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PORTADA
El Universo Marvel es un lugar amplio, por el que se mueven muchos héroes y villanos, y en el que las aventuras se suceden sin parar. Aquí os ofreceremos algunas de ellas...
 
Marvel Fanfare

MARVEL FANFARE VOL. 2 #11
Un año después
Guión: Correia, Tomás, Cano, Vicente, Israel

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"Soy el Vigilante encargado de vigilar la Tierra. Ha pasado un año desde los sucesos conocidos como 'guerras infernales', en las que la humanidad estuvo a punto de sucumbir a los caprichos de los señores demoniacos de otras dimensiones. Desde entonces, muchas cosas han sucedido... algunos héroes han muerto. Otros han recibido serias heridas. Algunos han dejado el camino heróico para asomarse al lado oscuro. Otros se enfrentan al desafío de la paternidad... he aquí algunos retazos de lo que está por llegar."

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Academia de Massachussetts, Boston.

-Errr... ¿Jon?

Paige abre la puerta de la habitación de Cámara, y entra con cuidado, tratando de no parecer preocupada o nerviosa. Al ver a Jonothon tumbado en la cama y levantando la vista de una revista de motos para observarla, Paige lanza un suspiro de alivio, y entra cerrando la puerta tras de sí.

-Hola, Paige-dice él, incorporándose para sentarse en la cama, y ella asiente y se sienta a los pies de esta.

-Te estaba esperando-masculla Vaina, con la mirada baja-. Teníamos que estar en el cine... dentro de quince minutos...

-Mierda, Paige-farfulla Jon-. Lo siento, no sé como no...

-Da igual-sonríe ella-. Tampoco es que las películas que hay en cartel me entusiasmen. Podemos hacer cualquier otra cosa...

-Estoy cansado, Paige, no me apetece mucho...

-Hay una exposición de fotografía interesante en el centro, y una lectura de poemas de Poe en la biblioteca...

-Paige, no me apetece mucho...

-Podríamos ir a tomar un batido... o a jugar al billar... ¿te apetece acompañarme de tiendas? Me hace falta una chaqueta, y necesitaría unas botas...

-Estoy muy cansado, y no...

-O podríamos quedarnos aquí, charlando, viendo la tele o lo que sea que quieras hacer, Jon, porque a mi se me acaban las ideas y no sé qué más decirte, pero no me quito de encima la idea de que realmente lo que no quieres es estar conmigo...

Anonadado, Jonothon clava su mirada en Paige, y se da cuenta de que la joven parece estar llorando, incapaz de mirarle a la cara.

-¿Paige, qué...?

-Hace un mes que no me miras a la cara, Jon. Evitas que estemos solos, evitas encontrarte conmigo... Y ni siquiera cuando pasó lo del señor Cassidy me abrazaste, Jon. Él está en coma, y yo me quedé sola, esperando a que te acercaras a mí, porque necesitaba que me apoyaras, que me abrazaras, que... que estuvieras conmigo...

-Y lo estuve, Paige, pero fue un momento muy duro...

-¡Claro que lo fue! ¡Para mí lo fue! ¡Y tú no estabas conmigo! Parece que sólo hablamos cuando estamos en una misión, o tenemos que hacer algún trabajo juntos. Y ayer, con Sauron y ese chico al que había cogido... cuando Sauron te cogió, pensé que esa podría ser la última vez que te viera, que podías acabar muerto, y pensé que me moría de pena... Y ahora, de pronto... Te miro y no te conozco, Jon.

Jon se incorpora, se levanta de la cama, y arrojando a un lado la revista que estaba leyendo, contempla a Paige, apoyándose en una mesita.

-Tenía que haber hablado contigo mucho antes, no debería haber permitido que llegásemos a esto. Paige... Eres estupenda, eres la mejor persona que he conocido en la vida...

-Pero no quieres estar conmigo.

-No-reconoce Jonothon finalmente-. No quiero estar contigo. Y no quiero estar aquí. Hace meses que no quiero estar aquí, hace meses que debería haberme ido...

-Neo-Avalon, ¿no? Te quieres ir con Monet...

-Paige... no es así como...

-Jon...

-Sí, maldita sea. Sí. No dejo de pensar en ella, y me torturo porque sé que debería estar pensando en ti... pero no puedo evitarlo, sé que soy un gilipollas...

-No, Jon-responde Paige, incorporándose y dirigiéndose a la puerta-. No eres un gilipollas. Sólo un cobarde.

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Central Park...

Amparados bajo la tenue luz de una farola dos individuos se afanaban en intentar encontrar algo de valor en una maleta de viaje. Toscamente se empujaban el uno al otro como si hubieran encontrado algo de valor y no quisieran compartirlo. A los pocos segundos volvían a agolparse mientras miraban con ahínco el interior del contenedor.

- Tiene que tener algo de dinero - dijo uno de ellos con una voz tosca y rasgada.

- ¡Te dije que los turistas chinos no llevan dinero encima! - inquirió el otro con cara de enfado. Tío necesito mi chute ¿sabes? Necesito mi chute ya y tienes que encontrarme dinero... encuéntrame dinero...

- ¡Vete a tomar por culo! - exclamó empujándole con fuerza - Si no fueras tan desgraciado no invitarías a esa puta a nuestras drogas... ¡si ni siquiera te la has tirado!

Ambos comenzaron un ridículo forcejeo a base de empujones e intentos fallidos de puñetazos. La maleta había perdido todo el interés para ellos, que se empeñaban en intentar vencer al otro. Al final con algo de suerte uno consigue que el otro caiga al suelo, percatándose que una tercera figura observaba la contienda desde las sombras.

- ¡Oye tú! - exclamó el que había sido derribado - ¿Tienes algo de pasta para nosotros?

- ¿Qué coño eres? ¿Un mirón? - dijo el otro individuo metiéndose la mano en el bolsillo de la sudadera - ¡Tengo una pipa sabes! ¡Será mejor que me vayas dando todo lo que tengas!

La figura comenzó a andar, era un hombre de mediana edad. Llevaba una chaqueta de cuero y bajo esta una sudadera de color rojo. A pesar de la poca luz ocultaba su rostro con una gorra y unas gafas de sol. Por su movimiento de mentón estaba masticando chicle.

- Me encantaría ver de que eres capaz con esa pipa que dices que tienes - dijo el recién llegado. - Me alegrarías la noche, de verás.

Los dos rateros se miraron extrañados. El derribado comenzaba a ponerse en pie cuando rápidamente volvió a caer al suelo, esta vez golpeando la cabeza y mostrando un cuchillo clavado en la garganta.

- Te toca - dijo el recién llegado - Ahora solo quedamos los que estamos armados.

- ¿Eres el Castigador o qué? - exclamó el ratero sacando un revolver de su sudadera y apuntando a su oponente.

- El Castigador ha muerto - dijo serenamente el tipo de las gafas - Seguramente en pocos minutos te reunirás con él.

Abrió fuego sin pensárselo, esperaba que la bala pudiera acabar con aquel aspirante a vigilante. Pero no tuvo tanta suerte. Esquivó la bala mucho antes de que saliera del cañón, dio grandes zancadas y se colocó junto al ratero, propinándole un fuerte puñetazo en el cuello destrozándole la tráquea. El cuerpo fue a parar al suelo sin vida mientras el atacante se quedaba allí de pie observando sendos cadáveres.

- Entonces es cierto lo que se rumorea - dijo una voz femenina desde las sombras.

- ¿Qué se rumorea?

- Que vas a sustituir al Castigador - respondió con una sonrisa burlona...

- Alguien tiene que limpiar esta ciudad de escoria.

- Si... pero tú quieres limpiarla para poder jugar con ella.

- ¿Te supone mucho problema? - dijo él pausadamente

Una estrella ninja fue a parar al brazo del individuo. Este la paró sin problema alguno, quedó clavada sobre la chaqueta de cuero. Agarró el objeto punzante y lo despegó de la chaqueta con un sonido metálico. Luego mantuvo la mirada hacía las sombras y optó por dejar caer el arma que le acababan de arrojar.

- ¿Kevlar?

- No - dijo él - Te he hecho una pregunta, respóndeme.

- ¿Para eso me has llamado? ¿Para una pregunta?

- Si

- Tú no eres Kingpin

- Tú tampoco - dijo él - ¿Estás conmigo o no lo estás?

- ¿Voy a tener que llevar una calavera en el pecho? - preguntó la mujer nuevamente con una sonrisa burlona.

- Haz lo que quieras...

- ¿Seguirás llevando la tuya en el rostro?

- No hagas que me arrepienta de haberte llamado...

Hubo un silencio durante unos minutos. El hombre persistió en su lugar. Sabía que la farola le daba una desventaja total contra la mujer que permanecía en las sombras, pero sin duda se confiaba demasiado en sus capacidades. Sabía que era mucho mejor que ella y por eso podía permitirse el lujo de permanecer en aquella posición.

- Te voy a dar mi primer consejo - dijo ella

- Adelante.

- No eres el único. Vienen de todas partes

- No tengo problema con eso. Es un aliciente más.

- No eres Kingpin - dijo ella nuevamente

- Soy mejor que Kingpin.

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Hospital Monte Sinaí, dónde un azorado Robbie Baldwin visita a su amigo Elvin, en coma desde que sufriera, como Rabia, el ataque de Halcón Oscuro. Robbie viene día sí, día no, y siempre se encuentra lo mismo, pero hoy, le espera una buena sorpresa.

Entra en la habitación como si nada y ve a su amigo despierto y desayunando, aunque, bueno, no es así como recordaba a Eldon. Veréis, ya no es un gigante de músculos de acero, sino el chico delgaducho que, hace años, se transformó accidentalmente en la mole conocida como Rabia.

- ¡Chico, te han dejado en los huesos! - exclama Robbie.

- ¿Sí, verdad? - responde Elvin Halliday, devorando, literalmente, su bandeja de comida-. Me desperté de madrugada con un hambre terrible y al doctor de guardia casi le da algo cuando me vió. Pensaban que era otra persona.

- Vaya, El, encantado de conocerte. Pero, ¿qué ha pasado?

- Pues no lo saben, pero creen que las heridas que sufrí fueron tan graves que mi cuerpo ha consumido el exceso de energía que tuviera almacenada para curarme y, bueno, me he quedado así.

- Y, ¿estás bien? ¿Quiero decir que...?

- Me siento ligero y ágil. Hacia mucho que no conseguía estar sentado sin pensar en si iba a destrozar lo que fuera que tuviera debajo. ¡Estoy genial, tío!

Y Robbie sonríe y se sienta en la cama junto a su amigo. Se alegra por él y espera, sinceramente, que este cambio no estropee su amistad. Al fin y al cabo, ¿y si lo único que los unía era el ser superhéroes?

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Es bien temprano en Queens, New York, pero el enmascarado más popular, para lo bueno y para lo malo, de la ciudad ya es un poco tarde.

Se balancea contra el viento, lanzando finas redes en su ajetreo, desafiando la gravedad con especial descaro, para llegar a su meta. Porque veréis, Spiderman, el gran lanzarredes, es también Peter Parker. Y Peter ha sido padre no hace mucho y ha tenido que replantearse su vida mogollón.

Trabajar como fotógrafo no le garantiza demasiados ingresos, así que ha tomado una decisión y espera que sea la adecuada: se ha ofrecido para el puesto de profesor en el legendario instituto Midtown, dónde también estudió, y ahora, como es normal en él, llega tarde a la entrevista.

- ¡Maldita sea, Parker! - piensa el aventurero -. ¡Tampoco hay que tener un doctorado para programar correctamente el despertador! Si llego tarde Mary Jane me matará. ¡La pequeña May me matará! Sólo un par de manzanas más y habré...

Pero no acaba el pensamiento.

Ha tenido un año tranquilo después de esa pesadilla del Infierno en la ciudad y de lo de Brooklyn, aquella cosa que tiñó de negro aquel barrio y parte del centro. Luego, parecía que el super crimen se había asentado y vuelto monótono, pero no, justo hoy tenía que aparecer el Zancudo para sacar de aquella limusina a quién fuera que estuviera en ella.

Se deja caer sobre el techo del vehículo a tiempo de ver como el villano saca a una niña de unos seis años de él y un par de seguratas lo apuntan con sus pistolas. Los disparos rebotan en la armadura y el Zancudo ríe.

- ¡Ey, par de inútiles! ¡Decidle al bueno de Jefferson Price que tendrá que aflojar una buena pasta si quiere recuperar a su hija!

Zancudo no ve venir el amasijo de red que le tapa los ojos.

- Pero bueno, Zancudo, nene, que modales nos gastamos ahora.

El villano intenta sacudirse la red y suelta a la niña desde lo alto. Spiderman la recoge sin problemas y la baja al suelo.

- Tranquila, tesoro. Estos villanos a la vieja usanza no son muy hábiles con las manos.

Según la vuelve a meter en el coche, Spidey ignora su sentido arácnido, lo que le deja al antojo de una patada del Zancudo, que le lanza contra una farola, que cede bajo el impacto.

- ¡Ey, seguratas! - grita Spiderman-. ¡Dadle pedal a ese metal!

El coche sale a toda velocidad, para disgusto del villano, que se encara con el héroe caído.

- ¡Maldito insecto! ¡Necesitaba esa pasta! - y trata de pisar al lanzarredes, que esquiva en el último momento y teje una nueva red para elevarse un poco.

- ¡Muy mal, tío! Secuestrar niños no es muy de la Silver Age, ¿no te parece? - Spiderman gira en el aire, apuntando hacia Zancudo -. Por otra parte, una buena tunda de tu amigo y vecino es algo que nunca pasa de moda.

Los pies del héroe impactan en la espalda de Zancudo, que se tambalea por el impacto y parece desequilibrarse. Spiderman se suelta de la red y cae entre las dos piernas gigantes, desplazándolas cada una en una dirección y haciendo que se suelten del villano, que cae a sus brazos.

Las sirenas ya suenan cercanas cuando Spidey acaba de atar al malhechor.

- ¿Oyes eso? Es tu club de fans que viene a pedirte un autógrafo. ¡Ah, sí! Y una declaración, un par de fotos y puede que tus huellas dactilares, aunque seguro que de esas tienen copias para dar y tomar. Bueno, colega, nos vemos.

Y se va.

Cinco minutos después ya corre por el pasillo del Midtown en dirección al despacho del director del centro. La puerta está cerrada cuando llega.

Cabizbajo, Peter Parker emprende la marcha hacia casa cuando, casi en la puerta, el director le detiene.

- ¿Peter Parker? Lo siento, hijo, llega usted tarde.

- Sí, director O´Shea. Es que había tráfico y un loco se ha ...

- Verá, Parker, sus credenciales eran bastante buenas. Sus pasos profesionales son un poco inconstantes, pero el trabajo que hizo en la universidad le daba muchos puntos. Aún así, no podemos contar con una persona que no tenga claro que la puntualidad es un rasgo muy valorable.

- De veras que lo siento. Si me da la oportunidad le demostraré que puedo . . .

- Me temo que, por ahora, no, señor Parker. Lo siento.

Peter decide andar el trecho de vuelta a casa. Sabe que a Mary Jane no la gustará. Que se enfadará y le echará un sermón de los buenos. Y sabe que se lo merecerá.

Cuando entra por la puerta de su casa, ya teme los gritos y los reproches. Su mujer le sorprende una vez más.

- ¡Peter, ven! ¡Lo he grabado en vídeo!

- ¿Qué, MJ? ¿Qué has grabado?

- Ahora lo verás, tonto - y MJ enciende la tele y da al play en el mando del vídeo. Peter puede ver a su querida hija sentada en su parque de lona, mirando a la cámara con una sonrisa de oreja a oreja.

- Dilo otra vez, May - dice MJ en la pantalla -. Venga, tesoro. ¿A quién estamos esperando? ¿Quién va a venir?

Y entonces las lágrimas de Peter se llenan de lágrimas cuando oye a su hija decir: "papá".

- Dios, Mary Jane, nuestra chiquitina ya habla.

- ¿Qué te parece? No ha dejado de decirlo hasta que la he acostado. Oye, ¿qué tal la entrevista?

- Pues... no he llegado... a tiempo.

MJ le mira. Luego mira a la pantalla. Luego vuelve a mirarle a él. Le acaricia la barbilla y dice:

- Pues habrá que seguir intentándolo, porque tienes una hija super inteligente que querrá ir a la mejor universidad del mundo.

- Tienes razón, cielo. Tienes razón.

Mañana a primera hora, Peter saldrá a buscar un trabajo adecuado. Tiene en mente un par de ideas al respecto y, si se aplica, sabe que lo conseguirá.

Y, esta vez, pondrá bien el despertador.

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Los Ángeles.

"¿Embarazada?", preguntó Joss perplejo. "Pero... ¿cómo ha pasado?"

"¿De verdad quieres que te explique lo de las abejas y las flores, Joss?", respondió irónica Alyssa, su novia.

"No... es que... joder... ¿de cuánto estás?"

"Una falta. Supongo que fue cuando..."

"Ya, ya... creo que yo también sé cuándo fue... pero... ¿qué vamos a hacer?"

"Pues parece que Marvel Kid va a tener su propio sidekick, ¿no?"

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"Por fin en casa", piensa Dwayne Taylor mientras entra en su ático del edificio Ambrose. Deja su maleta en el suelo, a la entrada, y se acerca al bar a ponerse una soda. Acaba de abrirla cuando Andrew Cuerda entra en la estancia.

- ¡Dwayne! ¡Has vuelto!

Cuerda piensa en abrazarle pero, dado el carácter del chico, decide no hacerlo. Se sorprende cuando Dwayne lo hace por él.

- Te he echado de menos, viejo.

- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde has estado?

Dwayne se sentó en una de las banquetas del bar y soltó su soda.

- Bueno, digamos que el el Club Fuego Infernal cayó en desgracia y yo con él. He pasado casi un año en una casa en Colorado, custodiado por hombres de Shield, mientras el comité de actividades superhumanas me investigaba a mi y a las cuentas de la FT, por si estábamos financiando el Club. Cuando no les cupo duda alguna de mi inocencia, me soltaron.

- ¿Qué hacías en el Club, Dwayne? Ya sabías que era malo desde el incidente con los Arribistas.

- Necesitaba que alguien me ayudara a avanzar con mis poderes síquicos latentes para ayudar a Matemaníaco, pero fue inútil. No tengo bastante talento, así que fallé y luego me vi metido en una vendetta contra la Patrulla X de la que no quería saber nada.

- Bueno, hijo, ya estás aquí. Tengo que ponerte al día de muchas cosas.

- Bien, Cuerda. Sobretodo háblame de los Guerreros. Cómo y dónde están y cómo localizarles. Me he dado cuenta de que ese grupo es lo único válido que he logrado en mi vida y, ahora más que nunca, debemos volver a lo que éramos.

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Qasbah de Argel.

Daimon se detuvo de nuevo y masculló una maldición entre dientes antes de introducir la mano en el bolsillo de su chaqueta y extraer un papel doblado, que abrió y escrutó atentamente, tratando de entender aquel boceto de mapa de la Qasbah que había conseguido, acercándose para ello a una luz débil que iluminaba la entrada a un portal y por la que estaba seguro de haber pasado tres veces.

De día, la Qasbah era el corazón de Argel, situada en la colina que había contenido la ciudad antigua, llena de bazares y mezquitas, inundada de olores a especias, curtidurías y perfumes, y de los gritos de los vendedores. De noche, la Qasbah era la versión de pesadilla del Laberinto de Minos, y las veces que Daimon había estado allí, había terminado llegando a la conclusión de que aquellas calles eran la herramienta de algún dios de la locura para llevar a los desafortunados que se adentraran en sus entrañas a su siniestro reino. De hecho, estaba convencido de que determinadas calles no estaban del todo en el mundo real.

Doblando de nuevo el mapa y devolviéndole al bolsillo de la chaqueta de napa que llevaba para protegerse de la fría brisa procedente del mar, que arrastraba los olores del día, cubriendo la Qasbah de un intenso olor a sal. Pero para Daimon, había otro olor debajo del aroma marino. Un olor ácido, sutil pero espeso. Daimon lo paladeó, como había hecho varias veces desde su llegada a Argel, reconociéndolo y dejándose arrastrar por las sensaciones que le transmitía. Tiempo atrás, hubiera podido abrir un portal que atravesase el espacio y le condujera hasta su objetivo, pero ahora, después de la guerra que había arrasado los infiernos y había estado a punto de arrastrar también a la Tierra en una espiral de decadencia infinita, tenía que conformarse con métodos más humanos. Al menos, había conservado parte de sus habilidades, una parte muy pequeña, pero lo suficiente para detectar ese olor en el aire, aquel aroma que no era exactamente un aroma, sino más bien una sensación.

Crujiéndose los nudillos, Daimon continuó recorriendo las calles de la Qasbah.

Pasaron otros cuarenta y cinco minutos antes de que Daimon llegara a su destino. Allí estaba él, encogido en el hueco de un portal, cubierto de sucias telas que hacían las veces de mantas, mientras leía unos viejos papeles, iluminado por la tenue luz de una vela a la que no le quedaba mucho tiempo, sujeta por la propia cera en un pedazo de cartón. Daimon miró a su alrededor, y vio que no había nadie cerca. Aquella zona estaba prácticamente abandonada, derruida. Una luz difusa venía de un edificio de dos plantas cubierto de hiedra al otro lado de una pequeña plazoleta, sobre una fuente seca. Daimon se dirigió en línea recta hacia el hombre que emitía aquel olor acre que inundaba el aire de Argel, y comenzó a distinguir más rasgos. Los cabellos crespos, sucios, la piel oscura, las ropas llenas de manchas, grasientas, los ojos negros, enrojecidos y frenéticos, los rasgos duros y simétricos. Pero el aire carecía de los olores que uno asociaría a una visión así, el hedor de la suciedad vieja. Aquel hombre no olía a nada, ni bueno ni malo. Salvo aquel olor que había llevado a Hellstorm hasta allí.

-Daimon-dijo finalmente, con la voz agrietada del que lleva mucho tiempo sin hablar con nadie-. Llevo horas esperándote.

El hombre alzó apenas los ojos de las páginas que leía, y sus labios se torcieron en una sonrisa extraña al ver el aspecto de Daimon, el cabello rojo recogido en una coleta en la nuca, la camisa oscura, la chaqueta de napa, los pantalones caquis...

-Sí sabías que te buscaba, podrías haberme echado una mano para encontrarte-replicó Daimon.

-Pude sentir tu hedor desde el momento en que desembarcaste en Argel.

-Me ha costado mucho encontrarte... llevo casi un año buscándote.

-Podrías haberte ahorrado el esfuerzo. No tengo ningún interés en ti, cachorro-gruñó en vagabundo, y volvió a dedicar su atención a las hojas que leía. Sin inmutarse por el desprecio, Hellstorm se acercó hasta quedar a muy pocos pasos de él, y vio que los papeles que el vagabundo sostenía estaban escritos en un inglés antiguo, casi medieval, y que no eran simples hojas sueltas, sino los restos de un viejo libro.

-Después de todo lo que provocaste, no deberías creer que podrías salir sin más...

-¿Sin más?-gruñó el hombre-. Mírame, cachorro de demonio... mírame y dime que no he perdido nada...

-La versión inglesa del Liber Avernii-murmura Daimon, reconociendo parte de los textos.

-A esto me veo reducido-siseó el vagabundo, y un hilo de saliva resbala por su mentón-. A buscar viejos grimorios y libros de hechizos...

-Te lo has buscado tú, Corazón Oscuro.

-No me llames así. Ese ya no es mi nombre.

-¿Y cómo te haces llamar?

-Soy Al-Shaytan.

-¿El Adversario? Eres demasiado pretencioso. ¿Qué crees que hará tu padre cuando sepa que has tratado de arrebatarle su título además de su reino?

Esta vez no hubo respuesta, y Corazón Oscuro, se incorporó bruscamente, lanzándose como una bestia sobre Daimon, con el rostro desencajado por la ira. Los dedos, como garras, buscaron los ojos de Hellstorm, que evitó por centímetros la embestida de Corazón Oscuro, y golpeándole con el codo en la parte trasera de la cabeza, haciéndole caer de bruces. Sin darle tiempo a levantarse, Daimon apoyó su rodilla en la espalda de Corazón Oscuro, manteniéndole contra el suelo.

-Te sientes torpe en este cuerpo. Torpe y débil. No comprendes las necesidades que ahora tienes, no comprendes el hambre, la sed, el dolor... cosas tan básicas como comer, respirar o cagar te suponen un suplicio y una pesadilla...

-Recuperaré mi poder, cachorro-gruñó Corazón Oscuro, escupiendo al suelo sangre y un trozo de diente-. Recuperaré mi poder y volveré a ser quien era. Y llenaré tus entrañas de gusanos, te pondré de rodillas y te haré tragar tus propios genitales, te haré sufrir hasta que llores por morir...

Negando con la cabeza, Daimon se incorporó, liberando a Corazón Oscuro, que se arrastró de nuevo hasta el vano del portal, volviendo de nuevo su atención a los papeles.

-¿Sabes lo más triste de esto?-masculló Daimon-. Que con tiempo, probablemente lo consiguieras.

Sin más, Daimon sacó una pistola con silenciador que había llevado escondida bajo la chaqueta, apuntó a Corazón Oscuro, que abrió la boca como si fuera a decir algo, y entonces disparó. Un agujero, como una rosa oscura, se abrió en el entrecejo de Corazón Oscuro, y antes de que la sangre hubiera comenzado a brotar, un nuevo disparo impactó en el centro de la frente, unos centímetros sobre el primero.

-Pero no vas a tener ese tiempo-concluyó Hellstorm, devolviendo la pistola a su funda.

Daimon se acercó al cuerpo muerto de Corazón Oscuro, y sacó los restos del Liber Avernii de entre sus dedos. La sangre del antiguo demonio había manchado algunos párrafos de la primera página, pero aún así, supondría una incorporación importante a su biblioteca. Sin más, Hellstorm le dio la espalda al cadáver, y volvió por donde había venido, esperando ser capaz de encontrar un camino de salida a aquel laberinto de callejas.

Se había jurado a sí mismo evitar que una nueva guerra infernal volviera a tener lugar, y Daimon Hellstorm estaba dispuesto a condenar lo que aún le quedaba de alma para conseguirlo.

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La nave de Nova acababa de cruzar la puerta estelar que le llevaría a la Tierra. Después de tantos meses en Xandar, ya echaba de menos ver a sus amigos terráqueos. Lo habría disfrutado más si su última cena en la academia de Centuriones no le hubiera dado diarrea.

En algún lugar de Xandar, Adam Summers se reía y tiraba a la basura un tubo de laxante. Su regalo de despedida para su amigo Rich.

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Manhattan, Nueva York.

Para cuando su madre llega a casa, Nick Wallace está ya vestido, preparado para salir y sujetando un muñeco que representa a Thor. Cuando Alice abre la puerta, Nick salta del sillón con tanta velocidad que por un momento ella da un pequeño respingo pensando que su hijo va a abrirse la cabeza contra la pequeña mesa de cristal que hay junto al sofá. Pero Nick esquiva la mesita con destreza, y llega hasta la puerta, donde comienza a saltar a los pies de su madre.

-¡Mamá! ¡Mamá! ¡Llegaremos tarde! ¡Vamos a llegar tarde!

-Aún faltan dos horas, cielo...

-Pero mamá, si llegamos tarde, no podremos verles. Va a haber mucha gente, seguro que no podemos verles bien. ¡Será un desastre, mamá!

Alice estaba agotada, realmente cansada. Había sido un día duro, y la programación del desfile no había ayudado precisamente a que el tráfico de Nueva York fuera más fluido. Tenía que entregar al día siguiente un estudio de mercado sobre la expansión de su empresa en la India y el Norte de África. Pero nunca había visto a Nick tan ilusionado, y siempre podía prescindir de un par de horas de sueño...

-¿Puedo al menos cambiarme de zapatos?-pregunta, y el niño frunce el ceño, pensándoselo.

-Si te das prisa...

Apenas cinco minutos después, Alice y Nick salen de su edificio de apartamentos. Alice ha conseguido desenfundarse en un tiempo record de su traje de chaqueta y cambiarlo por unos vaqueros, unas deportivas rojas y una sudadera del mismo color. El calor del verano comienza a quedar lejos, pero el otoño aún es suave, y la temperatura en las calles es agradable... lo que debe haber ayudado a que toda Nueva York se lance a las calles. Les lleva más de una hora encontrar un hueco en una de las calles por donde va a pasar el desfile, aunque cuando llegan, van pertrechados con refrescos, palomitas y perritos calientes.

Cuando Alice alza la cabeza y ve las banderas que cuelgan de las farolas, rojas y con una estilizada "V" envuelta en un círculo, siente que todo su cansancio desaparece, y se siente tan invadida de entusiasmo como Nick.

Han vuelto.

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Academia de Massachussetts, Boston.

Billy mira a su alrededor, tratando de ubicarse, mientras su madre le revisa de nuevo de arriba abajo, torciendo el gesto al ver de nuevo su pelo rebelde. Billy casi enrojece, y tiene la tentación de pedir disculpas en nombre de su pelo, pero finalmente se da cuenta de lo absurdo de la situación y lanza a su madre la típica mirada de "Mamá, me estás dejando en evidencia".

Tras la mesa que hay ante ellos, la señora Summers sonríe, y Billy recuerda que puede leerle el pensamiento, y en ese momento, enrojece del todo, rogando porque esa mujer no estuviera en ese momento dentro de su cabeza dándose una vuelta.

-¿Y bien, señora Kaplan?-interviene el co-director del centro, el señor Summers, y la madre de Billy asiente-. ¿Todo correcto?

-Todo tiene un aspecto maravilloso, pero, señor Summers, hay algo que me preocupa... ¿puede asegurarme que Billy estará seguro aquí? Lo de ayer fue tan...

-Horrible, lo entendemos, señora Kaplan-dice la señora Summers, tendiendo su mano por encima de la mesa para apretar la de la madre de Billy, que esboza una sonrisa triste-. Pero Billy fue muy valiente, y demostró un gran potencial, aquí no sólo estará seguro, ya ha podido usted ver las medidas de seguridad de la escuela, sino que aprenderá a hacer el mejor uso de sus habilidades especiales, el uso más responsable que podamos enseñarle. Lo mejor para él y para el mundo.

-Billy...

-Estaré bien aquí, mamá...-dice él, encogiéndose de hombros-. Hay veces que controlar lo que hago es muy difícil, y si aquí pueden ayudarme... Estaré bien.

-Señora Kaplan, ¿qué le parece si usted y yo revisamos la documentación mientras mi esposa le enseña la Academia a Billy?-dice Scott, y la señora Kaplan asiente. Jean se levanta de su silla y, sin dejar de sonreír, abre la puerta del despacho, haciéndole un gesto a Billy para que salga delante de ella.

Billy suspira.

Allí va a pasar mucho tiempo en los siguientes meses... y el cambio le asusta.

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- Bueno - dijo Vance -, nuestra primera casa.

- Es sólo un apartamento, Vance - dijo Angelica-. Y bastante pequeño.

Vance la cogió y empezó a bailar con ella hacia el interior del salón.

- No necesitamos más, tesoro. Tenemos un montón de amor. Ya verás.

Ella sonrió. Luego se pasaron toda la tarde deshaciendo cajas. Angelica encontró su viejo uniforme amarillo en una de ellas. Lo cogió y lo miró. Vance se dio cuenta de que se había puesto triste.

- Si te entristece, nena, no deberías guardarlo.

- Sólo pienso que, al dejar todo esto, igual estoy cerrando la puerta a lo que nos une, Vance.

El la quitó el traje y lo devolvió a la caja. Luego, cogió la mano de ella y se la puso en el corazón.

- Lo que nos une está aquí, Angie. Eso es sólo el recuerdo de cómo nos conocimos, no de lo que somos.

Ella le abrazó y le besó. Luego se apartó un momento, sonrió y dijo:

- ¿Todavía sigue en pie aquella propuesta de matrimonio?

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Nueva York

Jack Monroe miraba aburrido, sumido en sus pensamientos, por la ventana de su habitación. Había pasado mucho en este año, desde que los Invasores le rescataron de las manos del Hombre Maestro... lo peor había sido hacía una semana, cuando perdió una de sus piernas en una batalla.

Su carrera de héroes había acabado... o eso parecía.

En la tele, mientras tanto, los ecos del retorno de los Vengadores tras tanto tiempo desaparecidos llenaba todos los canales.

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Academia de Massachussetts, Boston.

-¿Ese no es el chico al que Sauron se quería merendar ayer?-dice Angelo, y a su lado, Vincente se gira para ver al muchacho que camina hacia las escaleras junto a la señora Summers. Coge una patata de la bolsa de aperitivos que le tiende Logan y asiente.

-El mismo-dice Vincente-. Le dio un buen dolor de estómago a ese lagarto con alas cuando quiso absorber su poder... me pregunto que podrá hacer exactamente.

-Creo que es algo que tiene que ver con la magia o algo así-interviene Víctor, apareciendo repentinamente sobre ellos, al eliminar el camuflaje de su piel, y adherido a la pared. Con el sobresalto, Ángelo suelta las patatas, y Logan pierde el control sobre su densidad, entrando en fase con la pared durante unas décimas de segundo.

-¡Borkowsky!-exclama Ángelo, y con un salto, aquel al que llamaban Anole desciende de la pared, sentándose junto a ellos. Logan no duda en darle una colleja cuando sale de la pared, y Víctor le saca una larga y pegajosa lengua a modo de burla.

-Así que magia-masculla Vincente, con curiosidad-. Ey, mira, lagarto, la señora Summers ha decidido que tu novio sea el cicerone del nuevo...

-¿Qué es un cicerone?-gruñe Ángelo, y Vincente sonríe.

Víctor, sin embargo, ve la mirada que cruzan Everett y Billy, y no sonríe en absoluto.

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Genetech.

Walter Rosen supervisaba la colocación del cinturón en la cintura de Nita Prentiss. Ella parecía expectante.

- Funciona - dijo Rosen -, quédate tranquila. Es el mismo diseño que Caleb Alexander hizo para tu primo y a él le sirvió.

- Ya, lo entiendo, pero tras todo lo que ha pasado este último año, tras herir a Turbo y estar encerrada en un siquiátrico, que la cura sea un cinturón...suena un poco a coña.

- Ya, bueno. Regulará la mezcla de oxígeno en tu sangre y hará que estés igual de centrada en superficie que en el mar. Tus cambios de humor serán normales y no excesivos. Aunque . . .

- ¿Sí?

- Bueno, es posible....según los análisis que te hicimos, tu cambio de color y forma física se debía tanto a tu herencia atlante como al mismo desequilibrio que padeces. La transformación hizo que tu estado se calmara un tiempo pero, ahora, es posible que al corregir el desequilibrio vuelvas a ser...bueno, de piel rosada.

Namorita sonrió abiertamente.

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Sevilla. Calle San Fernando número 4. Sede del PP-A.

- ...lo más conveniente sería celebrar unas primarias... -dice el presidente.

Cuatro cabezas se giran hacia él. Es un cincuentón bien conservado, con el pelo engominado hacia atrás haciéndole un caracolillo bajo la oreja y un traje azul marino que resultaría hasta elegante si no lo combinase con un corbata rosa chillón. Se apoya en la mesa con los brazos, volcando el cuerpo hacia delante. A su espalda, un atril cubierto con una sábana.

- Pero... -responde la secretaria general, diputada en el Parlamento autonómico, senadora y alcaldesa de Huelva1- ¿no vas a presentarte de nuevo? ¿Eso estás diciendo?

- He perdido cinco veces. Las dos últimas, seguidas -mueve la cabeza para acallar los comentarios-. En Andalucía el PSOE nos va a ganar la mano por decreto siempre si no hacemos algo. Dar un vuelco.

- Manuel, hombre -abre los brazos el secretario de organización, diputado autonómico, diputado provincial en Málaga, y alcalde de Ronda-. No sé yo si es manera... Además, entiendo que aquí estamos los de confianza, pero si va a empezar la competición, deberías pensar en acotarla un poco... Imagínate, la mierda filtrándose a los periódicos para ir quemando gente... No es plan.

- Es que ya he decidido a quién voy a apoyar.

- ¿Ya tienes pensado a tu sucesor? -se ajusta la corbata el portavoz de Economía, diputado en Cortes y alcalde Almería.

- No. Tengo candidato al que apoyar en las primarias. Decidirá la militancia.

- Manolo, explícate, porque no te estamos entendiendo ninguno, ¿eh? -interviene la portavoz parlamentaria, diputada autonómica y concejal de Cultura, Deporte, Fiestas y Patrimonio en el Ayuntamiento de Granada.

El presidente se gira y tira de la sábana que cubría el atril. Aparece un cartel electoral con la figura de un hombre alto, sonriente, moreno, un peinado parecido al del presidente pero con más pelo. Un rayo "parte por la mitad" su silueta, la del pecho hacia arriba lleva traje, hacia abajo un uniforme de superhéroe, blanco con rayas rojas y amarillas. Sonríe y hace el símbolo de la victoria con dos dedos. En la parte de abajo, junto al logo del PP, el eslogan: "Raudo por Andalucía".

Los cuatro dirigentes se miran unos a otros de reojo.

- Francisco Cobos-Valera, Raudo, el superhéroe más grande de Andalucía -anuncia el presidente, levantando un dedo hacia el techo-. Candidato del PP a la presidencia de la Junta.

- Tu amigo Curro -dice la secretaria general.

- Es militante del partido desde hace tiempo. Sólo que no lo ha hecho público por ser quien es.

- Pero es... es... -empieza a decir el portavoz de Economía, moviendo la mano del reloj de oro en el aire.

- Es un famosete -sentencia el secretario de organización-. Me vas a decir que es un empresario del vino, y que en Jerez tiene mucho nombre y su hermano ha sido concejal muchos años... Pero yo te digo que salía en la portada del último Hola que se compró mi suegra.

- Exacto... -el presidente lo señala mientras guiña un ojo y chasquea la lengua- Canal Sur ha hecho que todas las abuelas de Andalucía crean que el Presidente de la Junta es "mu buena hente" -imita un acento andaluz forzado que él de por sí no tiene-. Pero, ¿y si apuntamos a su base electoral?

- Pero Manolo... -protesta la portavoz parlamentaria.

- Hacemos las primarias para que la gente se vaya haciendo una idea... Si no les gusta, los soci... la militancia elegirá a otro.

- Bueno, partiendo de la base de que nos parezca bien... ¿Cuál sería el primer paso?

El presidente se queda callado unos segundos.

- Pues... -mira de reojo el cartel-. Pues convencerlo a él, básicamente.

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Oficinas de LL&L

Zoe Culloden corría. Una brecha en el tejido de la realidad en el sector 12G había hecho sonar las alarmas. Llamó por el intercomunicador a su equipo. Cómo había cambiado desde los inicios... un Death's Head, un espía ruso, un skrull, su exmujer y una cubana. Estas seis personas tenían en sus manos el futuro del multiverso... o lo que quedaba de él.

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Academia de Massachussetts, Boston.

Jonothon abandona la Academia al día siguiente.

Ninguno de sus amigos acude a despedirle.

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Reino Infernal.

Daniel se apoya en la butaca de Agatha, estirándose lo más que puede para llegar al regazo de la anciana, que lee un viejo tomo de magia, un grimorio escrito en alguna parte de lo que ahora se hacía llamar Lituania mucho tiempo antes de que el primero de los sacerdotes cristianos pisasen ese suelo. El idioma es complicado, y Agatha está inmersa en la lectura, por ello apenas es consciente de sus propios movimientos cuando se inclina hacia delante, recoge a Daniel y le sienta en su regazo, sin apartar un solo momento la vista de las enrevesadas runas. A unos pasos de ellos, Ébano ronronea.

-Byelobog, eras todo un perro traicionero...-masculla Agatha, pasando una página, pero Daniel se lo impide, apoyando sus manitas en el libro, y clavando sus ojos de color miel claros en el rostro lleno de arrugas de la anciana.

-...adores...-masculla Daniel, riendo-. Enn... dores...

-¿Qué dices, pequeño?-dice Agatha, cerrando el libro y depositándolo en una pequeña mesa de ébano y alabastro que hay a su izquierda. Aunque aún no se expresa con claridad, Agatha ha llegado a entender que el pequeño tiene ya la capacidad escrutar el mundo que se encuentra más allá del reino infernal que gobiernan junto a John Blaze, y se está acostumbrando a prestar atención a los avisos del pequeño.

-...ores...-vuelve a decir Daniel, con una risotada que hace que Ébano alce las orejas y mire al pequeño en silencio.

Sin soltar al pequeño, Agatha se incorpora, y se dirige hacia un espejo de plata que relumbra como el agua en un rincón de la sala. Toma un pequeño punzón de marfil y se realiza un pequeño corte en la palma de la mano izquierda, repleta de tiernas cicatrices. Tiempo atrás eso no hubiera sido necesario, pero con los cambios en el mundo mágico que había habido durante el último año, eran muchas las cosas que habían cambiado... y ella era la principal responsable, pues un año atrás había roto el equilibrio de la magia al utilizar el poder innato de Daniel para convocar a los espíritus de los muertos y lanzarlos a la guerra contra los demonios que habían invadido la Tierra. Agatha apoya el dedo ensangrentado en el espejo, y dibuja sobre él una vieja runa, un elemento de viento, de visión y de claridad.

La bruñida superficie del espejo oscila, y finalmente, se aclara, mostrando a la anciana una imagen, la imagen de lo que el pequeño había percibido. Y sonríe.

-Han vuelto.

Ébano se incorpora de su reposo, y sale de la sala, en dirección al cubículo de Blaze. Estará satisfecho con las noticias.

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Madrid. Paseo de la Castellana, número 5. Sede del Ministerio del Interior.

- Ministra, porque tú....

- Señora ministro, y de usted2.- -responde ella.

- ... -los secretarios de estado intercambian una mirada-. Señora Ministro... Eh... Al presidente no le va a gustar... Si lo hacemos, la gente dirá que es un gasto innecesario... y con los recortes...

- ¿Innecesario? -la ministra se ajusta las gafas sobre el puente de la nariz- ¿Dónde estaban ustedes durante la Guerra Infernal? ¿Y cuando Hydra ocupó Galicia y toda la cornisa del Cantábrico?

- La oposición se nos comerá vivos... Los partidos minoritarios dirán que les recuerda a Franco... -dice el secretario de Seguridad.

- A los partidos minoritarios todo les recuerda a Franco -responde el secretario de Asuntos Ahumanos-. ¡Y nosotros somos todo lo contrario de Franco! ¡Somos el PSOE! ¡La izquierda! ¡La de toda la vida!

- Bueno, tranquilícense ustedes dos -la ministro hace un gesto de calma por encima de la mesa-. En todo caso somos el Gobierno de España... Y les planteo el tema para que me digan con qué recursos contamos.

- Hombre, el fondo de lagartos siempre está ahí... -dice el secretario de Seguridad.

- ¿El qué?

- La reserva para emergencias.

- ¿Y ese nombre?

- La costumbre...

- Se contaría con la SEDA -interviene el secretario de Asuntos Ahumanos, que ha asistido con su mejor cara de sota al diálogo anterior.

- La SEDA sería fundamental. Pero no tendría el monopolio.

- Usted dirá.

- Hará falta nombrar un... ya saben... un...

- Un Capitán. No hay Supergrupo sin su Capitán.

La ministro se echa adelante sobre la mesa y los señala alternativamente con el bolígrafo.

- Reúnen a su gente y me indican los recursos a nuestro alcance. Del Consejo de Ministros y del resto de instituciones me encargo yo.

En el pasillo, el secretario de Seguridad no puede evitar la pregunta a su homólogo:

- ¿Y cómo ha llegado esta aquí?

- Yo que sé. Las cuotas.

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La Casa Blanca, Washington D.C.

El Presidente no puede creérselo, pero está casi tan nervioso como cuando ocupó por primera vez aquel despacho. Le temblaban incluso las manos, como le hace ver su secretaria.

-No todos los días uno puede dar la bienvenida a una leyenda viva...-responde, sonriendo-. ¿Está el helicóptero preparado? Nuestro invitado debe estar en Nueva York para el principio del desfile.

-Todo está bien, señor Presidente-le tranquiliza su secretaria. Él asiente, y en ese momento, su director de protocolo entra en el despacho.

-Está aquí, señor Presidente.

El Presidente se incorpora prácticamente de un salto y sale de detrás de su escritorio, y en ese momento, su visitante entra en el Despacho, cuadrándose con aire militar ante el dirigente del país al que representa.

El uniforme azul, blanco y rojo. La máscara con la "A" sobre la frente, y las pequeñas alas en los laterales. La estrella blanca sobre el pecho. Y el escudo sujeto en su brazo izquierdo. Pero sobre todo, el aire marcial que transmite, la determinación de su mirada...

-Es un honor conocerle, señor Presidente-dice, tendiendo su mano hacia el Presidente, que la estrecha sonriendo.

-El honor es mío, Capitán América...

Los Vengadores han vuelto.

CONTINUARÁ... EN TODAS PARTES

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1.- No os molestéis en comprobarlo si no lo sabéis. El alcalde de Huelva de verdad es un hombre (aunque si que es del PP). Tanto el presidente como el resto de cargos me los he inventado, sólo es "real" el PP-A. Y el sitio de la sede, que está justo enfrente del rectorado de la Universidad de Sevilla y es objetivo de bellos cánticos cada vez que hay una manifestación. De lo que sea, hasta la que se montó cuando el Betis bajó a Segunda.

2.- Ciencia-ficción, de nuevo.

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CORREO MARVELTOPICO

Un nuevo comienzo, destinado a facilitar la vida a los nuevos guionistas... un nuevo punto de partida, sin olvidar todo lo anterior... ¡¡esperamos que os guste!!

¡MarvelTópicos saludos!

Correia

 
 
   
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