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Bañados por los rayos cósmicos, recibieron poderes extraordinarios y se convirtieron en los exploradores de un universo nuevo. Mr. Fantástico, La Mujer Invisible, La Antorcha Humana y La Cosa son... Los 4 Fantásticos.
 
Los 4 Fantásticos

LOS 4 FANTASTICOS #432
El Corazón de las Tinieblas IV de IV
Guión: Jose Cano y José González

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Portada: Sobre un fondo rojo, Jenofonte y el Doctor Muerte frente a frente. A sus pies, vistos desde atrás; Ben, Sue, Lyja y Reed corren hacía un agujero en el aire, menor que una ventana, del que surge el brazo en llamas de la Antorcha Humana.

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Latveria, planeta Tierra, sistema Solar, Vía Láctea, universo de maravillas.

A la entrada de la cueva, a través de la cual desaparecieron Víctor Von Muerte y tres de los Cuatro Fantásticos, Valeria y un controlado hipnóticamente Johnny Storm estas terminando de construir una estructura metálica sujeta a la boca de la cueva.

La Antorcha Humana, que sigue luchando por liberarse del control de la misteriosa mujer, se arrepiente de no haber atendido más al genio de su cuñado.

Quizás ahora sabría que esta ayudando involuntariamente a construir.

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Zona Negativa, universo por descubrir, otro plano de realidad.

A través de un conducto esférico, capaz de albergar a un ser humano erguido, tres figuras avanzan con cautela pero decididas.

El Doctor Muerte, el primero. Arrogante y seguro de si mismo.

Le sigue Susan Richards, la Mujer Invisible. Su esposo esta en este lugar. Libre o retenido, ella se reunirá con él.

En retaguardia, Ben Grimm, la adorable Cosa de ojos azules. No se fía de Muerte (¿quien lo haría?); no se fía de lo que le rodea (Oh, vamos. En la Zona hay más bichos de ojos saltones que estúpidos presentadores graciosillos de TV. Salvo Jay Leno); y mataría por un buen habano.

El ruido metálico les pone en guardia. Avanzando desde un túnel lateral, robots octópodos arremeten propulsándose con sus tentáculos con un frenesí tal que parecen tener consciencia, y con ella odio. Usan sus laseres para reparación como armas ofensivas.

Sue levanta su campo y las máquinas, veloces y muy ágiles se encaraman al techo. La mujer convierte su campo en un domo pero no puede cubrir con él a la Cosa, que es arrastrado por uno de los robots.

- Condenado pulpo. - dice Ben mientras le arranca varios tentáculos- No en la primera cita. - Desde lejos, otros robots concentran su fuego sobre él.

Más robots avanzan por un pasillo, taponándolo casi con su presencia.

- ¡Hay demasiados!- grita Sue- ¡No me dan respiro! ¡No puedo contraatacar!

- No temas, Susan- dice Muerte mientras saca de su capa una de sus manos enguantadas y lanza un puñado de semillas contra los robots. Luego activa un rayo infrarrojo que emite a través de la palma de su guante metálico y las semillas crecen, como por encanto, formando enredaderas1 que interrumpen, temporalmente el paso de las máquinas- Veo que debo ocuparme yo mismo de esto.

Mientras Ben, usando un pedazo de tubería y Sue los contienen, Muerte calibrar un aparato neumónico y lo apunta contra las máquinas, activándolo.

Al instante, los robots caen inertes.

- Esto simplifica las cosas- afirma el dictador latveriano- Si he comprendido la estructura de esta nave, la cabina central estará en esa dirección. Seguidme- concluye, sin volverse.

- Bah. Nosotros podíamos habernos ocupado de esas latas. ¿Acaso no nos hemos ocupado de sus robots cada vez que nos los hecha encima?- le dice la Cosa a su compañera.

Aplasta uno de los robots con un golpe de tubería y sigue a los demás.

El túnel termina en otro de mayor diámetro. Cables añadidos a la estructura, cajas de derivación abiertas, humedad, y casi nula iluminación es el paisaje que les recibe.

Las llamas de sus antorchas son las primeras en avisar del peligro. Oscilan, visiblemente. Luego una fuerte racha de aire a sus espaldas llega como advertencia de que ya no pueden huir.

El vendaval se vuelve tornado y empuja hasta a la masiva Cosa. Sue tiene tiempo de cubrirse con su campo de fuerza y protegerse del impacto de su compañero pero no de anclarse y evitar que ambos colisionen con Muerte.

Así, los conductos de aire acondicionado para la refrigeración de la nave, modificados por la tripulación los arrastran y separan; perdiéndose en otros conductos.

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Se escurre como plastelina viviente entre una serie de tubos del techo. Se estira por pasillos con poca iluminación. Se filtra por puertas en otros tiempos estancas.

Tiende a pensarse en Mister Fantástico como en un gran cerebro. Una mente privilegiada. Una rata de laboratorio.

Pero, cuando quiere, Reed puede ser un hombre de acción tan formidable como Spiderman o la Pantera Negra.

También puede sorprenderse. Como cuando revisa una sala y ve a la mujer que le persiguió desde joven hasta conseguir su amor.

- Susan- exclama al estirarse hacía ella.

- ¡Reed, no!- exclama Sue, haciéndole un gesto para que se detenga. En la manga de su traje hay sangre.

- ¿Qué...?

- Me rodea algún tipo de campo de fuerza que anula el mío. Por suerte sentí como el mío se deshacía antes de avanzar más- le explica mostrándole la manga.

- Sue...

- Tranquilo. No es serio- le sonríe- Pero pica.

- Una red de cadenas moleculares. Modulado para superar la frecuencia de tu campo. Te sacaré de ahí, cariño- afirma Reed extendiéndose y revisando el lugar.

Hay un momento en que, mirando desde lo alto, los ojos de Mr. Fantástico se encuentran con los de su mujer. La mirada cómplice que intercambian solo puede ser resumida en dos frases.

"Confío en ti", por parte de ella, y "moriría por ti", por la de él.

Esa mirada que lo dice todo, que esta ahí cuando peor están las cosas.

Esos dos que son uno.

Quince minutos después, ambos corren de la mano. La prioridad de Reed es localizar a Lyja, 5º Fantástico no oficial. Jenofonte la mantiene en un tanque bioregenerador. Pero ya no puede fiarse de Jenofonte.

Los símbolos en una pared le indican al líder del cuarteto que han localizado la sala de bioregeneración y, con una plegaría en los labios de Sue, entran.

Muchos de los tanques, situados en posición horizontal, están abiertos o con muestras de estar estropeados. Pero tras el grueso cristal de uno de ellos, bañada por la fría luz interior esta Lyja.

- Gracias a Dios. ¿Reed..?.

- Creo que... si. Puedo realizar un examen de su estado- apunta él mientras teclea y observa un monitor.

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El sobrino favorito de tía Petunia camina por los pasillos con un cabreo monumental. Rodaran cabezas.

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Muerte ha seguido los cables colgados a la vista en el techo y paredes. Desvíos de energía para alimentar un centro de control. De espaldas a él, un hombre con traje de astronauta sucio y desgastado que se apoya en dos muletas. Le oye murmurar:

- ...Richards. Como sus compañeros es una reliquia del pasado...

Al fin, su enemigo. Se dirige hacía él mientras exclama:

- ¡Vuélvete... !

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Con la pobre iluminación, el matrimonio Richards no ve la cámara a través de la cual Jenofonte les observa. Este también ignora que Muerte le observa.

- No subestimo al hombre del siglo XXI, Richards. Como sus compañeros es una reliquia del pasado. Nuestros orígenes, sí; pero atrasados.

Jenofonte reactiva la máquina de emociones al tiempo que es sobresaltado por una voz.

- ¡Vuélvete...!- exclama Muerte para acto seguido quedar en un estado de duda- Usted es el responsable de mi presencía aquí, ¿no? Tiene que serlo. No es el rival que esperaba pero... creo que puedo vencerle. Creo. Esta usted invalido, no es rival- "Pero, ¿y si lo fuera?", piensa- Yo... yo... le conmino a que se rinda- "¿Y si no lo hace? ¿Y si esconde más trucos?".

Jenofonte sonríe.

- Sé que esta jugando con mi mente- "¿Puedo vencerle así? ¿No? ¿Si?"- Pero al Doctor Muerte no... no se le manipula...- "Mi mente es mi mayor arma. ¿Puedo vencerle así? No lo sé. No estoy seguro. No estoy seguro de nada"

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El eco metálico de los gritos de Ben resuenan por doquier. Un insecto en forma de gusano transparente como el ámbar cayó ante él. Sorprendido y algo asustado, retrocedió, tropezó con una plancha de la pared que cedió; cayendo y arrojando más gusanos sobre sus rocas anaranjadas.

La Cosa gritó y retrocedió hasta chocar con una pared. Los gusanos serpentearon hacía sus pies y Ben, aterrado como un crío llorón, se acurrucó y comenzó a gritar.

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Reed alza la vista con una mirada de furia.

- Esta perfectamente.

- ¿Cómo puede ser? Nuestros seres queridos; nuestro mundo están en peligro y ella está a salvo.

- ¿Ha esta Skrull hemos alojado en nuestra casa, Susan?

- Una de las que han querido matarnos. Esta... puta- Sue escupe sobre el cristal.

- Solo tendría que cambiar los parámetros del tanque- dice Reed siniestramente- y esta odiosa criatura dejaría de ser un problema.

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- El sabotaje de Richards fue algo chapucero- explica Jenofonte a un dubitativo Muerte- No entiendo como pudo tenerle en jaque tanto tiempo, Doctor. Esta claro que su fama, la de ambos, es producto de la leyenda que fue su enfrentamiento- se aproxima al monarca de Latveria- La maquina vuelve a estar casi al 100%. Por supuesto, yo estoy protegido de sus efectos, salvo cuando necesito de sus efectos- gira en torno a él- El largo aislamiento al que he estado sometido es más, mucho más de lo que la mente humana- alza su mano para tocar sus hombros...

... y paga su error.

Sus respectivos campos de fuerza (basados en el mismo diseño) se repelen, impulsándolos a ambos a lo largo de la sala. Se producen daños varios pero su principal efecto es que la máquina de emociones queda irremediablemente dañada.

- Ahora, viajero- dice Muerte quitándose de encima una maraña de cables- te enfrentarás a Muerte... en plenas facultades.

Jenofonte pulsa una y otra vez los mandos de su muleta. La ventaja "emocional" ha desaparecido.

- Aún así, sigue sin ser suficiente... cromañon.

Y con el comienzo del combate, los desperfectos aumentan.

Para empeorar más las cosas, dedos de piedras facetadas atraviesan una pared en una sección más elevada y la abren como una cortina.

Ben Grimm ha llegado.

- Diablos, he llegado tarde a la fiesta- reflexiona para si mismo, asomándose desde una pasarela- Y encima tengo la suerte de tener que apoyar al cara latón en la pelea. ¿Y Susie? ¿Y los demás?

- Aquí, Ben- responde Lyja que desciende con sus brazos trasformados en alas. Detrás viene Reed y Sue, sobre un campo de fuerza invisible.

- Mi sabotaje al aparato altera emociones no fue todo lo preciso que deseaba.

- Reed Richards, el Austin Powers de los supertipos- se burla la Cosa- Bajemos ahí y...

Un brazo elástico se alza ante Ben.

- No, Ben.

- ¿Noooo? ¿No es la hora de la tortas, estirado?

- No.

- ¿Ni vamos a impedir que se líen a golpes?

- El motor de salto de Jenofonte, el hombre de ahí abajo, debe ser detenido o la superposición de las dos dimensiones podría ser irreversible. Ese será nuestro trabajo.

- ¿Y Muerte no sabe también eso?- pregunta Sue.

- Lo sabe. Seguro. Pero sabe que yo me ocuparé. Y conociéndole, debe tener un interés personal en su rival. Más sabiendo que es un latveriano del futuro.

- ¿Del futuro?- repite Ben- ¿Uno de los suyos se las esta haciendo pasar canutas?- sonríe- ¿Podemos quedarnos y mirar?

- Tenemos trabajo que hacer- responde Mr. Fantástico- Salvar el universo y eso.

- ¡Ey, Reed ha hecho un chiste!- salta Ben- ¡O por lo menos lo ha intentado!

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En la Tierra, a bordo de un Fantasticar de largo alcance suspendido en el aire al borde de la frontera de Latveria, el grupo de Kristoff espera en tensión. En el otro lado, al fuerza aérea latveriana y diversos robots del monarca realizan pasadas una y otra vez.

Hulka, el Hombre Hormiga y Nathan Richards permanecen sentados incómodos en sus asientos. Reciben llamadas de la OTAN, CEE, SHIELD y otras. Intervenir ahora podría provocar un incidente internacional.

Como Vengadora y abogada, Hulka lo sabe. Pero no dejará atrás a sus amigos.

Aunque se quedo en los USA para cuidar de Franklin, Wyat opina lo mismo.

Para Scott Lang, los 4 Fantásticos son amigos y jefes que le han acogido en su propia casa. Han sido casi una familia para su hija. Reed le ha ayudado en algunos proyectos privados.

¿Y Kristoff?

Muerte veló por él cuando su madre murió. Lo declaró su ahijado.

Y vertió sus recuerdos en su joven mente cuando, como otras tantas veces, supuestamente murió.

Idolatra a su amo y señor.

El hombre al que se ha atrevido a contradecir. Que podría matarle la próxima vez que lo vea.

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Los últimos ajustes al aparato construido en la boca de la cueva han sido realizados.

Valeria se limpia las manos en un trapo.

- Esta listo, Sr. Storm. Con esto, las posibilidades de regreso de su familia y Victor Von Muerte se convierten en certeza absoluta.

- ¿Como puede estar tan segura?- pregunta Johnny.

- Debería confiar más en su cuñado y su adversario. Pero no se preocupe por eso- trata de tranquilizarle la mujer- ahora solo debe descansar, dormir... dormir...

La Antorcha se resiste a la hipnosis. Debe continuar despierto. Podría haberle mentido y ser el mismo causante indirecto de la muerte de los suyos. No debe rendirse, no debe rendirse, no debe... debe...

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Muerte y Jenofonte se encaran. El monarca sabe que esta es una lucha que no ganará solo con la fuerza.

- Por mi anterior aterrizaje en esa luna, se puede considerar de milagroso que lograse calibrar correctamente sus instrumentos para traer a Richards hasta aquí.

- Lo milagroso "doctor"- responde Jeno con desprecio- Es que con su primitivo conocimiento fuera usted el que lograse alcanzar este lugar.

- Mis habilidades están fuera de toda duda. En cambio, las suyas dejan mucho que desear. Es obvio que me encuentro ante un militar con escaso conocimiento.

- Mi rango como 3º oficial científico de esta nave...

- Ah, eso lo explica. Un técnico menor. Y un militar menor también. Contemplo con desagrado que el nivel de mis ejércitos ha descendido en el futuro. Corregiré tal hecho en cuanto este de vuelta.

-¿Usted sabe...?

- Si Victor Von Muerte no reconociera su propia tecnología desarrollada y aplicada ya no sería Muerte. Soy y seré el monarca absoluto de Latveria; reconocido a lo largo de toda época. Ríndeme vasallaje y depón tus armas o sufre mi ira, pues...

- Eres una reliquia arcaica de principios del siglo XXI- sentencia Jenofonte al tiempo que comprueba que el sistema de defensa que uso contra Mr. Fantástico2 no funciona. Acto seguido, da un golpe con su muleta en un tablero de control.

Un pequeño panel se desplaza y de él surgen dos mini platillos. Sus diminutos cañones sónicos abren fuego sobre Muerte con una fuerza superior a su tamaño. Jeno activa una mochila cohete en su espalda y huye por una puerta mientras el monarca salta por otra y, con un cortador láser incorporado en el dedo de su guante, daña el mando eléctrico de la misma; cerrando la hoja antes de que los platillos le alcancen. Luego se levanta y corre en busca de su enemigo.

Jenofonte aprovecha el tiempo y se enfunda un exoesqueleto ligero de combate.

Quizás fue vivir aislado como un naufrago lo que le hizo prepararse para un hipotético asalto.

Paranoia.

Quizás esta algo trastornado.

Pero encontrará a sus compañeros desaparecidos y volverán a casa. Su voluntad es inquebrantable.

Se coloca correctamente las gafas, de diseño parecido a las de los viejos aviadores, y las activa.

Muerte gira una esquina y se lo encuentra de frente. El brillo en las gafas le advierte de la nueva amenaza.

El rayo nega surge veloz y, aunque el tirano intenta esquivarlo, él no es su objetivo. Destrozan la pared a su espalda y cierran la trampa.

Las moléculas en el aire aumentan su masa y el monarca comprende.

Jenofonte se pavonea.

- Moléculas...

- Intensificadas- completa Muerte la frase mientras comienza a quedar atrapado- Un "arcaico" descubrimiento fácilmente superable.

Las moléculas, ahora grandes peñascos, le sepultan.

Un segundo...

Dos...

Y salen despedidas en todas direcciones por efecto del rayo antipolaridad que Muerte ha conseguido activar, a costa de perder energía de su armadura.

Jenofonte se tira al suelo para esquivar. La nave tiembla y se desatan nuevos fuegos. Fluido inerte surge del sistema antiincendios para sofocarlos.

El último tripulante de la nave, apoyado en sus muletas, se mueve lo más deprisa que puede. Se detiene ante la puerta de una sala. Entra y comienza a teclear códigos que encienden enormes generadores de gravedad, amplificando la misma.

La estructura cruje, el metal se queja.

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En otro punto de la nave, Reed y los suyos trabajan en el motor de salto.

- Eso es, Susan, arranca todo ese panel. Lyja, si tu forma actual soporta temperaturas tan bajas...

- Y el pobre Benjy, como siempre, soporta toneladas sobre sus hombros- interrumpe la Cosa a Mr. Fantástico.

- Sabes que eres el único con fuerza suficiente para alzar el motor para que pueda acceder...

- Menos charla, estirado. Esta chatarra cada vez pesa más.

- Reed, algo esta pasando con la gravedad- afirma Lyja.

- Todos lo notamos- responde el científico- No hace sino acrecentar los daños que esta nave...

El suelo chirría bajo los pies de la Cosa.

- Uh oh...

- ¡Sue, Lyja, ayudadme a sujetar el motor! ¡Sal de ahí, Ben!

- ¡MIERDAAAAAAA!- grita la Cosa cuando desaparece por el agujero que se ha formado.

Su caída de varios metros no le daña más que un tropezón con una acera y termina entre mullidas hojas verdes. Le rodea un ambiente húmedo y luminoso. Vegetación de la que Ben no tiene conocimiento se esparce por la gran estancia. Cae agua desde el techo procedente del dañado Sistemas de riego.

La cabeza de Reed, seguida de su cuello, alcanza a su amigo. Tras un rápido vistazo a su alrededor, conjetura:

- Cultivos para alimentación, creación de oxigeno o, tal vez experimentación. Sue...

- ¡Ey!- grita la Cosa mientras se eleva en un campo de fuerza.

- Me he adelantado a ti, cariño. Motor asegurado pero tenemos una maraña de cable y metal sobre él.

- Más complicaciones- dice Reed.

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El doctor Muerte desactiva los generadores de gravedad y observa las manchas de sangre en el piso.

Un truco simple.

Sigue las manchas, preparado y alerta.

Jenofonte surge por su izquierda. Ni con su exoesqueleto podría mover a Muerte; pero no le hace falta. Parte del suelo se inclina haciéndole caer por una puerta. Las paredes de la pequeña estancia atrapan al señor de Latveria.

- Una de nuestras cápsulas de escape- explica Jeno- Su interior esta compuesto de un material psico-sensible que se adapta según las necesidades- sonríe- Como las moléculas inestables. Conseguimos reestructurarlo para que fuera la perfecta... ¿Cómo la llamaban en su época? ¿Cazamoscas?

- Muchos han acusado a Muerte de ególatra. Con usted, verían en que consiste exactamente dicho comportamiento. Pero ellos, como usted, olvidan que yo estoy siempre preparado. Siempre.

Levanta una mano y le muestra su palma, activando su impulsor hipnótico instantáneo; trastornado en un microsegundo su sentido del equilibrio.

Jenofonte se apoya en la pared para no caer y vomita. Muerte se revuelve en su prisión. Logra llevar su brazo derecho a su espalda.

- He aquí un juguete de su pequeño arsenal cuya función me vendrá bien en este momento.

El aparato libera una cantidad de plasma antes suspendida en un campo de contención que desestabiliza el material que le sujeta. Muerte queda libre y cae hacía adelante mientras la cápsula es expulsada. Su partida causa nuevos daños. La sección en la que se encuentran se colapsa y ambos caen.

Jenofonte es el primero en levantarse, penosamente, con una de sus muletas. Tiene una profunda brecha en la cabeza que mana copiosamente. Muerte yace a unos pasos de él, boca arriba e inmóvil.

Furioso y angustiado, el hombre del futuro trata de activar el rayo nega sin siquiera darse cuenta que sus gafas cuelgan sobre su pecho, inutilizadas. Con esfuerzo, se va quitando piezas del exoesqueleto y luego avanza tambaleante.

- Incluso ahora, se puede recuperar la nave. Juré rescatar a mis compañeros. Si para ellos debo provocar el caos en el pasado...

Ya ante la figura caída, Jenofonte saca una pistola.

- Un arma antigua para un enemigo antiguo.

De repente, Muerte abre los ojos. Ojos de depredador.

Asustado, Jeno aprieta el gatillo una y otra vez, sin resultado.

Muerte activa un arma en su máscara y un rayo conmocionador impacta en su enemigo. No con la potencia suficiente para noquearlo pero si para lanzarlo hacía atrás. Jenofonte siente un dolor terrible. Su hombro derecho está atravesado por un hierro que surge de la pared. Cuando vuelve a mirar a Muerte esta ya esta de pie y tiene la pistola.

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- ¡Si, Reed!- grita Sue- ¡Lo estas logrando!

El aire vibra y lentamente aparece un desgarrón entre la Zona Negativa y la Tierra. La entrada de una cueva vista desde su interior.

- No durará mucho- puntualiza el científico- No es estable. Debemos cruzar ahora o nunca.

- ¿Y el Doctor Muerte?- pregunta Lyja, ya con su forma original.

Antes de que pueda responder, una puerta de la sala revienta y el fuego inunda el lugar como una riada. El suelo se va hundiendo a su alrededor. El motor se inclina peligrosamente.

- ¡Corred!- grita Mr. Fantástico- ¡Sue, cúbrenos!

- ¡¡GERÓNIMOOOOOOOOO!!- grita Ben, el último en cruzar antes de que el motor se incline más y sus conexiones se rompan; cerrándose así el portal.

El sistema antiincendios lucha por contener los fuegos. Otros sistemas se desconectan. Algunos definitivamente. Otros se reinician.

El motor se inclina más, a punto de caer al nivel inferior. Se balancea y vuelve atrás, recuperando su posición original. Las luces se apagan.

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- Demasiado antigua para usted- afirma Muerte- Olvido quitar el seguro.

El científico militar le mira con rabia.

- Me has importunado, Jenofonte. Has desafiado a la figura de Muerte. Y lo peor de todo... me has menospreciado. El hecho de que seas Latveriano no hará que sea compasivo. No debiste dudar en ningún momento de mi victoria.

Jeno sujeta en su izquierda un pequeño mango sin hoja. Sabe que la armadura de Muerte ya no tiene energía. El metal que cubre su pecho no detendrá el puñal energético.

Las luces se apagan. Un haz de energía aparece y corre veloz hacía una detonación y un fogonazo de luz.

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- ¡Si, señor!. ¡Otro homerun y el equipo de casa gana de nuevo!. ¡cuatro Fantásticos 4 - Doctor Muerte...! Ahí va...

Asombrado, la Cosa se une a los otros tres a la salida de la cueva.

Ante ellos estan la Antorcha Humana, Hulka, Kristoff, el Hombre Hormiga,

Y Muerte. Con su armadura en perfecto estado.

- ¿Cómo puede estar él aquí?- pregunta Lyja en voz alta.

- Richards te podría explicar el desfase temporal entre este mundo y la Zona, Skrull. Muerte planea por anticipado.

- ¿Y Jenofonte?- pregunta Reed.

- Los latverianos de esta u otra época responden ante su gobernante. Ahora y siempre.

- ¿Le has...?

- La amenaza sobre mi amado país ha pasado, Susan. Tu familia, tus compañeros y tú no sois bienvenidos. Marchad ahora. Tengo asuntos más urgentes que atender.

Y tras pronunciarse, el monarca gira sobre si mismo y se dirige a un coche oficial negro que le espera.

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De regreso a casa, con todos apretados en el fantasticar, Johnny explica a Reed su periplo.

- ...Scott meneando sales ante mi nariz y volví en mí. Con Muerte al lado.

- Asombra lo rápido que Muerte se hizo cargo de la situación- apunta el padre de Reed.

- Nunca he subestimado a Victor, papa. Su intelecto y habilidades harían de él un gran benefactor para humanitario.

Detrás, la Cosa se dirige a una abatida Mujer Invisible.

- ¿Susie?

- Pensaba en Jenofonte. En su esfuerzo para rescatar a sus compañeros desaparecidos.

- Mmmh. Su intención era noble pero estaba dispuesto a destruir el pasado para hacerlo.

- No puedo justificarle, Ben; pero... paso tanto tiempo allí. El rescate de sus compañeros, regresar a su hogar; se convirtieron en su terrible obsesión.

Al final del fantasticar, en silencio y ignorando la conversación de los demás, Kristoff observa pasar el paisaje a través del cristal.

El Doctor Muerte le tuvo a la vista y no hizo mención alguna sobre él. Esperaba un fuerte encontronazo pero no había sido así.

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Kilómetros atrás, en la capital de Latveria, cierres de seguridad se abren y la máscara de Muerte es apartada. El rostro oculto tras ella no esta deformado por un terrible accidente. Es una mujer madura de pelo rubio ceniciento.

Valeria.

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Zona Negativa. En un asteroide en orbita geosincrónica a un sistema binario. Unos meses en el futuro.

Apoyando un pie en una roca, con porte orgulloso, Muerte observaba el cielo estrellado.

Este es su segundo viaje a este universo tras su enfrentamiento con Jenofonte.

A su alrededor, sus robots sondean y toman muestras.

La exploración de aquella realidad, de la que conocía su existencia pero que apenas había investigado, le reportaría tantos beneficios como la tecnología del futuro de la que ahora disponía.

El futuro, hoy. Y Latveria gobernándolo todo. Bajo su mando

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Latveria.

2081.

Orgullosa, la nave refleja los rayos del sol y es fotografiada en su rampa de lanzamiento horizontal que finaliza en un enorme arco de alta tecnología.

Una vez pase bajo el arco activado, viajará a la Zona Negativa en una misión militar de conquista y exploración.

Su 3º oficial científico es un hombre joven pero maduro y preparado. Esperanzado, dispuesto, decidido.

Realizando unas comprobaciones sobre el casco del navío, mira abajo y ve una estatua del hombre.

Victor Von Muerte.

Sus conocimientos pioneros llevaron su país a la grandeza.

Que lejos le parecen ahora a Jenofonte. Cree que el tiempo ha superado al genial creador.

Esta a cinco días de un trágico destino.

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Latveria.

En un futuro aun más lejano.

La joven Valeria esta a punto de presentar su tesis sobre teoría temporal y licenciarse.

Hoy se distrae leyendo en la holoteca familiar sobre el desastre de la nave transdimensional perdida en la Zona Negativa y su descubrimiento mucho tiempo después.

El cuaderno de bitácora recuperado relataba la angustia de los supervivientes y su intento de regresar al hogar.

En medio de todo el flujo de información, algo llama la atención de Valeria Von Muerte. Algo que no encaja.

Una nana. Parte de una nana de su infancia.

El cursor, parpadeando, parece esperar su decisión.

Valeria escribe el resto de la nana y abre un acceso a archivos largo tiempo ocultos.

Datos y datos sobre un enfrentamiento entre su ilustre antepasado, los 4 Fantásticos y un tal Jenofonte (el nombre de un miembro de la nave sobre la que leía inicialmente) que culminó con una avalancha de energía negativa que provocó un desastre planetario.

Un desastre que nunca tuvo lugar.

Valeria estudió la información por años. Consultó, consultó y consultó. Descartó fraude o mundos paralelos y finalmente lo calificó como paradoja.

El Doctor Muerte venció a Jenofonte.

El Doctor Muerte no venció a Jenofonte y la Tierra fue arrasada.

Ambas versiones eran ciertas.

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De nuevo el presente.

Valeria deja un archivo en los ordenadores de Victor.

Le explica que es una descendiente suya y que viajó atrás en el tiempo para construir un portal sintonizador por el que el monarca y sus enemigos regresaron, preservando así su época.

Le pide disculpas por interceptar su mensaje de aviso a Richards y añadir la petición de ayuda para llamar su atención del americano.

Guardado el archivo, introduce un disco que, a modo de virus, oculta entre la información de Muerte otro archivo que solo puede abrirse mediante una referencia a una nana.

¿Crea ella esa historia alternativa o existe/existió/existirá realmente?

Cree que es la única solución.

Se dirige a un laboratorio, usando los códigos que reunió en su futuro, y programa la plataforma temporal. Sube a la misma y se escurre en el tiempo.

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Otro laboratorio aparece ante sus ojos. Hay gente a su alrededor.

Guardias uniformados y armados la sujetan. Caras que reconoce la miran, espantadas. Entre ellos reconoce a su antiguo profesor y mentor. Le pregunta una y otra vez:

- ¿Qué has hecho, Valeria?

Otro guardia, de rango superior, se sitúa ante ella.

- Queda detenida por viajar ilegalmente en el tiempo.

- ¿Qué has hecho, Valeria?

- Por favor, acompáñenos sin resistencia.

- ¿Qué has hecho, Valeria?

- Salvar nuestra corriente temporal.

- Estas loca, Valeria. Loca.

- Solo el tiempo lo dirá- murmura la mujer.

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1.- Las mismas que Muerte controlaba en el #430.

2.- Visto en el numero anterior.

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CARTAS AL EDIFICIO DE LAS 4 LIBERTADES. EL TRABAJO DE WILLIE LUMPKIN

Fin de la saga. Finalizado el argumento heredado de Cano.

¿El futuro?.

Ya lo leereís.

Jose Gonzalez

 
 
   
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