en
esta estación, los cuerpos de los osos y zorros son perfectamente visibles
desde el aire.
Un láser surge de la enorme estructura, intenso, con un color aún sin
nombre en nuestro planeta. Destroza un ala del Quinjet, que cae a plomo.
El Hombre Hormiga escapa rápidamente por una rendija a lomos de su hormiga
voladora. Desde el aire ve estrellarse la nave prestada, con su casco
sellado y provisto de oxigeno, resulta raro ver que su montura también lleva
cubierta su cabeza con una máscara, protegiéndola de la muerte.
No recuerda la ironía de Ojo de Halcón, no piensa en qué les dirá a los
Vengadores de su nave rota, ni en las esperanzas que Hank ha depositado en
él, ni siquiera por su cabeza pasa la imagen de su hija Cassie. Sus ojos se
fijan en el origen de todo este desastre; es algo tan caótico, intentando
integrarse con el entorno, absorberlo, le da la impresión de que está vivo,
que piensa. Y el Hombre Hormiga tiene miedo, mucho miedo.
Se acerca a la estructura desde el aire, pequeño. Con su compañera son los
únicos animales vivos en kilómetros. Entran sin problemas, y en el interior
las paredes y muros son planos, blancos como la nieve, Scott nota como la
estructura vibra, crece. Al avanzar unos cuantos metros la luz desaparece de
repente.
Su visor infrarrojo le permite ver, pero el sentimiento es amenazante,
ominoso, ahora hay silencio. Una cortina láser, de un color aún más extraño,
avanza rápida hacia el Hombre Hormiga. En el techo hay unos centímetros que
no cubre la mortal cortina. La hormiga vuela, sube, sube mientras se acerca
el láser alienígena.
Se salvan por micras, sienten el calor mientras pasa bajo ellos. Dos de las
patas de la hormiga se queman, aúlla de dolor en silencio. Siguen adelante.
Se meten por un conducto lateral, estrecho, pasan los metros, ¿los
kilómetros, tal vez? no sabe, las paredes vibran.
Scott ya no piensa, cree que así bloqueará el miedo, actúa por instinto.
Hoy ha estado en contacto con toda una raza de billones de individuos, hoy
ha aprendido mucho, y por eso tiene miedo.
Las paredes del conducto se mueven de repente, se están juntando
rápidamente. Ya casi no hay espacio. Delante de ellos se ve la luz al final
del túnel, no está muy lejos, pero las paredes ya están les aprisionan, les
obligan a parar, agobiándoles por los cuatro costados. El Hombre Hormiga
extiende los brazos y para las paredes laterales, mientras aguanta techo y
suelo con la cabeza y los pies.
La fuerza de un hombre no era lo que esperaba encontrar la estructura
alienígena en este tamaño. Scott crece un poco y va ganado espacio, entonces
las paredes del conducto empiezan a calentarse.
- Si rompo estas paredes la reacción de esta cosa será mucho mayor. No me
puedo arriesgar a que me coja, debo seguir a tamaño hormiga,
así le resulto una amenaza menor. Tengo que llegar al fondo de todo este
asunto, nadie puede ayudarme ahora.
Las paredes están al rojo, el Hombre Hormiga se prepara para saltar hasta
la zona iluminada. Son unos 15 metros, pero a tamaño de insecto parecen
kilómetros de pasillos. La hormiga voladora lo está pasando mal, el calor la
está matando. Scott la mira a sus ojos compuestos antes de saltar. Aprieta
los dientes, se flexiona y salta. Como una bala sale despedido, el peso de
un insecto propulsado por la fuerza de un hombre. Al caer, el pasillo se
cierra con un ruido seco, unos centímetros detrás de él. Demasiado cerca,
otra vez (piensa Scott).
Una amplia sala aparece ante él, aunque cualquier cosa es amplia con el
tamaño de una hormiga. El casco le indica que la atmósfera es respirable
pero Scott no se fía. Es raro, piensa. Al fondo se distingue algo de color
rojo.
- Tendré que acercarme sin crecer, que se la estructura no se fije en mi. Ya
me estoy acercando, seguro. Hay más ruido aquí. Tengo que ir muy despaaacio.
Venga, ya estoy cerca, no puedo fallar ahora.
Cada paso la tensión aumenta, pero es insignificante la distancia que el
Hombre Hormiga avanza. La enorme sala parece ser cada vez mayor. Caminando a
pie, va mirando alrededor suyo, buscando cualquier amenaza, inquieto como un
animal, su instinto le grita que huya pero sabe que es muy tarde para eso.
La maquinaria parece ignorarle ahora, es demasiado insignificante para ser
detectado, sin darse cuenta ha reducido su tamaño más de lo normal, más que
un insecto parece solo una mota de polvo. Pero sigue avanzando, ya puede
distinguir el fardo rojo, rodeado de tubos y máquinas, que cuelga del techo,
al fondo.
Hay una figura atrapada en la bolsa roja. Es un hombre, parece un adulto.
La estructura lo alimenta y se diría que lo cuida, los movimientos que se
notan en los aparatos que rodean al cautivo son lentos, pausados, casi
serviciales.
- Esta máquina ha matado a todo animal vivo en kilómetros a la redonda, y
mientras se dedicaba a cuidar a un señor con barba. Es absurdo. Lo que está
claro es que esa persona y yo somos los únicos seres vivos por aquí sin
raíces ni hojas.
El Hombre Hormiga actúa rápido, con otro de sus grandes saltos se coloca
debajo del saco, su membrana transparente enseña el constante burbujeo que
envuelve al durmiente, Scott duda una décima de segundo. En ese momento la
máquina reacciona violentamente y las paredes de toda la habitación
convergen hacia él en un relámpago repentino, como si le hubieran detectado
de repente.
El Hombre Hormiga crece y aprovecha la inercia para romper la extraña
placenta con el puño; el hombre dormido cae al suelo, a su lado. Mil formas
sin forma intentan acabar con nuestro héroe, que se zafa encogiéndose y
saltando, más como una pulga que como una hormiga. De repente, todo cesa. La
habitación vuelve a la normalidad en un momento, solo el monótono zumbido
sigue ahí.
Scott no entiende, ha vuelto a tamaño normal y siente la repentina calma.
¿Que ha pasado? (piensa). Su mirada recorre la habitación, el envoltorio
roto parece inerte, en el suelo el prisionero está quieto; Scott se acerca
para ver como está. Asombrado se da cuenta que sus ojos ya están abiertos.
- ¿Está usted bien, amigo? ¿Me entiende?
- Estoy bien, gracias. (Dijo el barbudo hombre con un susurro de voz)
Ayúdame a levantarme.
- Tenemos que salir de aquí cuanto antes. Estamos en peligro ¿Entiende?
- ¿En peligro, aquí? Ja, ja, ja.... Esto es mi casa, niño. (Levanta una mano
y el suelo se levanta para cubrirle por entero durante unos segundos,
instintivamente el Hombre Hormiga se encoge de nuevo)
Gracias por tu ayuda pequeño (dice el hombre, ahora vestido con un traje
negro y rojo). Soy libre de nuevo gracias a ti. Libre para acabar con la
raza humana de una vez por todas. Porque yo soy el amo de todo. El Amo del
Mundo.
1.- Jorge Luis Borges ya expone el
concepto en su cuento El Aleph, recogido en su libro de cuentos El Aleph
(1949)
2.- Como se vio en Vengadores#223
EL DISCO DEL REGISTRADOR
Me podéis mandar los mensajes que queráis a mi
dirección:
nighthawk@ozu.es